viernes, 12 de febrero de 2016

Peñas de San Pedro - Wikipedia, la enciclopedia libre

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Peñas de San Pedro
Municipio de España
Escudo de Peñas de San Pedro.svg

Peñas de San Pedro.png
País Flag of Spain.svg España
• Com. autónoma Flag of Castile-La Mancha.svg Castilla-La Mancha
• Provincia Bandera provincia Albacete.svg Albacete
• Comarca Sierra de Alcaraz
• Partido judicial Albacete
• Mancomunidad Sierra de Alcaraz y Campo de Montiel
Ubicación 38°43′36″N 2°00′07″OCoordenadas: 38°43′36″N 2°00′07″O (mapa)
• Altitud 1015 msnm
• Distancia 32 km a Albacete
Superficie 158,75 km²
Población 1431 hab. (1431  (2015))
• Densidad 8,85 hab./km²
Gentilicio peñero,-ra
Código postal 02120
Pref. telefónico 967
Alcalde Antonio Serrano Aguilar
Patrón Santísimo Cristo del Sahúco
Patrona Nuestra Señora de la Esperanza
Sitio web www.penasdesanpedro.es
[editar datos en Wikidata]
Peñas de San Pedro es un municipio español, perteneciente a la provincia de Albacete, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Se encuentra a 32 km. de la capital de la provincia. Pertenece a la comarca de la sierra de Alcaraz. Peñas de San Pedro incluye las pedanías
de Cañada del Salobral (o Molina), Casa Cañete, El Colmenar, El
Fontanar de Alarcón, El Fontanar de las Viñas, La Fuensanta, La Rambla,
El Roble, El Royo, El Sahúco, La Solana y El Valero.



Índice

Geografía

Peñas de San Pedro está situado en el centro de la provincia, entre la sierra de Alcaraz (en las estribaciones del Sistema Bético)
y la llanura de La Mancha de Montearagón. En su parte norte el término
aún participa de la llanura manchega, pero pronto el terreno empieza a
ondularse anunciando la sierra albaceteña.


El término municipal
de Peñas de San Pedro ocupa una extensión de 158,75 km² y se encuentra a
1015 m sobre el nivel del mar. El municipio se incardina dentro de las
coordenadas: Latitud: 38° 43' 36" N y Longitud: 2° 00' 07" 0, siendo sus
antípodas naturales la ciudad neozelandesa de Gisborne, más en concreto Poverty Bay.


Límites del término municipal de Peñas de San Pedro
Noroeste: Albacete y Pozuelo Norte: Albacete Noreste: Albacete
Oeste: San Pedro Rosa de los vientos.svg Este: Pozohondo
Suroeste Casas de Lázaro Sur: Alcadozo Sureste: Alcadozo y Pozohondo

Historia


Iglesia Ntra. Sra. de la Esperanza de Peñas de San Pedro.
Los orígenes de la localidad son remotos, y hay autores que la identifican ya en relación al dominio cartaginés. En el Museo Arqueológico de Albacete se conservan dos vasijas cerámicas datadas en la Edad del Bronce halladas en Peñas de San Pedro.


Parece ser que en la época romana fue conocida como Castrum Altum. Ya
antes de la ocupación musulmana (que tuvo lugar hacia 928-929) debía
tener un nombre similar al actual, apareciendo citada en textos árabes
como San Bitru o Sanfiro. En los textos latinos del siglo XIII aparece citada como Rupe Sancti Petri, probablemente haciendo referencia a la denominación anterior a la conquista.


Prácticamente hasta inicios del siglo XIX
la historia de Peñas de San Pedro ha estado en relación a su
castillo-fortaleza, en cuya cumbre estuvo situada la localidad hasta que
los tiempos más tranquilos permitieron que bajara a su actual
localización.


El castillo es una impresionante meseta de roca, que se eleva
verticalmente casi cien metros desde su base, y casi doscientos sobre la
llanura, únicamente accesible por un camino amurallado situado en su
lado sur. Todo el conjunto está amurallado y en el interior del recinto
se encuentran ruinas de antiguas edificaciones.


Durante la Reconquista
el castillo cobró importancia al acercarse a esas latitudes la
frontera. Hacia 1216-1217 fue fugazmente ocupado por las tropas
castellanas, pero aproximadamente un año después el capitán de frontera
Muhammad ibn Yusuf ibn Hud al-Yudami (que con el tiempo sería el primer
Rey de Murcia), al frente de 500 hombres tomó por sorpresa el castillo,
escalando de noche la escarpada roca y la muralla, matando al centinela
castellano y obligando a rendirse a los defensores tras prender fuego a
la puerta de la torre en que habían buscado refugio.


Años después se produjo la definitiva ocupación cristiana, que hubo de tener lugar en fecha algo anterior a la conquista del Reino de Murcia, quedando integrada dentro del alfoz de Alcaraz,
aunque perteneciendo a la Diócesis de Cartagena. En 1242 es entregado
el castillo (y con él la aldea) a Sancho Sánchez de Mazuelo, volviendo
posteriormente a Alcaraz a cambio de la aldea de Tobarra. En 1305
Alcaraz debe proceder a una nueva repoblación de Peñas de San Pedro,
debido a las duras condiciones de vida en lo alto de la roca.


Desde la época de la conquista castellana se produjeron diversos
intentos de conseguir la autonomía respecto a Alcaraz, no lográndose el
título de villa hasta 1537, bajo el reinado de Carlos I.
Por esa época, una vez pasado el peligro de las incursiones musulmanas,
debió de empezar el pueblo a descender al pie del castillo.



Castillo de Peñas de San Pedro.
Aunque en el siglo XVIII
todavía vivían vecinos en lo alto de la roca, que conservaba su
iglesia, prácticamente toda la población había descendido al pie del
castillo, construyéndose el edificio del Ayuntamiento, la iglesia de
Ntra. Sra. de la Esperanza, el "pilar" (fuente pública que tiene su
manantial bajo el castillo) y diversas casas que aún se conservan.


Hasta 1833, en que se crea la actual provincia de Albacete, el
término municipal de Peñas de San Pedro era muy extenso, ocupando unos
625 kilómetros cuadrados. En esa fecha se produjo la segregación de los
actuales municipios de Pozohondo, Alcadozo, San Pedro y el Pozuelo.


En 1836, durante la 1ª Guerra Carlista, el castillo fue ocupado por
las tropas del general Cabrera. Por esa época el pueblo, que ya estaba
totalmente al pie del castillo, construyó una pequeña muralla alrededor
de la localidad para su defensa, de la cual aún se conservan algunos
restos. Años después, como consecuencia de la Desamortización, el
castillo pasó a manos particulares.


