jueves, 13 de enero de 2011
I SAMUEL 4: Guerra Contra los Filisteos
ESCOGIDOS PARA VENCER AL ENEMIGO
Los filisteos era el último pueblo cananeo que los israelitas debían
vencer para lograr la conquista completa de la Tierra Prometida. Para
lograrlo, Dios levantó a dos hombres con voto nazareo de nacimiento.
Ellos eran “niños milagro”, nacidos de mujeres que habían sido
estériles. Estos hijos no iban a ser hombres comunes y corrientes, sino
que habían nacido con un propósito muy especial. Ambos eran
contemporáneos, y sus nombres eran: Sansón y Samuel
SANSÓN fue el primero en ser elegido por Dios para vencer a los filisteos, los últimos enemigos que habitaban en Canáan.
(Jueces 13:2-5) Y había un hombre de
Zora, de la familia de los danitas, el cual se llamaba Manoa; su mujer
era estéril y no había tenido hijos. (3) Entonces el ángel del SEÑOR se
le apareció a la mujer, y le dijo: He aquí, tú eres estéril y no has
tenido hijos, pero concebirás y darás a luz un hijo. (4) Ahora pues,
cuídate de no beber vino ni licor, y de no comer ninguna cosa inmunda.
(5) Pues he aquí, concebirás y darás a luz un hijo; no pasará navaja
sobre su cabeza, porque el niño será nazareo para Dios desde el seno
materno; y él comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos.
Dios le dio a Sansón una extraordinaria fuerza física, suficiente para
acabar con los enemigos. Lamentablemente, éste no tuvo la sabiduría para
usarla bien. En lugar de vivir para Dios, él vivió para sus propios
deseos. En lugar de vencer a los enemigos, terminó casándose con una
filistea y luego se involucró con otra (Dalila), quien lo llevó a su
perdición.
Casi al mismo tiempo, el Señor levantó otro joven con voto nazareo cuyo
nombre era Samuel. Lo que Sansón no logró con fuerzas humanas, Samuel lo
realizó con armas espirituales. Él dedicó su vida a Dios, y se
convirtió en el siguiente juez y profeta de Israel. Samuel enseñó al
pueblo la forma correcta en que debían vivir. A la hora de enfrentar a
los enemigos, él les dió dirección espiritual.
(1 Samuel 4:1) La palabra de Samuel
llegaba a todo Israel. Cuando Israel salió para enfrentarse en batalla
con los Filisteos, acampó junto a Ebenezer, mientras que los Filisteos
habían acampado en Afec.
GUERRA CONTRA LOS FILISTEOS
Como ya mencionamos, los últimos enemigos que Israel debía vencer eran
los filisteos. Estos no se dejaron esperar, sino que avanzaron tierra
adentro para pelear contra los israelitas.
La palabra “Filisteos” en hebreo es: Pilshti que significa “inmigrantes”.
Era una nación que posiblemente venían de Creta. Era un pueblo marítimo y
comerciante, que se había establecido en la costa de Canaán.
En tiempos de Samuel, los filisteos no se conformaron con vivir en la
costa, sino que comenzaron a avanzar tierra adentro. El texto dice que
los Filisteos estaban acampados en Afec (lit. fuerte, fortaleza). Hay varios pueblos que reciben el nombre de “Afec”
en la Biblia, pero éste se refiere al que se encuentra al este de lo
que hoy es Tel Aviv, comenzando a subir la región montañosa de Efraín.
Los israelitas salieron a su encuentro para detener su avanzada. El ejército israelita acampó en Ebenezer (lit. piedra de ayuda). [En el capítulo 7 leeremos como este lugar obtuvo su nombre.]
DERROTA DE ISRAEL
En este encuentro militar, Israel fue derrotado por los filisteos.
(1 Sam. 4:2) Los Filisteos se pusieron
en orden de batalla para enfrentarse a Israel. Entablado el combate,
Israel fue derrotado delante de los Filisteos, quienes mataron como a
4,000 hombres en el campo de batalla.
Muchos israelitas se preguntaban por qué Dios había permitido tal derrota.
(1 Sam. 4:3) Cuando el pueblo volvió
al campamento, los ancianos de Israel dijeron: "¿Por qué nos ha
derrotado hoy el SEÑOR delante de los Filisteos? Tomemos con nosotros,
de Silo, el arca del pacto del SEÑOR, para que vaya en medio de nosotros
y nos libre del poder de nuestros enemigos."
