martes, 17 de mayo de 2016

22 | mayo | 2013 | La Biblia no Miente

22 | mayo | 2013 | La Biblia no Miente








¿Cuándo volverán los “dioses” de Sumer? – el retorno

 
 
 
 
 
 
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Este es el último artículo de la serie “¿Cuándo volverán los “dioses” de Sumer?”, en el que intentamos sacar algunas conclusiones sobre el posible retorno de los dioses. Al estudiar cada profecía se  encuentran repetidasreferencias al profeta David como Ungido de Dios y a una promesa de que será a través de un descendiente de la Casa de David que su trono será reestablecido de nuevo en Jerusalénen los días que han de venir.   Es en el trono de David’ en que los futuros reyes, que deben ser de la Casa de David,
se sentarán en Jerusalén. Y cuando eso ocurra, los reyes y príncipes de
la Tierra acudirán a Jerusalén en busca de justicia, paz y la palabra
de Dios. Esto, según prometióDios, es ‘una promesa eterna’ y un pacto divino ‘para todas las generaciones’.
La universalidad de esta promesa se halla testificada en escritos de
Isaías,  Jeremías y Zacarías, entre otros.  Estas son palabras
inconfundibles con respecto a su pacto mesiánico con laCasa de David,
aunque están llenas de informaciones que dictaron el curso de los
eventos en Jerusalén, entre ellos los relacionados con el profeta Elías.


Elías, apodado el Tishbita por el nombre de su ciudad natal en la región de Galaad, fue un profeta bíblico del reino de Israel (después de la partición de Judá)
en el siglo noveno a.C., durante el reinado del rey Ahab y su esposa la
reina Jezabel. Fiel a su nombre hebreo, Eli-Yahu, que significa Yahveh es mi Dios, estaba en constante conflicto con los sacerdotes del dios cananita Baal (‘el Señor’), que creemos era realmente Marduk, cuyo culto promovía la reina Jezabel. Se dice que Acab siguió con los mismos pecados que su padre y que sus antecesores al introducir y edificar altares y templos a dioses ajenos (Astoret diosa cananea y Baal).
Esta política contraria a la ley de Moisés se entiende en un contexto
de mezcla cultural y en el intento de ganarse a los arameos y demás
pueblos que habitaban en su territorio. La Biblia la hace
depender en gran medida de su matrimonio con Jezabel, que era Fenicia.
Jezabel instituyó un culto ajeno con sacerdotes y profetas paganos que
entraban en conflicto con los profetas de Yahveh. Existía una tensión
entre ambos cultos y la Biblia hace referencia a dos hechos
importantes que se contraponen en este asunto: el primero es una
persecución efectuada por Jezabel contra los profetas de Dios, que
tienen que ocultarse;  y otra, el enfrentamiento de Elías con los
profetas de Astoret y Baal que saldrían derrotados y ejecutados por
Acab; a lo que sigue una nueva persecución como venganza por parte de
Jezabel.


Jezabel también era una mujer cruel y dispuesta a asesinar para conseguir sus objetivos. La Biblia introduce
el relato de la viña de Nabot para ilustrarlo. En este relato se cuenta
cómo tras serle imposible al rey Acab comprar la viña de Nabot por la
que se había encaprichado, su mujer decide difamar contra éste para que
le maten y de este modo su marido pueda adquirirla. La derrota final de
Acab se justifica teológicamente por su pecado de idolatría y por haber
dejado escapar al rey de Siria, Ben-adad, después de una segunda batalla
profetizada por Elías y Miqueas.  Luego de un período de reclusión en
un sitio escondido cerca del Jordán, donde fue ordenado para convertirse
en ‘Un Hombre de Dios’, a Elías le fue dado un manto que poseía poderes mágicos y era capaz de realizar milagros en el nombre de Dios.
Su primer milagro documentado consistió en hacer de una cucharada de
harina y un poco de aceite de cocinar alimento para una viuda que le
duró el resto de su vida. Después resucitó a su hijo, que había muerto
de una virulenta enfermedad. Durante una pugna con los profetas de Baal
en el Monte Carmelo, pudo convocar un fuego desde el cielo.


Según la Bibla, visitó el Monte Sinaí después del Éxodo,
 cuando escapó de la cólera de Jezabel y los profetas de Baal para
salvar su vida. Para evitar que fuera hallado, un Ángel del Señor lo
escondió en una cueva del Sinaí. En la Biblia se dice que no murió
porque fue llevado al cielo en un torbellino para estar con Dios.
Su ascenso, como está descrito con gran detalle en Reyes, no fue un
hecho inesperado sino que fue una operación perfectamente planificada y
cuyo lugar y momento fueron comunicados a Elías con anticipación. El
sitio escogido fue el Valle del Jordán, en el lado oriental del río. Cuando fue el momento de ir allí, lo acompañaron sus discípulos encabezados por Eliseo.
Hizo una parada en Gilgal, el lugar donde se realizaron algunos
milagros de Yahveh para los israelitas guiados por Joshua. Elías intentó
zafarse de sus seguidores, pero ellos lo escoltaron hasta Beth-El;
aunque les pidió que lo dejaran atravesar el río sólo, se mantuvieron
con él hasta su última parada, Jericó, preguntándole todo el camino si era cierto que el Señor vendría a llevarlo al cielo ese día.


En las orillas del Jordán Elías enrolló su manto milagroso y golpeó
las aguas, dividiéndolas, lo que le permitió atravesar el río. Los otros
discípulos se quedaron atrás, pero aun entonces Eliseo persistió en
estar con Elías, cruzando el río con él; Iban caminando mientras
hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso
entre ellos y Elías subió al cielo en el torbellino. Eliseo le veía y
clamaba: «¡Padre mío, padre mío! Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!» Y no le vio más. Asió sus vestidos y los desgarró en dos
La tradición judía ha sostenido que el transfigurado Elías volverá
algún día como un heraldo del Mesías para anunciar la redención final
del pueblo de Israel
. La tradición afirma que la cueva en el Sinaí donde el ángel llevó a Elías fue donde Dios se reveló a Moisés y que se espera que Elías reaparezca al comienzo de la Fiesta de Pascua judía, cuando se conmemora el Éxodo.
Hasta este día, el Seder, comida ceremonial cuando se inician los siete
días del festejo de Pascua, requiere la colocación en la mesa de una
copa llena de vino para Elías. Y la puerta permanece abierta para que
pueda entrar, mientras se recita un himno que expresa la esperanza de
que pronto anunciará ‘al Mesías, hijo de David’.


La ‘Copa de Elías’ ha sido embellecida hasta convertirse en
una artística copa, un cáliz nunca empleado para un propósito diferente
del ritual de la cena de Pascua. La ‘Ultima Cena’ de Jesús fue la celebración tradicional de Pascua. Aunque
aparentemente podían escoger sus propios sumos sacerdotes y reyes, Judá
se convirtió a todas luces en una colonia romana, gobernada primero
desde el cuartel general en Siria y luego por regentes locales. El
gobernador romano, llamado Procurador, se aseguraba que los judíos
escogieran, según la preferencia de Roma, un Ethnarch (‘Cabeza del Consejo Judío’) para servir como Sumo Sacerdote del Temploe incluso un ‘Rey de los Judíos’ (no un ‘Rey de Judá’ como
país). Desde el 36 al 4 a.C. el rey fue Herodes, descendiente de
edomitas convertidos al judaísmo, que fue elegido por dos generales
romanos: Marco Antonio y Octavio. Herodes dejó un legado de estructuras
monumentales y además ponía mucha atención en cumplir los deseos del
Procurador romano.


A esta Jerusalén repleta de peregrinos para la fiesta de Pascua, es donde llegó Jesús de
Nazaret en el 33 d.C. En esta época a los judíos sólo se les permitía
conservar la autoridad religiosa y un consejo de setenta ancianos
llamado el Sanedrín.  Y esta provincia romana era gobernada por el
Procurador Poncio Pilatos. Estaban creciendo las tensiones entre el
pueblo judío y los romanos, que derivaron en una serie de motines
sangrientos en Jerusalén. Poncio Pilatos empeoró las cosas trayendo a la
ciudad legionarios romanos con sus signos, monedas y una serie de
imágenes de ídolos prohibidas en el Templo; los judíos que se
resistieron fueron sentenciados sin piedad a la crucifixión por lo que
el lugar de castigo fue apodado Gólgota o lugar de las Calaveras. Jesús y
sus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua.
Cuando llegó Jesús nuevamentecon sus discípulos, la situación no era la esperada ni la prometida por las profecías bíblicas. Los judíos devotos estaban obsesionados con la idea de la redención por un Mesías, basada en el eterno vínculo entre Dios la Casa de David. Yahweh dijo: “He
prestado mi asistencia a un bravo, he exaltado a un elegido de mi
pueblo. He encontrado a David mi servidor, con mi óleo santo le he
ungido… …El me invocará: ¡Tú, mi Padre, mi Dios y roca de mi salvación! Y
yo haré de él el primogénito, el Altísimo entre los reyes de la tierra.
Le guardaré mi amor por siempre, y mi alianza será leal con él;
estableceré su estirpe para siempre, y su trono como los días de los
cielos
”.


Y esto fue lo que Jesús de Nazaret, ahora en Jerusalén con sus doce discípulos, se propuso hacer: si la salvación requiere un Ungido de la Casa de David, él, Jesús, sería aquel.  Su nombre hebreo, Yehu-shuah (“Joshua”), significa Salvador de Yahveh; y en cuanto al requerimiento que el Ungido (‘Mesías’) fuera de la Casa de David, él lo era: En Nuevo Testamento, San Mateo dice: “El libro de las generaciones de Jesús, hijo de David, hijo de Abraham”. En otras partes del Nuevo Testamento la genealogía deJesús es dada según las generaciones: catorce
generaciones desde Abraham a David;  catorce generaciones desde David a
la deportación a Babilonia;  catorce generaciones desde ahí a Jesús
. Estaba calificado para ser el ungido. Nuestras fuentes para lo que ocurrió después son los Evangelios y otros libros del Nuevo Testamento. Sabemos que los ‘reportes de testigos visuales
fueron de hecho escritos con posterioridad a los hechos y también
sabemos que la versión oficial es el resultado de deliberaciones del
concilio convocado por el emperador romano Constantino tres siglos más
tarde.


Los manuscritos ‘gnósticos’, como los documentos de Nag Hammadi o el Evangelio de Judas, aportan versiones diferentes, que la Iglesia suprimió. Incluso sabemos que primero hubo una Iglesia de Jerusalén liderada por el hermano de Jesús, enfocada de manera exclusiva a sus seguidores judíos, que fue suplantada por la Iglesia de Roma que dirigían los gentiles. Mateo, Marcos y Lucas citan a Jesús diciendo a sus discípulos a su llegada a Jerusalén: “En dos días más será la fiesta de Pascua, del pan sin levadura”. Se acercaba la fiesta del pan sin levadura, que es llamada la Pascua.  Después, los tres evangelios señalan queJesús pidió a sus discípulos ir a cierta casa, donde podrían celebrar la cena de Pascua con que se iniciaban los festejos.


Lo siguiente en aclarar es el tema de Elías, el heraldo del Mesías. Según los Evangelios, la gente que había oído hablar de los milagros de Jesús, milagros que eran tan populares como los de Elías, al comienzo se preguntaban si acaso Jesús era realmente Elías. Sin negarlo, Jesús preguntó a sus más cercanos discípulos: “¿Quién dicen ustedes que soy?”.  Y Pedro respondió: “Tú eres el Ungido”.  Si así es, le preguntaron: “¿dónde está Elías, que debía aparecer antes?”. Y Jesús respondió: “Sí, por supuesto, ¡pero él ya vino!” Y le preguntaron, diciendo: “¿Por qué los escribas dicen que Elías debe venir primero?”. Y él respondió, diciendo: “Elías de cierto vino primero, y restauró todas las cosas… Pero de cierto os digo… Que Elías sin duda ya ha venido”. Si Elías había vuelto a la Tierra, satisfaciendo el prerrequisito para la venida del Mesías, entonces tenía que mostrarse en el Seder y beber de su copa de vino.  Como requería la tradición y la costumbre, la Copa de Elías, llena de vino, fue colocada en la mesa del Seder de Jesús y sus discípulos. Jesús tomó el pan sin levadura (llamado ahora Matzoh) e hizo las bendiciones, y lo partió, y entregó partes a sus discípulos: “Y tomó la copa, y después de dar gracias, lo pasó a ellos, y todos bebieron”.


La Copa de Elías estaba allí, pero Leonardo Da Vinci decidió no mostrarla en su pintura La Última Cena, supuestamente basada en los pasajes del Nuevo Testamento. Jesús no sostiene la copa y no hay otra copa de vino sobre la mesa. En vez de ello hay un inexplicable vacío a la derecha de Jesús y el discípulo a su derecha se halla inclinado como para permitir que alguien invisible esté entre ellos. ¿Acaso Leonardo estaba insinuando que un invisible Elías entró por la ventana abierta, detrás de Jesús, y tomó la copa que le pertenecía? En este caso el heraldo habría llegado precediendo al Ungido Rey de la Casa de David. CuandoJesús fue llevado delante del gobernador romano que le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”,  Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”.  La consecuencia de esta afirmación fue morir en la cruz. Cuando Jesús levantó la copa de vino para bendecir, dijo a sus discípulos: “Esta es mi sangre de la nueva alianza”. SI
esas fueron sus palabras exactas, no quiso decir que ellos fueran a
beber vino transformado en sangre, una grave transgresión a una de las
estrictas prohibiciones del judaísmo desde los tiempos ancestrales, ‘porque la sangre es el alma’. Lo que quiso decir era que el vino en esta copa, la Copa de Elías, era un testimonio de su linaje de sangre.
Y Leonardo quiso indicar que,  supuestamente, había sido recogida por
Elías. La copa desaparecida ha sido durante siglos un tema recurrente,
ya que los Cruzados la buscaron; los Templarios se dice que la hallaron y
fue traída a Europa… la copa se convirtió en cáliz; era el cáliz que
representaba la Sangre Real (Sang Real en francés, del que derivó San Greal o Santo Grial).


La continua represión romana sobre los judíos llevó al estallido de
una rebelión, que tomó siete años a los más grandes generales romanos el
conseguir sofocarla y llegar hasta Jerusalén. En el 70 d.C., luego de
un prolongado asedio, los romanos rompieron las defensas del Templo, que
el general Tito ordenó destruir. Aunque la resistencia continuó en
otras partes durante tres años más, la rebelión judía llegó a su fin.
Los romanos estaban tan satisfechos que conmemoraron su victoria con una
serie de monedas que anunciaban al mundo Judaea Capta (Judá Capturada)
y erigieron un arco de la victoria en Roma representando los objetos
rituales del Templo que habían saqueado. Las monedas judías de la época
de la independencia estaban grabadas con la leyenda ‘Año Uno’, ‘Año Dos’, etc., ‘por la libertad de Sión’, mostrando frutos de la tierra como temas decorativos. Sorprendentemente, las monedas, a partir del segundo año, tenían la imagen de un cáliz. ¿Seguía el ‘Santo Grial’ en Jerusalén?


los dioses Anunnaki, ¿volverán? ¿Cuándo se producirá el retorno?
 Creemos que las profecías del Retorno se cumplirán.  La pregunta sobre
la fecha del retorno ha preocupado a la Humanidad desde hace más de dos
mil años. Pero, ¿cuál será la señal del Retorno y qué nos traerá? ¿Será
un acontecimiento feliz o, como ocurrió con el Diluvio, será el fin, tal
como se indica en el Armagedón  del Apocalipsis?  ¿Será una catástrofe,
tal vez nuclear, que afectará solamente al Próximo Oriente o será a
escala mundial?  Estas últimas posibilidades convierten estas profecías
en un asunto de sobrevivencia de la Humanidad. Porque Armagedón es el nombre de un lugar específico en una tierra que ha estado bajo las amenazas de la aniquilación nuclear.
En el siglo veintiuno a.C., una guerra de los reyes del este contra los
reyes del oeste fue seguida por una hecatombe nuclear. Veintiún siglos
después los miedos de la Humanidad fueron expresados en unos rollos,
encontrados en una cueva cerca del Mar Muerto, que describen una “guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de la Oscuridad’”. ¿Quiénes son estos Hijos de la Luz y estos  Hijos de la Oscuridad? Su identificación se presta a múltiples elucubraciones.


De nuevo hoy, en el siglo veintiuno d.C. una amenaza nuclear amenaza
el mismo lugar histórico. ¿Se repetirá la historia? Una conflagración
aniquilante ha sido representada como parte del escenario del Fin de los Días en
Ezequiel. Aunque unos misteriosos Gog y Magog se presentan como los
principales instigadores en esa guerra final, la lista de los
combatientes se dice que abarca a todas las naciones. Y el foco de
conflagración serán ‘los moradores del Ombligo de la Tierra’ que, según la Biblia, son los habitantes de Jerusalén. Es realmente significativo que entre la extensa lista de Ezequiel de naciones involucradas en la guerra final (Armagedón), figure destacada Persia (hoy Irán), el mismo país que está involucrado en la producción de armamento nuclear con la que podría ‘barrer de la faz de la Tierra’ a la gente que habita Har-Megiddo.


Megido, Mageddo o Meguiddó,
es una colina de Israel, situada 90 km al norte de Jerusalén y 31 km al
sudoeste de la ciudad de Haifa. Se conoce también como Har Megiddo (en hebreo) y Tell al-Mutesellim (en árabe).
En tiempos antiguos, Megido era una ciudad importante, apareciendo su
nombre en jeroglíficos egipcios y en escritura cuneiforme: en las “cartas de Amarna“; gozaba de una importante situación estratégica, pues dominaba una vía de comunicación primordial en el Valle de Jezreel,
a la salida de los desfiladeros del Carmelo, al noroeste de Tanak y en
el camino de esta ciudad al Tabor. Era una de las estaciones principales
en el camino que seguían los ejércitos en dirección de Egipto a Siria.
Tras la ocupación por los hebreos, fue situada en el territorio de
Isacar, pero atribuida a la tribu de Manasés.


Sobre su situación, Jakut, geógrafo árabe del siglo XII, dice que “Ledjun es la antigua ciudad de Mageddo que recibió, bajo la dominación romana, el nombre de Legio“.
En sus inmediaciones se entablaron tres célebres batallas, una durante
el siglo XV a. C. Es un importante lugar arqueológico, un montículo con
26 estratos de ruinas de antiguos asentamientos, conocido por motivos
históricos, teológicos y geográficos. Según se narra en la Biblia, este
paraje, el Valle de Jezreel, será el escenario donde acontecerá el
Apocalipsis (las Revelaciones) o la batalla final entre las
fuerzas de la luz, dirigidas por Jesucristo, y las de las tinieblas,
guiadas por Satanás o el Anticristo, durante el “Fin del Mundo“, la batalla definitiva de Armagedón.  La expresión griega Har Ma·ge·don, tomada del hebreo y convertida en “Armagedón”, significa “Montaña de Megido”, o “Montaña de Asamblea de Tropas”.


Pero,  ¿quiénes son Gog y Magog y por qué tal profecía de hace más de
dos milenios suena tan actual?  Armagedón, una guerra final de Gog y
Magog, es además un elemento esencial en el escenario del Fin de los Días del
libro profético del Nuevo Testamento, llamado Apocalipsis de San Juan.
Relaciona a los instigadores de los sucesos apocalípticos con dos
bestias, una de las cuales puede ‘hacer caer fuego del cielo a la tierra, a la vista de los hombres’.  Sólo encontramos una posible enigmática clave para su identificación: “¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666. Muchos han intentado descifrar este misterioso número 666, suponiendo que se trata de un mensaje codificado perteneciente al Fin de los Días.
Debido a que el libro fue redactado cuando comenzó la persecución
romana a los cristianos, la interpretación aceptada es que el número era
un código relacionado con el emperador Nerón, ya que el valor numérico
de su nombre en hebreo (NeRON QeSaR) sumado da la cifra de 666.
El hecho que haya ido a la plataforma espacial en Baalbek, posiblemente
a inaugurar el templo de Júpiter, en el año 60 d.C. puede-ofrecer
alguna pista.


Pero tenemos el intrigante hecho de que 600, 60, y 6 son los
números básicos del sistema sexagesimal sumerio, fundado por los dioses
anunnaki
, de modo que el código podría remontarse a algunos
textos anteriores, refiriéndose al hecho de que había 600 Anunnaki, el
rango numérico del gran dios  Anu era 60, y el rango de la diosa
Ishkur/Aada era 6. Y, aún más intrigante,  si los tres números se
multiplican en vez de sumarlos, obtenemos que 666 = 600 x 60 x 6 =
216.000, lo que representa 100 veces 2160 (los años de una era zodiacal).
 También tenemos  que cuando siete ángeles revelan la secuencia de
futuros eventos, no los vinculan a Roma, sino a la ciudad de Babilonia.
La explicación convencional ha sido que, así como el 666 era un código
para el emperador romano Nerón, así también Babilonia era una
denominación simbólica de Roma. Pero cuando fueron escritas Las Revelaciones,
Babilonia hacía varios siglos que había desaparecido, y ese libro,
hablando de Babilonia, inequívocamente vincula las profecías al ‘gran río Éufrates’, incluso describiendo como el sexto ángel “derramó su copa sobre el gran río Éufrates y sus aguas se secaron para preparar el camino a los reyes del Oriente”. Se habla de una ciudad junto al río Éufrates, no al río Tíber.


Ya que las profecías de Las Revelaciones son del futuro, uno
debe concluir que Babilonia no es simbólico, sino que se refiere a una
futura Babilonia que se verá envuelta en la guerra del Armagedón (Har-Megido, Monte Megiddo, en Israel)
. Una guerra que se desarrolla en la Tierra Sagrada de los Dioses.
Si esta futura Babilonia corresponde al Irak actual, los versículos
proféticos son sorprendentes, porque además de predecir eventos que
llevan a la caída de Babilonia después de una espantosa guerra, predicen
la partición de Babilonia (Irak) en tres partes, que es algo que se
está planteando. Como el Libro de Daniel, el cual pronostica fases de tribulaciones durante los procesos mesiánicos, así Las Revelaciones trató de explicar las enigmáticas profecías del Viejo Testamento al describir una Primera Era Mesiánica con ‘una Primera Resurrección
de mil años de duración, seguida por un reinado Satánico de mil años,
cuando Gog y Magog se involucren en una terrible guerra, y una Segundo Era Mesiánica, seguida por otra resurrección y una  ‘segunda venida’.