En la década de 1970 esta localidad conoció una gran actividad como
consecuencia de la construcción en su subsuelo del túnel del Talave,
perteneciente al Acueducto Tajo-Segura. Esta importante obra pública
hizo que aumentara en esa época la población y mejorara la situación
económica de la localidad, aunque con el fin de la obra se produjo un
"efecto rebote" con una importante emigración en pocos años.


Actualmente el Ayuntamiento gracias a los ingresos por los molinos de
viento instalados en sus terrenos ha saneado sus cuentas y construido
piscina, pistas deportivas, y plaza de toros. La muralla del castillo ha
sido restaurada y en su ladera se han construido viviendas VPO
promovidas también por el Ayuntamiento.


Demografía

En 2015 contaba con 1.431 habitantes, según datos del INE. En los últimos quince años ha habido estabilidad demográfica, aunque en niveles inferiores a los de buena parte del siglo XX (1900: 2.973 habitantes; 1950: 3.730, máximo histórico de los datos decenales del INE).


Evolución demográfica
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
1.230 1.211 1.188 1.182 1.225 1.222 1.237 1.255 1.283 1.291 1.311 1.356 1.360 1.379 1.405 1.431

Evolución demográfica por datos decenales, 1900-2005.

Clima

El clima en Peñas de San Pedro es cálido y templado. De acuerdo con
Köppen y Geiger este clima se clasifica como Csa, es decir, un clima
mediterráneo, el cual cuenta con lluvias estacionales y temperaturas
cálidas en verano. Este tipo de clima se da, además de en la cuenca
mediterránea, en zonas de Chile, Australia, California y Europa
meridional. Este clima se caracteriza por inviernos templados y
lluviosos y veranos secos y calurosos, con otoños y primaveras
variables, tanto en temperaturas como en precipitaciones. La temperatura
media anual en Peñas de San Pedro se encuentra a 12.7 °C. La
precipitación es de 463 mm al año. El mes más caluroso del año con un
promedio de 22.9 °C es julio. El mes más frío del año es enero donde se
alcanzan de media temperaturas de 4.5 °C. La diferencia de
precipitaciones entre el mes más seco y el mes más lluvioso es de 47 mm.
Las temperaturas medias varían durante el año en unos 18.4 °C.1


Política

Alcaldes de Peñas de San Pedro desde las elecciones democráticas de 1979 2 3


Alcalde Inicio del mandato Fin del mandato Partido
Insertar Nombre 1979 1983 Unión de Centro Democrático (UCD)
José Bravo González 1983 1987 Partido Socialista Obrero Español (PSOE)
José Bravo González 1987 1991 Partido Socialista Obrero Español (PSOE)
José Bravo González 1991 1995 Partido Socialista Obrero Español (PSOE)
Antonio Serrano Aguilar 1995 1999 Partido Popular (PP)
Antonio Serrano Aguilar 1999 2003 Partido Popular (PP)
Antonio Serrano Aguilar 2003 2007 Partido Popular (PP)
Antonio Serrano Aguilar 2007 2011 Partido Popular (PP)
Antonio Serrano Aguilar 2015 En el cargo Partido Popular (PP)

Turismo y Patrimonio

Colección Museográfica Parroquial

Fue a principios de la década de 1970 cuando, a iniciativa de un
grupo de jóvenes peñeros con gran inquietud cultural, se inicia el
proceso de recuperación y restauración de algunas piezas artísticas y
enseres religiosos que se encontraban retirados en cámaras y otras
dependencias de la iglesia. La intención de estos jóvenes era la
conservación y exposición al público de un patrimonio que forma uno de
los conjuntos barrocos más importantes de la provincia de Albacete. El
principal elemento de este conjunto es la iglesia parroquial de Nuestra
Señora de la Esperanza, que sirve, a la vez, como marco donde se alberga
gran cantidad de imágenes escultóricas religiosas, objetos de culto y
otros enseres relacionados con la liturgia. Con esta iniciativa se formó
el Museo Parroquial.


Esta labor ha sido retomada recientemente y, con la misma ilusión de
aquellos que emprendieron la tarea, se acometió el acondicionamiento de
las salas que albergan la exposición dotándolas de medidas de seguridad,
iluminación adecuada y unas buenas condiciones para la exhibición de
las piezas que componen el museo. El resultado de este trabajo es la
reinauguración el día 7 de junio de 2003 de lo que se denomina Colección
Museográfica Parroquial de Peñas de San Pedro.


La visita a esta colección se inicia en la entrada principal de la
iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Esperanza, donde puede leerse
una descripción de las características arquitectónicas del templo, y
continúa con un recorrido por la nave central y las capillas laterales
en las que puede contemplarse una rica imaginería.


Desde el templo se accede a las diferentes salas que albergan la
colección museográfica. En la planta baja, junto a la escalera que da
acceso a las salas del primer piso, nos encontramos con una exposición
de restos arqueológicos hallados en el término municipal (monedas y
algunos restos de piezas de cerámica), y piezas de arquitectura
procedentes en su mayoría de la antigua iglesia del castillo. Entre
estas últimas sobresalen varias claves góticas, bustos de piedra
(probablemente imágenes de santos), restos de una labra heráldica,
restos de frisos y distintas piedras de molino.


La visita prosigue en la primera planta en la que se encuentran
varias salas perfectamente acondicionadas para la exposición. En ellas
se puede admirar una colección de objetos de orfebrería religiosa entre
los que podemos destacar tres custodias, una de las cuales posee gran
valor sentimental ya que fue realizada con las joyas donadas a tal fin
por las gentes del pueblo. Además, la colección incluye varios cálices
del siglo XVIII
ricamente decorados, un incensario con su naveta, copones, coronas y
otros objetos utilizados para el culto religioso. Una pieza destacada de
esta colección es un plato limosnero de latón del siglo XVI procedente de Flandes.


En una de estas salas se alberga el archivo y la librería, que
contiene una colección de libros impresos a partir de mediados del siglo XVI,
la mayoría de teología, moral y vidas de santos. La biblioteca incluye
también algunos ejemplares de contenido profano: las obras de Virgilio,
libros de medicina, farmacia, gramática, diccionarios, etc. El Archivo
Parroquial de Peñas de San Pedro, con los libros de bautismos,
defunciones, cuentas de fábrica y misas perpetuas, también se halla en
esta dependencia y puede ser consultado para su estudio e investigación,
previa solicitud a los encargados de la colección museográfica.


