PIETISMO
Pietismo es el término que denota un movimiento en favor de la religión práctica dentro de la Iglesia luterana de los siglos XVII y XVIII. Fundado en Halle por Philipp Jakob Spener
y siguiendo distintos cursos individuales de desarrollo en Halle,
Württemberg y Herrnhut recibió un lazo de unión en su convicción de que
el tipo de cristianismo entonces prevaleciente en el luteranismo estaba
urgentemente necesitado de reforma, la cual podía ser estimulada por la
"piedad", fe viva hecha activa y manifestada en una conducta recta.
y siguiendo distintos cursos individuales de desarrollo en Halle,
Württemberg y Herrnhut recibió un lazo de unión en su convicción de que
el tipo de cristianismo entonces prevaleciente en el luteranismo estaba
urgentemente necesitado de reforma, la cual podía ser estimulada por la
"piedad", fe viva hecha activa y manifestada en una conducta recta.
- Complejidad del pietismo
- Ortodoxia luterana y pietismo
- Desventajas del pietismo
- Influencia sobre la Iglesia
- La preparación religiosa y la Biblia
- Efecto sobre la teología y la unión
- Precursor de la libertad religiosa
- Conventículos y cooperación laica
- Tendencias separatistas
- Rígida austeridad
- Filantropía y actividad misionera
- Pietismo e Ilustración
- Desarrollo y origen
- Factores y crecimiento
- Carácter del pietismo posterior
- Estimación del movimiento
La amplia diversidad de opiniones, incluso en el tiempo actual, sobre el
pietismo se debe no sólo al hecho de que el movimiento, como concepto
peculiar del cristianismo protestante, es naturalmente juzgado según la posición dogmática
de cada individuo, sino también por la misma naturaleza de la tendencia
pietista. La mera cuestión de fuentes autoritativas para una
determinación de la esencia del pietismo supone grandes dificultades, ya
que el movimiento no produjo ni escritos doctrinales ni oficiales, ni
principios que, reconocidos en todas partes y en todos los tiempos,
pudieran constituir una afiliación regular de la causa pietista. Por
tanto, el único recurso es la literatura privada del movimiento, que es
predominantemente devocional. Sin embargo, ha de ser usada con
precaución a causa de su entorno subjetivo, momentáneo, lo que es
compartido por sus oponentes también; las fuentes puramente biográficas
son lamentablemente escasas. Más aún, el pietismo abarca fenómenos muy
heterogéneos, asumiendo fases extremadamente divergentes en distintos
individuos, viviendo en el mismo tiempo pero en diferentes regiones, con
diferentes antecedentes y bajo condiciones distintas. Estuvo sometido
igualmente a las más diversas combinaciones, por no decir nada de las
variantes que distinguieron las principales fases del movimiento entre
sí, o del desarrollo que cada una de esas fases produjo
independientemente.
Ortodoxia luterana y pietismo.
Pretendiendo poseer la doctrina pura, la administración correcta de los sacramentos y una Iglesia
nacional establecida y bien organizada, el luteranismo se había
embarcado en un curso de desarrollo durante el siglo XVII en el que,
aunque la Biblia
era reconocida como la única autoridad y la primera y más elevada
fuente de conocimiento, su contenido esencial se consideraba resumido y
contenido en dogmas definitivos. Donde esas ayudas e instituciones
estaban sin mutilar, la Iglesia profesó suplir un tal grado de perfección que obvió la necesidad de cualquier desarrollo posterior, ya fuera interno o externo.
Harris Museum and Art Gallery, Preston |
Iglesia, por tanto, era el reconocimiento de la doctrina de la Iglesia
como presentación autorizada de la revelación divina, la recepción de la
palabra proferida y los sacramentos y la obediencia a las distintas
ordenanzas de la vida eclesiástica. En oposición a este cristianismo
institucional de la Iglesia luterana, que asumía permanecer en el
cristianismo evangélico, aunque realmente permitía que la vida
espiritual languideciera, el pietismo subrayó el deber
de luchar por la independencia personal e individual religiosa y
declaró que la religión es algo totalmente personal, que el cristianismo
evangélico está presente sólo cuando y hasta donde se manifiesta en una
conducta cristiana. En la naturaleza del caso, esta afirmación del
derecho y la necesidad del cristianismo personal no suponía un ataque
contra ninguna doctrina especial o institución de la Iglesia, sino que
era más bien una protesta contra el absolutismo luterano. No obstante,
el pietismo asumió muchas fases sobre la base de la acentuación del
cristianismo personal. Para Spener y Francke el núcleo de la vida religiosa era una fe firme en la Providencia. El clero que recibió su preparación en Halle puso el principal énfasis en la conversión. Otro principio ampliamente difundido, especialmente en círculos moravos, fue un amor profundo hacia Jesús, lo que guió a un avivamiento de los bien conocidos ideales del misticismo
medieval. Todas las tendencias y tipos pietistas hallan un lazo común
en su tendencia a buscar la realización normal de la piedad viva en una
vida de intensa emoción religiosa y en dar un lugar permanente a la
intensa concienciación de la pecaminosidad y culpa individual.
Desventajas del pietismo.
La devoción pietista alcanzó grandes resultados, que tiene bien
merecidos en tanto el movimiento representó una relación justificada
contra un exagerado eclesiasticismo. Por otro lado, era inconsciente de
los peligros que acechaban su defensa de los derechos individuales. El
postulado de que el desarrollo religioso se cumplía esencialmente en la
esfera de la emoción religiosa preparó el camino para una excitación
artificial de ese sentimiento, lo que suponía el peligro de la
insinceridad, el autoengaño y el sentimentalismo, que, en ausencia de
autodisciplina y sobriedad, formó una fácil transición a aberraciones
peores. La extrema importancia atribuida a las experiencias individuales
y a la oración espontánea desembocó en una comunicatividad que a veces
era difícil de distinguir de la locuacidad. Más aún, aquellos que no
tenían tales experiencias podían ser estimados con desdén por otros. Es
significativo que Alberti, en Leipzig, reprochó a los pietistas de
auto-complacencia; y el pensamiento de permanecer en una relación íntima
peculiar con Dios no fue en ninguna manera inusual en el pietismo de
Halle. Esos principios también fueron adoptados y ampliados por los
moravos, o Unitas Fratrum.