Inevitablemente, esas profecías generaron numerosas especulaciones a
medida que se acercaba el año 2000 d.C. Pero, por un lado, el verdadero
punto del milenio, contado desde el nacimiento de Jesús, ya había pasado, ya que Jesús habría nacido el  6 ó 7 a.C. Por otro lado las profecías parecían representar una repetición cíclica de sucesos (la ley del eterno retorno),
algo que sólo puede ocurrir cuando la historia y el tiempo histórico se
mueven en círculo, donde el punto de partida es el punto final, y
viceversa
. En este plan cíclico de la historia, es inherente el concepto de Dios como una entidad divina eterna que ha estado presente al Comienzo cuando el Cielo y la Tierra fueron creados y que estará presente en el Fin de los Días, cuando Su Reino sea renovado sobre Su Monte Sagrado. Esto esta expresado en la Biblia y por los últimos Profetas, como cuando Diosanunció, a través de Isaías: “Yo
soy, Yo soy el Primero y también soy el Último… Desde el Principio Yo
anuncio lo que viene después y desde el comienzo lo que aun no ha
sucedido
”.


E igualmente en el Libro de las Revelaciones: “Soy el Alfa y el Omega, el Comienzo y el Final, dijo el Señor— lo que es, lo que fue, y lo que será”.
Ciertamente, la base de las profecías era la creencia que el Final
estaba relacionado con el Comienzo y que el Futuro podía ser predicho
porque el Pasado era conocido, si no por el Hombre, al menos por Dios, Según Isaías: “Soy aquel que desde el Comienzo dice el Final, dijo Yahveh”. El Profeta Zacarías predijo los planes de Dios para los Últimos Días en términos del Pasado, o losPrimeros Días.
Esta creencia, la cual es reafirmada en los Salmos, en Proverbios y en
el Libro de Job, fue vista como un plan divino universal para todas sus
naciones. El profeta Isaías describe  las naciones de la Tierra reunidas
y preguntándose unas a otras: “¿Quién entre nosotros puede decir el futuro dejándonos oír las Primeras Cosas?”. Que esto fue un principio universal puede verse en unas Profecías Asirias, cuando el dios Nabu dijo al rey asirio Easrhaddon: ‘El futuro será como el pasado’. Mircea Eliade, filósofo, historiador de las religiones y novelista rumano, ya expresó esta mismo concepto muy lucidamente en su obra “El mito del eterno retorno”.


Este factor cíclico de las profecías bíblicas del Retorno nos lleva a
una posible respuesta a la pregunta de la posible fecha del Final de los Días.
En Mesoamérica, después de sincronizar dos calendarios, se obtuvo un
periodo repetitivo de 52 años en que,  luego de una número no
especificado de repeticiones,  volvería Quetzalcoatl (Toth/Ningishzidda). Y eso nos lleva a las famosas Profecías Mayas, de acuerdo a las cuales parece ser que el Fin de los Días se produciría alrededor del 2012 d.C. Esta fecha surge del hecho que en ese año, dependiendo de como se calcule,  la unidad de tiempo Baktun completará su treceava vuelta. Dado que un Baktun toma
144.000 días, puede establecerse un tipo de hito. Sin embargo es
necesario señalar algunas posibles suposiciones erróneas en este
escenario. La primera es que el Baktun no pertenece a ninguno de los calendarios involucrados con este periodo cíclico de 52 años (el Haab y el Tzolkin) sino a un tercero llamado La Cuenta Larga.  Esta Cuenta Larga fue
introducido por los Olmecas africanos que habían venido de Mesopotamia
cuando Toth fue exiliado de Egipto y continuada por los Mayas. Y la
cuenta de días realmente comienza con ese evento, de modo que el primer
año de la Cuenta Larga fue en  3113 a.C.


Tal como ya hemos indicado en el artículo “La interrelación entre la Tierra y los otros cuerpos celestes”, 
quizás más que cualquier antigua cultura de las que conocemos, los
Mayas estaban obsesionados con la Astronomía. No sólo eran capaces de
proyectar sus cálculos astronómicos miles de años adelante y atrás en el
tiempo, sino que desarrollaron un preciso y enigmático calendario de
Venus, así como una tabla de eclipses que todavía funciona hoy. También
calcularon exactamente el año solar hasta con cuatro cifras decimales.
Para lograr estos impresionantes cómputos crearon un sistema matemático
sofisticado que utiliza el concepto del cero. Y todo esto mientras
Europa todavía estaba inmersa  en una época oscura. En una cultura tan
compleja como la maya es importante recordar que eso  causa diferentes
modelos de creencia en épocas distintas. Y es en este contexto que  es
apropiado limitar nuestras consideraciones de la cultura maya a sólo
esas creencias que prestan significado e importancia a la misteriosa
fecha indicada en su calendario de cuenta larga: 21 de diciembre de 2012.


Al concentrarnos en esta fecha, encontramos que uno de los
indicadores de su probable importancia es que específicamente designa el
Solsticio de Invierno. Como este es nuestro punto de partida en nuestro
análisis, echemos una mirada acerca de lo que esto podría significar.
En primer lugar, es bueno ser consciente de que cada cultura del pasado
designó un tiempo específico para marcar el principio de su Nuevo Año: En
la antigua Sumeria y Babilonia, el Nuevo Año empezaba con el Equinoccio
de la Primavera; En Israel el Nuevo Año se cambió gradualmente al
Equinoccio en el Otoño; En el Norte de Europa, el Nuevo Año era
celebrado en el tiempo del Solsticio de Invierno; Nosotros todavía
observamos esta tradición del Nuevo Año en particular, pero agregando
unos días extras para que ahora nuestro Nuevo Año empiece el 1 de enero.


Entonces, en el contexto de esta tradición el Solsticio de Invierno el 21 de diciembre era
celebrado como el cumpleaños del Sol, que es la noche más larga del año
y por consiguiente, el día más corto del año. Representó el último
poder de las fuerzas oscuras de la Naturaleza: la larga noche invernal,
cuando las cosas parecían estar muertas y quietas. Y fuera de las
profundidades de esta noche más larga, nacía el nuevo Sol. Desde esta
fecha el poder de la luz crece poco a poco en fuerza y los días empiezan
a hacerse más largos. El Solsticio de Invierno inauguró el nacimiento
de un nuevo año solar. El Sol parecía regresar de su viaje anual al Sur y
empezaba su lento retorno a las Latitudes del Norte. La salida del sol,
el 21 de diciembre, se creía que era como la primera salida del sol, y el comienzo del Nuevo Año era, de hecho, una celebración del principio del Tiempo.




Con este contexto particular en mente, podemos ahora examinar más
detalladamente las razones por qué el Solsticio de Invierno en el año
2012 es tan importante. En el calendario maya de la cuenta larga, un
ciclo de 5.200 años finaliza en esta fecha, y también apunta a una rara
alineación astronómica. De hecho, esta alineación sólo pasa una vez cada aproximadamente 26.000 años.  El año 2012 indicado
en el calendario de la cuenta larga, ilumina el hecho de que el
movimiento Precesional del Sol en el Solsticio de Invierno gradualmente
llevará su posición a alinearse con el mismo centro de nuestra Galaxia. Para los mayas, esto es como la última campanada de medianoche en Nochevieja, sólo que en el 2012 el Nuevo Año es el Nuevo Año Galáctico de 26.000 años solares.  El Reloj Galáctico estará en el punto cero y comenzará un Nuevo Ciclo Precesional. Pero,  ¿qué es lo que es tan importante en relación a  la Vía Láctea y por qué los mayas estaban tan interesados en ello?


Nuestra cultura científica ha comprendido finalmente que nuestro
planeta, el Sol, y el sistema solar entero tuvieron sus orígenes en el
centro de la Galaxia de la Vía Láctea. Nosotros también hemos encontrado
recientemente que nuestra Galaxia tiene unos  70.000 años de luz de
diámetro, con la mayoría de sus 400 mil millones estrellas concentrados
en la gran protuberancia central. Equipados con instrumentos
ultravioleta, radiografías y rayos gamma, así como con  telescopios de
infrarrojos, la mayoría de los astrónomos están ahora convencidos que en el centro de nuestra Galaxia hay un masivo agujero negro de
un tamaño inimaginable, millones de veces más grande que nuestro sol. Y
ahí es donde la Ciencia y la Mitología coinciden. Pero con respecto a
lo que el centro de nuestra Galaxia puede representar en términos de
energía y propiedades tiempo/espacio, creo que todavía nadie tiene una
pista.


Pero para los antiguos mayas, la Vía Láctea representaba a la Gran Madre Cósmica de
donde nació toda la vida. Ellos vieron a nuestra Madre Galáctica a
través del cielo nocturno y de alguna manera apuntando al lugar de donde
todos nosotros procedíamos. Y a la gran protuberancia central,  a su
centro, ellos lo percibieron como el Útero Cósmico. Dentro de la
protuberancia central está lo que parece un corredor oscuro, conocido
como la grieta oscura (dark rift). Los mayas se referían a esto con muchos nombres, pero el más pertinente aquí es su referencia a esta área como el “paso del nacimiento”.  Considerando entonces la importancia de la fecha 2012 en
el calendario maya, se ha descubierto que ese año específicamente
apunta a un periodo de tiempo cuando el Sol del Solsticio de diciembre
se alinea con  la grieta oscura , el “canal Galáctico del Nacimiento” en la protuberancia central.  Es como si el Sol realmente estuviera naciendo nuevamente del Útero Galáctico.


La Cosmología maya no fue escrita en un libro, sino en las
mismas estrellas sobre sus cabezas. Todo lo que necesitamos hacer es
reconocer las asociaciones existentes y la historia se despliega sola.
Así es como en nuestra cultura nosotros hemos construido asociaciones
entre el Solsticio de Invierno, el Nuevo Año y el nacimiento de
Jesucristo, “ el Hijo de Dios” quien llegó a este mundo como “el salvador de la humanidad “.
Con los mayas hemos descubierto otra historia asociada con el Solsticio
de Invierno, el Nuevo Año y tal vez el destino de la Humanidad. La
alineación astronómica del Ciclo Precesional del Solsticio de Invierno y
el Centro Galáctico representa el “Punto Cero” en el Reloj Cósmico,
marcando así el principio de una Nueva Era.
Este hecho nos dice que nace un Nuevo Sol, que un Nuevo Año amanecerá,
que un Nuevo Ciclo Galáctico empieza y tal vez la transformación de
nuestro Mundo.


Así como el ecuador de la Tierra divide el planeta en dos hemisferios
de Norte y Sur, el Ecuador Galáctico es el término astronómico para la
línea divisoria de la Vía Láctea, separando la Galaxia en dos mitades.
Similar al tiempo del Equinoccio, cuando el Sol parece cruzar el Ecuador
de la Tierra y entra así en un nuevo hemisferio, así también en 1998 el
Sol del Solsticio de Invierno comenzó a atravesar el Ecuador Galáctico.
Considerando que el Sol es tan grande (aproximadamente uno y medio
grados de ancho) y el movimiento es tan lento, nuestro Sol no cruzará
 el Ecuador y entrará totalmente en el nuevo Hemisferio Galáctico hasta
el año 2018. Así que nosotros necesitamos entender entonces que la fecha maya de 2012 simplemente es un indicador de este periodo de 20 años de transición – el proceso de nacimiento de la Nueva Era y el punto del principio del Nuevo Ciclo Precesional de 26.000 años.


Es realmente irónico que los descendientes de los colonizadores
europeos que vinieron al Nuevo Mundo para llevar el conocimiento a la
población indígena, ahora encuentran un calendario/reloj de piedra de
estos mismos indígenas marcando el tiempo galáctico. Un calendario
adaptado a su entorno cultural, pero que realmente incorpora su visión
del tiempo cíclico, el Ciclo Precesional.  Este “Gran Año” era conocido
hace mucho tiempo por los sumerios, babilónicos, egipcios y los antiguos
griegos, pero carecía del marcador en el que empezaba o acababa.
De algún modo, a través de las edades, el conocimiento había estado
perdido. Quizás el regalo más grande que la cultura maya ha dado a
nuestro mundo es el Punto Cero del Ciclo Precessional de unos 26.000 años. A través de la fecha 2012 en
su calendario, ellos indicaron la importancia del Ecuador Galáctico y
su relevancia en relación al Ciclo Precesional, dándonos así la
posibilidad de marcar con precisión el tiempo exacto en nuestro Reloj
Galáctico. Sobre el lapso de los 20 años de periodo de transición,
 cuando el Sol del Solsticio cruce el Ecuador Galáctico y se mueva hacia
un nuevo hemisferio, puede ser que estemos siendo testigos del
nacimiento de una nueva civilización planetaria.





Continuando con el tema del calendario de la Cuenta Larga,
vemos que se representaban las siguientes secuencias de unidades: 1 kin
= 1 día; 1 Uinal = 1 kin × 20 = 20 días; 1 Tun = 1 kin × 360 = 360
días; 1 Ka-tun = 1 tun × 20 = 7.200 días;1 Bak-tun = 1 Ka-tun × 20 =
144.000 días; 1 Pictun = 1 Bak-tun × 20 = 2.880.000 días. Estas
unidades, cada una un múltiplo de la previa, continuaban más allá del Baktun con valores siempre crecientes. Pero como en los monumentos mayas nunca se superaron los 12Baktuns, cuyos 1.728.000 días estaban ya más allá de la existencia maya, el 13º Baktun aparece como un importante hito. Además, la tradición maya sostenía que el presente “Sol o Era terminaría con el 13º Baktun”,
así que su cantidad de días (144.000 x 13 = 1.872.000), si se divide
por 365.25, resulta en 5.125 años, que cuando se resta de 3113 a.C., da
como resultado  2012 d.C. ¡Realmente impactante!


No obstante, algunos eruditos señalan que habría que dividir por 360 y
no por 362.25. De ese modo, los 1.872.000 días darían 5.200 años, que
representan 100 veces el número mágico de Toth: 52. De esta manera el
año del Retorno de Toth sería el 2087 d.C. (5200 – 3113 = 2087). También
podría afirmarse que la Cuenta Larga es una cuenta lineal del tiempo en lugar de cíclica, por lo  que se podría pasar hasta el 14º Baktun o el 15º Baktun.
Todo eso, sin embargo, no elimina la importancia de un milenio
profético, ya que la fuente del milenio tiene sus orígenes en las
escrituras apócrifas judías del siglo 2 a.C. Por ello, la búsqueda de
resultados probablemente debería ir en esa dirección. De hecho, la
referencia a un milenio definiendo una Era, tuvo sus raíces en elel Deuteronomio, del Antiguo Testamento. Allí se asignó un período de mil generaciones a la duración del pacto de Dios con Israel cuando el Arca de la Alianza fue traída por David a Jerusalén. Los Salmos aplican de manera repetida el número mil a Yahveh, sus milagros y a su carruaje.


La declaración en Salmos es relevante en relación al Fin de los Días y el Retorno. Y según Moisés, refiriéndose a  Dios: “mil años, en tus ojos, no son más que un día que ha pasado”.
 Apenas los romanos destruyeron el Templo, esta declaración de Moises
dió origen a la especulación de la manera de descifrar el Fin de los Días mesiánico:
si la Creación, el Comienzo según el Génesis, se desarrolló en seis
días y un día divino dura mil años, el resultado desde la Creación hasta
el Fin sería de 6.000 años. Calculado de esta manera, el Fin de los Días llegaría en el Anno Mundi 6.000. Si aplicamos esta cifra al calendario hebreo de Nippur,  que comenzó en 3760 a.C., esto significaría que el Fin de los Días ocurriría en el 2240 d.C. (6000 – 3760 = 2240). Este nuevo cálculo del Fin de los Días puede
resultar desalentador o tranquilizador, según lo contemplemos como el
inicio de una nueva Era mejor o como un fin catastrófico. Lo interesante
de este cálculo es que se halla en perfecta armonía con el sistema
sexagesimal sumerio.


Pero no creemos que sea válido, ya que es lineal, mientras que en las profecías se habla de una unidad de tiempo cíclica. Ello nos lleva a contemplar lo dicho por Isaías: “mirar las señales hacia atrás”.
En esta búsqueda de periodos cíclicos podemos contemplar dos opciones:
el período orbital de 3600 años terrestres, considerado el Tiempo Divino del planeta Nibiru;  y el Tiempo Celestial de
la precesión de los equinoccios zodiacal. Parece claro que los Anunnaki
vinieron y se fueron cuando Nibiru estaba lo más cerca posible del Sol,
la Tierra y Marte. Por ello se tiene la tentación de restar 3600 de
4000 a.C. (fecha estimada de la última visita del gran Dios Anu),
obteniendo 400 a.C.. Pero si restamos 3600 de 3760 a.C., cuando comenzó
el calendario de Nippur, obtenemos 160 a.C. Pero, de cualquier modo,
esto implicaría que la siguiente llegada de Nibiru se hallaría  en un
futuro distante. A esto debemos añadir que los textos hallados indican
que la anterior aproximación de Nibiru se produjo hacia el  560 a.C.


Al considerar esta diferencia debemos tener en cuanta que el perfecto
SAR (de 3600 años) es un período orbital ideal teórico, porque las
órbitas de planetas y cometas varían de órbita en órbita en función del
tirón gravitacional de otros planetas a los que se acercan. Tomando como
ejemplo el cometa Halley, su período de 75 años realmente fluctúa entre
74 y 76 años. Si extrapolamos esta diferencia a los 3600 de Nibiru, nos
llevaría a una diferencia de más o menos 50 años para cada órbita. Pero
hay otras posibles razones para variaciones importantes en la órbita de
Nibiru. Por ejemplo el  Diluvio ocurrió alrededor del 10900 a.C. Y
durante sus 120 SARs antes del Diluvio, Nibiru orbitó sin generar tal
catástrofe. Después,  ocurrió algo inesperado que llevó a Nibiru
más cerca de la Tierra de lo usual, que combinado con la disminución de
la capa de hielo de la Antártida, provocó el Diluvio.
 ¿Qué produjo este hecho inesperado?


La respuesta podría estar en la parte exterior de nuestro sistema
solar, en concreto en los planetas Urano y Neptuno, planetas con
satélites que, inexplicablemente,  orbitan en dirección contraria a la
usual. En realidad de mueven en el mismo sentido  en que se mueve
Nibiru. Uno de los grandes misterios en nuestro sistema solar es el
hecho que el planeta Urano literalmente yace sobre su costado, ya que su
eje norte-sur encara al Sol de forma horizontal en vez de vertical.
Según científicos de la NASA, parece como si Urano hubiese sufrido una fuerte colisión alguna vez en el pasado, pero sin saberse con qué colisionó. Podría ser que el objeto que colisionó con Urano fuese el mismo que generó una inmensa y misteriosa cicatriz, junto con un inexplicable surco en Miranda, una luna de Urano, tal como detecto el Voyager 2 de la NASA en 1986. Miranda es realmente una luna muy diferente a los otros satélites de Urano. ¿Pudo una colisión con Nibiru y sus lunas causar estas anomalías? Recientemente
los astrónomos han observado que los grandes planetas exteriores no se
han mantenido donde se formaron, sino que han ido distanciándose del
Sol.


Y este cambio ha sido más pronunciado en el caso de Urano y Neptuno,
lo que podría explicar por qué nada sucedió durante muchas órbitas de
Nibiru. Pero, de pronto, algo ocurrió. No es disparatado asumir que
durante una de sus órbitas Nibiru se encontró con el errante Urano y,
posiblemente,  una de las lunas de Nibiru golpeó a Urano, inclinándolo
en su costado.  Inclusopodría ser que el causante del golpe fuese la enigmática luna Miranda, que posiblemente era una luna de Nibiru.
Al golpear a Urano terminó siendo capturada en una órbita alrededor de
Urano. Si hubiese acontecido lo que explicamos, la órbita de Nibiru
habría quedado afectada,  acortándola hasta cerca de los 3450 años
terrestres en vez de 3600, y resultando en una reaparición postdiluviana
alrededor de los años 7450, 4000, y 550 a.C. Si eso es lo que sucedió,
explicaría el adelantamiento en la llegada de Nibiru hacia el 556 a.C. Y
siguiendo esta teoría, se supone  que su siguiente llegada sería
alrededor del 2900 d.C. Ello implicaría que, si asociamos los
profetizados eventos cataclísmicos con el retorno de Nibiru, también
llamado Planeta X, todavía faltaría mucho tiempo.


Pero creemos que es incorrecta cualquier referencia a que los
Anunnaki limitaron sus venidas y partidas a una corta ventana durante el
perigeo de Nibiru. Suponemos que pudieron haber venido en otros
momentos, ya que los textos antiguos refieren viajes de ida y regreso de
los dioses sin estar relacionados con la proximidad del planeta. Hay
además una importante cantidad de relatos de viajes entre la Tierra y
Nibiru llevada a cabo por  terrestres (como Enoc) que omiten cualquier
mención de que  Nibiru era visto en los cielos
, especialmente
teniendo en cuenta que sí hay una referencia de este tipo cuando Anu
visitó la Tierra hacia el 4000 a.C. En una ocasión Adapa, un hijo de las
relaciones del dios Enki con una mujer terrestre, a quién le fue
conferido conocimiento pero no la inmortalidad, realizó una corta visita
a Nibiru, acompañado por los dioses Dumizi y Ningishzidda. También
Enoc, emulando al sumerio Enmeduranki, fue y volvió a Nibiru al menos
dos veces durante su vida terrestre. Esto posiblemente fue posible
mediante una nave espacial viniendo desde Nibiru en la fase de entrada
al sistema solar conocido, llegando bastante antes del perigeo; o bien
en sentido inverso durante la fase de salida de Nibiru del sistema
solar.


