miércoles, 30 de marzo de 2016

calatayud1497222 : Una Ventana al Judaismo Tomo I

calatayud1497222 : Una Ventana al Judaismo Tomo I: Una Ventana al Judaismo Tomo I






Antiguos







2.403. FEDERICO FERRER SAHUERVAIN. Dos veces diputado por El Puerto.



escena_congreso_de_los_diputados_siglo_xix_eugenio_lucas_velc3a1zquezFederico
Ferrer Sahuervain fue diputado por el distrito de El Puerto de Santa
María por dos veces en el marco de las elecciones de noviembre de 1864:
la primera elección se declaró nula, pero volvió a resultar electo en
una segunda elección de carácter parcial escrutada el 27 de marzo de
1865. /En la imagen de la izquierda, escena del Congreso de los Diputados en el siglo XIX.


Federico Ferrer Sahuervain (indistintamente escrito con r y con l así
como con b y con v) nació en Cádiz posiblemente hacia 1825. El único
dato sobre su fecha de nacimiento procede de un poder para testar que
otorgó en octubre de 1865 en el que indicaba, tan sólo, que era “mayor
de cuarenta años”. Hijo legítimo de Benito Ferrer y Antonia Sahuervain,
desconocemos sus raíces y la profesión paterna, pero el conjunto de
información disponible no deja lugar a dudas sobre la solvente posición
económica de su entorno familiar. Federico se dedicó al mundo de los
negocios y de la empresa y muy pronto se situó en una sólida y
sobresaliente posición, dueño de una casa mercantil, Federico Ferrer,
que en el momento de su muerte abarcaba múltiples negocios en Cádiz y en
el resto de España y movía un ingente capital.


Ferrer quizás contó con un punto de partida y de apoyo en el ámbito
familiar, aunque nada dicen al respecto los diversos documentos
testamentarios. Sí cuentan que su padre le dio un adelanto de su
legítima con ocasión de la celebración de su matrimonio, que tuvo lugar
en Cádiz el 16 de diciembre de 1843. Se casó con María del Carmen Rabech
López, también natural de la capital gaditana e integrante, como
Federico, de una familia acomodada. Ella aportó al consorcio en concepto
de dote 270.000 reales de vellón que se sumaron a los casi doscientos
mil con los que contribuyó Federico. Con este capital inicial, a los que
se añadieron más adelante otros 400.000 donados por una tía de María
del Carmen, la pareja levantó una empresa de dimensiones muy
considerables. Un patrimonio material al que agregaron otro, humano, aún
más importante: seis hijos, Francisca, Federico, Onofre, Jaime, María
del Carmen y Benito Ferrer Rabech.


plazadelpolvorista_1905_2_puertosantamaria


La calle Aurora, donde vivió nuestro protagonista en El Puerto. A
la izquierda la plaza del Polvorista, a la derecha la casa de Roque
Aguado.



Federico fue, indudablemente, el alma de esa empresa, que en 1865 se
ocupaba en negocios tan amplios y diversos como los que muestra esta
relación: desde actividades mercantiles comunes de la zona, como la
venta de vinos, y actividades bancarias también habituales en los
hombres de negocios gaditanos (Federico Ferrer fue accionista del
segundo Banco de Cádiz, que se creó en 1846, así como del Crédito
Comercial de Cádiz, fundado en 1860), hasta otros afanes menos usuales,
como diversos negocios de transportes por carretera en el marco
provincial y entre Cádiz y Madrid. También obras de construcción de
altos vuelos, que edificaban, por ejemplo, carreteras tanto en la
provincia de Cádiz como en otros puntos dispares de la geografía
nacional. Asimismo, y sólo por señalar los quehaceres más destacados, la
contrata de servicios con el Estado, ya fuera la participación en el
suministro a presidios, la provisión de utensilios para las tropas o la
construcción de un hospital provincial.


Tal despliegue de operaciones permitió a Federico Ferrer Sahuervain
acumular un patrimonio mueble e inmueble verdaderamente importante.
Múltiples acciones invertidas en diferentes sociedades bancarias,
billetes hipotecarios, valores nominales, títulos del tres por ciento y
diferentes depósitos a los que se añadía la propiedad sobre numerosas
fincas. Ochenta y una en total, divididas entre rústicas y urbanas,
adquiridas muchas a particulares pero otras muchas procedentes de Bienes
Nacionales, que se repartían por toda la provincia de Cádiz, la mayoría
en El Puerto de Santa María y en la capital, y el resto distribuidas
por Jerez, Arcos, Rota, San Fernando, Chiclana, Medina, Conil, Vejer y
Algeciras.


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DIPUTADO POR EL DISTRITO DE EL PUERTO.


El empresario gaditano también se interesó a partir de un momento
dado por el mundo de la política. Fue en los años sesenta. Más
concretamente, cuando concluyó el extenso periodo unionista liderado por
O’Donnell. En octubre de 1863 concurrió por primera vez a las
elecciones generales. Lo hizo como candidato a Diputado a Cortes por el
distrito de El Puerto de Santa María, la población en la que residía
desde bastante tiempo atrás, al menos desde principios de los años
cincuenta. A pesar de su amistad con el ministro de Hacienda, Manuel
Moreno López, el candidato de la Unión Liberal, Francisco Barca, le
superó en número de votos y no pudo pisar el hemiciclo. Debió surgirle
entonces la oportunidad de ser diputado provincial y no la rechazó. Y en
las siguientes elecciones a Cortes de noviembre de 1864 volvió a
presentarse por el distrito portuense, esta vez como candidato apoyado
por el Gobierno, en manos del Partido Moderado. Ahora sí la relación de
votos se invirtió y fue Francisco Barca el que se quedó sin poder pisar
la Carrera de San Jerónimo.

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El Congreso de los Diputados a finales del siglo XIX.


Sin embargo, tampoco Federico Ferrer llegó a hacerlo. Su acta
electoral, sobre la que existían protestas y reclamaciones, pasó el
primer trámite de admisión –el beneplácito de la Comisión de Actas- pero
fue impugnada en la sesión del 19 de enero de 1865 por el diputado
Posada Herrera, que denunció numerosas presiones y manipulaciones en el
proceso electoral portuense y puso el dedo en la llaga sobre el propio
Federico Ferrer por su condición de diputado provincial y, sobre todo,
de contratista de diferentes obras y servicios públicos. Tan potente fue
su discurso que, a pesar de que hubo diversas intervenciones a favor de
la admisión de Ferrer, la Cámara rechazó el dictamen favorable de la
Comisión por 78 votos contra 57. Una nueva votación resolvió que la
comisión dictaminara de nuevo, cosa que hizo un mes después, el 21 de
febrero, proponiendo que el acta se declarara nula. El dictamen, no
obstante, iba acompañado de dos votos particulares, uno que sostenía que
nada había cambiado para modificar la primera resolución, y otro que
pedía que se ampliase la información que pudiera contribuir a validar o a
anular el acta. Nuevamente se desencadenó un debate que se prolongó
durante las dos sesiones siguientes y finalmente, el día 23 de febrero,
se aprobó la propuesta presentada por la mayoría de la comisión. La
anulación del acta dio lugar a una elección parcial que revalidó el
triunfo electoral de Federico Ferrer en su tierra portuense. El 27 de
marzo fue confirmado el escrutinio y el 26 de abril siguiente el
Congreso pasó a la Comisión correspondiente la nueva acta de El Puerto
de Santa María.


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Ilustración de una sesión en las Cortes en el S. XIX.


Todo quedó ahí. El Diario de Sesiones del Congreso no registra más
noticias sobre qué pasó a continuación. Y Federico Ferrer nunca tomó
posesión, ni siquiera presentó su credencial. Ignoramos los motivos.
Quizás el durísimo ataque de Posada Herrera le hizo reflexionar y
abandonar. Aunque es más probable que fueran otras las razones: Federico
Ferrer murió el mismo año 1865, el 27 de octubre, tras una enfermedad
que no sabemos cuándo comenzó ni cuánto duró. Falleció en su casa de la
calle Aurora, en El Puerto de Santa María. Dejaba una joven viuda y seis
hijos menores de edad. A ella le hizo un encargo especial: que cuando
constituyera de nuevo su casa mercantil mantuviese la denominación
Federico Ferrer. /Texto: Lola Lozano Salado. Universidad de Cádiz


Fuente: Diego Caro Cancela (dir.): Diccionario Biográfico de
Parlamentarios de Andalucía (1810-1869), Sevilla, Centro de Estudios
Andaluces, 2010, tomo I, pp. 486-488.














2.397. BODEGAS CABALLERO. Antecedentes publicitarios.



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Con la formación del Grupo Caballero recientemente, la firma dejó de
tener el carácter de empresa familiar que mantuvo durante ocho décadas,
desde que en 1932 Luis Caballero Noguera, adquiriese las bodegas de
Cuesta y Burdon hasta hace bien poco, en 2008, su hijo Luis Caballero
Florido, (se llama igual que su abuelo paterno) pasó a ocupar un cargo
honorífico, la presidencia de honor de la compañía, dejando en otras
manos la dirección de la misma.





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Ilustraciones de la Revista ‘La Esfera’. Nótese en la de la izquierda, el tamaño minúsculo de las copas, incluso más pequeñas que las de anís. /Colección A.C. Puertoguía.


Este apellido, Caballero, se une a los de Tosar, Urruela, Quijano,
Sancho, Jiménez Varela, Jiménez Dávila, Cuvillo, Terry y algunos más que
se quedarán en el tintero, familias portuenses que, en diversas épocas y
durante varias generaciones, regentaron negocios de vinícolas y gozaron
de un estatus social y económico relevante.

Cuando se instala en El Puerto Luis Caballero su familia, residente en
Chipiona, donde su padre fue alcalde, como él lo sería de nuestra
ciudad, tenía una rancia y antigua tradición, así como experiencia de
muchos años en negocios bodegueros, siendo la firma “A. Caballero y
Sobrinos” una importante expresa exportadora a los países
latinoamericanos, en cuyas revistas y semanarios de las primeras décadas
del pasado siglo se pueden localizar anuncios publicitarios de sus
productos, de un “Jerez Oloroso” o moscateles “delicioso vino, especial
para postres” que se vendían a 11 $ la caja de doce botellas.


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Cucharillas publicitarias que llevan impresas el nombre de la bodega.


Sin embargo, el objeto de esta nótula, a la que hemos puesto el breve
prólogo explicativo que antecede es el de dar a conocer las
ilustraciones y dibujos con los que publicitaba “A. Caballero y
Sobrinos” su COÑAC CABALLERO (“Caballero, que coñac”, como se utilizaría
posteriormente en las cuñas de radio) etiquetado en Jerez. /Texto e ilustraciones: Antonio Gutiérrez Ruiz.  A.C. Puertoguía.














2.393. INUAUGRACIÓN LÍNEA DE CONTENEDORES EL PUERTO-ITALIA.



En la instantánea de Rafa, podemos observar al entonces alcalde de la Ciudad, Manuel Martínez Alfonso (ver nótula núm. 1.051 en GdP) y al ingeniero director de la Junta de Obras de El Puerto –hoy Autoridad Portuaria– José Antonio Español Caparrós (ver nótula núm. 1.892 en GdP),
en el puente de mando del buque de carga que inauguraba el transporte
de mercancías entre el muelle comercial de El Puerto de Santa María, en
la Otra Banda, y una ciudad italiana cuyo nombre no conseguimos
averiguar. /Foto: Archivo Municipal.


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2.392. ANAGRAMAS DE HIERRO (I)






ANAGRAMAS_cielosydescalzos2_puertosantamaria


Esta preciosa cancela pertenece a una casa de calle Cielos
esquina con Javier de Burgos (Descalzos), actualmente convertida en
depósito-almacén. M del C. (Agradecemos a Paco Pérez Selma el retoque
fotográfico).



La gente hidalga de siglos anteriores identificaba sus casas con
blasones de las armas de su linaje que se colocaban en el dintel de
entrada. En el siglo XIX, perdida ya esa costumbre, muchas personas
dejaban constancia de si mismo en sus moradas e industrias,
identificando de esta forma sus propiedades, incluyendo en la reja de la
balconada, y en los medios puntos de puertas y cancelas el anagrama de
sus iniciales en hierro forjado.


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Balcón de la calle Vicario; parece que las letras que figuran en el anagrama son “M” y “S”


En nuestra ciudad hay numerosas pruebas de esta costumbre, que han
supervivido mas de una centuria la mayoría de ellas, especialmente en
casas particulares y en las puertas de algunas bodegas.


Nosotros aquí, sintiendo no poder tratar el tema con la profundidad
que se merece, damos a conocer a modo de ejemplo algunos de estos
anagramas. /Texto y fotos: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.


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Balcón de calle San Sebastián. Nosotros interpretamos el anagrama
como “ABV” que debía corresponder a las siglas del nombre y los dos
apellidos del propietario del inmueble.



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Medio punto de la puerta de entrada a una bodega de calle San
Bartolomé (de Cuvillo) con las iniciales “JVC”, letras en este caso,
caladas sobre una chapa metálica.



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Medio punto de una de las varias puertas de entrada de bodegas de
calle Valdés en las que figura el anagrama con las letras “P” y “H” que
creemos corresponde a Pedro Hernández Carrera.



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Medio punto de una casa de calle Larga que estaban restaurando
cuando se hizo la foto, a la que faltaba la cancela y se ha deteriorado
el anagrama, natural o intencionadamente, hasta hacerlo ilegible.





















2.390.
LA SOLEDAD EN EL SIGLO XIX. En 2015 se cumplen 140 años del traslado de
las imágenes de la Soledad y el Santo Entierro a la Prioral.



