martes, 23 de febrero de 2016

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Mujeres en la Biblioteca Histórica: Émilie du Châtelet (1706-1749)

ALBERTO MORCILLO ORTEGA 10 de Marzo de 2011 a las 16:11 h


Retrato de Émilie du Châtelet de Maurice Quentin de La Tour (1704-1788). Imagen tomada de Wikipedia Commons
No es fácil
trazar los perfiles personales de una persona, su carácter, su talante,
sin haberla conocido personalmente. Todas las señales son indirectas,
son deducciones obtenidas a partir de la interpretación de hechos o de
opiniones de otras personas, que tal vez tampoco la conocieron. Algunos
aspectos biográficos de Émilie du Châtelet se pueden encontrar en muchos
libros que tratan sobre historia de mujeres científicas y sobre
historia de mujeres en general. En todos ellos se coincide en señalarla
como amante de Voltaire, autora de las "Institutions de Physique" y
traductora de los "Philosophiae Naturalis Principia Mathematica" de
Newton. Científica, traductora y filósofa, fue una mujer excepcional en
el Siglo de las Luces. Está considerada en la historia de Francia como
la primera mujer científica. [Seguir leyendo]

El
nombre completo de Émilie du Châtelet fue Gabrielle Émilie Le Tonnelier
de Breteuil, Marquise du Châtelet. El apellido Châtelet, con el que ha
pasado a la historia, lo adquirió al casarse en 1725 con Florent-Claude,
marqués de Châtelet y conde de Lomont. De su matrimonio nacieron tres
hijos entre 1726 y 1733, pero las relaciones entre la pareja se hicieron
con el tiempo más distantes y formales y Émilie no encontró demasiados
obstáculos para unirse sentimentalmente a otros hombres.

En
la biografía de Émilie du Châtelet, que Adela Salvador y María Molero
escribieron en castellano, lo primero que encontramos es que
contrariamente a las costumbres de la época, Émilie pasó su juventud
bajo el techo paterno, sin apenas estar internada en un convento (sólo
algunos meses en Lorrena), teniendo el inmenso privilegio de ser educada
por los suyos y  además de una forma notable, digna de una princesa. Se
puede pensar que esa educación y ese cariño paterno le hicieron tener
una buena imagen de ella misma, lo que le dio esa energía y seguridad de
las que gozó toda su vida. A sus ojos nada era imposible. Fue una mujer
que nunca sintió los límites que la época imponía a su sexo. Desde su
infancia, Émilie tuvo el deseo de saber, la sed de conocimientos, e hizo
todos los esfuerzos para conseguirlo.

¿Cómo
era Émilie físicamente? No respondía al prototipo de belleza de su
época. Ya de niña era muy alta, con las manos y los pies grandes. Fue
una mujer aborrecida, vituperada y calumniada, sobre todo por algunas
mujeres como Madame Du Deffand que la describía como "fea, soberbia y
lasciva". Esta descripción y otras semejantes no eran en absoluto
veraces. Era atractiva y en su correspondencia se nos muestra como
cálida y cariñosa con sus amistades. Quizás su padre, pensando que no
iba a casarse, se preocupó de que recibiese una excelente educación,
exactamente igual a la de sus hermanos varones. Sus padres tenían un
"salón" donde recibían a las personas más ilustres de la época:
escritores como Fontenelle o Jean Baptiste Rousseau, a quien el padre de
Émilie asignó una pensión, o también al mismo Voltaire. A Émilie
siempre le encantó la vida en la fastuosa corte de Versalles, gozando
con las fiestas, la ópera, las representaciones teatrales y con las
salas de juego que entonces abundaban.

