lunes, 15 de febrero de 2016

Condenan a tres años de prisión a un capitán del ejército español por abusar sexualmente de 28 mujeres reclutas - Tortuga

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Condenan a tres años de prisión a un capitán del ejército español por abusar sexualmente de 28 mujeres reclutas

Domingo.9 de diciembre de 2007





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La sentencia en realidad era de 17 años, tres meses y un día pero
se ha beneficiado de la “acumulación de condenas” y sólo cumplirá tres
años.
#TITRE



Primera noticia en el Diario El País:



El Supremo ratifica los 16 años de cárcel a un teniente de Lleida por abusos sexuales a 28 reclutas



El Tribunal Supremo (TS) ha condenado a un teniente de la academia de
suboficiales de Talarn (Lleida) a 16 años y siete meses de prisión por
abusar sexualmente de 28 reclutas. Sus víctimas, todas mujeres, eran
aspirantes a entrar en el Ejército mediante las pruebas de formación en
la academia logística de Zaragoza.



Con esta sentencia, avanzada hoy, viernes, por el diario Segre, el
alto tribunal desestima el recurso presentado por la defensa del
teniente contra el fallo que el Tribunal Militar Territorial Tercero
dictó el 28 de noviembre de 2006.



Para el Supremo, la conducta del teniente "entraña la gravedad
suficiente" como para confirmar la condena, teniendo en cuenta "no sólo
la naturaleza de los actos indignos y absolutamente reprochables que
integran el comportamiento del recurrente" y que esto se produjo desde
"su jerarquía militar, al ser superior", sino que, además, era "a su vez
tutor o evaluador del periodo de formación de sus víctimas".








Inexperiencia de las víctimas



El Supremo recuerda la sentencia de primera instancia y señala que,
dada la inexperiencia de las víctimas en el ámbito militar y su temor a
posibles represalias que les impidieran superar la fase de formación, se
veían obligadas a soportar "las arbitrarias apetencias libidinosas" de
su superior, pese "al asco, desagrado y humillación que les producían".



Este teniente obligó a sus víctimas a soportar "una situación
intrínsecamente desagradable y vejatoria, aprovechando su temor y el
interés que tenían en su promoción y en continuar en el servicio de las
Fuerzas Armadas".




Segunda noticia en el Diario El País:



Tres años de cárcel para un capitán por abusos sexuales a 28 reclutas



Las soldados declararon que tenían miedo de perder su puesto en el Ejército



MIGUEL GONZÁLEZ - Madrid



"Le dijo que abriera las piernas y empezó a tocarle por la parte
inferior de los muslos, acariciándoselos, y también las nalgas, como si
las estuviera restregando. Luego le dijo que se incorporara
lateralmente, sobándole ambos costados y los pechos. La soldado pudo
apercibirse de los suspiros del teniente, que le parecieron jadeos
sexuales, y tuvo la sensación de que estaba nervioso y miraba hacia los
lados para ver si venía alguien. Tras la prueba sintió impotencia y
mucha rabia, pues si no hubiese sido un teniente le hubiera propinado un
bofetón. Por la noche empezó a llorar, al recordar lo sucedido".



Hasta 28 relatos similares al de la soldado Nuria contiene la
sentencia del Supremo que condena a 17 años, tres meses y un día de
prisión y al pago de 22.300 euros de multa, al capitán Juan Miguel
Camarón Aparicio, como responsable de otros tantos delitos de "abuso de
autoridad en su modalidad de trato degradante a un inferior".



Sin embargo, el capitán, que era teniente cuando se produjeron los
hechos, sólo cumplirá tres años de prisión -el triple de la pena máxima
impuesta por cada delito- y su condena no supondrá la expulsión del
Ejército, aunque un portavoz del Ministerio de Defensa aseguró anoche
que se le abrirá expediente disciplinario para echarlo cuando se reciba
el fallo.



La sentencia, adelantada ayer por el diario Segre, explica que los
hechos se produjeron entre el 27 de octubre y el 3 de diciembre de 2003,
cuando estaba en comisión de servicio en la Academia de Logística de
Calatayud (Zaragoza), como responsable de una unidad de instrucción de
aspirantes a soldado.



Tutor abusador



Camarón tenía la función de tutor, concebida como un cauce para
facilitar la integración de los reclutas en las Fuerzas Armadas. Sin
embargo, se prevalió de su jerarquía militar y del convencimiento que
sus alumnas tenían de que la puntuación que les otorgara sería decisiva
para su futuro en el Ejército, para cometer numerosos actos de abuso
sexual, tanto en las entrevistas personales como en los ejercicios de
instrucción.