Una corta visita a la Tierra, como la de Anu, podía tener lugar al
combinar las dos maneras antes indicadas para partir. Ello implica que
es posible un Retorno de los Anunnaki en un momento diferente al del
regreso de Nibiru, lo cual nos vuelve a poner el foco en otro tiempo cíclico, como el tiempo zodiacal. Lo llamamos Tiempo Celestial, como puente entre el Tiempo Terrestre, marcado por el ciclo orbital de la Tierra, y el Tiempo Divino,
marcado por el planeta Nibiru. Si el esperado Retorno será de los
dioses anunakis más que de su planeta, entonces debemos buscar la
solución mediante el reloj que los ha vinculado, el tiempo cíclico zodiacal del Tiempo Celestial. Después
de todo, este tiempo cíclico fue inventado por los Anunnaki como una
forma de reconciliar los dos ciclos; y su proporción, 3600 años de
Nibiru y 2160 años de cada Era zodiacal, representa  la Proporción Áurea de 10:6 = 1,6666666666.


  
Beroso, sacerdote de Babilonia durante el siglo III a. C.,  estimó que las Eras zodiacales eran
momentos de cambio en las relaciones entre dioses y hombres y sostenía
que, periódicamente, ocurren catástrofes apocalípticas, ya sea por agua o
por fuego, que están determinadas por fenómenos celestiales. Como
Manetoen Egipto, también dividió la prehistoria y la
historia en fases divinas, semidivinas, y postdivinas, con un total de
2.160.000 años de duración de este mundo. Sorprendentemente esto son exactamente mil Eras zodiacales.
Los investigadores de las antiguas tablillas de arcilla que tratan de
las matemáticas y la astronomía quedaron asombrados al descubrir que las
tablillas usaban el fantástico número de 12.960.000 como punto de
partida. Concluyeron que esto sólo podía estar relacionado con las Eras
zodiacales de 2.160 años, cuyos múltiplos resultan en 12.960 (si 2.160 x
6), o 129.600 (si 2.160 x 60), o 1.296.000 (si se multiplica por 600). Y
el número con el cual comienza esta antigua lista, 12.960.000, es un
múltiplo de 2.160 por 6.000, aparentemente relacionados con los seis días divinos de la creación.


Parece evidente que los más importantes eventos de los dioses que
afectaban a los asuntos de los hombres, estaban vinculados a las Eras
zodiacales. Cuando comienza cada Era, siempre ocurre algo trascendental:
la Era de Tauro señaló el otorgamiento de la civilización a la
Humanidad. La Era de Aries estuvo marcada por el desastre nuclear y
finalizó con la partida de los dioses. La Era de Piscis llegó con la destrucción del Templo y el inicio del cristianismoTal vez el profético Fin de los Días significa en realidad el Fin de una Era zodiacal. Tal vez lo que un ángel dijo a Daniel de ‘tiempo, tiempos, y medio tiempo’ sea una terminología referente a las eras zodiacales.  Esta posibilidad fue considerada nada menos que por Sir Isaac Newton,
 que formuló las leyes naturales que gobiernan los movimientos
celestes, tales como los planetas orbitando al Sol. Pero también se
interesó por otros temas y escribió extensos tratados acerca de la
Biblia y las profecías bíblicas. Consideró los movimientos celestiales
que formuló como la ‘mecánica de Dios’ y creía firmemente que
los descubrimientos científicos que comenzaron con Galileo y Copérnico y
fueron continuados por él ocurrieron cuando había sido predicho. Esto lo llevó a poner especial atención en las claves escondidas en las profecías de Daniel.


En un documento, escrito a mano por Newton, calculaba el Fin de los Días de acuerdo a las profecías de Daniel.
Newton escribió sus cálculos numéricos y sus análisis de los cálculos.
Un examen del documento revela que los números que usó en los cálculos
incluyen varias veces el 216 y el 2160, que implica que estaba pensando
en términos de tiempo zodiacal. Para él, ese era el verdadero Reloj Mesiánico.  Resumió
sus conclusiones apuntando un conjunto  de tres franjas de fechas para
las claves proféticas de Daniel: Entre 2132 y 2370 de acuerdo a una
clave dada a Daniel;  Entre 2090 y 2374 de acuerdo a una segunda clave;
 Entre 2060 y 2370 para el tiempo crucial ‘tiempo, tiempos, y medio tiempo’. Según esto, podría interpretarse que Sir Isaac Newton predijo que el Fin de los Días llegaría en el año 2060.
No exactamente, pero  probablemente estaría señalando entre 2060 y
2090. El documento original del gran científico  británico está
archivado en  la Biblioteca Nacional y Universitaria Judía, en Jerusalén.


Aquí también queremos  hacer referencia a un hecho mantenido en secreto: el  ‘Incidente de Phobos’.
Se trata de la pérdida, en 1989, de una nave espacial soviética enviada
a explorar Marte y su luna Phobos, que se supone hueca. De hecho, no se
perdió una
nave soviética sino dos. Llamadas Phobos 1 y Phobos 2, ya que su
objetivo principal era investigar el satélite Phobos, fueron lanzadas en
1988 para llegar a las proximidades de  Marte en 1989. Aunque era un
proyecto soviético, fue apoyado por la NASA y agencias europeas. Phobos 1
desapareció, sin que se dieran explicaciones. Phobos 2 llegó a Marte, y
comenzó a enviar fotografías tomadas por dos cámaras, una regular y la
otra infrarroja. Sorprendentemente, por ambas cámaras pudieron
verse imágenes de la sombra de un objeto en forma de cigarro volando en
los cielos entre la nave soviética y la superficie marciana
. Los jefes de la misión soviética describieron el objeto que proyectó la sombra como ‘algo como lo que algunos pueden llamar un platillo volante .


Inmediatamente se desvió  la nave para hacerla salir de la órbita marciana y acercarse al satélite.  La última imagen que envió Phobos 2 mostró un tipo de misil viniendo hacia ella desde el satélite Phobos. Inmediatamente la nave  finalizó sus transmisiones, supuestamente destruida por el misterioso cohete. El ‘incidente Phobos
permanece oficialmente como un accidente inexplicable, pero
inmediatamente después se creó  una comisión secreta en la que estaban
representados los países con programas espaciales. Y esta comisión
parece que llegó a conocer temas relacionados con Nibiru y los Anunnaki.
Los hechos que derivaron en la formación de este grupo secreto
comenzaron en 1983, con el descubrimiento de un nuevo planeta del tamaño
de Neptuno por parte del IRAS (Infra-Red Astronomical Satellite) de la NASA, que buscaba en los límites del sistema solar intentando detectar la emisión de calor de los cuerpos celestes. La
búsqueda de un décimo planeta era uno de sus objetivos señalados y
finalmente encontraron uno, determinando que se trataba de un planeta
porque después de seis meses de seguimiento observaron que estaba
moviéndose claramente en dirección a la Tierra.



La noticia de su descubrimiento fue rápidamente desmentida, pero condujo a un cambio radical en las relaciones entre los EE.UU.
y Rusia, llevando a un acuerdo para la cooperación espacial entre
Reagan y Gorbachov y declaraciones públicas del presidente en las
Naciones Unidas con las siguientes palabras: “Sólo piensen cuán
fácil puede ser su trabajo y el mío en estas reuniones si de pronto
hubiera una amenaza a este mundo desde otras especies de otro planeta en
el universo… Ocasionalmente pienso con cuánta rapidez desaparecerían 
nuestras diferencias si tuviéramos que encarar una amenaza alienígena de fuera de este mundo”.  En 1989  se aprobó un acuerdo llamado “Declaración de Principios Respecto a las Actividades Tendientes a la Detección de Inteligencia Extraterrestre”, a través del cual se acordaron los procedimientos a seguir después de recibir ‘una señal u otra evidencia de inteligencia extraterrestre’.


Aunque pueda parece demasiado fantástico, todo ello y el incidente del supuesto misil disparado desde el satélite Phobos, pueden indican que los antiguos dioses Anunnaki aun mantienen una presencia en Marte, su antigua Estación de Viaje. Esto podría indicar un plan para disponer de una instalación lista para una futura visita a la Tierra. Todo junto sugiere un intento deretorno de los dioses.
El sello cilíndrico que parece referirse a algún tipo de interrelación
entre la Tierra y Marte, y que puede verse en la imagen adjunta,  es
tanto una descripción del Pasado como una predicción del Futuro porque
contiene una fecha, una fecha indicada por el signo de dos peces, que
corresponde a la Era de Piscis. Tal vez nos avisa de que lo que ha ocurrido volverá a repetirse en la actual Era de Piscis.  Si las profecías se hacen realidad, si las Primeras Cosas serán las Últimas Cosas, si el Pasado es el Futuro, la respuesta tiene que ser afirmativa.


Y en noviembre de 2005 se encontraron en Israel las ruinas de una
antigua iglesia cristiana del siglo III d.C. Al limpiar un mosaico, se
vió que estaban representados dos peces, el signo zodiacal de Piscis. Lo sorprendente del caso es que estas ruinas se encontraron en Megido (Har Megiddo o Armagedón).  Estamos
finalizando la Era de Piscis y el retorno de los dioses, dicen los
signos, ocurrirá pronto. Y la fecha de paso de la Era de Piscis a la Era
de Acuario puede variar en función de los criterios de fechas que antes
hemos explicado. De todos modos, el alineamiento con el mismo
centro de nuestra Galaxia en 2012 podría considerarse un hito
astronómico de suficiente entidad para justificar un cambio de Era.



http://oldcivilizations.wordpress.com/2011/01/15/%C2%BFcuando-volveran-los-%E2%80%9Cdioses%E2%80%9D-de-sumer-%E2%80%93-el-retorno/


¿Cuándo volverán los “dioses” de Sumer? – los antecedentes del retorno

 
 
 
 
 
 
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La
historia de antiguas civilizaciones, en forma de leyendas y mitos,
forma parte de la herencia cultural y religiosa en nuestro  planeta.
Historias que hablan de dioses que vinieron a la Tierra y regresaron a
los cielos. Y es especialmente relevante
lo que hace referencia  a las tierras desde las que se supone partieron
a los cielos, tales como el Próximo Oriente o  América. E incluye tanto
a los dioses partidarios del dios Enlil como a los partidarios del dios
Enki (ver los distintos artículos sobre Sumer en este blog). En Sudamérica, la deidad dominante fueViracocha (‘Creador de Todo’). Los antiguos aymaras de los Andes decían de él que su morada estaba en Tiwanaku (Tiahuanaco),
y que les dio a las dos primeras parejas una vara de oro con la que
pudiesen encontrar el lugar para fundar Cuzco, la futura capital Inca,
en donde se debería ubicar el observatorio de Machu Picchu y otros
lugares sagrados. Y una vez hubo realizado lo que tenía previsto,
abandonó la Tierra. La magnífica construcción, que simulaba un zigurat
cuadrado con sus esquinas orientadas hacia los puntos cardinales, señaló
entonces la dirección de su eventual partida. Y todo parece indicar que
el dios de Tiwanaku era Teshub/Adad, dios sumerio/hitita, el hijo menor del dios Enlil.





En Mesoamérica fue Quetzalcoatl, la ‘Serpiente Emplumada’, el que les dio la civilización. Y, todo parece indicar que se trataba del dios egipcio Toth (Ningishzidda para los sumerios),
el hijo de Enki, quién, en 3113 a.C. trajo a sus seguidores africanos
para fundar la civilización en Mesoamérica. Aunque el tiempo de su
partida no ha sido especificado, tuvo que coincidir con la desaparición
de sus seguidores africanos, los Olmecas, y el simultáneo nacimiento de
los mayas, hacia el 600 a.C. La leyenda dominante en Mesoamérica era su
promesa de retornar en el aniversario de su Número Secreto 52. Y
así fue que, a mediados del primer milenio a.C., la Humanidad se
encontró sin sus venerados dioses.  Y la pregunta fue: ¿cuándo volverán?
 La Humanidad se agarraba de la esperanza del Retorno y buscó un
Mesías. Los Profetas prometieron que ello sucedería en el Fin de los Días.


Los anunnakis llegaron a ser 600 en la Tierra además de otros 300
igigis, ubicados en las naves estacionadas en el espacio, alrededor del
planeta. Su cantidad fue decayendo después del Diluvio y en especial
luego de la visita del dios supremo Anu cerca del 4000 a.C. De los
dioses nombrados en los primeros textos sumerios y en las largas listas
de dioses, pocos quedaban a medida que los milenios se iban sucediendo.
La mayoría volvió a su planeta original y otros, a pesar de su aparente
inmortalidad, murieron en la Tierra. Entre los fallecidos podemos
mencionar a los derrotados Zu y Seth, el desmembrado dios egipcio
Osiris, el ahogado Dumuzi o la diosa Bau, afectada por una explosión
nuclear. La partida de los dioses anunnakis cuando Nibiru volvió a
acercarse fue un final dramático. Los tiempos gloriosos, cuando los
dioses residían en recintos sagrados en las ciudades de los hombres,
cuando un faraón afirmaba que un dios conducía su carruaje o cuando un
rey asirio hacia alardes de la ayuda del cielo, se habían terminado. Ya
en los días del Profeta Jeremías (626-586 a.C.), las naciones alrededor
de Judá recibían la mofa por venerar no a un ‘dios viviente
sino ídolos hechos por artesanos en piedra, madera y metal; dioses que
necesitaban ser transportados porque no podían caminar. En la partida
final, ¿qué dioses Anunnaki permanecieron en la Tierra?


Según los textos e inscripciones sólo podemos estar seguros de que
permanecieron Marduk y Nabu descendientes de Enki, mientras que por
parte de Enlil parece que permanecieron  Nannar/Sin, su esposa
Ningal/Nikkal y su asesor Nusku, y probablemente también la diosa
Ishtar.  En cada lado de la gran división había ahora un solo Gran Dios del Cielo y la TierraMarduk por los partidarios de Enki y Nannar/Sin entre los partidarios de Enlil. La historia de Nabu-Na’idel
último rey de Babilonia, refleja la nueva situación. Fue escogido por
Sin en su centro de culto en Harán, pero requirió la aprobación de
Marduk, en Babilonia, y la confirmación celestial mediante la aparición
del planeta Nibiru. Este divino reinado compartido puede haber sido un
intento de un doble monoteísmo, pero su inesperada consecuencia fue
plantar la semilla del Islam. La documentación histórica indica que ni
los dioses ni la gente estaban felices con estos arreglos. Sin, cuyo
templo en Harán fue restaurado, pidió que su gran templo zigurat en Ur
debería ser reconstruido y llegar a ser el centro de culto; y en
Babilonia, los sacerdotes de Marduk se levantaron en armas. Una tablilla
en el Museo Británico denominada “Nabunaid y el clero de Babilonia” contiene
una lista de acusaciones de los sacerdotes Babilónicos contra
Nabuna’id. Los cargos van desde asuntos civiles, tales como ‘la ley y el orden no son promulgados por él’, pasando por negligencias económicas ‘los granjeros están corruptos’ o  ‘los caminos comerciales están bloqueados’, y una falta de seguridad pública ‘los nobles son asesinados’, hasta cargos más serios, como sacrilegios religiosos: “Hizo
una imagen de un dios que nadie ha visto antes en la tierra. La colocó
en el templo, elevada sobre un pedestal, la llamó por el nombre de
Nannar, con lapislázuli la adornó. Coronada con una tiara en forma de
una luna eclipsada, haciendo con sus manos el gesto de un demonio
”.





Las acusaciones decían que era una extraña estatua de una deidad nunca vista antes, ‘con cabellos que llegaban hasta el pedestal’. Para los sacerdotes resultaba tan inusual e indecoroso, que incluso Enki y Ninmah (quienes habían creado extrañas criaturas cuando intentaban crear al Hombre) ‘no podrían haberla concebido’. Era tan rara que ‘ni siquiera el instruido Adapa podría haberla nombrado’. Para empeorar las cosas, dos inusuales bestias fueron esculpidas como sus guardianes: uno un ‘demonio del Diluvio’,  el otro “un toro salvaje”.
Entonces el rey tomó esta abominación y la colocó en el Esagil del
templo de Marduk. Aun más ofensivo fue el anuncio de Nabuna’id de que,
desde entonces en adelante, el festival Akit, durante el cual eran
recreados la muerte, resurrección, exilio y triunfo final de Marduk, ya
no se celebraría más. Declarando que el ‘dios protector de Nabuna’id se hizo hostil a ellos’ y que ‘el anterior dios favorito estaba ahora condenado a la desgracia’, los sacerdotes babilónicos forzaron a Nabuna’id a exiliarse de Babilonia ‘a una región distante.’ Es un hecho histórico que Nabuna’id abandonó Babilonia y nombró a su hijo Bel-Shar-Uzur (el Beltsassar del bíblico libro de Daniel) como regente. La ‘región distante
a la que se autoexilió Nabuna’id parece que fue Arabia. Según
inscripciones halladas, su séquito incluyó a judíos exiliados en la
región de Harán. Su base principal estaba en un lugar llamado Teima,
un centro de caravanas situado  en el noroeste de la actual Arabia
Saudita y que es mencionando varias veces en la Biblia. Excavaciones
recientes han encontrado allí tablillas cuneiformes atestiguando la
estancia de Nabuna’id en Arabia.


Nabuna’id fundó otros seis asentamientos para sus seguidores y cinco
de las ciudades fueron consideradas posteriormente ciudades judías por
escritores árabes. Una de ella era Medina, la ciudad donde
Mahoma fundó el Islam. La influencia judía en la historia de Nabuna’id
ha sido reforzado por el hecho que un fragmento de los Rollos del Mar Muerto, encontrados en Qumran, junto al Mar Muerto, menciona a Nabuna’id y afirma que estaba sufriendo en Teima de una ‘desagradable enfermedad en la piel’ que fue sanada sólo después que ‘un judío le dijera que rindiera honor al Dios Más Elevado’. Todo esto ha llevado a la especulación que Nabuna’id estaba creando el monoteísmo; pero para él el Dios Más Elevado no era el Yahveh judío,
sino su benefactor Nannar/Sin, el dios Luna, cuyo símbolo de la luna
creciente ha sido adoptado por el Islam. El paradero del dios Nannar/Sin
ya no se cita en los documentos mesopotámicos después de la época de
Nabuna’id. En unos textos descubiertos en Ugarit, una antigua ciudad
cananea situada en la costa mediterránea de Siria, ahora llamado Ras Shamra,
describen al dios Luna como un dios retirado, junto con su esposa, a un
oasis situado entre dos mares. Es bastante evidente que la Península de Sinaí se
llama así en honor al dios Sin y su principal centro de cruce de
caminos esta dedicado a su esposa la diosa Nikkal, ya que el lugar es
llamado Nakhl, en árabe. Todo parece indicar que la anciana pareja se
retiró a algún lugar de la costa del Mar Rojo, probablemente cerca del
golfo de Eilat.





Los textos de Ugarit se refieren al dios Luna como “EL”, muy
probablemente  relacionado con el Alá del Islam, ya que su símbolo era
la  luna creciente, similar a la que puede verse en las mezquitas
musulmanas. Y según la tradición, las mezquitas están flanqueadas por minaretes que parecen grandes cohetes. Nabuna’id
y sus descendientes también estuvieron vinculados a la emergencia en el
escenario del mundo antiguo de los persas, nombre dado a un conjunto de
pueblos situados en la plataforma iraní y que incluían las viejas
Anshan y Elam sumerias y la tierra de los Medos, responsables de la
desaparición de Asiria. Fue en el siglo sexto a.C. que una tribu
llamada los Asmodianos por los historiadores griegos emergió al
norte de aquellos territorios, los invadió y los unificó para
convertirlos en un poderoso imperio. Aunque racialmente son
considerados indoeuropeos o arios, su nombre tribal derivaba de sus ancestros Hakham-Anish, que significa ‘Hombre Sabio’ en hebreo semítico, un hecho que se atribuye a la influencia de judíos exiliados pertenecientes a las Diez Tribus que habían sido reubicadas por los asirios en esa región. Los Persas Asmodianosaparentemente adoptaron el panteón sumerio-acadio, que era semejante a la cultura Hurrian-Mitannian, lo que lo relaciona con los Vedas indoarios, escritos en sánscrito. Y ellos también creían en un Dios Más Elevado al que llamaban Azura-Mazda (‘Verdad y Luz’).


Mitani (o Mitanni) fue el nombre de un antiguo reino ubicado en el
norte de la actual Siria, también conocido como Naharina. Este nombre se
utilizó más adelante para designar a la región comprendida entre el río
Khabur y el río Éufrates en la época neoasiria. El río Khabur, también
llamado Habor o Habur es un afluente del río Éufrates que nace en el
sudeste de Turquía y fluye durante 486 kilómetros por este país y por
Siria hasta unirse al Éufrates. En la actualidad, el valle del Khabur es
una región muy importante de Siria, ya que sus 16.000 kilómetros
cuadrados de tierra cultivable albergan la zona que más trigo produce
del país.  Mitani fue un estado feudal dirigido por una nobleza guerrera
que llegó a adquirir una gran importancia en torno al 1600 a. C.,
debido a su privilegiada situación a orillas del río Orontes y entre los
imperios asirio, egipcio e hitita. Mitani se extendía desde Nuzi (la
moderna Kirkuk) y el río Tigris en el este, hasta Alepo y Siria en el
oeste. Su centro estaba en el valle del Khabur, con dos capitales: Taidu
(o Taite) y Washshukanni, denominada en fuentes asirias como
Ushshukana, que aún no ha sido encontrada. Su clima era muy parecido al
asirio y estaba poblado por hurritas y otras gentes que hablaban el
lenguaje de los amorreos (Amurru).