El
amor, la amistad y el estudio fueron sus grandes pasiones. Del amor se
le conoce principalmente por haber sido amiga de Voltaire y su enamorada
amante.  Tuvieron una relación sentimental que duró quince años.
Escribió, mientras convivía con él en el castillo de Cirey, un "Discours
sur le bonheur" (Discurso sobre la felicidad), donde expone su propia
filosofía: el fin de la vida es la felicidad y ésta se alcanza por medio
de la ilusión y la pasión. Según el estudio introductorio de Isabel
Morant Deusa en la edición en castellano del "Discurso sobre la
felicidad y Correspondencia": La felicidad fue un tema querido para
nuestra autora y sus filosóficos amigos: "¿Cuál es el objetivo de
ceder a la inclinación que se tiene por alguna persona? ¿Acaso no es ser
feliz por el placer de amar y el de ser amado? [...] Algún día
tendremos que renunciar al amor, a medida que vayamos envejeciendo, y en
ese día dejará de hacernos felices. En fin, pensemos en cultivar la
inclinación hacia el estudio, una inclinación que hace que nuestra
felicidad dependa únicamente de nosotros mismos"
. Émilie no
entiende el estudio como un refugio, un tiempo de intimidad, sino como
una salida al mundo y a las cosas importantes que cuentan en la vida
humana. Entiende el estudio como una actividad que debe ser posible a
las mujeres, porque mediante el mismo las mujeres pueden satisfacerse y
encontrar placeres y felicidad. Émilie nos dice que si una mujer tiene
ambiciones de gloria, si desea los beneficios de la gloria como un
hombre y si tiene condiciones para ello, tiene una posibilidad en el
estudio, porque por medio del saber y del estudio puede alcanzar el
reconocimiento y ser feliz.

Émilie
fue una persona apasionada, firme en la consecución de sus deseos:
vivir el amor y vivir la amistad como condición de su felicidad. Esto
hace que aparezca en su correspondencia como vital, intensa y excesiva
en sus deseos de amor y amistad. Ella y Voltaire se inscriben en la
tradición francesa de la defensa del placer, retomada en el siglo XVIII
por los autores que escriben entonces sobre la naturaleza, la moral y la
felicidad de los hombres. Son posiciones que tienen sus tradiciones en
el pensamiento de los libertinos franceses, en su espíritu mundano y en
su epicureísmo aristocrático. El suyo no es un pensamiento democrático.
Es un pensamiento contra la exclusión que practica su propia clase.
Émilie da por sentada la igualdad de los sexos en materia de razón y de
inteligencia, y también está convencida de que la condición femenina, no
afectando al entendimiento, no debe ser impedimento para la educación
de las mujeres.

Como
sostiene Elisabeth Badinter en su hermoso libro sobre la ambición de
las mujeres en el siglo XVIII, en donde emplea a Émilie du Châtelet como
ejemplo, su ambición era la de ellos y evidencia su deseo de ser como
los hombres, de ser uno más. Sin embargo, es la ambición la que la
desespera, junto a la conciencia de sus límites. Ella culpa a las cosas
domésticas de las que no se ocupan los hombres. Entiende que la libertad
en el uso del tiempo de que disfrutan los hombres es una situación que
les potencia, como a ella le ha potenciado la relación con Voltaire y
con los hombres de ciencia. Las condiciones no son para ella como para
los hombres, porque es una mujer y ello significa obligaciones y deberes
hacia su casa, su familia e incluso hacia Voltaire. En su vida, Émilie
tuvo que hacer difíciles equilibrios para preservar su tiempo de
estudio.

Émilie
du Châtelet y Voltaire se encontraron en un palco de la Opera de París
en 1733. Entre ellos surgió rápidamente una pasión amorosa que duraría
largos años, pero junto a la atracción  sentimental, la marquesa se
sintió fascinada por aquella física newtoniana que tanto defendía
Voltaire y vio en él el estímulo para estudiar y profundizar en las
cuestiones científicas más polémicas de la época. Su agitada vida
mundana se fue limitando para dejar cada vez más espacio al estudio de
las matemáticas y la física. Pierre Louis Moreau de Maupertuis, que
había estado en Inglaterra y se había convertido en otro de los
defensores franceses de la filosofía natural de Newton y amigo de
Voltaire, entró en el círculo de amistades de Émilie, quien no dudó en
elegirle como confidente intelectual, tutor de álgebra y amante. Las
relaciones del trío formado por la marquesa, Voltaire y Maupertuis se
convirtieron en una mezcla de relatos amorosos y disquisiciones
científicas. Tan en serio se tomó ella sus estudios científicos que en
poco tiempo aventajó a Voltaire, que había sido su estímulo, en los
conocimientos de física y matemáticas.