Durante los 14 años de conquista de la Tierra Prometida, el Arca del
Pacto acompañó al ejército de Israel en sus batallas y el Señor les dio
la victoria. Sin embargo, la victoria no provenía del Arca en sí, sino
de lo que representaba.
(Deu. 31:24-26) Y sucedió que cuando
Moisés terminó de escribir las palabras de esta ley en un libro, hasta
su conclusión, (25) Moisés ordenó a los levitas que llevaban el arca del
pacto del SEÑOR, diciendo: (26) Tomad este libro de la ley y colocadlo
junto al arca del pacto del SEÑOR vuestro Dios, para que permanezca allí
como testigo contra vosotros.
Los ancianos sabían que para vencer al enemigo, el Señor debía ir con
ellos, pues Él da la victoria. Pero confundieron a Dios con el Arca.
Creyeron que todo lo que necesitaban era el Arca, y la usaron como un
amuleto.
La Biblia hace referencia al Arca del Pacto como el lugar dónde el Señor
escogió para presentarse ante su pueblo y hablarles (Exo. 25:21-22;
Num. 7:89). Sin embargo, ellos se acercaron al Arca, no en busca de
Dios, sino sólo en búsqueda del poder que emanaba de ella. No
reconocieron que la derrota se debía a su desobediencia. Olvidaron que
el Arca llevaba dentro de ella el Pacto, el cual decía que si ellos no
obedecían la Ley de Dios tendrían consecuencias…
(Exo. 23:20-23) He aquí, yo enviaré un
ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te traiga al
lugar que yo he preparado. (21) Sé prudente delante de él y obedece su
voz; no seas rebelde contra él, pues no perdonará vuestra rebelión,
porque en él está mi nombre. (22) Pero si en verdad obedeces su voz y
haces todo lo que yo digo, entonces seré enemigo de tus enemigos y
adversario de tus adversarios. (23) Pues mi ángel irá delante de ti y te
llevará a la tierra del amorreo, del hitita, del ferezeo, del cananeo,
del heveo y del jebuseo; y los destruiré por completo.
(Otras referencias: Deut. 28:15,25)
Los líderes del pueblo fueron a buscar el Arca de Dios a Silo, donde
estaba el Tabernáculo. Querían llevársela al campo de batalla para que
les sirviera como amuleto para tener “buena suerte” en la batalla.
(1 Sam. 4:4-5) El pueblo envió gente a
Silo, y trajeron de allí el arca del pacto del SEÑOR de los ejércitos
que está sobre los querubines. Los dos hijos de Elí, Ofni y Finees,
estaban allí con el arca del pacto de Dios.
Todo el campamento de Israel se animó en sobremanera al enterarse que el Arca del Pacto estaba en medio de ellos.
(1 Sam. 4:5) Y aconteció que cuando el arca del pacto del SEÑOR entró al campamento, todo Israel gritó (heb. Ruá) con voz tan fuerte (heb. Teruá Gadola) que la tierra tembló.
Ruá —gritar
Teruá –grito
Sonar la trompeta, dar alarma de batalla, señal de alarma o guerra, grito de gozo
TEMOR AL DIOS DE ISRAEL
Los hijos de Eli estaban a cargo de todas las cosas del Tabernáculo. En
lugar de oponerse a este plan, se unieron. Ellos no tenían temor de
Dios, por lo tanto, no les importaba usar el Arca como “amuleto”.
Irónicamente, fueron los Filisteos quienes tuvieron temor del Dios de Israel.
(1 Sam. 4:6-9) Al oír los Filisteos el
ruido del clamor (Teruá), dijeron: "¿Qué significa el ruido de este
gran clamor (Teruá Gadola) en el campamento de los Hebreos?" Entonces
comprendieron que el arca del SEÑOR había llegado al campamento. (7) Y
los Filisteos tuvieron temor (Yaré), pues dijeron: "Dios ha venido al
campamento." Y añadieron: "¡Ay de nosotros! Porque nada como esto ha
sucedido antes. (8) "¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de
estos dioses poderosos? Estos son los dioses que hirieron a los Egipcios
en el desierto con toda clase de plagas. (9) "Cobren ánimo y sean
hombres, oh Filisteos, para que no lleguen a ser esclavos de los Hebreos
como ellos han sido esclavos de ustedes. Sean hombres, pues, y peleen."