En las vitrinas de la sala principal se encuentran expuestos varios
misales antiguos, así como libros de coro en pergamino y distintos
documentos relacionados con personajes del pueblo, como Juan Nepomuceno
de Lera (1755-1831), obispo de Barbastro y Segovia y diputado en las Cortes de Cádiz por la provincia de La Mancha.


El museo alberga en sus salas algunas piezas de especial valor, como una escultura gótica del siglo XV realizada en mármol alabastrino, y varios cristos crucificados de estilo barroco,
de los que sobresale uno de marfil. Relicarios, sagrarios y otras
piezas bordadas en hilo de oro y pedrería, entre las que destacan los
sudarios del Cristo del Sahúco y del Cristo de los Afligidos y el manto
de la Virgen de los Dolores, forman también parte de esta colección.


Es necesario mencionar también la colección pictórica de los siglos
XVII y XVIII, especialmente algunos cuadros de buena escuela como El
Calvario y la Virgen del Rosario. Sobre todo por su gran tamaño destaca
la boca porte del camarín con la imagen de Nuestra Señora de la
Esperanza, titular del templo.


La colección se completa con dos pequeñas salas que recogen la
historia de la milagrosa Cruz del Castillo, cuyos relatos se pueden leer
en el libro manuscrito Milagros de la Santa Cruz de la Villa de las
Peñas de San Pedro, (1608-1742). Por último la colección se cierra con
la sala que alberga algunos recuerdos de la tradición religiosa del
Cristo del Sahúco, que durante siglos se ha venido celebrando
ininterrumpidamente en Peñas de San Pedro.


Actualmente la colección museográfica parroquial forma parte de la red de museos de la provincia de Albacete.


Santuario del Sahúco

La aldea del Sahúco alberga el santuario del Cristo, punto de
encuentro de los peñeros y peñeras en las fechas señaladas de la traída y
la llevada del Cristo del Sahúco. El santuario dispone de un albergue
parroquial anejo, ideal para grupos amantes de la naturaleza y del
recogimiento, donde todos los años algunos chicos y chicas del municipio
y otros pueblos de alrededor se dan cita durante unos días de
convivencia en las colonias.


La ermita del Cristo incluye una de las joyas de la arquitectura religiosa del municipio: el Camarín del Cristo.


Se trata de una sala de planta octogonal, de delicado estilo rococó
dieciochesco, con una rica decoración en rocallas, madera policromada y
magníficos dorados. Destinado para albergar la imagen de Cristo
Crucificado, todos sus elementos decorativos hacen referencia a su
pasión y muerte, a excepción de la lámpara central de bronce en forma de
planta de calabaza, que simboliza el principio de la vida. Se cierra
este conjunto artístico con un suelo de mosaico procedente de Manises,
que muestra en su centro el nacimiento de la calabaza como símbolo de la
vida.


Detalles Urbanos

En Peñas de San Pedro encontramos un gran número de casas que se
podrían calificar de señoriales y cuya distribución interior es muy
similar. Este tipo de vivienda dispone primeramente de un cancel o
cancela, contrapuerta que ajustada a la puerta de entrada forma una
especie de pequeño zaguán, cuya finalidad era resguardar la casa del
frío y las corrientes de aire. Le sigue un portal que hace la función de
recibidor y distribuidor de las salas de la casa, una pequeña sala de
estar a uno de los lados y un salón mucho mayor en el lado contrario. Es
de suponer que la pequeña era la salita de diario de los dueños de la
casa, mientras que el salón servía para recibir a las visitas.


Al fondo, después de la escalera que conduce al piso superior, se
encuentra la cocina y alguna otra dependencia para el servicio o los
trabajadores de la casa. La escalera, en ocasiones con una barandilla de
obra, conduce a los aposentos del piso superior, habitaciones muy
amplias que suelen disponer de chimenea.


Este tipo de vivienda ha sido muy bien conservada en gran cantidad de
casas muy antiguas como algunas de la calle Castillo, Mesones y plaza
Mayor.


Merece especial mención la Casa Pintada que se cita en varios
documentos y que, probablemente, se corresponda con la de la calle
Castillo citada anteriormente, donde se pueden observar restos de una
decoración pintada en su fachada a modo de arquitectura fingida.


Peñas de San Pedro conserva un buen número de arcos y portadas
antiguos en las entradas principales de sus casas, en su mayoría de
sillería, aunque también hay algunos arcos de ladrillo bien conservados.
La decoración y estructura de estas portadas y arcos, muy rica y
variada, nos permite disfrutar de algunos detalles de la arquitectura
popular de los siglos XVIII y XIX.


Destacan algunos por su originalidad, como los dos arcos apuntados
que se conservan en la calle Castillo, y en el callejón del Colegio
respectivamente; la portada que podemos contemplar en la llamada casa
del Patuleo de la calle Doña Ana, con dintel y jambas de una sola pieza;
la portada de la calle Perete, nos ofrece una magnífica decoración de
piedra tallada. El Ayuntamiento cuenta también, en su entrada principal,
con una magnífica portada de sillería.


Paseando por las calles de Peñas de San Pedro nos podemos deleitar
contemplando un buen número de rejas y balcones de forja, algunos de
gran antigüedad, con abundante variedad de diseños y decoración. La
originalidad e interés de todas y cada una de estas rejas y balcones
supone una dificultad a la hora de elegir algunas para su mención,
aunque podemos destacar la reja en semicírculo de la calle Ricardo
Aranaz, el balcón de la farmacia, en la calle de la Fuente, que conserva
la inscripción de la fecha de su construcción en 1709,
o las rejas de la placeta de Los Olmos. Algunas de estas rejas ofrecen
ricos detalles de decoración y trabajo en forja que merece la pena
observar con detenimiento.


El Pilar

Fuente pública que fue construida en el año 1773, durante el reinado de Carlos III,
cuando la población de Peñas de San Pedro, procedente de lo alto del
castillo, se instaló definitivamente en su falda. Se trata de una
conducción subterránea de agua procedente, precisamente, de la ladera
del castillo y que ha servido durante más de dos siglos de fuente de
vida para la población de la villa. El pilar es una construcción en
piedra con un caño de salida de agua y dos balsas contiguas donde se
almacena, para que las caballerías pudiesen beber al inicio y al término
de la jornada de trabajo en el campo. En sus alrededores el suelo está
empedrado para evitar el encharcamiento. Una horma la separa de la calle
La Fuente y de la placeta del Pilar.


