martes, 23 de febrero de 2016

La carta de Aristeas a Filócrates, traducción y notas de Jaume Pòrtulas

La carta de Aristeas a Filócrates, traducción y notas de Jaume Pòrtulas












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2007








LA CARTA DE ARISTEAS
A FILÓCRATES

Traducción y notas de Jaume Pòrtulas



Departamento
de Filología Griega

Universidad de Barcelona





Introducción a la Carta
de Aristeas a Filócrates








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[1]
Es
muy digno de memoria, Filócrates, el relato del encuentro que
hemos mantenido con Eleazar,(1)

sumo sacerdote
de los judíos; y, dado que a ti te importa mucho oír cada
detalle de nuestra embajada y su objetivo, he intentado exponértelo
todo con claridad, pues bien conozco tu ávida disposición
para aprenderlo. [2] Esto
es, en efecto, lo más importante para el hombre: «aprender
siempre y saber cosas»,(2)
ora sea por historias, ora por experiencia de los hechos mismos. Así
se adquiere una pura disposición del alma, escogiendo lo más
bello: el alma que asiente al bien supremo, la piedad, rige su vida
de acuerdo con una norma infalible. [3]
Habiendo hecho la elección de escrutar las cosas divinas con
suma diligencia, yo mismo me ofrecí para la embajada ante el
varón susodicho, honrado, por méritos propios y fama,
entre connaturales y extranjeros, y que ha granjeado una utilidad altísima
a sus connacionales, tanto a los que habitan el país como a los
de luengas tierras, gracias a la traducción de la Ley divina,
que entre ellos se halla escrita en pergamino, en caracteres hebraicos.
[4] A ello me he consagrado
con celo, aprovechando la ocasión para tratar con el Rey acerca
de los deportados de Judea a Egipto por el padre del Rey,(3)
cuando señoreó la ciudad
(4)
y se adueñó del gobierno de
Egipto. También esto merece la pena de referirse. [5]
Estoy persuadido de que tú, con tu inclinación por la
santidad y por la disposición de quienes ordenan su vida de acuerdo
con la Ley sagrada, de buen grado escucharás lo que tengo resuelto
contarte; pues recién nos llegaste de tu isla,(5)
ansioso de oír cuanto atañe a la buena disposición
del alma. [6] Ya previamente
te mandé, a propósito de lo que juzgaba más digno
de recuerdo, una relación que obtuve de los grandes sacerdotes
más doctos del doctísimo Egipto, acerca del linaje judío.
[7]
Siendo tú amigo de aprender todo
aquello que beneficia al espíritu, fuerza es que de ello yo haga
partícipes a todos los de similar disposición, pero en
particular a ti, que semejante elección has realizado, y que
muestras las hechuras, no ya de un hermano por la sangre, antes bien,
por el empuje hacia lo bello, las de otro yo mismo. [8]
La gracia del oro, cualquier otro ornato que codicien hombres de cabeza
hueca, no ofrece la misma utilidad que la instrucción de la cultura
y las preocupaciones que conlleva. Mas, a fin de no incurrir, alargando
los prolegómenos en demasía, en ociosa palabrería,
regresemos al hilo del relato.



[9] Encargado de la biblioteca
del Rey, Demetrio de Fáleron,(6)
recibió grandes sumas de dinero, para reunir, de ser ello posible,
todos los libros del orbe; y realizando compras y transcripciones, llevó
a feliz término en el menor plazo que pudo la encomienda real.
[10] Habiéndosele
demandado, en mi presencia: «¿Cuántas decenas de
millares de libros hay?», respondió: «Más
de veinte, oh Rey; y me afano para completar en breve lo que falta para
los quinientos mil. Por cierto, que se me ha anunciado además
que las leyes de los judíos son dignas de transcripción
y de hallarse en tu biblioteca». [11]
«¿Qué es lo que te impide —dijo el Rey—
realizar esta tarea, puesto que se te ha provisto de todo lo necesario?».
Demetrio dijo: «Se necesita una traducción: en Judea se
sirven de sus propios caracteres;(7)
tienen, del mismo modo que los egipcios, tanto una escritura como una
lengua propias. Corre la fama de que utilizan el siríaco;(8)
pero no es cierto, se trata de algo distinto». El Rey, después
que hubo recibido noticia puntual de todo, ordenó se escribiera
al sumo sacerdote de los judíos, a fin de llevar a buen término
el proyecto.



[12-27.
La liberación
de los esclavos judíos
]



