miércoles, 10 de febrero de 2016

APUNTES HISTORIA DE ESPAÑA

APUNTES HISTORIA DE ESPAÑA












































viernes, 15 de abril de 2011



Tema
10. Sublevación militar y Guerra Civil (1936-1939). Dimensión política e
internacional del conflicto. Evolución de las dos zonas. Consecuencias
de la guerra





1. INTRODUCCIÓN



El juego
que mantuvieron las fuerzas políticas durante el período democrático que
nació al amparo de la Segunda República estuvo cargado de gran tensión y
violencia. Muchos de los intereses y aspiraciones de los distintos
grupos sociales estaban en clara confrontación. Los sectores agrupados
en torno a lo que denominamos derecha se opusieron frontalmente a muchas
de las reformas que, promovidas por la izquierda, amenazaban con
subvertir un orden social extremadamente desigualitario. Esta
discordante situación, que generó una fuerte polarización de los
posicionamientos políticos, generó debates parlamentarios muy acalorados
y hasta violentos enfrentamientos armados, entre los que cabe destacar
los que se produjeron a raíz de la denominada Revolución de Asturias de
1934, considerados el precedente inmediato de la guerra civil.




La
República conoció una pérdida progresiva de apoyos sociales, tanto por
la izquierda como por la derecha, que amenazaba seriamente la
estabilidad del sistema:


  • Los
    sectores más conservadores de la sociedad española, integrados
    fundamentalmente por eclesiásticos, un importante sector del ejército y
    la patronal industrial y agraria, mostraron un claro rechazo a las
    reformas promovidas por la izquierda, pues dañaban directamente sus
    intereses y amenazaban a la religión y a las tradiciones, bases sobre
    las que se asentaba el orden social establecido.
  • Por su
    parte las organizaciones obreras confiaban cada vez menos en una
    República que se mostraba incapaz de acometer las reformas que desde
    estos sectores se demandaban, por lo que fueron distanciándose de ella,
    al tiempo que una parte cada vez más importante de la izquierda
    proclamaba la necesidad de romper con la República e iniciar una
    revolución proletaria.


El triunfo
del Frente Popular (gran coalición formada por fuerzas políticas de
izquierda) en las elecciones de febrero de 1936 hizo aumentar el miedo
entre los sectores de derecha a una inminente revolución que
supuestamente pretendía iniciar una izquierda eufórica ante la victoria
electoral. En este ambiente pre-revolucionario una parte del ejército
inició una conspiración militar que desembocó en el alzamiento de las
tropas de Marruecos del 17 de julio de 1936




Desde una
perspectiva interna, la guerra civil española se entiende como la
consecuencia de la convergencia incontrolada de los problemas que España
venía arrastrando desde el siglo XVIII, e incluso antes, a los que la
República no dio una solución satisfactoria, al igual que no lo habían
hecho los regímenes precedentes. Desde una perspectiva externa fue muy
importante la influencia que ejercieron sobre el desarrollo y conclusión
del conflicto las tendencias totalitarias surgidas en Europa con
posterioridad a la Gran Guerra.






2. LA SUBLEVACIÓN MILITAR



Altos
mandos del ejército, disconformes con el rumbo político que estaba
siguiendo la República, comenzaron a urdir una trama golpista que
terminó conduciendo al levantamiento de las guarniciones militares
españolas de Marruecos el 17 de julio de 1936.




A comienzos
de ese mismo mes el teniente Castillo de la Guardia de Asalto, cuerpo
policial creado en la Segunda República con el que se intentó limitar
las funciones de control del orden público ejercido por la Guardia
Civil, fue asesinado por un grupo de ultraderecha. En respuesta a este
atentado miembros de la Guardia de Asalto secuestraron y asesinaron al
líder del Bloque Nacional (coalición de derechas formada de cara a las
elecciones de febrero de 1936) Calvo Sotelo, conocido por sus actitudes
antidemocráticas y antiparlamentarias, participante activo en la
conspiración contra el gobierno, la noche del 12 al 13 de julio. Este
suceso fue lo que precipitó un alzamiento que se encontraba todavía en
fase preparatoria.




La
sublevación comenzó siendo un movimiento de carácter fundamentalmente
militar. Los líderes de la conspiración no tenían en principio una idea
claramente definida de lo que debía hacerse una vez se hubiesen hecho
con el poder. Entre los principales organizadores de la trama
encontramos a personas con muy diversas aspiraciones políticas, como
Mola, Goded, Sanjurjo, Franco, Varela, Orgaz, Queipo de Llano, Saliquet o
Fanjul. Algunos eran carlistas, partidarios de la instauración de una
monarquía tradicionalista; otros defendían la restauración alfonsina;
otros aspiraban a instaurar un régimen totalitario de corte fascista;
incluso había defensores de la República que lo que pretendían era
derribar el gobierno del Frente Popular e imponer el orden. Por esto es
quizá más correcto hablar no de una conspiración, sino de varias
conspiraciones paralelas que terminaron confluyendo cuando, al fracasar
la insurrección militar, dio comienzo la guerra civil.