La fuente del pilar ha sido para la población de Peñas de San Pedro
sitio de encuentro, lugar de inicio de la actividad diaria y testigo del
progreso del pueblo. Desde su inauguración, tal y como puede leerse en
la inscripción de su pared principal, el agua proveniente de la base del
castillo ha estado fluyendo constantemente de forma generosa para los
vecinos de Peñas de San Pedro y visitantes de la localidad durante
varias generaciones. La historia de la villa y el paso del tiempo se
pueden contemplar en la piedra desgastada por las huellas de los
cántaros, cubos y otros recipientes con que los peñeros y peñeras se han
acercado a coger agua.


Plaza Mayor y Ayuntamiento

La Plaza Mayor, centro neurálgico de la villa, está presidida por el
Ayuntamiento, una construcción de planta irregular en la que destacan su
fachada y la torre del reloj.


El edificio, declarado Bien de Interés Cultural en el año 1982, es de estilo barroco
y consta de dos cuerpos claramente diferenciados por pronunciada
imposta sobre la que se asienta el balcón corrido a lo largo de toda la
fachada. El cuerpo inferior está constituido por un amplio atrio al que
puede accederse a través de cuatro arcos de medio punto, con molduras en
el trasdós, que se apoyan sobre pilares cuadrados. Este espacio daba
cobijo a la lonja municipal.


El cuerpo superior está formado por una galería porticada de ocho
arcos de medio punto, dos por cada uno de los del piso inferior, que se
asientan sobre pilares cuadrados en una línea perfectamente armónica con
los arcos inferiores.


La torre del reloj, en forma de prisma regular de cuatro caras y de
planta rectangular, consta de cuatro cuerpos separados por tres líneas
de imposta. Los dos primeros cuerpos coinciden con la estructura de las
dos plantas de la fachada principal. El tercer cuerpo alberga el reloj
del Ayuntamiento. El cuarto y último cuerpo, típico de un campanario
eclesial y en el que se alojan las campanas del reloj, se corona con
tejado piramidal.


Casco Urbano

La villa se encuentra actualmente situada al pie del castillo,
extendiéndose desde sus estribaciones por un terreno en pendiente hasta
la llanura, lo que le confiere unas características urbanas a caballo
entre las de La Mancha y las de la sierra. La villa estaba antiguamente
protegida por una muralla que, partiendo de la entrada a la peña del
castillo, rodeaba el pueblo hasta el barrio más alto, con tres entradas
conocidas como La Puerta de Madrid, La Puerta de Hellín y La Puerta de
Bogarra. Actualmente quedan algunos restos de esta muralla que se pueden
contemplar mientras se da un paseo por el pueblo.


Parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza

El templo parroquial de Nuestra Señora de la Esperanza se llamó
inicialmente de Santa María de la Mayor Esperanza y Santa Librada
Mártir, en honor a la Virgen de la Esperanza y a Santa Librada, cuyo
martirio en la cruz está representado en la cúpula.


Este hermoso templo de gran volumen y belleza se empezó a edificar a inicios del siglo XVIII,
como parte del importante proceso renovador que afectó a la mayoría de
las grandes parroquias de la diócesis de Cartagena. Ubicado en el
corazón del pueblo, presenta la cabecera a poniente y los pies a
levante.


Construcción y origen


El obispo Luís Belluga y Moncada, en los primeros años del siglo
XVIII, mandó “fabricar abajo una Iglesia de cuarenta varas de largo y
diez de ancho en la forma que lo planteara el maestro mayor del obispado
señalando el sitio y todo lo demás que convenga a su hermosura y
firmeza de la fabrica”, según aparece en el Libro de cuentas de fábrica,
Peñas 89, que se encuentra en el Archivo Parroquial. Ordena también que
se bajen diversos elementos arquitectónicos de la iglesia del castillo
para ser utilizados en la construcción de la nueva. Siendo cura don Juan
Tomás Luyando se produjo la visita del maestro mayor del obispado, Juan
Fernández, para reconocer el terreno y estudiar el asentamiento del
templo. Acto seguido y aceptada su ubicación, se compraron cuatro casas y
un corral, que se pagaron a sus propietarios ante el escribano Diego
García Soriano.


Con fecha de 16 de junio de 1716 se plantea la obra de la nueva
iglesia, bajo la supervisión del maestro mayor Bartolomé de la Cruz
Valdés. Se empiezan a demoler las casas, a limpiar el terreno y a
levantar el templo, bajo la dirección del arquitecto Cosme Carreras,
enterrado, por cierto, en esta villa, y del maestro alarife Pedro Ruiz
Almagro. En 1747, cuando se empezó a utilizar para el culto, mandó el
señor visitador don Manuel Rubín de Celis al maestro Juan Jesús de
Funes, que rematase la obra de la torre. Por el mismo año, se realizó el
cierre de la cúpula. Será a finales del siglo XVIII cuando se lleve a
cabo una ampliación del templo con la construcción de dos nuevas
capillas, comprando, para ello, cinco casas colindantes. El arquitecto y
maestro del obispado fue don Lorenzo Alonso Franco. Comenzó la
ejecución de la obra un 13 de diciembre de 1794 y se terminó el 27 de
mayo de 1797.


Estructura


La iglesia tiene planta de cruz latina de una sola nave, cubierta por
una bóveda semicircular, con capillas de planta cuadrada entre los
contrafuertes, adosadas e intercomunicadas, por las que puede llegarse
al crucero.


Las capillas se abren a la nave central por arcos de medio punto con
pilares sin basa, y están cubiertas por bóvedas de arista. Por la
cúpula, cuyas dimensiones concuerdan con la amplitud de la nave, la luz
penetra resaltando los elementos arquitectónicos. Entre el primer anillo
de la cúpula y los arcos torales, encontramos las pechinas, con un
medallón en cada una, rodeados por relieves de follaje vegetal de
estuco, donde están representados los cuatro Padres de la Iglesia de
Occidente: san Agustín, san Ambrosio, san Gregorio y san Jerónimo. El
tambor está dividido en tres anillos: entre el primero y segundo tenemos
ocho infantes o serafines, y entre ellos elementos decorativos de
estuco. Entre el segundo y tercero hay ocho ventanales y ocho santas
vírgenes rodeadas de ornamentación de estuco, de las que se identifican
claramente dos: santa Quiteria y santa Librada. En el cenit se encuentra
un elemento decorativo a modo de florón, compuesto por ocho cabezas de
ángeles y abundante decoración dorada, del cual desciende un angelote de
yesería privado de alas, que en su tiempo portaría cartela. En los
lunetos más próximos a la cúpula, tenemos las imágenes de los tres
arcángeles, san Miguel, san Rafael y san Gabriel, y del santo Ángel de
la Guarda realizadas en yesería. En los lunetos del presbiterio se
encuentran santo Tomás de Villanueva y san Fulgencio.