[28] Realizadas estas
cosas, [el Rey] ordenó a Demetrio entregarle un informe sobre
la transcripción de los libros judíos. Estos reyes, en
efecto, rigen su administración mediante decretos y con todas
las garantías; nada se abandona al descuido o al azar. De modo
que he registrado las copias del informe y de las cartas,(9)
la multitud de presentes enviados y el trabajo que costó cada
uno, la magnificencia y el arte que a cada uno de ellos realzaba. He
aquí la copia del informe: [29]
«Al gran Rey, de parte de Demetrio. Según tu encargo, oh
Rey, con respecto a los libros que faltan para completar la biblioteca,
de qué modo han de ser reunidos y de la conveniente restauración
de los que fueron maltratados por azares de fortuna, tras ocuparme,
y no a la ligera, de tales asuntos, vengo en someter a tu consideración
el informe siguiente. [30]
Faltan, junto con otros pocos, los libros de la Ley de los judíos.
Se hallan escritos en letras y lengua (10)
hebreas, traducidos (11)
a descuido y no como conviene, al parecer de los competentes; pues no
han gozado del cuidado real. [31]
Preciso es que también éstos se hallen junto a ti, en
una versión cuidada, por ser Ley henchida de sabiduría
y muy pura, como que es divina.(12)
Por ello se han abstenido escritores, poetas y la pléyade de
historiadores de hacer memoria de los antedichos libros y de los hombres
que por ellos se han regido: porque su doctrina es augusta y sagrada,
como sostiene Hecateo de Abdera.(13)
[32] Si te parece bien,
oh Rey, se escribirá al sumo sacerdote de Jerusalén para
que nos envíe hombres de vida irreprochable, Ancianos avanzados
en años, expertos en la materia de sus leyes, seis por cada tribu,(14)
a fin de que, examinando el acuerdo de la mayoría y adoptando
una interpretación precisa,(15)
constituyamos con evidencia una versión digna del argumento y
de tus intenciones. Que seas feliz en todo».



[33] A raíz de
este informe, el Rey ordenó escribir a Eleazar acerca de tales
cuestiones, señalando también la liberación de
los cautivos. Además, donó para la fabricación
de crateras, copas, una Mesa de las ofrendas y vasos para libaciones:
oro, cincuenta talentos de peso; de plata, setenta talentos, y abundancia
sobrada de piedras preciosas (ordenó al efecto a los custodios
del tesoro entregar a los artesanos las que pidieran, otorgándoles
la elección); y, para sacrificios y otros dispendios, cerca de
cien talentos.(16)
[34]
De la preparación de los dones te daré
noticia cumplida tras consignar la copia de las cartas. La carta del
Rey era del siguiente tenor:



[35] «El Rey Ptolomeo
al Sumo Sacerdote Eleazar, salud y alegría. Dado que sucede que
multitud de judíos habitan nuestra tierra, expulsados de Jerusalén
por los persas, en los tiempos de su dominio, y que además otros
muchos llegaron con nuestro padre a Egipto, cautivos de guerra; [36]
muchos de los cuales enroló él mismo en nuestro ejército,
con generosa soldada.(17)
De un modo similar reputaba dignos de confianza a los que ya estaban
aquí; pues construyó fortalezas y se las entregó,
para infundir temor, merced a ellos, en el pueblo egipcio. Nosotros,
tras heredar su monarquía, para con todos tenemos un trato humano,
pero muy particularmente para con tus connacionales: [37]
hemos liberado a más de cien mil prisioneros de guerra, pagando
a sus dueños el justo precio en dinero; y si algún entuerto
se había cometido, por culpa de los ímpetus del populacho,
reparándolo;(18)
convencidos de actuar de un modo piadoso y de hacer algo grato al supremo
Dios, que ha preservado nuestra soberanía en paz y con gran gloria
por todo el orbe. A los que gozan de la flor de la edad los hemos situado
en el ejército; a los merecedores de estar junto a nosotros,
como dignos de confianza en la Corte, los hemos puesto a la cabeza de
determinadas misiones. [38]
Queriendo hacer algo grato a ellos, a todos los judíos del orbe
y a sus descendientes, hemos decidido traducir vuestra Ley, de la lengua
que llamáis hebraica, al griego, a fin de que se halle también
en nuestra biblioteca, con los otros libros reales. [39]
Obrarías magnánimamente y de un modo digno de nuestra
solicitud si eliges hombres de vida irreprochable, Ancianos expertos
en la Ley, capaces de traducirla, seis por cada tribu, de modo que se
descubra el acuerdo de la mayoría, visto que la investigación
versa sobre algo de altísima importancia. Pues pensamos que,
cumplida esta tarea, nos reportará gran gloria. [40]
Para ello hemos enviado a Andrés, uno de los capitanes de la
guardia de corps, y a Aristeas, honrados ambos en nuestra Corte, para
tratar contigo y llevarte primicias de ofrendas para el Templo; y para
los sacrificios y otros menesteres, cien talentos de plata. Escríbenos
si algo te es grato recibir como don: obrarás de modo digno de
nuestra amistad, pues queremos apresurarnos en todo lo que desees. Salud».



[41] A esta carta respondió
dignamente Eleazar lo siguiente:(19)
«Eleazar, Sumo Sacerdote, saluda al Rey Ptolomeo, su amigo de
corazón. Salud a ti, a la reina Arsínoe, tu hermana,(20)
y a vuestros hijos. Si es así, bien está, y conforme a
nuestros deseos; también nosotros estamos bien. [42]
Recibida tu carta, grandemente nos alegramos a causa de tu determinación
y buen consejo y, habiendo congregado al pueblo entero, se la leímos,
para que conozcan tu piedad para con nuestro Dios. Les mostramos también
las copas que enviaste: veinte de oro, treinta de plata, las cinco crateras,
la Mesa de la presentación (21)
y los cien talentos de plata para la ofrenda de sacrificios y demás
menesteres del Templo: [43]
todo lo que nos trajeron Andrés, del número de tus Honrados,
y Aristeas, varones nobles y excelentes por su educación, dignos
en todo de tu conducta y tu justicia; quienes nos entregaron tu mensaje
y escucharon de parte nuestra respuesta acorde a tus cartas.
[44]
Todo aquello que te cuadre, incluso más
allá de nuestras posibilidades, lo acogerá nuestro oído:
tal proceder es el signo de la amistad y el afecto. Pues también
tú has obrado grandes beneficios —beneficios que no caerán
en el olvido— para con nuestros conciudadanos, y de tantas maneras…
[45] Al punto hemos celebrado
sacrificios por ti, por tu hermana y tus hijos, por tus Amigos; y el
pueblo entero alzó plegarias para que todo se realice siempre
según tus deseos; y que conserve tu monarquía en paz y
gran gloria el Dios soberano de todas las cosas; y para que se lleve
a cabo, con provecho para ti y con seguridad, la traducción de
la Ley santa.(22)
[46] En presencia de todos
escogimos hombres nobles, Ancianos, seis por cada tribu, a los que despachamos
custodiando la Ley. Bien obrarás, oh Rey justo, tomando previsiones
para que, una vez ejecutada la traducción de los libros, estos
varones regresen a nosotros con seguridad. Salud».