Desde los tiempos de los acadios, los hurritas vivían al este del río
Tigris en la zona norte de Mesopotamia, y en el valle del Khabur. Se
los menciona en los textos encontrados en Nuzi, en Ugarit y en los
archivos hititas de Hattusas. Textos cuneiformes de Mari mencionan
gobernantes de ciudades-estado del norte de Mesopotamia con nombres en
amorita (amurru) y hurrita. Mari (moderno Diga Hariri, en Siria)
era una antigua ciudad Sumeria y Amorita, situada 11 kilómetros de
noroeste de la moderna ciudad de Abu Kamal en el lado occidental del río
Euphrates. Se piensa que estuvo habitado desde el 5º milenio a.C.,
aunque su principal prosperidad fue entre el 2900 a.C. y el 1759 a.C.
 Se cree que las tribus enemigas hurritas y las ciudades-estado se
unieron bajo una sola dinastía, gobernada por una élite indoeuropea,
tras el colapso de Babilonia debido al saqueo hitita de Mursili I en
1595 a. C. y la invasión de los casitas. Los casitas (kashshû) fueron un pueblo antiguo que llegó a Mesopotamia. Se convirtieron en la dinastía reinante en Babilonia (o Karduniash, como ellos la llamaban),
desde aproximadamente 1531 a. C. hasta el año 1155 a. C., en que fueron
derrocados por los elamitas. Su conquista de la vieja Babilonia de
Hammurabi y el territorio mesopotámico con sus diferentes
ciudades-estado dio lugar a lo que se podría llamar el estado
territorial de Babilonia en la mitad sur de Mesopotamia, cuya rivalidad
con el estado de la mitad norte, Asiria, configurará el futuro de la
región.


La conquista hitita de Aleppo, la debilidad de los reyes asirios del
momento y las luchas internas de los hititas crearon un vacío de poder
en el norte de Mesopotamia. Esto llevó a la creación del reino de
Mitani. Los nombres arios se reflejan sobre todo en la onomástica de los
reyes y de los dioses mitanios. Por otra parte, el componente hurrita
fue el transmisor de la vieja cultura sumeria. La primera mención
escrita de Mitani o Khanigalbat figura en la versión acadia de los
textos hititas de Bogazköy, correspondientes al reinado de Hattusili I.
Khanigalbat y Mitani se usan indistintamente, aunque el primer término
es más antiguo. Asimismo, Khurri y Mitani son términos estrechamente
relacionados, pues corresponden a territorios vecinos de la misma
comunidad lingüística, habitualmente gobernados por el mismo monarca.
Sin embargo, geográficamente, Hurri se corresponde con la Alta Siria,
entre el Cáucaso y el lago Van, mientras que Khanigalbat está en la Alta
Mesopotamia, al norte y nordeste de la anterior, entre los ríos Tigris y
Éufrates.





La idea que se tiene de la historia de Mitani es nebulosa, porque se
dispone de pocos datos, y además proceden principalmente de las cartas
de Amarna y las introducciones históricas de varios tratados hititas
hallados en Bogazköy. El estado de Mitani llegó a adquirir una
importancia capital en torno al 1600 a. C. debido a su privilegiada
situación entre los imperios Asirio, Egipcio e Hitita. Alcanzó su máximo
poder en el siglo XV a. C., expandiéndose al sudoeste hacia Siria,
donde logró contener a Egipto, hasta ser sustituido por Hatti como
potencia dominante en el siglo XIV a. C. Contando con un ejército que
introdujo mejoras determinantes como los carros de guerra y una potente
caballería, la maquinaria bélica Mitani infligió varias duras derrotas
al poderoso Egipto faraónico y llegó a invadir Asiria (hecho que aún los historiadores no se explican dado el potencial bélico del imperio semita).
Pero Mitani no conseguiría mantener su territorio a salvo de
conquistas. Por un lado, el territorio entre el alto Éufrates y el
Tigris había sido objetivo de la expansión hitita desde los tiempos de
Hattusili I. Por otro lado, tras las derrotas de los hicsos, los
faraones egipcios trataron de reconquistar los territorios que una vez
poseyeron en el norte de Siria. El auge hitita y los conflictos
dinásticos de Mitani debilitaron el reino, siendo subyugado por una
resurgida y poderosa Asiria, tan solo 250 años después de su
surgimiento. Nos dejaron un valioso legado destacando su organización
administrativa innovadora y un refinado arte con influencias diversas,
tanto arias como semitas y egipcias.


En 560 a.C. murió el rey arameo y su hijo Kurash lo sucedió en el
trono y dejó su huella en sucesos subsecuentes. Le llamamos Ciro; pero
la Biblia lo llamó Koresh y lo consideró un emisario de Yahveh para
conquistar Babilonia, derrocando a su rey, y reconstruyendo el destruido
Templo en Jerusalén. “Yo soy el que dice a Ciro: «Tú eres mi pastor
y darás cumplimiento a todos mis deseos, cuando digas de Jerusalén:
“Que sea reconstruida” y del santuario: “¡Coloca los cimientos!»” Así
dice Yahveh a su ungido Ciro, a quien he tomado de la diestra para
someter ante él a las naciones y desceñir las cinturas de los reyes,
para abrir ante él los batientes de modo que no queden cerradas las
puertas. Yo marcharé delante de ti y allanaré las pendientes. Quebraré
los batientes de bronce y romperé los cerrojos de hierro. Te daré los
tesoros ocultos y las riquezas escondidas, para que sepas que yo soy
Yahveh, el Dios de Israel, que te llamo por tu nombre. A causa de mi
siervo Jacob y de Israel, mi elegido, te he llamado por tu nombre y te
he ennoblecido, sin que tú me conozcas”.






Ese dramático  fin del reinado babilónico fue predicho en el Libro de Daniel.
Exiliado en Babilonia, Daniel estaba sirviendo en la corte de Baltasar
cuando, durante un banquete real, apareció de la nada una mano
misteriosa y escribió en el muro MENE MENE TEKEKL UPHARSIN.
Asombrado, el rey llamó a sus magos y videntes para descifrar el
significado de la inscripción, pero ninguno pudo. Como un último
recurso, fue llamado Daniel, que dijo al rey el significado de la
inscripción: “Dios ha pesado Babilonia y su rey y
encontrándolo falto de peso le ha puesto fin, numerado sus días; el
reino encontrará su fin a manos de los Persas
”. En 539 a.C. Ciro
atravesó el Tigris y penetró en Babilonia, avanzó sobre Sippar, donde
interceptó a Nabuna’id, y entonces, afirmando que lo había invitado el
mismo Marduk, entró en la ciudad de Babilonia sin pelear. Fue recibido
por los sacerdotes que lo consideraron un salvador del herético
Nabuna’id y su hijo. Ciro ‘cogió las manos de Marduk’ como
signo de homenaje al dios. Pero además, en una de sus primeras
decisiones, anuló el exilio del pueblo de Israel, permitió la
reconstrucción del Templo en Jerusalén y ordenó devolver al Templo todos
los objetos rituales que habían sido saqueados por Nabucodonosor. Una
vez regresaron los exiliados, bajo el liderazgo de Ezra y Nehemiah,
completaron la reconstrucción del Templo, desde entonces conocido como
Segundo Templo, en 516 a.C., exactamente, como fue profetizado por
Jeremías, setenta años antes que fuera destruido el Primer Templo.


La Biblia considera a Ciro un instrumento de los planes de Dios, un ‘ungido de Yahweh’. Los
historiadores creen que Ciro proclamó una amnistía religiosa general
que permitió a cada persona venerar según sus creencias. Lo que Ciro
mismo puede haber creído, a juzgar por el monumento que se hizo
levantar, parece haberse visualizado como un alado Querubín. Ciro el Grande consolidó
en un vasto imperio persa todas las tierras que habían sido una vez
Sumer y Acadia, Mari y Mittani, Hatti y Elam, Babilonia y Asiria. Y su
hijo Cambices (530-522 a.C.) fue el encargado de extender el imperio
hasta Egipto, que estaba recuperándose de un período de caos durante el
cual estuvo desunido, cambió de capital varias veces, fue gobernado por
invasores de Nubia y no impuso ninguna autoridad. Además Egipto estaba
en plena descomposición religiosa, sus sacerdotes rendían culto al
fallecido Osiris, la diosa principal era Neith cuyo título era Madre de Dios, y el principal objeto de culto era un toro, el sagrado Buey Apis,
a quién se honraba con sofisticados funerales. Cambices, como su padre,
no era un fanático religioso y dio libertad de culto  a su pueblo;
incluso (de acuerdo a una estela en el museo Vaticano) aprendió los secretos del culto a Neith y participó en una ceremonia funeraria para elsagrado Buey Apis.





Esta política religiosa liberal dio a los persas paz en su imperio,
pero no para siempre. El descontento, los levantamientos, y las
rebeliones estallaron casi en todas partes. Especialmente complicados
fueron los crecientes lazos comerciales, culturales, y religiosos entre
Egipto y Grecia. Gran parte de la información al respecto viene del
historiador griego Heródoto, quién escribió ampliamente sobre Egipto
tras su visita alrededor de 460 a.C., coincidiendo con el comienzo de
la edad de oro griega. Los persas no podían aprobar esos
vínculos porque mercenarios griegos estaban participando en los
levantamientos locales. De particular inquietud eran también las
provincias en Asia Menor (actual Turquía), en la punta oeste de
la cual Asia y los persas eran vecinos de Grecia. Las crecientes
tensiones derivaron en guerra abierta cuando los persas invadieron
Grecia y fueron derrotados en Maratón en 490 a.C. Una década más tarde
una invasión persa por mar fue rechazada por los griegos en el estrecho
de Salamina. Pero las escaramuzas por el control de Asia Menor
continuaron aún otro siglo, mientras en Grecia los atenienses,
espartanos, y macedonios peleaban entre ellos por la supremacía. En
estas luchas, una entre los griegos continentales y la otra con los
persas, el apoyo de los colonos griegos de Asia Menor fue fundamental.
Cuando  los macedonios ganaron la supremacía, su rey Filipo II envió un
cuerpo armado al estrecho del Helesponto (hoy día los Dardanelos) para asegurarse la lealtad de los colonos griegos.


En 334 a.C. Alejandro el Grande sustituyó a su padre Filipo II y
encabezando un ejército de 15000 hombres se lanzó a la guerra contra los
persas. Las victorias de Alejandro y el dominio del Antiguo Oriente por
los griegos han sido contados por historiadores y no lo vamos a relatar
en este artículo. Lo que sí necesita ser descrito son las razones
personales para la incursión de Alejandro en Asia y África. Porque,
aparte de todas las razones geopolíticas y económicas para la gran
guerra contra los persas, había una razón personal de Alejandro: habían
habido persistentes rumores en la corte macedonia de que el verdadero
padre de Alejandro no era Filipo sino un dios egipcio, que había
seducido a  Olimpia, su madre, disfrazado de humano. Con un panteón
griego de doce dioses derivado de Sumer y con relatos de los dioses que
emulaban las historias de los dioses del Próximo Oriente, la aparición
de este dios egipcio en la corte macedonia no fue consideraba una
imposibilidad. Una visita de Alejandro al oráculo de Delfos para
averiguar si era en realidad hijo de un dios y por lo tanto inmortal
sólo intensificó el misterio; fue aconsejado de buscar la respuesta en
un lugar sagrado en Egipto. Por esta razón,  apenas los persas fueron
vencidos en la primera batalla, Alejandro, en vez de perseguirlos, dejó
su ejército principal y se dio prisa para dirigirse al oasis de Siwa en
Egipto. Ahí los sacerdotes le aseguraron que sin duda era un semidiós, e
hijo del dios carnero Amon.





Para celebrarlo, Alejandro acuño monedas de plata que lo muestran con
cuernos de carnero. Pero mientras el curso de la guerra y las
conquistas de Alejandro han sido documentadas por su historiador
Calístenes y por otros, su búsqueda personal de la Inmortalidad es
mayormente conocida de fuentes consideradas como seudo-Calístenes, o ‘Romances de Alejandro
que embellecen los hechos con leyendas. Los sacerdotes egipcios
dirigieron a Alejandro desde Siwa a Tebas. Allí, en la ribera oeste del
Nilo, pudo ver en el templo funerario construido por la reina Hatshepsut
 una inscripción atestiguando que ella había sido procreada por el dios
Amon cuando llegó hasta su madre disfrazado como su esposo real,
exactamente como la historia de la concepción semidivina de Alejandro.
En el gran templo de Ra-Amon en Tebas, en el Sancta Sanctorum,
Alejandro fue coronado como faraón. Luego, siguiendo las directrices
dadas por los sacerdotes en Siwa, penetró en unos túneles subterráneos
en la Península de Sinaí, y finalmente fue a donde Amon-Ra, en realidad
Marduk, estaba: en Babilonia. Volviendo a dirigir las batallas con los
persas, Alejandro llegó a la ciudad de Babilonia en 331 a.C. y entró a
la ciudad montado en su carro. En el sagrado recinto se dirigió al
 templo zigurat de Esagil para tomar las manos de Marduk como antes que
él habían hecho otros conquistadores. Pero el gran dios Marduk ya estaba muerto.
De acuerdo a las fuentes, Alejandro vio al dios yaciendo en un ataúd de
oro y su cuerpo inmenso preservado en aceites especiales. Todo parece
indicar que Marduk ya no estaba vivo, ya que su zigurat Esagil fue
descrito como su tumba por distintos historiadores.


A este respecto queremos hacer referencia a la aparente inmortalidad
de los dioses de la antigua Sumer, los anunnaki procedentes del planeta
Nibiru. Se sabe que los seres humanos tenemos un reloj biológico
vinculado al tiempo de traslación de la Tierra alrededor del Sol, que es
lo que representamos por 1 año. Además hay otras situaciones
repetitivas que nos influyen, como las fases lunares, la rotación de la
Tierra, que produce la noche y el día, etc… Se supone que el reloj
biológico de los habitantes de un planeta que tuviese un tiempo de
traslación alrededor del Sol de 3600 años terrestres (como parece es el
caso de Nibiru) estaría ajustado a este tiempo. Ello quiere decir que 1
año de Nibiru equivaldría a 3600 años terrestres. Y según esto, un
habitante de Nibiru que viviese 100 años de su planeta, viviría la
increíble cifra de 360000 años terrestres. O sea, desde el punto de
vista  humano serían inmortales. Pero en realidad envejecían y morían.
Además, a medida que alargaran su permanencia en la Tierra sin volver a
su planeta, o sus descendientes nacidos en la Tierra, iban sincronizando
su reloj biológico con el terrestre y, por lo tanto, iban reduciendo el
número de años de vida. Ello explica las progresivas reducciones de
años de vida de los reyes antediluvianos, según las tradiciones.  De
todos modos parece que algunos de los dioses regresaban periódicamente a
su planeta de origen para evitar o minimizar está reducción de su
tiempo vital





Según Diodoro de Sicilia(siglo primero a.C.),  unos eruditos
Caldeos, que se habían ganado una gran reputación en astrología y que
predecían eventos futuros mediante la observación de los tiempos
antiguos, advirtieron a Alejandro que moriría en Babilonia, pero que
podría escapar a su muerte si levantaba nuevamente la tumba de Belus que
había sido destruida por los persas. Entrando en la ciudad, Alejandro
no tuvo ni el tiempo ni la mano de obra para realizar la reconstrucción
y, consecuentemente, murió en Babilonia en 323 a.C. En la misma época el
geógrafo e historiador Strabo, que había nacido en una ciudad griega
del Asia Menor, describió Babilonia en su famosa Geografía: “su gran
tamaño, los ‘jardines colgantes’ que eran una de las Siete Maravillas
del Mundo, sus elevadas construcciones de ladrillos cocidos
”. Y añadió:  “Aquí
también está la tumba de Belus, ahora en ruinas, habiendo sido demolida
por Jerjes, como se dice. Era una pirámide cuadrangular de ladrillos
cocidos, no sólo siendo de un estadio de altura. Alejandro intentó
reparar esta pirámide; pero hubiera sido una larga tarea y hubiera
requerido un largo tiempo, de modo que no pudo terminar lo que había
intentado
”.


De acuerdo a esta fuente, la tumba de Bel/Marduk fue destruida por el
rey persa Jerjes, que fue también gobernante de Babilonia  desde el 486
hasta el 465 a.C. Strabo ya había señalado antes que Belus yacía en un
ataúd cuando Jerjes decidió destruir el templo, en 482 a.C. Por
consiguiente, Marduk murió no mucho antes. Los principales asiriólogos
alemanes, reunidos en a Universidad de Jena en 1922, concluyeron que
Marduk ya estaba en su tumba en 484 a.C.. Nabu, el hijo de Marduk,
también desapareció de las páginas de la historia más o menos en la
misma época. Y así llegó el final, un final verdaderamente muy
humano, de la saga de los dioses que tanto influyeron en la historia de
la Tierra
. El hecho de que este final llegase mientras la Era del Carnero estaba decayendo, probablemente no fue una simple coincidencia. Con
la muerte de Marduk y con Nabu desaparecido, todos los grandes dioses
que una vez habían dominado la Tierra ya no estaban presentes
. Y
con la muerte de Alejandro, los semidioses que vinculaban la Humanidad
con los dioses aparentemente también desaparecieron. Por vez primera
desde que Adán fue creado, el ser humano estaba sin sus dioses. En
aquellos desoladores tiempos para la Humanidad, la esperanza vino desde
Jerusalén. Sorprendentemente, la historia de Marduk y su destino
definitivo en Babilonia había sido correctamente vaticinada en las
profecías bíblicas. Ya hemos indicado que Jeremías, mientras predecía un triste final para Babilonia, afirmó que su dios Bel/Marduk estaba condenado a envejecer y morir. No debería sorprendernos que fuese una profecía que se hizo realidad.





Pero mientras Jeremías predijo correctamente la caída final de
Asiria, Egipto y Babilonia, profetizó una Sión restablecida, con un
templo reconstruido y un ‘final feliz’ para todas las naciones al Final de los Días. Sería un futuro planeado por Dios en su corazón’ desde el comienzo, un secreto que será revelado a la Humanidad en un futuro predeterminado: ‘al Final de los Días te darás cuenta’ y, ‘en ese tiempo, llamarán a Jerusalén el Trono de Yahveh, y todas las naciones se reunirán ahí’. Isaías, en su segundo grupo de profecías, identifica al dios de Babilonia como el ‘Dios Escondido’, que curiosamente es elmismo significado que el dado a Amon. Y previó su futuro en estas palabras: “Bel
abatido está, Nebo encogido de miedo, sus imágenes son una carga para
las bestias y el ganado… Juntos se encorvaron, se abatieron, i
ncapaces de salvarse de su captura”.
Estas profecías, como las de Jeremías, también contienen la promesa de
que será presentado un nuevo comienzo y una nueva esperanza a la
Humanidad.   Vendrá un Tiempo Mesiánico cuando ‘el lobo habite con el cordero’. Y, añadió el Profeta, ‘sucederá
al Final de los Días que el Monte del Templo de Yahveh será reconocido
como el más importante de todos los montes, exaltado sobre todas las
colinas; y todas las naciones se congregarán a él’; será entonces que
todas las naciones ‘fundirán sus espadas en arados y sus lanzas en
azadones, una nación no levantará su espada contra otra, y ya no será
enseñada más la guerra
’.


E Isaías también dijo: “Sucederá en días futuros que el monte de
la Casa de Yahveh será asentado en la cima de los montes y se alzará por
encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudirán
pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa
del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos
sus senderos.» Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de
Yahveh. Juzgará entre las gentes, será árbitro de pueblos numerosos.
Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No
levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la
guerra”. 
La afirmación de que después de una serie de tribulaciones
y de que pueblos y naciones sean juzgados por sus pecados, vendrá un
tiempo de paz y justicia,  también fue hecha por los Profetas
anteriores, aunque predicaron el Día del Señor como un día de juicio. Entre ellos estuvo Oseas, quién previó el retorno del reino de Dios a través de la Casa de David al Final de los Días, y Miqueas, quién empleando palabras idénticas a las de Isaías, declaró que ‘al Final de los Días sucederá’.  Miqueas consideró además la restauración del Templo de Dios en Jerusalén y el reinado universal de Yahveh a través de un descendiente de David como un requisito previo: “unacondición impuesta desde el inicio mismo, emanada desde tiempos antiguos, desde los días imperecederos”.





En aquellas predicciones del Fin de los Días había dos consideraciones a tener en cuenta: una, que el Día del Señor será un día de juicio sobre las naciones, que será seguido por una renovación y una Era feliz centrada en Jerusalén; otra,  que todo ha sido preordenado y que el final ya estaba previsto por Dios desde el comienzo. El concepto de un Fin de los Tiempos,
cuando el curso de los eventos será interrumpido y comenzará una nueva
Era, puede de hecho encontrarse en los primeros capítulos bíblicos. El
término hebreo Acharit Hayamim (‘fin de los días’) ya fue utilizado en la Biblia cuando el moribundo Jacob convocó a sus hijos y dijo: ‘Reúnanse todos juntos, que les diré lo que les va a suceder el Fin de los Días’. Es una declaración, seguida por predicciones detalladas que se asocian con las doce casas zodiacales,
 que presuponen que la profecía está basada en el conocimiento
anticipado del futuro. Y de nuevo, en el Deuteronomio, cuando Moisés,
antes de morir, al revisar el legado divino de Israel y su futuro,
consuela así a la gente: ‘Cuando en tribulaciones estén y tales cosas les sucedan, en el Fin de los Días a Yahveh tu Dios retornarás y escucharás Su voz.’


La insistencia en el papel de Jerusalén, especialmente de su Monte del Templo,
 como el faro de  todas las naciones, tenía más que un simple motivo
teológico. Se cita una razón muy práctica: la necesidad de tener listo
el sitio para el retorno de la ‘Kavod’ de Yahveh, que curiosamente es el mismo término empleado por Ezequiel para describir el vehículo celestial de Dios. Según el Profeta Ageo:  “La Kavod que será consagrada en el Templo reconstruido, ‘desde donde concederé la paz, será mayor que la del Primer Templo”. Significativamente, la venida de la Kavod a Jerusalén fue repetidamente vinculada por Isaías al otro sitio espacial: el de Líbano, en Baalbek: Es desde allá que la Kavod de dios llegará a Jerusalén, se señala. Uno no puede obviar la conclusión que era esperado un retorno divino al Fin de los Días; pero ¿cuándo será el Fin de los Días? La pregunta no es nueva, porque ha sido formulada desde la antigüedad, incluso por los mismos Profetas que habían hablado del Fin de los Días.