El
principal organizador de la sublevación, el general Mola (conocido en la
trama golpista con el sobrenombre de “el director”), pretendía
instaurar una dictadura militar que garantizara el orden y, una vez
controlada la situación, volver de nuevo a la legalidad constitucional.
Los sublevados argumentaron que en principio lo que pretendían con el
levantamiento militar era hacerse con el control de los resortes del
gobierno de una manera rápida y limpia y frenar de este modo la
revolución comunista que supuestamente estaba planeando iniciar el
gobierno del Frente Popular. Para hacer triunfar el golpe necesitaban
ser secundados por el mayor número de guarniciones militares posible,
teniendo un valor fundamental las de Madrid y Barcelona. Pero no fueron
respaldados ni por estas ciudades ni por otras muchas. El gobierno había
tenido cuidado de establecer en aquellas zonas cuyo control era
fundamental para la estabilidad del régimen mandos militares de
reconocida fidelidad a la República y había mandado a zonas periféricas a
aquellos militares que le inspiraban menos confianza, como Franco, que
había sido alejado a Canarias.




El general
Franco, que no decidió incorporarse a la conspiración hasta el último
momento, después del asesinato de Calvo Sotelo, se desplazó en un avión
Dragon Rapide desde el archipiélago canario a Tetuán, donde llegó el 19
de julio de 1936, poniéndose al frente de los ejércitos sublevados.




Durante los
primeros días después del alzamiento, los sublevados consiguieron
imponerse en ciudades como Cádiz, Sevilla, Córdoba y Granada, y en
amplias zonas de Galicia, Catilla y León, Navarra, País Vasco y Aragón,
así como en los archipiélagos balear y canario. Desde un principio el
apoyo de los elementos civiles a los militares sublevados fue crucial
para lograr el control de muchas de estas ciudades.




El 20 de
julio de 1936 los rebeldes sufrieron un importante revés, al perder a su
líder, el general Sanjurjo, que falleció en un accidente aéreo cuando
regresaba del exilio para ponerse al frente de los sublevados.






3. UNA ESPAÑA DIVIDIDA EN DOS ZONAS



El fracaso
del golpe generó una situación inesperada a la que los sublevados
tuvieron que adaptarse, modificándose los objetivos originales a medida
que se desarrollaban los acontecimientos. España quedó dividida en dos
zonas irreconciliablemente enfrentadas, situación que terminó
desembocando en el estallido inmediato de una cruenta y larga guerra
civil.




Los
sublevados, que representaban a los sectores más conservadores de la
sociedad española, contaron con el apoyo de los partidos de derecha. El
gobierno de la República, que consiguió mantener el control de amplios
territorios, fue sostenido por los partidos de izquierda agrupados en
torno al Frente Popular.




3.1. El bando sublevado



La base
social que prestó su apoyo a los sublevados se componía, grosso modo, de
militares conservadores, propietarios agrarios, monárquicos de derecha,
católicos y tradicionalistas. Todos ellos eran contrarios, en general,
al acceso de las clases populares y pequeño-burguesas al poder. Este
bando recibió ayuda de los fascistas italianos y de los
nacionalsocialistas alemanes, movimientos totalitarios que tendió a
imitar.




Aunque en
un principio la conspiración tuvo un carácter eminentemente militar,
siendo entendida la colaboración civil como algo complementario, al
fracasar el golpe de estado el apoyo de los elementos civiles se
convirtió en determinante para garantizar el control de muchas ciudades.
Estos estaban organizados fundamentalmente en torno a Falange Española,
los carlistas y la CEDA (confederación española de derechas autónomas)




3.2. El bando republicano



El bando
que apoyaba la legalidad republicana estaba constituido básicamente por
las clases populares. Estaban afiliados, por regla general, a
organizaciones comunistas, socialistas y anarcosindicalistas (como CNT o
FAI). Un importante sector de las clases medias, vinculado a partidos
republicanos, también dio su apoyo a la República, aunque temeroso ante
el eventual estallido de una revolución social.






4. EL DESARROLLO DE LA GUERRA: LAS FASES BÉLICAS



Podemos distinguir cuatro grandes fases en el desarrollo del conflicto:



  1. De julio a noviembre de 1936: avance hacia Madrid.
  2. Diciembre de 1936 a octubre de 1937: Batallas alrededor de Madrid y ocupación del norte.
  3. Noviembre de 1937 a junio de 1938: ofensiva de Franco hacia el Mediterráneo.
  4. Julio de 1938 a abril de 1939: Batalla del Ebro y fin de la Guerra.