[47-82.
Descripción de los regalos del Rey//
83-120. Descripción
de Jerusalén y sus alrededores
]



[121] Eleazar eligió
a los mejores varones, y por su cultura excelentes, como nacidos de
padres prestigiosos, en posesión no sólo de las letras
judías; antes bien, se habían dedicado, asimismo, y no
a la ligera, a la instrucción helénica;(23)
[122]
eran, por ende, aptos para las embajadas y las llevaban a cabo cuando
era preciso; poseían gran talento para los debates e interrogatorios
acerca de la Ley, a la búsqueda del justo medio —tal es
lo más bello—;(24)
hostiles a la rudeza y la incultura del espíritu, pero al mismo
tiempo muy por encima de creerse superiores o menospreciar a los demás;
prestos, por el contrario, al coloquio, a escuchar y responder a cada
uno en manera conveniente;(25)
avezados todos ellos a estas prácticas
y sólo en ellas deseosos de superarse el uno al otro: todos dignos
de su jefe y de la virtud que le adornaba. [123]
Se echaba de ver cómo amaban a Eleazar, por lo desgarrador de
la separación, y él a ellos; además de haber escrito
al Rey a propósito de su regreso, hizo muchas recomendaciones
a Andrés, y también a mí me exhortaba a esforzarme,
en la medida de nuestras posibilidades. [124]
Al comprometernos nosotros a tener buen cuidado de todo, declaró
el exceso de su angustia; sabía en efecto que el Rey, en su amor
por el bien, otorga la máxima importancia a llamar a su vera
a cuantos hombres, en cualquier país, gozan de renombre por destacar
entre los otros merced a su educación y sabiduría. [125]
Tengo oído que solía decir con razón que, teniendo
en torno a él varones justos y sensatos, poseería la mejor
salvaguarda de su soberanía; pues que sus amigos le darían,
con libre palabra, consejos de utilidad —cosa que concurría
en los enviados por Eleazar. [126]
Éste manifestó con juramento no haberlos dejado partir
si otra utilidad privada cualquiera se lo hubiese aconsejado, y que
sólo los mandaba en aras del común provecho de todos sus
conciudadanos. [127] Que
el bien vivir consistía en la observancia de las leyes; y ésta
se alcanzaba merced al escuchar, mucho más que con la lectura.
Con manifestaciones tales, y otras de la misma guisa, daba muestras
de cuál era su disposición para con ellos.



[128-171. Apología
de la Ley por Eleazar
]



[172]
Eleazar, tras celebrar un
sacrificio y escoger a los hombres, dispuso muchos regalos para el Rey
y nos despidió, provistos de numerosa escolta. [173]
Llegados a Alejandría, se anunció al Rey nuestra venida.
Introducidos en palacio, Andrés y yo saludamos respetuosa y amigablemente
al Rey y le entregamos las cartas de Eleazar. [174]
Mucho le importaba el encuentro con los enviados; ordenó salir
a todos los demás oficiales y llamar a aquellos varones, [175]
tal que pareció a todos insólito, pues era costumbre que
los llegados por asuntos oficiales sólo al quinto día
fuesen admitidos a la real presencia; y los mandatarios de reyes o ciudades
de importancia apenas al cabo de treinta días accedían
a la corte. Pero juzgando dignos de mayor honor a éstos que llegaban,
y atendiendo a la eminencia de quien les enviaba, despidió a
los que consideró superfluos y aguardó paseando a saludar
a los recién arribados. [176]
Una vez que comparecieron, con los presentes enviados y los preciosos
pergaminos en los que estaba escrita la Ley con letras de oro, en caracteres
judaicos — era un trabajo maravilloso del pergamino, y las junturas
entre las partes, imperceptibles —, apenas el Rey los vio, preguntó
acerca de los libros. [177]
Cuando los hubieron despojado de sus fundas y desenrollado los pergaminos,
tras una pausa dilatada, y habiéndose casi prosternado siete
veces, dijo: «A vosotros, varones excelentes, os doy las gracias,
y mayores a quien os ha enviado; pero sobre todo al Dios cuyas son estas
Palabras».(26)
[178] Todos a una dijeron,
con una sola voz, los recién llegados y los ya presentes: «¡Salve,
oh Rey!» Y se entregó al llanto, henchido de gozo. Pues
la tensión del alma y el colmo de los honores fuerzan a las lágrimas
aun en la plenitud de la fortuna. [179]
Dio instrucciones de disponer ordenadamente los rollos;(27)
y saludándoles acto seguido, dijo: «Justo era ¡oh
varones que teméis a Dios! rendir homenaje primero a aquello
en razón de lo cual os mandé llamar y sólo luego
tenderos mi diestra; por ello he obrado así primero. [180]
Día señalado considero éste en que nos llegasteis,
y será celebrado durante el curso entero de nuestra vida; pues
coincide también con la victoria que reportamos en la batalla
naval contra Antígono.(28)
Quiero por ello cenar hoy con vosotros. [181]
Todo estará dispuesto de acuerdo con vuestros usos, para mí
como para vosotros». Mostraron ellos su satisfacción y
ordenó que se les diese el mejor alojamiento, junto a la ciudadela,
y disponer lo conveniente para el banquete. [182]
El gran mayordomo Nicanor convocó a Doroteo, encargado de tales
huéspedes, y le ordenó cumplimentarlo todo al detalle.
Así había sido dispuesto por el Rey, tal como lo ves en
vigor aún hoy en día: cuantas ciudades usaban de costumbres
particulares en comida, bebida, lechos, tantos eran los superintendentes;
y de acuerdo con sus usos se disponían las cosas cuando visitaban
a los reyes, a fin de que, sin nada que les incomodase, pasasen un tiempo
placentero. Como así se hizo en este caso.