Esta actitud, que fue el principal factor para distanciar a los
círculos no pietistas de los pietistas, puede parecer que contradice los
hechos de que el pietismo se caracterizó por la ansiedad y la
depresión, que estaba engangrenado con la introspección, que nunca
obtenía el descanso interior, que un "avivado" debe siempre estar
avivado procurando indicaciones de la gracia
que había recibido, aunque disfrutando de su logro sólo ocasionalmente.
Pero la contradicción es meramente aparente, pues la actitud en
cuestión fue la necesaria consecuencia de la conciencia dominante
pietista del pecado.
Fue, en otras palabras, el resultado de un concepto exclusivamente
trascendental de la teoría de la bienaventuranza, que a su vez explica
por qué el pietismo miraba tan radicalmente con recelo al mundo.
según un cuadro de Jean-Baptiste Greuze; en la Bibliothèque Nationale, París |
Al subrayar fuertemente el cristianismo personal en el cultivo y
desarrollo del cuidado pastoral, el pietismo suplió abundantes e
importantes incentivos que fueron recibidos de corazón por la ortodoxia
luterana. El deseo de unir al clero más estrechamente y facilitar un
intercambio de experiencias profesionales dirigió a Johann Adam
Steinmetz, entonces superintendente general de la archidiócesis de Magdeburgo,
a organizar conferencias pastorales en 1737; mientras que la
sistemática difusión de tratados devocionales abrió nuevas vías para
influir en las masas. El hecho de que la protesta formal de Johann
Kaspar Schade contra la introducción compulsiva de la confesión privada
fuera tan plenamente aprobada por el elector de Brandeburgo, hasta el
punto de que abandonó el uso en 1698 (su ejemplo fue seguido por otras
iglesias del Estado), fue resultado de serios desórdenes en la tarea
práctica del sistema, aunque la confesión voluntaria privada todavía
prevalecía ampliamente. El avance victorioso del pietismo afectó también
a la adoración pública, que, como parte de una institución del Estado,
disfrutó de tal protección en varios distritos que su negligencia podía
ser castigada con multas y otras medidas legales. No sólo era la mera
existencia de las reuniones devociones privadas perjudicial para la
posición de autoridad que disfrutaba la Iglesia, sino que también se vio
obligada a descubrir que el énfasis pietista en el cristianismo
personal actuó en detrimento de su liturgia.
Sin embargo, aunque el pietismo logró hacer que la Biblia entera
estuviera disponible con propósitos homiléticos, en contraste con las perícopas compulsivas, el movimiento fracasó en hacer época en la historia de la predicación alemana. Por otro lado, tuvo una labor destacada en la esfera de la himnología,
para la cual estaba peculiarmente cualificado por su cultivo del lado
emocional de la religión y su ternura y calor en la expresión religiosa.
Aunque muchos de los himnos que emanaron de los círculos pietistas
fueron catalogados como demasiado subjetivos e incluso sentimentales, un
estilo adaptado para el uso congregacional, algunos de los compositores
pietistas, tales como Johann Jakob Schütz, Johann Anastasius Freylinghausen, Johann Jakob Rambach, Carl Heinrich von Bogatzky, Ernst Gottlieb Woltersdorf, Philipp Friedrich Hiller y Nicholas Louis von Zinzendorf,
se han ganado un puesto seguro en los himnarios luteranos y no sólo la
riqueza de la poesía producida por el pietismo ejerció una profunda
influencia en la expresión de su propio campo, sino que también estimuló
la poesía religiosa más allá del círculo de sus propios seguidores.
Rijksmuseum |
En su alta estimación de la preparación religiosa y moral del pueblo
mediante la instrucción religiosa Spener siguió las líneas establecidas
por Lutero en sus catecismos y especialmente avanzó el objetivo acometido por el duque Ernesto I
de Saxe-Gotha a mediados del siglo XVII. Se debe a sus esfuerzos que
una ordenanza electoral del 24 de febrero de 1688 estableciera
examinaciones catequéticas
semanales para niños y adultos por todo el país y no es improbable que
Spener fuera la última inspiración del edicto electoral prusiano de 1692
exigiendo la catequización dominical en las congregaciones
rurales. El propósito de Spener era la asimilación interior de la
verdad religiosa más que la mera comunicación de conocimiento y sus
esfuerzos para avanzar la piedad práctica entre las masas estuvieron
íntimamente asociados con su interés en la confirmación,
que se convirtió en parte integral del uso de la Iglesia luterana
principalmente por la cooperación del pietismo. Sin embargo, aún más
fructífera que la energía de Spener fue la actividad educativa de
Francke.
pretendía estar exclusivamente basado en la Biblia. Esto puede parecer
una mera repetición de las afirmaciones del luteranismo desde el mismo
principio, pero el pietismo mostró su independencia de la ortodoxia
luterana tanto en su inmutable regreso a la Biblia como en su aplicación
de las verdades bíblicas. La Iglesia luterana estaba vinculada, al
revés que el pietismo, por los credos
en los cuales había resumido su entendimiento de la Biblia y a los
cuales estimaba autoritativos. El restablecimiento pietista de la
autoridad de la Biblia fue, por tanto, un regreso directo a uno de los
principios cardinales de la Reforma alemana y al otorgar al cristiano
"avivado" plena capacidad para el estudio independiente de la Biblia, el
pietismo devolvió a los laicos
el derecho que habían perdido. Por tanto, Francke insistió que incluso
los niños leyeran la Biblia e hicieran de la historia bíblica un tema de
estudio en la escuela; por la misma razón él procuró que la Biblia
tuviera amplia circulación, especialmente por el Instituto bíblico
Canstein en Halle. Por otro lado, el pietismo perjudicó las
características saludables de su regreso a la Biblia al ignorar la
influencia de los hechos y condiciones de la historia en su sistema de exégesis. El resultado fue un subjetivismo sin freno; la Biblia se convirtió en un libro mágico
en el que se buscaban pronósticos y consejos; las lúgubres ideas sobre
las condiciones prevalecientes en la Iglesia y el mundo volvieron los
pensamientos de los hombres hacia el futuro y dieron a las profecías y
escritos apocalípticos una preeminencia que promovió la tendencia
pietista hacia el fanatismo.
