lunes, 18 de abril de 2016

Las primeras “ciudades de la industria”: Trazados urbanos, efectos territoriales y dimensión patrimonial. La experiencia de Nuevo Baztán (Madrid)

Las primeras “ciudades de la industria”: Trazados urbanos, efectos territoriales y dimensión patrimonial. La experiencia de Nuevo Baztán (Madrid)

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Scripta Nova

REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES

Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98

Vol. XVII, núm. 451, 20 de septiembre de 2013

[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]



LAS
PRIMERAS “CIUDADES DE LA INDUSTRIA”: TRAZADOS URBANOS, EFECTOS
TERRITORIALES Y DIMENSIÓN PATRIMONIAL. LA EXPERIENCIA DE NUEVO BAZTÁN
(MADRID)
Ángeles Layuno Rosas

Depto. de Arquitectura –Universidad
de Alcalá

angeles.layuno@uah.es
Recibido: 20 de septiembre de 2012.
Devuelto para correcciones: 13 de febrero de 2013. Aceptado: 3 de marzo de
2013.

Las primeras “ciudades de la industria”: Trazados urbanos, efectos
territoriales y dimensión patrimonial. La experiencia de Nuevo Baztán (Madrid) (Resumen)
Las primeras
poblaciones industriales creadas en Europa en la Edad Moderna poseen un
notable interés como experiencias de trazado de ciudades de nueva
planta ligadas al alcance territorial con que a menudo se plantean.
En una primera
parte se realiza un sintético repaso de estas poblaciones de nueva
fundación
destinadas a la industria creadas fundamentalmente en los siglos
XVII y XVIII,
incidiendo en su génesis ideológica y morfológica. En una segunda
parte,
tomando como caso de estudio el municipio madrileño de Nuevo Baztán y
su
entorno, se lleva a cabo el análisis de la relación existente entre
implantación
industrial, política económica pre-ilustrada y trazado urbano por un
lado, y
por otro, de las consecuencias de la implantación industrial en la
colonización
del territorio, en donde aparecen elementos de diversa índole que
contribuyen a
articular los significados históricos a partir de la delineación de
conexiones
funcionales entre diversos núcleos y otros elementos constituyentes
del paisaje
proto-industrial rural. En este marco, se plantea la dimensión
patrimonial del
conjunto, su valoración y estrategias de recuperación considerando
su carácter
urbanístico y paisajístico.
Palabras clave: poblaciones
industriales, territorio, paisaje, Edad Moderna, patrimonio industrial, Nuevo
Baztán.


The first "industrial cities" Urban layouts, spatial effects and heritage dimension. The experience of New Baztán (Madrid) (Abstract)
Populations specifically created for industrial
production were planned in Europe since the Modern times
as interesting experiences of founding new towns and for the territorial dimension that often
arise.
In the
first part, a brief review of new planned populations for industry during the
seventeenth and eighteenth centuries is
carried out
, focusing on their ideological origins and morphology.
The second part of the article, taking as case of study the village of New Baztán and its
rural surroundings,
undertake the analysis of the relationship between industrial development and economic policy of pre-Enlightenment
period and urban layout,
on one hand;
and, on the other hand, between industrial colonization of territory
and the configuration of a network of elements which act as important pivotal elements of the historical meanings of territory from the delineation of functional connections between
different
settlements and other elements of proto-industrial rural landscape.
  Secondly, it raises the heritage dimension that this urban ensemble,
considering his values and recovering strategies from the
landscape and urban planning points of view.
Key words: industrial villages,
territory, landscape, Modern Period, industrial heritage, Nuevo Baztán.




Ciudad e industria.
Algunas reflexiones sobre el concepto de ciudad industrial
Las actividades económicas han configurado históricamente la
morfología y funcionalidad de las ciudades, territorios y regiones, desde los
barrios de artesanos que marcan la fisonomía de partes de la ciudad antigua,
medieval y moderna, a las posteriores poblaciones preindustriales surgidas en
la proximidad de fuentes de energía y materias primas, o hasta la configuración
de áreas urbanas y colonias destinadas a la industria masiva en los siglos XIX
y XX.
Los paisajes urbanos industriales constituyen una herencia de las
funciones urbanas de la ciudad, y posibilitan el análisis de su cualidad como
producto cultural derivado de los usos económicos asumidos a lo largo de la
historia o en un momento determinado del tiempo[1].
Desde hace varias décadas el concepto de ciudad
industrial
ha sido objeto de diversas reflexiones críticas por
parte de la
historiografía de la ciudad, centradas en la posibilidad de definir
al menos
dos realidades que comparten pero también divergen en sus contenidos
y
significados. Una de sus acepciones, la más empleada genéricamente,
es la referida
a las estructuras urbanas afectadas por los procesos capitalistas y
sistemas de
producción mecanizada desarrollados principalmente desde el siglo
XIX, esto es,
la ciudad que recoge la influencia de los cambios productivos
determinados por la Revolución Industrial con todas sus implicaciones
políticas, económicas, o sociales. Pero
además, partiendo de una clasificación funcional, se pueden
tipificar
genéricamente como “ciudad industrial” aquellas poblaciones creadas ex novo,
por y para ejecutar uno o varios procesos productivos de manera unívoca o en
simbiosis con otras actividades económicas. En estos casos, se planifican
alojamientos para los trabajadores y administradores, así como los
equipamientos necesarios para el desarrollo de la vida cotidiana[2].
En este
último supuesto la ciudad industrial sería una categoría de ciudad,
definida por la actividad dominante, mientras que en el primero sería un
enunciado referido a una fase o período de su desarrollo histórico. Por
ello, para algunos expertos sería inexacta la aplicación de
esta clasificación nominal
en este último caso, apostando por el término
más adecuado de “ciudad de la edad industrial”, ciudad
burguesa, o ciudad moderna[3]
,
ya que, como afirman Louis Bergeron y Marcel Roncayolo, existe una ambigüedad
en la aplicación del término industrialización, al no constituir éste el único
factor de crecimiento urbano en el S. XIX, ni imponerse como fenómeno de una
sola vez y de manera sincrónica en todas las regiones europeas, ni centrarse y
extenderse a todas las actividades productivas por igual, al mismo ritmo y a la
sociedad tanto sectorialmente como geográficamente[4].
Al hilo de estas consideraciones, es preciso agregar que la ciudad no ha
poseído históricamente el monopolio de la implantación industrial, y según los
momentos y las regiones no es tampoco el lugar prioritario. Las industrias
antes y después de la revolución de los transportes se ubicaron a menudo en la
proximidad de las fuentes de energía y las materias primas, desplazándose hacia
localizaciones estratégicas del medio rural por motivos diversos: proximidad a
las materias primas, facilidad de comunicación entre puntos de destino, menor
coste del suelo, mayor control de la producción y del factor humano. En la
transición de la etapa preindustrial a la industrial, si los núcleos urbanos
consolidados comenzaban a ser el lugar privilegiado para la actividad
productiva, esta realidad coexistía con una tradición preindustrial basada en
una red de centros de producción rurales que materializaron lo que los
enciclopedistas denominaron “industrias o manufacturas dispersas”, consistentes
tanto en formas de producción mixta como en la fragmentación de las actividades
en el territorio. Los asentamientos rurales dedicados a la industria
precedieron, acompañaron y subsistieron a las grandes revoluciones industriales
urbanas. Ambas realidades, manufacturas concentradas frente a manufacturas
dispersas
serían objeto de sendos debates en la Europa del siglo XVIII en función de las ventajas de cada variante respecto al tipo de
artículos a producir. Por estas razones, parece oportuno, desde los orígenes de
la industrialización, expandir el estudio de la ciudad industrial a la región
industrial, ya que la ciudad desde antiguo comprende también su área rural
circundante, y por ello cualquier metodología de estudio debería implicar la
organización territorial de lo urbano[5].
Del mismo modo que la ciudad o población industrial no siempre constituye un
ente unifuncional, siendo el binomio industria-agricultura la solución más
extendida en la formación de colonias y ciudades industriales en la edad
moderna y contemporánea.
La eclosión de buena parte de ciudades o colonias industriales
contemporáneas se produjo como consecuencia de la mala
reputación que fue adquiriendo el crecimiento urbano debido a la
industrialización masiva
. De este modo, en la propia
génesis de la ciudad industrial emergió una potente e influyente tendencia
crítica antiurbana y anti-industrializadora contra los organismos urbanos
aniquilantes y distorsionadores de las formas de vida preindustriales
vinculadas a los modos de producción artesanales y a los medios de vida rurales[6]. Principalmente
e
n Inglaterra y Francia proliferan en el siglo XIX propuestas de
reformadores sociales y filántropos que reaccionan ante los
desaciertos de un medio urbano en constante progreso expansivo y demográfico
por el avance del sistema de producción capitalista[7]
. Pensadores
y políticos como Engels, Marx, Fourier, Proudhon, Carlyle, Considérant, Ruskin,
Pugin, Robert Owen o Morris enarbolaron una crítica a la “ciudad industrial”
existente y plantearon en muchos casos nuevas fórmulas ideológicas, funcionales
y morfológicas que constituyeron las bases de las colonias y ciudades creadas
para la industria. Algunas de estas propuestas teóricas
trataron de vislumbrar la posibilidad de una “arcadia industrial” semi-rural,
donde los principios del pensamiento utópico-positivista sobre la armonía de
clases dentro del mundo del trabajo pudieran materializarse. Con una fuerte
impronta paternalista, se promoverá una mejora del hábitat, del equipamiento y
el espacio público encubriendo en el fondo la búsqueda de la máxima
rentabilidad de la producción mediante el
control sistemático de los
espacios y tiempos de los individuos, la homogeneización de las mentalidades, y
la racionalización de los itinerarios y los espacios en los que se
desarrollaban los procesos humanos y mecánicos[8]. En estas colonias y ciudades se plantea una nítida
zonificación –residencial, industrial, equipamientos, zonas verdes y cultivos-,
que preludia el proyecto de ciudad industrial de Tony Garnier, el movimiento de
las ciudades-jardín, las ciudades industriales del des-urbanismo soviético, filtrándose finalmente en la ideología urbana del Movimiento
Moderno.