4.1. Primera fase. De julio a noviembre de 1936.



Una semana
después del alzamiento empezaron las operaciones militares. La primera
fase de la guerra se conoce como guerra de columnas. La tropas de
África, después de cruzar el Estrecho de Gibraltar asistidos por la
aviación alemana e italiana, consiguieron enlazar con la zona sublevada
del norte peninsular después de eliminar una enconada resistencia en
Badajoz. En septiembre Franco ocupó Toledo, encontrándose a finales de
octubre a las puertas de Madrid.




Ante la
inminente conquista de Madrid, el gobierno de la República decretó la
movilización masiva para salvar la capital. Miles de hombres y mujeres
participaron en la fortificación de los accesos y el interior de la
ciudad.




El 6 de
noviembre de 1936 el gobierno de la República se trasladó a Valencia,
dejando Madrid en manos de una Junta presidida por el general Miaja.
Madrid, a pesar de los fuertes ataques de que fue objeto, consiguió
resistir, gracias en buena medida a la llegada de los brigadistas
internacionales y de la columna anarcosindicalista Libertad, liderada
por Buenaventura Durruti.




4.2. Segunda fase: de diciembre de 1936 a octubre de 1937.



En esta fase ambos bandos procedieron con la regularización de sus ejércitos:

  • En el bando republicano se creó el Ejército Popular de la República y se disolvieron buena parte de las milicias.
  • Franco militarizó los cuerpos de voluntarios (requetés y falangistas fundamentalmente)


Tras
fracasar en la toma de Madrid, los sublevados intentaron aislar esta
ciudad, tratando de cortar las comunicaciones con el Este, la carretera
de Valencia, mediante una acción militar envolvente. El ejército de la
República concentró sus fuerzas para evitar el aislamiento de Madrid y
la consecuente división del territorio bajo control republicano. El
encuentro de ambas fuerzas se produjo en la Batalla del Jarama en
febrero de 1937, enfrentamiento que fue cesando como consecuencia del
progresivo desgaste que se produjo en ambos ejércitos. En marzo de 1937
el Ejército Popular de la República consiguió una gran victoria frente a
las tropas fascistas italianas aliadas de Franco en la Batalla de
Guadalajara.




Ante las
dificultades, Franco decidió cambiar de estrategia. Del intento de toma
de Madrid se pasó a la conquista de todo el territorio español. La
capital, aislada y sin recursos, terminaría cayendo.




Entre abril
y octubre de 1937 las acciones militares se concentraron en la franja
cantábrica, avanzando las tropas nacionales de Este a Oeste. En esta
ofensiva la aviación de la Alemania nazi bombardeó, por orden del
cuartel general de Franco, la población civil de la ciudad de Guernica.
Se trata del primer bombardeo aéreo de la historia sobre población
civil.




Ante el
imparable avance del ejército nacional por el norte, el gobierno de la
República puso en marcha unas acciones militares con el objeto de atraer
la atención de Franco y así disminuir la presión en la zona cantábrica.
El ejército republicano tomó entonces la iniciativa atacando Brunete,
cerca de Madrid, y Belchite, en las proximidades de Zaragoza. Sin
embargo estas acciones no consiguieron impedir que una de las zonas
mineras e industriales más importantes de España, la zona cantábrica,
pasase al bando nacional.




4.3. Tercera fase: noviembre de 1937 a junio de 1938. Ofensiva de Franco hacia el Mediterráneo.



En
diciembre de 1937 el ejército republicano fue reestructurado para
aumentar su eficacia. Los puestos de mando fueron ocupados por militares
profesionales y los milicianos y brigadistas fueron integrados en su
estructura.




El nuevo
ejército republicano intentó tomar la iniciativa, lanzando fuertes
ofensivas bélicas. Tras una dura batalla los republicanos ocuparon
Teruel, ciudad que pronto debieron abandonar para hacer frente a la
Campaña de Aragón iniciada por Franco, con la que consiguió abrirse
camino hasta el Mediterráneo, dividiendo el territorio controlado por el
gobierno de la República en dos zonas. Tras esto, Franco siguió
avanzando hacia el sur, aunque tuvo que enfrentarse a una nueva, fuerte y
desesperada ofensiva republicana lanzada sobre el Ebro.