Efecto sobre la teología y la unión.
Aunque el carácter práctico del pietismo impide que sea considerado un
movimiento teológico, no excluye puntos de contacto con la teología científica.
Sin embargo, desafortunadamente para ambos lados, fueron
predominantemente antitéticos; aunque al mismo tiempo el desarrollo del
pietismo obtuvo resultados a los que se dio amplia bienvenida. En primer
lugar, dejó claro que la Iglesia oficial y la teología no estaban tan
profundamente implantadas entre el pueblo como se suponía y el
reconocimiento de este hecho impulsó la búsqueda de una aproximación a
las necesidades y anhelos del tiempo. Más aún, al desafiar al escolasticismo
de la post-Reforma y combatir la apreciación excesiva de los credos, el
pietismo limpió el camino para una nueva investigación teológica en la
que la Biblia fue el primer campo de trabajo, mientras que la
presentación de nuevos puntos de vista suplió problemas correspondientes
que habían de solucionarse. El hecho de que incluso esos estímulos no
produjeron cambios marcados en la teología, sino que sirvieron sólo como
un preliminar para su avivamiento en el siglo XIX, se debió no sólo a
la inmovilidad y falta de receptividad por parte de la teología ortodoxa
de los siglos XVII y XVIII, sino también, en gran medida, a la falta de
apreciación pietista de la naturaleza e importancia del saber, en su
fracaso para percibir el concepto y objetivo de la teología aparte de la
predicación y en su ausencia de necesidad consciente de formulaciones
exactas.
Cuando el pietismo llegó al poder, renunció a las pretensiones de
libertad que había una vez subrayado y rápidamente declinó en el
externalismo y el letargo. El movimiento indudablemente produjo una
considerable depreciación del dogma y los documentos dogmáticos; pues
aunque no eran explícitamente atacados, el énfasis puesto por el
pietismo en la vida cristiana y su uso de la Biblia privó al dogma de la
preeminencia que anteriormente había disfrutado. El efecto práctico de
este proceso apareció en un cambio de apreciación sobre la relación del
luterano hacia la Iglesia reformada.
Era obvio que el cristianismo vivo y personal no estaba confinado a la
membresía de la Iglesia luterana. Este desprecio hacia las distinciones
sectarias fue en verdad realizado por el pietismo cuando se vio
confrontado con el objetivo de fundar una nueva Iglesia, la Unitas
Fratrum. En este caso, el primer intento de unión fue fructífero, aunque
no hay duda de que otros factores además del pietismo entraron en la
formación de la comunidad morava. Más aún, es innegable que el excesivo
énfasis del pietismo en la religión personal pudo posiblemente llevar a
una depreciación de las diferencias que separaban al protestantismo del catolicismo,
tendencia que pudo haber encontrado algo de apoyo en ciertos aspectos
del sistema educativo de Halle, en formas específicas de misticismo
pietista y en mucho de lo que había en Zinzendorf. Sin embargo, el
pietismo no se sometió a esa seducción sino que se adhirió a su carácter
esencialmente protestante. Spener fue un enemigo declarado de la
Iglesia católica. En 1676 exhortó al elector a no hacer concesiones al papa; la revocación del Edicto de Nantes en 1688 provocó su firme condena y los intentos de Cristóbal Rojas de Spínola
para unir a protestantes y católicos no contaron con su simpatía. En
1694, como portavoz del clero de Berlín, discutió el método de resistir
más efectivamente todos los intentos de la Iglesia católica y su actitud
total hacia la comunión latina fue tan intensamente hostil que no
permitió sospecha de que hubiera alguna tendencia pro-romana en él. El
ejemplo de Spener fue seguido en general tanto en Halle como en
Württemberg y aunque la era de la ortodoxia testificó de muchas
conversiones de la Iglesia luterana a la católica, el pietismo no fue
responsable de ninguna de ellas. No fue hasta finales del siglo XVIII y
comienzos del XIX, cuando la Ilustración hubo opacado el sectarismo, que el pietismo comenzó a confraternizar con católicos de tendencias similares.
Precursor de la libertad religiosa.
Al avivar el antagonismo que había existido previamente entre luteranos y
reformados, el pietismo se convirtió en vehículo de una idea que,
cuando fue realizada, produjo resultados de largo alcance. Mientras que
el concepto de libertad en la fe y la conciencia
no tuvo plena claridad y expresión hasta el siglo XIX, el pietismo fue
factor importante en este desarrollo y a ese movimiento se debe
principalmente la amplia difusión de la convicción de que era necesario
romper con las restricciones sobre libertad religiosa contenidas en los tratados de Augsburgo y Westfalia.
Igualmente el pietismo luchó contra la coacción externa que encontró
tanto en la Iglesia como en el Estado y procuró sanción legal para sus
propias organizaciones; y aunque esto fue sólo una violación aislada de
la máxima de que el Estado tiene el derecho de intervenir en caso de
desviación de la Iglesia estatal, esta infracción del principio de
territorialidad supuso un avance hacia la emancipación completa del
concepto medieval de compulsión religiosa.
La otra fuerza constituyente en el pietismo fue la unión de sus
adherentes a una vida de íntima comunión religiosa bajo Spener,
desarrollando en los círculos de Württemberg instituciones duraderas.