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Procesión de la Hermandad del Santo Entierro y Ntra. Sra. de la Soledad. Año 1906


En la segunda década del siglo XIX, pasada la invasión francesa, la
Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, con sede en el convento
franciscano de la Victoria y una vez recuperada las imágenes de sus
titulares que estuvieron resguardadas en el convento de San Agustín para
evitar su posible profanación por las tropas francesas que ocuparon
parte de las instalaciones conventuales, procesionaba cada viernes santo
desde su capilla hasta la plaza pública existente frente a la iglesia
Mayor Prioral, transitando detrás de la imagen de un crucificado de
larga melena de pelo natural que tenía su capilla, ermita o calvario al
borde del camino real, muy cerca del propio convento de la Victoria,
entre éste y el comienzo de la población.


Una vez en la plaza, el crucificado, cuya denominación era la de
“Cristo del Calvario” se instalaba sobre una especie de montículo
artificial preparado al efecto, quedando solidamente plantado para que
pudiera sostener dos tramos de escaleras por las que ascendían los
frailes quienes, tras desclavar ambas manos, recogían sendos brazos (que
eran articulados) sobre los costados, al tiempo que un tercero,
desclavaba los pies y con la ayuda de otros monjes, pasando unos lienzos
por debajo de las axilas procedían al descendimiento de la imagen de la
cruz donde estaba originalmente, depositándolo en la urna que hacía las
veces de sepulcro, mientras María, dolorosa en soledad, asistía a la
ceremonia desde sus andas.


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Monasterio de la Victoria.


Como es fácil de imaginar, cada viernes santo la plaza de la iglesia,
que era al mismo tiempo la plaza mayor de la ciudad puesto que en ella
estaba también el ayuntamiento, se llenaba a rebosar y serian también
numerosas las personas que acompañasen al cortejo procesional desde la
Victoria hasta la plaza de la iglesia, con el titular en la cruz y,
posteriormente, el retorno, con el cristo yacente. Hay quien apunta que
esta escenificación, que anteriormente a estas fechas se celebraba en el
calvario de olivar de la Victoria, tenía lugar en la mañana del viernes
santo. Sea como fuese, parece que en este periodo que citamos era la
única manifestación pública, aparte los Santos Oficios, que se celebraba
en nuestra ciudad durante la semana santa, descendimiento que duró
hasta 1835, fecha e la que marcharon los Mínimos del convento, pues
aunque existía otra hermandad y con igual sede, la Humildad, restaurada
en 1817, todo apunta a que durante este periodo mencionado y hasta
muchos años después no realizó la misma estación de penitencia.


lasoledad_aaa_puertosantamariaTampoco
hemos encontrado documentación que certifique la salida pública durante
la siguiente década de esta hermandad, limitándose sus actividades a
los cultos acostumbrados en época de cuaresma y la primera referencia
que tenemos del reinicio de su desfile, es del año 1844, fecha en la que
los jesuitas ocuparon parte de las instalaciones monacales y regentaron
un hospicio allí instaurado, organizando ese año la procesión para la
que solicitan permiso municipal (legajo 1020 de Fiestas de Archivo
Histórico Municipal) indicando que saldría el Viernes Santo a las cuatro
de la tarde de la “capilla de la iglesia del Hospicio” (Monasterio de
la Victoria) haciendo estación en la iglesia Mayor y en este caso,
posiblemente, lo haría solamente la Soledad y en los años siguientes se
incorporaría la imagen del Cristo yacente, reconstituida nuevamente como
hermandad, pues la solicitud de permiso de 1847 la realiza la
“Hermandad de Nuestra Madre y Señora de la Soledad y Santo Sepulcro de
Nuestro Señor Jesucristo”.


Mediado el siglo, sobre 1852, se construyó una capilla anexa a a
iglesia, conectada desde el interior a la que denominaron iglesia de
Santa Isabel que debía albergar a los titulares de la hermandad. Parece
que dicha iglesia nunca se terminó totalmente pues nunca llegó a
cubrirse y, con el paso de los años el ayuntamiento decidió derribarla
pues servia de refugio a maleantes y gente de mal vivir.


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Debió salir en procesión la hermandad de la Soledad de forma regular
en los años que siguieron, años en los que coincidía en los desfiles de
la semana de Pasión con la hermandad de la Humildad y el Vía Crucis del
Señor de los Afligidos, hasta 1860 y después, según parece, no volvió a
realizar estación de penitencia hasta 1866, fecha en la que salió en
procesión a las 16,30 horas del viernes santo, permaneciendo los dos
años siguientes en su iglesia, 1867 y 1868, año éste último en el que,
al ser desalojados los jesuitas tras la revolución y por efecto de la
desamortización, las imágenes titulares pasaron al domicilio particular
del mayordomo de la hermandad, que las custodió hasta que, diluidos en
buena parte los aires anticlericales imperantes anteriormente, en 1875
se trasladaron dichos titulares a la capilla del Rosario, en la nave de
la Patrona, de la iglesia Mayor, actual Basílica menor, quedando desde
entonces allí establecida esta hermandad, que es la efeméride que
celebro y comento en ésta colaboración.


Años después el primitivo “Cristo del Calvario” será remodelado y
adaptado de forma definitiva a su función, pero esa incidencia será
objeto de una próxima nótula. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A. C. Puertoguía.














2.389. V TROFEO CIUDAD DE EL PUERTO. Año 1976.



5trofeociudaddelpuerto_puertosantamariaEl
V Trofeo Ciudad de El Puerto había iniciado su andadura en 1971, con el
patrocinio del Ayuntamiento y la organización del desaparecido Racing
Club Portuense, siendo uno de los torneos de verano más destacados entre
los que se disputaban en España. Se celebraban en el estadio José del
Cuvillo. Esta edición se celebró durante las noches del 13, 14 y 15 de
agosto de 1976. Reinaba un gran ambiente de optimismo deportivo, tanto
en El Puerto como en las ciudades del entorno que participaban con su
primer equipo en la quinta edición del Trofeo: Cádiz, Jerez y San
Fernando. En el primer encuentro, Cádiz-Portuense, resultaron ganadores
los visitantes con una clara victoria de 4-1.


Debajo en la imagen de Rafa, entrega del Trofeo Catavino de
Plata, por el alcalde de la Ciudad, Manuel Martínez Alfonso y el
presidente del R.C. Portuense, Francisco Ferrer, al que acompañan
directivos como Gandulla, Martínez de Murga o Felipe Bononato. Vemos con
casco en el campo a los policías municipales que conducían las primeras
motocicletas con las que patrulló el cuerpo local, de la marca
‘Sangla’:Torres Higuera y Murga
.


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La fotografía es de Rafa, Rafael Pérez González (ver nótula núm. 1.781 en Gente del Puerto). /Colección Archivo Municipal.














2.388. HERMANDADES DESAPARECIDAS



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En la imagen de los años setenta del siglo pasado, fotografía de
la desaparecida relativamente de forma reciente, Archicofradía del
Santísimo Sacrramente, a la que solo tenían acceso apellidos ilustres de
la Ciudad. En primer término, los presbíteros Carlos Roman Ruiloba y
José María Rivas Rodríguez (ver nótula núm. 1.741 en Gente del Puerto).
Foto: Laurá. Colección JMM.


Retrocediendo décadas y siglos atrás, intentaremos citar de manera
informal algunas de las hermandades y cofradías religiosas que por algún
tiempo existieron en nuestra localidad en épocas pasadas, de las
cuales, en su gran mayoría no quedan rastro ni apenas recuerdo. Una
excepción sería la Archicofradía del Santísimo Sacramento,
disuelta hace relativamente poco tiempo y por supuesto, las que siendo
de esa remota época a que nos referimos, han sobrevivido y, con
altibajos y penurias en diversos momentos, llegado hasta nuestros días,
como son: Veracruz, Soledad, Humildad, Nazareno, El Carmen y la
Esclavitud de N.S.. de los Milagros.


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La Dolorosa que realiza el Vía Crucis desde la parroquia de San Francisco, a su paso por delante de Bodegas Caballero. /Foto. pasionygloria.net


La Dolorosa con la que se organiza el Vía Crucis de la parroquia de
San Francisco el Viernes de Dolores posiblemente fuese la imagen Titular
de la desaparecida hermandad “Corona de Nuestra Madre y Señora de los Dolores” que tenía su sede en la iglesia de San Agustín y los antecedentes de la actual Adoración Nocturna bien pudiera ser la “Real Hermandad del Velado y Alumbrado del Santísimo Sacramento”, igualmente extinguida.


capilla-de-nuestra-senora-del-rosario-de-la-aurora_7765143La gran mayoría de estas hermandades antiguas no procesionaban, aunque si conocemos que lo hacía la “Hermandad del Dulce Nombre de Jesús” que tenía su sede en el convento de la Victoria, que parece fue una asociación distinta de la “Cofradía del Santísimo Nombre de Jesús” que existía en el siglo XVI con sede en la iglesia Mayor o de la denominada “Cofradía del Nombre de Jesús”
con sede en el siglo siguiente en el convento de Santo Domingo, que si
parecen sean la misma. La primera citada procesionaba el Domingo de
Ramos. /En la imagen de la izquierda, techo de la Capilla de la Aurora.


Sin noticia o información de que hiciesen un recorrido por las calles
de la población, aunque no lo descartamos, se encuentran la “Hermandad del Cristo de las Penas”, la de “Nuestra Señora de la Aurora” con sede en dicha iglesia-capilla, la de “Nuestra Señora de la Cabeza” patrona del Gremio de Montañeses, con sede en la ermita denominada de Santa Clara y también la “Cofradía de Nuestra Señora de la Encarnación”, con sede en San Agustín. . Otro tanto ocurre con la “Hermandad de la Invención de la Santa Cruz”,
origen de la Cruz de Mayo actual, que desconocemos si tiene alguna
relación con el actual paso de “la escalerita” que procesiona con la
Soledad. En la iglesia de Santo Domingo tenía su sede la “Hermandad del Rosario de Santo Domingo”, conocida popularmente como de “los Negritos” por ser sus hermanos gente de color, que anteriormente fuese la “Cofradía de Madre de Dios del Rosario y San Benito de Palermo”
con sede en una ermita-capilla existente en la esquina de las calles
Pozuelo y Pagador, en la que existe una hornacina con una pintura de esa
advocación.


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El Hospital de la Divina Providencia, vulgo Hospitalito.


También existieron dos hermandades de cuyas sedes tampoco tenemos referencia: “Hermandad de Nuestra Señora de Regla” y “Hermandad de Santa Rosa de Santa María
De esta última, apuntamos la posibilidad, y esto es una opinión
personal sin demasiado fundamento, de que la imagen Titular se
transformase en la actual Virgen de la Piedad. En varias ermitas había
otras tantas hermandades y cofradías que daban nombre a las mismas.
Entre otras estaban la “Hermandad de Santa Lucía”, la “Cofradía de Santa Catalina”, la “Cofradía de San Sebastián y San Roque” y la “Cofradía de Nuestra Señora de Consolación
advocación que tiene la imagen que ocupa el palio de la Veracruz y es
Titular de la misma, talla nueva que no parece guarde relación con la
mencionada salvo la corta distancia existente entre su sede, la
parroquia de San Joaquín y el lugar donde se ubicaba la Ermita de
Consolación, en el inicio de la Ribera, cuyos muros han sido puestos al
descubierto recientemente en las obras previas al aparcamiento que se
quiere construir en aquella zona. También figuraba en el siglo XVI, con
sede en el convento de San Francisco, una “Cofradía de Santa María de Consolación” que no conocemos si se trata de la misma o de otra diferente. La “Cofradía de Nuestra Señora de la Merced” se ubicaba en la ermita de San Antón y la “Hermandad de San Antonio Abad” en el Hospitalito


sanagustinb_puertosantamariaEn la iglesia Mayor tenían su sede la “Hermandad del Santo Patriarca San José”, “San Miguel y Ánimas Benditas”, también denominada “Cofradía de Ánimas del Purgatorio”, la “Cofradía del Santo Ángel de la Guarda” y la “Cofradía de Nuestra Señora de Gracia y San José”,
fundada en 1601 según Hipólito Sancho, cuya imagen Titular bien pudiera
ser la que actualmente procesiona con la hermandad de la Oración en el
Huerto bajo la advocación de “Gracia y Esperanza”. En la iglesia de San
Francisco tenían su sede la “Cofradía de San Antonio de Padua” y la “Cofradía de San Diego de Alcalá”, y en la iglesia de San Agustín estuvo la “Cofradía de San Nicolás de Tolentino” que se fundiría en el siglo XVII con la del Nazareno.


A esta treintena de hermandades y cofradías citadas y alguna más que
se nos haya escapado habría que añadirle una veintena más de
congregaciones, cofradías hospitalarias, gremiales y seculares que
también se extinguieron y que no citamos para no hacer excesivamente
extensa esta nótula. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.














2.384. EL HUNDIMIENTO DEL PUENTE DE SAN ALEJANDRO. Hace 236 años.



Tal día como ayer, hace 236 años, un nutrido
grupo de personas de ambos sexos, niños, jóvenes, adultos y ancianos de
todas las clases sociales se dieron cita esa mañana, curiosos y
expectantes, concentrándose sobre la plataforma central –dos compuertas
abatibles de madera- para presenciar de cerca el acto y ser los primeros
en cruzar a la otra orilla, el día de la inauguración oficial de un
puente de barcas sobre el río Guadalete que conectaba el camino real con
el arrecife de Puerto Real y permitía el acceso por tierra a San
Fernando y Cádiz.