Las primeras experiencias
de planificación urbana para la industria
En los siglos de la Edad Moderna aparecen los primeros ejemplos de
poblaciones industriales en las que se plantea una segregación del mundo del
trabajo, antes inscrito o mezclado en los ganglios de la ciudad de origen
antiguo o medieval, conformando organismos urbanos que a menudo expresan en sus
trazados un orden que no obedece sólo a la necesidad económica sino también a
la expresión de funciones ideológicas. También un corpus teórico que alimenta
una idea de ciudad que servirá como punto de partida para entender en qué
presupuestos se cimentó la cultura urbanística que subyace en la planificación
de Nuevo Baztán.
Sin duda recogiendo el sentir de su tiempo, la Nueva Atlántida (1638)[9] de Francis Bacon anuncia un cambio de mentalidad respecto a
las utopías anteriores, al presentar una suerte de utopía científica que
apuesta por el conocimiento experimental, el impulso de la industria y el
utilitarismo de las máquinas, elementos que constituirán la génesis de la Revolución Industrial inglesa. A su vez, la Descripción de la Sinapia, península en la tierra austral, manuscrito anónimo y no datado, atribuido a su
propietario, el Conde de Campomanes, refleja las transformaciones operadas en
la transición hacia el siglo ilustrado en su valoración económica de la ciudad
y el territorio para adaptarlos a las nuevas necesidades del comercio, la
industria o la agricultura, a través de un nuevo modelo de ciudad plasmado en un
trazado cartesiano extensible al territorio, reflejando en su malla espacial
isótropa una suerte de mundo igualitario y armónico donde se dignifica el mundo
del trabajo[10].
En la Europa del S. XVII
asistimos a la aparición de ciudades o poblaciones vinculadas a diversas
actividades industriales por iniciativa privada o estatal,
unidas a la
firme voluntad de activación socio-económica de territorios pobres y
despoblados, pero a menudo también pensadas como mecanismos de poder y ascenso social. En Francia aparecen algunos de estos ejemplos pioneros, en
ocasiones manteniendo elementos simbólicos y formales de los esquemas
organizativos tradicionales del poder eclesiástico-civil. Es el caso de la
ciudad de Charleville, fundada en 1606 por el duque Carlo Gonzaga Nevers con el
fin de atraer colonos ofreciendo tierras y privilegios a todos los que
quisieran establecer manufacturas. El grabado de hacia 1626 que representa la
ciudad a vista de pájaro muestra un esquema ideal de urbe fortificada de
perímetro abaluartado que encierra un trazado en retícula fuertemente
jerarquizado en torno a la plaza ducal central (Figura
1). De mayor trascendencia, a
lgunas manufacturas promovidas por
Colbert en Francia se organizan como pequeñas ciudades autosuficientes: la
fábrica de espejos de Tour-la-Ville, cerca de Cherburgo (1666); la de tejidos
de Villeneuvette (1667), las factorías textiles de Van Robais en Abbeville (1665)
y Sedan. Algunas de estas ciudades planificadas de nueva planta deben su origen
a la defensa militar vinculada a la expansión del comercio marítimo. La ciudad de Rochefort fue fundada en 1665 como arsenal y
puerto naval de la marina por iniciativa de Colbert sobre un lugar de la costa
del Atlántico en la desembocadura del río Charente, en un emplazamiento elegido
por una comisión real de la que Blondel formaba parte. Su trazado en
semicírculo irregular se adapta a la curvatura del río y revela una clara
zonificación en función de las necesidades y usos de cada parte de la ciudad,
por ello, tal como se aprecia en el plano de 1785, el cambio respecto a Charleville
resulta evidente, ya que en este caso, los esquemas teóricos y su valor
estético se subordinan a la función que determina la clara organización de los
diversos grupos de edificaciones[11] (Figura 2).

 
Figura 1. Charleville. Plano de Moreau. Siglo XVII.

Fuente: Lavedan et al. L´urbanisme
à l´époque moderne.
XVIe-XVIIIe
siècles.
 
Figura 2. Detalle del plano de la ciudad, del puerto y del arsenal de Rochefort (1785).

A.N. Archives de la Marine.

Fuente: Lavedan et al.



Con el tiempo, la industria de promoción estatal crearía un repertorio
importante de nuevos núcleos apareciendo una simbiosis de antiguos y nuevos
repertorios lingüísticos y urbanísticos.  Las salinas de Chaux, en el Jura,
construidas entre las poblaciones de Arc y Senans según el proyecto de Ledoux
de 1774, constituyen un ejemplo de ciudad industrial fundada ex novo, incorporando un programa de reformas en dos niveles: el
acomodo físico de los trabajadores en la estructura social de  producción; y la
expresión arquitectónica, capaz de dotar a la industria de un lenguaje que
reforzara tanto la vigilancia como la vida en común[12].
Como han estudiado Anthony Vidler y Thomas Markus, a lo largo del siglo XVIII
asistimos a la concreción formal de la industria y a la aparición de tipos
especializados que emergerán en el seno de ciudades utópicas de la producción, en
las que también surge la plasmación del discurso sobre la vigilancia en la
forma compositiva del conjunto, como ocurre en el plano de Pierre Toufaire para
la siderúrgica de Le Creusot en la Borgoña francesa (1781)[13],
donde el eje axial conecta simbólicamente la casa del patrón en la parte
superior con los edificios productivos y la fundición en el extremo inferior, uniendo
en el mismo eje control e inversión, y situándose los trabajadores en las
márgenes del conjunto. Así, en el caso de Chaux el espacio destinado al patrón
se sitúa en el punto central del panóptico desde donde ejercer simbólicamente
un supuesto control –más simbólico que visual- sobre los espacios perimetrales
destinados a los trabajadores.
Pero además, al margen de sus enfáticas composiciones urbanas, como
reflejan las salinas de Chaux, estas poblaciones industriales llevaban
implícita una organización territorial y regional de la actividad que
transformaría el carácter del territorio tanto funcional como físicamente de
ahora en adelante. Las láminas de los diversos proyectos utópicos de Ledoux
constituyen un documento excepcional que expresa la dimensión iconográfica y
estética conferida a la industria de promoción estatal, y a su vez, la
asignación a ésta de un papel de reactivación del territorio nacional en el seno
del pensamiento ilustrado. Los proyectos en torno al bosque de Chaux y los
valles vecinos, entre 1775 y 1800 preveían la instalación de fábricas,
talleres, instituciones y viviendas de todo tipo, destinados a revelar un nuevo
orden industrial que incluía el campo, puesto que la producción de la sal y el
hierro se mantenía gracias a una gran fuerza de trabajo y materias primas
procedentes del bosque, de una “Economía rústica”, como la había denominado
Diderot, que demostraba la estrecha interrelación entre industria y agricultura
en el período que nos ocupa. Cobra así sentido el comentario de Vidler sobre
las salinas de Arc et Senans, “(…) la geometría centralizada de las salinas se
expandía radialmente y a lo largo de sus ejes para controlar todo un
territorio, como si en el propio acto de medición, trazado y construcción de
una red de comunicaciones la tierra quedara destinada al cultivo productivo” (Figura
3)[14].
La asimilación del pensamiento ilustrado sobre el
necesario y urgente impulso de la industria y el comercio por parte del Estado,
se materializaron en España en la creación de Reales Manufacturas y otras
experiencias productivas, fábricas de artículos suntuarios, metalurgia y
textiles, que serían controlados en régimen de monopolio. No obstante, desde el
punto de vista urbanístico las industrias del siglo XVIII en contadas ocasiones
produjeron grandes transformaciones urbanas y edificatorias en las poblaciones
ya existentes, siendo también muy escasa la creación de poblaciones de nueva
fundación de relieve[15].
Merece destacarse en este punto la importación del debate político-económico
sobre la tipología de las manufacturas en función de su emplazamiento, de forma
semejante a como se planteaba en
el artículo Manufacture contenido en la Encyclopédie ou dictionnaire raisonné des sciences,
des arts et des metiers
(1751-1765). En suma lo que se planteaba era la
disociación entre emplazamientos urbano y rural para la
industria, y la conveniencia de adoptar una u otra fórmula en relación al tipo
de artículos fabricados: la manufactura dispersa por un lado, formada por
talleres artesanales y asociada al ámbito rural; y la manufactura concentrada, en
contextos urbanos y adoptando generalmente el modelo de fábrica que reunía en
un único recinto las diversas fases del proceso productivo y destinada a
producir artículos suntuarios y otros demandados en la ciudad[16].
La
industria en el ámbito rural daría lugar a la aparición de los primeros núcleos
que incluyen sistemáticamente equipamientos residenciales o poblaciones de
nueva planta con fines productivos. Algunos conjuntos fabriles surgen en el
medio rural por motivos de optimización de las materias primas y fuentes de
energía. Es el caso de las Reales Fábricas de Municiones de Hierro de Eugui
(1766) y Orbaiceta (1784), o de la Real Fábrica de latón, cobre y cinc de San Juan de Alcáraz (1773-1800)[17],
a modo de conjuntos que siguen ordenaciones orgánicas, distribuyendo sus
edificios productivos, viviendas y otros equipamientos en diversas cotas
adaptadas a la orografía del terreno.
Sin embargo, estas experiencias no adoptaron el rango
de poblaciones industriales. Nuevo Baztán y el Real Sitio de San Fernando de Henares,
en el SE de la provincia de Madrid, son las únicas poblaciones creadas ex
novo
con fines productivos en el ámbito rural que surgen en la
primera
mitad del siglo XVIII en España. San Fernando, próximo a la Corte,
fue incorporado a la Corona en 1746 a instancias del rey Fernando VI con
el objetivo
de establecer una Real Fábrica de Paños[18].
En su trazado urbano, nunca colmatado según la idea original y
profundamente
desvirtuado con el tiempo, se produce un trasvase a fines
utilitarios de
esquemas de composición barrocos vinculados a elementos
representativos. Como
refleja la cartografía y planos conservados, la Corona no busca aquí
expresar su prestigio personal creando una ciudad cortesana con la
industria subordinada al contenedor palacial, sino que reclama su
papel de
promotora de la industria. El difundido plano del Real Sitio firmado
por Vargas
Machuca hacia finales del S. XVIII, confirma en sus rotulaciones la
función
predominantemente fabril que tuvo la población y no la regia
residencial que le
asignaron algunos autores como Lavedan, quien plantea una lectura
algo
distorsionada del concepto de estas primeras poblaciones
industriales españolas
cuya memoria del trabajo se pierde o desvirtúa con el paso del tiempo.
El Real Sitio de San Fernando es una muestra de
ejemplo simbiótico, como Nuevo Baztán y otros ejemplos coetáneos, entre
manufactura concentrada y manufactura dispersa pues nace como una entidad
autosuficiente formada por el núcleo poblacional y su territorio circundante,
donde se hallaban cultivos, huertas, una red canales y azudes, un batán, un
tinte, un molino de papel y carbón, instalaciones secundarias de la industria pañera
que servían a la factoría principal, alejadas del núcleo de población por la
proximidad a la fuente de energía y a la materia prima, o para evitar riesgos e
impactos medioambientales nocivos (Figuras 4 y 5).

 
Figura 3. C. N. Ledoux.
Proyecto de Salinas de Arc et Senans, 1775-1779
.