En la amplia nave central altísimas pilastras, sencillas, con basa,
cajeadas y de orden jónico, entre las que se abren las arcadas de las
capillas, sustentan el arquitrabe sobre el que infantes de yesería a
modo de atlantes sostienen la cornisa y la base de la bóveda. Ésta se
halla interrumpida por lunetos en los cuales se abren ventanales
rodeados de ornamentos de estuco. En la parte más alta de la bóveda, nos
encontramos angelotes alados portadores de cartelas con leyendas que
hacen referencia a la Virgen. Todo ello mezclado con remates, ribetes o
cenefas de color azul y molduras de color ocre.


En los brazos del crucero, de blancura inmaculada, sencillas
pilastras de orden jónico sostienen la cornisa sobre la que descansa la
bóveda. En los lunetos de poniente las ventanas son ciegas, mientras que
las de levante y las ventanas abocinadas de los frentes dejan pasar
totalmente la luz. Entre las mencionadas pilastras de los brazos del
crucero hay arcos ciegos de medio punto y en cada uno de ellos,
hornacinas ocupadas por diferentes imágenes. Los extremos del crucero
son planos y en ellos quedan restos de los retablos gemelos de
principios del siglo XIX.


La puerta principal, de estilo barroco y diseñado como si de un
retablo se tratara, está dedicada a la Virgen de la Esperanza, patrona
del pueblo.


Por encima del arquitrabe se encuentra una hornacina venerada donde
se ubica la Virgen de la Esperanza con el niño en brazos. En el dintel
de la puerta lateral o de san Pedro, se lee: “SE CONCIVYO ESTA IGLESSIA
SIENDO BENEFICIARIO Y CURA PROPIO DE ELLA EL Sr. Dn. Franco JOSEPH GIL
MINARO AÑO 1746”. En el vértice de la hornacina puede verse la tiara
pontificia, atributo característico de san Pedro.




Interior


Tras las dos puertas de entrada, la de la Virgen de la Esperanza y la
de san Pedro, se encuentran los canceles. Su diseño corrió a cargo de
don Juan de Gea, la talla se debe a Ignacio Castells, los herrajes a
Fernando Ríos y el ensamblaje a Francisco Gallardo, vecino de esta
villa. Una vez en el interior de la iglesia en un recorrido desde la
puerta de la Virgen de la Esperanza hasta el crucero, pueden verse
sucesivamente, en el lado derecho, las capillas del baptisterio, de la
Virgen del Rosario, de san Antonio Abad y de santa Lucía; en el lado
izquierdo, se encuentra, en primer lugar, el acceso a la torre y al
coro, seguido de la capilla del Cristo de los Afligidos, la puerta de
entrada de san Pedro y la capilla de san Francisco Javier.


Preside el altar mayor un grandioso y hermoso retablo de estilo
rococó dedicado a la Virgen y realizado a mediados del siglo XVIII. Se
encargó del diseño de la planta Juan de Gea y la talla corrió a cargo de
Ignacio Castells; doraron el conjunto Francisco y Gregorio Sánchez y la
pintura de los cuadros se atribuye a Bautista Suñer.


En la boca del camarín, que ocupa el centro del retablo, se ubica la
imagen de la patrona, la Virgen de la Esperanza o la del Cristo del
Sahúco, cuando en determinadas épocas del año es traída desde su
santuario en la aldea del Sahúco.


A los dos lados de la boca del camarín se encuentran sendas ménsulas
adornadas de rocalla sobre las que actualmente reposan dos imágenes de
ángeles ajenas al retablo original. A cada lado hay un par de columnas
de orden compuesto, perfectamente proporcionadas, apoyadas en repisas y
en elevados y curvos basamentos; todo ello adornado por unas perfectas y
carnosas tarjas también de rocalla.


En el centro del frontón puede verse una cartela coronada y rodeada
de rocalla con una inscripción alusiva a la imagen titular: SPES /
NOSTRA / SALVE. Por encima y a ambos lados se sitúan imágenes de
ángeles, el sol y la luna.


Completa el conjunto una serie de lienzos con escenas de la vida de
la Virgen atribuidos a Bautista Suñer. Siete de ellos circundan el
retablo y el octavo, que representa a la Virgen entre ángeles, es la
boca porte, destinado a cubrir en los cambios litúrgicos la imagen
central del retablo mayor y que en estos momentos se encuentra expuesto
en una de las salas del museo. En el lado del evangelio, es decir, a la
derecha, y de abajo arriba tenemos el Nacimiento de María, los
Desposorios de la Virgen y el Nacimiento de Jesús; en el lado de la
epístola, el izquierdo, la Presentación de la Virgen niña en el templo,
la Anunciación, la Presentación de Jesús en el Templo y rematándolo
todo, la Coronación de Nuestra Señora.


En lo que se refiere a las imágenes, la más antigua del templo es la Virgen de la Esperanza, del siglo XV,
en mármol alabastrino, que se encuentra expuesta en la sala principal
del Museo Parroquial. A los siglos XVII y XVIII pertenece la mayor parte
de las obras, un buen número de las cuales se debe a Roque López, discípulo de Salzillo,
de finales del siglo XVIII. Entre las esculturas de este autor destacan
una talla de san Antonio Abad y otra de san José. Completan la
colección un conjunto de imágenes más recientes.


Todas estas imágenes se pueden contemplar visitando la colección
museográfica parroquial donde, además, se pueden leer los detalles
artísticos de cada una de ellas en las correspondientes cartelas.




El campanario y la campana María


El campanario de la iglesia está actualmente formado por un total de
cuatro campanas de diferente tamaño y una matraca, artefacto compuesto
por dos tablas dispuestas en forma de aspa con unas mazas de madera
entre ellas, cuyo estruendo al girar sustituía en otro tiempo el sonido
de las campanas durante la Semana Santa.


Las distintas combinaciones de sonidos de las campanas dan lugar a
los diferentes toques cuyo significado concreto es interpretado
inmediatamente por los vecinos.