Las profecías de Isaías  se refieren a este tiempo: “‘cuando una gran trompeta será soplada y las naciones se reunirán y se inclinarán ante Yahveh en el Monte Sagrado en Jerusalén”. También Isaías se quejó a Dios de que sin más detalles la gente no podría comprender la profecía: “La
regla está sobre la regla, la regla está dentro de la regla, la línea
está sobre la línea, la línea está con la línea, un poco aquí, algo
allá”
. Cualquier respuesta que le haya sido dada, se le ordenó no divulgarla; Isaías se refiere a ‘signos oraculares’, insinuando la existencia de un secreto ‘Código Bíblico’ que
impedía que el plan divino pudiese  ser comprendido antes del tiempo
apropiado. Su código secreto pudo haber sido insinuado cuando el Profeta
le pide a Dios, identificado como el ‘Creador de la letras’, que ‘hable de las letras de atrás’.  El Profeta Sofonías, cuyo nombre significa misteriosamente ‘codificado por Yahveh’,transmitió un mensaje de Dios indicandoque será en el tiempo en que reúna las  naciones cuando él ‘hablará en un lenguaje claro.’ Y añadió:  ‘Tú sabrás cuando sea el momento de hablar”. 


La Biblia trata repetidamente de la pregunta ¿cuándo vendrá el Fin de los Días? Está en el Libro de Daniel, el mismo Daniel que descifró para Baltasar la misteriosa “escritura de una enigmática mano en el muro”.
Fue después que Daniel comenzó a tener sueños proféticos y ver visiones
apocalípticas del futuro,  en el que cumplían papeles claves el ‘Anciano de los Días’ y
sus arcángeles. Sorprendido, Daniel pidió explicaciones a los ángeles;
pero las respuestas fueron nuevas predicciones de sucesos futuros,
teniendo lugar en el Fin de los Días¿Y cuándo será eso? preguntó Daniel; las respuestas sólo añadieron nuevos enigmas. En una ocasión un ángel respondió sobre los hechos futuros, “un
tiempo cuando un rey profano tratará de cambiar los tiempos y las
leyes; durará un tiempo, tiempos y un medio tiempo; sólo después de
aquello, cuando el reino de los cielos sea dado a la gente por el
Sagrado de los Más Grandes vendrá el prometido Tiempo Mesiánico
”. En otra ocasión el ángel respondió con esta otra enigmática frase: “Setenta
siete y setenta sesenta de años han sido decretados para tu gente y tu
ciudad hasta que la medida de su transgresión sea completada y la visión
profética sea ratificada”
; y para completar el enigma todavía afirmó: ‘después
de los setenta y sesenta y dos años, el Mesías será suprimido, un líder
vendrá que destruirá la ciudad y el final vendrá como inundación”
.


Buscando una respuesta más clara, Daniel pidió al mensajero divino que hablara con sencillez: “¿Cuánto tiempo transcurrirá hasta que estas cosas terribles sucedan?”.  En respuesta, recibió de nuevo la enigmática sentencia de que el Fin vendrá después de “un tiempo, tiempos y medio tiempo”. Pero, ¿qué significa esta misteriosa frase? “Escuché y no comprendí”, escribió Daniel en su libro. Así que dije: “Mi señor, ¿cuáles serán las consecuencias de esas cosas?”. Una vez más, hablando en clave, el ángel respondió: “desde
el tiempo en que las ofrendas regulares sean abolidas y una abominación
atroz sea establecida, habrá un mil y dos cientos y noventa días; feliz
aquel que espere y alcance un mil tres cientos y treinta y cinco
”. Y habiendo dado a Daniel esa información, el ángel, que lo había llamado antes ‘Hijo de Hombre’, le dijo: “Ahora, vete a descansar, y te levantarás para recibir tu destino al Fin de los Días”. Como Daniel, generaciones de académicos bíblicos, teólogos y sabios, incluido Sir Isaac Newton, también han dicho “escuchamos, pero no comprendemos”.





El enigma no sólo lo constituye el significado de ‘tiempo, tiempos y medio tiempo’
y las demás frases, sino el saber cuando comenzó la cuenta. La
incertidumbre proviene del hecho de que las visiones de Daniel, como la
cabra atacando un carnero o los dos cuernos multiplicándose a cuatro y
después dividiéndose, le fueron explicadas por los ángeles como sucesos
que iban a ocurrir mucho más allá de la época de Daniel, más allá de la
caída de Babilonia e incluso más allá de la reconstrucción del Templo
después de setenta años. La subida y desaparición del imperio persa, la
llegada de los griegos bajo el liderazgo de Alejandro y la división de
su imperio entre sus sucesores, está predicho con tal exactitud que
muchos académicos creen que las profecías de Daniel son posteriores a
los eventos. Dicho en otras palabras, que la parte profética de libro
fue escrita realmente alrededor del 250 a.C. pero se simuló que había
sido redactada tres siglos antes. El argumento principal es la
referencia, en uno de sus encuentros angélicos, del inicio de la cuenta “desde el tiempo en que las ofrendas regulares en el templo sean abolidas y una abominación atroz sea establecida”. Eso
podía sólo referirse a los hechos que tuvieron lugar en Jerusalén en el
día 25 del mes hebreo Kislev en el 17 a.C. Kislev es el tercer mes del
calendario hebreo moderno, que comienza con la Creación del mundo, y el
noveno mes según el ordenamiento de los meses en la Biblia, que comienza
por Nisán, en conmemoración de la salida de los hebreos de la
esclavitud en Egipto. La fecha se halla documentada con exactitud,
porque fue entonces que “la abominación de desolación” fue instalada en el Templo, señalando el comienzo del Fin de los Días.


En el siglo veintiuno a.C., cuando fueron empleadas armas
nucleares en la Tierra, Abraham fue bendecido con pan y vino en
Ur-Shalem en nombre del Dios Más Grande y entonces fue proclamada la primera religión monoteísta de la Humanidad
.
Veintiún siglos más tarde, un devoto descendiente de Abraham celebró
una cena muy especial en Jerusalén, llevó en su espalda una cruz, el
símbolo del planeta Nibiru, hasta el lugar de su ejecución, dando
nacimiento a otra religión monoteísta. Aun tenemos muchas preguntas sin
responder: ¿Quién fue en realidad Jesús? ¿Qué misión estaba cumpliendo
en Jerusalén? ¿Hubo un complot en su contra o fue algo programado con su
consentimiento? ¿Qué era realmente el cáliz que ha dado origen a las
leyendas acerca del Santo Grial?   En su última noche de libertad
celebró la cena ceremonial de la Pascua Judía con vino y pan sin
levadura junto a sus doce discípulos. Y la escena ha sido inmortalizada
por algunos de los más grandes pintores, siendo la más famosa de ellas ‘La Última Cena
de Leonardo da Vinci.  Leonardo fue reconocido por su conocimiento
científico y teológico; lo que su pintura muestra ha sido discutido y
analizado hasta hoy, incrementando, más que resolviendo, los enigmas.


La clave para desentrañar los misterios está en lo que la pintura no
muestra. Es lo que falta lo que contiene respuestas al rompecabezas
sobre la relación entre  Dios y el Hombre en la Tierra, que
podemos resumir en Jerusalén y el Cáliz. El pasado, presente y futuro
convergen separados por veintiún siglos.  Y Jerusalén fue clave para los
eventos relacionados con las profecías bíblicas acerca del Fin de los Días.
Para comprender qué sucedió hace veintiún siglos, necesitamos
retroceder en la historia hasta Alejandro, quién se  consideraba a si
mismo como hijo de un dios, aunque murió en Babilonia a la temprana edad
de treinta y dos años. Mientras vivió, controló a sus generales
mediante una mezcla de favores, castigos e incluso asesinatos. Incluso
algunos creían que Alejandro fue envenenado.  Después de su muerte, su
hijo de cuatro años y su protector, el hermano de Alejandro, fueron
asesinados, y los generales se dividieron entre ellos las tierras
conquistadas: Tolomeo y sus sucesores, acuartelados en Egipto, se
quedaron con los dominios africanos de Alejandro;  Seleuco y sus
sucesores, desde Siria, controlaron Anatolia, Mesopotamia y las
distantes tierras de Asia; Judá, con su capital Jerusalén, terminó como
parte del reino de Tolomeo y sus sucesores.





Los Tolomeos, habiendo conseguido disponer del cuerpo de Alejandro
para su funeral en Egipto, se consideraban sus verdaderos herederos y
continuaron su actitud tolerante hacia otras religiones. Fundaron la
famosa Biblioteca de Alejandría y decidieron que Manetón,  un
sacerdote egipcio, pusiese por escrito para los griegos la historia y la
prehistoria divina de Egipto. Esto convenció a los Tolomeos de que su
civilización era una continuación de la egipcia y por eso se
consideraban los legítimos sucesores de los faraones. Los eruditos
griegos mostraron particular interés en la religión y los escritos
judíos, tanto que los Tolomeos ordenaron la traducción de la Biblia
hebrea al griego  y otorgaron a los judíos total libertad de culto en
Judá, así como en sus crecientes comunidades en Egipto. Como los
Tolomeos, los seléucidas también tuvieron un estudioso de habla griega, un antiguo sacerdote de Marduk llamado Beroso,
para compilar la historia y la prehistoria de la Humanidad y sus dioses
de acuerdo a los conocimientos mesopotámicos. Su investigación de la
historia la escribió en una biblioteca de tabillas cuneiformes ubicada
en Harán.


Es a partir de los tres libros de Beroso, de los que sólo se
conservan fragmentos,  que el mundo occidental, en Grecia y Roma,
aprendieron sobre los anunnakis y su venida a la Tierra, la era
antediluviana, la creación del Homo Sapiens, el Diluvio, y todo lo que
siguió a aquella catástrofe global
. Así, gracias a Beroso, como fue confirmado más tarde por el  descubrimiento de las tablillas cuneiformes, se conoció el SAR,
o año de 3600 años terrestres de los dioses. En 200 a.C. los seléucidas
cruzaron la frontera de los reinos de los Tolomeos y capturaron Judá.
Como en otras ocasiones, los historiadores han buscado razones
geopolíticas y económicas para esta guerra, ignorando los aspectos
religioso-mesiánicos. Fue en un documento acerca del Diluvio en el que
Beroso informó que Ea/Enki instruyó a Ziusudra (el Noé sumerio) para, “ocultar
todos los escritos disponibles en Sippar, la ciudad de Shamash, para
una recuperación postdiluviana, porque esos textos eran acerca del
 inicio, el medio, y el final”
. De acuerdo a Beroso, el mundo atraviesa cataclismos periódicos, y los relacionó con las Eras zodiacales,
habiendo comenzado la existente en aquellos tiempos 1920 años antes de
la Era Seléucida (312 a.C.); lo que estaría señalando el inicio de laEra del Carnero en 2232 a.C., una Era destinada a su fin por aquellos tiempos si nos atenemos a los cálculos matemáticos (2232-2160 = 122 a.C.)


Los documentos disponibles sugieren que los reyes seléucidas, asociando esos cálculos con el Retorno Perdido,
se vieron apremiados por la necesidad de prepararse urgentemente para
ello. Comenzó un frenesí de reconstrucción de los arruinados templos de
Sumer y Acadia, especialmente la E.ANNA (la ‘Casa de Anu’) en Uruk. El Sitio de Aterrizaje en Líbano, llamado por ellos Heliopolis, ciudad del dios Sol, vio la construcción de un templo en honor a Zeus. La razón para la captura de Judá fue la urgencia para construir en Jerusalén el aeropuerto espacial para el Retorno.
Fue la manera griego-seléucida de prepararse para la reaparición de los
dioses. Diferentes de los Tolomeos, los gobernantes Seléucidas estaban
determinados a imponer la cultura y la religión helénicas en sus
dominios. El cambio fue más importante en Jerusalén, donde fueron
estacionadas tropas extranjeras y se limitó la autoridad de los
sacerdotes del Templo. La cultura y las costumbres helénicas fueron
introducidas por la fuerza; incluso los nombres tuvieron que ser
cambiados, comenzando por el sumo sacerdote, que fue obligado a cambiar
su nombre de Joshua a Jasón.





Las leyes civiles redujeron los derechos de los ciudadanos judíos en
Jerusalén; los impuestos fueron incrementados con el fin de financiar la
enseñanza del deporte y la lucha en vez de la Torah; y en los campos
fueron erigidos santuarios para las deidades griegas y se enviaron
soldados para forzar su veneración. En 169 a.C. el entonces rey
seléucida, Antíoco IV,  que adoptó el nombre de Epifanio, vino a
Jerusalén. No fue una visita de cortesía, ya que violando la santidad
del Templo, penetró en el  Sancta Sanctorum. A sus órdenes,
fueron confiscados los objetos rituales de oro guardados en el Templo,
se puso un gobernador griego a cargo de la ciudad y se construyó al lado
del Templo una fortaleza con soldados extranjeros. De vuelta a su
capital Siria, Antíoco emitió una proclama requiriendo la veneración de
los dioses griegos por todo el reino; en Judá, prohibió específicamente
la observancia del Sabbath y la circuncisión. De acuerdo con el decreto,
el Templo de Jerusalén iba a convertirse en un templo de Zeus; y en 167 a.C. en el día 25 del mes hebreo Kislev, equivalente al 25 de Diciembre actual, una estatua representando a Zeus, ‘El Señor de los Cielos’, fue instalada por soldados siriogriegos en el templo y el gran altar fue empleado para sacrificios a Zeus.


El sacrilegio no pudo haber sido mayor. Y el levantamiento judío, comenzado y liderado por un sacerdote de nombre Matityahu y sus cinco hijos, es conocido como el Hashmonean o la Revuelta Macabea.
Iniciada en las zonas rurales, enseguida la revuelta se impuso a la
guarnición griega. Los griegos se apresuraron a reforzarse, pero la
revuelta se extendió por todo el  país. Y lo que les faltaba a los
Macabeos en número y armas, lo compensaron por la ferocidad de su fervor
religioso. Los hechos, descritos en el Libro de los Macabeos, no dejan duda de que la pelea era guiada por una cierta planificación: era imperativo recuperar Jerusalén, limpiar el Templo, y volverlo a dedicar a Yahveh. Dirigiendo las fuerzas para capturar el Monte del Templo, los macabeos limpiaron el Templo y la llama sagrada fue vuelta a encender ese año; la
victoria final, que derivó en el completo control de Jerusalén y la
restauración de la independencia judía, tuvo lugar en el 160 a.C
. La victoria y dedicación del Templo son aun celebrados por los judíos como la fiesta de Hanukkah (‘rededicación’) en el día veinticinco del mes de Kislev.





La secuencia de estos sucesos parece estar vinculada a las profecías del Fin de los Días. De esas profecías, las únicas que ofrecían claves numéricas específicas en relación al futuro Fin de los Días,
fueron transmitidas a Daniel por los ángeles. Pero las cuentas fueron
expresadas de forma enigmática, ya sea bajo la forma de una unidad
llamada ‘tiempo’, o en ‘semanas de años’, e incluso en números de días. En esa situación, la cuenta debió comenzar desde el día en que “la ofrenda regular es abolida y una abominación atroz es instalada’ en el templo de Jerusalén”;
hemos establecido que tal abominable acto en verdad tuvo lugar un día
en 167 a.C. Con la secuencia de esos eventos en mente, la cuenta de días
dada a Daniel debe ser aplicada a los hechos específicos en el Templo:
su profanación en 167 a.C., ‘cuando la ofrenda regular es abolida y una abominación atroz es instalada’, la limpieza del Templo en 164 a.C., después de ‘mil y dos cientos y noventa días’, y la completa liberación de Jerusalén en 169 a.C., explicada en el texto ‘feliz aquel que espera y llega a los mil tres cientos y treinta y cinco días’.


El número de días, 1290 y 1335, encajan con la secuencia de sucesos en el Templo. De acuerdo al Libro de Daniel, fue entonces que el reloj del Fin de los Días comenzó su cuenta.
La urgencia en reconquistar la ciudad y la expulsión de los soldados
extranjeros no circuncidados del Monte del Templo en el año 160 a.C.,
contiene una importante clave. Aunque hemos estado usando la cuenta de
antes de Cristo (a.C.) y después de Cristo (d.C.) para datar los
eventos, obviamente la gente de aquellos días no empleó un calendario
basado en el futuro calendario cristiano. El calendario hebreo, como hemos mencionado en varios artículos, era el calendario iniciado en Nippur en el 3760 a.C. Y, de acuerdo a ese calendario, lo que llamamos 160 a.C. era el año 3600 del calendario nippuriano,
 Esto equivale a un SAR, el período de la órbita del planeta Nibiru. Y
aunque se supone que Nibiru había reaparecido cuatrocientos años antes,
el cumplimiento de un SAR, equivalente a 3600 años terrestres, que
marcaban la finalización de un Año Divino, era de una clara relevancia.
Para quienes las profecías bíblicas del retorno de la Kavod de Yahveh al Monte del Templo eran incuestionables, el año que llamamos ‘160 a.C.’ fue un momento crucial, independientemente de donde  estaba el planeta Nibiru. Dios había  prometido regresar a Su Templo y el templo tenía que estar purificado y listo para este importante evento.


el Libro de Jubileos, un libro extrabíblicos posiblemente escrito en hebreo en los años siguientes a la revuelta macabea, indica que la medición del paso de los años de acuerdo al calendario nippuriano/hebreo se mantuvo. Recuenta la historia del pueblo judío desde el tiempo del Éxodo en unidades de tiempo llamados Jubileos,  unidad de 50-años decretada por Yahveh en el Monte Sinaí. Además creó una cuenta histórica que desde entonces ha sido conocida como Annu Mundi, que comienza en el 3760 a.C.
Este calendario no solamente fue conservado en el antiguo Próximo
Oriente, sino que incluso determinó cuando los eventos iban a ocurrir. 
Si escogemos unos cuantos de esos eventos históricos, esto es lo que
ocurre cuando el ‘a.C.’ es convertido a ‘c.n.’ (calendario nippuriano):  Civilización sumeria; comienza el calendario de Nippur Nippur (3760 a.C.= 0 c.n);
Incidente de la Torre de Babel (3460 a.C =300 c.n); Los dioses Anunnaki
completan su Partida y los persas, con Ciro, desafían Babilonia (560
a.C. = 3200 c.n.);  Los Macabeos liberan Jerusalén (160 a.C. = 3600 c.n.)Jesús de Nazaret da comienzo a la cuenta d.C. (0 a.C = 3760 c.n.).





El siglo y medio que ocurrió desde la liberación macabea de Jerusalén hasta los hechos relacionados con Jesús fueron algunos de los más turbulentos en la historia del mundo antiguo y del Pueblo Judío en
particular. Ese crucial período, cuyos sucesos nos afectan hasta hoy
día, comienza con un júbilo comprensible. Por primera vez en muchos
siglos los judíos fueron de nuevo dueños de su capital y su Templo,
libres para escoger sus propios reyes y su Sumo Sacerdote.
Aunque la guerra continuaba en las fronteras, éstas se extendían hasta
abarcar bastante del viejo reino del tiempo de David. El establecimiento
de un estado Judío independiente, con Jerusalén como su capital, bajo
los Asmodianos, fue un hecho triunfal en todos los aspectos, menos en
uno muy importante: El retorno de la Kavod de Yahveh esperada al Fin de los Días, nunca tuvo lugar, aunque el conteo de los días desde el tiempo de la abominación parecía haber sido correcto. Se hizo evidente que los enigmas de las cuentas de Daniel, de ‘años’, ‘semanas de años’ y de ‘Tiempo, Tiempos’ aun tenían que ser descifrados.


Para ello fueron claves las profecías en el Libro de Daniel que hablan de la elevación y caída de futuros reinos después de Babilonia, Persia, y Egipto (reinos enigmáticamente llamados “del
sur, del norte, o un navegante Kittim; y reinos que nacerán por la
partición de otros, pelearan entre ellos, plantarán tabernáculos de
palacios entre los mares
”. También se encuentran toda clase de
futuras entidades que también estaban representadas de forma críptica
por diversos animales: un carnero, una cabra o un león.  Y se dice que
sus descendencias, llamadas misteriosamente ‘cuernos’ de nuevo se romperán y lucharán entre ellos. ¿Cuáles eran esas futuras naciones y qué guerras eran las previstas? El
Profeta Ezequiel también habló de grandes batallas por venir, entre el
norte y el sur, entre un enigmático Gog y un no menos enigmático Magog.
 Y
la gente se preguntaba si los reinos profetizados ya habían aparecido
en la escena, tales como la Grecia de Alejandro, los Seléucidas o los
Tolomeos. ¿Se referían a ellos las profecías o era algo aún por llegar
en un futuro lejano? Había mucha confusión al respecto: ¿Era la la Kavod
en el Templo de Jerusalén un objeto físico o era algo simbólico?





El liderazgo judío se dividió entre los devotos fariseos y los más
liberales saduceos, que eran de mentalidad más abierta y reconocían la
importancia de una diáspora judía ya esparcida por Egipto, Anatolia y
Mesopotamia. En adición a estas dos corrientes principales, surgieron
pequeñas sectas, a veces organizadas en sus propias comunidades, como los Esenios autores de los Rollos de Mar Muerto, que se recluyeron en Qumran.
En los esfuerzos para descifrar estas profecías tenía que figurar un
nuevo poder emergente: Roma. Habiendo ganado repetidas guerras contra
los fenicios y los griegos, los romanos controlaron el Mediterráneo y
comenzaron a involucrarse en los asuntos del Egipto Tolemaico y el
Levante Seléucida (Judá incluida). Sus ejércitos seguían a los delegados
imperiales y, en el 60 a.C., los romanos, bajo el mando de Pompeyo,
ocuparon Jerusalén. En su viaje, como Alejandro había hecho antes, se
desvió a Heliópolis (Baalbek) y ofreció sacrificios a Júpiter. Ello
 fue seguido por la construcción, en lo alto de los colosales bloques
de piedra anteriores, del más grande templo del imperio romano dedicado a
Júpiter
.