Fuente: A. Vidler. El espacio de la
Ilustración
.
 
Figura 4. Plano Geométrico del Real Sitio de San Fernando y su Jurisdicción. Detalle.

Carlos Vargas Machuca, 1796-1799. AGP.

Fuente: Comunidad de Madrid. El patrimonio
arqueológico y paleontológico.



En síntesis, en estos primeros asentamientos planificados
para la industria en el tránsito entre la cultura urbanística barroca a la
ilustrada aparecen en toda Europa varias particularidades influyentes en el
futuro: el discurso sobre la vigilancia, las respuestas a la voluntad de
zonificación funcional mediante la materialización de un plano ideal basado en
composiciones axiales y simétricas, o en la aplicación severa de sencillos esquemas
en damero combinados con elementos escenográficos -plazas y ejes de
perspectiva, o bien en ordenaciones que buscan un efecto más orgánico y
pintoresco. Formas urbanas donde se evidencia una voluntad que excede el mero
funcionalismo como ocurre en la ciudad lituana de Kunsztow (Figura 6) creada en 1780  sobre el río Lolosna, a
instancias de la dirección de la Tesorería Real de las manufacturas del Estado para la producción de mercancías de lujo como
cristalería, sedas, naipes, y a otras industrias pesadas como fundiciones,
forjas, fábricas de munición, cuyo proyecto, realizado sólo parcialmente,
destaca por el experimentalismo de su diseño unido a la ubicación funcional de
los diversos sectores productivos en relación a la fuente de energía
hidráulica. El serpenteante curso fluvial parece determinar un trazado que huye
de la regularidad y la simetría para plantear un flexible esquema policéntrico a
modo de diagrama abierto e intercambiable, variado y orgánico, constituido a
partir de la organización de fábrica y viviendas obreras en torno a circus o plazas conectadas por vías radiales. En fechas cercanas, en Nápoles, el rey Fernando
IV de Borbón, fundador de la colonia sedera de San Leucio como parte del
Belvedere Real del Parque de Caserta,
remodelado en 1778 con objeto de
albergar una serie de industrias de la seda destinadas a suministrar materiales
a las ricas residencias aristocráticas del reino y del exterior, y que incluía
además equipamientos como casas para los obreros, iglesia, escuela, y aposentos reales, vislumbró la idea de emprender en sus posesiones una
“gran comunidad obrera”[19] alojada en un ambicioso proyecto experimental, Ferdinandopoli, una ciudad
para la industria de la seda cuidadosamente planificada según los esquemas de
una ciudad ideal radio-concéntrica, con una plaza central de trazado radial con
catedral, casino real y teatro (Figuras 7-8).
Por último, es preciso reiterar los efectos inducidos por estos
núcleos de actividad en su territorio. Un territorio modificado por la
industria, como se ha venido demostrando, contenedor de las redes y nexos que
dotan de significado a estos conjuntos, por tanto, los análisis de las tramas
urbanas y de los efectos territoriales y paisajísticos son elementos imprescindibles
a considerar en toda investigación histórica y en las políticas de recuperación
del patrimonio industrial.

 
 
 
Figura 5. Plano
Geométrico del Real Sitio de San Fernando y su Jurisdicción.


Fragmento.

C. Vargas Machuca, 1796-1799.

Figura 6. Planta
del poblado industrial de Kunsztow.


Lituania, 1780.

Fuente: Th. Markus, Buildings & Power.

Figura 7-8. Planta
de la Colonia de San Leucio (Nápoles).

Hipótesis
de adaptación a la fundación de Ferdinandopoli


Fuente:
Sica, Historia del Urbanismo. El siglo XVIII.



Nuevo Baztán: planificación
urbana y territorio de la industria
Nuevo Baztán es
una población
industrial de nueva fundación creada en los primeros años del siglo
XVIII al
sureste de la provincia de Madrid. El núcleo se emplaza sobre una
llanura de la
región natural de los Páramos -Páramo de Pozuelo- dentro del área
territorial
de la Meseta madrileña (a 831 metros de altitud), sobre un terreno
que
desciende abruptamente por la parte oriental hacia el arroyo de la
Vega, eje fluvial que discurre de norte a sur a modo de grieta geológica
que lo separa del
término de la Olmeda de las Fuentes. Desde época medieval tenemos
noticias
documentadas de la existencia de núcleos establecidos de manera
lineal a lo
largo de las riberas del arroyo de la Vega o del río Tajuña, que
fomentaron
relaciones territoriales a lo largo de la Historia.
La fundación de Nuevo Baztán aparece como experimento
pionero y precedente de los impulsos del reformismo borbónico del siglo XVIII,
centrados en una política de estímulo de la industria, el comercio y las redes
de transporte y comunicaciones, así como de colonización de amplias zonas del
país. Experiencias promovidas por hombres del talante de Don Juan de Goyeneche
(1656-1735), fundador de Nuevo Baztán, al ensayar en los territorios donde
implantó sus industrias y actividades los principios del colbertismo.
Nacido
en Arizcún, en el Valle del
Baztán en 1656, Goyeneche fue un personaje polifacético y
emprendedor, escritor
y editor de la “Gaceta de Madrid”. Vinculado a las tesorerías de la
Corte de Carlos II y de Felipe V, su trayectoria se centra en una
exitosa carrera
administrativa al servicio de la monarquía, plataforma desde donde
se lanzó al
desarrollo de múltiples negocios y actividades financieras y
mercantiles
ocupando puestos que les procuraron grandes beneficios y un rápido
ascenso
social[20]
.
No obstante, Juan de Goyeneche no fue simplemente un arribista, sino que
destacó por una sólida formación cultural. Formado en el Colegio Imperial de
los Jesuitas de Madrid, siendo allí su preceptor el Padre Bartolomé Alcázar,
son constantes las referencias a la fama que acumuló su biblioteca[21],
así como su afición a los temas históricos, sus diversas empresas editoriales,
y su labor de mecenazgo coincidente con la organización de una tertulia
literaria presuntamente en su casa-palacio de Nuevo Baztán. Faceta intelectual
y humanista que ayuda a entender el contexto cultural en que se concibe la
traza de la población y su arquitectura.
Sus biógrafos y amigos ya ensalzaron en su tiempo la labor de promoción
industrial llevada a cabo en la Olmeda y el Nuevo Baztán. La célebre obra de
Gerónimo de Uztáriz Theorica y practica de Comercio y Marina (1724,
1757) resulta un texto clave para entender el contexto en que Goyeneche
emprende su actividad industrial en Nuevo Baztán, y en el que se alaba la creación
de la fábrica de cristales de Nuevo Baztán, así como las fábricas de paños de
esta población y las de la Olmeda. Goyeneche, relacionado con el grupo de los denominados “novatores”, se sitúa en la élite
avanzada de su época, dentro de los
españoles que aspiraban a
compatibilizar el trabajo y la nobleza y eran innovadores en sus actividades
económicas, austeros, cultos y profundamente religiosos en su vida privada. Las
relaciones entre Goyeneche y Gerónimo de Uztáriz, analizadas por Reyes
Fernández[22],
debieron ser estrechas y amistosas hasta el punto de afirmar que posiblemente la Theorica surge de aquellas tertulias cultas en la casa de Juan de Goyeneche, a las que
asistía también el padre Feijoo, y donde nació un grupo de publicaciones
vinculadas a los intereses económicos de Goyeneche, como el libro de Pierre
Daniel Huet Comercio de Holanda (1699) que prologó el propio Uztáriz. En
esta misma línea editorial Goyeneche también costeó la edición y traducción de
otra obra francesa, Economía general de la casa de campo, traducida en
Nuevo Baztán por don Francisco de la Torre y Ocón en 1724 y dedicada a Juan de
Goyeneche, siendo un tratado sobre agricultura que ofrece datos relevantes
sobre la compatibilidad económica entre industria y agricultura, aspecto éste
que contribuye a ilustrar algunos aspectos implícitos en la concepción de Nuevo
Baztán.
Centrándonos en las industrias que emprendió,
su apoyo
económico y militante al candidato borbónico en la larga Guerra de
Sucesión,
fue determinante, como explica Eugenio Larruga, para la fundación de
una
fábrica de paños en el término de La Olmeda de la Cebolla (hoy de
las Fuentes) con el objetivo de contribuir al abastecimiento de
uniformes al
ejército, evitando así los gastos de importación de los mismos. Es
así como
ideó la fundación de un conjunto industrial receptor de población,
creado “desde
sus fundamentos”, según consta en una Real Cédula de Fernando VI en
1749, para
lo cual obtuvo del rey por su apoyo incondicional diferentes
exenciones,
franquicias y privilegios con los que activar sus industrias,
sentando de este
modo las bases de las futuras Reales Manufacturas y de algunos
proyectos
posteriores de ciudades industriales y colonias fabriles de nueva
planta.
En Nuevo Baztán, el objetivo originario de
abastecimiento de uniformes para el ejército, fue ampliándose hacia otro de
tipo de fábricas y manufacturas que abarcaron una gran diversidad de géneros,
siendo la producción de paños y la Fábrica de vidrios finos los productos en los que el fundador invirtió mayores esfuerzos[23].
Pero a las aspiraciones filantrópicas de Goyeneche, habría que sumar, en la
génesis del proyecto, la voluntad de afirmación del prestigio personal de su
fundador, y la necesidad de reconocimiento de su linaje dentro la sociedad
madrileña, como prueba su obra manuscrita
Executoria de la nobleza,
antigüedad y blasones del valle del Baztán, que dedica a sus hijos y
originarios
[24] (1685), donde Goyeneche exalta la antigüedad de su linaje y sus orígenes
hidalgos para avalar su ascenso social.
La construcción de la nueva población se realizó según
el proyecto del célebre arquitecto José Benito de Churriguera entre 1709-1713
según las fechas más aceptadas. A pesar de los obstáculos geográficos y la
precariedad de los caminos entre ambas poblaciones, es preciso considerar que desde
ahora, Nuevo Baztán y La Olmeda se convirtieron en centros gestores de las
industrias de Goyeneche, propiciando el desencadenamiento de efectos
territoriales, la transformación del paisaje mediante la introducción de
cultivos, la mejora de la red caminera, y la explotación de recursos
hidráulicos en el arroyo de la Vega y la ribera del Tajuña. Además de la
modificación socio-económica y demográfica del entorno, como consecuencia
directa de los efectos de repoblación con inmigrantes –mano de obra cualificada
y sin cualificar, artesana o agraria-, y población local destinada al trabajo
en las industrias y labores agrícolas paralelas, asunto interesante pero
excluido evidentemente de nuestro estudio[25].
No obstante, el sueño que fraguó su promotor basado en una avanzada concepción
de industrialización comarcal a través de la puesta en marcha de esta ambiciosa
experiencia entraría pronto en un proceso de irreversible obsolescencia, pues a
pesar de los esfuerzos de sus herederos, desde la fecha de la muerte de Juan de
Goyeneche, 1735, comienza el lento pero progresivo declive de sus industrias.
Sobre las causas de la crisis de esta empresa se ha
debatido ampliamente desde el mismo siglo XVIII, argumentando la convergencia
de varios motivos: la presión ejercida por la competencia internacional, unida
a la propia competencia de las fábricas nacionales; el fracaso de un sistema de
producción posiblemente próximo a lo artesanal y de unos planteamientos
económicos pronto superados por otros más avanzados; los sucesivos problemas
técnicos y obstáculos en la puesta en funcionamiento de los hornos de la
fábrica de cristal; la escasez de combustible, al consumir y agotar las
materias primas de los bosques cercanos para alimentar el horno de la fábrica
de vidrios, y también, por qué no, la dificultad y precariedad de las comunicaciones
entre algunos puntos, así como su posición intermedia entre las rutas radiales
que desde Madrid se dirigían a los litorales
.
En consecuencia, el territorio y la población industrial de Nuevo Baztán
entran en un proceso de estancamiento y fosilización, que conducirá no sólo a
la degradación patrimonial sino también a la pérdida de memoria e identidad por
parte de la comunidad hacia su pasado. Con el tiempo, la imagen transmitida es
la de un conjunto monumental señorial inscrito en un espacio de economía rural,
marco en el que irá adquiriendo progresivos valores paisajísticos y
patrimoniales.
Desde esta óptica, a continuación se procede a
analizar algunos de los conceptos y elementos de su trazado urbanístico primigenio
vinculado a la industria y de su estructura y bienes territoriales asociados, como
ingredientes constitutivos de su valor patrimonial, superando la visión típicamente
monumentalista del conjunto que los primeros estudios del conjunto potenciaron.