Para más, los filisteos no olvidaron lo que Dios había hecho por Israel en Egipto.
Los filisteos pensaban que ya estaban perdidos.
La palabra para “Temor” es Yaré, que implica “temor reverente”, no “miedo”.
Ellos tenían un temor de respeto, sin embargo no de arrepentimiento. A
pesar de sentir temor, ellos pelearon por defender su libertad. … y para
su sorpresa, ganaron.
NUEVA DERROTA DE ISRAEL
El ejército israelita fue derrotado por los filisteos de nuevo, a pesar que el Arca los acompañaba.
(1 Sam. 4:10) Los Filisteos pelearon,
Israel fue derrotado y cada cual huyó a su tienda; la mortandad fue muy
grande, pues de Israel cayeron 30,000 soldados de a pie.
Lo más delicado de esta derrota fue lo que sucedió con el Arca del Pacto y con los principales sacerdotes de ese tiempo:
(1 Sam. 4:11) El arca de Dios fue capturada, y murieron Ofni y Finees, los dos hijos de Elí.
MALAS NUEVAS
Un hombre de la Tribu de Benjamín llevó las “malas nuevas” a Eli.
(1 Sam. 4:12-18) Y un hombre de
Benjamín corrió del campo de batalla, y llegó aquel mismo día a Silo,
con sus vestidos rotos y polvo sobre su cabeza. (13) Cuando llegó, Elí
estaba sentado en su asiento junto al camino esperando ansiosamente,
porque su corazón temblaba por causa del arca de Dios. Así pues, el
hombre fue a anunciarlo en la ciudad, y toda la ciudad prorrumpió en
gritos. (14) Al oír Elí el ruido de los gritos, dijo: "¿Qué significa el
ruido de este tumulto?" Entonces el hombre se acercó apresuradamente y
dio la noticia a Elí. (15) Elí tenía noventa y ocho años, sus ojos se
habían cegado y no podía ver. (16) El hombre le dijo a Elí: "Yo soy el
que vine del campo de batalla. Hoy escapé del campo de batalla." "¿Cómo
fueron las cosas, hijo mío?" preguntó Elí. (17) El que trajo la noticia
respondió: "Israel ha huido delante de los Filisteos, además ha habido
gran matanza entre el pueblo, también han muerto tus dos hijos, Ofni y
Finees, y el arca de Dios ha sido tomada." (18) Cuando mencionó el arca
de Dios, Elí cayó de su asiento hacia atrás, junto a la puerta, se
rompió la nuca y murió, pues era entrado en años y pesaba mucho. Elí
había juzgado a Israel durante cuarenta años.
Nuevamente vemos a Eli “gordo”, “sentado” y “ciego”.
La Palabra señala que Eli sirvió como juez. Sin embargo, no pudo poner
en orden a sus propios hijos. Como vimos en el cap. 3, el juez fue
juzgado. Tal como había dicho el profeta, sus hijos murieron antes de
tiempo, aún siendo jóvenes.
HIJO DE FINEES
En medio de esta tragedia, nació un hijo de Finees.
(1 Sam. 4:19-22) Su nuera, la mujer de
Finees, estaba encinta y a punto de dar a luz, y al oír la noticia que
el arca de Dios había sido tomada y que su suegro y su marido habían
muerto, se arrodilló y dio a luz, porque le sobrevinieron los dolores de
parto. (20) Al tiempo que moría, las mujeres que estaban junto a ella
le dijeron: "No temas, porque has dado a luz un hijo." Ella no respondió
ni prestó atención. (21) Pero llamó al niño Icabod (lit. Sin gloria) y
dijo: "¡Se ha ido (heb. Galá, relacionado con Galut—exilio) la gloria de
Israel!" por haber sido tomada el arca de Dios, y por la muerte de su
suegro y de su marido. (22) Ella dijo: "Se ha ido la gloria de Israel,
porque el arca de Dios ha sido tomada."
Este hijo representa el fruto de las obras de los Hijos de Eli. El fruto
de la desobediencia es la muerte, no vida. Los Hijos de Eli representan
un sistema religioso que habla de Dios pero no lo conoce. El fruto de
la religiosidad es que la gloria de Dios se va.