Una inscripción conmemorativa encontrada en el lugar indica que el
emperador Nerón visitó el lugar en el 60 a.C., lo que sugiere que el
templo romano ya había sido construido anteriormente. La confusión en
esos días encontró expresión en una proliferación de escritos
histórico-proféticos, como el Libro de los Jubileos, el Libro de Enoch, los Testamentos de los Doce Patriarcas,  laAsunción de Moisés y otros conocidos como los Apócrifos. El tema común era la creencia de que la historia es cíclica y que todo ha sido predicho. También la creencia en que el Fin de los Días, un tiempo de confusión y desorden, marcará no sólo el fin de un ciclo histórico sino el inicio de uno nuevo, y que el desorden de aquel tiempo será manifiesto por la llegada del ‘Ungido’ (Mashi’ach en hebreo, Chrystos en griego, y Mesías o Cristo en español).
El acto de ungir un nuevo rey con aceite sacerdotal era conocido en
todo el mundo antiguo, al menos desde los tiempos del rey Sargón. Fue
reconocido en la Biblia como un acto de consagración a Dios desde los primeros tiempos, pero su instancia más memorable fue cuando el sacerdote Samuel, custodio del arca de la Alianza, convocó a David, el hijo de José, y, proclamándolo rey por a gracia de Dios, tomó Samuel el cuerno de aceite y le ungió en medio de sus hermanos. Y, a partir de entonces, vino sobre David el espíritu de Yahveh.


http://oldcivilizations.wordpress.com/2011/01/08/cuando-volveran-los-dioses-de-sumer-los-antecedentes-del-retorno/comment-page-1/#comment-33656


¿Cuándo volverán los “dioses” de Sumer? – la huida de los “dioses”

 
 
 
 
 
 
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Mientras los Profetas hebreos estaban prediciendo una época de tinieblas, los otros pueblos esperaban una época marcada
por la resolución de los conflictos divinos y por unos tiempos más
favorables para la humanidad. Pero tuvieron una terrible sorpresa.
Anticipándose al gran evento de la nueva llegada de Nibiru, el planeta
de los dioses, los sacerdotes de Nínive y Babilonia,  que observaban los
cielos, empezaron a tomar nota de los fenómenos celestes y a
interpretar sus augurios. Los fenómenos eran documentados con
meticulosidad y los reyes eran debidamente informados. Los arqueólogos
han encontrado tablillas con aquellos documentos y reportes en los
restos de bibliotecas reales y templos,  con textos relativos al tema o
al planeta que estaban observando.


Hay una colección de setenta tablillas, titulada “Enuma Anu Enlil”,  que informa de observaciones de planetas, estrellas y constelaciones,  clasificadas de acuerdo a los caminos celestiales de
Anu y de Enlil, y que abarcan los cielos en el hemisferio Norte, desde
el paralelo 30º. Inicialmente los arqueólogos  interpretaron estas
observaciones comparando los fenómenos relatados con datos astronómicos
de los tiempos sumerios. Aunque escritos en acadio, el lenguaje de
Babilonia y Asiria, los textos empleaban terminología y matemáticas
sumerias y a veces incluían alguna nota del escriba diciendo que habían
sido traducidos de tablillas sumerias anteriores. Estas tablillas
sirvieron como manuales de astronomía, explicando, en base a
experiencias pasadas, cuál era el augurio basado en un fenómeno, tal
como por ejemplo: “cuando la Luna no es vista según lo calculado, habrá una invasión de una poderosa ciudad”; ”cuando un cometa alcanza el recorrido del Sol, disminuirán los flujos del campo y por dos veces habrá tumulto”; “cuando Júpiter y Venus van juntos, las oraciones de la tierra alcanzarán a los dioses”.





Con el transcurso del tiempo se incrementaron los informes de
observaciones,  acompañados por los propios augurios de los sacerdotes: ‘Por la noche Saturno se acerca a la Luna. Saturno es un planeta del Sol. Este es el significado: Es favorable al rey’.
 Un cambio notable era la especial atención que se prestaba a los
eclipses. Por ejemplo, una tablilla, que se encuentra en el Museo
Británico, y que lista columnas numéricas similares a las de un
computador, servía para predecir eclipses lunares con cincuenta años de
anticipación. Estudios actuales han concluido que el cambio a una nueva
astronomía tuvo lugar en el siglo VIII a.C. cuando, después de un
período de caos y desórdenes en Babilonia y Asiria, los destinos de
ambos reinos se entregaron a Tiglath-Pileser III(745–727 a.C.), en Asiria,  y Nabunassar (747-734 a.C.) en Babilonia.


Nabunassar, protegido del dios Nabu,  fue aclamado como un innovador,
incluida el área de la astronomía. Una de sus primeras acciones fue
reparar y restaurar el templo de Shamash en Sippar, el centro de culto
del dios Sol en la antigua Sumer. Además construyó un nuevo observatorio
en Babilonia, actualizó el calendario, heredado de Nippur, e instituyó
el registro diario de los fenómenos celestes y sus significados. Gracias
a estas medidas tenemos información de una gran riqueza de datos
astronómicos que explican los eventos que siguieron.  Tiglath-Pileser III fue
también activo y sus anales describen constantes campañas militares y
la ocupación de ciudades,   ejecuciones brutales de los reyes y la
nobleza de los territorios ocupados, y exilios masivos de su población.
Su papel, y el de sus sucesores Shalmaneser V y Sargón II, en la
ocupación de Israel y el exilio de las diez Tribus Perdidas, así como los intentos de Sennacherib por conquistar Jerusalén, son suficientemente conocidos.


El siguiente rey asirio, Esarhaddon (680–669 a.C.), anunció que ‘tanto Ashur como Marduk me dieron sabiduría’,
actuaba en nombre de Marduk y Nabu, e inició la reconstrucción del
templo Esagil, en Babilonia. En los libros de historia, Esarhaddon es
recordado principalmente por su exitosa invasión de Egipto (675–669
a.C.). El objetivo de la invasión parece que era detener los intentos
egipcios por ‘entrometerse en Canaán’ y dominar Jerusalén.
Digna de atención fue la ruta que escogió: en vez de ir por el camino
más corto, hacia el sudoeste, hizo un rodeo considerable y fue hacia el
norte, a Harán. Ahí,  en el viejo templo del dios Sin, Esarhaddon buscó
la bendición del dios para embarcarse en su conquista; y Sin, asesorado
por su personal y acompañado de Nusku (el Mensajero Divino de los dioses),
dio su aprobación. Entonces Esarhaddon se dirigió hacia el sur, pasando
a través de las tierras del Mediterráneo oriental hasta alcanzar
Egipto.





Aunque Esarhaddon estaba ocupado en asuntos de geopolítica, no
descuidó los temas astronómicos de aquellos tiempos. Con la guía de los
dioses Shamash y Adad, erigió en Ashur (la ciudad centro de culto de Asiria) una ‘Casa de Sabiduría, que
era un observatorio, y representó en sus monumentos el sistema solar
con doce planetas, incluido Nibiru. Para entrar en el recinto sagrado
había una puerta monumental, construida, de acuerdo a los dibujos de un
sello cilíndrico, para emular la gran puerta de Anu, en Nibiru.
Todos estos movimientos político-religiosos sugieren que los asirios se
aseguraron de ganarse el favor de los dioses. Y así, por el siglo VII
a.C. Asiria estuvo preparada para el anticipado retorno del planeta de los dioses.


Textos descubiertos revelan los augurios de un tiempo idílico: “Cuando
Nibiru culmine… Las tierras serán habitadas de forma segura; los reyes
hostiles estarán en paz; los dioses recibirán oraciones y escucharán
súplicas. Cuando el Planeta del Trono del Cielo crezca en su brillo,
habrá lluvias e inundaciones. Cuando Nibiru alcance su perigeo, los
dioses darán paz. Los problemas serán resueltos, las complicaciones
serán desenredadas
”. La previsión era que un planeta reaparecería,
se elevaría en los cielos, crecería en brillantez, y en su perigeo, al
cruce entre Marte y Júpiter, sería  NIBIRU, el “Planeta del Cruce”.
Y como indicaban los textos, con el retorno del planeta se esperaba una
repetición de las previas visitas de Anu a la Tierra. Estaba ahora en
manos de los astrónomos observar los cielos en espera de esta aparición
planetaria. Pero, ¿cómo reconocerían el planeta mientras aún estuviera a
considerable distancia en los cielos?


El siguiente rey asirio, Asurbanipal (668-639 a.C.), encontró la
solución.  Los historiadores consideran que Asurbanipal fue el más
erudito de los reyes asirios, porque había aprendido otros idiomas
además del acadio, incluyendo el sumerio, e incluso pudo leer ‘textos de antes del Diluvio’. También afirmaba que ‘aprendió los signos secretos del Cielo y la Tierra… y estudió los cielos con los maestros de la adivinación’.
Algunos arqueólogos  lo consideran como el primer arqueólogo, porque
coleccionó de manera sistemática las tablillas de sitios como Nippur,
Uruk y Sippar,  en lo que fue Sumer. También envió equipos
especializados a buscar y ordenar tablillas de las capitales asirias
conquistadas. Las tablillas terminaron en una famosa biblioteca donde
equipos de escribas las estudiaron, tradujeron, y copiaron. Un visitante
del Museo del Antiguo Próximo Oriente, en Estambul, puede
observar una muestra de tales tablillas, cuidadosamente ordenadas en sus
estantes originales, con cada estante encabezado por una ‘tablilla catálogo’ que lista todos los textos en cada estante.


Aunque las tablillas cubrían un amplio rango de temas, queda claro
que se prestó especial atención a la información celestial. Entre los
textos puramente astronómicos había tablillas que pertenecían a una
serie titulada ‘El Día de Bel’, que significa “el Día del Señor”. 
Además, relatos épicos e historias sobre las idas y venidas de los
dioses fueron señaladas como importantes, en especial si arrojaban luz
sobre los pasos del planeta Nibiru por las cercanías de la Tierra. El “Enuma Elish”, o “la Epopeya de la Creación”,
que relata cómo un planeta invasor se unió al sistema solar para
convertirse en Nibiru, fue copiado y traducido varias veces. Y también
había escritos que trataban del Diluvio, tales como la Epopeya Atra-Hasis y la Epopeya de Gilgamesh.
Aunque todas ellas forman parte del conocimiento acumulado en una
biblioteca real, también tratan de las apariciones de Nibiru en el
pasado y de su próxima aproximación.





Entre los textos astronómicos traducidos y estudiados, había
directrices para observar la llegada de Nibiru y para reconocerlo en su
aparición. Un texto babilónico que retuvo la terminología sumeria
original señala: “Planeta del dios Marduk, sobre su aparición SHUL.PA.Eelevándose treinta grados, SAG.ME.NIG; cuando se detiene en el medio del cielo: NIBIRU”. Aunque el primer planeta mencionado (SHUL.PA.E) se considera que es Júpiter, aunque también podría ser Saturno, el siguiente nombre (SAG.ME.NIG)
podría ser una variante para Júpiter, pero es considerado por algunos
investigadores como Mercurio. Los datos astronómicos que han sido
encontrados atrajeron, ya en el siglo XIX y comienzos del XX, la
atención de los investigadores, que combinaron la asiriología con los
conocimientos astronómicos.


Su trabajo era complicado por el hecho de que cualquier cuerpo
celeste, incluyendo planetas, estrellas fijas y constelaciones,  podían
tener más de un nombre. Todos asumieron que los sumerios y otros pueblos
antiguos no tenían modo de saber, a simple vista, sobre los planetas
más allá de Saturno. El resultado fue que siempre que un planeta era
mencionado de forma diferente a los nombres aceptados para los siete
planetas conocidos; Sol, Luna, Mercurio, Venus. Marte, Júpiter, Saturno,
se pensó que se trataba sólo de otro nombre para alguno de éstos.  La
víctima principal de esta errónea interpretación fue Nibiru, por lo que
 se asumió que se trataba de otro nombre para Júpiter,  Marte o
Mercurio.  Increíblemente, la moderna astronomía siguen basando su
trabajo en esos siete planetas conocidos, a pesar de la extensa
evidencia en el Enuma Elish de que los sumerios conocían la
verdadera forma y composición de nuestro sistema solar, partiendo de los
planetas exteriores, o de la representación en el sello cilíndrico
VA243, en el Museo de Berlín, hace más de 4500 años,  del completo
sistema solar de doce miembros, con el Sol al centro, o el dibujo de
doce símbolos planetarios sobre monumentos asirios y babilónicos, etc.


Un texto similar de Nippur, que tradujo los nombres planetarios sumerios como UMUN.PA.UD.DU y SAG.ME.GAR,
sugiere que la llegada de Nibiru será anunciada por el planeta Saturno
y, después de elevarse 30 grados, estará cerca de Júpiter. Otros textos,
como una tablilla conocida como K.3124,  señala que después de pasar SHUL.PA.E y SAG.ME.GARque parece se trata de Saturno y Júpiter, el ‘Planeta Marduk entrará al Sol (alcanzará el perigeo, lo más cercano al Sol) y se convertirá en Nibiru’. Otros textos ofrecen claves más claras en relación a la ruta de Nibiru, así como a su reaparición: “Desde
la estación de Júpiter, el planeta pasa hacia el oeste. Desde la
estación de Júpiter el planeta aumenta su brillo, y en el zodíaco de
Cancer se convierte en Nibiru. El gran planeta: en su aparición: rojo
oscuro. El cielo él divide en mitades mientras permanece en el Cruce
(entre Marte y Júpiter)
”.





Tomados en su conjunto,  los textos astronómicos del tiempo de
Asurbanipal describieron una aparición planetaria desde los límites del
sistema solar, elevándose y llegando a ser visible cuando alcanzase
Júpiter (o incluso Saturno), y después girando hacia abajo en la
eclíptica. En su perigeo, cuando esté más cerca del Sol (y por tanto a la Tierra), el planeta, en el Cruce (entre Marte y Júpiter), se convierte en Nibiru ‘en el zodíaco de Cáncer.’ Esto pudo suceder sólo cuando la salida del Sol del Equinoccio de Primavera tuvo lugar en la Era del Carnero, durante la era zodiacal de Aries.  Tales claves en relación a la ruta orbital del Señor Celestial y
su reaparición, empleando las constelaciones como un mapa celeste, se
hallan también en pasajes bíblicos, revelando de ese modo un
conocimiento que debió haber sido general.  Tal como predijo el Profeta
Habacuc: ‘En Júpiter será vista su faz, … El Señor vendrá desde el sur… su esplendoroso brillo será como un haz de luz’. Y según “el Libro de Job”:  Él
solo se extiende por los cielos y pisotea la mayor profundidad; llega a
la Osa Mayor, Sirio y Orión, y las constelaciones del sur
’.  También el profeta Amós previó la llegada del Señor Celestial ‘sonriendo su faz sobre Tauro y Aries, desde Tauro a Sagitario irá’.


Estos textos describen un planeta que dibuja un arco en la parte más
elevada del cielo y, orbitando en el sentido de las agujas del reloj,
 llega desde las constelaciones del sur. Es una trayectoria con cierta
similitud a la del cometa Halley.  Una información clave, durante el
reinado de Asurbanipal, fue la meticulosa traducción al acadio de
descripciones sumerias de las ceremonias realizadas durante la anterior
visita de Anu y Antu, se supone que alrededor del 4000 a.C. Los textos
que tratan de su estancia en Uruk describen cómo, al atardecer, se
situaba en la parte más elevada de una torre para observar y anunciar la
aparición sucesiva de los planetas, hasta que el ‘Planeta del Gran Anu del Cielo’ se dejaba ver y todos los dioses reunidos para dar la bienvenida a la pareja divina recitaban ‘a aquel cuyo brillo crece, el planeta celestial del dios Anu’ y cantaban el himno ‘La imagen del Creador se ha levantado’.
Luego los textos describen los alimentos ceremoniales, el retiro a las
cámaras nocturnas, las procesiones del día siguiente, etc.


De ello puede deducirse que Asurbanipal estaba comprometido en
coleccionar, recopilar, traducir y estudiar todos los textos antiguos
que pudiera obtener. Los objetivos eran: aportar guía a los
sacerdotes-astrónomos para detectar, lo antes posible, el retorno de
Nibiru,  e informar a rey sobre los procedimientos a seguir. El hecho de
que al planeta lo llamasen ‘Planeta del Trono Celestial’ constituye
una clave importante para conocer las intenciones reales. También lo
eran las representaciones en los muros de palacio, en magníficos
relieves, de reyes asirios saludando al dios en el Disco Alado,  mientras
se mantenía sobre el Árbol de la Vida. Era importante estar informado
de la aparición del planeta tan pronto como fuera posible para ser
capaces de preparar una recepción apropiada para la legada del gran dios
Anu,  y ser bendecidos con la inmortalidad. Pero esto no iba a suceder.


Después de la muerte de Asurbanipal surgieron rebeliones por todo el
imperio asirio. Los reinos de sus hijos en Egipto, Babilonia y Elam se
desintegraron. Desde los límites del imperio asirio aparecieron ‘hordas’ desde el norte y los Medos desde
el este. Por todas partes los reyes locales tomaron el control y
declararon su independencia. De particular importancia, para los hechos
futuros, fue la escisión de Babilonia de su unión con Asiria. Como parte
del festival de Año Nuevo,  en 626 a.C., un general babilonio cuyo nombre, Nabupolassar (‘Nabu protege sus hijos’),
implicaba que fuese hijo del dios Nabu, fue entronizado como rey de una
Babilonia independiente. Una tablilla describió así el comienzo de su
investidura: ‘Los príncipes de la tierra fueron congregados;
bendijeron a Nabupolassar; abriendo sus puños, lo declararon soberano;
Marduk en la asamblea de los dioses otorgó el Estandarte de Poder a
Nabupolassar.



El resentimiento por el comportamiento brutal del regente en Asiria
fue tan grande,  que Nabupolassar de Babilonia encontró enseguida
aliados para una acción militar contra Asiria. Un importante aliado
fueron los Medos, precursores de los Persas, que habían sufrido las
brutales incursiones asirias. Mientras las tropas babilonias avanzaban
sobre Asiria desde el sur, los Medos atacaron desde el oriente. Y en 614
a.C., tal como había sido profetizado por los profetas hebreos,
capturaron e incendiaron Asur, la capital religiosa Asiria. Luego le
tocó el turno a Nínive, la capital real. Alrededor del 612 a.C. la gran
Asiria estaba sumida en el caos y la destrucción. Asiria se convirtió en
un lugar de ruinas arqueológicas. ¿Cómo pudo suceder aquello en un país
cuyo nombre significaba “Tierra del dios Asur”? La única explicación es que los dioses retiraron su protección a esa tierra.





De hecho, la situación aún iba a ir más allá: los mismos dioses se retiraron de esta región y de la Tierra. Y entonces comenzó a desarrollarse el más asombroso capítulo de la saga del retorno, en el cual Harán jugó un papel clave. Harán, o Aram,es el nombre de tres personajes y de una ciudad, mencionados en la Biblia. En el Génesis se explica que un hombre llamado Harán nació y murió en Ur de los caldeos. Fue hijo de Taré y hermano de Nacor y Abram (conocido como Abraham). Según la Biblia, Harán fue el padre de Lot, Milcah e Iscah.  De acuerdo al Génesis,
después de la muerte de Harán, Taré junto a Abram, Lot y sus
respectivas familias comenzaron su viaje a Canaán y en el camino se
establecieron por un tiempo en un lugar llamado también “Harán”. Después
de la muerte de Taré en Harán (pasaje también narrado en libro de Hechos),
Abram y Lot continuaron su viaje hacia Canaán. Las ruinas de la antigua
Harán están ubicadas cerca de Harrán, en la actual Turquía. La Biblia
menciona a otro Harán, que era hijo de Caleb y tataranieto de Judá, hijo
de Jacob. También menciona a un tercer personaje con el nombre de
Harán, quien era hijo de Simei y que fue un levita que vivió en los
tiempos del rey David y tuvo alguna clase de rol político y religioso.


La asombrosa cadena de sucesos después de la desaparición de Asiria
comenzó con el escape a Harán de miembros de la familia real. Buscando
allí la protección del dios Sin, los fugados concentraron los remanentes
del ejército asirio y proclamaron a uno de los refugiados reales como ‘Rey de Asiria’.  Pero
el dios Sin, cuya ciudad, Harán, había tenido desde entonces días de
llanto, no respondió. En 610 a.C. tropas babilonias lo capturaron y
pusieron fin a las esperanzas asirias. La lucha por la sucesión en Sumer
y Acadia se había acabado. Ahora, por gracia divina,  era el momento
 del rey de Babilonia. Una vez más, Babilonia gobernaba las tierras que
alguna vez fueron ‘Sumer y Acadia’, hasta el punto queen muchos textos de la época, Nabupolassar recibe el título de ‘Rey de Acadia’.
 Nabupolassar empleó su autoridad para extender las observaciones
celestiales a las antiguas ciudades sumerias de Nippur y Uruk. Y algunos
de los textos claves de los años subsecuentes vinieron de allá.


Fue también en este fatídico año de  610 a.C, que un revigorizado
Egipto puso en su trono a un faraón llamado Necho. Apenas un año más
tarde tuvo lugar uno de los menos comprendidos movimientos geopolíticos.
Los egipcios, que acostumbraban a ser aliados de los babilonios en su
oposición a la regencia asiria, salieron de Egipto y, moviéndose con
rapidez hacia el norte, tomaron territorios y sitios sagrados que los
babilonios consideraban propios. El avance egipcio hacia el norte los
llevó hasta las cercanías de Harán. Y también puso en manos egipcias los
dos puertos espaciales, en Líbano y en Judá. Los sorprendidos
babilonios no podían aceptar esta situación, por lo que el anciano
Nabupolassar confió la tarea de recuperar los territorios perdidos a su
hijo Nabucodonosor, que ya se había distinguido en el campo de batalla.





