El Sistema de la Halajá
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Introducc
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tema de la
Halajá –
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"El Kuzari", un libro medieval de filosofía judía, relata que cierto rey estaba preocupado por un sueño recurrente
que tenía, en el cual un ángel le decía: "Tus intenciones son dignas, pero tus actos no lo son". Ya sea que
hayamos o no experimentado personalmente un sueño similar, todos nos vemos desafiados por el dilema que
éste presenta: ¿Cómo podemos saber cuál es el curso de acción correcto? ¿De qué manera convertimos nuestras
intenciones nobles en verdaderos actos morales?
¿Por Qué Exist
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la Halajá?
De hecho, uno de los más grandes Sabios de la historia judía enfrentó este mismo problema. Rabi Akiva relató
un incidente que tuvo un gran impacto en su propio desarrollo espiritual:
אמר ר‘ עקיבא כך היה תחילת תשמישי לפני חכמים, פעם אחת הייתי מהלך בדרך, ומצאתי מת מצוה, ונטפלתי בו בארבעת
מילין, עד שהבאתיו למקום בית הקברות, וקברתיו, וכשבאתי והרציתי את הדברים לפני ר‘ אליעזר ור‘ יהושע, אמרו לי על כל
פסיעה ופסיעה שפסעת, מעלה עליך כאילו שפכת דם נקי, אמרתי להם, רבותי, למה, אם בשעה שנתכוונתי לזכות, נתחייבתי,
בשעה שלא נתכוונתי לזכות, על אחת כמה וכמה...
Rabi Akiva dijo: El siguiente incidente me introdujo a la importancia de estudiar de los sabios de la
Torá: Una vez estaba viajando y encontré un cadáver abandonado. Me hice cargo de él, cargándolo
alrededor de cuatro mil (millas Persas) hasta que encontré una tumba y lo enterré. Cuando les conté
esto a mis maestros Rabi Eliezer y Rabi Iehoshúa, ellos me dijeron: “Cada paso que diste fue como un
acto de asesinato (porque deberías haberlo enterrado en el lugar mismo que lo encontraste)”. Yo les
dije: Mis maestros, si en un momento en el cual quise hacer algo bueno en verdad hice algo condenable,
¡Cuánto más entonces debe ser así cuando ni siquiera tengo intenciones honorables! (Talmud Bavli,
Derej Eretz 8; ver también Tosafot a Ketubot 17a)
A pesar de haber tenido la intención de hacer algo correcto, debido a su falta de entendimiento con respecto a
la manera correcta de actuar ante tal situación, Rabi Akiva cometió un error. ¿Cómo podemos evitar cometer
tales errores garrafales? La respuesta de Rabi Akiva de hecho es la respuesta que el judaísmo siempre le ha
ofrecido a aquellos que quieren acortar la brecha entre las buenas intenciones y el comportamiento ético; y la
respuesta es que hay que estudiar Torá:
מאותה שעה לא זזתי מלשמש תלמידי חכמים
Desde ese momento en adelante no dejé de atender a los sabios de la Torá.
El judaísmo nos enseña que se espera que hagamos “lo que es correcto”. “¿Qué es lo que te pide el Eterno, tu
D’os?” –preguntó Moshé- “sólo que tengas temor del Eterno tu D’os, para que sigas Sus caminos y Lo ames”
(Devarim/Deuteronomio 10:12). ¿De qué manera podemos llegar de las elevadas aspiraciones de amar y temer
a D’os a seguir Su camino de manera concreta? La única manera posible es seguir las instrucciones de D’os para
la vida, la Torá.
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la Halajá?
La Torá nos ofrece una forma de vida guiada por la ley Divina, enraizada en la revelación nacional de las
mitzvot (los mandamientos) en el Monte Sinaí, elucidados y transmitidos de generación en generación a lo
largo de las épocas. Sin embargo, en verdad nuestro conocimiento de D’os es previo al Sinaí. También a Noaj le
dieron mitzvot; él y sus descendientes inmediatos fueron profetas que enseñaron a los demás en el Nombre de
D’os. El judaísmo mismo nació con el redescubrimiento de D’os por parte de nuestro Patriarca Abraham y los
caminos espirituales forjados por sus descendientes inmediatos. Y cuando su familia floreció convirtiéndose en
un pueblo de más de dos millones y medio de personas en Egipto, D’os los colocó bajo el liderazgo de Moshé
y finalmente Les reveló Su Torá en el Monte Sinaí.