Donde llegó la influencia de Halle se organizaron tales reuniones y
todas las actividades de Zinzendorf estaban sujetas a la comunidad
ideal, pietista, de ahí que luchara incesantemente por el privilegio de
la asamblea privada, estimando sus oponentes rectamente sus
conventículos como una de las más importantes manifestaciones de su
peculiar genio. La diversidad de la forma externa de sus conventículos,
sin embargo, indica que el movimiento procuró meramente adaptar
condiciones dadas al desarrollo práctico de la intercomunicación activa
religiosa, con escaso interés por la organización externa como fin en sí
misma. Al formar su collegia pietatis Spener se posicionó sobre la doctrina del sacerdocio
universal, una teoría que Lutero había presentando frente a la
distinción católica entre clero y laicos y a la que el luteranismo nunca
había renunciado. Sin embargo, el principio no recibió aplicación
práctica, pues la antigua doble clasificación de los cristianos todavía
continuó, salvo que el laicado estaba sujeto a las reglas temporales y a
los teólogos, en lugar de ser guiado por los obispos y sacerdotes. Por
tanto, fue solo el avivamiento de una idea fundamental de la Reforma que
los conventículos pietistas procuraran para cada cristiano el derecho y
oportunidad de testificar de su experiencia en libre participación y
libre oración. El alistamiento de laicos para la cooperación en la obra
activa de la Iglesia significó la obtención de nuevas fuerzas. Esto fue
una ventaja enorme, pues aunque quedó restringida principalmente a los
"avivados" todavía siguió siendo una fuerza vital. La simplicidad del
objetivo en el más alto interés de la vida y la edificación mutua
produjeron tal lazo de comunión entre los pietistas que las distinciones
de clase civiles perdieron su significado o al menos quedaron
oscurecidas. Por otro lado, este mismo hecho naturalmente proporcionó
oportunidades para motivos innobles, tales como vanidad, codicia e hipocresía;
aunque a pesar de tales anormalidades en el movimiento, la creciente
aproximación de lo alto y lo bajo sobre la base de la mutua edificación
religiosa, en un tiempo cuando tales contactos eran imposibles de otra
manera, ejerció una notoria influencia sobre la vida social. Spener
claramente vio y valientemente enfrentó los males que surgían del hecho
de que el gobierno de la Iglesia estuviera exclusivamente en las manos
de gobernantes seculares en varios gobiernos y que el laicado quedara
excluido del mismo. Por tanto estimuló el nombramiento de ancianos
laicos para cooperar con los predicadores. El plan de instituir presbiterios
ganó favor en Württemberg y se realizó en las congregaciones moravas.
Sin embargo, Spener no logró una participación general del laicado en la
administración de la Iglesia, pues era imposible a menos que los
gobernantes seculares arriba mencionados voluntariamente renunciaran a
sus prerrogativas, cosa inconcebible en el siglo XVIII. Más aún, la
formación de organismos separatistas para la realización de sus ideales
era tan opuesta a la mente eclesiástica de Spener como lo era el acta de
la Paz de Westfalia al otorgar tolerancia en Alemania solo a aquellas
iglesias que fueran explícitamente reconocidas por el tratado en
cuestión. Pero aunque el pietismo no encontró el camino totalmente para
reconstruir la organización de la Iglesia, el movimiento no careció de
importancia en relación a los esfuerzos posteriores en esa dirección.
Hubo una estrecha afinidad entre pietismo y los principales exponentes
del colegialismo, siendo evidente, por ejemplo, en el principal defensor de este sistema, Christoph Matthäus Pfaff, y también en la circunstancia de que ambas causas tuvieron sus sedes en Halle.
Tendencias separatistas.
En tanto los oponentes ortodoxos del pietismo entendieron y reconocieron
el avivamiento de la teoría del sacerdocio universal, consideraron sus
beneficiosos resultados sobrepasados por los peligros y desventajas que
les acompañaban. Un punto vulnerable de ataque fue la relación del
pietismo con el separatismo. Esta tendencia fue enteramente involuntaria
y la rama morava del pietismo fue la única en formar una comunión
separada. Sin embargo, incluso aquí las circunstancias y el carácter que
el grupo asumió muestran que no eran producto de un espíritu
separatista. Por otro lado, debe concederse que el pietismo estuvo
particularmente abierto a la acusación de separatismo y el mismo hecho
de que los adherentes del movimiento no fueran convencionales en su
comportamiento levantó inmediatamente sospechas. Aunque los pietistas
mismos negaron que hubiera tal cosa como "pietismo", los de fuera
notaban que los amigos del movimiento se mantenían juntos y se apoyaban
entre sí, que el sentido de unión con simpatizantes en otras localidades
era evidente, que los seguidores de la causa mostraban una energía
inusual en la consecución de sus objetivos y que ejercían una influencia
potente. En resumen, el pietismo se había convertido en una "facción"
ya en 1691 y durante su edad dorada en Halle manifestó todos los males
del faccionalismo: codicia por el poder, condenación parcial de los
oponentes y fracaso para censurar a los amigos. Por tanto, aparecía, a
la vez consciente y distintivamente, una tendencia hacia la separación
de los colegas luteranos en la vida religiosa y social y el mismo hecho
de que sus medidas estuvieran designadas para aumentar el interés
religioso de sus adherentes sólo hizo que fuera sospechoso de tendencias
hacia el separatismo e incluso la secesión.
No sólo se convirtió el pietismo en una facción del luteranismo, sino
que también se le agregaron y le asediaron muchos de tendencias
separatistas. Como movimiento de oposición naturalmente poseyó un fuerte
atractivo para todos aquellos que estaban insatisfechos con las
condiciones existentes en la Iglesia. Aquí buscaban simpatía y
protección, indudablemente esperando, al mismo tiempo, hacer de los
círculos pietistas un instrumento de sus propios objetivos. Fueron
cordialmente bienvenidos, pero el pietismo tiene que expiar la excesiva
blandura hacia muchos de dudoso carácter entusiasta y "profético" o de
ideas radicales. Esta ambigua actitud del pietismo hacia el radicalismo y
el separatismo incrementó naturalmente la desconfianza hacia el
movimiento y explica por qué sus oponentes pudieron honestamente asumir
un acuerdo verdadero entre los dos grupos. Más aún, el pietismo mismo se
convirtió en suelo fructífero para movimientos separatistas por sus
ataques sobre las condiciones de la Iglesia contemporánea, su sistema de
conventículos y su predilección por el milenarismo
y cosas semejantes. Al mismo tiempo, se debe hacer una clara distinción
entre pietismo y separatismo. El primero procuró alcanzar sus proyectos
de reforma dentro de la Iglesia luterana, tomando el dogma existente y
reconociendo la organización como algo fundamental, mientras que el
segundo había perdido toda esperanza sobre el futuro de la Iglesia a la
que veía moribunda y por tanto, por principio, se posicionó fuera de la
Iglesia.