En Junio del 605 a.C. los babilonios aplastaron al ejército egipcio, liberaron ‘el sagrado bosque de cedros en Líbano”,
siguiendo las instrucciones de los dioses Marduk y Nabu. Y persiguieron
a los egipcios, en su huída, hasta la Península de Sinaí. Pero
Nabucodonosor detuvo su persecución debido a las noticias del
fallecimiento de su padre que le llegaron desde Babilonia. Volvió
rápidamente y fue proclamado Rey de Babilonia ese mismo año.
Los historiadores no encuentran explicación para la sorprendente
ofensiva egipcia y la ferocidad de la reacción babilónica. Pero es
evidente que la clave  de los sucesos se encuentra en  la expectativa
del Retorno, que en el año 605 a.C. se consideraba como inminente,
porque fue en ese mismo año que el profeta Habacuc comenzó a profetizar
en el nombre de Yahveh, en Jerusalén. Prediciendo el futuro de Babilonia
y otras naciones, el profeta preguntó a Yahveh cuando llegaría el Día del Señor, el día del juicio sobre todas las naciones, Babilonia incluida.  Y Yahweh respondió, diciendo: “Escribe
la profecía, explícala claro en las tabillas, de modo que pueda ser
leída con rapidez: para la visión hay un tiempo establecido; ¡al final
vendrá, sin falta!   
Aunque parezca tardar, espera por ese día; porque ha de llegar con seguridad, porque la fecha de su cita no será atrasada”.
La fecha de esta cita llegó justamente quince años después. Los
cuarenta y tres años del reinado de Nabucodonosor (605-562 a.C.) son
considerados un período de un imperio Neo-Babilonio dominante, un tiempo marcado por acciones decisivas y movimientos rápidos, porque no había tiempo que perder:  el previsto Retorno sería ahora un premio para Babilonia.


Para preparar Babilonia para el esperado Retorno, se iniciaron
rápidamente trabajos de renovación y de construcción. Sobre todo se
concentraron en el recinto sagrado, donde el templo Esagil de Marduk (entonces llamado Bel/Ba’al, ‘El Señor’)
fue renovado y reconstruido, y preparado su zigurat de siete pisos para
observar los cielos estrellados desde allí, tal como se había hecho en
Uruk durante la anterior visita de Anu, alrededor del 4000 a.C. También
se construyó un nuevo Camino Procesional que conducía al
sagrado recinto a través de una nueva y gran puerta; sus muros estaban
decorados con ladrillos vidriados que  aún causan asombro actualmente.
 Babilonia, la Ciudad Eterna de Marduk, estaba lista para dar la bienvenida al Retorno. Nabucodonosor escribió: ‘He
hecho que la ciudad de Babilonia sea la más importante entre todos los
países y lugares habitados; su nombre elevé hasta ser la más elogiada de
todas las ciudades sagradas
’.


Se esperaba que la llegada del Disco Alado de Anu se produciría  en el puerto espacial del Líbano (Baalbek). Luego, el sequito divino entraría en Babilonia a través del Camino Procesional y su imponente Puerta de entrada,  llamada ‘Ishtar’, en representación de la diosa IN.ANNA, que había sido la ‘amada de Anu’ en Uruk. Junto a estas expectativas estaba el papel de Babilonia como el nuevo “Ombligo de la Tierra”, ya que había heredando el estatus prediluviano de Nippur como la DUR.AN.KI o  el ‘Puente Cielo-Tierra’.  Esta  función de Babilonia fue evidente cuando a la plataforma base del zigurat se le dio el nombre de E.TE.MEN.AN.KI (‘Templo de la Fundación para Cielo-Tierra’), demostrando el papel de Babilonia como el nuevo ‘Ombligo de la Tierra’, una función claramente representada en el ‘Mapa del Mundo’ babilónico. Esta era una terminología que se hacía eco de la descripción de Jerusalén, con suPiedra de la Fundación, sirviendo como vínculo entre la Tierra y el Cielo.


Pero si esto era lo que Nabucodonosor preveía, entonces Babilonia
tenía que reemplazar el enlace espacial postdiluviano. Habiendo asumido,
después del Diluvio,  la función que tenía  Nippur antes del Diluvio,
servir como Centro de Control de Misión,  Jerusalén fue ubicada en el
centro de los círculos concéntricos que unían los otros puertos
espaciales, por lo que fue llamada ‘Ombligo de la Tierra’. El profeta Ezequiel anunció que Jerusalén había sido escogida por el mismo Dios: “Esto
ha dicho el Señor Yahveh; Esta es Jerusalén; al medio de las naciones
la he puesto, y todas las tierras están en círculo  a su alrededor
”.
Determinado a pasar esta función a Babilonia, Nabucodonosor condujo sus
tropas y en el año 598 a.C. capturó Jerusalén. Esta vez, como había
advertido el profeta Jeremías, Nabucodonosor llevaba la ira de Dios al pueblo de Jerusalén, por haber aceptado la veneración de otros dioses celestiales, como “Ba’al, el Sol y la Luna, y las constelaciones’, una lista que incluuía a Marduk como una entidad celeste.





Después de someter al pueblo de Jerusalén a una fuerte hambruna,
mediante un sitio que duró tres años, Nabucodonosor finalmente consiguió
someter la ciudad y se llevó cautivo a Babilonia  a Jehoyachin,  rey de
Judá.  Además fueron exiliados la nobleza de Judá y la elite instruida,
entre los que se hallaba el profeta Ezequiel, así como miles de sus
soldados y artesanos, alos que se les hizo residir en los bancos del río
Khabur, cerca de Harán, su hogar ancestral. La ciudad y el Templo
fueron dejados intactos esta vez, pero once años más tarde, en 587 a.C.,
los babilonios volvieron e incendiaron el Templo que Salomón había
construido. En sus inscripciones Nabucodonosor no da más explicación que
la usual, agradar a “mis dioses Nabu y Marduk”. Pero la verdadera razón era  la creencia de que el dios de los hebreos, Yahveh, se había ido.


La destrucción del Templo fue un hecho sorprendente  por el cual
Babilonia y su rey, que habían sido considerados anteriormente por los
Profetas el ‘camino de la ira’ de Yahveh, iban a ser castigados con severidad: ‘La venganza de Yahveh nuestro Dios, venganza por Su Templo, irá contra Babilonia”,
anunció el Profeta Jeremías, prediciendo la caída de la poderosa
Babilonia y su destrucción por invasores del norte, sucesos que tuvieron
lugar apenas unas décadas más tarde. Jeremías además proclamó el
destino de los dioses que Nabucodonosor había invocado: “Anunciadlo y
hacedlo oír entre las gentes; levantad bandera; hacedlo oír; no lo
calléis; decid: Ha sido tomada Babilonia, está confuso Bel, desmayó
Marduk, están confusos sus ídolos, desmayaron sus inmundicias
”. El
castigo divino sobre Nabucodonosor fue proporcional al sacrilegio.
Enloquecido, de acuerdo a fuentes tradicionales, por un insecto que
penetró en su cerebro a través de las fosas nasales, Nabucodonosor murió
en lenta agonía en el 561 a.C.


Ni Nabucodonosor ni sus tres sucesores vivieron lo suficiente para ver una nueva llegada de Anu a las puertas de Babilonia. Pero,sorprendentemente, esta nueva llegada jamás tuvo lugar, aunque Nibiru retornó. Es un hecho que las tablillas astronómicas de ese mismo tiempo documentan observaciones reales de Nibiru, también llamado ‘Planeta de Marduk’ Algunos fueron documentados como augurio, por ejemplo, una tablilla catalogada K.8688, que informaba al rey que si Venus fuera visto saliendo delante de Nibiru, fracasarían las cosechas, pero si Venus saliese ‘detrás
de Nibiru, la cosecha de la tierra sería un éxito. De mayor interés es
un grupo de tablillas halladas en Uruk; en ellas se tradujeron los datos
en doce columnas de meses zodiacales y se combinaron los textos con
descripciones gráficas.





En una de esas tablillas, el Planeta de Marduk, mostrado
entre el símbolo del  carnero “Aries” y los siete símbolos de la Tierra,
representa a Marduk como dentro del planeta. Otro ejemplo es la
tablilla VAT 7847, que explica una observación real, en la constelación de Aries, como el ‘día en que fue abierta la puerta del gran señor Marduk’, en que Nibiru puede observarse. Y después de indica ‘el día del Señor Marduk’, cuando el planeta fue visto en la constelación de Acuario. Aun más revelador de la llegada  del planeta ‘Marduk
desde los cielos australes y su rapidez en convertirse en ‘Nibiru’, es
lo que se explica en otra clase de tablillas circulares. Las tablillas
dividen la esfera celeste en tres senderos: el sendero de Enlil, para
los cielos del norte, de Ea para los del sur, y de Anu para el centro.
Las doce áreas zodiacales fueron después sobrepuestas en los tres
senderos. Unos textos explicativos fueron escritos en la parte posterior
de las tabillas circulares.


Theophilius G. Pinches, experto en estudios sobre Asiria,  mostró en
estas tablillas lo que era un disco circular dividido en tres secciones
concéntricas y en doce segmentos, dando como resultado un campo de
treinta y seis porciones. Cada una de las treinta y seis porciones
contiene un nombre con un pequeño círculo bajo él, indicando que se
trata de un cuerpo celestel, y un número. Además cada porción lleva el
nombre de un mes, de modo que Pinches los enumeró del I al XII,
comenzando con Nissan. Y esto representaba un mapa celeste babilonio,
dividido en los tres senderos de Enlil, Anu, y Ea/Enki, mostrando los
planetas, estrellas y constelaciones que eran visibles durante los
distintos meses del año. Aún continúa el debate acerca de la identidad
de los cuerpos celestes  y el significado de los números. También sin
resolver permanece el asunto de la fecha de este mapa celeste, aunque la
mayoría de las opiniones inciden en que el astrolabio perteneció a la
era de Nabucodonosor o su sucesor Nabuna’id.





Podemos estar seguros que las observaciones en todas estas tablillas
del período tardío de Babilonia no pudieron haber tenido lugar antes del
610 a.C., ni realizadas después del 555 a.C., porque esa fue la fecha
en que  Nabuna’id se convirtió en el último rey de Babilonia; y su
alegato para ser legitimado era que su reinado fue confirmado
celestialmente porque ‘el planeta de Marduk, alto en el cielo, me ha llamado por mi nombre’. Mediante esta afirmación, también señalaba que durante una visión nocturna había visto ‘la Gran Estrella y la Luna’.
 Basado en las fórmulas de Kepler para las órbitas planetarias
alrededor del Sol, el completo período de visibilidad de Marduk/Nibiru
desde Mesopotamia duraba justo unos pocos años. Por lo tanto, la
visibilidad alegada por Nabuna’id coloca el retorno del planeta en los
años inmediatamente precedentes a 555 a.C. En este caso, ¿cuándo se
produjo realmente el retorno?


Hay otro aspecto a tener en cuenta: la profecía de ‘la oscuridad al mediodía’,
en el Día del Señor, o sea, un eclipse solar, se produjo el 556 a.C.
Los eclipses solares, aunque menos frecuentes que los lunares, no son
tan raros; ocurren cuando la Luna, pasando entre la Tierra y el Sol,
oscurece temporalmente al Sol. Sólo una pequeña porción de los eclipses
solares son totales. El alcance y duración de la oscuridad total varía
debido a las siempre cambiantes órbitas del Sol, la Luna y la Tierra,
además de la rotación de la Tierra y su inclinación del eje. Aunque los
eclipses solares no son habituales, el legado astronómico de Mesopotamia
incluye conocimientos del fenómeno, llamándolo atalu shamshi.
Referencias textuales sugieren que no sólo ese fenómeno sino también la
participación lunar eran parte del antiguo conocimiento acumulado. . De
hecho, un eclipse solar cuyo recorrido pasó sobre Asiria habría ocurrido
en 762 a.C.


Fue seguido por otro en 584 a.C., que fue visto en todas las tierras
del Mediterráneo, y totalmente sobre Grecia. Pero después, en 556 a.C.,
hubo un eclipse solar extraordinario ‘en una fecha inesperada.’
Si no fue debido a los predecibles movimientos de la Luna, ¿pudo haber
sido causado por el paso del gran planeta Nibiru? Entre las tablillas
astronómicas hay una que trata de un eclipse solar, documentando así el
fenómeno observado: “En el comienzo el disco solar, no en fecha esperada, se hizo oscuro, y permaneció en el resplandor del Gran Planeta. El día 30 [del mes] fue el eclipse del Sol”. ¿Qué significan las enigmáticas palabras de que el oscurecido Sol “permaneció en el resplandor del Gran Planeta”?
Aunque la tablilla no aporta una fecha para tal eclipse, creemos que se
señala claramente que el inesperado y extraordinario eclipse solar fue
generado por el retorno de Nibiru, el gran planeta radiante.  Pero si la
causa directa fue el planeta mismo, o los efectos de su ‘resplandor’
(tal vez su atracción gravitacional o sus efectos magnéticos) sobre la
Luna, el texto no lo explica.





Es un hecho astronómicamente histórico que un 19 de mayo del 556 a.C.
ocurrió un eclipse solar total. Como se muestra en un mapa del Centro
de Vuelo Espacial Goddard de NASA, el eclipse fue grande e importante,
visto en amplias zonas, y un aspecto único acerca de él fue que ¡la banda de oscuridad total pasó exactamente sobre la zona de Harán!
Este último hecho es de tremenda importancia, más aún en aquellos
fatídicos años en el mundo antiguo, porque inmediatamente  después, en
555 a.C. Nabuna’id fue proclamado rey de Babilonia, no en Babilonia,
sino sorprendentemente en Harán. Fue el último rey de Babilonia. Y
después de él, como había profetizado Jeremías, Babilonia siguió el
destino de Asiria. Fue en 556 a.C. que ocurrió la profetizada oscuridad
al mediodía. Fue justo cuando volvió Nibiru; fue el profetizado DÍA DE SEÑOR. Y cuando ocurrió el retorno del planeta, ni Anu ni los demás dioses esperados se mostraron. De hecho ocurrió lo contrario: los dioses Anunnaki abandonaron la Tierra.


La partida de los dioses Anunnaki de la Tierra fue un verdadero drama para la Humanidad.
Y  su partida no es simple especulación; está ampliamente documentada.
La evidencia nos llega tanto del Próximo Oriente como de América,  y
algunos de los más directos y dramáticos documentos de la partida de los
antiguos dioses de la Tierra nos llegan desde Harán. El testimonio se
basa en documentos serios, entre ellos los del profeta Ezequiel. Estos
informes están registrados en la Biblia y fueron inscritos en columnas
de piedra con textos que tratan de los sucesos milagrosos que conducen a
la ascensión al trono del último rey de Babilonia. Hoy día Harán es una
ciudad en Turquía oriental, a poca distancia de la frontera Siria. Está
rodeada por muros de los tiempos Islámicos, que se están desmoronando, y
sus habitantes viven en modestas chozas de barro.


El pozo donde Jacob conoció a Raquel se halla aún ahí, entre los
prados de ovejas, fuera de la ciudad, con el agua más pura que uno pueda
imaginarse. Pero en los días antiguos Harán fue un floreciente centro
comercial, cultural, religioso y político, tanto que aun el profeta
Ezequiel, que vivía en el área con otros exiliados de Jerusalén, la
nombró como un reputado centro comercial de “ropas azules y trabajos de bordado, de ricos aparejos al pecho hechos con cordones y madera de cedro”. Fue una ciudad que había sido en tiempos sumerios un centro del culto del ‘dios Luna’ Nannar/Sin. La familia de Abraham terminó residiendo allí porque su padre Terah era un Tirhu, un sacerdote y augur, primero en Nippur, después en Ur, y finalmente en el templo de Nannar/Sin en Harán.


Después de la desaparición de Sumer a causa del mortal viento
nuclear, Nannar y su esposa, Ningal, convirtieron a Harán en su hogar y
cuartel general. Aunque Nannar (Sin en acadio) no era el
heredero primogénito legal, ya que este rango pertenecía a Ninurta, era
un primogénito terrestre de Enlil y su esposa Ninlil,. Dioses y hombres
adoraron a Nannar/Sin y su esposa; los himnos en su honor en los tiempos
gloriosos de Sumer, y las lamentaciones acerca de la desolación de
Sumer en general y de Ur en particular, revelen el gran amor y
admiración de la gente por esta pareja divina. Que muchos siglos
después Esarhaddon fuera a consultar a un anciano Sin  en
relación a la invasión de Egipto, y que la familia real asiria se
trasladase a Harán, sirve para indicar el continuo e importante papel
jugado por Nannar/Sin y Harán hasta el final.





Fue en las ruinas del templo de la ciudad de Nannar/Sin, el E.HUL.HUL (‘Casa de la Doble Alegría’),
que los arqueólogos descubrieron cuatro estelas, que alguna vez
estuvieron de pie en el templo, una en cada rincón del principal salón
de oraciones. Las inscripciones en las estelas revelan que dos de ellas
fueron erigidas por la sumo sacerdotisa del templo, Adda-Guppi,
y dos por su hijo Nabuna’id, el último rey de Babilonia. Con un
evidente sentido histórico Adda-Guppi aportó en sus inscripciones datos
precisos de los asombrosos eventos de los que ella fue testigo. Los
datos, vinculados como era costumbre a los años reinantes de reyes
conocidos, pudieron ser verificados por expertos. Se sabe que nació en
649 a.C. y vivió durante los reinados de varios reyes asirios y
babilónicos, alcanzando la edad de 104 años.


He aquí lo que escribió en una estela en relación al primero de una serie de sucesos increíbles: “Fue
en el dieciseisavo año de Nabupolassar, rey de Babilonia, cuando Sin,
señor de los dioses, se enojó con su ciudad y su templo y subió al
cielo; y la ciudad y la gente se fueron a la ruina
”. El año
dieciséis de Nabupolassar fue el 610 a.C., cuando las fuerzas de
Babilonia capturaron Harán a los sobrevivientes del ejército y la
familia real asiria, y cuando un poderosos Egipto decidió tomar los puertos espaciales. Fue entonces, escribió Adda-Guppi, que un enojado Sin, quitando su protección a la ciudad, “¡subió al cielo!’. Lo que siguió en la ciudad capturada está descrito suficientemente: ‘Y la ciudad y su gente fueron a la ruina’.  Mientras otros sobrevivientes huyeron, Adda-Guppi se quedó. ‘A diario, sin cesar, de día y de noche, por meses, por años  ella
guardó vigilia en el arruinado templo. De luto, abandonó los vestidos
de fina lana, se quitó las joyas, no usó ni oro ni plata, renunció a los
perfumes y al aceite de dulce aroma
’. Como un fantasma errando por el abandonado santuario, ‘me vestía con ropas rotas; iba y venía silenciosa’.


Entonces, en el desolado recinto sagrado, encontró un atuendo que
alguna vez perteneció a Sin. Para la abatida sacerdotisa, el hallazgo
fue un augurio del dios. Como si el mismo dios estuviera allí para
escucharla, se postró y ‘en oración y humildad’ pronunció un voto: ‘Si quieres volver a tu ciudad, toda la gente cabeza-negra veneraría tu divinidad”’. 
Los “cabeza-negra’ era un término que los sumerios empleaban para
referirse a si mismos, y el empleo del término por la sumo sacerdotisa
1300 años después de la desaparición de Sumer fue algo lleno de
significado: ella le decía al dios que si volvía, sería restaurada su Señoría como en los Días Antiguos, volviendo a ser el señor dios de una restaurada Sumer-Acadia. Para lograr esto, Adda-Guppi ofreció
a su dios un trato: Si retornara y empleara sus poderes para hacer de
su hijo Nabuna’id el siguiente rey imperial, reinando sobre los dominios
de Babilonia y Asiria, Nabuna’id restauraría el templo de Sin no sólo
en Harán sino también en Ur, y proclamaría el culto a Sin como religión
estatal en todas las tierras de la gente cabeza-negra.





Tocando la ropa del dios, oró día tras día; entonces una noche el
dios se apareció ante ella en un sueño y aceptó su proposición. El dios
Luna, escribió Adda-Guppi, gustó de la idea: ‘Sin, señor de los
dioses del Cielo y la Tierra, por mis buenas acciones me miró con una
sonrisa; escuchó mis plegarias; aceptó mi voto. Se calmó el enojo en su
corazón. Para con Ehulhul, su templo en Harán, la residencia divina en
la que regocijaba su corazón, él se reconcilió; y tuvo un cambio de
corazón
’.  El dios, escribió Adda-Guppi, aceptó el trato: “Sin, señor de los dioses, miró favorablemente mis palabras, Nabuna’id, mi único hijo, fruto de mi vientre, al reinado llamó el
reinado de Súmer y Acadia. Todas las tierras desde la frontera de
Egipto, desde el Mar Superior hasta el Mar Inferior, en sus manos confió
”. Ambas partes mantuvieron su trato. ‘Yo me vi a mi misma realizada’, señaló Adda-Guppi, añadiendo: “Sin honró la palabra con que me habló’, promocionando el ascenso de Nabuna’id al trono de Babilonia en 555 a.C.


Y Nabuna’id mantuvo el voto de su madre de restaurar el templo Ehulhul en Harán, ‘perfeccionando su estructura.’Renovó el culto de Sin y Ningal (Nikkal en acadio) … todos los ritos olvidados los hizo de nuevo’. 
Y después un gran milagro, un suceso no visto por generaciones,
sucedió. El hecho es descrito en las dos estelas de Nabuna’id, donde es
reprsentado sosteniendo un inusual báculo y encarando los símbolos
celestiales de Nibiru, la Tierra, y la Luna: “Este es el gran
milagro de Sin,  que por dioses y diosas no ha ocurrido en la tierra,
desde días antiguos desconocidos; que la gente en la Tierra ni han visto
ni encontrado escrito en tablillas desde los días de antaño: que Sin,
señor de dioses y diosas, residiendo en los cielos, ha bajado desde los
cielos a plena vista de Nabuna’id, rey de Babilonia
”. Sin, reportan
las inscripciones, no volvió solo. De acuerdo a los textos entró al
restaurado templo Ehulhul en una procesión ceremonial, en compañía de su
esposa Ningal/Nikkal y su asesor, el Mensajero Divino Nusku.