El contenido de las revelaciones de D’os a la humanidad se encuentra sucintamente contenido en la Torá
escrita con su historia del mundo y las 613 mitzvot, seguido por los escritos de los profetas. Sin embargo,
sin la Torá Oral para clarificar, elucidar e interpretarla en aplicaciones prácticas, la Torá Escrita por sí misma
es un libro cerrado. Abundan las aparentes contradicciones, las leyes están formuladas de manera vaga y
las instituciones fundamentales quedan sin ser explicadas. Y por eso es que el contenido original de la Torá
Escrita fue transmitido junto con una explicación Oral. Una tradición oral supera las desventajas de un texto
escrito al resolver la ambigüedad y clarificando la intención original del Autor. Al mismo tiempo, facilita una
lectura multifacética del texto que permanece siendo conciso, pero con múltiples capas de significado.
Esta tradición oral originalmente debía ser transmitida de boca en boca. Fue pasando de maestro a alumno
de tal manera que si el alumno tenía alguna pregunta era capaz de formularla y de esta manera se evitaba la
ambigüedad. Por otro lado, un texto escrito sin importar lo perfecto que sea, siempre puede prestarse a malos
entendidos. Además, la Torá Oral debía cubrir la infinitud de casos que se presentarían en el curso del tiempo,
razón por la cual nunca podía ser escrito en su totalidad. En consecuencia, D'os le dio a Moshé una serie de
reglas a través de las cuales la Torá puede ser aplicada a todos los casos posibles.
En cuanto a los contenidos de la Torá Oral, ésta contiene tanto la ley Bíblica como la ley rabínica. Por Ley
Bíblica nos referimos a la tradición aceptada de la interpretación adecuada del texto de la Torá. Por ejemplo,
D'os le dijo a Moshé que no cocinaran a un ternero en la leche
(jalav)
de su madre, de manera opuesta a la
grasa
(jelev)
de su madre, a pesar de que ambas palabras tienen la misma raíz hebrea al ser escritas en la Torá.
La ley Bíblica incluye: 1) cualquier ley transmitida directamente por Moshé, 2) leyes
derivadas
de la Torá
utilizando una de las herramientas interpretativas
(las Trece Midot)
, o 3) los razonamientos talmúdicos
(Sevará)
.
Ejemplos de estas tres categorías incluyen, respectivamente: 1) la clase de pergamino y tinta utilizada para los
Rollos de la Torá, 2) el hecho de colocar los tefilín en la parte superior de la cabeza y 3) la responsabilidad de
aquél que efectúa un reclamo financiero de dar pruebas del daño.
Además de las leyes Bíblicas, los Sabios reciben la autorización de la Torá para introducir nuevas leyes de
naturaleza rabínica. Estas leyes generalmente caen en dos categorías generales basadas en el ímpetu que
las origina: (1)
guezerot
– promulgaciones de protección, y (2)
takanot/minaguim
– enmiendas/costumbres.
Generalmente, una
guezerá
es una ley que restringe o prohíbe ciertos actos, mientras que una
takaná
es una
institución que requiere el cumplimiento de un acto. Estas leyes, a pesar de ser transmitidas de una generación
a otra como parte de la Torá Oral, sirven para garantizar la práctica de las mitzvot y para promover el bienestar
social.
Originalmente, la Torá Oral fue transmitida oralmente de maestro a alumno; sin embargo había colocadas
salvaguardas que aseguraban la exactitud de esta transmisión. Si bien estaba prohibido publicar de manera
formal obras sobre la Torá Oral hasta que la Torá fue transcripta en el año 200 de la Era Común, estudiantes
individuales mantenían registros escritos de sus estudios. En cada generación, los líderes de las academias
de Torá asumían la responsabilidad de asegurar la integridad de la transmisión, con el apoyo de miles de
estudiantes que debatían y clarificaban la ley. También se desarrolló el sistema de
Semijá
u ordenamiento
rabínico. Para estar autorizado a dictaminar decisiones halájicas o transmitir la tradición hacia la siguiente
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generación, un sabio debía ser ordenado por una persona de la generación anterior que por sí misma hubiera
sido ordenada de esta manera. Por lo tanto, sólo se confiaba para que continuaran transmitiendo la tradición
en aquellos que probaban ser verdaderamente meritorios de esta ordenación.