4.4. Cuarta fase: de julio de 1938 a abril de 1939. Batalla del Ebro y fin de la Guerra



La Batalla
del Ebro constituye el episodio bélico más importante de todo el
conflicto. Los republicanos de la zona catalana intentaron, a partir del
25 de julio de 1938, avanzar hacia el sur para restablecer la unidad
del territorio republicano. Sin embargo Franco detuvo el ataque mediante
una fuerte concentración de tropas y con el apoyo de la aviación
italiana y alemana. Detenido el ataque, inició en noviembre de 1938 la
contraofensiva, obligando a los republicanos a replegarse hacia el norte
y provocando importantes daños a su ejército.




Franco
decidió entonces, en vez de continuar con el avance hacia el sur, tomar
Cataluña. El 26 de enero entró en Barcelona sin necesidad de luchar. La
toma de Cataluña provocó un fuerte flujo migratorio hacia Francia. Entre
los exiliados destaca el gobierno de la República (con Negrín como jefe
del gobierno y Manuel Azaña como presidente), que desde octubre de 1937
estaba instalado en Barcelona, y el gobierno de la Generalitat (el
presidente era Lluís Companys). En Francia se unieron con los exiliados
del gobierno vasco, donde se encontraban desde hacía más de un año.




En febrero
de 1939 la República sólo controlaba la zona centro (formaba una figura
cuyos vértices eran aproximadamente Valencia, Almería y Madrid). El jefe
del gobierno republicano, Juan Negrín, regresó de Francia decidido a
continuar la guerra, para lo cual contaba con el apoyo de los
comunistas. Sin embargo ya poco se podía hacer. La República había
caído. Francia e Inglaterra reconocieron oficialmente el nuevo gobierno
de Franco, y Manuel Azaña dimitió como presidente de la República.




En marzo,
el coronel Casado, el encargado de la defensa de Madrid, disconforme con
la creciente importancia que estaban adquiriendo los comunistas en el
gobierno de la República, dio un golpe de Estado en marzo de 1939 contra
el gobierno socialista de Negrín y estableció un Consejo Nacional de
Defensa presidido por el general Miaja para negociar la paz con Franco.
Franco no aceptó condición alguna y exigió la entrega inmediata de las
armas. El 28 de marzo de 1939 el ejército de Franco entró en Madrid sin
encontrar ninguna resistencia. En pocos días ocuparon todo el territorio
que se extendía hasta el Mediterráneo, y el 1 de abril de 1939 Franco
firmó el último parte de guerra:




En
el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las
tropas nacionales sus últimos objetivos militares. Españoles, la guerra
ha terminado.




5. EVOLUCIÓN POLÍTICA EN CADA UNA DE LAS DOS ZONAS



5.1. LA ZONA REPUBLICANA



5.1.1. Desencadenamiento de la revolución social



Los
sublevados legitimaron su acción argumentando que pretendían frenar la
supuesta revolución social que estaba organizando el gobierno del Frente
Popular, formado tras las elecciones de febrero de 1936. Sin embargo,
aunque la situación previa al alzamiento era de inestabilidad
generalizada, no había ninguna revolución en marcha. Fue el alzamiento
el que provocó, como consecuencia de la extrema polarización política
que generó, que en el territorio que permaneció fiel a la República se
extendiese una revolución social de carácter colectivista, promovida por
los anarcosindicalistas (CNT y FAI). Aunque el PSOE también participó
en algunas de las colectivizaciones llevadas a cabo, lo normal fue que
tanto el PSOE como el PCE se mantuviesen en principio al margen,
oponiéndose claramente más tarde. La revolución fue especialmente fuerte
en Cataluña, donde en octubre de 1936 la Generalitat aprobó la
colectivización de la industria. El colectivismo agrario se extendió por
Aragón, Valencia, La Mancha y Andalucía. En muchas ciudades y pueblos
se constituyeron Juntas, Consejos y Comités para dirigir la revolución.




En los
primeros meses del conflicto se desencadenó en la zona republicana una
persecución de todos los elementos “sospechosos”, es decir, favorables a
los sublevados: eclesiásticos, burgueses, propietarios agrarios y
clases acomodadas en general. Un gran número de personas fueron
detenidas y asesinadas y sus bienes incautados en nombre de los partidos
políticos y sindicatos. Muchos de los perseguidos huyeron de España o
se refugiaron en la zona sublevada, prestando su apoyo al bando
franquista. Asimismo cabe destacar el resurgir de movimientos
anticlericales, que produjeron el saqueo y la quema de numerosos
edificios religiosos.




5.1.2. Derrumbe del estado republicano



El gobierno
de la República tardó en reaccionar ante el golpe de Estado. Se
sucedieron varios gobiernos, hasta que José Giral comenzó a organizar la
resistencia. Aprobó la entrega de armas a los civiles, organizados en
milicias por los partidos, y disolvió un ejército que había quedado
considerablemente mermado. Después, con el objeto de regularizar las
milicias se propuso la creación de un ejército de voluntarios.