Se creó "una situación de temor en las alumnas afectadas, al verse
objeto de las arbitrarias apetencias libidinosas de su superior, que por
medio de reiterados roces, insinuaciones y tocamientos directos,
indirectos, subrepticios o fugaces o no tan fugaces, pero todos ellos de
clara naturaleza sexual, por las zonas del cuerpo de las alumnas a las
que iban dirigidos (pelvis, nalga, pecho) y que, dada su inexperiencia
en el ámbito militar y su temor a posibles represalias, se veían
compelidas a soportar, pese al asco, desgrado, y humillación que les
producían".
La Sala de lo Militar del Supremo confirma la sentencia dictada en
noviembre de 2006 por el Tribunal Militar Territorial de Barcelona y
rechaza los recursos del condenado y el fiscal.



El recurso del capitán, al que sorprendentemente se adhirió el
Abogado del Estado, alegaba que su condena se basó en las declaraciones
de las soldados objeto de abuso. El Supremo destaca, sin embargo, que no
existía resentimiento o enemistad por parte de las víctimas y que todas
se manifestaron "con rotundidad y verosimilitud", lo que da
credibilidad a sus testimonios.



Además, el hecho de que Camarón fuese tutor de las alumnas "hace más
reprobable su conducta y comporta una situación más humillante para las
ofendidas, al recibir un ataque a su intimidad y libertad sexual que no
podían esperar de quien era responsable de su formación".



El tribunal rechaza también el recurso del fiscal, quien pidió que se
calificase de delito continuado el cometido contra seis soldados,
aunque reconoce que como mínimo fueron objeto de dos actos de abusos
cada una.
No obstante, mantiene la sentencia que condenaba por 28 abusos contra
otras tantas alumnas, castigados con un mínimo de tres meses y un máximo
de un año de cárcel, y de 300 a 1.500 euros de multa por delito.



Camarón ascendió en enero pasado a capitán y está destinado
actualmente en la Unidad de Sanidad del Ejército en Pozuelo de Alarcón
(Madrid). Entre junio y diciembre de 2004, estuvo suspendido de
funciones y posteriormente fue destinado forzoso a la Academia de
Suboficiales de Talarn (Lérida). Camarón no cumplió prisión preventiva
ni fue arrestado por estos hechos.



Cuatro historias de temor y vergüenza



Marina. "Al hacer más tarde la ’carretilla’ el
teniente la cogió por la pantorrilla para, progresivamente, ir subiendo
sus manos hacia las ingles hasta palparle dicha zona y, cuando se
resbalaba, le cogía de la entrepierna en vez de cogerla por los
tobillos. Cuando manifestaba su malestar, el teniente apartaba sus
manos, para volverlas a colocar cuando cesaban sus quejas".



Lucía. "Con la excusa de pesarle, aprovechando la
situación de soledad en que se encontraba, se puso detrás de ella, la
cogió con ambas manos entre las piernas, con las palmas abiertas, por la
zona vaginal, y la levantó a la vez que la apoyaba contra su cuerpo. Al
bajarla despacio se restregó contra ella, le dio dos besos y le dijo
que cuando jurase bandera tenían que quedar para tomar algo. La soldado
se puso muy nerviosa, molesta, sintiéndose humillada y tocada, con asco
de sí misma por no haber sido capaz de actuar, al sentirse cohibida por
tratarse de un mando".




Constanza.
"El teniente le hacía preguntas de tipo cada vez más
personal: si tenía novio o cómo se encontraba en el Ejército. La
soldado se puso nerviosa y avergonzada, porque con anterioridad había
sufrido una violación por parte de un familiar y desde el momento en que
el teniente la toca empezó a recordarlo y a sentirse muy mal. No habló
con nadie de lo sucedido porque tenía miedo de que la echaran".



Regina. "En la prueba de alarma aérea estaba tumbada
boca abajo. Después de haberse limitado a decirle a sus compañeros
varones que se fueran, el teniente se sentó encima de sus nalgas, le
abrió más aún las piernas con las manos y después le dijo que tenía el
Cetme mal colocado, mientras le introducía la mano en la entrepierna
para coger el fusil y moverlo de arriba abajo rozándole con el arma la
zona vaginal. Se sintió molesta e incómoda, se le revolvió el estómago y
se puso muy nerviosa".





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