Además de las enseñanzas oficiales de la Torá Oral, la halajá práctica misma ha probado ser la mejor salvaguardia
contra la distorsión o la pérdida de la tradición Oral. La cuidadosa implementación de la halajá ha continuado
incólume desde su comienzo hace alrededor de tres mil trescientos años atrás. Ya sea en la Tierra de Israel o en
las tierras de la Diáspora, tanto en buenas épocas como en períodos difíciles, el pueblo judío ha observado la
Torá adhiriendo a sus leyes. El hecho de seguir la halajá siempre ha sido considerado como el cumplimiento
directo de los deseos de D’os. El deseo de cumplir solamente con la voluntad de D’os ha sido la fuerza vinculante
de la halajá a través de las distintas épocas.
Hay una conocida historia jasídica que cuenta que una víspera de Pesaj, el Rebe de Berditchov anunció que no
comenzaría el Seder hasta que no le llevaran una determinada cantidad de lana turca, tabaco austríaco y seda
oriental que encontraran dentro del pueblo judío. En poco tiempo, lograron reunir todo lo que el Rebe pidió.
Entonces, el Rebe anunció que faltaba un ítem adicional: una corteza de pan. Sus discípulos se sorprendieron
ante un pedido tan insólito, pero sin formular preguntas salieron a tratar de cumplir con la orden de su
maestro. Buscaron y revisaron todo el pueblo, pero no lo encontraron y se vieron forzados a regresar con las
manos vacías. El Rebe de Berditchov los escuchó en silencio mientras le reportaban la falta de éxito. Entonces,
con el rostro iluminado por una sonrisa, elevó sus manos y exclamó: “¡Amo del Universo! El zar de Rusia
emplea miles de guardias para patrullar las fronteras, emplea innumerables oficiales de policía para hacer
cumplir con sus edictos y administra un vasto sistema penal para castigar a quienes violan sus leyes. ¡Pero
mira cuánto contrabando puede encontrarse dentro de sus fronteras! Tú, Amo del Universo, no tienes guardias,
ni policías ni prisiones. Tu única arma es una breve frase en la Torá prohibiéndoles a los judíos que tengan en
su posesión jametz (pan leudado) en Pesaj, ¡y a pesar de eso, ni una miga de jametz puede ser encontrada en
todo Berditchov!” (Rab J. David Bleich, Problemas Halájicos Contemporáneos, Volumen 3, páginas xiii-xiv).
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משה קבל תורה מסיני ומסרה ליהושע ויהושע לזקנים וזקנים לנביאים
ונביאים מסרוה לאנשי כנסת הגדולה...(פרקי אבות א:א)
Moshé recibió la Torá de Sinaí y se la transmitió a Iehoshua, Iehoshúa la transmitió a los Ancianos, los
Ancianos a los Profetas, y los Profetas la transmitieron a los Hombres de la Gran Asamblea... (Pirkei
Avot/Ética de los Padres 1:1)
El método de transmisión oral duró durante mil quinientos años desde el momento de la entrega de la
Torá en el 1312 Antes de la Era Común hasta la redacción final de la Mishná aproximadamente en el año
200 de la Era Común. El proceso mismo de consignar la Torá Oral por escrito no fue algo que ocurrió de
manera repentina. Esto se llevó a cabo durante muchos siglos comenzando con los Miembros de la Gran
Asamblea, los líderes del pueblo en la época de la construcción del Segundo Templo (Siglo V antes de la Era
Común). Estos Sabios codificaron gran parte de la Torá Oral en un sistema que facilitara su memorización,
organizándola en tratados y capítulos.
Esta codificación se dio a conocer como la Mishná. Una razón para este nombre es que debía ser repetidamente
repasada
(shana)
hasta llegar a ser memorizada. La redacción final, más precisa y autorizada de la Ley Oral
estuvo a cargo de Rabi Iehudá HaNasi (Iehudá el Príncipe) alrededor del año 200 de la Era Común. En ese
momento, una gran conferencia de los Sabios más importantes revisó, ratificó y codificó todo lo que había sido
transmitido como la Torá Oral.
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El hecho de escribir la Mishná se debió a una necesidad histórica para evitar la pérdida de la Torá Oral. Con
la pérdida de la soberanía sobre la Tierra de Israel ante los romanos, la destrucción del Templo y el exilio de
gran cantidad de judíos, los Rabinos no tenían la paz mental necesaria para las grandes demandas necesarias
para lograr dominar la Torá Oral. La base legal para la publicación de la Torá Oral viene de un versículo de las
Escrituras: “Es tiempo de obrar por el Eterno, porque ellos han anulado Tu Torá” (Tehilim/Salmos 119:126).