La
revolución social avanzaba, creándose comités y juntas controladas por
los sindicatos y los obreros por toda la zona republicana. Esta
situación casi produjo el desplome del gobierno de la República,
sumamente debilitado. En agosto, Francisco Largo Caballero, secretario
general de la UGT, fue llamado para formar gobierno, pues era
considerado por la opinión pública como la única persona capaz, en esos
difíciles momentos, de unir a los republicanos, burgueses y obreros en
un esfuerzo común.




5.1.3. Largo Caballero recompone el Estado



Largo
Caballero, apoyado en principio por todas las fuerzas republicanas,
formó un nuevo gobierno en septiembre de 1936 integrado por
republicanos, socialistas, y por primera vez, comunistas. En noviembre
se sumaron a este gobierno cuatro ministros anarcosindicalistas.




El objetivo
de Largo era crear una gran alianza antifascista que permitiese
recomponer el poder del Estado y hacer frente a los sublevados, para lo
cual impulsó la militarización de las milicias de los partidos y creó el
Ejército Popular sobre la base de las Brigadas Mixtas.




A pesar del
empeño de Largo, terminó enemistándose con los comunistas y los
anarcosindicalistas. Con los primeros debido a que trató de dirigir la
guerra de manera personal; con los segundos el distanciamiento respondía
a la actitud que estos mostraban, ya que aunque por una parte
participaban en el gobierno, por otra actuaban de manera independiente,
colectivizando tierras y negándose a integrar sus milicias en el
ejército regular.




Las
distintas aspiraciones políticas de los partidos que apoyaban la
república provocaron un fuerte enfrentamiento interno. Los
anarcosindicalistas y partidos como el POUM defendían la guerra
revolucionaria, lo cual no era compartido, entre otros, ni por
comunistas ni por republicanos. En Cataluña esta disparidad de
planteamientos desencadenó un enfrentamiento armado, conocido como Los
Sucesos de Mayo, que terminó con la derrota de los anarcosindicalistas y
la disolución del POUM.




Comenzó
entonces una nueva disputa por el liderazgo dentro de la República que
enfrentó a los seguidores de Largo Caballero con los comunistas.




5.1.4. El gobierno de Negrín



En mayo de
1937 los comunistas amenazaron con abandonar el gobierno si Largo
Caballero no lo hacía antes. Hay que tener en cuenta que la posición de
los comunistas se había fortalecido como consecuencia del apoyo que la
República había recibido por parte de la Unión Soviética. Éste optó por
dimitir, formándose un nuevo gobierno dirigido por el socialista Juan
Negrín.




Se formó
entonces un nuevo gobierno integrado únicamente por los partidos
políticos, quedando fuera la representación sindical de la UGT y la CNT.
La dirección de la guerra pasó en un principio a manos del socialista
Indalecio Prieto.




Negrín
lideró una política de resistencia a ultranza, al tiempo que se trataba
de buscar una salida negociada al conflicto. Elaboró un proyecto
conocido como el Programa de los Trece Puntos, en el que planteaba la
permanencia de la República y la celebración de elecciones democráticas
una vez hubiesen cesado las hostilidades. Franco se negó a aceptar el
proyecto o cualquier tipo de negociación. Sólo aceptaba una rendición
incondicional.




La única
esperanza que le quedaba a Negrín era que estallase un nuevo gran
conflicto internacional que llevase a Alemania a retirar sus ejércitos
de España y pusiera a los aliados a su favor. Sin embargo en septiembre
de 1938 Francia e Inglaterra firmaron el Tratado de Múnich, por el que
reconocían la ocupación de los Sudetes por el ejército nazi, plegándose
de este modo al expansionismo alemán. A pesar de esto grave
acontecimiento Negrín continuó esperando el conflicto europeo entre las
potencias democráticas y las fascistas, acuñándose la expresión
¡Resistir es vencer!




La vida se
hacía cada vez más difícil en la zona republicana debido a la falta de
alimentos y a los continuos reveses militares. A finales de 1938 Negrín
redujo su plan a tres puntos: la salida de los ejércitos extranjeros de
España; la garantía de que no se produjeran represalias de los
vencedores sobre los vencidos; la continuidad del régimen democrático.
Por su parte Franco anunciaba que sólo aceptaría la rendición sin
condiciones.




5.2. LA ZONA SUBLEVADA



Los que
respaldaban el alzamiento se encontraban políticamente divididos, pero
aceptaron la supremacía del ejército, el cual se convirtió desde muy
pronto en la columna vertebral del nuevo Estado surgido con el
conflicto.




