2.390. LA SOLEDAD EN EL SIGLO XIX. En 2015 se
cumplen 140 años del traslado de las imágenes de la Soledad y el Santo
Entierro a la Prioral.
Procesión de la Hermandad del Santo Entierro y Ntra. Sra. de la Soledad. Año 1906
En la segunda década del siglo XIX, pasada la invasión francesa, la
Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, con sede en el convento
franciscano de la Victoria y una vez recuperada las imágenes de sus
titulares que estuvieron resguardadas en el convento de San Agustín para
evitar su posible profanación por las tropas francesas que ocuparon
parte de las instalaciones conventuales, procesionaba cada viernes santo
desde su capilla hasta la plaza pública existente frente a la iglesia
Mayor Prioral, transitando detrás de la imagen de un crucificado de
larga melena de pelo natural que tenía su capilla, ermita o calvario al
borde del camino real, muy cerca del propio convento de la Victoria,
entre éste y el comienzo de la población.
Una vez en la plaza, el crucificado, cuya denominación era la de
“Cristo del Calvario” se instalaba sobre una especie de montículo
artificial preparado al efecto, quedando solidamente plantado para que
pudiera sostener dos tramos de escaleras por las que ascendían los
frailes quienes, tras desclavar ambas manos, recogían sendos brazos (que
eran articulados) sobre los costados, al tiempo que un tercero,
desclavaba los pies y con la ayuda de otros monjes, pasando unos lienzos
por debajo de las axilas procedían al descendimiento de la imagen de la
cruz donde estaba originalmente, depositándolo en la urna que hacía las
veces de sepulcro, mientras María, dolorosa en soledad, asistía a la
ceremonia desde sus andas.
Monasterio de la Victoria.
Como es fácil de imaginar, cada viernes santo la plaza de la iglesia,
que era al mismo tiempo la plaza mayor de la ciudad puesto que en ella
estaba también el ayuntamiento, se llenaba a rebosar y serian también
numerosas las personas que acompañasen al cortejo procesional desde la
Victoria hasta la plaza de la iglesia, con el titular en la cruz y,
posteriormente, el retorno, con el cristo yacente. Hay quien apunta que
esta escenificación, que anteriormente a estas fechas se celebraba en el
calvario de olivar de la Victoria, tenía lugar en la mañana del viernes
santo. Sea como fuese, parece que en este periodo que citamos era la
única manifestación pública, aparte los Santos Oficios, que se celebraba
en nuestra ciudad durante la semana santa, descendimiento que duró
hasta 1835, fecha e la que marcharon los Mínimos del convento, pues
aunque existía otra hermandad y con igual sede, la Humildad, restaurada
en 1817, todo apunta a que durante este periodo mencionado y hasta
muchos años después no realizó la misma estación de penitencia.
Tampoco
hemos encontrado documentación que certifique la salida pública durante
la siguiente década de esta hermandad, limitándose sus actividades a
los cultos acostumbrados en época de cuaresma y la primera referencia
que tenemos del reinicio de su desfile, es del año 1844, fecha en la que
los jesuitas ocuparon parte de las instalaciones monacales y regentaron
un hospicio allí instaurado, organizando ese año la procesión para la
que solicitan permiso municipal (legajo 1020 de Fiestas de Archivo
Histórico Municipal) indicando que saldría el Viernes Santo a las cuatro
de la tarde de la “capilla de la iglesia del Hospicio” (Monasterio de
la Victoria) haciendo estación en la iglesia Mayor y en este caso,
posiblemente, lo haría solamente la Soledad y en los años siguientes se
incorporaría la imagen del Cristo yacente, reconstituida nuevamente como
hermandad, pues la solicitud de permiso de 1847 la realiza la
“Hermandad de Nuestra Madre y Señora de la Soledad y Santo Sepulcro de
Nuestro Señor Jesucristo”.
Mediado el siglo, sobre 1852, se construyó una capilla anexa a a
iglesia, conectada desde el interior a la que denominaron iglesia de
Santa Isabel que debía albergar a los titulares de la hermandad. Parece
que dicha iglesia nunca se terminó totalmente pues nunca llegó a
cubrirse y, con el paso de los años el ayuntamiento decidió derribarla
pues servia de refugio a maleantes y gente de mal vivir.
Debió salir en procesión la hermandad de la Soledad de forma regular
en los años que siguieron, años en los que coincidía en los desfiles de
la semana de Pasión con la hermandad de la Humildad y el Vía Crucis del
Señor de los Afligidos, hasta 1860 y después, según parece, no volvió a
realizar estación de penitencia hasta 1866, fecha en la que salió en
procesión a las 16,30 horas del viernes santo, permaneciendo los dos
años siguientes en su iglesia, 1867 y 1868, año éste último en el que,
al ser desalojados los jesuitas tras la revolución y por efecto de la
desamortización, las imágenes titulares pasaron al domicilio particular
del mayordomo de la hermandad, que las custodió hasta que, diluidos en
buena parte los aires anticlericales imperantes anteriormente, en 1875
se trasladaron dichos titulares a la capilla del Rosario, en la nave de
la Patrona, de la iglesia Mayor, actual Basílica menor, quedando desde
entonces allí establecida esta hermandad, que es la efeméride que
celebro y comento en ésta colaboración.
Años después el primitivo “Cristo del Calvario” será remodelado y
adaptado de forma definitiva a su función, pero esa incidencia será
objeto de una próxima nótula. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A. C. Puertoguía.
jose l
Sin ánimo de poletizar, la fotografía del palio corresponde a Jerez de la Frontera. Saludos.