[183] Hombre meticuloso,
Doroteo se ocupaba como superintendente de los huéspedes de tal
rango. Desplegó todos los objetos que custodiaba, prestos para
tales recepciones. Dispuso los lechos en dos filas, como el Rey había
establecido; pues había ordenado colocar a la mitad a su diestra,
a los otros tras su propio lecho, sin omitir nada para honrar a estos
hombres. [184] Y cuando
ocuparon su puesto, exhortó a Doroteo a conformarse con cuantos
usos seguían los huéspedes llegados de Judea. Por ello
despidió a los heraldos sagrados, los sacrificadores y a los
otros que solían realizar la plegarias y exhortó a Eliseo,
el más anciano de los sacerdotes que habían venido con
nosotros, a elevar sus preces; y él, puesto en pie, dijo en términos
dignos de memoria: [185]
«Que el Señor omnipotente te colme de cuantos bienes ha
creado; y te otorgue conservarlos sin mengua, a ti, a tu mujer, a tus
hijos y a los que te son amigos durante todos los días de tu
vida». [186] Tras
sus palabras estalló un aplauso, con griterío y expresiones
de júbilo, que duró largo tiempo; luego se consagraron
al deleite de los manjares dispuestos: prestaba servicio todo el personal
a las órdenes de Doroteo, entre el que se contaban también
los pajes reales (29)
e incluso algunos dignatarios del Rey.



[187-300. El Banquete]



[301] Después de
tres días, Demetrio los tomó consigo, y tras recorrer
el dique de mar de siete estadios hasta la isla [de Faros], cruzó
el puente y, avanzando hacia la parte norte, les congregó en
una mansión bien dispuesta junto a la playa, de gran belleza,
e inmersa en una paz profunda; y les exhortó a llevar a término
la traducción, pues que estaban bien provistos de todo lo que
precisaran. [302] Y la
ejecutaron, poniéndose de acuerdo mediante confrontaciones entre
ellos acerca de cada punto;(30)
el resultado quedaba fijado oportunamente por escrito, a cargo de Demetrio.(31)
[303] Hasta la hora nona
se prolongaba la sesión; después se separaban para dedicarse
a los cuidados del cuerpo, facilitándoseles con espléndida
provisión cuanto pudieran desear. [304]
Además, cada día, todo lo que se disponía para
el Rey, también para ellos Doroteo lo aprestaba; pues tal había
sido la orden del soberano. Con la primera luz comparecían en
la Corte cada día, y, tras saludar al Rey, regresaban a su lugar.
[305]
Tal como es usanza entre todos los judíos,
se purificaban en el mar las manos, elevando preces a Dios; acto seguido,
se consagraban a la lectura y exégesis de cada punto. [306]
También pregunté esto: «¿Por qué razón
se lavan las manos antes de orar?». Aclararon que en testimonio
de no haber cometido mal alguno, pues toda acción se realiza
por medio de las manos; así, hermosa, piadosamente, todo lo remitían
a la justicia y a la verdad. [307]
Tal como lo he dicho, cada día, congregados en este lugar, que
hacían tan deleitoso la calma y luminosidad, llevaban a cabo
la tarea fijada. Y acaeció que la traducción fue completada
en setenta y dos días, como si hubiese sucedido por una suerte
de premeditación. [308]
Cuando se llegó al cumplimiento, reunió Demetrio a la
comunidad de los judíos (32)
en aquel lugar donde la traducción había sido realizada,
y se la leyó a todos, en presencia de los Traductores, que se
granjearon una recepción magnífica también por
parte del pueblo, como responsables de magníficos bienes. [309]
Tal acogieron a Demetrio también, exhortándole a entregar
a los rectores de su comunidad una copia de toda la Ley. [310]
Después de leídos los rollos, en pie los sacerdotes y
los Ancianos de los Traductores y los rectores del común proclamaron:
«Puesto que ha sido traducida hermosamente y con piedad, y con
exactitud plena, bien está que permanezca como ella es y que
no se produzca la menor alteración». [311]
Todos aclamaron tales dichos (34)
y les exhortaron a lanzar una maldición,
según es usanza entre ellos, contra cualquiera que alterase,
añadiendo, modificando o suprimiendo, el tenor de lo escrito;
bien obraron, a fin de que fuera preservado incólume perpetuamente.(35)