5.2.1. Francisco Franco: Generalísimo



Los
sublevados crearon en Burgos una Junta de Defensa Nacional con el
cometido de gobernar los territorios ocupados. Estaba integrada por
militares y presidida por el general más antiguo, Miguel Cabanellas. La
Junta prohibió los partidos políticos, suspendió la Constitución de 1931
y paralizó la Reforma Agraria.




Pronto
surgió la necesidad de establecer un mando único para dirigir la guerra.
Pero el general Sanjurjo, el líder del alzamiento, había muerto en una
accidente aéreo días después de iniciarse éste (el 20 de julio de 1936).
Franco consiguió, por un lado, el respaldo de la mayoría de los
generales debido a sus exitosas acciones militares, y por otro obtuvo el
respaldo de Hitler y Mussolini, lo cual lo convertía en el mejor
representante para negociar los apoyos internacionales necesarios para
sostener la guerra.




El día 1 de
octubre de 1936 se nombraba a Franco mediante decreto Jefe del Gobierno
del Estado y Generalísimo de los Ejércitos Españoles. La Junta de
Defensa Nacional fue sustituida por una Junta Técnica del Estado, con
sede en Valladolid y Burgos, dividida en comisiones mandadas por
militares en las que también había civiles.




5.2.2. La creación del Partido único



Los
partidos activos en esta zona eran Falange Española, fundada por José
Antonio Primo de Rivera, y la Comunión tradicionalista. La CEDA y otros
grupos monárquicos también fueron tolerados.




A la hora
de organizar un nuevo poder político los sublevados se inspiraron en los
estados italianos y alemán. Se creó un partido único y se dotó al Jefe
del Estado de plenos poderes. El 19 de abril de 1937 Franco decretó la
unificación de los partidos políticos tolerados, naciendo de este modo
Falange Española Tradicionalista y de las JONS, con Franco como Jefe del
Partido y Jefe del Estado. Los carlistas y falangistas que se opusieron
a esta unificación de partidos fueron condenados o desterrados.




El partido
adoptó como uniforme la camisa azul, propia de la Falange, y la boina
roja, característica de los carlistas, y como saludo el mismo que
utilizaban los fascistas italianos, levantando el brazo al estilo de los
antiguos romanos. Se creó una dirección integrada tanto por militares
como por civiles y se respetó la influencia de la Iglesia Católica.




5.2.3. El primer gobierno de Burgos



En enero de
1938 Franco formó su primer gobierno con ministros, desapareciendo de
este modo la Junta Técnica. Franco se convirtió en Jefe del Estado y del
gobierno, y comenzó a ser llamado caudillo de España.




Este nuevo
gobierno comenzó su actividad legislativa. Antes de que terminase la
guerra se promulgó el Fuero del Trabajo, una de las Leyes Fundamentales
del régimen, inspirada en la Carta del Lavoro italiana, con la que se
creaba un Estado corporativo organizado a través de sindicatos
verticales en los que quedaban integrados los trabajadores y los
empresarios. La huelga y las reivindicaciones colectivas de cualquier
tipo eran consideradas actos subversivos.




A través de
otro conjunto de leyes el gobierno trató de asegurar el control
ideológico del régimen sobre los medios de comunicación. Asimismo, para
tratar de evitar la secularización de la vida española pretendida por la
República, se restableció el culto en la escuela y en el ejército y se
instituyó una remuneración a cargo del Estado para el clero.






6. LA INTERNACIONALIZACIÓN DEL CONFLICTO



6.1. La opinión internacional



La opinión
democrática internacional se mostró de manera generalizada a favor de la
República Española. Las principales potencias mundiales e instituciones
se posicionaron de distinta manera ante el conflicto:


  • En
    Francia la mayor parte de la población estaba con la República, aunque
    sus gobernantes se opusieron a prestarle ayuda frente a los sublevados.
  • Los partidos obreros de todo el mundo, con la URSS a la cabeza, respaldaron la República.
  • México,
    gobernada por el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y con Lázaro
    Cárdenas como presidente de la República, apoyó activamente a la
    República Española, convirtiéndose este país en destino para un buen
    número de españoles republicanos exiliados.
  • En Gran Bretaña el alzamiento de Franco fue percibido mayoritariamente como un freno para la expansión mundial del comunismo.
  • El catolicismo tradicional fue favorable a los sublevados. De hecho el Papado se pronunció muy pronto a favor de Franco.
  • Alemania, Italia y Portugal se mostraron abiertamente favorables a Franco.


6.2. El comité de no-intervención



Ambos
bandos solicitaron ayuda política y militar en el extranjero. Las
peticiones de armamento de Franco fueron atendidas por la Italia
fascista y la Alemania nacionalsocialista. La dictadura fascista de
Salazar en Portugal también se alió con Franco.