FIN DE SILO
Con la muerte de Eli y sus hijos, todo el sistema religioso se vio
afectado. El tabernáculo se quedó sin sumo sacerdote. Sin el Arca del
Pacto, el Tabernáculo ya no tenía sentido.
Como lo señala el salmista, en ese momento la Presencia de Dios abandonó Silo.
(Sal. 78:60) Abandonó la morada en Silo, la tienda que había levantado entre los hombres.
Jeremías usó el ejemplo de Silo para advertir a su pueblo que no siguieran el mismo camino que los Hijos de Eli.
(Jer. 7:11-12) ¿Se ha convertido esta
casa, que es llamada por mi nombre, en cueva de ladrones delante de
vuestros ojos? He aquí, yo mismo lo he visto--declara el SEÑOR. (12)
Ahora pues, id a mi lugar en Silo, donde al principio hice morar mi
nombre, y ved lo que hice con él a causa de la maldad de mi pueblo
Israel.
(Jer. 26:4-9) Les dirás: "Así dice el
SEÑOR: 'Si no me escucháis, para andar en mi ley que he puesto delante
de vosotros, (5) escuchando las palabras de mis siervos los profetas que
os he enviado repetidas veces, pero no los habéis escuchado, (6)
entonces pondré esta casa como Silo, y esta ciudad la pondré por
maldición para todas las naciones de la tierra.'" (7) Y los sacerdotes,
los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras en
la casa del SEÑOR. (8) Cuando Jeremías terminó de decir todo lo que el
SEÑOR le había mandado que hablara a todo el pueblo, lo apresaron los
sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, diciendo: De cierto, morirás.
(9) ¿Por qué has profetizado en nombre del SEÑOR, diciendo: "Esta casa
será como Silo y esta ciudad quedará desolada sin habitante alguno?" Y
todo el pueblo se congregó contra Jeremías en la casa del SEÑOR.
Lamentablemente el pueblo no atendió a la advertencia de Jeremías, y
Dios permitió que el Templo de Salomón fuera destruido por los
babilonios. Pero antes de eso, la Presencia de Dios abandonó el Templo
(Eze. 10).
Los filisteos era el último pueblo cananeo que los israelitas debían
vencer para lograr la conquista completa de la Tierra Prometida. Para
lograrlo, Dios levantó a dos hombres con voto nazareo de nacimiento.
Ellos eran “niños milagro”, nacidos de mujeres que habían sido
estériles. Estos hijos no iban a ser hombres comunes y corrientes, sino
que habían nacido con un propósito muy especial. Ambos eran
contemporáneos, y sus nombres eran: Sansón y Samuel
SANSÓN fue el primero en ser elegido por Dios para vencer a los filisteos, los últimos enemigos que habitaban en Canáan.
(Jueces 13:2-5) Y había un hombre de
Zora, de la familia de los danitas, el cual se llamaba Manoa; su mujer
era estéril y no había tenido hijos. (3) Entonces el ángel del SEÑOR se
le apareció a la mujer, y le dijo: He aquí, tú eres estéril y no has
tenido hijos, pero concebirás y darás a luz un hijo. (4) Ahora pues,
cuídate de no beber vino ni licor, y de no comer ninguna cosa inmunda.
(5) Pues he aquí, concebirás y darás a luz un hijo; no pasará navaja
sobre su cabeza, porque el niño será nazareo para Dios desde el seno
materno; y él comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos.
Dios le dio a Sansón una extraordinaria fuerza física, suficiente para
acabar con los enemigos. Lamentablemente, éste no tuvo la sabiduría para
usarla bien. En lugar de vivir para Dios, él vivió para sus propios
deseos. En lugar de vencer a los enemigos, terminó casándose con una
filistea y luego se involucró con otra (Dalila), quien lo llevó a su
perdición.
Casi al mismo tiempo, el Señor levantó otro joven con voto nazareo cuyo
nombre era Samuel. Lo que Sansón no logró con fuerzas humanas, Samuel lo
realizó con armas espirituales. Él dedicó su vida a Dios, y se
convirtió en el siguiente juez y profeta de Israel. Samuel enseñó al
pueblo la forma correcta en que debían vivir. A la hora de enfrentar a
los enemigos, él les dió dirección espiritual.