Imbricación entre trazado viario, función
industrial y morfología urbana
La traza general de Nuevo Baztán conjuga dos intereses
básicos: responder a la necesidades representativas de Goyeneche de erigir un
señorío nobiliario como signo de diferenciación y prestigio personal –intención
jerárquico-monumental-; y al tiempo realizar una aportación a la economía
pública, desde el punto de vista demográfico, agrario e industrial, siguiendo
las doctrinas colbertistas. En el plano de Nuevo Baztán están presentes
diversas instancias de la cultura urbana de su tiempo. Su trazado se basa en un
riguroso empleo de la geometría y la perspectiva dentro de un orden lineal,
extensible y abierto, que asume los principios cartesianos del urbanismo
barroco en su afán de ordenación racional de la naturaleza, para sugerir un
entramado supuestamente prolongable en el territorio, a partir del marcaje de
un centro semántico y sus recorridos, en su doble papel representativo y
funcional. La historiografía tradicional ha destacado el carácter
“castizo” materializado en la combinación de plazas cerradas relacionadas entre
sí que rodean el núcleo monumental configurando una especie de cortijo-pueblo
de estilo barroco castellano o población cortesano-señorial[26].
A falta
de datos documentales sobre el proyecto, permanece la incógnita respecto a los
modelos o referencias concretas que pudo emplear José de Churriguera.
El plano ortogonal o damero, empleado en la fundación
de ciudades de diversos orígenes, funciones, y variantes morfológicas en el
tiempo y lugares,
se consolida ahora como un eficaz instrumento de orden
y racionalidad en la distribución de las funciones económicas, industriales y
comerciales, al tiempo que recoge resquicios simbólicos del poder y el orden
jerárquico de tradición clásica[27].
En la cultura urbanística de los siglos XVII y XVIII se incorporan además de las
ideas emanadas del Discurso de Descartes y su inclinación por el orden
racional encarnado en ciudades proyectadas de una sola pieza[28],
el corpus de experiencias, normativas e instrumentos con que
se había poblado el Nuevo Mundo a partir de las Ordenanzas de Indias
promulgadas por Felipe II en 1573. En estas ciudades hispanoamericanas
fructificó, si bien con flexibilidad y variantes, el modelo de trazado
ortogonal
de calles rectilíneas, manzanas normalmente cuadradas, y
plazas con edificios representativos en posición central. En este contexto, la
influencia de las fundaciones llevadas a cabo
por la Compañía de Jesús desde 1609 en el territorio oriental del actual
Paraguay es ampliamente
reconocida en su dimensión urbanizadora y económica.
Aunque
sea un argumento de cierta ingenuidad, resulta sencillo dentro de este
entramado ideológico, entrever ciertos paralelismos entre la fundación de Nuevo
Baztán a comienzos del siglo XVIII por Juan de Goyeneche, y las poblaciones
creadas en la huerta de Murcia en 1734 por el cardenal Belluga,  reconocida su
labor colonizadora en las “Pías Fundaciones” como precursora del clima de
reformas y proyectos colonizadores de Fernando VI y su ministro Ensenada, y las
posteriores que emprendió Carlos III en Andalucía desde 1767[29].
Las investigaciones realizadas por Javier Ortega en su tesis doctoral concluyeron hace décadas que las fundaciones
jesuíticas actuaron como modelos de referencia en las poblaciones fundadas por
el Cardenal[30].
Habida cuenta de la estrecha relación de Juan de Goyeneche con la orden, pues,
como Belluga, se había educado en sus colegios, ejercía de protector y poseía
directos vínculos familiares en la misma, no es descabellado pensar que el
mecenas de Nuevo Baztán tuviera en mente algunas de estos modelos de ciudades
hispanoamericanas que retroalimentaban la experiencia española (Figura 9).

Figura 9. Plano del pueblo de
San Ignacio Miní según sus ruinas, levantado en 1899 por el agrimensor Juan
Queirel.


Fuente: E. Maeder, R. Gutierrez: Atlas territorial y urbano de las
misiones jesuíticas de guaraníes.



Vinculadas a su vez al ámbito español, en los S. XVI y
XVII hallamos experiencias semejantes en las nuevas fundaciones de colonización
en Sicilia, en forma de pequeños centros agrícolas promovidos por la nobleza
feudal, algunos como Vittoria o Paceco debidos a la iniciativa de nobles
relacionados con la Corte y a la administración española. Al igual que en el
caso de Nuevo Baztán, para sus fundadores eran instrumentos de escala social y
política, pero a la vez resolvían el problema de las tierras sin cultivar en
los grandes latifundios[31].
Un primer aspecto que llama la atención en
Nuevo
Baztán es la relación entre la ubicación de las plazas respecto a la
distribución
de las industrias y las funciones adoptadas por los diferentes
caminos en el
trazado urbano. Estos dos objetivos se materializan en la dirección
que adoptan
los viarios en la estructura urbana, una encrucijada de caminos en
la que
confluyen dos ejes ortogonales principales: el Camino de Alcalá en
sentido Norte-Sur
–desdoblado, uno atraviesa la población y llega hasta la fachada del
palacio y
el otro paralelo, sin atravesar la población continua hasta Villar
del Olmo,
Ambite, Orusco, Carabaña y otros núcleos de la Vega del Tajuña. Y un
segundo eje, el Camino desde Loeches en sentido Oeste-Este, con
continuidad en el camino
que partiendo del núcleo se dirige hacia la Olmeda, continuando hasta
el límite de la provincia con Guadalajara.
Los dos ejes principales Norte-Sur y Oeste-Este,
limitan una trama en cuadrícula que se despliega linealmente y se segmenta en
seis manzanas. Por tanto, las vías de acceso adquieren un carácter funcional y
estratégico en relación al emplazamiento de las industrias, instalaciones,
fuentes de energía, y distribución de los productos, además de delinear y
señalar los ejes de los futuros crecimientos del núcleo, a modo de ciudad
lineal extensible. Y por otra parte, asumen un carácter escénico-representativo-
sobre todo el eje Oeste-Este que desemboca en la fachada del conjunto
palacio-iglesia, plenamente barroco, generador de perspectivas con fines monumentales
y simbólicos (Figuras 10 y 11).
Junto
al esquema racional en cuadrícula, la idea de eje de aproximación es un mecanismo
compositivo cuyo fin es potenciar la imagen de la ciudad como panorámica de
inmediata percepción visual, contando con el instrumento de la perspectiva[32],
imagen reforzada por la presencia de hileras de olmos a
ambos lados de los caminos, desaparecidos luego por enfermedades y rectificaciones
de viales.

Figura 10. Reconstrucción del
trazado de Nuevo Baztán en el siglo XVIII a partir de la cartografía
histórica.


Elaboración propia. Gráfica: Ángel
Cuadrado.



 
 
Figura 11. Accesos a Nuevo Baztán: Desdoblamiento de la
carretera Alcalá-Nuevo Baztán al entrar en la población.

Reflejan con algunas transformaciones y
rectificaciones el trazado de los antiguos caminos.

Fotos: Autora.



La traza de Nuevo Baztán
revela además una significativa ordenación jerárquica del conjunto en torno al
bloque formado por el palacio-iglesia, y la serie de plazas concatenadas que lo
circundan de forma “orgánica”. Beatriz Blasco ha analizado
el carácter estas plazas en relación con las cualidades formales y funcionales
de los edificios que las conforman, y desde la confluencia o irradiación en
ellas de los viarios: la plaza del jardín frente a la fachada principal del
palacio, magnifica esta construcción al acceder por el camino de Pozuelo. En
ángulo recto con la anterior, la plaza del mercado cuenta con un sencillo
soportal de pies derechos, por ello, su ubicación debía ser destacada y
solventar las necesidades derivadas de su uso y función, facilitando la
comunicación con la villa de la Olmeda donde estaban otras industrias
similares, y con Madrid. Por último, la denominada plaza de fiestas, en la
trasera del palacio, sobre la que aún quedan algunas dudas sobre la auténtica
función de los espacios de sus crujías perimetrales, destinada hipotéticamente
a viviendas de los operarios o servidumbre del palacio, casas de oficios con
caballerizas, cocheras, almacenes de palacio, o talleres. La hoy desaparecida
Fábrica de vidrio fue instalada en 1720 fuera del recinto urbano, pero en lugar
bien comunicado, en las márgenes del camino de Pozuelo y del de Alcalá, de
manera que la presencia de los hornos y calderas no comprometieran la seguridad
de la población.
Una segunda jerarquización de
la trama revela una clara voluntad de zonificación de tipo socio-económico, y
afecta al tamaño y forma de las manzanas y a la distribución y al carácter de
la edificación residencial. Desde el centro, con la casa-palacio del fundador
flanqueada por las viviendas de maestros y oficiales -con una mejor
construcción y distribución-, hasta la periferia, en que progresivamente el
caserío, destinado a operarios industriales y a labradores, se hace de menor
proporción, y adopta un carácter rural en proximidad a las instalaciones
agropecuarias y a los terrenos de labranza, huertas y campos de cultivo[33].
El conjunto dista de la
monumentalidad y estrategias semánticas que adquirirá la arquitectura
industrial de la Ilustración, como se observa en algunos ejemplos como el
proyecto de las salinas de Arc et Senans de Ledoux. Sin embargo, ambos
proyectos coinciden en la voluntad de imposición de una lógica ordenadora a
través de la geometría[34],
radial en Ledoux, lineal y cartesiana en Churriguera, que implica la expansión
virtual de este orden hacia el territorio objeto de explotación a través de la
fluidez de las vías de comunicación, integrando la red de calles en las
carreteras principales que conectan la población con los otros centros del
territorio. Se podría finalmente barajar la hipótesis de un supuesto orden
ideal expresado en esta ciudad señorial-industrial que se sitúa a modo de
rótula en el centro de un territorio que decididamente pretende controlar tanto
para el prestigio propio como para la generación de riqueza, anunciando un
cambio de mentalidad evidente en el papel rector que asume ahora la nobleza
como productora de riqueza a través del comercio y la industria, sobrepasando
su función de mera terrateniente, y materializando así los ideales divulgados
décadas más tarde por los pensadores ilustrados.