El
posicionamiento a favor o en contra de los distintos bandos enfrentados
en el conflicto español creó una delicada situación que amenazó con la
internacionalización del conflicto. Para evitar esto, las democracias
europeas, fuertemente resentidas por la cercana Gran Guerra (primera
guerra mundial), creyeron que lo más oportuno era asilar el conflicto.




Gran
Bretaña defendía una política de apaciguamiento ante Alemania. Francia,
aunque estaba más afectada por el conflicto debido a su cercanía a
España y al hecho de tener también un gobierno del Frente Popular,
decidió ceder ante la postura de Gran Bretaña, para garantizar el apoyo
de este país ante un eventual avance de Hitler, e impulsó la creación de
un Comité de no-intervención, con sede en Londres. Sin embargo, en este
comité tuvieron representación los países que más apoyo prestaron a los
combatientes: Alemania, Italia y la URSS. Este Comité es una de las
principales causas que explican la derrota de la República Española.




6.3. Las ayudas extranjeras



La
República, carente de los recursos necesarios para hacer frente a la
guerra, decidió emplear las reservas de oro del Banco de España para
comprar armamento a la Unión Soviética a partir de octubre de 1936.




Las
Brigadas Internacionales constituyen un movimiento de solidaridad
internacional antifascista. Fueron más de 60.000 brigadistas procedentes
de todo el mundo los que apoyaron con las armas a la República. En su
organización destaca especialmente la labor llevada a cabo por la
Komintern (comunismo internacional).




Los
sublevados recibieron un apoyo internacional mayor. Alemania envió a su
aviación, la Legión Cóndor, y utilizó España como un campo de pruebas
para algunas de sus nuevas armas. A cambio de la ayuda prestada Alemania
recibió minerales y emplazamientos estratégicos. Italia envió una gran
unidad armada, Il Corpo di Truppe Volontarie, así como gran cantidad de
armamentos.




Hay que destacar también los voluntarios, especialmente irlandeses y portugueses que apoyaron al bando sublevado.





7. LA REPRESIÓN Y LAS VÍCTIMAS DEL CONFLICTO



Existe un
vacío de información que impide conocer el número exacto de víctimas
consecuencia del conflicto, aunque los investigadores actuales calculan
que perdieron la vida aproximadamente medio millón de personas en total,
consecuencia tanto de la guerra como de la represión, la cual fue
especialmente brutal e implacable en la zona controlada por los
sublevados.




7.1. La represión en ambos bandos



Desde el
principio de la guerra ambos bandos impulsaron una fuerte represión
contra aquéllos que mostraban resistencia o eran partidarios del
enemigo.




En la zona
republicana la represión fue llevada a cabo por las milicias de un modo
incontrolado. La brutalidad de la represión y la cantidad de asesinatos,
fruto del completo descontrol político existente, fue sucedida por el
establecimiento de Tribuales Populares, con los que el Estado trató de
hacerse con las riendas de la Justicia.




Los
sublevados por su parte adoptaron como táctica de guerra la eliminación
física de todo disidente. De hecho la represión en el bando franquista
fue mucho mayor, en violencia, brutalidad y en números absolutos. A esto
contribuye el hecho que fueron los que terminaron ganando la guerra y
siguieron practicando la represión una vez finalizó el conflicto.




7.2. Refugiados y exiliados



Desde el
principio de la guerra hubo importantes grupos de población civil que
tuvieron que abandonar sus casas ante el peligro que suponía el avance
de las tropas rebeldes. Estos refugiados se concentraron especialmente
en la zona del Levante y Cataluña. La población del norte peninsular,
acorralada, sólo pudo huir por mar hacia otros países. La imposibilidad
de evacuar a todos hizo que se optase por dar prioridad a los niños. De
hecho fueron más de 13.000 los niños que abandonaron España camino de
otros países europeos, América o la URSS.




Hacia
finales de la guerra una gran contingente de aproximadamente medio
millón de personas concentradas en Cataluña marchó a Francia. Gran parte
de estos refugiados fueron acogidos en campos de concentración
improvisados por las autoridades francesas. Se calcula que más de la
mitad de estas personas regresaron a sus casas pocos meses después del
final de la guerra. Unos 30.000 se alistaron en el ejército francés y
participaron en la segunda guerra mundial, iniciada el 1 de septiembre
de 1939, muy poco después del fin de la guerra civil española. Más de
16.000 murieron en campos de exterminio nazis (Treblinka, Dachau,
Mauthausen…)




Fue también
importante el número de exiliados en tierras americanas, especialmente
numerosos en México, unos de los países que más apoyo prestó a los
exiliados, donde se reunieron fundamentalmente políticos e intelectuales
y donde se constituiría el gobierno de la República en el exilio.




En la URSS se refugiaron unos mil adultos y unos 3000 niños.