Rígida austeridad.
La principal característica del pietismo también incluye la intensa
sinceridad moral y la cruda austeridad que procuraba realizar en la vida
práctica. Las condiciones que confrontó demandaban una línea de
enérgica agresión. La moralidad era baja, especialmente en las cortes y
entre la nobleza y las condiciones en las clases media y campesina no
eran mucho mejores. Los efectos de la Guerra de los Treinta Años,
que había sacudido la civilización alemana hasta sus mismos cimientos,
eran visibles en la inmoralidad, lujo, desenfreno y desprecio por los
derechos de otros. Cuánto elevó el pietismo la moral de las masas es un
problema irresuelto hasta que se realicen investigaciones más profundas
sobre la historia del luteranismo del siglo XVIII. Sin embargo, es
cierto que el adulterio y la embriaguez comunes entre los pastores
luteranos antes del surgimiento del pietismo quedaron frenados y que
indisputablemente elevó el tono moral del clero de Württemberg. Su
efecto moral sobre la nobleza es igualmente demostrable, aun cuando sus
lados más oscuros quedaron mostrados en la corte de más de un conde
pietista. Por tanto, las labores del pietismo no fueron de ninguna
manera en vano.
El pietismo no sólo combatió la mundanalidad, sino que estimó al mundo
mismo como un vasto organismo de pecado que cada cristiano "avivado"
debía rechazar, so peligro de condenación. Sin embargo, esta actitud dio
origen a la controversia sobre la demanda del pietismo de que la
moralidad pública fuera transformada de acuerdo con sus principios
particulares, por lo que el teatro, baile, cartas, fumar y chistes no
fueron considerados asuntos adiáfora,
sino que debían ser evitados por el cristiano como pecados y
abominaciones ante Dios. Esta austeridad prevaleció no sólo entre los
más humildes adherentes del movimiento, sino también entre la nobleza
pietista, por lo que Enrique II de Reuss-Greitz incluso intentó, aunque
con escaso éxito, dar reconocimiento oficial a sus principios por un
decreto fechado el 17 de septiembre de 1717. Sin embargo, el pietismo
mismo fue inquebrantable en esta actitud y todas sus ramas retuvieron la
convicción de que el cristiano convertido debe renunciar en los puntos
mencionados. Esta posición fue profundamente importante en el desarrollo
del pietismo, pues el rechazo del mundo desembocó en no tener interés, o
un interés totalmente inadecuado, en el arte, la ciencia y la cultura
secular. Este distanciamiento supuso la renuncia a toda auténtica
influencia sobre la vida intelectual en general; dejó al pietismo en una
posición de soledad, viéndose obligado a restringir sus efectos
religiosos y morales.
El atributo destacado final del pietismo fue su benevolencia práctica,
que dirigió al movimiento a una vida activa y le hizo vehículo de una
globalidad evangélica desconocida hasta entonces en Alemania. El impulso
para acometer tales objetivos iba inherente a la naturaleza del
pietismo. Tal como Lutero había enseñado que las buenas obras deben ser
necesarias a partir de una fe viva, de ese modo la intensa vida
religiosa del pietismo inspiró a sus seguidores para compartir las
bendiciones de la salvación
con otros, a testificar de su fe y a dar prueba de ella por una vida
recta y un amor fraternal. En armonía con esta actitud buscaron a los
desdichados y necesitados como objetos de beneficencia. Primero se dio
atención a los propios compatriotas, lo que Spener mismo comenzó, al
tomar parte activa en construir una combinación de casa de acogida,
orfanato y taller en Francfort en 1679. Sin embargo, su importancia
quedó sobrepasada por la fundación de Francke de un asilo de huérfanos
en Halle en 1694. El nuevo elemento en este suceso fue el hecho de que
un hombre solo, apoyándose en la ayuda de Dios, se propuso fundar una
institución tal sobre amplias líneas, siendo mantenida por las
contribuciones voluntarias de un círculo comprometido por la mutua
simpatía. De esta manera el pietismo se ganó la distinción de señal
permanente en la Iglesia luterana por el trabajo en la benevolencia
activa, al preparar el camino para el establecimiento de la Innere Mission.
El asilo de huérfanos en Halle fue también el punto de partida para las
misiones al exterior, la segunda forma de benevolencia activa creada
por el pietismo. Spener mismo tuvo aprecio por esta causa, aunque el
verdadero lazo entre el pietismo y las misiones fue Francke. Mediante él
Halle se convirtió en el centro de la misión danesa, suplió los
misioneros que fueron a la India, fundó el primer periódico misionero
alemán, recaudó dinero para propósitos misioneros y dirigió a la
Alemania protestante a impulsar las misiones en su esfera de actividad.