Este versículo implica que cuando la Torá corre peligro de ser olvidada, es el momento de entrar en acción por
el Nombre de D’os, incluso de maneras que normalmente estaban prohibidas.
Como la situación socio-política del pueblo judío continuó deteriorando bajo el gobierno de Babilonia y de
Roma desde el siglo II hasta el siglo IV, finalmente fue necesaria la publicación de una mayor elucidación de la
Torá Oral para asegurar su supervivencia. Entonces se desarrolló el Talmud para servir como un registro de los
debates y de la lógica que respalda las decisiones halájicas de la Mishná. También registra el desarrollo de la ley
rabínica, así como Agadata – las enseñanzas filosóficas y éticas de la Torá Oral.
Las circunstancias históricas en las cuales fue escrito el Talmud y el consenso que desarrolló a su alrededor
lo invistió con la máxima autoridad en la ley judía. Las condiciones políticas fueron favorable en Babilonia
durante los años previos a la escritura del Talmud. Esto permitió una convención masiva de todos los sabios
de Torá reconocidos del mundo, en la cual fueron capaces de comparar notas y llegar a adoptar decisiones.
Dado que esta convención fue tan abarcadora y exhaustiva, las conclusiones a las cuales se llegó se volvieron
absolutamente vinculantes.
Dinámi
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En primer lugar: ¿por qué era necesario tomar “decisiones”? ¿Acaso no estamos hablando de un cuerpo de
conocimiento transmitido a lo largo de las generaciones? ¿Qué era lo que debía decidirse? De hecho, la Torá
Oral no es sólo un cuerpo legal. También es un sistema de ley con su metodología singular que puede llevar
a múltiples resultados legales. La Torá misma les otorga a los Sabios la autoridad de determinar posturas
con respecto a la ley judía. Incluso Moshé mismo aprendió diversas maneras de resolver asuntos legales, y él
dejó muchos temas para que las generaciones posteriores analizaran y determinaran por sí mismos la halajá
práctica. Este proceso de determinar la halajá se caracteriza por los desacuerdos entre los sabios Talmúdicos.
Sin embargo, el Talmud atribuye la noción de que incluso las opiniones legales no aceptadas como halajá
tienen credibilidad en el Cielo: “Éstas y éstas son palabras del D’os vivo” [Eruvin 13b]. De esta manera, muchas
de las opiniones fueron registradas en la Mishná, a pesar de que fueron rechazadas en la práctica, simplemente
porque también son consideradas “las palabras del D’os vivo”.
Históricamente, la diferencia entre las opiniones legales fue resuelta como ley de la Torá a través de un sistema
de cortes que funcionaban de acuerdo con la norma mayoritaria. Por esta razón, las disputas eran pocas
y breves. En la época del Templo, el Sanhedrín, o la Suprema Corte Judía, se asentaba en el terreno del
Templo y dictaminaba regulaciones sobre la ley judía basándose en la mayoría de los votos de sus Sabios.
Se trataba de Sabios del más alto nivel que tenían un absoluto dominio de la Torá Oral y que la habían
incorporado a sus propias personalidades con la mayor integridad. Sin embargo, debido a la opresión de los
poderes conquistadores y a los duros decretos que les impusieron, se volvió más difícil que los Sabios pudieran
concentrarse lo suficiente como para clarificar las disputas. Las diferencias de opiniones crecieron de manera
desenfrenada hasta la época de la Mishná. Además, el incremento de la cantidad de disputas fue atribuido a la
falla de los alumnos que no lograban estudiar de manera adecuada bajo sus mentores de Torá y aprender de
sus ejemplos personales.
Las primeras disputas que tuvieron lugar fueron pocas en número. Sin embargo, con el desarrollo de las
academias de Hilel y Shamai (Primer siglo Antes de la Era Común), los discípulos discreparon con respecto
a muchos puntos de la ley judía, disputas que se volvieron tan prevalentes que parecía que existían dos
escuelas diferentes de pensamiento con respecto a la ley judía.