(1 Samuel 4:1) La palabra de Samuel
llegaba a todo Israel. Cuando Israel salió para enfrentarse en batalla
con los Filisteos, acampó junto a Ebenezer, mientras que los Filisteos
habían acampado en Afec.
GUERRA CONTRA LOS FILISTEOS
Como ya mencionamos, los últimos enemigos que Israel debía vencer eran
los filisteos. Estos no se dejaron esperar, sino que avanzaron tierra
adentro para pelear contra los israelitas.
La palabra “Filisteos” en hebreo es: Pilshti que significa “inmigrantes”.
Era una nación que posiblemente venían de Creta. Era un pueblo marítimo y
comerciante, que se había establecido en la costa de Canaán.
En tiempos de Samuel, los filisteos no se conformaron con vivir en la
costa, sino que comenzaron a avanzar tierra adentro. El texto dice que
los Filisteos estaban acampados en Afec (lit. fuerte, fortaleza). Hay varios pueblos que reciben el nombre de “Afec”
en la Biblia, pero éste se refiere al que se encuentra al este de lo
que hoy es Tel Aviv, comenzando a subir la región montañosa de Efraín.
Los israelitas salieron a su encuentro para detener su avanzada. El ejército israelita acampó en Ebenezer (lit. piedra de ayuda). [En el capítulo 7 leeremos como este lugar obtuvo su nombre.]
DERROTA DE ISRAEL
En este encuentro militar, Israel fue derrotado por los filisteos.
(1 Sam. 4:2) Los Filisteos se pusieron
en orden de batalla para enfrentarse a Israel. Entablado el combate,
Israel fue derrotado delante de los Filisteos, quienes mataron como a
4,000 hombres en el campo de batalla.
Muchos israelitas se preguntaban por qué Dios había permitido tal derrota.
(1 Sam. 4:3) Cuando el pueblo volvió
al campamento, los ancianos de Israel dijeron: "¿Por qué nos ha
derrotado hoy el SEÑOR delante de los Filisteos? Tomemos con nosotros,
de Silo, el arca del pacto del SEÑOR, para que vaya en medio de nosotros
y nos libre del poder de nuestros enemigos."
Durante los 14 años de conquista de la Tierra Prometida, el Arca del
Pacto acompañó al ejército de Israel en sus batallas y el Señor les dio
la victoria. Sin embargo, la victoria no provenía del Arca en sí, sino
de lo que representaba.
(Deu. 31:24-26) Y sucedió que cuando
Moisés terminó de escribir las palabras de esta ley en un libro, hasta
su conclusión, (25) Moisés ordenó a los levitas que llevaban el arca del
pacto del SEÑOR, diciendo: (26) Tomad este libro de la ley y colocadlo
junto al arca del pacto del SEÑOR vuestro Dios, para que permanezca allí
como testigo contra vosotros.
Los ancianos sabían que para vencer al enemigo, el Señor debía ir con
ellos, pues Él da la victoria. Pero confundieron a Dios con el Arca.
Creyeron que todo lo que necesitaban era el Arca, y la usaron como un
amuleto.
La Biblia hace referencia al Arca del Pacto como el lugar dónde el Señor
escogió para presentarse ante su pueblo y hablarles (Exo. 25:21-22;
Num. 7:89). Sin embargo, ellos se acercaron al Arca, no en busca de
Dios, sino sólo en búsqueda del poder que emanaba de ella. No
reconocieron que la derrota se debía a su desobediencia. Olvidaron que
el Arca llevaba dentro de ella el Pacto, el cual decía que si ellos no
obedecían la Ley de Dios tendrían consecuencias…
(Exo. 23:20-23) He aquí, yo enviaré un
ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te traiga al
lugar que yo he preparado. (21) Sé prudente delante de él y obedece su
voz; no seas rebelde contra él, pues no perdonará vuestra rebelión,
porque en él está mi nombre. (22) Pero si en verdad obedeces su voz y
haces todo lo que yo digo, entonces seré enemigo de tus enemigos y
adversario de tus adversarios. (23) Pues mi ángel irá delante de ti y te
llevará a la tierra del amorreo, del hitita, del ferezeo, del cananeo,
del heveo y del jebuseo; y los destruiré por completo.