Un paso distintivo en el avance se tomó poco después cuando Zinzendorf
volvió la atención de los moravos a este campo de trabajo, no sólo
porque los moravos incorporaban un tipo independiente y eran más
adaptables que los pietistas de Halle, sino también porque abrieron
nuevas sendas, utilizaron los servicios de los laicos y como Iglesia
enviaron misioneros con sorprendente rapidez a diversas partes de
América y África meridional. Por tanto, Alemania se vio guiada a
compartir la difusión del protestantismo entre las naciones y pueblos no
cristianos por la influencia directa del pietismo y ya que este
movimiento controló la obra misionera hasta bien avanzado el siglo XIX,
los detalles del sistema adoptado claramente muestran el peculiar genio
del pietismo. Bajo la dirección de Zinzendorf el tipo moravo de
predicación misionera, al contrario que la misión danesa y de Halle,
tomó el destacado curso de predicar simplemente el evangelio de Cristo y
no el dogma luterano. Más aún, fue el interés del pietismo alemán en la
difusión de las Escrituras lo que guió a las misiones a hacer la Biblia
accesible traducida a las congregaciones cristianas entre los paganos. El pionero en esta causa fue Bartholomæus Ziegenbalg
con su versión tamil de la Biblia (Tranquebar, 1714–28). Sin embargo,
en ciertos aspectos la adopción de ideas pietistas obró
desfavorablemente, como el intento de concentrar a los convertidos del
paganismo en pequeñas congregaciones análogas a los círculos pietistas
dentro de la Iglesia en Alemania. Al mismo tiempo, se impusieron reglas
extraordinariamente estrictas tocante a la admisión de convertidos a la
Iglesia y el bautismo
se concedió sólo cuando la conversión estaba demostrada, mientras que
la misma antipatía hacia las diversiones y costumbres populares la
manifestaron los pietistas en el campo misionero igual que en Alemania.
Los pietistas también estaban faltos, en algún grado, de una apropiada
auto-restricción, ya que en su elección de los campos de trabajo, la
práctica de echar suertes en relación con decisiones de peso y el
sentimentalismo caracterizaron muchos de sus informes. El pietismo
también inauguró las misiones sistemáticas entre los judíos. Spener
había reconocido la necesidad de tales misiones y había hecho mucho para
levantar el interés en ellas. Los moravos también tomaron parte activa
en esta obra por la ayuda de Samuel Lieberkühn, aunque sus extensas
misiones extranjeras les impidieron aplicar su energía plena a este
difícil campo de la actividad cristiana. Por otro lado, un importante
centro para esos esfuerzos fue creado por el pietismo en Halle, donde Johann Heinrich Callenberg
fundó, en 1728, un Institutum Judaicum, que continuó funcionando hasta
1792. Igualmente el pietismo ayudó a aquellos que simpatizaban con sus
principios, aunque no estuvieran dentro de su propia comunión o en su
propia tierra. Zinzendorf halló oportunidad de interceder por los
protestantes en Moravia; protegió a los seguidores de Schwenckfeld, quienes habían huido de Sajonia a América e hizo provisión espiritual para los emigrantes alemanes en Pensilvania.
La exacta relación del pietismo con la Ilustración es un problema que
recibe las respuestas más diversas. Algunos declaran que los dos
movimientos son absolutamente antitéticos y otros sostienen que la
Ilustración es un producto del pietismo. Sin embargo, en realidad la
relación entre estas dos tendencias no fue ni de mera antítesis ni de
causa y efecto. Aunque hubo muchas divergencias fundamentales entre
pietismo e Ilustración, tales como las opuestas actitudes hacia la
revelación, la esencia de la piedad y la Biblia, los dos movimientos
todavía tuvieron puntos en común, no sólo por hombres tales como Christian Thomasius, Johann Christian Edelmann y Johann Konrad Dippel,
sino también por su oposición a la ortodoxia luterana, su insistencia
en los derechos religiosos del individuo y su cristianismo práctico. Por
otro lado, la teoría de que la Ilustración se derivó del pietismo es
inadecuada, pues asume que aquellas degeneraciones y excrecencias de las
formas radicales y separatistas del pietismo, que el pietismo mismo
rechazó como elementos extraños, deben ser estimados como
características del movimiento y esta hipótesis también pasa por alto el
hecho de que las premisas que subyacen en la Ilustración eran
extremadamente variadas y en sus etapas iniciales fueron muy anteriores
al surgimiento del pietismo. La Ilustración y el pietismo deberían más
bien ser considerados como dos movimientos distintos con una meta común
en la destrucción del clericalismo, aunque divergiendo entre sí en su
evolución subsecuente. Al mismo tiempo, el pietismo más sincero
indirectamente ayudó al rápido crecimiento de la Ilustración en
Alemania, no sólo, por su lucha con la cultura, al no dar a la
generación más joven preparación adecuada para tratar con la
Ilustración, sino también por su negligencia de tal educación, al
arrastrar a los de inclinaciones eruditas al campo racionalista.
Desarrollo y origen.
Es extremadamente difícil fijar los límites precisos del pietismo en el
tiempo. Cada una de sus principales fases pasó por un desarrollo
distinto y alcanzó su cima en un período diferente. En Halle el pietismo
estaba en declive hacia 1730 y cuando Francke murió en 1769 la antigua
posesión de Halle como ciudadela del pietismo en Alemania central y
septentrional se había perdido prácticamente. El pietismo de Württemberg
nunca ejerció tan amplia influencia como el de Halle, pero por otro
lado gozó de un desarrollo tranquilo sostenido, teniendo también la
ventaja de no deber su prosperidad a ningún individuo, por lo que la muerte de Bengel
en 1769 no tuvo el efecto que la de Francke. Al vencer el "período de
tormenta y presión" al que ellos denominaron sus "tiempos de criba", los
moravos habían obtenido tal tenacidad interna y externa que el
fallecimiento de Zinzendorf en 1760 no amenazó su posición, pudiendo August Gottlieb Spangenberg comenzar su actividad. Cuando Valentin Ernst Löscher,
el famoso oponente del pietismo, murió en 1749, la controversia
pietista había cesado de atraer atención, la edad del pietismo agresivo
había pasado y su mensaje al protestantismo ya lo había entregado.
del pietismo. Sin embargo, es bien sabido que mucho antes del tiempo de
Spener ya había comenzado una reacción contra las tendencias dominantes
en la Iglesia y en la teología, así como contra su efecto en la vida
cristiana. A pesar de todo esto, el movimiento pietista fue juzgado por
sus propios contemporáneos como algo nuevo, lo que fue justificado
porque el pietismo soldó los dispersos proyectos de reforma, dedujo sus
conclusiones prácticas y se propuso realizarlas. Eso fue el logro de
Spener y en este sentido puede ser considerado el fundador del pietismo.