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El puente de barcas que se hundió, ya restaurado. “Vista del
Puerto de Santa María”, óleo sobre lienzo, 70 x 95 cm, 1781-1785
(propiedad del Museo del Prado, en depósito en el Museo Naval de Madrid)
[P1151]. Autor: Sánchez, Mariano Ramón (Valencia, 1740-1822).



No pudo siquiera iniciarse la ceremonia religiosa de inauguración
porque, fatalmente, se precipitaron a las aguas del rio junto con
clérigos, autoridades civiles y militares, invitados y los numerosos
curiosos que, imprudentemente al parecer, ocupaban la tablazón del
puente, rindiéndola. En el maremágnum consiguiente, considerando los
pesados vestidos de la época y el escaso, por no decir nulo,
conocimiento de natación de la mayoría de los accidentados, estando a 50
metros de la orilla, solo pudieron ser salvados aquellos que tuvieron
la suerte de encontrar un asidero y esperar el rescate desde los botes
que, una vez repuesto del susto inicial, bogaron hacia allí.


cuzparroquialcristalderoca_puertosantamariaAlgunos
otros, muy pocos, agarraron las pértigas y los cabos que se le pudieran
lanzar desde el tramo que se mantuvo firme del propio puente. Tal vez
el largo varal de la cruz parroquial, rematado por un artístico
relicario o “Lignum crucis” de plata, al que habrían podido asirse con
cierta comodidad los accidentados más cercanos, sirviera para salvar a
algunos de ellos. /En la imagen de la izquierda, la Cruz Parroquial, de cristal de roca, que se cita en el texto


El balance de víctimas reconocidas, es decir, los cuerpos recuperados
y enterrados al día siguiente, fue de 102 personas, sin que tengamos
conocimiento de los que hoy en día calificaríamos como desaparecidos.
Esta cifra indicada resulta de la suma de las actas de funerales
celebrados en la iglesia Mayor al siguiente día de la catástrofe. Según
el archivero Cárdenas, autor de una reseña histórica inserta en una Guía
Comercial publicada en 1902 “las victimas ascendieron a la aterradora
suma de 413, según información hecha algún tiempo después del suceso…
aunque la Gaceta de Madrid publicó una lista de 115 víctimas a raíz de
la catástrofe” No cabe duda de que el número exacto de víctimas resulta
imposible de determinar, pues serian numerosas las personas arrastradas
por la corriente, cuyos restos, como los de otros muchos náufragos,
serian arrojados a las playas del litoral.


litografia_1_puertodesantamaria


“El Puerto desde la Otra Banda”, con la imagen del posterior
puente colgante sobre el Guadalete. Litografía utilizada como cubierta
del libro de Santiago Montoto ‘El Puerto de Santa María en la liberación
de Fernando VII’. 1959. Edición Limitada de 500 ejemplares.



La gran mayoría de las víctimas, concretamente 66 de ellas, según
nuestros cálculos fueron enterradas en una fosa común habilitada al
efecto en el patio del Postigo de la iglesia Mayor Prioral, que era un
lugar empleado para enterramientos de menor solemnidad. El cronista y
archivero Cárdenas Burguetto, antes mencionado, indica en su “Reseña
Histórica” la existencia de una lápida en el que denomina “patio de los
Naranjos” con la siguiente inscripción: “AQUÍ YACEN CIENTO ONCE PERSONAS
DE LAS QUE SE AHOGARON EN EL PUENTE DE SAN ALEJANDRO EL DIA 14 DE
FEBRERO DE 1779. Existe otra creencia que apunta lo fueron bajo las
gradas del atrio de la Puerta del Sol de dicho templo. No podemos
descartar que, considerando el elevado número de inhumaciones, se
utilizaran ambos espacios. Una veintena de este centenar de victimas
contrastadas y a las que se les celebró funerales, recibieron sepultura
en el interior del recinto sagrado, generalmente hermanos de diversas
cofradías y hermandades que contemplaban esta oferta en sus reglas y
estatutos. Así nueve de ellos se enterraron en el cañón de la capilla de
San José, ocho en el cañón de la capilla de los Milagros, entre los
cuales figuraban Nicolás Cañas Trujillo y su hija María Dolores y dos en
el cañón de la capilla del Niño Jesús. Mención aparte merece el
vigésimo enterramiento, bajo solado, pues debía tratarse de un personaje
notable: Dionisio Capaz Reyes, Promotor Fiscal de la Real Justicia,
Defensor de las Temporalidades y Procurador de número de la Audiencia
local. Tenía 54 años. Era hijo de Andrés Federico Capaz y María de los
Reyes Cruzado. Estaba casado con Flor Ochaita y su único hijo, Dionisio
Capaz Ochaita se había licenciado en Derecho por la Universidad de
Sevilla recientemente.


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“Embarque de Botas”. Óleo de Juan Lara Izquierdo. Propiedad de
Bodegas Osborne y Cía., depositado en la Casa del vino del Consejo
Regulador de la Denominación de Origen Jerez-Xérès-Sherry, de Jerez.



El resto repartieron sus sepulturas por capillas y conventos: Tres,
en la iglesia de la Caridad, actual capilla del antiguo Hospital, dos en
la capilla de la hermandad de Santa Rosalía, que estaba en el
monasterio de la Victoria, otros dos en la iglesia de San Juan de Dios,
actual iglesia de las MM. Esclavas, dos más en la iglesia ya
desaparecida de los franciscanos Descalzos, en la actual Plaza de Isaac
Peral que fueron Nicolasa Gandulfo y Domingo de la Barrera. Este último
tenía viñas, casas y bodega, en la que almacenaba doscientas botas de
aguardiente catalán para exportar a las Indias muy cerca de dicho
convento, en la calle Larga. Era soltero y había nacido en Écija, y en
las iglesias de las Capuchinas Antonio Orlando. Vivía cerca de este
convento, en una casa de calle Larga, entre Caldevilla y Chanca. Era
navegante en la Carrera del comercio de Indias, tenía 49 años y estaba
casado con Josefa Ordoño y padre de seis hijos, con edades comprendidas
entre 5 y 18 años. El, tenía 49 años. En San Agustín se enterró Gregorio
Felices de Molina, Capitán de Milicias y Regidor Perpetuo. Estaba
casado con Gertrudis de Ceballos Fernández de Castro. Tenía 53 años y
dejó cinco huérfanos. Vivía en el Muelle. Y otros tantos se enterraron
en San Francisco, Santo Domingo, Concepción, la capilla de la Virgen de
Candelaria, situada en la nave del Evangelio de la iglesia Mayor, así
como un enterramiento que se indica “sepultura” sin especificar el lugar
donde se encontraba,


Cerramos esta reseña del que creemos ha sido el mayor accidente con
victimas de la historia local, indicando que la totalidad de las
autoridades de poblaciones vecinas que fueron invitadas a la
“reinauguración” del puente, una vez reparadas y repuestas las
compuertas que fallaron, meses después, rehusaron su asistencia con
diversas excusas, algo totalmente comprensible, aunque no fuesen
supersticiosos. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz – A.C. Puertoguía.


Años mas tarde, el 1 de de diciembre de 1839, el puente colgante San Alejandro, se hundió. Ver nótula núm. 2.322 en GdP.

















2.383. ALEGRES MODISTILLAS



No sé, si por tradición familiar, o
simplemente por propia convicción, algunas de mis amigas y otras 
jovencitas de mi época, decidieron colgar los libros y apuntarse al
Corte, como eran conocidos los Talleres de Corte y Confección.


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De izquierda a derecha, fila superior, Rosario González
Salas, Milagros Vaca, María Luisa, María Torres Higuera, Carmen, Juani
Saura ‘la murciana’, Antonia y agachadas distinguimos a María Mateos
Oncala, hija de Fermin ‘el Carbonero’, Carmen y la última por la
derecha, Pilar Lacarta.
/Foto: Colección Pilar Lacarta.


La mayoría ya tenía  alguna hermana mayor en estos talleres, y aunque
no tengo claro que todas pensaran en ser modistas profesionales, les
venía bien poder hacerse su propia ropa, su ajuar o en su defecto saber
desenvolverse  el día de mañana, pues  de alguna manera  las niñas 
debían saber  llevar las tareas cotidianas de las amas de casa  a la
hora de enfrentarse a un casamiento y a la crianza  de sus futuros
hijos.


En La Placilla, teníamos varios y  buenos Talleres por cierto.
 Estaban: el de María Torres Higueras, sito en el piso superior del
Restaurante de  Manuel Rodríguez  Ceballos y  el de Lolichi, sito en la
casa de los Gómez de Requena, panaderos, de la calle Santa María.  Años
más tarde, los de: María Amalia,  y  no sé si el de  Loli Rodríguez.
Esto, en cuanto a talleres, porque era muy natural, que en casi todas
las casas, hubiera alguna señora que se ganara la vida “cosiendo para la
calle”, como se decía entonces.


A nosotros nos cosía mi vecina Pepa Acosta, prima de María Torres
Higueras, y muy bien además, con decir, que salvo que hubiéramos dado
algún “estirón” cosa natural por otra parte , y hubiera que alargar el
dobladillo a última hora, cuando nos entregaba las prendas nos quedaba
“como un guante”. Mi  madre y sus hermanas tuvieron mucha suerte porque
mi abuela era una costurera buenísima y las enseño a todas a coser
primorosamente. De hecho la mayor de las hermanas  cosió para la calle
creo hasta que se casó. Mamen, una prima, fue una camisera muy
procurada.


alegresmodistillas_2_puertosantamaria


En la playa de Fuenterrabía, distinguimos, tercera por la
izquierda a Pilar Lacarta, Juani Saura, María Torres Higuera, Loli Saura
y María Mateos Oncala. Agachados, solo conocemos a José Torres Higuera,
‘Chico’ y su mujer Teresa Delgado García e hijo. Delante, con el perro,
José Antonio Guerrero Torres ‘Pepo’, hijo de María Torres Higuera.
/Foto: Colección Pilar Lacarta.


Supongo que cada maestra tendría su librillo; así, algunas comenzaban
y terminaban la jornada con el rezo del santo rosario, otras, quizás
solo rezaran el Ángelus a medio día, claro que seguramente también las
habría dicho , que no hicieran nada de eso. Lo que sí es cierto, que
 era fácil, encontrarnos a  muchas mujeres, con el metro colgado de sus
cuellos. Muchas de ellas, ya eran modistas profesionales, y gracias a
esto colaboraban con su jornal  a una más desahogada situación
económica.  Y qué decir de algunas pobres viudas,  pues así lograron
sacar a sus hijos adelante.


burda_patronesMe
sorprende  después de preguntar a mis amigas  muchos de estos talleres,
solo enseñaban a coser, no a cortar.  Según  me han comentado, cuando
las muchachas llegaban, la maestras  ya tenían los cortes  hechos,  pero
ellas no las veían cortar; paradójicamente,  años más tarde , muchas
aprendieron, en la intimidad de sus casas con la revista Burda o
similares. Claro, que también podría ser que solo aprendieran a cortar, a
criterio de las maestras, bien porque las viera más preparadas, o bien
por propia iniciativa de las aprendizas, que no se atrevieran “con las
tijeras”, o bien que prepararan a algunas para que fueran su  ayudante o
 persona de confianza. Este, es el caso de mi amiga Pilar Lacarta
Lagunas,  ella según sus propias palabras, salió “bien aprendida” del
taller de María Torres Higueras; de hecho hasta hace poco que goza de
una jubilosa jubilación, la costura orientada a vestir a las novias el
día más bonito de sus vidas ha sido su profesión  y su vocación allí en
su Zaragoza natal.


amarosa_puertosantamaria


Ama Rosa, la radio novela de la Cadena SER  que triunfaba en aquellos años. 


A mi vecina Pepa,  le ayudaba Carmelíta, una jovencita alegre y
dicharachera  a la que nos encantaba escuchar, por su simpatía y su
gracia. Ella me cuenta que veía cortar a  Pepa, y que esta le iba
explicando todo cuanto hacía. Lo que sí sé, lógicamente de oídas es lo
animado de las sobremesas en muchos de estos talleres; principalmente
por los programas de radio de la época. Me las imagino, llorando con las
desdichadas protagonistas de las radio novelas como “Ama Rosa” de
Guillermo Gautier Casaseca, en la que intervenía como protagonista, la
inolvidable Juana Ginzo, a través de los micrófonos de la Cadena SER; o
riendo con las travesuras de Matilde, Perico y Periquin, serial
radiofónico enmarcado en el estilo costumbrista que comenzó en los años
50 y duró hasta la muerte de uno de sus protagonistas, Pedro Pablo
Ayuso, en 1971, estando patrocinada por Cola-Cao.


radio_pedropayusomvilarino_serEn la imagen de la izquierda, Matilde Vilariño y Pedro Pablo Ayuso, durante la emisión de ‘Matilde, Perico y Periquín’.


Cuando la prenda estaba rematada, la metían en unas cajas
rectangulares, con un solo asa, como si de un bolso grande se tratara.
Las prendas se entregaban  bien  planchadas, y en algunos casos
envueltas en papel de seda. Y…allá que iban las modistillas a
entregarlas, procurando eso sí, que al colgarse del brazo la caja de
entregas, éstas  ni se moviera, pues deslucirían el planchado, y
desmerecerían la prenda. Más de una vez, acompañé, a mis amigas a
entregarlas, y como no a relevarlas si se cansaban. La mayoría de las
veces,  las clientas quedaban satisfechas. Algunas señoras, echaban mano
a sus monederos, para darles  una propinilla, pero ellas se ponían muy
dignas y…. no se moleste señora, nos lo tienen prohibido, pero …gracias
de todos modos.


