domingo, 27 de marzo de 2016

Una Ventana al Judaismo Tomo I

Una Ventana al Judaismo Tomo I


ESBOZO DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO JUDÍO




Antes de empezar a hablar
sobre la historia del judaísmo, quisiera hacerles una introducción, por
supuesto muy reducida, al judaísmo.
Las definiciones al respecto
llenan muchos tomos de  literatura. En este momento, quisiera dar una
definición muy general  y descriptiva.
El judaísmo es:
  1. la comunidad de individuos judíos,  forjada por un origen y
    una  suerte comunes, donde se pertenece por nacimiento (madre
    judía) o por conversión;



  2. un contenido espiritual, cultural, moral y religioso
    con una herencia milenaria.Es el pueblo con el cual  Dios realizó el
    Pacto, y este Pacto se confirmó con los Patriarcas, con Moisés, David,
    Salomón y los Profetas.
El judaísmo no es una institución con una sola filosofía o teología. Tampoco es sólo una religión.
No es una raza, y tampoco una
nación. El judío practica su religión, tiene una cultura especial, y su
liturgia es diferente. El individuo deja de ser judío  cuando se
convierte a otra religión.
Una definición más moderna, aceptada por la gran mayoría de los judíos, es:
El judaísmo es un pueblo con una civilización religiosamente desarrollada.
Analicemos cada palabra de esta definición:
Pueblo: - un grupo social permanente,  con su propia historia y su tierra