Émilie
quedó fascinada por la geometría y por la lógica matemática y sus
demostraciones, aplicándose en el estudio de las leyes matemáticas de
los fenómenos naturales. Tuvo que procurarse un aprendizaje autodidacta,
ya que en esa época las universidades no admitían mujeres. Su afición
por el estudio, y en mayor medida por la ciencia, le llevó a contratar
ilustres profesores con los cuáles mantuvo una estrecha relación
amistosa. Comenzó con Maupertuis, con el que aprendió las bases que
completaría con el joven matemático Alexis Claude Clairault.
Posteriormente conoció la física y la metafísica de Leibniz en el breve
tiempo en que tuvo a Samuel Koenig de profesor, (filósofo y matemático
alemán, discípulo de  Christian Wolff y conocido seguidor de Leibniz).
En ese tiempo, ella ya tenía una sólida formación en matemáticas y en la
nueva física de Newton, demostrada en su colaboración con Voltaire en
el libro titulado "Éléments de la philosophie de Newton", como lo
atestiguan los manuscritos recientemente investigados en la biblioteca
de Leningrado. Participó con una memoria sobre la naturaleza del fuego
para un premio convocado por la Academia de Ciencias de París al que
Voltaire también se había presentado. Fue por entonces cuando escribió
su obra titulada "Institutions de Physique", presentada como un tratado
de física dedicado a su hijo, en donde exponía con claridad el
pensamiento de Leibniz y de Newton, sin olvidarse de Descartes,
Copernico, Kepler, Gassendi, Aristóteles o Galileo. Publicada en 1740,
suscitó muchas polémicas y fuertes críticas, sobre todo por los primeros
capítulos que siguen la línea de trabajo de Leibniz.
Frontispicio de la obra de Voltaire Élémens de la philosophie de Neuton (1738)
Frontispicio de la obra de la obra de Voltaire Élemens

de la philosophie de Neuton (1738) en el que aparece

Émilie deChâtelet representada como musa de Voltaire

iluminándole el manuscrito con un espejo que refleja la

luz procedente de Isaac Newton

Este
libro provocó también un famoso debate iniciado por un físico
cartesiano de renombre: Jean Jacques Dortous de Mairan. Era un miembro
relevante y secretario de la Academia de Ciencias de París y autor de la
"Dissertation sur l'estimation des forces motrices des corps",
aparecida en 1732. Las tesis defendidas en el libro "Institutions de
physique" chocan con las opiniones del cartesiano Mairan. La disputa
pública ocurrió en 1741 y fue sobre las fuerzas vivas, hoy llamadas
energía cinética, que en la formulación de Leibniz, Émilie du Châtelet
defendía contra las opiniones de Mairan. Los documentos de esta disputa
consisten en la carta del señor de Mairan en París y la respuesta de Mme
du Chatelet desde Bruselas, donde estaba por entonces. El debate será
público y reafirmará a la marquesa, que bien lo necesitaba porque el
libro había sido cuestionado por Koenig, que se dijo autor de gran parte
de los capítulos de la obra. Adujo que ella había utilizado las
redacciones que él preparaba para sus lecciones.