La mayoría de las niñas de mi época teníamos nuestros bastidores o
marcadores, de bordar, la verdad que aunque a mí las labores me parecían
algo aburridas, atendían atentamente las explicaciones, de nuestras
mayores, que sabían  lo suyo. Primero que nada, había que lavarse
escrupulosamente las manos, pues el lienzo, tela, era inmaculado y la
labor tenía que conservar la pulcritud y  por tanto… el blanco. Cuando
el lienzo, estaba bien estirado, nos pintaban el dibujo por bordar, y ….
hala, con mucho mimo y sin salirse del dibujo, empezábamos, muy
obedientemente,  a pasar el hilo y rellenar las florecitas de los
colores que más nos gustaba . Muy pronto me di cuenta, que aquello no
era lo mío, así que lo abandoné y me embarqué en la aventura de los
libros, que eran más divertidos.


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Patron de letras capitulares para bordado.


Había como no, talleres de bordados, a mano y a máquina, y las
aprendizas salían  como ya  he referido con sus sábanas, manteles y
toallas bordadas  y claro esta de otras labores. La verdad es que me
quedaba “embobada” viendo con que destreza manejaban  los Bolillos,
algunas mayores entre ellas a quien considero como mi abuela –Milagros
Gálvez Alonso– .Que finura de encajes, y reitero,  qué primorosa
pulcritud tenía en  todas las labores. La natural habilidad, no era más
que horas de dedicación, templanza y por supuestos dotes y disfrute con
lo que hacía y con el resultado. En definitiva, pareciera, que tuviera
manos de “ángel”.


Hoy en día, han cambiado mucho las cosas, si encargas algún trabajo,
la señora se presenta en  tu casa  y te cobra por horas hasta la
terminación del encargo, algo para mí un poquito” chocante”. Sigue
habiendo talleres y  lo novedoso, son los comercios que nos cosen, nunca
mejor dicho  desde un roto hasta un descosido. Como quiera que sea,
afortunadamente, hoy en día, hay muchas aficionadas  a las labores, de
todo tipo, y desde luego lo artesanal  por su belleza, por las horas
dedicadas y por su  mucho mérito,  nunca tendrán precio. /Texto: María
Jesús Vela Durán.














2.379. ISAAC PERAL, EL PUERTO Y PEDRO DE MERCADER I ZUFÍA.



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Fragmento de óleo sobre lienzo de Isaac Peral y Caballero.


En una antigua guía turística de El Puerto de principios del siglo XX
que se conserva en mi casa, pero que no tengo a mano, aparece una foto
del famoso sumergible y de “La Carraca”. En la “Guía del buen comer
español” de Dionisio Pérez (Post-Thebussem) editada en 1929 por el
Patronato Nacional de Turismo –que conservo– en su página 89 se puede
leer :


guiadelbuencomerespanol_2_puertosantamariaEn
1891 ofrecióse a Isaac Peral un banquete en el barrio de Guía, del
Puerto de Santa María, en el que figuraron veintiún platos, todos de
pescados y mariscos y todos preparados al estilo de los marineros , que
son los habitantes de aquella barriada
”. No se dice en el libro de
Dionisio Pérez si el banquete fue en homenaje a Isaac Peral y su
tripulación por el éxito de las pruebas de inmersión de su famoso
sumergible en aguas de la Bahía de Cádiz.


En su nótula núm. 351 Javier
Maldonado Rosso hace mención del banquete que se celebró en el
desaparecido Hotel Vista Alegre (desapareció el hotel y ya de paso, más
tarde, también el elegante edificio del XIX que lo albergaba) para
festejar la inauguración del alumbrado eléctrico portuense en el que
estuvo implicado como principal promotor el famoso inventor cartagenero.
El citado hotel estaba en el Vergel del Conde O’Reilly, al lado del
río, por tanto en el barrio marinero.


Se trata de dos banquetes en su honor pero por motivos diferentes. Si
en 1894, desvinculado de la Armada, es cuando comienza su actividad
empresarial en el nuevo sector de la producción y suministro de energía
eléctrica en El Puerto, parece que el banquete de 1891 citado por
Dionisio Pérez en su libro, debería ser en homenaje a la botadura del
sumergible el 8 del 8 de 1888 y las exitosas pruebas posteriores, como
así se dice en el pié de la foto del submarino que aparece en esta nótula 351 que comento.


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Pruebas oficiales del Submarino Peral verificadas en la Bahía de Cádiz el año 1890. Pulsar sobre la imagen para ampliar.


El Puerto fue acogedor y agradecido con el marino inventor y
empresario, reconociendo su talento y valía y honrándole –que yo sepa–
por lo menos con los dos banquetes que se citan, y la dedicación de la
plaza del Ayuntamiento donde se encontraba la Eléctrica Peral o fábrica
de la luz portuense.


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Electra Peral Portuense, en la calle Larga, esquina y vuelta con
Descalzos o la plaza que lleva el nombre del ilustre marino y
empresario, con fachada también en Diego Niño. La imagen es del 9 de
agosto de 1914.



electraperalportuense_recibo_puertosantamaria


Recibo de 30 pesetas expedido por Electra Peral Portuense a
nombre de Antonio Valimaña el 25 de mayo de 1938, por consumo de
electricidad en el Cine Orpheo, en la calle Puerto Escondido.



Todavía los antiguos siguen llamando a la fábrica de luz “Eléctrica
Peral”, aunque después haya sido “Sevillana de Electricidad”, y hoy sea
“Endesa”.


pedromercaderizubia_puertosantamariaPedro
de Mercader i Zufía, Almirante de la Armada, bisabuelo de mi mujer, y
tatarabuelo de mis hijos (portuenses como yo) , nació en Barcelona en
1857 y murió en la misma ciudad en 1928. Descendiente directo de Wifredo
el Velloso (Guifré el Pilós ). Falleció antes de heredar el título de
Conde de Belloch que pasó directamente su hijo. Hermano, a su vez, del
Vizconde de Belloch. Familia, por tanto, de rancio abolengo catalán
además de ilustres marinos. Su hija, Joaquina Mercader y Bofill, casó
con el también conocido marino Juan Antonio Suanzes y Fernandez, Marqués
de Suanzes, abuelos de mi mujer y, por tanto, bisabuelos de mis hijos. /En la imagen de la izquierda, Pedro de Mercader y Zubía.


Pedro de Mercader i Zufía fue uno de los Tenientes de Navío que con
su compañero y jefe del proyecto, Isaac Peral, y otros marinos
realizaron la primera inmersión del famoso sumergible en aguas de la
Bahía de Cádiz. Cuenta la familia, no sé si exagerando un poco, que
encaneció prematuramente como consecuencia de las emociones originadas
por las pruebas y sucesivas inmersiones en las que participó mi lejano
pariente político.


Submarino-Peral-Museo-Naval-cartagena


El Submarino Peral estrenó en 2013 sala en el Museo Naval de
Cartagena (Murcia), donde se investigará cómo detener la oxidación
interior del casco



Siendo Almirante del Arsenal de la Carraca, en San Fernando, salvó
dicho sumergible del desguace y hasta hace poco se ha podido admirar en
el puerto de Cartagena. Después de su restauración se le ha buscado un
lugar más a cubierto en el Museo Naval de Cartagena. /Texto: J.S.A.














2.378. RAFAEL ALBERTI Y MIGUEL HERNÁNDEZ. Historia de un desencuentro.



La desmemoria, una tragedia española: Caza de rojos. Un relato urbano de la clandestinidad comunista
(Espejo de Tinta), es el libro de de José Luis Losa que recoge los
desencuentros entre miembros del Partido Comunista durante la Guerra
Civil. Y en concreto, entre los poetas Rafael Alberti y Miguel
Hernández.


rafaelalberti_miguehernandez


Podría haber titulado esta crónica como “una tragedia de sangre y
mierda”, expresión que usa su autor frecuentemente a lo largo de las 510
densas y apasionantes páginas de su libro. Pero sería injusto. Porque
la verdadera protagonista moral de esta historia aparece, aunque tarde,
en su penúltimo capítulo titulado : “La memoria miente”, ratificado por
la frase de Leonardo Sciascia: “Todos mentían, incluso la memoria”. Pues
con el paso del tiempo, “todo proceso de exfoliación de la memoria pasa
por el delicado trabajo de ir erosionando las capas que la invención,
la mitomanía, las construcciones autoprotectoras, han ido dejando como
un sedimento de apariencia mineral, opaca; las capas que ocultan la
verdad. Las verdades de cada cual.”


cazaderojos_puertosantamariaLlama
sin embargo la atención, entre todas, una anécdota extraordinariamente
trágica —al menos para mí— por lo desconocida y por lo relevante de sus
protagonistas: Rafael Alberti (De quien Bergamín llegó a decir:
“Mandamos al exilio a un joven poeta y nos devuelven a una puta vieja”,
pág. 22) y Miguel Hernández, abandonado a su suerte en Monóvar en los
últimos días de la guerra cuando Alberti y María Teresa León podrían
haberlo persuadido para embarcar en el último avión que salía hacia
Orán, quizá en el mismo en que voló Pasionaria… No resisto contarla, por
su interés, con las mismas palabras de José Luis Losa (págs. 174-175) :


“Y ahora Federico Sánchez escucha a Paco Romero Marín la narración de
lo que sucedió aquel día en el campo de aviación de Monóvar. Aquellos
aviones franceses que iban recogiendo de manera selectiva a un pasaje
privilegiado entre una militancia que superaba las posibilidades de
evacuación. Mientras Miguel Hernández ha conseguido llegar a Alicante y
vaga en medio de la gente, ya en Monóvar, en ese campo del cual, en
efecto, como atendiendo a lo premonitorio de su poema, va a volar
Pasionaria, dejando atrás, abajo, sin futuro, a unos hombres para los
cuales las únicas instrucciones de un partido que no ha preparado ningún
plan de resistencia ante la inminente derrota serán tan vehementes como
suicidas: ??–¡Ahora, todos a las sierras! ??Y es verdad, como dice Hernández:


Crecen los héroes llenos de palmeras.

Y mueren saludándote pilotos y soldados.


Mientras Pasionaria se aleja…


Versos aterradores por visionarios los de Miguel Hernández, que
entonces se mueve aturdido en ese sálvese quién pueda de Monóvar. Es
entonces –cuenta ahora Paco Romero Marín–, que allí estaba, y que de
allí pudo volar, en el último Dragón –encañonando a un piloto remiso a
poner rumbo a África–, cuando Hernández se encuentra con Rafael Alberti y
María Teresa León.


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Palacio de Zabalburu, confiscado a los Marqueses de
Heredia-Spínola, sede de la Alizanza de Intelectuales Antifascistas, que
presidía Rafael Alberti, en Madrid.



Es Alberti el que lo ve. Hace más de dos años que no se hablan, desde
la bronca pelea en la sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas
que presidía Alberti, en Madrid, en el palacio de los Heredia Spínola,
en el primer año de la guerra.


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Llegaba cada día Miguel Hernández del frente, donde participaba
activamente, animaba a las tropas y llegó a ser comisario político con El Campesino. Y se encontraba con el ambiente de francachela de aquel oasis de neoseñoritismo de mono azul y alpargatas,
en cuyas mesas corría el vino y se tomaban las más peregrinas
decisiones sobre suertes ajenas. Un día, indignado por el contraste
entre la situación dantesca que viven los soldados en el frente y lo que
ve en el palacio de los Heredia Spínola, aún con los restos de una
buena comida en la mesa, se acerca al encerado que preside la sala,
todavía Miguel Hernández con el uniforme transpirando el sudor del
frente y escribe: ??–Aquí hay mucho hijo de puta y mucha puta.
??A la vista de que la única mujer presente en la sala era María Teresa
León, ésta arremete contra Hernández y le asesta un puñetazo de
inusitada contundencia, que le voltea y le rompe un diente. Habían
dejado de hablarse; era el otoño de 1936. /En la imagen de la izquierda, María Teresa León.


Ahora, en Monóvar, Alberti, que ha visto acrecentarse su poder
durante la guerra, intenta congraciarse con el poeta de Orihuela:?? –Tú
ya sabes cómo son las mujeres, Miguel. Pero si tú quieres, te puedes
venir con nosotros. Arreglo las cosas para que se te haga un hueco en el
avión y te vienes con nosotros a Argelia
. ??Miguel Hernández contestó secamente: ??–Yo me vuelvo a mi pueblo.


ELMONOAZUL-MADRIDEn la imagen de la izquierda, portada de ‘El Mono Azul’ una de las publicaciones de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.


De esa historia será testigo Irene Falcón. Ella va a compartir con
Alberti y María Teresa, y a quedarse aún un día más, una vez que la
pareja haya volado rumbo a Orán, una hermosa casa cercana al helipuerto,
en donde toman té ruso con unos dulces… mientras en los alrededores, en
Elda, en Monóvar, cunde el pánico. Irene Falcón se lo contará todo a
Romero Marín con cierta ingenuidad. ??Alberti va a sellar ese encuentro
suyo con Miguel Hernández con la llave del silencio. Tiene la percepción
de que, en la medida en que hubiese suturado la herida de esa
enemistad, podría haber evitado la muerte de Miguel Hernández. Va a
contar la historia, tiempo después, y tergiversada, a algunos amigos,
pero en el caso de que Alberti escriba unas memorias, y de que a éstas
le dé por llamarlas La arboleda perdida, se apresurará a
falsear la verdad abiertamente cuando afirme que “la última vez que vi a
Miguel fue en Madrid, cuando después de intentar convencerle de que se
refugiase en la Embajada de Chile, escuché de Hernández que se iría
andando a su pueblo. ??–Tú lo que deseas es que te maten, Miguel. Es al único sitio donde no puedes ir. ??Y se habrían fundido en un abrazo”. /Texto y selección: Miguel Veyrat.