Las campanas más antiguas datan de 1809
y fueron fabricadas por Joseph Rosas, campanero de la villa de Yecla.
La campana gorda pesa 64 arrobas (unos 736 kg.) y está entre las más
grandes de la provincia. Se conoce popularmente como Campana María,
posiblemente porque en ocasiones la campana mayor solía llevar una
cartela en la parte superior con la inscripción AVE MARÍA. Esta campana
gorda incluye además una inscripción que reza “YO SOY LA MADRE DEL AMOR
HERMOSO Y DE LA SANTA ESPERANZA”. La tradición oral cuenta que en época
indeterminada cayó desde lo alto de la torre, aunque sorprendentemente
no se rompió y fue repuesta en su lugar.


Las huellas de su impacto contra el suelo pudieron verse durante
varios años. La campana segunda fue arrojada desde la torre y se partió
en dos. Posteriormente fue refundida para volver a su emplazamiento de
origen a mediados del siglo XX. Las campanas fueron bendecidas por el obispo de la diócesis Arturo Tavera y Araoz, primer obispo de la diócesis de Albacete.


El Castillo

Considerado uno de los enclaves defensivos más importantes de la
provincia, el Castillo de Peñas de San Pedro (conocido como Rupe Sancti
Petri en los documentos latinos medievales) presume de una larga
historia desde su inclusión como una de las posiciones fuertes del reino
taifa murciano para defender sus límites occidentales frente a las
intromisiones de los reinos árabes de Andalucía.


A partir del siglo XIII, tras una expedición promovida por Alfonso VIII de Castilla, pasa a ser enclave cristiano y objeto de múltiples escaramuzas por parte de importantes personajes de la historia de España.


A lo largo de los siglos XIII, XIV y XV, bajo la dependencia y dominio de Alcaraz,
su población sufre varios altibajos debidos sobre todo a las inhóspitas
condiciones que la meseta del castillo ofrecía a sus pobladores, hasta
que en la primera mitad del siglo XVI
el Castillo de Peñas de San Pedro, nombre con el que es designada la
localidad en los textos antiguos, consigue llegar a una población
superior a los 1.900 habitantes, logra su independencia y el título de
villa (1537) de manos de Carlos I.


El castillo de Peñas de San Pedro es en realidad una defensa natural
amurallada, una impresionante mole de roca en lo alto de un cerro, que
culmina en una meseta totalmente inaccesible por tres de sus cuatro
caras: el pico de Hellín, tras el castillo y el pico de la Solana. El
único acceso amurallado nos conduce fácilmente desde la entrada hasta el
perímetro de su meseta y conserva restos de muros de incierta
cronología, probablemente de origen islámico, sobre los que se fueron
construyendo elementos del castillo propiamente dicho. Entre estos
restos destaca un torreón de planta semicircular y algunas almenas de
defensa militar.


Dentro del recinto del castillo, en la meseta, hubo una iglesia de la
que todavía se pueden observar algunos vestigios. En 1810, según el
Diccionario de Madoz, la iglesia se convirtió en cuartel militar y
polvorín, que fue posteriormente destruido a consecuencia de una
explosión provocada por un rayo. La ermita de la Santa Cruz, del siglo
XVI, también se erigía en el castillo como recuerdo de una de las
leyendas históricas más sorprendentes de Peñas de San Pedro, recogida en
Milagros de la Santa Cruz de la Villa de las Peñas de San Pedro, libro
manuscrito redactado entre 1608 y 1742, que se conserva en la Colección
Museográfica Parroquial.


A pesar de la falta de información sobre el valor arquitectónico de
estos templos, es posible hacerse una idea contemplando algunos restos
bastante bien conservados que se encuentran en el museo parroquial de
Peñas de San Pedro, básicamente dovelas molduradas y claves góticas.


La superficie del castillo la ocupaban, además, construcciones para
los militares que lo habitaban, viviendas y cuarteles. Hoy en día se
pueden observar algunos de sus restos, entre los que destacan varios
hornos, la balsa para la recogida de agua de lluvia, los conductos para
su canalización y los aljibes de bóveda de cañón para su almacenamiento.


La muralla para su defensa es de origen islámico y, con una longitud superior a mil metros, rodeaba todo el castillo. En el siglo XIX
incluía esta muralla cuatro baterías, Daoíz, Velarde, San Fernando y
San Carlos, que estaban situadas estratégicamente para defender el
castillo de los ataques enemigos.


Actualmente el castillo, en fase de restauración, cuenta con un fácil acceso hasta su meseta desde donde, además de contemplar in situ
vestigios de la historia de Peñas de San Pedro, se puede disfrutar de
magníficas vistas panorámicas tanto de la llanura de Albacete como de
las primeras estribaciones de la sierra. También es posible dar un
gratificante paseo alrededor de la falda del castillo por el camino
recientemente habilitado, y contemplar los restos amurallados de la
fortaleza hechos de cal y canto y cantería, de orígenes inciertos,
aunque se supone que en su primer trazado pueden remontarse a época
islámica.


Tradiciones y cultura

Santo Cristo del Sahúco

La manifestación popular más importante de Peñas de San Pedro es la traída y la llevada del Santo Cristo del Sahúco.


Cada primavera, el lunes de Pentecostés,
tiene lugar el traslado de la imagen del Cristo desde su santuario, en
la aldea del Sahúco, hasta la entrada de Peñas de San Pedro. Para ello,
decenas de jóvenes ataviados con pantalón y camisa blanca y con una faja
azul o roja, fuertemente enrollada alrededor del abdomen, llevan la
imagen, previamente introducida en una urna de madera con forma de cruz,
corriendo, haciendo tres paradas en los aproximadamente 14 km de
recorrido.


En tan particular romería, los andarines, que así se llama a quienes
llevan al Cristo a la carrera, se dividen en "parejas" de cuatro
miembros, que se relevan en portar la urna que contiene al Cristo. De
esta forma todos los andarines hacen el recorrido desde el santuario
hasta el pueblo a la carrera, pero sólo portan al Cristo el trecho que
les corresponde.


A la entrada de Peñas de San Pedro, donde hay una cruz de piedra
conocida como la "cruz del Cristo", miles de personas, de Peñas de San
Pedro, de los pueblos limítrofes y de otras procedencias, aguardan la
llegada del Cristo. Cuando llegan, exhaustos, los andarines entre el
delirio popular, la imagen del Cristo del Sahuco es sacada de la urna,
subida sobre sus andas y llevada en procesión hasta la iglesia del
municipio.