                - la nación es un segmento del pueblo.
Civilización: incluye
conceptos como lenguaje, historia, literatura, costumbres, tradiciones,
folklore, leyes, modo de vivir y pensar, héroes, lugares, recuerdos
comunes.
Al referirse a una
civilización religiosa, tenemos que incluir la fe, la    enseñanza
ética, la liturgia. Consideramos que su contenido universal debe ser
transmitido a todos aquellos que estén interesados en conocerla.
Sus transmisores son  el
pueblo, dedicado y consagrado  al servicio de  los demás, y su lema
principal es que todos los seres humanos son hermanos, y tienen la
obligación de trabajar por la formación de una sociedad perfecta.
Desarrollada: adaptada a las épocas y circunstancias
En nuestra época moderna, existen diferentes corrientes:
reformista,
reconstruccionista,
conservadora,
ortodoxa.
La diferencia se manifiesta en
la observancia de la   liturgia del judaísmo, en su grado de
desarrollo,  en el paso del tiempo que permite “modernizar” la
tradición ancestral y, además, en la medida que una persona cree en la
intervención divina sobre la voluntad humana, ya sea en la historia, o
en el futuro. La ética es la misma, intocable.
El objetivo es común a todas
estas corrientes: asegurar la continuidad y la supervivencia, y
contribuir al avance de la libertad, la justicia y la paz universal.
El desarrollo al que nos
referimos, no se dio como un fenómeno aislado. El pueblo judío nunca
vivió, voluntariamente, apartado del resto de la población,  en un
desierto. Su vida, su existencia, estaban sometidas a las 
circunstancias reinantes, y su inserción  económica y en la vida
social del país durante toda la historia dependió de las posibilidades
alcanzadas en los diferentes países de su permanencia e incorporación en
el medio ambiente  en las distintas épocas y lugares de la diáspora.
A partir del año 70 e.c., los
judíos perdieron su patria ancestral y vivieron en la diáspora forzada.
Durante muchos siglos carecieron  de derechos civiles. A veces,  tan
sólo eran tolerados y separados de la población del país receptor. 
En la Edad Media, el aspecto
social de los judíos se entendía como  un cierto tipo de intermediación
entre el señor feudal y el pueblo. que vivía en condiciones económicas
muy malas. Eran los judíos quienes debían cobrar impuestos para los
señores feudales. Eran odiados y repudiados tanto por los señores
feudales, como por el pueblo. No tenían otra posibilidad de trabajo,
sino tan sólo el comercio ambulante y, más adelante, también  cierto  
comercio internacional, pero sin estabilidad alguna.
En la época de la revolución
industrial, adquirieron más libertad. Empezaron a obtener derechos
civiles y desempeñaron un papel importante en la colocación de las
bases del sistema  capitalista, del comercio internacional y el mundo
de las finanzas. 
En el siglo XIX, el 
Iluminismo trajo consigo  la obtención de los derechos civiles. Por
medio de la igualdad obtenida en la vida del país. Tuvieron un papel
preponderante en la transformación de la vida económica, desde el
feudalismo, a través de la manufactura, a  la industrialización, la
fundación de fábricas, la organización de las finanzas, el desarrollo
de la ciencia, y como creadores y transmisores de la cultura universal.
*****
Ahora volvamos a nuestro tema original, la historia del pueblo judío. Podemos dividirla en las siguientes épocas:
El período bíblico y la Antigüedad
El helenismo y la pluralidad judía
El Judaísmo rabínico
El judaísmo medieval
Judíos bajo dominio árabe
La época de Oro de España
Vivencia judía en tierras cristianas
Estudios Filosóficos
El judaísmo y el mundo modero
El siglo XX
"El Holocausto – El resurgimiento del estado de Israel
El período bíblico y la Antigüedad.
La historia del  judaísmo se
inicia a principios del segundo milenio antes de la era común, en
Mesopotamia. Allí a causa de la destrucción de la ciudad Caldea de Ur y
de otras circunstancias externas, ocurrió un gran desplazamiento de
población. Entre las muchas familias que migraban con dirección al
norte, hacia Asiria, se hallaba una cuyo destino la llevaría a la
creencia que  existe  un solo  Dios.   
Según los relatos bíblicos,
esta familia era encabezada por Abraham y su mujer  Sus descendientes 
migraron a la Tierra de Canaán y fue allí donde se desarrollaron sus
ideas monoteístas.
Nuevas circunstancias, como la
sequía y la falta de alimento,  empujaron a sus descendientes  a
Egipto. Allí la experiencia de la esclavitud, más adelante la