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Temporalmente la opresión amainó en los días de Rabi Iehudá HaNasi. Este gran sabio y líder hallo favor
ante los ojos de los gobernantes romanos y fue capaz de reunir una asamblea masiva de los sabios de la Torá
para debatir y discutir todo lo que era conocido sobre la Torá Oral hasta ese momento. Las disputas fueron
clarificadas y a menudo resueltas. Si bien la Mishná registra muchas de estas disputas, Rabi Iehudá HaNasi
arregló la Mishná de tal manera que pudiera saberse cuál opinión fue aceptada como la halajá. Por ejemplo,
una opinión registrada de manera anónima toma precedencia ante una atribuida a un sabio en particular.
Además, era necesario documentar las disputas para mantener un registro de las opiniones minoritarias sobre
las cuales podían llegar a apoyarse en el futuro.
Debemos resaltar que incluso con la publicación de la Mishná, la Torá Oral en gran medida siguió siendo
oral, siendo necesario que aquellos que la habían estudiado la enseñaran a la siguiente generación. Es
cierto que con la compilación de la Mishná muchas disputas fueron clarificadas y a menudo resueltas. La
Mishná registra muchas de estas disputas, pero está ordenada de tal manera que la opinión aceptada puede
reconocerse simplemente por la estructura en la cual es presentada. Sin embargo, no siempre hay acuerdo
con respecto a la interpretación de la Mishná. Eventualmente tuvo lugar el desarrollo del Talmud para
explicar las disputas de la Mishná, un proceso que en sí mismo llevó a más disputas. De manera similar, los
comentaristas talmúdicos emergieron para explicar de qué manera debía concluirse la halajá a partir de las
discusiones de la Mishná y del Talmud. Y de esta manera el proceso de disputas y debate continúa y persiste
hasta el día de hoy.
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El desarrollo de la Torá Oral, con toda su dinámica de disputas y decisiones, no se interrumpió con el cierre
del Talmud. Ella siguió desarrollándose en etapas a lo largo de la historia judía. Comenzando con la Mishná y
el Talmud, luego los Rishonim, Ajaronim y el Shulján Aruj, cada fase fue estableciendo precedentes vinculantes
para aquellas que le seguían.
Si bien el Talmud es la primera palabra con respecto a la Ley judía, no es la última. A pesar de que su autoridad
no puede ser cuestionada, de todas maneras el Talmud no fue escrito como un libro legal de referencia, Es
muy difícil extraer la halajá práctica de él sin un dominio completo del Talmud en su totalidad. Con el tiempo,
esta dificultad llevó a la eventual codificación de la ley talmúdica en la Edad Media por parte del Rambam
(Maimónides) y otros. Los Sabios de este período posterior, hasta la publicación del Shulján Aruj, el Código
de la Ley Judía, son llamados los
Rishonim
(los Sabios de la Primera Etapa: siglo XI-XV). Sus obras sirven como
precedentes y bases para posteriores elucidaciones sobre la halajá por parte de los
Ajaronim
(Los Sabios de la
Etapa Posterior: siglo XVI-XIX). Y el proceso continúa hasta el día de hoy, cuando los rabinos actuales aplican
la ley de la Torá a nuevas preguntas que van surgiendo, basándose en los principios legales de la Torá Oral y en
los precedentes sentados por los dictámenes de las autoridades anteriores. En este sentido, la halajá funciona
como un sistema vivo de ley a diferencia de otros sistemas legales contemporáneos.
La estructura de la ley judía en muchas maneras es análoga a la de los sistemas legales occidentales. Si
bien la analogía de alguna manera es simplista, es instructiva para dar un sentido de la manera en la
cual el proceso halájico está organizado. Así como la base escrita del sistema legal de los Estados Unidos
es la Constitución, la Torá es la base del sistema halájico... Como cualquier sistema legal occidental,
nuestras leyes están compiladas en libros de estatutos. Así como hay tomos de leyes federales y de leyes
estatales, tenemos compilaciones de leyes judías que se remontan a más de ochocientos años atrás.
La primera compilación extensiva organizada de la ley judía fue realizada por Moshé Maimónides, un
gran rabino y médico del siglo XII. Su Iad Jazaká, también conocido como Mishná Torá, cubre todas
las áreas de la ley judía y sigue siendo una de las guías legales con mayor autoridad en el judaísmo.
El siguiente libro en estatura es el Arba Turim, que fue escrito por Rabi Iaakov ben Asher a principios
del siglo XIV. Probablemente la compilación más famosa de la ley judía es el Shulján Aruj (El Código
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