Allí permanecerá hasta que el día 28 de agosto, con los primeros
rayos del sol, vuelva a ser llevada a su santuario por un grupo de
andarines más numeroso que en primavera. En torno a ese día 28 de agosto
tienen lugar las fiestas del municipio.


La Romería al Santuario del Sahúco

Tradición de origen remoto de cuyo inicio no hay datos documentados.


La romería dejó de celebrarse en la década de 1960 por causas
desconocidas, y fue recuperada a finales de la década de 1980. Desde
entonces se celebra todos los años el primer domingo de mayo, con una
participación de romeros cada vez mayor.


Los romeros salen de Peñas de San Pedro a primeras horas de la mañana
en dirección al Sahúco. Un paseo muy agradable de 15 km disfrutando de
la naturaleza y la vegetación de las estribaciones de la sierra. A la
llegada al santuario se celebra la ofrenda de romero al Cristo del
Sahúco, tras la cual los participantes en la romería se disponen a pasar
un día de recreo en el campo; sacan sus meriendas, preparan sus comidas
y comparten con amigos y familiares los manjares preparados para este
día.


Por la tarde se oficia la Misa en el santuario del Sahúco y la procesión en honor al Cristo.


El Corpus Christi

El Corpus Christi es una festividad religiosa que popularizó el Papa Clemente V en el siglo XIV, la cual se celebra en la localidad el domingo siguiente al de la Santísima Trinidad (antiguamente se celebraba el jueves).


Los preparativos se inician por la mañana con el engalanamiento de
balcones y ventanas; se levantan altares a lo largo del recorrido de la
procesión por calles y plazas del pueblo. Alfombras de cantueso,
mejorana y tomillo cubrirán las calles esperando su paso.


Por la tarde dará comienzo la solemne procesión con el sacerdote que
transportará la custodia bajo palio, al tiempo que los niños y niñas que
han tomado la Primera Comunión ese año serán acompañantes distinguidos
en la procesión. Las niñas portarán canastillas repletas de pétalos de
rosa que arrojarán al paso de la custodia.


Los acordes del Himno Nacional saludarán su salida del templo
parroquial mientras una lluvia de pétalos son lanzados al aire
acompañados de cánticos sagrados.


El sacerdote irá parando en cada uno de los altares del recorrido, y
después de breves oraciones impartirá la bendición al pueblo mientras
nuevas lluvias de pétalos olorosos saludarán la custodia.


Nuestra Señora de la Esperanza

Patrona de Peñas de San Pedro, su fiesta se celebra el día 18 de
diciembre. Posiblemente la devoción a la patrona se remonte a los
tiempos cuando la población residía en lo alto del castillo, por el
siglo XV o XVI.


Recuperada recientemente, la celebración consiste en una Misa
que finaliza con la salve cantada. Es tradicional la visita a los
enfermos, a quienes se les entrega un presente en recuerdo de la
celebración de la patrona.


Finalizada la festividad religiosa todos los vecinos y visitantes se reúnen en torno a una cuerva popular y unos aperitivos para confraternizar.


Santa Lucía

Se celebra el 12 de diciembre. Los habitantes del pueblo preparan sus luminarias,
que serán consumidas por el fuego en el anochecer de este día, víspera
de santa Lucía, abogada de la vista. Ya de mañana son muchas las gentes
que salen al campo para traerse su haz de romeros o bojas para quemar en
la luminaria –hoguera– de la noche. Otros traen cargas de ramas de pino verde.


En plazas y calles van apareciendo las luminarias: montones de
leña verde –“cuanto más humo salga, mejor”– sin que falten a veces
maderas o muebles viejos que han de arder entre el jolgorio de los más
jóvenes y las miradas complacientes de los mayores.


Se inicia el encendido de las hogueras al toque de campanas. Familias
y amigos se reunirán alrededor de su luminaria preferida, saludando con
vítores a la Santa, y suplicando a la misma que les proteja la vista.
Después de los primeros momentos, se impone la visita a otras
luminarias.


Los más jóvenes y atrevidos demostrarán sus cualidades atléticas y su
valor, saltando por encima de las hogueras entre el humo y las llamas.
Algunos sufrirán ligeros chamuscones y todos sentirán el lagrimeo de sus
ojos a causa de las bocanadas de humo al impulso del soplo del viento.


La fiesta continuará durante gran parte de la noche cuando ya
consumidas las luminarias por la voracidad del fuego, sea el momento
indicado de probar la zurra y el aguamiel. Las mujeres mayores jugarán
la tradicional perejila, los hombres se juntarán para la partida de
julepe mientras los más jóvenes bailarán hasta bien avanzada la noche,
incluso hasta que los primeros albores de la aurora indiquen la llegada
del nuevo día.


El Rosario de la Aurora

Otra manifestación religioso-cultural del municipio es el Rosario de
la Aurora, que tiene lugar en la madrugada de cada Domingo del mes de
octubre. Está relacionada con la tradición de las cuadrillas de auroros
de la Región de Murcia.
Una cuadrilla de hombres, con guitarras, acordeones, bandurrias y otros
instrumentos salen cantando, recorren las calles llamando a la gente
que duerme en sus casas para que acudan al Rosario de la Aurora, el cual
tiene lugar al alba, cuando se lleva en procesión a la imagen de la
Virgen del Rosario por las calles mientras se reza el Rosario cantando.


Tradiciones Perdidas

La Ascensión


El día de la Ascensión,
de gran tradición y popularidad, era muy importante en la localidad
puesto que se celebraba la Primera Comunión. Los niños y niñas que
esperaban recibir su primera Comunión eran los protagonistas de una
ceremonia que se iniciaba con la procesión desde el convento de las
Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl hasta la iglesia, donde
los niños y niñas eran presentados en el altar por otros niños vestidos
de ángeles. Llegado el momento cumbre de la ceremonia los niños se
acercaban por parejas a tomar la Comunión, organizados por las hermanas a
golpe de chasca (especie de cajita de madera que al abrirse y
cerrarse produce un golpe seco para llamar la atención). Tras el acto
religioso todos los niños y sus familiares se reunían en el patio de las
hermanas para compartir una apetitosa chocolatada acompañada de
magdalenas, bollos, bizcochos y otros dulces preparados por sus madres.