La dimensión territorial de la industria
La nueva fundación representaba en gran medida los
ideales que progresivamente se irían implantando en la mentalidad de
la clase
dirigente española, ya que preveía la instalación de un complejo
industrial y
agrícola, que contribuyera al tiempo al fomento de la industria
nacional y a
frenar la situación de alarmante despoblación de esta zona rural, un
“sitio
despoblado y yermo”, como se describe en el Libro de la Fundación.
Goyeneche se anticipa a la denominada utopía ilustrada estableciendo un
espacio de
Poder definido desde la utilización económica del territorio[35],
comprendiendo la necesidad de actuar y transformar la naturaleza, repoblándola,
transformando la tierra por los cultivos y fomentando la construcción de obras
públicas, entre ellas obras hidráulicas, nuevos caminos y carreteras, puentes y
presas.
Nuevo Baztán, por esta condición, como ocurría en las
Salinas de Chaux o en el Real Sitio de San Fernando, debe entenderse como un
conjunto vinculado a su territorio histórico, en el cual, subsisten,
abandonados o deteriorados irreversiblemente, algunos elementos o evidencias
físicas que formaron parte de la actividad industrial del siglo XVIII. Un
territorio suministrador de materias primas, fuentes de energía, e industria secundaria.
En el engranaje productivo de la población imperan los mecanismos de una
industria rural dispersa, debida sobre todo a la dependencia de las fuentes de
energía hidráulica para determinadas actividades de las fábricas de paños, y
que también afectará a la implantación de cultivos, parcelaciones, obras de
canalización y mejora o construcción caminos, lo que cualificó el paisaje de un
páramo despoblado, en parte yermo y en parte boscoso, con el carácter que Paul
Delsalle atribuye a los paisajes proto-industriales anteriores al Revolución
Industrial, en los que la integración de la industria en el medio agrícola es
un rasgo principal, visible en este ejemplo por la introducción de cultivos,
olivares y huertas[36].
Industria y agricultura eran esferas interrelacionadas a comienzos del siglo
XVIII, por ello es preciso enfatizar el valor patrimonial del paisaje agrario de
la industrialización por la fragilidad que evidencia este elemento histórico
del territorio de cara a su protección.
En cualquier caso, la condición del lugar como
encrucijada de caminos preexistentes[37] debió influir en gran medida en la elección del sitio para la implantación del
complejo industrial de Nuevo Baztán, así como las condiciones topográficas, un
terreno llano pero en el borde de una zona más accidentada ligada a las fuentes
de energía. Sobre la existencia de materias primas y fuentes de energía, los
documentos de la época sitúan la fundación del nuevo núcleo en un páramo
próximo al denominado Bosque o Monte de Acevedo compuesto entre otras especies,
de encinas, robles, quejigos, que sería altamente deforestado como consecuencia
de su tala para el suministro de combustible al horno de la fábrica de vidrio y
jabones. Las Relaciones histórico-geográficas de los pueblos de España Relaciones
Topográficas-
, elaboradas entre 1575 y 1580 por orden de Felipe II, nos
proporcionan algunas noticias sobre las poblaciones o villas limítrofes de
Pezuela, Olmeda, Ambite, Orusco, y Villar del Olmo, como el hecho que distaban
entre sí de media a una legua, que estaban comunicadas por caminos, que
existían relaciones históricas entre ellas, muchas basadas en la economía, y
que se encontraban en funcionamiento por entonces puentes, batanes y molinos en
las vegas o riberas del Tajuña, algunos de los cuales, arrendará o comprará
para su producción industrial Goyeneche[38].
La política ilustrada de impulso y progreso de las
comunicaciones[39],
fue anticipada por Juan de Goyeneche en Nuevo Baztán para asegurar el
transporte y la venta de los productos, lo que se tradujo en la construcción y
mejora de caminos que facilitaran las relaciones de la fundación con Madrid y
con los pueblos vecinos, y también en la construcción de diversas obras
públicas como presas que lo abastecieran de agua y para el regadío, puentes,
sistemas de alcantarillado, y otros equipamientos.
Las realizaciones documentadas de Goyeneche en el
terreno de la mejora de los caminos indican la construcción de una carretera de
Nuevo Baztán a Pozuelo del Rey, una calzada toda de piedra de medio cuarto
de legua
, noticia señalada por Uztarriz al referir que ha compuesto el
camino que viene de Madrid, quitando algún rodeo, con nueva carretera
[40]. Este
camino era precisamente el camino directo a la Corte. Tomás López en su Descripción de la provincia de Madrid[41], señala el
recorrido y la distancia De Madrid al Nuevo Bastan, en un total de siete
leguas, recorriendo las poblaciones de Madrid, Mejorada, Loeches, Pozuelo del
Rey y Nuevo Baztán. En el Mapa Topográfico de 1877, el primero de la larga
serie de esta naturaleza que poseemos del territorio estudiado, se pueden
observar los diversos caminos y vías pecuarias que atraviesan el término y su
entorno, parte de los cuales se han alterado posteriormente (Figura 12). En segundo lugar, a partir de la
cartografía histórica podemos vertebrar el alcance territorial y disperso de la
industria de Goyeneche en el sureste de la provincia de Madrid, excediendo la
ubicación o concentración de fábricas y manufacturas en los núcleos de Nuevo
Baztán y La Olmeda. Nuevo Baztán depende y a la vez incide en la estructura del
territorio, urdiendo un entramado jerárquico de relaciones y funciones entre
las diversas actividades de producción establecidas en los municipios próximos
del arroyo de la Vega –Pezuela de las Torres, Olmeda, Villar del Olmo- y de la
vega del río Tajuña –Ambite, Orusco, Carabaña-, cuyas poblaciones se
aglutinaron en torno a las industrias de Goyeneche. Su posición estratégica lo
convierte en foco de mercado y comercio, extralimitando la provincia de Madrid,
para comprender Guadalajara y Cuenca, donde Goyeneche tenía posesiones e
intereses en Illana, Almonacid de Zorita, o Villanueva de Alcorón, lugar éste
último donde trasladó su fábrica de vidrio tras la experiencia truncada de
Nuevo Baztán.

Figura 12. Mapa Topográfico de la Provincia de Madrid (1877).

Detalle. Escala 1:50.000. (I.G.N.).



Las Memorias políticas y económicas sobre los
frutos, comercio, fábricas y minas de España
(1787-1800), de Eugenio
Larruga, constituyen una fuente imprescindible para conocer el alcance
territorial de la industria de Goyeneche aportándonos datos sobre
emplazamientos de instalaciones, fuentes de energía y red caminera. Además de
esta obra, la Theoria y Practica de Comercio y de Marina de José
de Uztáriz (1742), el Catastro del Marqués de Ensenada (1750)[42], así como
otras fuentes del siglo XIX, sobre todo Sebastián Miñano (1826) y Pascual Madoz
(1849), paralelamente a la más fiable y abundante cartografía del siglo XIX,
posibilitan una reconstrucción de las instalaciones industriales ligadas a las
fuentes de energía hidráulica en el contexto del paisaje rural de la zona.
Las instalaciones vinculadas a la industria
del Nuevo
Baztán se situaron longitudinalmente a lo largo del cauce del arroyo
de la Vega y del río Tajuña, desde Pezuela a Carabaña. La fabricación
de paños conllevó la
dispersión de instalaciones auxiliares para posibilitar, entre
otras, las
diversas sub-operaciones del bataneo que serían ejecutadas en las
riberas de
los cauces fluviales, sobre todo en Ambite, Orusco o Carabaña, lo
que implicaba
viajes continuos entre La Olmeda, Nuevo Baztán y los batanes del
Tajuña a lomos
de mulas o caballería por muy accidentados caminos de herradura. En
la Olmeda, existió una fábrica de tejidos, fábrica de antes y gamuzas y
en el arroyo Valmores[43], casa del
tinte y batanes[44].
En estas implantaciones se observa una tímida intencionalidad medioambiental
que determina el emplazamiento de estas instalaciones nocivas o desagradables,
ya que tanto la tenería y casa de tintes, por los olores y productos químicos
empleados, como la fábrica de vidrio, por el peligro de incendio de los hornos,
se distancian del caserío construido. González Tascón en su estudio sobre las
fábricas hidráulicas históricas ha analizado la planificación industrial de
estos ingenios del río Tajuña en el siglo XVIII, en la zona comprendida entre
Nuevo Baztán y Villarejo, y apoyándose en la disposición que les otorga Tomás
López en el Diccionario Geográfico, deduce que la ubicación de molinos
harineros, molinos de papel y batanes en este orden aguas abajo fue debido a la
menor o mayor contaminación de las aguas que producían por entonces  estos
ingenios[45].
En Ambite se utilizaron diversos molinos como el
Molino del Fraile, hoy semiarruinado; el Molino del puente, y un batán. En esta
localidad subsiste el puente de Ambite o del Molino, en el que reza una
inscripción con la fecha de su reparación, 1756, seguramente sobre el lugar de
un antiguo puente al que hacen referencia las Relaciones de Felipe II; y
el puente de los Once Ojos que cruza sobre el arroyo de la Vega[46]. En Orusco
de Tajuña destacan un antiguo batán y un molino de papel, la denominada Fábrica
de Arriba[47],
cuyo origen es el antiguo molino harinero o batán de la Bellaescusa,
que fue arrendado en 1715 por Juan de Goyeneche para la fábrica de
paños de la Olmeda. Posteriormente Goyeneche lo compró y lo convirtió en
fábrica de papel parece ser que
en 1726, según Larruga[48].
Carabaña, otro de los términos comprometidos con la actividad industrial del
XVIII, vivió un esplendor en el XVIII por la influencia de las industrias de la
dinastía Goyeneche, contando con batán y molinos harineros[49] (Figuras 13 y 14).