[312] Comunicadas al Rey
estas nuevas, se alegró grandemente; pues reputó que la
intención que había tenido se había realizado a
satisfacción. Una vez que todo le fue leído, admiró
en extremo la sabiduría del legislador y preguntó a Demetrio:
«¿Cómo es que, con una perfección semejante,
acaeció que jamás ningún historiador o poeta hiciera
de ella memoria?». [313]
Aquél le dijo: «Porque la Ley es sagrada y de Dios procede;
algunos que lo intentaron, heridos por la mano de Dios, renunciaron
al intento». [314]
Y le dijo haber oído contar a Teopompo (35)
que cuando estaba a punto de insertar en sus Historias ciertos pasajes
traducidos de la Ley de un modo asaz imprudente, sufrió una perturbación
de la mente durante más de treinta días; en una tregua
imploró a Dios que le revelara cuál era la causa de su
infortunio. [315] Habiéndosele
manifestado en sueños que el haber querido insensatamente comunicar
las cosas divinas a los profanos, renunció a ello y recobró
la salud. [316] «Y
del propio Teodecto, el poeta trágico,(36)
he escuchado yo mismo que, en el punto de introducir algo de la Biblia
(37) en un drama suyo, sus ojos sufrieron un glaucoma;
como sospechase que por esta razón le sobrevino la desgracia,
invocando a Dios se curó, al cabo de muchos días».



[317] Informado el Rey,
como dije antes, por obra de Demetrio de todos estos extremos, prosternándose
delante de los libros, ordenó tener gran cuidado de ellos y conservarlos
piadosamente. [318] Solicitaba
a los Traductores que retornen a él con frecuencia, una vez regresados
a Judea —pues dijo que era cosa justa su partida; mas si regresaban
les tendría, en buena ley, como amigos suyos y que de él
recibirían los mayores presentes. [319]
Ordenó aparejar su partida tratándolos con la mayor liberalidad.
A cada uno entregó tres vestiduras de las mejores y dos talentos
de oro, una copa de un talento y cobertores para tres lechos.
[320]
También envió a Eleazar,
con la comitiva, diez lechos de pies de plata con todos sus aparejos,
una alacena de copas de treinta talentos, diez vestiduras, una túnica
púrpura, una espléndida corona, cien velos del lino más
sutil, copas, platos y dos crateras de oro para las ofrendas.
[321]
Le escribió exhortándole
a que si alguno de aquellos varones escogiere retornar junto a él,
no se lo vedase, pues tenía en mucho la compañía
de los instruidos y gastar con ellos la riqueza a manos llenas, no en
frivolidades.



[322] Has oído
toda la narración tal como te anuncié, Filócrates.
Pienso que más te deleitará que los libros de los fabuladores.
Pues te inclinas al cultivo de aquello que puede lucrar al espíritu
y a ello consagras la parte mejor de tu tiempo. Intentaré escribirte
los otros sucesos dignos de mención para que, leyéndolos,
puedas alcanzar el alto premio de tus deseos.





NOTAS



(1)
El nombre de Eleazar era corriente; intentar identificar
aquí algún personaje concreto carece de sentido, aunque
alguna vez se haya intentado.

(2)

Trímetro yámbico perteneciente a una tragedia desconocida.

(3)
Ptolomeo I hijo de Lago, padre de Ptolomeo II Filadelfo.

(4)
Alejandría, naturalmente.

(5)
La
mayoría de intérpretes indican que el autor está
sugiriendo que Filócrates (personaje ficticio, desde luego) procedía
de Rodas. Antiguamente se había propuesto que su pretendido lugar
de origen fuese simplemente la isla de Faros; pero entonces no habría
necesitado (desde una óptica positivista) toda esta información
adicional.

(6)
Discípulo
de Teofrasto; autor de obras de filosofía peripatéticas
y activo político. Nacido en torno al 350 a. C., fue expulsado
a Alejandría (307) por Demetrio Poliorcetes, hijo del rey Antígono,
y acogido por el primer Ptolomeo. Favoreció las aspiraciones
sucesorias de Ptolomeo Cerauno, por lo que, al advenimiento del Filadelfo
(285), cayó en desgracia y fue desterrado. Jamás ocupó,
por lo tanto, el cargo de bibliotecario; véase Introducción.
Durante mucho tiempo se creyó (y se cree todavía, frecuentemente)
que «il pourrait avoir préparé sous le premier Ptolémée
les plans d'une Bibliothèque construite seulement sous le second.
Aussi bien est-ce de lui que vient l'idée d'une Académie
de savants et d'hommes de lettres à réunir au Musée»
(Pelletier 1962: 104 n. 1). Sin embargo, Rudolf Pfeiffer, History
of Classical Scholarship
, I, Oxford, 1968 (existe traducción
castellana, Madrid, Gredos, 1981) se opuso a esta idea, tan verosímil
(sin argumentos demasiado concluyentes, a mi entender).

(7)
Traducción conjetural y aproximada, pues el texto no resulta
demasiado claro: posiblemente se oculte aquí una corrupción
(o una laguna). Lo he vertido siguiendo las sugerencias de Zuntz 1972:
132 y n. 1.

(8)
Es decir, el arameo.