Redención y luego la Revelación en el Monte Sinaí, marcó la suerte del
pueblo judío y su futura fe. Al abandonar  Egipto,  aprox. hacia el año
1250 a.e.c., en medio de  cataclismos -el Éxodo- los hijos de Israel
experimentaron, a los pies del Sinaí, un despertar religioso y nacional,
que  recibieron como una Revelación Divina. Bajo la dirección  de su
líder y maestro, Moisés, llegaron a aceptar la Ley de Dios, la
Torá, (los Cinco Libros de Moisés,)  que se transformó en la guía
rectora de toda la historia judía subsiguiente,  y es hoy  la base
moral y ética de toda la humanidad.  
De las experiencias en el
Monte Sinai, junto con la percepción judía sobre la Revelación de Dios,
surgió la  literatura de la Torá. La Torá, es decir los Cinco Libros
de Moisés, -llamado también Pentateuco,- es, según la tradición judía,
el resultado de la Revelación Divina directamente a Moisés, y  a través
de él, a  todas las generaciones. Los estudios modernos dicen que la
Torá fue redactada o editada a partir de varios documentos, cada uno 
producto de grupos y de autores distintos, y de épocas diferentes. De
cualquier manera, hasta los tiempos modernos, tales tópicos no
afectaron en modo alguno la supervivencia del judaísmo. Los rabinos del
Talmud realizaron  la recolección de la enseñanza oral, un compendio
de leyes, prescripciones, costumbres y mucha información acerca de la
vida cotidiana de los judíos y de los pueblos vecinos, cuya redacción
ha demorado mil años. Sus sucesores en la Edad Media agregaron la
literatura post-bíblica, legislativa y literaria. La fe en  la
Revelación de la Torá era, y es,  un axioma.
A comienzos del siglo XII
a.e.c.,  las tribus judías  ocuparon la Tierra de Canaán, la 
conquistaron y empezaron a forjar allí una nueva sociedad. La base
ideal de esta sociedad eran los Mandamientos que los israelitas habían
recibido en el Monte Sinaí. Pero, también  la influencia de los
canaanitas resultó importante. Pasaron muchos años hasta que los
israelitas pudieron liberar de esta influencia a su pueblo.
El Rey David -1000 al 961
a.e.c.- había conquistado y solidificado un imperio. Su hijo, el Rey
Salomón, -961 al 922 a.e.c.- había construido el Templo de Jerusalén y
centralizó el culto en el Santuario.
Por peleas internas, el gran
reino de Salomón se dividió a su muerte en dos pequeños Estados: Judea
en el sur, e Israel en el norte.  Sin embargo, con el tiempo ambos
Reinos fueron absorbidos por  Imperios circundantes. El norte fue
destruido por Asiria en 722 a.e.c., y el sur, junto con el templo de
Jerusalén, por los babilonios en 586 a.e.c.
Estos sucesos fueron de
importancia capital en la historia del judaísmo. Por una parte, el
Templo debía ser reemplazado, aunque  de modo temporal y provisional. A
pesar que no existen evidencias,  se habría desarrollado alguna clase
de culto en el Exilio sin el  Santuario, compuesto por oraciones,
cantos, lectura e interpretación de la Torá.  Era  por  primera vez en
la historia del pueblo judío, que  una parte  de la población viviera
de la Tierra de Israel, y la otra  quedara en Babilonia. Había nacido
la diáspora y el judaísmo se transformó en una religión practicada en
diversos lugares del mundo.
El helenismo y la pluralidad judía.
Al retornar parte de los
judíos a Judea, bajo el gobierno persa, después del año 538 a.e.c., se
reconstruyó el Templo y se inició la que se dio en llamar la época del
Segundo Santuario. Durante este período, los sabios judíos
desarrollaron un sistema de interpretación de las leyes y costumbres
llamada Midrash,  por el cual se interpretaba un verso bíblico a la luz
de otro. Esta forma de exégesis, tanto como las tradiciones legales
desarrolladas en ese período, sirvieron como base al judaísmo
post-bíblico.
En los siglos posteriores, la
influencia griega sobre la Tierra de Israel y sobre los judíos había
ido aumentando lentamente, desde el siglo XIV a.e.c. Con la llegada de
Alejandro Magno en 334 a.e.c., esta  influencia se incrementó
enormemente en Judea y los judíos comenzaron a sentir sus efectos en
las esferas religiosas y culturales, mientras  antes, sólo había
afectado la cultura y la economía. A comienzos del siglo II a.e.c.
algunos judíos deseaban asimilarse al mundo helenista y obtener así
ventajas políticas, sociales y económicas. Sin embargo, una familia de
sacerdotes, los Macabeos o Hashmonitas, se opuso a la influencia del
politeísmo y, junto con sus seguidores, iniciaron una Rebelión que duró
del año 168 hasta 164 a.e.c.