2.374. BLANCA BONALD LAMADRID. In memoriam.



En la imagen en la Velada de la Victoria, el otrora conocido practicante Felipe Lamadrid Muñoz (ver nótula núm. 2.022 en GdP),
su esposa, Nena y su hijo Pedro Pablo con cinco años y su nieta Blanca,
de 3, primogénita de su hija mayor May, que pasó a residir en Sevilla
tras su boda con Juan Bonald Gálvez.


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Esta fotografía trae un recuerdo amargo. La niña de tres años,
Blanca, Licenciada en Historia, fallecería en 1993 a la edad de 28 años,
en un accidente de tráfico protegiendo con su cuerpo a su hija Salomé,
que contaba con tan solo 2 años y no sufrió daño alguno. Hoy día, la
hija de Blanca Bonald Lamadrid, Salomé es Psicóloga y vive en Sevilla
junto a sus abuelos que la criaron, aunque ella los llama padres. En la
actualidad, las cenizas de Blanca descansan en esta Ciudad junto a su
abuelo Felipe y su bisabuela, María Muñoz (ver nótula núm. 1.094 en GdP), la maestra que diera clases en el Hospitalito. “–Mi padre siempre nos tenía que comprar algo…, im globo, un gorrito, o lo que fuera…”, recuerda su hijo Pedro Pablo que aparece en la foto.

















2.371. RAFAEL DELGADO SÁNCHEZ. Rafael ‘El Gitano’. Bailaor.



rafaelelgitano_puertosantamariaRafael
Delgado Sánchez, apodado artísticamente “Rafael El Gitano”, nació en El
Puerto de Santa María el 2 de abril de 1927 y se marchó con los que no
vuelven el 3 de mayo de 2000, a los setenta y tres años de edad, en la
Ciudad en la que por primera vez vio la luz. Pertenecía a una familia
muy conocida en El Puerto cuyos patriarcas eran Juan Delgado Rodríguez y
Carlota Sánchez Serrano, apodada “La Estraperlista”.


El estraperlo se convirtió en una actividad bastante generalizada en
los años de la posguerra. Mujeres con cargas familiares y viudas se
dedicaban a esta ocupación, con los riegos de ser multadas, procesadas, e
incluso encarceladas, pero había que sacar a los hijos adelante en
aquellos años de decadencias y miserias, después de una guerra en la que
perdieron los más débiles e indefensos. Siento una gran admiración por
estas mujeres luchadoras, que en contra los temporales que les presenta
la vida, sortean los momentos adversos que les toca vivir.


Fueron seis hermanos, de los que conocí a Ginés, futbolista del
Victoria y creo que también de El Portuense. Por cierto, fue un buen
defensa. Sus hermanos Pedro y Juan, conocidos también como “Perico” y
“Chuliqui”, respectivamente, trabajaron en la otra banda como
portuarios, ambos bailaban, siendo Juan el más conocido. José era otro
de los hermanos varones que trabajaba en una calería. Sus hermanas se
llamaban Encarna y Carmeluchi. Vivieron en una de las dos casonas
grandes de la plaza del Polvorista.


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En la imagen, Carlota Sánchez Serrano y Ginés Delgado Sánchez, madre y hermano de nuestro protagonista.


Hoy en día aún existen muchos aficionados al flamenco que conocieron a
Rafael, porque he tenido el placer de hablar con todos ellos, buscando
información sobre su baile y sus actuaciones. Voy a mencionar a algunos
muy conocidos: Luis Gatica, Manolo Suárez (El bailaor), Paco Duque,
Salvador Cortés, Julio Flores, Paco Navarro y Luis Suárez, entre otros.
Todos residen en nuestra ciudad y el de menos edad pasa de los setenta
años.


Rafael fue un estupendo bailaor, su academia fue la calle, así como
los bares, ventas y ventorrillos de los alrededores de su ciudad. Yo no
he tenido el placer de verlo bailar, pero sí he tenido muchos amigos del
cante y del baile que le vieron y le conocieron. Manolo Suárez decía
que bailaba por fiesta muy bien, tenia un portentoso movimiento de manos
y brazos y que actuó con muchos bailaores de su época nacidos en El
Puerto, como fueron: Manolo Ansonini, Fernando Gatica, Manolo Barrera o
El Soldao, cuyo nombre era Manuel Rodríguez Barrera, y Palomito. Todos
ellos contaban con el sello del baile autóctono del Puerto.


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compadre Luis Gatica, me comentó que lo vio en tomas de dichos,
bautizos y quedó prendado de su arte y del de su hermano Perico, que
también bailaba. Joaquín Albaiceta, guitarrista que estuvo en algunas
fiestas con él, nos habla del movimiento de brazos de estos dos artistas
del El Puerto: de Rafael El Gitano y de Manolo Ansonini. (Ver nótula núm. 524 en Gente del Puerto). /En la imagen de la izquierda, un joven Rafael.


El Chato de la Isla, nombre de José Llerena Ramos, amigo entrañable,
conoció a Rafael y estuvo con él en muchas reuniones flamencas, actuando
en la Venta Mari (Bar de Jerez), Venta de Vargas de San Fernando y
Teatro Principal de Puerto Real, en los años cincuenta.


Al Beni de Cádiz, nombre de Benito Rodríguez Rey, le gustaba mucho el
baile de Rafael y siempre que tenía algunas fiestas o juergas flamencas
privadas le llamaba. Actuó con él en el Cine Macario del El Puerto,
Teatro de San Fernando, Teatro Principal de Chiclana y en la feria en
Sevilla, en diversas ocasiones. El Beni de Cádiz, presentó a Rafael El
Gitano a Lola Flores en una fiesta privada con dueños de bodegas
jerezanas y esta gran artista y los presentes quedaron prendados del
arte de nuestro paisano. Cuenta la familia que Lola cuando lo vio dijo:
“Ese gitano tan guapo ¿quién es?”. A ese niño me lo llevo yo”. Con La
Faraona actuó Rafael, en varias ocasiones.


El portuense Antonio Orellana García, era un gran aficionado al cante
y al baile flamenco. Este industrial se dedicaba al transporte y tenía
una calería, como le llamábamos en aquellos tiempos, donde se vendía
todo tipo de materiales para la construcción. Este almacén daba a dos
calles: Cruces y Gatona. Orellana tuvo el capricho de montar una fiesta o
juerga, con artistas de la talla, de La Paquera de Jerez, nombre de
Francisca Méndez Garrido, El Chato de la Isla, El Beni de Cádiz, Chano
Lobato, nombre de Juan Sarabia Ramírez, Rafael El Gitano, Eliseo del
Puerto, nombre de José Almendro Vías, El Príncipe Gitano, Pepa La Macaca
y los guitarrista: El Niño de los Rizos, nombre Eugenio Salas Domínguez
y Roberto Iglesias, nombre de Roberto Iglesias Rodríguez.


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Rafael ‘el Gitano’, con unos amigos, el segundo por la derecha.


Lo que daría yo por ver de nuevo a estos artistas gaditanos, que para
mi marcaron una época del cante y del baile flamenco. José Breíta
estuvo presente en esta fiesta y nos dejó su información. Esto pudo
ocurrir en los años cincuenta.


Luis Suarez, me contó una simpática anécdota de nuestro paisano
Antonio Orellana. En una Semana Santa en El Puerto, de los años sesenta,
contrató a un cantaor jerezano apodado El Berza, nombre de Antonio
Acevedo Flores, para que le cantara varias saetas al Cristo de la Piedad
y a la Virgen de la Misericordia, de la Hermandad apodada por el pueblo
con la denominación, de los Cerillitos, que pasaba todos los años por
la puerta de su domicilio en la calle Conejitos. El cantaor en aquel
tiempo se estaba arreglando la boca y se presentó desdentado, cuando le
vio Orellana le apunto: “Antonio como te presentas con la boca en este
estado”. Éste le respondió- “Don Antonio, usted me ha contratado para
cantar, no para romper piñones con los dientes”.


También lo vio bailar este inolvidable amigo y artista de la danza
flamenca, que fue Ramón Vélez, “amigo-hermano” del Beni de Cádiz, y me
apuntó: “Tenía un movimiento de brazos y una estética en escena muy
flamenca”. A finales de los años cuarenta, actuó en el elenco del Teatro
Chino de Manolita Chen, en el cuadro de baile flamenco.


RAFAELELGITANO__FAMILIA_PUERTOSANTAMARIAEn
el Cine Macario en los años cincuenta participó en un concurso de
baile, con bailaores del Puerto y provincia, entre ellos, Los Hermanos
Suárez, ganando el primer premio Manolo Suárez y el segundo para Rafael
El Gitano. En el Teatro Principal de El Puerto, participó en muchos
espectáculos, según viejos aficionados portuenses.

Luis Botello, jefe de la Estación de Ferrocarril de El Puerto, gran
aficionado al cante y al baile flamenco que vivía cerca de la Peña
Corribolo, invitaba a Rafael a numerosas fiestas. Botello era muy amigo
de Lola Flores y de Manolo Caracol a los que recibía en su casa muy a
menudo. Asimismo, otros grandes aficionados al flamenco como el torero
Paco Camino o el que fuera alcalde de Cádiz, José León de Carranza lo
llamaban para que animara sus reuniones festivas. /En la imagen de la izquierda, Rafael ‘el Gitano’, con su mujer y alguno de sus hijos, en la Feria de Ganado.


Rafael, estuvo relacionado estrechamente con Enrique Castellón
Vargas, “El Príncipe Gitano”, y con Josefa Martin-Bejarano Lanzarote,
“La Macaca”. Actuaron en muchas salas de fiestas, cabarés, teatros del
Campo de Gibraltar y provincia de Cádiz de los años cincuenta. Rafael
podría haber vivido de su arte, según comentarios de aficionados y
artistas del flamenco que le conocieron bien.


Hay una anécdota de El Príncipe Gitano, de Pepa La Macaca (ver nótula núm.1.455 en Gente del Puerto)
y Rafael El Gitano, que nos dejó el amigo Joselito Mora, gran
aficionado portuense y socio fundador de la Tertulia Flamenca de Tomas
El Nitri, que ya no se encuentra entre nosotros. Éste me dijo que los
tres se encontraban tomando copas en un establecimiento muy de moda en
aquellos años en El Puerto, llamado Bar Central, situado en la esquina
de calle Larga con Luna, hoy banco Popular de Andalucía. En este
establecimiento no se podía cantar ni bailar, pero viendo la calidad de
estos tres artistas, ese día quitaron el cuadrito de “Prohibido El Cante”,
por orden del cántabro Maximino, dueño de esta firma y del restaurante
“El Resbaladero”, que en aquel tiempo estaba clasificado como de los
mejores de la provincia de Cádiz.


rafaelelgitano_kiosko_puertosantamaria


Rafael ‘el Gitano’, en su kiosko.


Yo he tenido la suerte de estar metido en fiesta con El Chato de la
Isla y “El Príncipe Gitano y les puedo decir que Enrique, cantaba y
bailaba por fiesta extraordinariamente, hoy en día no se encuentra en un
buen estado de salud, por los achaques de los ochenta y tres años de
edad que tiene a sus espaldas y lo que ha vivido este gran artista, gran
amante de nuestro pueblo, actuando por medio mundo.

Como siempre, quiero agradecer a los aficionados flamencos del El Puerto
su información, y a su nieta Carmen Salguero, la aportación de datos
familiares y fotos, y a mi buena amiga Ana Becerra por su colaboración y
por aguantar mi pesadez, ¡gracias Ana¡ /Texto: Antonio Cristo Ruiz.














2.360.
LUIS FRANCISCO DE LA CERDA Y ARAGÓN. IX duque de Medinaceli, Primer
Ministro, Embajador en el Vaticano, Virrey y Capitán General de Nápoles y
Miembro del Consejo de Estado.



LUISFRANCISCODELACERDA_PUERTOSANTAMARIA


Luis Francisco de la Cerda, IX duque de Medinaceli. Detalle de óleo
pintado por Jacob-Ferdinand Voet, Museo del Prado (Madrid), pintando
probablemente con motivo de su nombramiento como Comandante de Galeras
en Nápoles, donde fue Virrey y Capita´n General.


Luis Francisco de la Cerda y Aragón, IX Duque de Medinaceli, señor de
El Puerto, nació en nuestra Ciudad, El Puerto de Santa María, el 2 de
agosto de 1660. Era el primer hijo varón de Juan Francisco de la Cerda
Enríquez de Ribera y de Catalina Antonia de Aragón Folc de Cardona y
Córdoba. Heredó de su padre los títulos de duque de Medinaceli, de
Alcalá de los Gazules, marqués de Cogolludo, de Tarifa y de Alcalá de la
Alameda. Heredó de su madre los de duque de Segorbe, de Cardona, de
Lerma, marqués de Denia, de Comares, de Pallars y conde de Prades. De
ambos, el de Grande de España, convirtiéndose en uno de los aristócratas
más importantes de la España de finales del siglo XVII y comienzos del
XVIII.


napoles-1698


Planta y alzado de la Ciudad de Nápoles en 1698 de donde llegó a ser Virrey.