(9)
Todas estas precauciones para producir la impresión creíble
de un trabajo de documentación rigurosa resultan, para el lector
moderno, y tratándose de una falsificación tan notoria,
entre ingenuas y conmovedoras. Quizá por ello valga la pena recordar,
una vez más, que el mundo antiguo nunca se formó una idea
de la autenticidad documental que tuviera algo que ver con las del positivismo
moderno. De todas formas, cf. Fraser 1972: II 974 n. 127: «Presumably
[Aristeas] has in mind the third-century kings, in whose reigns the
administration of chancery was highly organized. At the same time, the
evidence of papyri shows that there was no great change in this respect
even in the second century, while § 182 shows that court protocol
was still carefully regulated».

(10)
El original griego dice phonê. Pelletier opta por traducir
este término siempre por 'pronunciación', justificando
su opción de manera minuciosa. No comparto sus razones y prefiero
seguir las brillantes exégesis de Gunther Zuntz; véase
Introducción.

(11)
Pelletier traduce 'escritos'. Sobre el significado exacto del griego
sesêmantai aquí, se ha desencadenado una discusión
apasionada, a la que hay que aludir por lo menos, porque versa sobre
un argumento importante: la hipotética circulación, entre
la diáspora judía, de versiones griegas de algunos libros
de la Biblia previas a los LXX. E. Bickermann sugiere que sesêmantai
se refiere a la 'escritura' (en el sentido de 'caligrafía', precisa
Pelletier); es decir, que 'Aristeas' se queja de la pésima calidad
de los manuscritos hebreos en circulación. Pelletier, Zuntz y
otros se muestran de acuerdo. Personalmente, sin embargo, no excluiría
que tengan razón quienes (como Thackeray, Calabi, etc.) sostienen
que 'Aristeas' pretende dar a entender —con razón o sin
ella; esto no se puede dilucidar— que ya se habían producido
tentativas anteriores, muy defectuosas, de traducción; en favor
de esta interpretación se pueden aducir los §§ 312-316
de la Carta (véase la Introducción).

(12)
Cf
. Pelletier 1962: 120-121 n. 2: «L'éloge de la Loi
est un lieu commun de la littérature juive. Le sujet est développé
avec complaisance par les Rabbins. La Torah [...] a été
créée en réalité, et non en pensée
seulement. Depuis, elle est auprès de Dieu, dans ses trésors,
ou mieux vivant avec lui comme sa fille, sa bien-aimée. Cette
préexistence affirmée en plusieurs de nos sources fait
de la Loi un être surnaturel».

(13)
Hecateo de Abdera, contemporáneo de Alejandro Magno y de Ptolomeo
I, autor de una Historia de Egipto perdida, que fue utilizada
por Diodoro Sículo (vide supra). La cita que aparece
aquí no se halla en ninguna otra parte; de modo que se ha suscitado
un debate a propósito de si el pasaje correspondía realmente
a la Historia de Egipto o más bien a un Acerca de
los judíos
o Acerca de Abraham espúreo,
pero que se atribuyó al auténtico Hecateo de Abdera por
la simple razón de que fue, en efecto, el primer historiador
griego que se ocupó de los judíos. Esta segunda hipótesis
parece más verosímil, y a ella se adhiere un buen número
de estudiosos (cf. Calabi 1995: 64-65 n. 30).

(14)
Los comentaristas suelen recordar que la organización en tribus
había desaparecido en Palestina hacía siglos; mas parece
que los judíos de la diáspora gustaban de fantasear con
esta suerte de anacronismos.

(15)

Cf. Pelletier 1962: 122 n. 1: «Ce souci d'exactitude
dans l'enseignement ou la tradition du texte de la Loi semble caractéristique
des milieux pharisiens».

(16)
Se sabe que, a pesar de que pueda parecer un poco sorprendente, no era
en modo alguno insólito que en el Templo de Jerusalén
se celebrasen sacrificios a la intención de un idólatra,
y en su nombre.

(17)
Los mercenarios judíos gozaron durante largo tiempo de gran reputación.
Por otra parte, en el ejército real de los Lágidas no
hubo prácticamente nativos de Egipto hasta el 217 a. C., en que
fueron movilizados masivamente para la campaña de Siria. «The
statement regarding the Jewish prisoners is likely to be historically
correct [...]. The decree of Philadelphus [...] bears a remarkable resemblance
to his provçtagma regarding the liberation of slaves captured
in Palestine [...] and evidently has a genuine documentary core, though
it is not likely to be wholly genuine» (Fraser 1972: II 974 n.
126).

(18)
Alusión velada a un tema muy vidrioso en este contexto: el inveterado
antisemitismo de la población egipcia (sometida más de
una vez a vejaciones por parte de los mercenarios) estallaba periódicamente
en sangrientos pogromos.