Figura 13. Plano de síntesis
que muestra la relación de las instalaciones industriales y los municipios
vinculados a la industria de Goyeneche en Nuevo Baztán.


Elaboración propia. Gráfica: Ángel
Cuadrado.



   
Figura 14. Ambite: Molino del
Fraile (izquierda); Orusco: Fábrica de Arriba (centro); Ambite: Puente del
Molino en la M-215. 1756 (reforma).


Fotos: Autora.



En el plano de Francisco Coello de la provincia de
Madrid (Figura 15) se detallan
algunas de
estas instalaciones, si bien las primeras referencias cartográficas
que se
conocen sobre la representación territorial de estos bienes son los
dibujos de
Tomás López que custodia la Biblioteca Nacional de los alrededores de
Carabaña y la vega del Tajuña fechados en las últimas décadas del siglo
XVIII[50].




Figura 15. Francisco Coello –
Pascual Madoz.- Provincia de Madrid. Segunda Edición (1853)
.


Escala 1:200.000. Detalle.

Fuente: Institut Cartográfic de
Catalunya
.



La extensión en los datos precedentes posee el
objetivo de reforzar la incidencia de la explotación económica del territorio
por parte de Juan de Goyeneche. La existencia de una modesta arquitectura vinculada
históricamente al agua, ligada constructivamente a las técnicas de la
arquitectura popular, las instalaciones hidráulicas, obras públicas y
edificaciones preindustriales de este entorno configuraron un paisaje ribereño
escasamente modificado en su momento. La posterior reconversión de estos
elementos en centrales eléctricas, fábricas o fincas particulares, no ha
evitado los procesos de desfiguración y la ruina de los mismos producto de su irreversible
obsolescencia.


El valor patrimonial del conjunto urbano y el
territorio de la industria
La progresiva
ampliación de los límites conceptuales del patrimonio, así como la
consolidación de la Arqueología Industrial como disciplina desde los
años setenta del siglo XX, han posibilitado la valoración y protección
de grandes
conjuntos de ruinas y paisajes industriales desmantelados, así como
de antiguas
poblaciones industriales, que precisan de una metodología de
investigación,
interpretación, protección, y restauración desde una perspectiva
territorial[51]. Diversas
poblaciones nacidas de la concentración fabril, de la construcción de líneas
ferroviarias (poblados ferroviarios) o de la explotación de recursos in situ
(poblados mineros) son objeto de atención por parte de normativas y
planes
directores o proyectos de actuación emprendidos por diversos
organismos y
administraciones públicas en todo el mundo, tanto los asentamientos
preindustriales como los conjuntos de la industrialización de los
siglos XIX y
XX. Entre estos últimos, en la localidad de Ironbridge en el Reino
Unido se
crea a comienzos de los años sesenta el Ironbridge Gorge Museum que
recupera la
memoria de la producción carbonífera asociada a la Revolución
Industrial inglesa. Además, la colonia textil de Crespi d´Adda en
Lombardía
(Italia), los poblados de New Lanark en Escocia, y Saltaire (Reino
Unido), o
las  Salinas de Arc et Senans (Francia) son lugares declarados
Patrimonio Mundial
por la UNESCO. En todos los casos, se aplican criterios de
preservación
integral que mantenga la filosofía del mundo del trabajo
materializado en un
conjunto de bienes e instalaciones heterogéneas –como trazados
urbanos,
edificaciones industriales y residenciales, obras públicas e
instalaciones-.
Las localidades industriales obsoletas fueron también objeto de las
experiencias de los denominados “ecomuseos”, cuya paternidad
ideológica fue
emprendida por el museólogo francés G. H. Rivière para designar
precisamente la
idea de un territorio-museo, un museo diseminado en el tiempo y el
espacio
formado por extensiones territoriales susceptibles de abarcar desde
poblaciones
hasta bienes paisajísticos y cuya meta sería entre otras la
revitalización
social y económica de comunidades castigadas por la reconversión
industrial. El
ecomuseo de Le Creusot-Montceau-Les Mines, creado en 1973 en la
región
borgoñona francesa como Museo del Hombre y de la Industria respondía
a este principal objetivo, la recuperación del patrimonio industrial de
un extenso territorio conformado desde finales del  siglo XVIII por
el
desarrollo de actividades industriales básicamente ligadas al carbón
y a la
metalurgia. En España, los proyectos de rehabilitación de algunas
colonias
textiles de la cuenca del Llobregat en Cataluña constituyen muestras
de un
enfoque conservacionista amplio e integrado.
En estas prácticas, conviven experiencias que
posibilitan la recuperación temática prácticamente integral, con otros procesos
de recuperación urbana y del patrimonio arquitectónico en núcleos industriales
originarios que han experimentado notables crecimientos y transformaciones
posteriores, como ocurre en la ciudad de Rochefort en Francia, donde algunos de
los contenedores e instalaciones del antiguo arsenal se han destinado a usos
culturales y terciarios desde el año 1974.
Como se ha comentado, en estos planes y proyectos se hace especial
hincapié en el valor que adquiere toda una zona de influencia de extensión
variable como factor decisivo para la explicación y significación de un
conjunto urbano industrial, englobando los lugares de producción de energía,
las materias primas, las transformaciones y los impactos en el paisaje del
ámbito rural y urbano.
De hecho, la
Arqueología Industrial como fenómeno que irrumpe en la práctica
patrimonial europea en los setenta ha generado una serie de problemas y
reflexiones que, como señala Massimo Negri, abarcan una dimensión física
y conceptual novedosa por la necesidad de conservar y exhibir elementos
“anclados” en el territorio, infraestructuras o complejos como canales,
puentes, líneas ferroviarias, además, de paisajes, o partes del tejido
urbano dedicadas a usos industriales, valorando de manera creciente el
concepto de paisaje industrial[52]. Como
efecto de este planteamiento, en nuestro país, el Plan Nacional de Patrimonio
Industrial contempla entre las tipologías de bienes industriales: los
conjuntos industriales
(conservación de componentes materiales y
funcionales así como su articulación); y los paisajes industriales,
donde se conservan visibles en el territorio todos los componentes esenciales
de los procesos de producción de una o varias actividades industriales
relacionadas entre sí[53].
Además, sobre todo desde los años sesenta del
siglo
pasado, teorías y tendencias arquitectónicas y patrimoniales han
otorgado
máxima preeminencia a la conservación de la morfología urbana
histórica como constante
y elemento significativo de cada lugar. Esto significa en la
práctica una
deriva hacia la valoración de los tejidos y tramas urbanas
históricas, aún
legibles con el paso del tiempo. El concepto de patrimonio no sólo
afecta  los
monumentos aislados. La necesidad de renovar las definiciones de
patrimonio a
través de una mirada transversal, comprensiva del conjunto
simbiótico de
elementos naturales y culturales, tangibles e intangibles,
integrando aspectos
funcionales y socio-económicos, se completa en la Convención Europea
del Paisaje (Florencia, 2000), al reconocer la potencialidad del
paisaje
como recurso económico favorable para las comunidades gestoras, y
como elemento
de identidad, tanto los espacios de reconocida belleza excepcional
como los más
cotidianos y degradados, aspectos sustanciales que afectan de lleno
al
patrimonio y al paisaje industrial.
El conjunto urbano de Nuevo Baztán, a pesar de su origen
industrial, no cumple la expectativa de ofrecer un paisaje industrial tipo
asociado a la etapa álgida de la industrialización, ni conserva singulares
inmuebles e instalaciones de la industria desaparecida. En Nuevo Baztán parte
de estos contenidos de la industria han desaparecido, manteniéndose un paisaje
cultural no exclusivamente industrial sino agrícola, nacido en los tiempos de
la colonización y fundación del poblado industrial. Si bien, los procesos de
deterioro son comunes a todos los elementos patrimoniales inmuebles que han
perdido la función original, en el caso de las actividades industriales,
ligadas a un objetivo de mero uso material, estos bienes son objeto de un
abandono material que conduce a la desaparición de sus contenidos y significados,
o a la desintegración física aparejada a la des-identificación de la población,
vinculada a la colonización del territorio por una actividad nómada y pasajera
llevada a cabo por una población flotante, generalmente asociada a condiciones
inhumanas de trabajo. Esta des-identificación sumada a la pérdida de función, y
a la poca atención que en círculos profesionales se ha concedido a este
patrimonio en España hasta fechas recientes conduce inexorablemente a una
situación que posee notas comunes: abandono físico, actos de vandalismo,
deterioro progresivo, especulación con el suelo recalificado, musealización de
fragmentos, privatización y refuncionalización sin respeto absoluto por el bien
y su entorno.
De este panorama se desprende que la lógica del diseño
de la conservación y recuperación de Nuevo Baztán comparta dos planteamientos,
uno tendente a la conservación del conjunto en su morfología, imagen urbana
histórica y edificación; y otro, atendiendo a los nexos históricos entre el
conjunto urbano y su territorio circundante, en aras de poder reintegrar la
identidad y la memoria industrial, en suma, el significado del lugar.
Durante el siglo XIX, ya en avanzado declive
industrial, Madoz en el tomo XII de su Diccionario recoge noticias sobre
esta zona del arroyo de la Vega, y alude a la existencia de buenos paseos y
alamedas[54],
describiendo de este modo el paisaje de Nuevo Baztán: “situada en terreno llano
y rodeada de monte bajo hasta cerca de las casas, tiene 60 casas de mediana
construcción divididas en 6 calles… En las inmediaciones del pueblo se
encuentra un estenso cercado con frutales, olivar y un bello jardín; varios
pozos surten a los vecinos de agua (...)”. Esta descripción coincide
cronológicamente con la litografía de Bernardo Blanco Vista de Nuevo Baztán
desde el Camino de la Fuente
(Figura 16),
fechada hacia 1850, en la que se representa el camino de Villar del
Olmo a
Nuevo Baztán, haciendo referencia el título a la fuente histórica de
La Almunia.  Esta obra constituye uno de los primeros documentos
gráficos donde se evidencia el
papel estético de los accesos a la población como soporte de las
perspectivas y
visuales del conjunto histórico y constituye una fuente documental
básica ya que
nos informa sobre el trazado de la población prácticamente
inalterado, si
exceptuamos la construcción de una manzana al sureste, la existencia
de un
antiguo camino hacia Villar –paralelo a la carretera y hoy
clausurado-, así
como la ubicación de la fábrica de vidrio, cuyos restos son aún
visibles a la
izquierda de la imagen.