Durante el reinado de del rey Carlos II fue embajador ante la Santa
Sede –siendo papa Inocencio XII–. Fue nombrado en 1684 comandante de
Galeras  de Nápoles, llegando a ser virrey y Capitan General de dicha
ciudad italiana y desde 1699 miembro del Consejo de Estado.


EscudoMedinaceli__PUERTOSANTAMARIATras
las nupcias celebradas con María de las Nieves Téllez-Girón y y de
Sandoval en 1732, hija del duque de Osuna, Gaspar Téllez-Girón, tuvieron
dos hijos, Catalina y Luis, que fallecieron antes de llegar a la
mayoría de edad, por lo que sus títulos nobiliarios pasaron a su sobrino
Nicolás Fernández de Córdoba, hijo de su hermana Feliche. /En la imagen de la izquierda, escudo de la Casa de Medinaceli, señorío entre otros de El Puerto de Santa María.


Al morir sin herederos de Carlos II y el comienzo de la Guerra de
Sucesión fue nombrado Primer Ministro por el rey Felipe V. Opuesto a la
creciente influencia francesa en la corte española, en 1710 desveló a
los ingleses los planes secretos para concertar una tregua entre las
Provincias Unidas y Francia, por lo que fue encarcelado en el alcázar de
Segovia y posteriormente trasladado al castillo de Pamplona donde murió
al año siguiente, el 26 de enero de 1711.














2.358. CUANDO LA REINA ISABEL OTORGÓ A EL PUERTO EL RANGO DE CONDADO.



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El periodista e historiador Francisco Andrés Gallardo no estuvo
allí. Pero en una especie de ‘viaje al pasado’ nos cuenta en un a modo
de crónica periodística, como se recibió en El Puerto la noticia en
aquella Ciudad de Señorío, en 1479.



Por los servicios prestados a la Corona
durante la guerra civil castellana, la reina Isabel eleva a duque a
Luis de la Cerda, señor de Medinaceli y, por dicha cédula real, conde de
El Puerto de Santa María.



Toledo, 31 de octubre de 1479.


Los Reyes Católicos acaban de conceder mediante una cédula real la
elevación del rango nobiliario de Luis de la Cerda, que a partir de
ahora ostentará el título de duque de Medinaceli y, por tanto, como
señor de El Puerto de Santa María, pasa a ser conde de esta localidad
andaluza. La reina castellana ha querido recompensar de forma especial
los servicios prestados por este noble tanto en las guerras civiles que
asolaron el reino, con la pugna de Isabel frente a Juana La Beltraneja,
como la defensa y conquistas de los castellanos frente a las huestes del
reino de Granada


Desde el entorno de Luis de la Cerda se asegura que habrá una
respuesta agradecida por el noble, pese a que no mantiene una buena
relación diplomática con los monarcas, como tampoco con buena parte de
la nobleza del reino. De la Cerda, pese a sus amplias posesiones,
prefiere centrar sus desvelos en la emprendedora localidad de El Puerto,
convertida ahora en dignidad de condado, más que formar parte del
círculo de la corte castellana. El señor portuense es el sexto heredero
Luis de España y Leonor de Guzmán, fundadores de lo que se conoce como
casa de la Cerda o de Medinaceli y que sumieron el señorío de El Puerto
en 1306.


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Michelle Jenner y Rodolfo Sancho, los actores que han encarnado a los Reyes Católicos en la serie de televisión ‘Isabel’.


“Acatando que vos, conde de Medinaceli, desciende vuestro linaje
de las casas de Castilla y Francia, es digna y justa cosa que la
condición vuestra mereciesen según vuestros servicios”
, resume la
exposición de motivos de la cédula, reservándose las distinciones
también para los herederos que sucediesen al nuevo duque en un futuro.


Mientras la localidad portuense vive con efervescencia el comercio
marítimo con las localidades atlánticas y la costa africana, se están
preparando tropas para intervenir en los dominios musulma- nes en la
Península.

Luis de la Cerda, con la nueva dignidad ducal, deberá presumiblemente
aportar mayor número de personal y material para las expediciones
militares que están planeando los asesores de la reina Isabel.


/Texto: Francisco A. Gallardo.














2.357. EL URINARIO DEL PARQUE.



Recordé en otra nótula, a propósito del
excusado que está en el Parque Calderón, aquel otro que existió frente
al Parque Calderón y a la calle Luja, el que cumplió su benéfico y
reparador fin entre 1956 y 1977 (ver nótula 2.336 de Gente del Puerto).
Y no es que uno –de momento- padezca de próstata y esté obsesionado con
el asunto, pero servicios públicos como el de los urinarios también
forman parte de lo cotidiano y de la historia de nuestra ciudad.


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Donde está el automóvil, el lugar que ocupó en los años 20 el
urinario. Enfrente, el almacén de Obras del Puerto, ‘la Copa’ y la
Fuente de las Galeras.



Por eso quería rememorar otros antiguos mingitorios del Parque. De
dos que se emplazaron donde confluían el Vergel del Conde y el Parque
Calderón, frente a la plaza de la Herrería, precisamente donde se
encuentra el adefesio actual, sólo sé de su existencia por esta noticia
que publicó la Revista Portuense el 6 de agosto de 1897, a los dos años
de fundarse el Parque por obra y gracia del alcalde Severiano Ruiz
Calderón: “¿No ha pasado usted sr. Alcalde para el Parque por el
Vergel? Pues necesariamente habrá llegado a su olfato un olorcillo nada
agradable que despiden los dos urinarios que están situados a la salida
del citado paseo. Y pregunto yo, ¿no sería fácil recomendar
cuidadosamente la limpieza de los citados urinarios, muy especialmente
las noches de velada?



severianoruizcalderon_puertosantamariaAcaso
se quitaron por la misma razón por la que se desmanteló en 1891 el que
hasta entonces existió en la plaza Peral; según adujo el Ayuntamiento, “so pretexto de que estando demasiado reservado, podría servir para mucho más de aquello a que estaba destinado.” /En la imagen de lz izquierda, Severiano Ruiz Calderón. Alcalde de El Puerto en 1867. /Foto: Manolo Pico. C.M.P.H.


En 1914, cuando se reformó el Parque, se proyectó construir otros dos
urinarios, a cada extremo: frente al muelle del Vapor y junto al puente
de San Alejandro (además de otros en la Plaza de Abastos y la plaza
Peral), pero quedaron en proyecto, como el que entonces barajó el
Ayuntamiento –qué barbaridad- de demoler la Fuente de las Galeras,
porque, según se hizo eco la Revista Portuense, “quedaría un muelle mucho mayor y una perspectiva encantadora que ahora queda oculta por esa enorme mole.


Pero el previsto junto a las Galeras sí terminaría por construirse.
Aún no lo estaba en 1917, según se quejaba un periodista de la Revista
el 19 de agosto, en estos términos: “En la playa [de La Puntilla] se
han instalado dos urinarios públicos a derecha e izquierda de la
Rotonda y no nos explicamos cómo no se ha pensado en algo análogo en el
Parque, porque la aglomeración de público es considerable y han tomado
por urinarios todas las paredes de las fincas allí situadas y el muro
del Vergel, y no sólo el indecoroso espectáculo, sino al mismo tiempo el
hedor tan insoportable que se percibe en las proximidades de dicho
sitio.



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A la derecha, la caseta del urinario, desde el muelle del Vapor.


El caso es que las autoridades locales, siempre atentas a las
demandas del pueblo al que sirven, y con el retraso que también les es
acostumbrado, terminaron por obrar, en 1923 y a cargo de Obras Públicas,
el urinario frontero a la Fuente de las Galeras. Que se construyó al
tiempo que se levantó enfrente la caseta-almacén de efectos de Obras del
Puerto (la pérgola que desde 1997 es un local de copas) y se pavimentó
el inmediato muelle.


urinariodelparque_2_3_puertosantamaria


La caseta-almacén de Obras Públicas, que se levantó al tiempo que el urinario y que hoy alberga a un bar de tragos largos.


Pero al urinario le faltaba algo, que se reclamó desde la Revista el 3 de julio de 1924: “Sería
muy conveniente instalar una luz en el urinario que para el servicio
público hay en el muelle, adosado al paseo del río. Esta importante
mejora debida a Obras Públicas y en cuya construcción puso tanto interés
el Ayudante D. Emilio Lorite, querido amigo nuestro, se completaría con
la indicada reforma.
” Dicho y hecho. A los tres días, el periodista, como era bien nacido, escribió lo que sigue: “MUCHAS GRACIAS.-
Desde el sábado último, ha quedado instalada una lámpara eléctrica en
el retrete del muelle. Muchas gracias por la solicitud y diligencia con
que nuestro querido amigo D. Emilio Lorite atendió nuestra indicación.



joseluismaciascaro_gentedelpuertoAl
paso de once años, el estado del urinario era el que refería el
periódico el 17 de agosto de 1935: “CARTAS A LA REVISTA.- Hemos recibido
una nueva carta de queja sobre el estado en que se encuentra el
urinario del Parque y de su contenido copiamos que ‘bien podría la autoridad competente [el alcalde, que lo era José Luis Macías Caro] haber
tenido necesidad de utilizarlo anoche que se encontraba de forma que
para penetrar en él había necesidad de hacerlo en lancha. Espero que
atenderán esto por el bien de la ciudad, pues son ya varios los
veraneantes que he oído protestar de ello.’
Por nuestra parte
confiemos que tal vez no se repetirán las quejas sobre este asunto.” /En
la imagen de la izquierda, José Luis Macías Caro, alcalde de El Puerto
en 1935.


Al comienzo de los 40, aunque los tiempos eran difíciles, el veterano
urinario conoció tiempos de gloria que fueron menguando con los años,
según contó en julio de 1948 Zutanito, Manuel Sánchez, (ver nótula núm. 329 en GdP) el espléndido e irónico cronista de las cosas de la ciudad que desde su sección Perfil de la semana del Cruzados escribió: “De
la casetita aquella, de que hablé algún día, situada en el margen
derecho del Parque, muy cerca de la entrada a este Paseo -¿estamos?- con
grandes ojos en los parietales y gorro de clown, por más señas, va
quedando bastante menos. Poco a poco desaparecen los tubos de cobre de
su instalación y alguna otra cosa de su mobiliario que merezca la pena.
Tuvo unos días de cuido esmeradísimo, que daba gusto verla, pero otra
vez ha caído en desgracia. Y lo que es peor es que va desapareciendo
todo, menos lo que debería desaparecer enseguida. ¿Seguimos
comprendiendo?
    


urinarioparque_2_4_puertosantamaria


Cerramiento del Parque para delimitar la actividad portuaria de la de ocio y paseo.


Finalmente, a los 30 años de construirse, en 1953, el excusado se
derribó con motivo de que el año anterior se procedió, para el control
aduanero del muelle frontero, al cerramiento del Parque y la plaza de
las Galeras con una verja de hierro y mampostería (que se quitaría en
1985, excepto en el tramo del Vergel), quedando así segregados de la
zona portuaria.


Y así concluyó la historia del urinario que se levantó frente al
Guadalete en los felices años veinte, que a los treinta años, en 1956,
fue reemplazado por el que se dispuso en la Ribera, frente a la calle
Luja. Así que, si me excusan, aquí lo dejo, que de escribir de lo que he
escrito, me han entrado ganas. Y menos mal que no estoy en la calle. / Texto: Enrique Pérez Fernández.














2.353. DESAFÍOS.



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En aquellos veranos de los primeros 70, cada tarde jugábamos la final
de un Mundial, cada día teníamos un partido del siglo. Nosotros le
llamábamos “echar un desafío”. Que los de la barriada de La Playa
quieren un desafío. Que ha venido uno de Fermesa pidiendo un desafío.
Que el portero del 18 de Julio dice que el desafío del  sábado hay que
repetirlo, que el gol de desempate fue alta. Aquellos sí que eran
desafíos y no los de Jesús Calleja.


Nuestro equipo se concentraba cada mañana en la plazoleta de la
barriada Francisco Dueñas, los pisos del Sindicato para los porteños, el
Distrito 21 para la policía. Un parque temático de la pobreza en el que
los chutes más peligrosos no eran los que iban a los cristales de las
ventanas sino directamente a la vena de la generación anterior a la
nuestra. Teníamos un estadio compartido con el resto de equipos de
Crevillet (de la plaza de toros a La Puntilla todo era Crevillet), el
campo Arana, un agujero a los pies de las Dunas de San Antón camuflado
entre pinos piñoneros, retamas y lentiscos. Nuestra camiseta era
celeste, como la del Celta de Vigo. Las compramos en Tejidos López y las
sufragamos con una rifa clandestina, pues todavía no se estilaba lo de
los sponsors y esas cosas. Había libertad de modelos y colores para
pantalones y calcetines. La mayoría calzábamos unas Tórtolas
indestructibles, las Adidas F-50 de la época, cuyo único problema es que
sudaban más que nosotros y por la noche cantaban más que Casillas.


Los trofeos eran Caseras, aquellas Caseras de cristal con un tapón de
porcelana que se te tatuaba en el dedo cuando las abrías. A veces saco
una del frigorífico y doy a escondidas un par de tragos a morro. Me
sucede lo mismo que le sucedía a Proust con su magdalena. El sabor dulce
y la quemazón helada en la garganta me devuelven a aquellos días de
abrazos puros a pie de campo tras cada victoria y de berrinches largos
después de la derrota en el camino de vuelta a casa.


En aquellos desafíos en los veranos de los primeros 70 en el campo
Arana, entre amigos sudorosos barnizados por la arena y por el
crepúsculo a la caída de la tarde, sitúo yo el último paraíso perdido de
mi infancia. La policía iba de gris y nosotros de celeste. /Texto: Pepe Mendoza.