El milagroso retorno de Sin ‘desde los cielos’ suscita muchas preguntas, siendo la primera: ¿dónde, ‘en los cielos,’ había estado durante casi seis décadas?
Respuestas a tales preguntas pueden ser dadas al combinar las
evidencias antiguas con los logros de la ciencia y tecnología modernas.
Pero antes es importante examinar todos los aspectos de la partida,
porque no fue solo Sin quién ‘se enojó’ y, dejando la Tierra, ‘subió a los cielos’. Las extraordinarias idas y venidas celestiales descritas
por Adda-Guppi y Nabuna’id tuvieron lugar mientras estaban en Harán, un
lugar significativo porque otro testigo estaba presente en esta área al
mismo tiempo: el profeta Ezequiel. Y él también  tenía mucho que decir
al respecto. Ezequiel, un sacerdote de Yahweh en Jerusalén,
estaba entre la aristocracia y los artesanos exiliados, junto con el rey
Jehoiachin, después del primer ataque de Nabucodonosor a Jerusalén en
598ª.C. Fuero llevados por la fuerza al norte de Mesopotamia y ubicados
en el distrito del rio Khabur, a escasa distancia de su hogar ancestral
en Harán. Y fui ahí que ocurrió la famosa visión de Ezequiel de un carro
celestial. Como sacerdote entrenado, además documentó el sitio y la
fecha: “fue en el quinto día del cuarto mes en el quinto año del
exilio, o sea alrededor del  594 a.C., cuando estaba entre los exiliados
en los bancos del Khabur, que los cielos se abrieron y tuve visiones de
Elohim
’,  señaló Ezequiel al inicio de sus profecías; y lo que
vio, apareciendo en un remolino, fueron luces centelleantes y rodeadas
por un resplandor, fue un carruaje divino que podía bajar y subir e ir
hacia los lados, y dentro de él, ‘sobre algo como un trono, el semblante de un hombre’; y escuchó una voz que se dirigía a él como ‘Hijo de Hombre’ anunciándole su tarea profética.





La declaración del Profeta es usualmente transcrita como ‘visiones de Dios’.  El término Elohim, que es plural, ha sido traducido como ‘Dios’ en singular, incluso cuando en la misma Biblia utiliza el plural, como en el Génesis: ‘Y Elohim dijo hagamos al Adán a nuestra imagen y nuestra semejanza’.
En realidad el relato del Adán bíblico es una traducción de los mucho
más detallados textos sumerios de la creación, donde hubo un grupo de
Anunnaki, liderado por Enki, que empleó ingeniería genética para ‘fabricar’ al Adán. El término Elohim se refería a los Anunnaki; y lo que Ezequiel explicó fue que había encontrado una nave celestial Anunnakicerca de Harán. La nave celestial vista por Ezequiel fue descrita como el Kavod de Dios (‘Ese el cual es fuerte’),  el mismo término usado en el Éxodo para describir el vehículo divino que
había aterrizado en el Monte Sinaí. La descripción de la nave
presentada por Ezequiel ha inspirado a generaciones de artistas y
eruditos; y los dibujos resultantes han cambiado con el transcurso del
tiempo, según la tecnología existente.


Los textos antiguos se refieren tanto a naves voladoras como a vehículos espaciales, y describen a los dioses Enlil, Enki, Ninurta, Marduk, Toth, Sin, Shamash e Ishtar, para nombrar los más prominentes, como dioses que poseían vehículos voladores y podían deambular por los cielos de la Tierra o involucrarse en batallas aéreas,
como entre Horus y Seth o Ninurta y Anzu, para no mencionar a los
dioses indoeuropeos. De todas las variadas descripciones y
representaciones pictóricas de las ‘barcas celestiales’ de los dioses, la más apropiada a la visión de Ezequiel de un torbellino parece ser el ‘carruaje remolino
dibujado en el lugar en Jordania  donde el Profeta Elías fue subido al
cielo. Como un tipo de helicóptero, tenía que servir como un transbordador espacial hasta donde una nave espacial de gran alcance estuviera estacionada.


La misión de Ezequiel fue profetizar y advertir a sus compatriotas exiliados del venidero Día del Juicio por las injusticias y abominaciones de todas las naciones. Luego, un año más tarde, la misma ‘semblanza de hombre’  se
le apareció de nuevo, lo tomó y se lo llevó hasta Jerusalén, para que
profetice allí. Como hemos dicho la ciudad estaba pasando por un
terrible sitio, que provocó hambruna, una humillante derrota, un saqueo,
una ocupación babilónica y el exilio del rey y toda la nobleza. Al
llegar allí Ezequiel vio una escena de incumplimiento de la ley y de la
observancia religiosa. Al preguntar que estaba sucediendo, escuchó a los
reunidos, en luto, quejándose: “Yahveh no nos observa más, ¡Yahveh ha abandonado la Tierra!”.
Esta fue, creemos, la razón por la cual Nabucodonosor se atrevió a
atacar Jerusalén de nuevo y destruir el templo de Yahveh. Era una
situación idéntica a la que Adda-Guppi había reportado de Harán: ‘Sin, el señor de los dioses, se enojó con su ciudad y su gente, y subió al cielo; y la ciudad y su gente se arruinaron’


No se puede tener certeza de cómo o por qué los sucesos ocurridos en
el norte de Mesopotamia despertaron la idea en la distante Judá de que
también Yahveh había abandonado la Tierra, pero es evidente que la
palabra que Dios y los dioses partieron se había esparcido por
todas partes. Ciertamente, la tablilla VAT 7847, que fue mencionada
anteriormente en conexión con el eclipse solar, señala lo siguiente en
una sección profética en relación a calamidades que duraron 200 años: “Crepitantes
los dioses, volando, de las tierras se irán, de los pueblos serán
separados. La gente dejará que las moradas de los dioses se arruinen. La
compasión y la bondad cesarán. Enlil, en furia, se irá
”.





Tenemos un documento que expande de forma considerable el éxodo
divino: los enojados dioses, liderados por Enlil, volaron lejos de sus
tierras. No fue sólo Sin quién estaba molesto y se fue. Hay además otro
documento. Está clasificado por los académicos como perteneciente a ‘fuentes proféticas neo-asirias’, aunque sus primeras palabras sugieren la autoría de un devoto de Marduk: “Marduk,
el Enlil de los dioses, se enojó. Su mente se puso furiosa. Diseñó un
plan malvado para dispersar la tierra y sus pueblos. Su enojado corazón
estaba torcido en arrasar la tierra y su gente. Una dolorosa maldición
se formó en su boca. Portentos malvados indicando la rotura de la
armonía celestial comenzaron a aparecer en abundancia en el cielo y la
Tierra. 
Los planetas en los senderos de Enlil, Anu y Ea erraron
sus posiciones y repetidamente revelaron augurios anómalos. Arahtu, el
río de la abundancia, se convirtió en un torrente embravecido. Una feroz
oleada de agua, una avalancha violenta como el Diluvio arrasó la
ciudad, sus casas y santuarios, tornándolos en ruinas. Los dioses y
diosas tuvieron miedo, abandonaron sus santuarios, volaron lejos como
pájaros y subieron al cielo
”.


Lo que es común a todos estos textos son las afirmaciones de que los dioses se enojaron con la gente, los dioses ‘volaron lejos como pájaros y ascendieron al cielo
Estamos bastante informados que la partida fue acompañada por inusuales
fenómenos celestes y algunos disturbios terrestres. Hay aspectos del Día del Señor como lo profetizado por los Profetas bíblicos: La partida estuvo relacionada al Retorno de Nibiru y los dioses dejaron la Tierra cuando vino Nibiru. El texto VAT 7847 incluye
una intrigante referencia a un período calamitoso de dos siglos. El
texto no aclara si esa era una predicción de lo que siguió a la partida
de los dioses o si fue durante este momento que creció su enojo y
decepción para con la Humanidad, que los empujó a la partida. Parece que
esto último es lo más probable, porque probablemente no es coincidencia
que la era de la profecía bíblica en relación al pecado de las naciones
y el juicio que viene con el Día del Señor  comenzase con Amós y Oseas alrededor de 760/750 a.C., dos siglos antes que el retorno de Nibiru.


Durante dos siglos,  desde Jerusalén, los profetas clamaron por la
justicia y honestidad de la gente y la paz entre las naciones,
desdeñando las ofrendas sin sentido y el culto a ídolos sin vida,
 denunciando las conquistas y la destrucción sin piedad, y advirtiendo a
una nación tras otra, incluida Israel, de los inevitables castigos.
Pero todo fue en vano. Por esta razón se produjo un gradual incremento
del enojo divino y la decepción. Y la conclusión de los Anunnaki fue que era tiempo de irse.
Todo ello trae a la mente la pasada decisión de los dioses, liderados
por el decepcionado Enlil, de guardar el secreto del venidero Diluvio a
la Humanidad  y la huida de los dioses en sus naves aéreas. Ahora, de
nuevo, mientras Nibiru estaba acercándose de nuevo, fueron los dioses
partidarios de Enlil los que prepararon la partida. ¿Quiénes fueron los
dioses que se fueron, cómo lo hicieron, y adónde fueron si Sin pudo
volver al cabo de pocas décadas?





Para las respuestas retrocedamos hasta el inicio. Cuando los
Anunnaki, liderados por Ea/Enki, vinieron a la Tierra para obtener el
oro con el cual proteger su atmósfera planetaria en peligro y se
planearon extraer el oro de las aguas del Golfo Pérsico. Cuando eso no
funcionó, cambiaron las operaciones mineras al sudeste de África y luego
fundían y refinaban el oro extraído en el E.DIN, la futura Sumer. Su
cantidad aumentó a 600 anunnaki en la Tierra más 300 Igigi que operaban
las naves aéreas en una estación en Marte, desde la cual las grandes
naves espaciales hacia Nibiru podían ser lanzadas con mayor facilidad.
Enlil, el hermanastro de Enki y rival por la sucesión, vino y fue puesto
como comandante general.


Cuando se amotinaron los Anunnaki por el duro trabajo en las minas, Enki sugirió crear un ‘Trabajador Primitivo’. Y esto fue hecho mediante la mejora genética de un existente homínido. Y entonces los Anunnaki comenzaron a ‘tomar las hijas del Adán como esposas y tuvieron hijos con ellas’. Cuando vino el Diluvio, el enfurecido Enlil dijo “dejemos perecer a la humanidad”’ porque ‘la maldad del Hombre era grande en la Tierra’.  Pero Enki, a través de un ‘Noé
frustró el plan. La Humanidad sobrevivió, proliferó, y con el tiempo se
le concedió la civilización. El Diluvio que cayó sobre la Tierra inundó
las minas en África, pero expuso una veta de oro en las montañas de Los
Andes en Sudamérica, permitiendo a los Anunnaki obtener más oro, con
mayor rapidez y facilidad, y sin la necesidad de fundirlo y refinarlo,
porque las pepitas de oro puro de las montañas sólo necesitaban ser
limpiadas. También hizo posible reducir la cantidad de Anunnaki
necesarios en la Tierra.


En su visita de estado a la Tierra, alrededor del 4000 a.C., Anu y
Antu estuvieron en la tierra aurífera situada en las costas del Lago
Titicaca. La visita sirvió como una oportunidad para comenzar a reducir
el número de Anunnaki en Tierra. Además se aprobaron tratados de paz
para reconducir la rivalidad de los hermanastros y sus seguidores. Pero
mientras Enki y Enlil aceparon la división territorial, el hijo de Enki,
 Marduk,  jamás desistió de la disputa por la supremacía que incluía el
control de los antiguos puertos espaciales. Fue entonces que los
partidarios de Enlil comenzaron a preparar instalaciones espaciales
alternativas en Sudamérica.Cuando el puerto espacial postdiluviano en el Sinaí fue destruído por las bombas nucleares en el 2024 a.C., las instalaciones en Sudamérica fueron las únicas que permanecieronen manos de los partidarios de Enlil.





Y así, cuando los enojados líderes Anunnaki decidieron que era tiempo
de irse, algunos pudieron usar la estación de aterrizaje; otros, quizá
con un último botín de oro, tuvieron que utilizar las instalaciones
sudamericanas, cerca del lugar donde Anu y Antu estuvieron durante su
visita al área. El lugar,  ahora llamado PumaPunku,  se halla a corta
distancia del  lago Titicaca. Pero cuando en el pasado el lago era más
grande,  PumaPunku estaba ubicado en la orilla sur del lago, con
instalaciones portuarias. Todavía puede verse una fila de cuatro
estructuras derruidas, cada una formada por un gigantesco monolito
vaciado. Cada uno de estos monolitos estaba completamente cubierto con
placas de oro, sujetas con clavos de oro, un increíble tesoro que fue
saqueado por los españoles.


Todavía constituye un misterio cómo fueron vaciadas con tanta
precisión y cómo cuatro enormes rocas fueron llevadas hasta aquel
 lugar. Los hallazgos arqueológicos del lugar incluyen un gran número de
grandes bloques de piedra que fueron cortados y colocados con
precisión. No es necesario saber mucho de ingeniería para comprender que
esas piedras fueron cortadas, taladradas y conformadas con una
increíble capacidad tecnológica y un sofisticado equipamiento. Incluso
actualmente  es dudoso que una obra de este tipo  pudiera hacerse. La
confusión aumenta por el misterio del propósito de tales prodigios
tecnológicos; obviamente, se trata de algo aún sin develar pero
altamente sofisticado. Si era para servir como fundición de instrumentos
complejos, ¿de qué tipo de instrumentos se trata?


Sólo los Anunnaki poseían la tecnología para hacer aquellos moldes y
emplearlos en su producción. El principal centro de los Anunnaki estaba
situado a poca distancia  tierra adentro, en un lugar hoy conocido como
Tiwanaku (anteriormente conocido como Tiahuanacu), en Bolivia. George
Squier, uno de los primeros exploradores europeos en llegar allí en los
tiempos actuales, en su libro ‘Perú Ilustrado’  describió el lugar como la ‘Baalbek del Nuevo Mundo’, una comparación más real de lo que él imaginó. El siguiente explorador importante de Tiwanaku, Arthur Posnansky, en su libro “Tiwanaco – la Cuna del Hombre Americano”,
llegó a asombrosas conclusiones en relación a la antigüedad del lugar.
Las principales estructuras de superficie en Tiwanaco, aparte de las
numerosas estructuras subterráneas, incluyen el Akapana, una colina
artificial plagada de canales y compuertas, que parece servían para el
proceso de obtención de oro.





La Puerta del Sol es una conocida estructura que también fue cortada a
partir de un monolito, con la precisión exhibida en Puma-Punku.
Probablemente sirvió algún propósito astronómico y como calendario, tal
como sugieren las imágenes que se han grabado en este monumento. Estas
imágenes son dominadas por una gran imagen del dios Viracocha
sosteniendo un arma de rayos,  que claramente se parece al dios
Adad/Teshub en el Próximo Oriente. La Puerta del Sol está ubicada de
manera que forma una unidad de observación astronómica con otra
estructura en Tiwanaco, llamada la Kalasasaya, que es una gran
estructura rectangular con un patio hundido y rodeado de cuatro pilares
de piedra.


La sugerencia de Posnansky de que el Kalasasaya servía como un
observatorio ha sido confirmada por otros exploradores. Su conclusión es
que los alineamientos astronómicos de la Kalasasaya muestran que fue
construida miles de años antes que los Incas. Esta afirmación era tan
increíble que las instituciones astronómicas alemanas enviaron equipos
de científicos  para investigarlo. Sus informes afirman que la
orientación de Kalasasaya sin duda encaja con la inclinación terrestre
que había el 10000 a.C., o el 4000 a.C. Cualquiera de estas fechas es
válida: la primera es una fecha que podemos situar un poco después de
Diluvio, cuando comenzaron en América las operaciones para obtener oro; y
la última fecha es la de la última visita del dios Anu.  Ambas fechas
encajan con las actividades anunnakis en aquella región, ya que la
evidencia de la presencia de los dioses partidarios de Enlil se
encuentra por todas partes.


Las investigaciones arqueológicas, geológicas y mineralógicas del
área confirmaron que Tiwanaku sirvió también como centro metalúrgico.
Varios hallazgos  y su similitud con representaciones en antiguos
centros hititas, en Turquía, sugieren  que las operaciones para obtener
oro y estaño (necesario para producir bronce) fueron supervisadas por Ishkur/Adad, el hijo más joven de Enlil. Su dominio en el Viejo Mundo fue Anatolia, donde fue venerado por los hititas como Teshub, el ‘dios del clima’,  cuyo
símbolo era una vara con rayos. Este símbolo, enigmáticamente tallado
en una empinada ladera de un acantilado, puede ser vista desde el aire o
desde el mar en la bahía de Paracas, Perú, un puerto natural alineado
con Tiwanaku. Llamado el candelabro, este símbolo tiene unos 140 metros
de largo por 80 de ancho, y sus líneas han sido grabadas con una
profundidad de medio metro en rocas duras.   Y al norte de esta bahía,
tierra adentro, en el desierto entre los ríos Ingenio y Nazca, los
exploradores han encontrado uno de los más misteriosos enigmas de la antigüedad: las llamadas Líneas de Nazca.
Una vasta área,  de unos 300 kilómetros cuadrados, fue empleado por
alguien para dibujar en ella imágenes delineadas, con dibujos tan
grandes que no tienen sentido a ras de suelo. Pero cuando se ven desde
el aire, representan con claridad distintos tipos de animales, algunos
conocidos y otros imaginarios.





Estos dibujos fueron hechos removiendo la superficie del terreno
hasta una profundidad de varios centímetros. Cualquiera que vuele sobre
el área concluye que alguien desde el aire orientó sobre como horadar el
terreno. Sin embargo, directamente relacionado con el tema de la partida de los anunnaki, hay algo aún más misterioso en las Líneas de Nazca: lo que parecen ser anchas pistas de despegue y aterrizaje.
Rectas continuas que corren a lo largo de colinas y valles, sin
importar la textura del terreno. Hay unas 740 líneas rectas, combinadas
en ocasiones con trapezoides. Con frecuencia se entrecruzan unas a otras
sin ton ni son, a veces corriendo sobre los dibujos de animales,
revelando que las líneas fueron hechas en diferentes fechas. Varios
intentos para resolver el misterio de las líneas fracasaron cada vez que
se explicó como hechas por los nativos peruanos, por gente de la
cultura Nazca o por una civilización Paraca. Tampoco han encontrado una
explicación los  estudios que apuntan a orientaciones astronómicas
encubiertas en las líneas, tales como alineamientos con solsticios,
equinoccios, algunas estrellas, etc.Para todos los que omiten una solución basada en  ‘Antiguos Astronautas’, el enigma sigue sin resolver.


Más que haber estado ahí para posibilitar un despegue,
parecen que estas líneas son el resultado del despegue de las naves, que
han dejado una huella al deslizarse sobre la superficie
. Que las ‘cámaras celestiales
de los Anunnaki producían tales marcas queda indicado en la pictografía
sumeria en relación a las naves espaciales de los dioses. Parece ser
que Nazca fue el último puerto espacial de los Anunnaki.
Les sirvió cuando el otro puerto espacial en el Sinaí fue destruido, y
posteriormente les sirvió para la partida final de nuestro planeta.
Desgraciadamente no hay informes de testigos de vuelos en Nazca. Pero si
que hay textos de Harán y Babilonia referentes a los vuelos que
empleaban la estación de aterrizaje en Baalbek, Líbano. Los
informes de testigos relacionados con esos vuelos y las naves Anunnaki
incluyen el testimonio del profeta Ezequiel y las inscripciones de Adda-Guppi y Nabuna’id. La conclusión inevitable debe ser que desde el 610 a.C. hasta el 560 a.C. los dioses Anunnaki fueron abandonando la Tierra de manera sistemática.





Pero, ¿a dónde iban cuando abandonaban la Tierra? Tuvo que
ser a un lugar desde donde el dios Sin pudiese retornar relativamente
pronto a la Tierra
, tal como hemos visto anteriormente. Ese lugar se supone que era la antiguaEstación en Marte,
desde donde las naves de larga distancia volaban para dirigirse a
Nibiru. El conocimiento sumerio de nuestro sistema solar incluía
referencias al empleo de Marte como una estación de paso para
los Anunnaki. Esto queda claramente representado en un sello cilíndrico
de más de 4500 años de antigüedad, que puede verse en  el Museo
Hermitage de San Petersburgo, en Rusia.  Este sello muestra un
astronauta en Marte, indicado como  el sexto planeta, contando desde el
exterior del sistema solar,  comunicándose con uno en la Tierra,
representado como el séptimo planeta,  con una nave aérea en los cielos
entre ellos. Debido a la menor gravedad marciana comparada con la
terrestre, los Anunnaki habían encontrado más fácil y lógico utilizar
pequeños transportes espaciales desde la Tierra a Marte, y desde allí,
utilizando grandes naves, dirigirse a Nibiru.


Hace un cierto tiempo Marte era considerado un planeta sin oxigeno,
sin agua, sin vida y con un ambiente hostil. Pero actualmente  hay
evidencias de que en Marte hay agua y asimismo se tienen fotografías de
estructuras piramidales y de un enigmático rostro humano. Parece que
Marte tuvo una atmósfera considerable, de la que aún conserva una
delgada capa de oxígeno. También alguna vez tuvo ríos, lagos, océanos y
todavía conserva agua, bajo la superficie o en pequeños lagos
congelados. En 2005 naves de la NASAenviaron evidencias químicas y
fotográficas que llevaron a esas conclusiones. Todo ello es suficiente
para mostrar que Marte pudo servir como una estación espacial  para los
Anunnaki. Fue el primer destino de los dioses que se iban de la Tierra,
como confirma el rápido retorno del dios Sin. ¿Quiénes se
fueron, quiénes se quedaron, quiénes pueden regresar a la Tierra?
Creemos que algunas de las respuestas vendrán de Marte.






http://oldcivilizations.wordpress.com/2010/11/19/%C2%BFcuando-volveran-los-%E2%80%9Cdioses%E2%80%9D-de-sumer-la-huida-de-los-%E2%80%9Cdioses%E2%80%9D/#more-1626
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