Figura 16. Bernardo Blanco: Vista
de Nuevo Baztán desde el Camino de la Fuente
(h. 1850).



Debido probablemente a su relativa posición de
estancamiento económico en los últimos dos siglos, el conjunto urbano de Nuevo
Baztán y su territorio circundante se han visto escasamente transformados a lo
largo de la historia, preservando su identidad histórica, hecho que ha
propiciado por otra parte un abandono y descuido de su patrimonio histórico
construido[55].
La evolución de los criterios y medidas de protección a lo largo de la segunda
mitad del siglo XX se materializan en la evolución del propio tratamiento
jurídico que ha recibido el conjunto, declarado Monumento Histórico-Artístico
mediante decreto de 16 de octubre de 1941, afectando esta declaración “sólo” al
palacio, iglesia, la plaza de fiestas y la del jardín, por entonces en manos de
propietarios particulares. El proyecto de Delimitación de Suelo Urbano y Normas
sobre Uso del Suelo y Edificación para el término municipal de Nuevo Baztán
(1977)[56],
amplía el radio de protección, calificando de suelo no urbanizable
especialmente
protegido un área en el entorno del casco histórico, el valle del
arroyo de la Vega y dos áreas de olivares existentes, además de las
huertas del sector W de la población, en
razón de su excepcional valor agrícola, forestal, ganadero, de las posibilidades
de explotación de recursos naturales, de sus valores paisajísticos, históricos
y culturales, equilibrio ecológico
…, recomendando a su vez tener en cuenta
el medio físico en la redacción de planes especiales y estudios de detalle,
entre ellos los panoramas, fondos visuales, horizontes, y vistas a conservar
hacia y desde el sitio. Progresivamente, se ha potenciado una mayor
sensibilidad hacia el papel de los viales y parcelas que rodean el acceso,
encargados tanto de vehicular las vistas “pintorescas”, como de delimitar los
propios bienes patrimoniales inmuebles o zonas de cultivos, huertas, cercas,
fuentes, entre otros.
Tras su incoación en 1979, Nuevo Baztán fue declarado
BIC en el año 2000 en la categoría de Conjunto Histórico, delimitando la protección
en forma de un polígono irregular que incluye el casco histórico, e incluyendo en
el perímetro la finca situada en la parte posterior del palacio, el olivar, las
cercas históricas, la Alquería del Cuarto Lote, el Palomar y la Fuente de la Almunia (Figura 17)[57].

 
Figura 17. Plano del Nuevo
Baztán con delimitación del perímetro de protección y el crecimiento del
término municipal.


Elaboración propia. Gráfica: Ángel Cuadrado.
 
Vista aérea de la población en la actualidad.

Google Earth.



En lo referente al casco histórico, a pesar de esta
declaración y aún considerando los esfuerzos invertidos y los proyectos de
restauración y rehabilitación que se han sucedido en los últimas décadas por
parte de la administración municipal y autonómica (gestora del conjunto
monumental desde 1989)[58],
entre ellos el Centro de Interpretación ubicado en las antiguas bodegas del
palacio; el resultado sigue siendo parcial, quedando pendiente la restauración
y rehabilitación integral no sólo del conjunto monumental sino del conjunto
edificado residencial, pues la mayor parte de viviendas se hallan abandonadas y
en serio estado de deterioro y ruina.
Desde el punto de vista de su trazado histórico, la
tensión entre normativas de protección y el riesgo de activación de planes de
destrucción ambiental y paisajística ha sido la tónica de los últimos decenios.
En el término de Nuevo Baztán, desde los años sesenta se observan diversos
crecimientos a partir de la trama original: por un lado, residenciales y
dotacionales, en una variante del camino hacia Loeches, y más recientemente
hacia el sur, a lo largo de la carretera hacia Villar del Olmo; y por otro
lado, industriales y comerciales, hacia el norte de la población, en el extremo
de la carretera de Alcalá, no obstante, siguiendo la expansión en general los
ejes ortogonales del trazado. Pero lo más destacado del crecimiento del término
ha sido desde las mismas fechas la construcción de varias urbanizaciones que han
transformado la fisonomía del paisaje de la zona, al convertir gran parte del
encinar y campos de cultivo en suelo urbanizable residencial y de
equipamientos, abriendo nuevos viales y alterando parte de los trazados de
sendas y vías históricas. Sin embargo, la disposición gravitatoria de las
urbanizaciones respecto al casco histórico, no altera la traza del conjunto.
A la espera de la redacción de un Plan Especial,
actualmente en curso, las vigentes Normas Subsidiarias de Planeamiento
Municipal
aprobadas en abril de 1987, inciden en la identificación de la
silueta urbana y la calidad ambiental como objetivos prioritarios, así como la
protección del paisaje agrario de su entorno[59],
constituido por caminos, veredas y sendas que atraviesan el término y
a los que
se debe asignar un tratamiento especial, en cuanto que forman parte
de algunos
trayectos de valor histórico o ecológico, como la Senda de Valmores,
habilitada por el Ayuntamiento como vía ecológica y que contiene parte
de
las ruinas de los restos de las instalaciones de la producción
industrial del
S. XVIII.
Si bien la reivindicación de protección del patrimonio
arquitectónico y paisajístico debe ser compatible con la lógica evolución y
dinamismo del núcleo y el entorno, el riesgo de destrucción de su trazado
histórico siempre ha gravitado sobre la población, constituyendo el último
episodio la redacción el Plan General del Municipio (2007), paralizado en parte
por la oposición suscitada por la propuesta de recalificación del suelo y
espacios protegidos. Este plan, un ejemplo evidente de las agresiones que la
especulación inmobiliaria ejercen sobre el ámbito rural, desvirtuaba el trazado
existente y las visuales del casco, atentando contra el entorno de protección
del BIC y la identidad histórica y ambiental[60].
Complementando el punto de vista anterior, en que se
aborda la conservación integral de todo el conjunto urbano, surge la necesidad
de rescatar la memoria histórica del lugar abordando una escala más amplia, la
relacionada con los restos de la explotación preindustrial ligada a su
territorio. Algunas de estas instalaciones como los molinos y batanes han sido
objeto de sendas investigaciones en los últimos años, destacando la llevada a
cabo por el arquitecto José Luis García Grinda, que contribuye a reivindicar
los valores territoriales, testimoniales, históricos, o ambientales de estos
elementos[61].
La conservación de Nuevo Baztán, como reflejaban los
primeros estudios sobre el lugar, se ha entendido tradicionalmente desde la
óptica de un conjunto monumental –en parte reducido a su núcleo palacio-iglesia
y sistema de plazas–, segregando el pueblo de su territorio histórico,
ignorando elementos y huellas que ayudan a explicar la actividad industrial desarrollada.
Elementos y bienes descuidados, abandonados o arruinados, cuando no
desaparecidos, en suma, transmutados en buena medida en una memoria invisible,
hasta cierto punto inmaterial. Por tanto, sería deseable que la rehabilitación
patrimonial, económica y demográfica de Nuevo Baztán se planteara en un futuro no
sólo como la recuperación de unos espacios y edificios singulares y monumentales,
sino desde una unidad superior, comprendiendo la edificación residencial, los
elementos agropecuarios, los bordes fluviales, los caminos, las sendas, la
visión de paisaje urbano, y los itinerarios del territorio, potenciando los
valores culturales asociados a su origen como población creada de nueva planta
para la producción industrial pionera de la mentalidad ilustrada, y como tal,
no desvinculada de su territorio. Finalmente, no puede existir conservación ni
mantenimiento sin una realidad socio-económica y cultural que la soporte, sin
la inserción de actividades compatibles con la conservación, que dinamicen y no
musealicen la herencia urbana y arquitectónica.