La Candelaria


La Candelaria –de candelas– era una simpática fiesta celebrada en
honor de Nuestra Señora el día de la Purificación. Esta fiesta se
conmemoraba con una sencilla celebración dirigida por las Hermanas de la
Caridad y con el protagonismo de los niños que habían recibido por
primera vez a Jesús Sacramentado el año anterior. Un coro de niños con
sus limpias voces servía para realzar el acto. En la mañana del día 2 de
febrero se oficiaba una Misa
en la parroquia con la presencia de niños y niñas luciendo sus vistosos
vestidos de Primera Comunión quienes protagonizaban una procesión desde
el atrio de la iglesia hasta las gradas del presbiterio portando las
ofrendas. Iniciaba la marcha una niña llevando una hermosa tortada
adornada con velas; dos pasos más atrás seguían dos niños portando un
pichón blanco cada uno para realizar la ofrenda que se hace al Señor en
el ofertorio de la Misa. Escoltando a los portadores de las ofrendas,
otras dos niñas de mayor edad, con túnicas blancas y alas sujetas a la
espalda semejando ángeles, los guiaban hasta el altar. Seguía a
continuación el resto de niños y niñas portando velas encendidas en
silenciosa y emotiva procesión. Una vez terminada la Misa se procedía a
la rifa de la tortada cuya recaudación, obtenida de la venta de
papeletas, se dedicaba a limosnas.


San Antón


El sentir popular considera a san Antonio Abad
(san Antón) como abogado y protector de los animales domésticos. Su
fiesta se celebra el 17 de enero. En el pueblo la conmemoración festiva
comenzaba con el traslado procesional de su imagen desde la iglesia
parroquial hasta su ermita en el cementerio viejo, donde se oficiaba una
solemne Misa en su honor. Terminada la Santa Misa el sacerdote,
revestido de sobrepelliz y estola, salía a la puerta de la ermita para
bendecir con agua bendita a los animales que los vecinos le iban
presentando: mulas, asnos, caballos, perros, etc. Se hacía necesario que
las caballerías diesen varias vueltas alrededor de la ermita del Santo
para pedir sus favores y dar gracias por los que ya había recibido. A la
caída de la tarde el Santo regresaba en procesión a la parroquia. Como
dato curioso e interesante mencionaremos en esta conmemoración al
llamado gorrino de san Antón. Era éste un cerdo pequeño que todos
los años por primavera una familia del pueblo donaba al Santo para
solicitar su favor, o por otras causas. Suelto y libre por las calles
del pueblo, recibía las atenciones de los vecinos: aquí unos granos de
cebada, allá unas panochas, en otra casa un poco de amasao
y el agua necesaria. Siempre había algún vecino que le daba cobijo para
pasar la noche. Llegado el día de san Antón se procedía a su rifa,
destinando los donativos para arreglos en la ermita.


La Santa Cruz


La devoción a la Santa Cruz, era la tradición más antigua de la localidad, anterior al Cristo del Sahúco. Viernes de Cuaresma de mediados del siglo XV. Dos piadosas jóvenes recorren en el castillo las estaciones del Vía Crucis
esperando conseguir las indulgencias que la Santa Madre Iglesia concede
a sus devotos. Al llegar a una de las estaciones, observan con asombro y
dolor que en uno de los pasos falta en su peana la
correspondiente cruz. Deseando reparar tan significativa falta vuelven
presurosas a su casa para darle a ello solución. Encuentran allí un ramo
de olivo bendito de la Misa del Domingo de Ramos anterior y cogiendo
dos tallitos los cruzan formando una cruz, que sujetan con un hilo de
lana. Colocan esta cruz sobre la peana correspondiente. Años después,
muertas ya las dos devotas mujeres, se procede a renovar las peanas y
cruces de todo el recorrido del Vía Crucis. Encuentran la cruz de olivo
bendito tal como la habían dejado las mencionadas doncellas y deciden
colocarla para su conservación en uno de los altares de la iglesia del
castillo. En la noche del domingo 24 de mayo de 1517, una tormenta con
profusión de truenos y relámpagos acompañados de fuertes ráfagas de
lluvia se acercaba al castillo. Un grupo de curiosos, salieron de sus
casas para presenciar la tormenta; de pronto, a la luz de un relámpago,
vieron como la cruz de olivo bendito puesta en el Pico de Hellín dos
años atrás, se iluminaba con tres llamas de lumbre que salían de sus
brazos; prodigio que se repetiría horas después a la vista de numerosas
personas incluidos clérigos y escribanos. Desde entonces la Santa Cruz
sería centro de adoración de las gentes y hacedora de milagros. Para
preservarla de deterioros o roturas, se le hizo un estuche de madera
noble, que posteriormente sería sustituido por otro de plata donada por
una piadosa señora. La tradición oral cuenta (también permanece escrito)
como habiendo sido bajada la Santa Cruz desde su ermita a la iglesia
parroquial, ésta se volvió durante la noche misteriosa y milagrosamente a
su ermita del castillo. Para celebrar tan feliz acontecimiento, se sacó
en procesión la Santa Cruz para bañarla en la fuente situada al pie de
la peña. Después de bañada se celebró una Misa solemne y se devolvió en
jubilosa procesión a su ermita del castillo. La tradición conservó esta
costumbre y todos los años, el día 2 de mayo, la Santa Cruz se bajaba en
procesión a la parroquia, donde era recibida por el párroco a la puerta
de la iglesia mayor con cánticos. Luego, al día siguiente, en
multitudinaria procesión llevaban la Santa Cruz a la fuente (el Pilar)
situada al fondo de la Plaza Mayor, donde un altar levantado en su honor
esperaba su llegada. Una vez allí, en breve ceremonia era bañada en las
aguas de la fuente para su bendición y, a continuación, se introducía
en cada una de las numerosas vasijas que las mujeres del pueblo habían
colocado sobre el altar con el deseo de obtener y guardar el agua
bendita de este modo. Más tarde se bendecían los campos y se oficiaba la
Misa Mayor, trasladándose después la Santa Cruz de nuevo a su antigua
casa.


San Blas


La celebración de la festividad de San Blas se remonta probablemente
al siglo XVIII, época de la que data la imagen de este santo que se
encuentra en el museo parroquial que tuvo, incluso, su propia ermita en
la calle Pedregosa. La fiesta consistía básicamente en la celebración,
el día 3 de febrero, de una Misa con presencia de la imagen del santo en
el centro del altar. Los fieles asistían a la ceremonia con una vela en
la mano para ponerla a los pies del santo, a quien se invocaba
particularmente para remediar las afecciones de garganta.


Referencias


  • http://es.climate-data.org/location/723709/


  • http://www.datoselecciones.com/elecciones-municipales-1979/castilla-la-mancha/albacete/penas-de-san-pedro


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