Los Seleucidas, sucesores de
Alejandro Magno, gobernantes de Siria,  solidarizaron con sus aliados
pro-helénicos y declararon ilegal la práctica del judaísmo. Pero los
Macabeos restablecieron el culto judío en el Templo, y esta victoria se
conmemora todavía hoy con la Fiesta de Janucá, la Fiesta de la
Luminarias.   
El desenlace final  de esta
lucha se alcanzó en el año 158 a.e.c., cuando  los Seleucidas
necesitaron la ayuda militar de Jonatán el Rey Hashmonita. A cambio de
dicha ayuda, estuvieron dispuestos a conceder la independencia de
Judea. A partir de entonces, los reyes-sacerdotes Hashmoneos fueron
reconocidos de modo oficial. El helenismo, al menos en su forma
extrema, había sido rechazado por el pueblo de Israel que escogió
mantener su propio carácter espiritual y su tradición nacional y
religiosa.
El período Hashmoneo trajo
consigo un fuerte desarrollo religioso. A partir de esa época se conoce
un pluralismo espiritual. Los fariseos fueron los antecesores
espirituales de los rabinos del Talmud; los Saduceos conformaban el
grupo del sacerdocio  y la aristocracia. El tercer grupo, los Esenios,
la Secta de los "Rollos del Mar Muerto",  rechazaban tanto los
valores religiosos como económicos de la sociedad de Jerusalén,
practicando una comunidad de bienes. Y valorando una vida sencilla y
austera.
La existencia de tantos grupos
distintos permitió la evolución de diferentes aproximaciones hacia el
judaísmo. Aunque cada grupo se veía a si mismo como poseedor del camino
"verdadero". En realidad, la decisión final sería dada por el devenir
histórico.
Hacia el final de la 
Revolución del año 66 al 74. e.c., los romanos, por  miedo a la
efervescencia mesiánica, destruyeron el Santuario y gran parte del país.
Los saduceos perdieron su plataforma de poder al ser arrasado el
Templo. También los esenios, es decir  la Secta del Mar Muerto,  fueron
probablemente aniquilados. Sólo los fariseos permanecieron como grupo
capaz de sobrevivir. Se formó una Academia para definir las leyes que
deben ser guardadas y practicadas en todos los lugares donde vivían
judíos. Para administrar los asuntos internos y religiosos, los
romanos  eligieron entre los sabios fariseos.
Sin embargo, algunas
tendencias que podían ser observadas dentro de los grupos sectarios,
tales como las sectas apocalípticas extremas, no desaparecieron. La
ideología sectaria iba a jugar un papel en el desarrollo de la
cristiandad naciente, la que hacía gran énfasis en la cercanía del
ideal mesiánico y en su pronta realización. Aun así, hay que enfatizar
que esos grupos no deben ser considerados completamente como
precursores del cristianismo, puesto que conservaron interpretaciones
de la Ley aún más estrictas y más literales que aquellas consideradas
entre los fariseos y sus descendientes rabínicos.
Los primeros sabios fariseos
se reunieron en un concilio de dirigentes judíos, junto con otros
grupos, y se  involucraron en los tópicos políticos de su tiempo. En la
época de la conquista romana, y años después, bajo el liderazgo de los
sabios Hilel y Shamai, el fariseísmo se presentaba a si mismo, cada
vez más, como un movimiento religioso e intelectual.
En esta época, algunas de las
fuerzas mesiánicas y apocalípticas  que  se habían estado gestando
dentro de las sectas, emergieron en Judea en la forma de la primera
Cristiandad. En sus etapas iniciales, la cristiandad era una forma del
judaísmo. Era solamente por  decisión de la Iglesia naciente que se
liberaron de las obligaciones de la Ley – Halajá. La misma, no 
observada por la cristiandad desde los comienzos del siglo II,  por lo
que dejaron de ser, definitivamente, una forma del judaísmo. Sin
embargo, su teología y su liturgia se basa, y sigue  guardando  mucho
de la religión judía.
El Judaísmo rabínico.
Luego de la destrucción del
país y de su Templo en el  año 70 e.c., los  rabinos de la Mishná se
involucraron nuevamente en asuntos políticos. El centro de gravedad del
judaísmo se trasladó a Babilonia, donde formaron academias cuyo
directores -los gaonim- se transformaron en jefes religiosos y
culturales del judaísmo.
En realidad, los romanos
confiaron los asuntos internos de la comunidad judía de Palestina a
dichos rabinos, lo que produjo durante un tiempo una creciente
estabilidad y recuperación  económicas. El oficio de patriarca -Nasi-
fue ocupado por una dinastía hereditaria descendiente de Hilel. Como
resultado del desplazamiento experimentado por la Nación, los tanaim