La preparación del pietismo, como su historia, muestra claras analogías
de un fenómeno similar dentro de la Iglesia reformada y mucho antes del
movimiento de Spener los grupos que habían roto con la Iglesia de Inglaterra
habían manifestado un espíritu parejo que ejerció una notoria
influencia sobre el continente, incluyendo Alemania, por su rica
literatura devocional. En Alemania occidental el contacto con la Iglesia
reformada de Holanda fue un factor importante. Las tendencias pietistas
en la Iglesia reformada, que también aparecen en la fase reformada del
protestantismo en Alemania septentrional, están en entero acuerdo con el
pietismo luterano en sus énfasis sobre el cristianismo práctico, su
actitud hacia la ortodoxia dominante de su tiempo y su tendencia hacia
una estrecha unión entre los fieles. Esos puntos de acuerdo entre el
pietismo luterano y sus paralelos en suelo reformado implican la
existencia de un movimiento internacional, tal como la Ilustración
posteriormente invadiría toda Europa. Pero aunque pudo quedar mucho
estímulo en Alemania de los puritanos, los labadistas y los holandeses, el pietismo fue sencillamente un movimiento alemán, no un producto del calvinismo extranjero.
Factores y crecimiento.
Entre los numerosos y divergentes factores que finalmente provocaron la
caída de la Ilustración, el pietismo fue uno de los principales. Aunque
no produjo saber teológico y filosófico y aunque estaba sin influencia
sobre las grandes masas o sobre los gobernantes de la Iglesia y el Estado,
al menos poseyó el poder siempre inherente en las convicciones
religiosas firmes y la fuerza interior del cristianismo por el cual se
alineó. El pietismo se convirtió en el centro para una multitud de
miembros de la Iglesia estatal que no habían podido encontrar en el
clero oficial, dominado por la Ilustración, la ayuda para la religión
que deseaban. Por otro lado, el nuevo movimiento pudo dar a todos los
que se le unieron un objetivo definido e inspirador en la difusión de la
antigua fe; por tanto surgió una reacción pietista que, escondida al
principio, creció hasta convertirse en un factor potente entre los
elementos nacionales, literarios, teológicos y eclesiásticos combinados
para la regeneración espiritual y mental de Alemania durante el período
de las guerras napoleónicas. De hecho, fue tan poderosa su influencia
que fue poco menos que eso lo que el pietismo del siglo XVIII ejerció,
aun cuando las condiciones cambiantes de los tiempos hicieron que sus
esfuerzos fueran menos destacados. El lazo entre el pietismo del siglo
XVIII y el del XIX quedó complementado por la supervivencia del antiguo
movimiento, por los moravos y por la Christentumsgesellschaft.
De esta organización el luteranismo alemán obtuvo una ayuda que marcó
época en su historia, especialmente en vista de la fundación de la
Sociedad Bíblica de Basilea, la Sociedad Misionera de Basilea y otras
instituciones religiosas y filantrópicas. Los moravos, o Unitas Fratrum,
tal vez nunca ejercieron una mayor influencia sobre el protestantismo
alemán que durante la era de la Ilustración. La misma lejanía de sus
asentamientos les dio protección contra las tendencias de la época y
además progresaron en su tranquilo desarrollo, obteniendo la confianza
de otros en su causa. Incluso en tiempos de Zinzendorf se formaron
sociedades auxiliares en Inglaterra y Holanda para el apoyo de sus
labores misioneras, siendo ayudados por sus amigos en Alemania,
especialmente a principios del siglo XIX, cuando los círculos "avivados"
fueron llenos del espíritu misionero. Zinzendorf también se mostró
dispuesto a cultivar la amistad religiosa con los simpatizantes no
moravos y por sus viajes para la extensión de este fin se desarrolló la
actividad misionera entre la diáspora
luterana, siendo el objetivo no la secesión de la Iglesia estatal sino
la formación de círculos de simpatizantes moravos dentro de ella. En
1775 esos seguidores se contaban en 30.000. El tipo de predicación de
avivamiento también renovó los conventículos del antiguo pietismo. De
hecho, en Württemberg las reuniones de oración nunca cesaron enteramente
sino que fueron dirigidas principalmente por laicos hasta que un número
de pastores, entre los cuales Ludwig Hofacker fue prominente, se
unieron igualmente al movimiento. En 1828 el número de los que asistían a
los conventículos se estimaba en 30.000. El pietismo suabo quedó
también poderosamente ligado por sus estrechas afiliaciones con la
Sociedad Misionera de Basilea, que todavía tenía su principal distrito
subsidiario en Württemberg, de donde era costumbre llamar a sus líderes.
Basilea fue un centro tan importante que unió a toda la Suiza alemana; Barbara Juliana von Krüdener
dio algunos incentivos de clase efímera en esta región y los "avivados"
en la Suiza francófona igualmente se convirtieron en un factor que se
esparció hacia el este. Además de Berna y Zurich, Saint Gall
puede ser destacado como centro de un gran círculo pietista formado por
la capaz Agnes Schlatter. El avivamiento en Baviera tuvo algunos
seguidores católicos y Nuremberg también se convirtió en foco pietista,
principalmente por el comerciante Johann Tobias Kiessling. En Baden, el
surgimiento del sentimiento pietista fuese observado desde el tiempo de
los "años del hambre" 1816-17, e hizo rápido progreso tras la unión de
1821. En Alemania septentrional, por otro lado, el pietismo, salvo por
dispersos grupos pequeños, sucumbió ante la Ilustración e incluso cuando
este último movimiento se aproximaba a su fin, la causa pietista no
había encontrado suelo firme que pudiera compararse con el pietismo en
Württemberg. El pietismo reformado de la Westfalia renana, sin embargo,
experimentó un poderoso avivamiento por Samuel Collenbusch, Johann Gerhard Hasenkamp, Friedrich Arnold Hasenkamp, Johann Heinrich Hasenkamp, Gottfried Menken, Friedrich Adolf Krummacher y Gottfried Daniel Krummacher.