(Otras referencias: Deut. 28:15,25)
Los líderes del pueblo fueron a buscar el Arca de Dios a Silo, donde
estaba el Tabernáculo. Querían llevársela al campo de batalla para que
les sirviera como amuleto para tener “buena suerte” en la batalla.
(1 Sam. 4:4-5) El pueblo envió gente a
Silo, y trajeron de allí el arca del pacto del SEÑOR de los ejércitos
que está sobre los querubines. Los dos hijos de Elí, Ofni y Finees,
estaban allí con el arca del pacto de Dios.
Todo el campamento de Israel se animó en sobremanera al enterarse que el Arca del Pacto estaba en medio de ellos.
(1 Sam. 4:5) Y aconteció que cuando el arca del pacto del SEÑOR entró al campamento, todo Israel gritó (heb. Ruá) con voz tan fuerte (heb. Teruá Gadola) que la tierra tembló.
Ruá —gritar
Teruá –grito
Sonar la trompeta, dar alarma de batalla, señal de alarma o guerra, grito de gozo
TEMOR AL DIOS DE ISRAEL
Los hijos de Eli estaban a cargo de todas las cosas del Tabernáculo. En
lugar de oponerse a este plan, se unieron. Ellos no tenían temor de
Dios, por lo tanto, no les importaba usar el Arca como “amuleto”.
Irónicamente, fueron los Filisteos quienes tuvieron temor del Dios de Israel.
(1 Sam. 4:6-9) Al oír los Filisteos el
ruido del clamor (Teruá), dijeron: "¿Qué significa el ruido de este
gran clamor (Teruá Gadola) en el campamento de los Hebreos?" Entonces
comprendieron que el arca del SEÑOR había llegado al campamento. (7) Y
los Filisteos tuvieron temor (Yaré), pues dijeron: "Dios ha venido al
campamento." Y añadieron: "¡Ay de nosotros! Porque nada como esto ha
sucedido antes. (8) "¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de
estos dioses poderosos? Estos son los dioses que hirieron a los Egipcios
en el desierto con toda clase de plagas. (9) "Cobren ánimo y sean
hombres, oh Filisteos, para que no lleguen a ser esclavos de los Hebreos
como ellos han sido esclavos de ustedes. Sean hombres, pues, y peleen."
Para más, los filisteos no olvidaron lo que Dios había hecho por Israel en Egipto.
Los filisteos pensaban que ya estaban perdidos.
La palabra para “Temor” es Yaré, que implica “temor reverente”, no “miedo”.
Ellos tenían un temor de respeto, sin embargo no de arrepentimiento. A
pesar de sentir temor, ellos pelearon por defender su libertad. … y para
su sorpresa, ganaron.
NUEVA DERROTA DE ISRAEL
El ejército israelita fue derrotado por los filisteos de nuevo, a pesar que el Arca los acompañaba.
(1 Sam. 4:10) Los Filisteos pelearon,
Israel fue derrotado y cada cual huyó a su tienda; la mortandad fue muy
grande, pues de Israel cayeron 30,000 soldados de a pie.
Lo más delicado de esta derrota fue lo que sucedió con el Arca del Pacto y con los principales sacerdotes de ese tiempo:
(1 Sam. 4:11) El arca de Dios fue capturada, y murieron Ofni y Finees, los dos hijos de Elí.
MALAS NUEVAS
Un hombre de la Tribu de Benjamín llevó las “malas nuevas” a Eli.
(1 Sam. 4:12-18) Y un hombre de
Benjamín corrió del campo de batalla, y llegó aquel mismo día a Silo,
con sus vestidos rotos y polvo sobre su cabeza. (13) Cuando llegó, Elí
estaba sentado en su asiento junto al camino esperando ansiosamente,
porque su corazón temblaba por causa del arca de Dios. Así pues, el
hombre fue a anunciarlo en la ciudad, y toda la ciudad prorrumpió en
gritos. (14) Al oír Elí el ruido de los gritos, dijo: "¿Qué significa el
ruido de este tumulto?" Entonces el hombre se acercó apresuradamente y
dio la noticia a Elí. (15) Elí tenía noventa y ocho años, sus ojos se
habían cegado y no podía ver. (16) El hombre le dijo a Elí: "Yo soy el
que vine del campo de batalla. Hoy escapé del campo de batalla." "¿Cómo
fueron las cosas, hijo mío?" preguntó Elí. (17) El que trajo la noticia
respondió: "Israel ha huido delante de los Filisteos, además ha habido
gran matanza entre el pueblo, también han muerto tus dos hijos, Ofni y
Finees, y el arca de Dios ha sido tomada." (18) Cuando mencionó el arca
de Dios, Elí cayó de su asiento hacia atrás, junto a la puerta, se
rompió la nuca y murió, pues era entrado en años y pesaba mucho. Elí
había juzgado a Israel durante cuarenta años.