-maestros- coincidieron en que era necesario consolidar las tradiciones
de los períodos precedentes. La liturgia fue fijada, y compilaron
numerosas leyes y explicaciones en una  colección fácil de recordar.
Este material se convirtió en la base de las tradiciones de los tanaim
que se encuentran en la Mishná.  Los  textos, que se hallaban aun en
forma oral en esa época, constituyeron la base de las tradiciones
posteriores de los Talmud palestino y babilónico y, por lo tanto, del
desarrollo del judaísmo que nos es familiar en nuestros días.  
Hacia el año 132 e.c. las
expectativas mesiánicas  de una pronta redención de los judíos, habían
sido nuevamente fomentados debido a la dura opresión romana. Sin
embargo, como resultado final de esta situación, la Rebelión de Bar
Kojba terminó en derrota y en la devastación del país.  Pero, como un
número  importante de rabinos no apoyó la Revolución, al terminar ésta,
los romanos decidieron -como una solución práctica-,  dar de nuevo el
poder a los rabinos, pudiendo continuar así los esfuerzos intelectuales
y religiosos.   El material atesorado en la  Mishná, recogido por 
Rabi Akiba y por su discípulo Rabi Meir, en los años 50 - 135 e.c.
estaba listo para su redacción final, bajo la dirección del rabino Juda
el Príncipe.
Al término de la compilación
de la Mishná, finalizó el período tanaítico. Entonces, en la región
de Babilonia, en Mesopotamia, donde había existido una gran comunidad
judía desde la destrucción del norte de Israel en 722 e.c., y en
Palestina, grupos de sabios iniciaron el trabajo de explicar las
tradiciones  de los tanaim, algunas de las cuales estaban incorporadas
en la Tosefta y en el Midrash Halájico. Con estas denominaciones nos
referimos a un compendio de discusiones rabínicas sobre normas de
conducta, de ética y de religión, en el siglo II a. e.c.
Cabe mencionar que en esta
época ya había comunidades judías en todas las provincias del Imperio
Romano, donde podían vivir sin molestias y practicando libremente su
religión.
El judaísmo medieval.
Judíos bajo dominio árabe.
El establecimiento del
Califato en Bagdad, lugar donde habían sido fundadas  también grandes
academias  talmúdicas de Babilonia, hizo posible el nacimiento de la
hegemonía talmúdica sobre  las comunidades judías  del mundo islámico.
Aparentemente gran parte de la diáspora no siguió las prácticas que
los Tanaim –sabios de la Mishná, entre los años 200 a.e.c. y 200
e.c.-, y de los Amoraim, sabios del Talmud, aproximadamente entre los
años 300-600 e.c.
Las costumbres locales
persistieron, algunas de las cuales,  como se cree actualmente,
tuvieron nexos con las antiguas tradiciones sectarias de la época del
Segundo Templo. Bajo el dominio de los musulmanes, los rabinos de
Babilonia pudieron exigir a las más apartadas comunidades judías, que
acataran su liderazgo espiritual. De este modo, el judaísmo talmúdico
de los babilonios, en lugar del Talmud Palestino, se convirtió en norma
para todos los judíos.   
De hecho, se presentó cierta
oposición a esta normalización. La secta conocida como los Caraítas se
originó, aparentemente en el siglo VIII e.c., como una coalición de
varios grupos que no seguían la dirección rabínica. Estos grupos habían
basado su judaísmo desde hacía mucho tiempo en su propia interpretación
de la Torá, y ahora  rechazaban la interpretación rabínica alineados
bajo el concepto de liberalismo. Algunas creencias de los antiguos
saduceos, o aún de la secta de los Rollos del Mar Muerto, pueden haber
influído en el desarrollo de esta división sectaria del siglo VIII.
Este grupo, aunque pequeño,  existe  aún en nuestros días en Israel, y
ha contribuido, por lo tanto, al fenómeno multifacético que denominamos
judaísmo.
La conquista árabe en el siglo
VII colocó  no sólo al judaísmo de Mesopotamia y Palestina, sino a
todas las comunidades judías del Oriente Medio bajo  el dominio del
Islam, provocando también un cambio profundo en la vida judía en gran
parte  de los países del Mediterráneo.
En el transcurso de una
generación, entre los años 640 - 670, ejércitos árabes invadieron la
parte occidental de África del Norte hasta el Océano Atlántico. En esta
parte del mundo  existían antiguas comunidades judías que, desde 
esta época, se asimilaron a la vida de los árabes, influyendo también
en  el idioma y  la cultura. Bajo el dominio árabe, Marruecos, con su
numerosa población judía, se transformó en el gran centro de la vida
judía con una cultura autóctona, libre de la influencia de Babilonia y
de Mesopotamia.