(19)
El contenido, y sobre todo el tono, de la carta de Ptolomeo, así
como la respuesta de Eleazar, pretenden indicar, desde luego interesadamente,
una relación paritaria. En términos históricos
es cierto que, bajo el dominio persa, se concedió a los judíos
el derecho a organizarse en comunidad político-religiosa: se
trató de un auténtico estado teocrático, pues el
Sumo Sacerdote, aunque flanqueado por un gobernador forastero, ostentaba
una función vitalicia y hereditaria. Semejante situación
ya no era vigente en el período al que se refiere la Carta:
parece dudoso que el Sumo Sacerdote conservara intactos, por lo
menos oficialmente
, sus poderes políticos. La realidad histórica
en los tiempos de 'Aristeas' (si no se acepta una datación extravagantemente
alta) contemplaba las luchas de los Tobíadas contra los pontífices
para obtener la proçtaçiva tou' plhvqouç «e
quindi scindere il potere politico del religioso» (Momigliano
1969: 215), luchas que acabaron alcanzando pleno éxito. «Né
l'assoluta indipendenza della Palestina presupposta della Lettera,
può addatarse ad un autore che viveva nel periodo in cui essa
era dipendente, sia pure senza che il governo tolemaico premesse la
mano» (ibidem). El poder en Jerusalén (regularmente
destrozada por querellas intestinas) solía mantener un equilibrio
precario, también entre el reino de Egipto y Antioquía,
todavía menos inclinada que los Lágidas a respetar la
autonomía judía. Pero no hay duda de que 'Aristeas' pretende
suscitar la impresión, valga lo que valga, de una relación
entre dos verdaderos jefes de Estado. Cf. Calabi 1995: 12:
«È vero che il sommo sacerdote aveva un potere non solamente
religioso di grande prestigio, è vero che i Giudei erano un popolo
di un certo rilievo nelle relazioni internazionali e che la comunità
di Alessandria aveva un notevole peso nella città, ma appare
pur sempre poco plausibile l'attegiamento descritto nella Lettera».

(20)
Arsínoe II, hija de Ptolomeo I, fue hermana y segunda esposa
de Ptolomeo II. Gozó de un poder y un prestigio inmensos, y fue
deificada, quizás incluso antes de su muerte. El matrimonio con
su hermano no tuvo descendencia; lógicamente el texto se refiere
a los hijos del primer matrimonio de Ptolomeo. 'Aristeas' da
aquí pruebas de una cierta desfachatez, haciendo que un Sumo
Sacerdote de Jerusalén cierre tranquilamente los ojos ante el
incesto real, abominación para la Ley mosaica. De hecho, la situación
también asqueaba a bastantes griegos: Ptolomeo tuvo que reprimir
duramente algunas voces de protesta, como la del poeta satírico
Sotades de Maronea, quizás aisladas, pero particularmente acerbas.

(21)
Se trata de la «Mesa de los Panes de la proposición»,
largamente descrita en los §§ 53-72, que hemos omitido. Cf.
Calabi 1995: 11: «La raffinatezza e l'elaborazione dei manufatti
è indicativa del livello raggiunto in campo artigianale, in particolare
orafo, ai tempi di 'Aristea'. Viene evidenziata la preciosità,
la straordinarietà di opere di spettacolare bellezza».
Tales dones resultan particularmente significativos, porque son escogidos
cuidadosamente, y realizados de modo que los rituales y prescripciones
hebraicas sean respetados: así por ejemplo con la «Mesa
de los Panes de la proposición», donde la riqueza se despliega
en la ornamentación, no en el tamaño, que respeta estrictamente
el de la Mesa del Templo de Jerusalén.

(22)
Pelletier sugiere que el pueblo hebreo alzó sus preces para que
la traducción querida por el rey de Egipto no desencadenara la
ira divina, como habría sucedido con las pretendidas tentativas
de traducción anteriores (cf. §§ 313-316).

(23)
El conocimiento de la lengua y la cultura helénicas no constituía,
desde luego, nada excepcional ni extraño entre los judíos
cultos de la época.

(24)
Viejo tópico peripatético, heredado por la sabiduría
popular y convencional.

(25)
Como destacó Moses Hadas, este generoso espíritu de apertura
no era compartido, entre el judaísmo contemporáneo a 'Aristeas',
de modo unánime. Cf. Calabi 1995: 99 n. 72: «'Aristea'
mira a dimostrare che la devozione alla Legge non è incompatibile
con relazioni distese con il mondo esterno...».

(26)
He optado —tras bastantes vacilaciones— por traducir ta
logia
del modo más neutro posible. Pelletier —y otros
intérpretes— optan por verter, a la griega, 'oráculos',
lo que es, desde luego, correcto; Hadas se compromete con un 'holy words';
y Calabi va todavía más lejos con 'rivelazione'. De hecho,
no carece de argumentos: ta logia puede significar, incluso,
los versículos que los judíos ortodoxos colocaban sobre
las puertas. Por mi parte, no he querido deshacer el equilibrio inestable
entre términos griegos y nociones hebraicas.

(27)
Entiéndase los cinco rollos que contienen un libro del Pentateuco
cada uno.

(28)
'Aristeas' combina inexactitud y anacronismo. Antígono Gonatas,
hijo de Demetrio Poliorcetes, y el Filadelfo libraron en Cos, hacia
el 260, un combate naval que constituyó un desastre para el egipcio.
Hubo otra batalla, en Andros, hacia el 245, entre un Antígono
y un Ptolomeo; mas se ignora tanto la identidad exacta de los antagonistas
como el desenlace. Pero el anacronismo subsiste, porque la reina Arsínoe
II, que aparece en la Carta en perfecto estado de salud, había
muerto en el 269. La propuesta de Bickermann de substituir en el texto
el nombre de Antígono por el de Antíoco parece una solución
desesperada: quizás ingeniosa, pero no convincente.

(29)
Cf. Pelletier 1962: 189 n. 1: «Diodore XVII 36, 5 montre à
Issos les pages de Darius préparant la réception d'Alexandre
sous la tente royale».