Nuevamente vemos a Eli “gordo”, “sentado” y “ciego”.
La Palabra señala que Eli sirvió como juez. Sin embargo, no pudo poner
en orden a sus propios hijos. Como vimos en el cap. 3, el juez fue
juzgado. Tal como había dicho el profeta, sus hijos murieron antes de
tiempo, aún siendo jóvenes.
HIJO DE FINEES
En medio de esta tragedia, nació un hijo de Finees.
(1 Sam. 4:19-22) Su nuera, la mujer de
Finees, estaba encinta y a punto de dar a luz, y al oír la noticia que
el arca de Dios había sido tomada y que su suegro y su marido habían
muerto, se arrodilló y dio a luz, porque le sobrevinieron los dolores de
parto. (20) Al tiempo que moría, las mujeres que estaban junto a ella
le dijeron: "No temas, porque has dado a luz un hijo." Ella no respondió
ni prestó atención. (21) Pero llamó al niño Icabod (lit. Sin gloria) y
dijo: "¡Se ha ido (heb. Galá, relacionado con Galut—exilio) la gloria de
Israel!" por haber sido tomada el arca de Dios, y por la muerte de su
suegro y de su marido. (22) Ella dijo: "Se ha ido la gloria de Israel,
porque el arca de Dios ha sido tomada."
Este hijo representa el fruto de las obras de los Hijos de Eli. El fruto
de la desobediencia es la muerte, no vida. Los Hijos de Eli representan
un sistema religioso que habla de Dios pero no lo conoce. El fruto de
la religiosidad es que la gloria de Dios se va.
FIN DE SILO
Con la muerte de Eli y sus hijos, todo el sistema religioso se vio
afectado. El tabernáculo se quedó sin sumo sacerdote. Sin el Arca del
Pacto, el Tabernáculo ya no tenía sentido.
Como lo señala el salmista, en ese momento la Presencia de Dios abandonó Silo.
(Sal. 78:60) Abandonó la morada en Silo, la tienda que había levantado entre los hombres.
Jeremías usó el ejemplo de Silo para advertir a su pueblo que no siguieran el mismo camino que los Hijos de Eli.
(Jer. 7:11-12) ¿Se ha convertido esta
casa, que es llamada por mi nombre, en cueva de ladrones delante de
vuestros ojos? He aquí, yo mismo lo he visto--declara el SEÑOR. (12)
Ahora pues, id a mi lugar en Silo, donde al principio hice morar mi
nombre, y ved lo que hice con él a causa de la maldad de mi pueblo
Israel.
(Jer. 26:4-9) Les dirás: "Así dice el
SEÑOR: 'Si no me escucháis, para andar en mi ley que he puesto delante
de vosotros, (5) escuchando las palabras de mis siervos los profetas que
os he enviado repetidas veces, pero no los habéis escuchado, (6)
entonces pondré esta casa como Silo, y esta ciudad la pondré por
maldición para todas las naciones de la tierra.'" (7) Y los sacerdotes,
los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras en
la casa del SEÑOR. (8) Cuando Jeremías terminó de decir todo lo que el
SEÑOR le había mandado que hablara a todo el pueblo, lo apresaron los
sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, diciendo: De cierto, morirás.
(9) ¿Por qué has profetizado en nombre del SEÑOR, diciendo: "Esta casa
será como Silo y esta ciudad quedará desolada sin habitante alguno?" Y
todo el pueblo se congregó contra Jeremías en la casa del SEÑOR.
Lamentablemente el pueblo no atendió a la advertencia de Jeremías, y
Dios permitió que el Templo de Salomón fuera destruido por los
babilonios. Pero antes de eso, la Presencia de Dios abandonó el Templo
(Eze. 10).
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