 

            Al comienzo del siglo VIII, al completarse la conquista
de Magreb, (una parte del Cercano Oriente), los ejércitos árabes
irrumpieron en España y en poco tiempo sometieron - se supone que con
la ayuda de la población judía- a casi la totalidad de la Península
Ibérica. Un número considerable de judíos siguió sus huellas, muchos de
ellos sirviendo en el ejército árabe y tomando parte activa en la
conquista.   
La llegada de los musulmanes
árabes a España en el año 638, determinó un nuevo  momento del
judaísmo. Empezó el proceso de cambio del período rabínico al período
medieval. La judería palestina se eclipsaba, adquiriendo fuerza la
vida  en la diáspora.
Fuera de las poblaciones
judías de Babilonia y del mundo helénico,  ya conocido en el período
anterior, los judíos llegaron ahora al Norte de África, el Sur de
Europa y, aún, a España y Francia. Se establecieron también comunidades
en Turquía  y en los Balcanes.  Arabia fue un hogar seguro para muchos
judíos, factor que ayudó a producir el nacimiento de la nueva religión
monoteísta:  el Islamismo.

La Época de Oro en España.
La España islámica alcanzó
un brillante apogeo. Bajo su dominio, floreció una numerosa y activa
comunidad judía que se centraba en torno a la resplandeciente capital,
Córdoba.
El siglo X marcó, en
realidad, los comienzos de lo que se da en llamar la Edad de Oro del
judaísmo español. Cuatro siglos de seguridad. Hubo judíos que  llegaron
a la cumbre de los honores: visires, ministros, consejeros, tesoreros,
embajadores. Una relativa prosperidad en la vida social y política. 
Conocemos innumerables sabios y pensadores, especialistas en 
medicina,  gramática,  y en muchas otras ramas  de la ciencia.. Estas
son las principales características que hicieron del Siglo de Oro
español un período sin par en la imagen tradicional del judaísmo
medieval  Los judíos fueron favorecidos tanto por las condiciones de
bienestar general, como por las particulares, excepcionalmente
beneficiosas.