2.350. FRANCISCO JAVIER CABALLERO MALDOQUI. El maestro Caballero.



En la imagen inferior, redacción de la
Revista Portuense en 1907. Primero a la izquierda, Mariano López Muñoz.
Marcado con la flecha, el maestro Caballero. A la derecha, Pedro Muñoz
Seca. Los acompañan Luis Pérez Gutiérrez, propietario del periódico, y
los redactores Manuel Soto y Antonio Peñasco.
/ Foto, Colección Pérez Pastor.


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Comparto con el director de Gente del Puerto el afecto por dos
portuenses que vivieron entre los siglos XIX y XX. Fueron amigos,
compañeros en la Revista Portuense y algunas veces colaboradores en las
ramas artísticas que dominaban: la escritura y la música. Al final de
sus días vivieron tiempos difíciles. Uno, Mariano López Muñoz
(1869-1941, ver nótula 1.636 de GdP),
el escritor y periodista que tras la guerra civil fue depurado
torticeramente por las autoridades franquistas por partida doble: por su
condición de andalucista involucrado en el movimiento regionalista que
lideró Blas Infante y por ser homosexual.


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Aquello le destrozó la vida y precipitó la muerte de un hombre bueno,
noble y defensor –eso sí, con espíritu crítico y revitalizador- de todo
lo que concernía a nuestra ciudad y su gente.


Y el otro portuense, a quien adornaron las mismas virtudes –hay
apellidos que retratan a su portador-, el ‘maestro Caballero’, como era
conocido por todos Francisco Javier Caballero Maldoqui, que fue, junto
al maestro en el género chico y la opereta española Rafael Taboada y
Mantilla (1837-1914), el músico y compositor portuense de mayor calado;
de cuya vida y obra, a petición de mi amigo José María Morillo, hilaré
una semblanza con la información que hace años investigué en el Archivo
Municipal y la ayuda del almeriense Francisco Cuenca Benet (1872-1943),
como López Muñoz, andalucista, que en 1927 editó en La Habana su Galería de músicos andaluces contemporáneos, donde apuntó el recorrido musical de nuestro paisano.


SU FORMACIÓN 


franciscojaviercaballero_puertosantamariaFue
Caballero un portuense de devoción, que no de nacimiento, porque nació
enfrente, en Cádiz, en 1853, de donde a los pocos años se trasladó con
su familia a nuestra ciudad, en la que pasó la mayor parte de su vida.
Poseedor de innatas condiciones musicales, las primeras nociones de
solfeo las recibió de los profesores Honorato Bisbal y Francisco
Boussiller, directores que fueron de la Banda Municipal,
respectivamente, en 1861 y de 1862 a 1874. /En la imagen de la izquierda, Francisco Javier Caballero (1853-1933). / Foto, Academia de Bellas Artes Santa Cecilia; Francisco Mata.


Este año del 74 marchó a Sevilla para concluir el bachillerato y
dedicarse por completo al estudio del violín. En la capital hispalense,
al decir de Cuenca, “dirigido por el notable profesor Mariano
Taberner, pronto hizo grandes progresos en su carrera musical, entrando a
formar parte de la orquesta del teatro de San Fernando como primer
violín durante varias temporadas de ópera; pero necesitando su intuición
artística una esfera más amplia para su desenvolvimiento se trasladó a
Madrid en 1877, integrando la orquesta de los Conciertos del Retiro que
dirigía el maestro francés Olivier Métra y cursando violín, armonía y
composición en el Conservatorio Nacional, bajo la dirección del insigne
Monasterio.



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El Teatro San Fernando de Sevilla, escenario de los primeros éxitos de Caballero, en 1908.


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Olivier Métra (1830-1889) y Jesús de Monasterio (1836-1903), maestros de Caballero.


Una grave dolencia le obligó a regresar a tierra portuense (lo que,
tal vez, le cortó una larga trayectoria de éxitos en los mejores
escenarios). En El Puerto fundaría, en la década de los 80, la Sociedad Coral, que ofreció, en palabras de Cuenca, “numerosos y brillantes conciertos vocales e instrumentales”.
Como profesor de instrumentos de arco, durante 25 años ejerció de
catedrático en las academias de música de San Fernando, Sanlúcar y El
Puerto, siendo uno de los fundadores, en 1900, de ésta, la Academia de
Bellas Artes Santa Cecilia.


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Sede de la Academia Sta. Cecilia en 1901, calle Larga nº61.
Sentado a la izquierda el maestro Caballero. En el centro, el
presidente, Adolfo Barra. A la derecha, el profesor de piano José Luis
Benítez.
/ Foto, Academia de Sta. Cecilia.


Su magisterio en academias y conservatorios lo compatibilizó con la
enseñanza particular. Así se anunciaba en la Revista Portuense en 1893: “Fco.
Javier Caballero.- Director de orquesta y profesor de instrumentos de
arco del Conservatorio de Música de Cádiz y San Fernando, da lecciones
de solfeo, piano, canto, violín, violoncello y contrabajo a precios
convencionales. Enseñanza especial de violín para niñas y señoritas. Los
avisos pueden dirigirse a su domicilio Larga 32 y a la redacción de
este periódico Larga 116.



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El equipo directivo y técnico de la Academia en 1911. Caballero, primero a la derecha. / Foto, Academia de Sta. Cecilia.


En los últimos años del XIX fue director de la Orquesta –que no Banda- Municipal portuense, también conocida como la Orquesta de Caballero,
compuesta de seis instrumentos. Con ella dirigió la música de varias
compañías de zarzuela por los teatros de la provincia y ofreció, entre
otros lugares y en no pocas ocasiones, conciertos en el Parque Calderón.
Lo habitual por estos años fue que la Banda Municipal que dirigía
Domingo Veneroni y la Orquesta de Caballero se alternaran en las mismas
veladas y, en otras ocasiones e indistintamente, una ofreciera los
conciertos en el Parque y la otra en la plaza Peral.


maestrocaballero_9_puertosantamariaEn sustitución de la Orquesta de Caballero, en julio de 1912 se constituyó la Sociedad Orquesta Maqueda,
que fundó, presidió y dirigió Caballero y tuvo como vocal a Veneroni.
El nombre se lo puso en homenaje al músico granadino Antonio Maqueda,
quien durante muchos años ejerció de maestro de capilla de la catedral
de Cádiz. /En la imagen de la izquierda, Antonio Maqueda Castillo (1811-1905).


Como compositor, Caballero cultivó el teatro musical, obras de
concierto –muchas de marcado carácter popular- y música religiosa, “habiéndose significado en todos estos géneros –escribió Cuenca- por su inspiración lozana y técnica irreprochable”. Estas fueron sus principales composiciones:


ZARZUELAS

Ojeada al Puerto, con libreto del portuense
Manuel del Río García (ver nótula 1.206 de GdP) fue estrenada el 25 de
febrero de 1895 en el portuense Teatro Principal

No hay enemigo chico o el taller de un sombrerero en un día de fiesta solemne,
sainete lírico también escrito por Del Río, estrenado, sin éxito, el 18
de julio de 1898 en el Teatro del Vergel (de quita y pon, instalado en
el tramo de las Galeras a la Herrería).

-El apropósito lírico El repatriado, con letra
de Mariano López Muñoz expresamente escrito para ser representado, como
así fue en el Teatro Principal en 1900, por el joven (19 años) Pedro
Muñoz Seca, que por entonces daba los primeros pasos como autor teatral,
actor y cantante.


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El desaparecido Teatro Principal de la calle Luna hacia 1903.


La gitanilla, letra del también portuense Antonio Sucino Lorca (el de Nobleza… en el corazón, su obra más conocida), puesta en escena en el Teatro Principal en 1909.

Bailén, con letra (ojú) de José Millán Astray. Estrenada el 24 de septiembre de 1910 en el Teatro de las Cortes de San Fernando.

Ya llegó mi tío, letra de Mariano López Muñoz.

El ascenso, letra del portuense Rafael Benvenuty Morphy.

El libro del forro verde, letra del propio Caballero.


OBRAS DE CONCIERTO

El vinillo de mi tierra, ‘coro de actualidad’. Con letra de un joven Caballero, se interpretó en el Vergel en 1880.


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El Vergel del Conde, en una reproducción de un plano de El Puerto.


Morisma, parodia del capricho Moraima de Gaspar Espinosa de los Monteros, para orquesta.

Esperanza, melodía para violín y piano.

Un sueño, melodía para violín y piano.

Nubes de verano, tanda de valses para orquesta.

Nos entretendremos, vals característico para orquesta.


maestroaballero-12_puertosantamariaComienzo de la partitura del Himno de El Puerto de Fco. J. Caballero. / Archivo Municipal.


Himno al Puerto, pasodoble para banda y
orquesta, con letra de Caballero. Se estrenó en el Parque Calderón el 25
de julio de 1897. Arreglado para piano, copias de la partitura las puso
a la venta en la redacción de la Revista Portuense, a 2’50 pesetas.
Remodeló la composición en octubre de 1927. Las dos estrofas iniciales
decían: “A esta ciudad de claro cielo, / de alegres casas, con aire y
sol, / donde la virgen de los Milagros en un castillo se apareció; / en
estas notas y melodías, / hoy sus grandezas he de cantar / con el
cariño que a su Patrona / tienen los hijos de esta ciudad. / Los
atractivos que tiene El Puerto, / como su Parque de Calderón / y su
paseo de la Victoria, / el más famoso de la región; / su áurea playa de
la Puntilla / de suaves brisas, tranquilo mar; / sus arboledas y sus
viñedos / tienen por orla cerros de sal.



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Partitura de Vía libre (1921). / Archivo Municipal.


maestrocaballero_14_puertosantamariaVía libre,
galop (música de danza húngara de movimiento muy rápido) característico
para piano. Escrito en abril de 1901 y dedicado a Federico Laviña,
diputado a Cortes por El Puerto, la partitura la entregó para su arreglo
al Director de la Banda municipal, Veneroni, expresando su deseo de que
se conservase en el Archivo. /En la imagen de la izquierda, el ingeniero de montes y político liberal Federico Laviña y Laviña (1852-1932). / Foto, web geneall.net.


Puerto Alegre, pasodoble para banda y
orquesta. Caballero entregó la partitura en agosto de 1912 al Director
de la Banda de Álava para que figurara en su repertorio. En la Revista
Portuense del 14 de agosto de 1925 apareció esta simpática noticia: “Hace
unos días, estimados convecinos que tienen instaladas estaciones
receptoras de radiotelefonía, tuvieron ocasión de escuchar una onda
emitida por una estación vasca, de cuya audición formaba parte la
interpretación del bonito y aplaudido pasodoble Puerto Alegre, original
de nuestro querido amigo y colaborador don Francisco Javier Caballero.


¡Viva Rota!, pasodoble-himno para banda y orquesta compuesto en 1922.

Manolito (el torero Niño del Matadero),
pasodoble que lo interpretó en el Parque Calderón el Cuarteto Portuense
(los sres. Rodríguez Carribero -director-, Jarque, Nieto y Troncoso) en
junio de 1928.


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Manuel del Pino, Niño del Matadero (1911-1964).


-Diversos coros para voces y orquesta compuestos para ser interpretados por la Sociedad Coral.

Quejas de amor, barcarola.

Dime que sí, vals.


COMPOSICIONES RELIGIOSAS

Ave María, para tenor y orquesta: “obra magistral y delicadísima”,
al decir de Francisco Cuenca. Compuesta antes de 1913, sigue
interpretándose en la Prioral los 8 de septiembre, festividad de la
Patrona.

Himno de la Coronación de la virgen de los Milagros, para gran orquesta, con letra del autor. Compuesto en 1916 con motivo de las fiestas que celebraron tal acontecimiento.


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Portada del Himno de la Coronación (1916). / Archivo Municipal.


Gozos a la Virgen de los Milagros, para orquesta.


Cantiga 328 de Alfonso X, para orquesta. Estrenada el 8 de septiembre de 1929 y dedicada al historiador Hipólito Sancho, quien le facilitó el texto.


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El historiador Hipólito Sancho (1893-1964) en su casa de la calle Luna.


-Dos Himnos a Santa Cecilia, para coro y orquesta.

-colección de motetes al Santísimo Sacramento y varias letanías.


EL ESCRITOR Y GESTOR

Además de músico y compositor, Francisco Javier Caballero también tuvo
una decidida vocación como articulista y poeta, que dejó impresa en las
letras de sus composiciones. Desde la fundación de la Revista Portuense
en 1890, durante 28 años escribió de forma continuada en sus páginas,
habitualmente con el seudónimo Ventura. Al respecto, Manuel Martínez Alfonso dejó escrito: “Colaborador
asiduo de la Revista, versificaba en ella casi a diario, con esa
facilidad que tenía para el verso –si no para la poesía- y con ese
ingenio, malicia y buen humor que ponía en sus escritos.
” También fundó un periódico, La Crónica del Puerto, en 1888, que a los dos años se convirtió en edición del diario madrileño La Correspondencia de España.


Caballero colaboró durante muchos años para el Ayuntamiento, en el
negociado de Fiestas. A principios de siglo, entre otras tareas, era el
encargado de contratar a las compañías de teatro y zarzuela que algunos
veranos actuaban en el paseo del Vergel, ejerciendo ya a principios de
los años 20 de Jefe del Negociado de Fiestas.


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Alzados y planta del ‘Salón-Teatro Variedades’ que en 1909 se instaló en el paseo del Vergel. / Archivo Municipal.