8. LA GUERRA CIVIL EN ANDALUCÍA



Los
factores que nos permiten entender el porqué de la guerra son múltiples,
variados y de gran complejidad, aunque para la zona andaluza puede
afirmarse que la Reforma Agraria puesta en marcha por la República tuvo
un peso determinante, pues contribuyó a enconar gravemente las
relaciones entre campesinos y terratenientes.




Desde el
inicio de la guerra Andalucía quedó dividida en dos partes,
manteniéndose esta situación durante prácticamente todo el conflicto. La
Andalucía oriental estuvo controlada por el gobierno de la República,
mientras que la Andalucía occidental más Granada se mantuvo dominada por
el bando nacional. En la región andaluza no fueron destacables los
enfrentamientos de trincheras, aunque sí lo fueron las tristes y
brutales represiones de retaguardia.




En la
guerra fue clave el control que desde un inicio mantuvieron los
sublevados de la ciudad de Sevilla, ya que era donde se encontraba el
aeródromo más cercano a África, y de los puertos de la bahía gaditana,
que permitieron a los nacionales controlar el paso del Estrecho de
Gibraltar. Para controlar ciudades como Sevilla, Cádiz y Córdoba fue
determinante el apoyo que prestaron los elementos civiles organizados en
torno a partidos ultraderechistas como Falange Española (FE). Gracias
al apoyo de la aviación alemana se estableció un puente aéreo entre
Marruecos y Sevilla, el primero de la historia, que permitió a los
nacionales introducir a más de 1.500 soldados en los primeros días
después del alzamiento. Al mismo tiempo el control de los puertos
gaditanos permitió traer a la península hombres y material de guerra en
barcos mercantes escoltados por bombarderos italianos. La flota
republicana de la costa malagueña no intervino debido a la presencia de
acorazados alemanes en la zona. Estas acciones permitieron que la
concentración de tropas en Sevilla el 6 de agosto de 1936, día que llegó
a esta ciudad el general Franco para ponerse al frente de las mismas,
fuese considerable. Con ellas inició un imparable avance de 500
kilómetros hacia el norte por la zona extremeña, uniendo los territorios
del sur y el norte controlados por los sublevados. Esta importante
victoria militar consolidó la posición de Franco frente a la de otros
militares de prestigio como Mola o Queipo de Llano.




Fue en
Sevilla donde Franco, en la celebración de la Virgen de los Reyes el 15
de agosto de 1936, sustituyó la bandera tricolor por la monárquica
bicolor en un acto público cargado de emotividad y teatralidad. Este
cambio de bandera fue un golpe de efecto de gran trascendencia que le
sirvió para posicionar a las fuerzas políticas antirrepublicanas a su
favor, mientras Mola y otros generales sublevados continuaban
enarbolando la bandera republicana.




La ciudad
de Málaga cayó en poder del bando nacional en febrero de 1937, incapaz
de resistir un duro ataque por tierra y mar en que intervinieron además
de efectivos del bando nacional unos 10.000 camisas negras italianos.
Después de la toma de Málaga no se desarrollaron más campañas militares
destacables en la zona andaluza, a excepción del bombardeo que sufrió
Almería por parte de un acorazado y cuatro destructores alemanes en mayo
de 1937. Este acontecimiento generó tal tensión internacional que
estuvo a punto de ser el desencadenante de la segunda guerra mundial.




Uno de las
últimas ciudades en ser ocupadas por el ejército nacional fue Almería,
que no fue ocupada hasta el 31 de marzo de 1939, convirtiéndose en el
último bastión de la Segunda República. Al día siguiente Franco dio por
concluida la guerra.




La
represión en Andalucía por parte de los sublevados alcanzó unas cotas de
brutalidad escalofriantes. Las matanzas fueron inmisericordes. El
número de fallecidos es muy difícil de cuantificar, ya que por regla
general no se registraban. Miles de personas, la mayoría de las cuales
eran dirigentes sindicales, militantes políticos de izquierda e
intelectuales, maestros fundamentalmente, fueron detenidas y ejecutadas
sin juicio previo. En estos asesinatos no sólo intervinieron militares,
sino que fue muy activa la labor de civiles encuadrados en
organizaciones ultraderechistas como Falange Española. La represión
alcanzó unas cotas de brutalidad especialmente dramáticas en aquellas
zonas en las que los frentepopulistas habían mantenido previamente el
control y habían ejecutado a personas sospechosas de simpatizar con los
sublevados. Es el caso de ciudades como Lora del Río o Málaga.




Entre los
represaliados andaluces cabe destacar, por la posición e influencia
intelectual que ejercían, Federico García Lorca y Blas Infante. 




Profesor Antonio Martín Martín







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