Notas
[1] Capel, 2002, p. 67-69.
[2] Algunos historiadores del urbanismo y la historia de la ciudad
han tratado como categoría específica las ciudades nacidas para la industria, a
veces analizando su evolución y casuística. Capel, 2005, p. 539-542; Galantay,
1977, p. 67-86, Lavedan et al, 1982, p. 111-114; García Fernández, 2010, p. 35-40.
[3] Insolera, 1975, p. 125-127.
[4] Bergeron y Roncayolo, 1974,  p. 828-829.
[5] Insolera, 1975, p. 123-132.
[6] Seta, 2002, p. 243-269; Seta, 1974, p. 711-34.
[7] Choay, 1983, p.18-20
[8] Un interesante estudio de las colonias industriales del siglo XIX
desde sus supuestos filosóficos es el llevado a cabo por Danesi, 1976, p.
16-23, donde analiza en profundidad en pensamiento de William Morris.
[9] Bacon, 1988.
[10] Sambricio, 1991, p. 36. La obra, como afirma Avilés Fernández 
“puede calificarse de antitopía, pues presenta la imagen opuesta de la España en la que vio la luz...Por un lado, porque constituye una crítica de los valores,
estilo de vida, formas de gobierno de su tiempo. Por otro porque propone un
sistema alternativo, basado en una racionalidad, que el propio autor califica
de cartesiana, que lleva hasta el extremo tanto las cuestiones espaciales como
los sistemas de gobierno y de organización social o comunitaria. Citado por
Fraile, 2012, p. 5-10.
[11] Lavedan, 1982, p.103-105 para una descripción pormenorizada de la
ciudad.
Gutkin la emparenta por su simplicidad y
funcionalidad con El
Ferrol, 1970, p. 130. Del mismo modo, el barrio de la Barceloneta,
trazada por los ingenieros J. Martín Cermeño y F. Paredes en 1749,
revela cómo estos
modelos portuarios franceses se divulgaron tempranamente entre los
ingenieros
españoles, como ha estudiado Mercedes Tatjer. Tatjer, 1973, p.
48-53.
[12] Vidler, 1997, p. 68-71.
[13] Markus, 1993, p. 247
[14] Vidler, p. 74.
[15] García Fernández, 2010, p. 269-317,
quien ha estudiado estas nuevas poblaciones industriales creadas en el siglo
XVIII, analizando la relación entre implantación industrial y la repercusión de
la industria en la transformación urbana de la estructura urbana existente.
[16]En
Madrid destacaron en este sentido la Real la Real Fábrica de Tapices
fundada en 1721; la Real Fábrica de Porcelanas del Buen Retiro desde
1759; y otras ubicadas en los Sitios Reales, próximas a la demanda de
sus
productos, como la Real Fábrica de Cristales de La Granja de San
Ildefonso. Fernández Durán, 1999, 128. Rabanal, 1988, p. 319 alude al Discurso
sobre el fomento de la industria popular
del Conde de Campomanes, 1774,
discurso mantenido también por el teórico Francesco Milizia en sus Principi
di architettura civile
de 1785.
[17] Rabanal, 1988, p. 103-113.
[18] Rabanal, 1983.
[19] Ibídem, p. 210-212. Vicinanza, 1997, p. 32-37.
[20] González Enciso, 2007; Caro Baroja, 1969; Aquerreta, 2001;
Floristán, 2005. García Gaínza, 1999.
[21] Aquerreta, 2001, p. 92.
[22] Fernández Durán, 1999, p. 122. La autora realiza un espléndido
análisis del pensamiento económico de Uztáriz contenido en la Theorica….
[23]
El programa industrial iniciado en
Olmeda, lo prosiguió en el Nuevo Baztán en 1715 con la instalación
de una
fábrica de sombreros de munición y de otros artículos textiles y de
cuero, que
amplió en años sucesivos con nuevas manufacturas “de aguardiente
común y
endaya; y otra agua de la Reyna de Ungría, diversas industrias de
cerería,
cuerería y confitería; fábricas de papel y de cristales ordinarios,
taller de
zapatería y otras empresas para la producción de tejidos de seda,
pañuelos,
colonias y cintas. La instalación de la fábrica de vidrios finos,
una auténtica
industria de lujo, y precedente de la gran Fábrica Real de la
Granja, culminó su proyecto ambicioso, obteniendo del Rey el monopolio
sobre la fabricación
de vidrios. Larruga, 1790, 1995, (volumen 4), p. 56-60. Según
Uztáriz la
fábrica produjo vidrios de gran calidad abasteciendo incluso a la
casa de la
reina Isabel de Farnesio. Sin embargo, conocemos por Larrruga las
desdichas y
gastos que acarreó dicha empresa para Goyeneche, al punto de verse
obligado a
su cierre y traslado a la provincia de Cuenca.
[24] Goyeneche, Juan de, Executoria de la nobleza, antigüedad y
blasones del Valle del Baztan
. Madrid, Imprenta de Antonio Román, 1685. Ed.
Facsímil de S. Alcalde de Oñate y C. González de Heredia. Asociación de
Patrimonio Histórico de Nuevo Baztán. Madrid, 1998.
[25] Aquerreta, op. cit., p. 139-157.  Para
su nueva población, Goyeneche había comprado en
1705 al Marqués de la Olmeda 4500 fanegas de tierra en el denominado
Bosque de
Acevedo, situado en el término municipal de la Olmeda de la Cebolla,
cuyo Señorío adquirirá en 1714. En 1723 Nuevo Baztán consigue la
segregación eclesiástica y civil de La Olmeda.
[26] Chueca Goitia, 1985, p. 157; Lavedan et al. p. 99-100, lo
engloban en el capítulo “residencias y capitales”, junto a los reales sitios en
torno a Madrid como La Granja, Aranjuez, El Escorial, Lerma, San Fernando, y no
en el de “villas industriales”.
[27] Capel, 2002, p. 182. En España en la época de los Reyes Católicos
se crearon fundaciones en damero con plazas intercaladas de variadas formas y
dimensiones, empleándose en empresas de ocupación y colonización como Puerto
Real, Cádiz (1483), o Santa Fe de Granada (1491).
Pero además, en esta
elección morfológica se solapan ciertos elementos teológicos
y simbólicos hispánicos contenidos en obras antiguas que aportan modelos de
ciudades utópicas, como es E
l Crestià (1381-1386) del
franciscano Francesc Eximeniç, quien propone un modelo de ciudad ideal,
ordenada a modo de la Jerusalén celestial a partir de ejes ortogonales
que se cruzan en una plaza central dividiendo la ciudad en cuatro
sectores,
con la presencia de edificios monumentales
bien constituidos
como base de la belleza, nobleza y el buen orden,
tanto social como constructivo. Bielza de Ory, 2002.
[28] Pierre Lavedan et al., 1982, p. 73.
[29] Sambricio, 1991, 122-130. Estas
experiencias colonizadoras se sitúan como antecedentes de otras poblaciones
creadas ex novo ligadas a fenómenos de repoblación y reactivación económica por
parte de las políticas ilustradas españolas de la segunda mitad del siglo
XVIII, como los proyectos impulsados por Carlos III en Andalucía desde 1767, dirigidos
por Pablo Olavide, y sus precedentes del Ferrol y la Barceloneta planificados en el reinado de Fenando VI.
[30] Francisco Javier Ortega, El proyecto de urbanización y
colonización del Cardenal Belluga a comienzos del siglo XVIII
. Tesis
Doctoral inédita. ETSAM, 1988, estableció la hipótesis que se menciona, p.
158-160.
[31] Guidoni, E., Marino, A., 1982, p. 74-76
[32] Para Antonio Bonet Correa, en  realidad, el Barroco retornó a los
conceptos medievales, señalando que aunque en todos los documentos e informes de
los maestros de obras siempre se habla del buen concierto y trabazón de los sus
edificios, de la hermosura de la arquitectura en concordancia con los
principios renacentistas el resultado final, su visión panorámica era la de la
ciudad amurallada y coronada de agudos chapiteles, que en el fondo, era la
trasposición barroca de la mística y guerrera ciudad medieval. Bonet Correa,
1991, p. 20-21. Un discurso visual vinculado tanto a determinados escritos de
la época como al corpus gráfico constituido por atlas de grabados  que en el S.
XVII recogen el género de cartografías y vistas de ciudades, muchas de ellas
estereotipadas. Seta, 2002, p. 129-155.
[33] Blasco, 1981, 1984,  p. 647-648. Blasco y Benito, 1980. García
Grinda, 1982.
[34] Vidler, 1997, p. 74.
[35] Sambricio, 1991, p. 36
[36] Delsalle, 1998.
[37]
A comienzos del siglo XVIII, en el momento de implantación de las
industrias de Goyeneche, existen en la zona objeto de estudio
caminos de
herradura, sendas, veredas, y vías pecuarias, muy posiblemente de
origen medieval.
En terrenos próximos discurren la cañada real Soriana, por el límite
de la
provincia, bajando de Sigüenza y la Alcarria; y la Senda Galiana, en
las proximidades de Alcalá y Loeches, entre los límites de Pozuelo y
Nuevo
Baztán.
[38] Alvar Ezquerra, 1993.
[39] Terán, 1984, 2006, p. 89.
[40] Uztáriz, 1742, 1757, p. 164-165.
[41] López, 1763, p. 197.
[42] Véanse las Respuestas Generales del Interrogatorio llevado a cabo
en 1752 correspondiente a La Olmeda y Nuevo Baztán en <hhtp://www.pares.mcu.es/Catastro/servlets/ImageServlet>
[43]
En 1495 consta que el término se repartió entre Pezuela, la Olmeda y
Corpa, por lo que el abandono debió de ser anterior. Cuando Juan de
Goyeneche crea
el complejo industrial de Nuevo Baztán vuelve a reunir algunas de
las tierras
que habían formado parte de la aldea de Valmores pero no la zona del
poblado,
que seguirá adscrito al término de la Olmeda. Alonso Juliá, op.
cit., p. 30-33. Bartolomé, 1981, p. 27. Las ruinas de un molino en el
cauce del arroyo, citado ya
en las Relaciones Topográficas de Felipe II, hace pensar en su
reutilización industrial en el S. XVIII.
[44] Las ruinas de la tenería o fábrica de antes en el antiguo camino
Nuevo Baztán-Olmeda, se encuentran en el arranque del antiguo camino de
descenso hacia el arroyo de la Vega. Alonso Juliá, op. cit., p. 127-129.
[45] González Tascón, 1987, p. 311
[46] Par un estudio de estos molinos y puentes, VV.AA., 2009, p.
290-330.
[47] García Grinda, J.L., 1990, p. 74-77; VV.AA., 2009, p. 744-746.
[48] Larruga, ed. 1995, vol. 3, p. 176-202. Hay
que tener en cuenta que Juan de Goyeneche había comprado los derechos de
edición de la Gaceta de Madrid en 1697, además de llevar a cabo otras empresas
editoriales. S. Miñano relaciona en Orusco un molino harinero y dos de papel,
situados a un cuarto de legua el uno del otro. En el segundo se fabricó papel
fino, entrefino y de imprenta hasta 1745 en que se suspendió la franquicia que
había gozado.
[49] Madoz, 1849, p. 193.
[50] Sambricio lo relaciona con la parte de la información demandada y
proporcionada por los municipios para la elaboración del mapa cartográfico de
Tomás López. Sambricio, 1991, p. 52.
[51] Tandy, 1979, p. 174; Benito, 2002.
[52] Negri, 2007, p. 106-108.
[53] Ver www.mcu.es/patrimonio/docs/MC/.../PN_PATRIMONIO_INDUSTRIAL_pdf.
Sobre el concepto de paisaje cultural Aguiló y Mata, 2005, p. 26-27; y
especialmente Maderuelo, 2008, 2009.
[54] Madoz, 1849, p. 442. 
[55] Layuno, 2010.
[56] Comisión de Planeamiento y Coordinación del Área Metropolitana de
Madrid: Proyecto de Delimitación de Suelo Urbano y Normas sobre el uso del
suelo y edificación para el término municipal de Nuevo Baztán
. Ministerio
de Obras Públicas y Urbanismo. COPLACO. Madrid, 1979.
[57] Decreto 44/2000 de 16 de marzo, por el que se declara Bien de
Interés Cultural en la Categoría de Conjunto Histórico a favor de Nuevo Baztán.
En BOCM, nº 75, 29 de marzo de 2000, p. 34.
[58] Las últimas actuaciones en VVAA, 2009, p. 583-592.
[59] NORMAS SUBSIDIARIAS DE PLANEAMIENTO MUNICIPAL DE NUEVO BAZTÁN. Madrid: comunidad de Madrid, Consejería de Obras Públicas,
Urbanismo y Transporte; Dirección General de Urbanismo y Planificación
Territorial. Ayuntamiento de Nuevo Baztán, 1992.
[60] Las escasas noticias relativas al PGOU están extraídas de
Ramírez, C., “Nuevo Baztán triplica su población con un nuevo plan
urbanístico”, El País, 4 de septiembre de 2007, p. 33; J.C.M., “Centro
de arte y 10.000 viviendas”, El País, 1 de junio de 2007, p. 6
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[61] García Grinda, 1990.

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© Copyright  Ángeles Layuno Rosas, 2013.

© Copyright Scripta Nova, 2013.

Edición electrónica del texto
realizada por Jenniffer Thiers.

Ficha bibliográfica:
LAYUNO ROSAS, Ángeles. Las primeras “ciudades de la
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experiencia de Nuevo Baztán (Madrid). Scripta Nova. Revista Electrónica de
Geografía y Ciencias Sociales
. [En línea]. Barcelona: Universidad de
Barcelona, 20 de septiembre de 2013, vol. XVII, nº 451. <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-451.htm>.
[ISSN: 1138-9788]


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