Ya jubilado, en julio de 1927 Manuel Rubín de Celis escribió en la
Revista Portuense este sentido retrato del anciano Caballero: “SIC
TRANSIT.- Con paso lento, incierto y algo temblón, vemos pasar por
nuestras calles, a un ancianito agobiado por el peso de sus años
[74],
de sus achaques, y más que nada, por los sinsabores, las desilusiones,
los desengaños, las negruras de la soledad y el olvido. ¡Triste cortejo
que acibara casi siempre a la honradez! Todavía, a pesar de su lento
andar, se nota en su persona como recuerdos de vagas cadencias, como
ecos de una armonía lejana, casi ya imperceptible. Si os fijáis en su
semblante, sin que este ancianito se dé cuenta
de nuestra
inquisitoria, observaréis que su fisonomía está algún tanto como
empañada por angustiosa melancolía. Es, que el ancianito, tras los
sufrimientos morales que entristecen su alma, ahora, en el crepúsculo de
su vida se encuentra muy enfermo, y se ve también enferma a la digna
compañera de su existencia.
[…] Siempre veréis a este buen
ancianito, sin salir de su paso lento e incierto, paseando por este
Puerto de sus amores, sus alegres y tristes recuerdos de su bondadoso
corazón, no queriendo, mientras un hálito de vida le acompañe, dejar de
recorrer sus calles, jardines y paseos, frecuentar sus casinos,
sociedades y amistades, y sobre todo, visitar a la Virgen de los
Milagros.



Melancólica y triste semblanza del ocaso del músico portuense que se
agravó con el tiempo. A la altura de 1930, tres años antes de fallecer,
su situación económica no debía ser nada boyante, según se infiere de
este irónico y críptico anuncio que publicó la propia Revista Portuense
en septiembre de 1930:


AVISO AL PÚBLICO INTELIGENTE.- Cede un piano con
cuerdas cruzadas, con clavijero de hierro, en 1.250 pesetas, dadas a
tiempo, sin intereses vencidos, dádivas ni documentos.


Dará noticias e informes el vendedor del piano.

-¿Quién?

-D. Javier Caballero.





Hoy, la memoria del ‘maestro Caballero’ ha quedado en la calle a él dedicada (frente al Resbaladero) y, sobre todo, en el Ave María que cada 8 de septiembre resuena en la Prioral. / Texto: Enrique Pérez Fernández.














2.347. IGLESIA MAYOR PRIORAL. El Vaticano la erigirá Basílica el 25 de enero.



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Ayer se recibía en la Iglesia Mayor Prioral la noticia desde el
Vaticano que comunicaba que el primer templo local, –que ya era
Santuario Diocesano desde septiembre de 2013–, será erigido Basílica, el
próximo 25 de enero, festividad de la conversión del apóstol Pablo. A
las 12 del mediodía, en una ceremonia eucarística presidida por el
Obispo de Asidonia-Jerez, José Mazuelos, se leerá el decreto de la Santa
Sede que le concede el título. A partir de entonces, el templo podrá
lucir en el altar mayor dos signos de la dignidad papal y la unión con
el Vaticano: el conopeo o ubráculum -es una pieza
histórica de la indumentaria e insignias papales, usada en principio
para proveer de sombra al Romano Pontífice. También conocido como
pabellón– y una campana de metal de pequeñas dimensiones, montada en un
campanario portátil sobre un báculo, de nombre tintinábulo.


El colaborador de Gente del Puerto, Luis Suárez Ávila elaboró una
reseña histórica sobre la Prioral, que fue adjuntada entre los
documentos que se presentaron a Roma, y que reproducimos para nuestros
lectores.


BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE LA SANTA Y CONSAGRADA IGLESIA MAYOR
PRIORAL DE NUESTRA SEÑORA DE LOS MILAGROS CORONADA, SANTUARIO MARIANO
DIOCESANO EN EL PUERTO DE SANTA MARÍA.
 


I. La imagen de “Santa María del Puerto, por otro nombre Nuestra Señora de los Milagros” y su devoción.


En torno a la imagen mariana de Santa María del Puerto, se inició una
fuerte corriente devocional ininterrumpida desde los años 1260 hasta la
actualidad.


alfonso_x_puertosantamaria2Alfonso
X El Sabio al hacerse con Alcanate y sus alquerías, mediante pactos con
el alguacil moro, colocó en la antigua mezquita, que convirtió en
Santuario fortificado, una imagen de Nuestra Señora sedente, con el Niño
en los brazos. Los primeros repobladores de la alquería, comenzaron a
aclamar este nombre, Santa María del Puerto, contra los pactos que el
Rey había hecho con al alguacil moro y, al final, pese a las penas
impuestas a los que tal nombre pronunciaran, se terminó, lo dice la
Cantiga 368, con que Santa María, milagrosamente, dilucidó el pleito de
otro modo y pudo llamarse la nueva población Santa María del Puerto y
luego El Gran Puerto de Santa María como se lee en la Carta Puebla de
1281. /En la imagen de la izquierda, “Aparición de la Virgen a
Alfonso X” Cuadro de grandes dimensiones que se exhibe en el Auditorio
Municipal San Miguel. Anteriormente se encontraba situado en la escalera
del antiguo Ayuntamiento de Plaza de Peral, para donde fue
originalmente concebido. Ha sido restaurado por los técnicos de Museo
Municipal, Javier de Lucas y Juan José López Amado
r. /Foto Servicio Municipal de Restauración del Excmo. Ayuntamiento).


En loor a la imagen milagrosa, el Rey Sabio compuso 24 Cantigas, todo
un cancionero propio, que relata los avatares de la construcción del
santuario fortificado y los hechos milagrosos que en él se estaban
produciendo.


Las noticias que corren sobre la fama de este Santuario, hace que se
fomente la asociación de fieles devotos, al principio llamados “freires
de Nuestra Señora” en las Cantigas, y, luego, es objeto de muchos
legados en testamentos del siglo XIV, que dejan mandas para la cera o
para el mantenimiento del culto de Nuestra Señora, a los hermanos de
Santa María del Puerto.


La imagen, de una vara castellana de altura, con el rostro
resplandeciente, moreno, como la vio Don Juan de Ledesma y relata en su
manuscrito de la Biblioteca Colombina, sufrió una primera modificación
en el siglo XIV. Su rostro y sus manos fueron encarnadas en negro,
porque habían aparecido unos iconos marianos bizantinos en los que, por
la desnaturalización de sus barnices, parecía oscura su tez. Se
corrieron las voces de que eran el verdadero retrato de la Virgen, hecho
por San Lucas, al que se atribuye la fama de haber sido pintor. Esta
corriente afectó a muchas imágenes españolas –a veintiocho–, y otras
muchas europeas. La Iglesia zanjó la cuestión con el hermoso versículo
del Cantar de los Cantares: Nigra sum sed formosa.


virgenmilagros_prioralfachada_puertosantamaria


Fachada de la Puerta del Sol de la Prioral. En el segundo cuerpo,
aparece entre dos hornacinas con figuras, la patrona de la Ciudad
.


El aspecto de la imagen en 1572, es el que aparece en el intradós de
la Puerta del Sol de la Prioral, ya vestida de telas y, de mayor altura,
con corona real cerrada y con el Niño Jesús añadido. A sus pies, la
luna. En efecto, por esas fechas y dado el mal estado en que se
encuentra la imagen, por el ataque de insectos xilófagos, se corta y sus
restos se emparedan siguiendo la costumbre de la época. Al busto de la
primitiva, se le añade un trozo de imagen de origen desconocido, para
darle la altura que actualmente tiene y, en 1691, los Duques de
Medinaceli le regalan una coraza y traje de plata con que recubren todo
el cuerpo de la imagen, a la que se añaden brazos articulados de plata
con manos de escultura y un Niño Jesús nuevo. A esta imagen, enmarcada
la cara con un rostrillo, se le viste con sayas de mangas de ángel y
mantos de telas bordadas y brocateles. A sus pies se coloca una media
luna de plata del siglo XVII y, en la cabeza, corona real cerrada.


El movimiento asociativo devocional en torno a esta sagrada imagen
parte del propio siglo XIII y, en 1602, existen unos estatutos de la
Esclavitud de Nuestra Señora de los Milagros que citan otros de un siglo
antes. Así, la Esclavitud de Nuestra Señora, junto con otras
Asociaciones piadosas, como el Rosario de Señoras, la Hermandad de la
Virgen de la Lumbre, la Asociación Sabatina y otras menores, se
convierten, por Breve de Benedicto XIV, en la Archicofradía y Esclavitud
de Nuestra Señora de los Milagros que subsiste hasta nuestros días.


virgenmilagros_litografiasxix-puertosantamaria2La
imagen es, desde 1260, titular de la Ciudad y Gran Puerto de Santa
María y, luego, su Patrona y Protectora. Fue nombrada Alcaldesa
Honoraria Perpetua de la Ciudad y, en su escudo, desde el siglo XIV,
campea su efigie sobre un castillo que está sobre las aguas, en recuerdo
de la leyenda de su aparición al Rey Alfonso X sobre las almenas del
Castillo, llamado hoy de San Marcos, que el propio Rey Sabio convirtió
en Santuario fortificado de Nuestra Señora. /En la imagen de la izquierda, litografía que tuvo mucha circulación en el siglo XIX.


Los primeros Estatutos conservados de su Archicofradía, entonces
Hermandad, hablan de “Santa María del Puerto, por otro nombre Nuestra
Señora de los Milagros”. Y es que, por su intercesión, se obraron tantos
prodigios que su fama la hizo ser “la de más devoción, milagros y una
de las de más antigüedad de toda España”, dice un documento de 1602.
Desde los pequeños y cotidianos desarreglos: la pérdida del azor, por el
Infante don Manuel; la falta de madera o de piedra para proseguir la
construcción del Santuario fortificado de Santa María; la curación del
caballo del escribano del Rey; hasta el hallazgo de la salud por tantas
gentes que acudían a ponerse a sus pies; el propio Alfonso X experimentó
el poder de Santa María del Puerto en sí mismo: sus piernas
hinchadísimas, que no le cabían en las calzas, quedaron curadas tan
pronto como invocó el nombre de esta Señora y vino a postrarse ante
ella. Todo, lo grande y lo pequeño, fue solucionado por Santa María do
Porto que mereció tener todo un Cancionero propio en las veinticuatro
Cantigas que el Rey Sabio le dedica. Un gran número de poetas de los
Siglos de Oro, del barroco, del neoclasicismo, del romanticismo y de las
vanguardias han cantado las glorias de Nuestra Señora de los Milagros y
sus cultos anuales son convocados, en el día de su Natividad y en su
octava, por su “Archicofradía y Esclavitud, por el Venerable Clero, el
Cabildo de la Ciudad y el católico vecindario”. Desde tiempo inmemorial
el camarín de Nuestra Señora está cuajado de exvotos de plata y
pictóricos en recuerdo de sus gracias y milagros.


alfonsox_castillos_leones_puertosantamaria2La
devoción de las personas de la realeza por esta imagen de Nuestra
Señora va desde el propio Rey Alfonso X, el Infante don Juan Manuel,
hasta el Príncipe Manuel Filiberto de Saboya que fue su devoto esclavo y
Patrono de su capilla, y fueron miembros de la Archicofradía y
Esclavitud los reyes Felipe V e Isabel de Farnesio y los infantes don
Fernando y don Carlos, que luego serían Fernando VI y Carlos III que en
los años 1729 y 1730 asistieron a su procesión y a la solemne octava de
la Santísima Virgen.


La Archicofradía y Esclavitud tiene cartas de hermandad con la
Compañía de Jesús, con los Dominicos, con los Mínimos, con las
Concepcionistas Franciscanas, con las Capuchinas, con las Comendadoras
del Espíritu Santo, y tiene numerosos breves y bulas papales con gracias
e indulgencias, además de las concedidas por muchos Arzobispos y
Obispos.


Un hito en la devoción de Nuestra Señora fue su coronación canónica
el 8 de septiembre de 1916, por Breve de S.S. Benedicto XV, coronación
que efectuó el Cardenal Enrique Almaraz y Santos, Arzobispo de Sevilla a
cuya Archidiócesis perteneció El Puerto desde su reconquista hasta
1980. Fue la primera imagen mariana coronada en la provincia de Cádiz.


Así pues, la imagen de Nuestra Señora de los Milagros que se
encontraba al culto en el Santuario fortificado de Santa María de El
Puerto, única parroquia que existía en la Ciudad, fue trasladada al
nuevo templo que se comenzó a construir, extramuros, en el lugar llamado
el Pozo Santo, ante el crecimiento de la población y la pequeñez de la
primitiva parroquia. Sobre el traslado de la imagen, en el siglo
anterior, a principios del XV, al nuevo templo y otros extremos trata el
vicario Martín de Radona en su famoso Informe de 1561 dirigido al
Provisor del Arzobispado de Sevilla.


II. La construcción del nuevo templo Prioral de Santa María
del Puerto, vulgo del Pozo Santo. El priorato, concesión de Sancho IV.
Capillas y patronos.



En un lugar, extramuros de la villa del Gran Puerto de Santa María,
denominado el Pozo Santo, referente en todo el Libro del Repartimiento,
se acordó construir la nueva iglesia. Era el Pozo Santo el sitio donde,
según la leyenda, estuvo escondida en tiempos de los moros, la imagen de
Nuestra Señora con todo su ajuar desde 1253 hasta 1260. Allí, al
parecer, fue encontrada después de inspeccionar, en la reconquista de la
ciudad, todos los pozos. En la actualidad ese pozo medieval se conserva
y está situado en el empedrado exterior de la Prioral.


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