Al mismo tiempo los luteranos en Elberfeld fueron dirigidos por un
pastor, Hilmar Ernst Rauschenbusch, que había sido ganado para el
pietismo mientras estudiaba en Halle; el valle del Wupper permaneció
como uno de los dominios seguros del pietismo en el siglo XIX y el
movimiento incluso tuvo presencia en Berlín, centro de la Ilustración
alemana, notablemente por los esfuerzos del barón silesiano Ernst von Kottwitz y el predicador Johann Jänicke.
orando, siglo XIX, de Sir Georges Clausen. Victoria and Albert Museum, Londres |
Es más difícil definir el pietismo posterior que el movimiento
correspondiente del siglo XVIII. No es un organismo organizado; sus
grupos individuales no tienen una relación mutua fija; no tiene una
tendencia teológica distintiva y grandes números de sus seguidores no se
denominan a sí mismos pietistas. La antigua escuela pietista de Halle
ha desaparecido. Los moravos han formado una Iglesia aparte y se han
despojado tan completamente de las antiguas características pietistas
que sólo en un sentido muy limitado pueden ahora ser considerados
pietistas. Sólo la rama de Württemberg sobrevive, pero aunque preserva
más puramente el lazo con el pietismo antiguo, las limitaciones
territoriales de su actividad impiden que sirva como norma para
determinar la naturaleza del pietismo moderno. La transferencia del
término pietismo al uso de la palabra en los siglos XIX y XX muestra que
la palabra ha perdido su definición original de significado. En muchos
casos el uso moderno de la palabra denota ideas en armonía con el
antiguo pietismo; en otros ejemplos hay solo ligeras sugerencias de
tales afinidades e incluso en otros no hay absolutamente puntos en
común. El pietismo del siglo XIX puede, sin embargo, ser definido como
esa tendencia en el protestantismo alemán que representa el tipo
devocional del antiguo pietismo, así como sus ideas de vida y su actitud
hacia el mundo, lo que se puede estimar como una continuación de la
antigua escuela. Sin embargo, sólo las ideas fundamentales del pietismo
primitivo se han retenido, pues las revoluciones en asuntos políticos,
sociales y eclesiásticos han hecho que el movimiento asuma nuevas formas
de actividad y adopte nuevos elementos constituyentes. Eso supone una
etapa posterior de desarrollo y muestra escasamente un ejemplo de mera
repetición. Ya no promueve la vida religiosa mediante reuniones de
oración, sino que halla una esfera más amplia de actividad en las
sociedades misioneras interiores y exteriores. Una nota característica
destacable del período de avivamiento de principios del siglo XIX fue el
sentido de comunión con círculos similares dentro de la Iglesia
católica, mientras las dos iglesias cooperaron en las Sociedades
Bíblicas, aunque el surgimiento del ultramontanismo,
tras la segunda década del siglo XIX, acabó con la asociación; si bien
en círculos pietistas el sentimiento de afinidad espiritual con
espíritus afines en la iglesia hermana persistió largo tiempo y ejerció
algo de influencia incluso hasta el día actual. Más aún, el sincretismo
del pietismo en combinación con el decaimiento de las barreras
denominacionales durante el período de la Ilustración, hizo que el
movimiento fuera culpable de sectarismo y separatismo en el siglo XIX
como lo había sido en los 100 años precedentes, pero, por otro lado,
esos peligros se aminoraron por las relaciones del nuevo pietismo con la
Iglesia y la ortodoxia, experimentando una esencial transformación. Su
posición unida contra su enemigo común, el racionalismo, produjo
estrechas afiliaciones que enterraron al conflicto. El pietismo quedó
reabsorbido en la Iglesia y la ortodoxia creció susceptiblemente a modo
de pensamiento y sentimiento pietista. Este cambio en la situación del
pietismo fue ayudado esencialmente por el hecho de que la Iglesia ahora
dio el debido reconocimiento a la benevolencia práctica, tanto en las
misiones al interior como al exterior. Sin embargo, ya que el pietismo
había puesto especial atención desde el principio en esas esferas de
actividad, las actitudes alteradas de la ortodoxia hacia la misma fueron
un tributo notorio de su capacidad para retener lo esencial en su
posición misionera. Cuando la Iglesia desarrolló un interés creciente en
las misiones al exterior y el interior, hubo un notorio aumento de la
influencia del pietismo y de la confianza mostrada en círculos
ortodoxos.
No se puede dar en una sola frase un veredicto completo sobre la
importancia del pietismo posterior para el protestantismo alemán, sea
favorable o desfavorable. Es un fenómeno mucho más complejo que el
antiguo sistema, lleno de elementos heterogéneos y no sólo variando en
diferentes partes del país y cambiando con el transcurso del tiempo,
sino también mostrando fases divergentes en ciudades y distritos
rurales. Además de su obra misionera, el pietismo fue un factor
importante en el avivamiento religioso de Alemania durante el primer
tercio del siglo XIX, aun cuando no fue la única fuente del movimiento.
El engrandecimiento de su esfera de actividad y su coalescencia con la
Iglesia estatal sin duda ayudaron al pietismo a escapar de sus fronteras
de conventículos. Por otro lado, su tendencia innata hacia pequeños
círculos, que lo recortan de toda comprensión de la riqueza de la vida
intelectual, nacional y cultural, le impide ser un gran movimiento
popular; tampoco ha demostrado ser capaz de resistir la tendencia hacia
los planes partidistas y hacia el desprecio poco caritativo de los que
tienen diferentes opiniones. El movimiento se vio forzado a una posición
crítica por el surgimiento de la moderna tendencia asociativa basada en
el metodismo
anglo-americano, pues aunque el pietismo y el metodismo fueron
estrechamente afines en origen, la tendencia en cuestión está dirigida
hacia fines que no tienen relación con el pietismo.
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