 Hoy
no se discute el saber de la marquesa y los historiadores de la ciencia
han avalado el contenido de las "Institutions de physique". Igualmente
han respaldado la elección de Leibniz teniendo en cuenta el estado del
saber en la época. Las Instituciones fueron publicadas y reeditadas en
Holanda, Alemania, Italia, etc. en un corto espacio de tiempo. La
traducción al italiano es de 1743 y Émilie será nombrada miembro del
Istituto delle Scienze de Bolonia en 1745. Por entonces comenzó a
traducir los "Philosophiae Naturalis Principia Mathematica" de Newton,
del latín al francés, con extensos y válidos comentarios y suplementos
que facilitaban mucho la comprensión. Durante 1747 estuvo corrigiendo
las pruebas de la traducción y redactando los comentarios. Hacia el 1 de
septiembre de 1749, la marquesa de Chatelet envía unos manuscritos a
Claude Sallier, bibliotecario de la Biblioteca Real de París, entre los
que se encontraban los "Principes Mathématiques de la Philosophie
Naturelle" de Newton, traducidos y comentados por ella. Murió en ese
mismo mes de septiembre de 1749, unos días después de dar a luz a un
hijo tardío, fruto de su relación con su último amante llamado
Saint-Lambert, y posiblemente a causa de las habituales fiebres
postparto. Después de su muerte, Clairault corregiría el manuscrito y
Voltaire escribiría una larga presentación, un sentido homenaje póstumo a
Émilie du Châtelet.

Estos
interesantes documentos para la historia de la ciencia se encuentran en
nuestra biblioteca. El ejemplar de las "Institutions de Physique" tiene
la signatura topográfica BH FLL 21283, corresponde al volumen primero de la primera edición de París de 1740 y está digitalizado por Google Libros. El ejemplar BH FLL 25151
contiene en volumen facticio tres obras de 1741: la carta abierta del
secretario Mairan dirigida a la marquesa sobre la cuestión de las
fuerzas vivas, la respuesta de la marquesa al escrito de este y una
nueva edición  de la obra de Mairan titulada: "Dissertation sur
l'estimation et la mesure des forces motrices des corps". También
tenemos el artículo escrito por ella y publicado en el Journal des
Savants de Septiembre de 1738, con la reseña y el comentario sobre el
libro de Voltaire "Éléments de la philosophie de Newton". Tiene la
signatura BH MED Rev. 3-61.

Bibliografía

  • Discurso
    sobre la felicidad y Correspondencia / Madame du Châtelet ; edición de
    Isabel Morant Deusa.-- Madrid: Ediciones Cátedra, Instituto de la Mujer,
    1996. [Ver registro bibliográfico en Cisne]
  • Gabrielle
    Émilie de Breteuil, Marquesa de Châtelet (1706-1749) / Adela Salvador y
    María Molero. - Madrid : Ediciones del Orto, 2003. - Biblioteca de
    Mujeres, 34. [Ver registro bibliográfico en Cisne]
  • Las
    pasiones de Émilie : la marquesa de Châtelet, una mujer excepcional /
    Elisabeth Badinter ; traducido por Violeta Fernández Villalba. - Madrid :
    Nivola, 2008. [Ver registro bibliográfico en Cisne]
  • Madame du Châtelet. La femme des Lumières. 2006. Bibliothèque Nationale de France, Paris. [Ver registro bibliográfico en Cisne de la obra publicada en ocasión de la exposición, presentando su fascinante vida y obra.]
  • Madame
    du Châtelet: introducción al Newtonismo en Francia / Susana Gómez. -
    En: Revista Española de Física, 13 (5), 1999. [Ver registro
    bibliográfico en Cisne]
  • Mataix
    Loma, Carmen. Madame du Châtelet: un fuego encendido, Arbor, CXLIV
    (144), nº 565 (Enero 1993), Número monográfico con el título: Mujer y
    ciencia. En este artículo se analiza su "Disertación sobre la naturaleza
    y propagación del fuego", obra escrita para acceder al premio convocado
    por la Academia de Ciencias de París en 1737-38, y que, aunque no ganó
    el premio al que optaba, (el premio fue ganado por Euler), fue
    merecedora de ser publicada por la propia Academia
Direcciones de internet con su biografía y acceso digital a sus obras más importantes:

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