(30)
Esto es todo lo que 'Aristeas' sabe decir a propósito de la constitución
de la versión griega. Ciertamente no se trata de una colación
de manuscritos; ni siquiera de comparaciones sistemáticas entre
el modelo hebreo y el texto griego, sino de 'confrontaciones' entre
las versiones provisionales elaboradas por cada traductor. Sin embargo,
la terminología utilizada por 'Aristeas' «révèle
du moins son intention de parer la traduction grecque de la Loi juive
de tout le prestige qu'avaient alors les éditions critiques d'auteurs
anciens, établies par les savants d'Alexandrie [...]. Ce détail
sert avant tout la cause de la propagande juive auprès des non-juifs,
mais il n'exclut pas (bien au contraire) le souci de promouvoir et de
garantir de toute falsification, à l'intérieur même
du judaïsme, un texte absolument fidèle à l'original
hébreu» (Pelletier 1962: 230-231 n. 1).

(31)
Cf. Calabi 1995: 164 n. 144: «Ribadita la tesi che la
traduzione veniva fatta per la Biblioteca di Alessandria, anche se al
§ 308 la pubblica lettura davanti al popolo e la pubblica acclamazione
lascia vedere l'utilità della traduzione per il popolo ebraico
che, infatti, ne richiede una copia».

(32)
Cf. Calabi 1995: 166 n. 148: «Con politeuma
si indica l'organizzazione politica dei Giudei (come di altre popolazioni)
all'interno di Alessandria”. Vide supra, Introducción.
Por su parte, Fraser 1972: I 55 advierte que «that the Jews were
organized in this manner from an early Ptolemaic date [...] is very
doubtful, since at the dramatic date of that letter they were probably
not sufficiently numerous in Alexandria to need or demand such treatment».


(33)
Filón de Alejandría (Vita Mosis II 41) cuenta
que, todavía en sus días, tenían lugar cada año
en la isla de Faros fiestas solemnes, en las que participaban no sólo
judíos, sino multitudes variopintas, para «venerar el lugar
donde por primera vez resplandeció esta traducción y dar
gracias a Dios por un antiguo favor, que se renueva sin tregua».
Más tarde todo cambió: según el Talmud, este día
se convirtió en «día de ayuno y duelo, para expiar
el pecado cometido al divulgar la Torah en la lengua de los Goyim».
«Ce revirement s'amorce très tôt [...] mais il ne
s'accomplit que peu à peu. Marcel Simon a pu réunir des
indices qui montrent que la Bible grecque est restée largement
en usage chez les Juifs des premiers siècles de l'Empire»
(Pelletier 1962: 233-4 n. 2).

(34)
Cf. Pelletier 1962: 234-235 n. 1: «Terminer un livre
par une imprécation contre tout falsificateur pourrait être
une coutume du temps. Elle s'inspirerait des interdictions de Deuteronome
IV 2. Por su parte, Calabi 1995: 167 n. 150: «è improbabile
che una maledizione di questo tipo si accompagni alla prima promulgazione
della LXX, ma si applica più verosimilmente a una revisione della
traduzione cui la Lettera darebbe una sanzione ufficiale».

(35)
Teopompo de Quíos (circa 378-300 a. C.), el gran historiador,
discípulo de Isócrates, visitó la corte ptolemaica
en torno al 305. Sus fragmentos —en general breves, de interpretación
frecuentemente compleja y elusiva— se hallan recogidos en los
monumentales Fragmente der griechischen Historiker de Felix
Jacoby (FGrHist 115); traducción inglesa —a veces un poco
imaginativa— en los apéndices de G. S. Shrimpton, Theopompus
the Historian
, Montreal & Kingston, McGill-Queen's University
Press, 1991. La monografía reciente más fiable es la de
M. A. Flower, Theopompus of Chios. History and Rhetoric in the Fourth
Century BC
, Oxford, Clarendon Press, 1998, 2ª ed. (que omite
la presente narración). Cf. mi reseña de este
trabajo en Anuari de Filologia XXI (1999), pp. 152 ss.

(36)
Rétor y poeta trágico, rival de Teopompo, vivió
circa 374-334 a.C. Cf. Zuntz 1972: 141: «Theodectes
and Theopompus are, with ruthless disregard of chronological possibility,
alleged [...] to have personally imparted their experiences to him [=
Demetrio de Fáleron]; it is clear that the whole context is taken
from a book that went under the name of Hecateus. Ni que decir tiene
que es imposible atribuir al auténtico Hecateo abderita semejantes
absurdidades; por otra parte, Flavio Josefo preserva un resumen bastante
fidedigno del pseudoepígrafe judío atribuido a Hecateo,
en el que este pasaje se integra sin dificultad alguna. El objetivo
del Pseudo-Hecateo era ciertamente propagandístico — pero
no a favor de los LXX, ni de su revisión, sino a favor de los
hebreos en general. Acerca de las obras del Pseudo-Hecateo, vide
supra
nuestra Introducción y la n. 13 a la traducción.


(37)
Se trata del primer uso conocido de la expresión ê
biblos
para designar el Antiguo Testamento. La comunidad de Qumrân
utilizaba el término hebreo correspondiente (Pelletier 1962:
236-237 n. 2).





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Grupo de Investigación

T-1611,
Departamento de Traducción, UAB | Research Group
T-1611, Translation Departament, UAB | Grup d'Investigació
T-1611, Departament de Traducció, UAB


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