           

            Los árabes, junto con los judíos, crearon en España una
civilización brillante en todos los aspectos: económico, artístico,
intelectual. La España de la Alta Edad Media fue el país más rico  y
refinado de Europa.



            España era una encrucijada de civilizaciones. La
conquista estableció la coexistencia de musulmanes judíos y cristianos,
pero esta situación, común a varios países sometidos al Islam, fue
particularmente favorable a los judíos de España. Estos desempeñaron de
una manera espectacular el papel que les tocó asumir en el mundo
medieval. Fueron mediadores e intermediarios en un clima en que  la
paz general, la suavidad de las costumbres y el mosaico de varias
civilizaciones invitaban a la tolerancia mutua.



            Por falta de tiempo, no podemos hablar sobre el
desarrollo cultural de los judíos en esta época y su contribución al
desarrollo de todas las ramas de la cultura y civilización en España y
en toda Europa Occidental. Pero especial mención merecería su actuación
en la filosofía, literatura, lingüística, exégesis bíblica, medicina,
matemáticas, cartografía, astronomía, jurisprudencia, mística religiosa,
ética, etc.

 

            La  degradación económica que afectó a los judíos de
Europa, no se hizo sentir demasiado entre los judíos españoles. Había
comerciantes, agricultores, intelectuales, muchos profesores y
médicos,  y en una proporción reducida, financistas.
La vida del judaísmo
español era mucho menos confinada que la de sus correligionarios en
Europa Septentrional. Las agrupaciones judías eran más grandes, sus
relaciones con la población en general, más fáciles y abiertas, su
trato por parte de los soberanos y las autoridades, más igualitarios. El
Alhama -lugar designado para las casas judías- era mucho más abierto,
asegurado y autónomo que los ghettos de Europa Occidental.
Su situación cambió
radicalmente por el fortalecimiento del cristianismo en España,  que
trajo consigo la exigencia de la conversión forzada y/o la expulsión.
Vivencia judía en tierras cristianas.
Durante la Edad Media ocurrió
un gran cambio en la demografía judía. Los judíos se trasladaron a
Europa en número cada vez más creciente, lo que produjo que la mayoría 
viviera en tierras cristianas, y que el centro de la cultura y la
literatura judías se trasladara con ellos. Aquí los judíos se
enfrentaron a sus vecinos cristianos, a veces en disputa y a veces en
diálogo. A menudo perecieron por causa de su adhesión a su fe ancestral,
que ninguna persecución antisemita pudo destruir.   
En Europa la persecución fue fomentada por las Cruzadas, que lanzaron a las clases sociales  más bajas contra los judíos. 
Es a partir de ese momento
que, por sus origen,  se diferenciaron dos grupos de judíos: los
ashkenazim y los sefaradím, cada uno con sus costumbres y tradiciones,
hasta  cierto punto distintas. Los ashkenazim -a partir del término que
designaba Alemania- vivían mayormente en Europa Central y Oriental,
mientras los Sefaradím -la palabra Sefarad significa España- vivían en
España y, después de su expulsión de ese país en el año 1492, se
esparcieron en tierras mediterráneas: Norte de África,  Egipto,
Palestina, Turquía,  Italia, Portugal, y  también Holanda e
Inglaterra. Más adelante, se trasladaron al continente americano.
A fines  de la Edad Media, los
judíos ya habían desarrollado  una tradición intelectual altamente
avanzada. Su Ley  había sido codificada, sus teorías místicas y
filosóficas explicadas y descritas de modo extensivo, y el estudio de
la Biblia, el Talmud  y el resto de la literatura judía había avanzado
considerablemente. El judaísmo se convirtió en  una religión
mundialmente conocida  y los judíos se sentían unidos en el consenso
sobre sus prácticas y creencias. Pero el pueblo judío nunca perdió de
vista el sueño ancestral de la  renovación de su nacionalidad en la
tierra de sus padres - la Tierra de Israel.
Las diferentes corrientes
intelectuales del judaísmo, a través de los siglos, que fue de variada
índole y  abarcó  toda la tradición judía, también tuvo su lado oscuro.
Algunas veces, cuando las condiciones históricas para los judíos eran
más difíciles, se presentaban impostores, falsos Mesías, que proclamaban
su mesianidad, refiriéndose a la doctrina cabalística. Este fue, por
ejemplo, el caso de Shabatai Zvi (1626-1676), cuyas pretensiones
mesiánicas parcialmente se basaban  en el misticismo judío.
Estudios filosóficos.
A causa de persecuciones
aunadas a difíciles condiciones económicas, hacia el siglo V se compiló
el Talmud Palestino, sin haber finalizado el comentario rabínico. Al
mismo tiempo, el oficio de Patriarca se abolió en Palestina. El Talmud
Babilónico se completó en el siglo V, pero su edición fue continuada por
los comentaristas, hasta poco después de la conquista islámica de
Mesopotamia en el año 638 e.c.
Los rabinos babilónicos,
conocidos como “Gaonim” -  "Eminencias", no pudieron mantener por mucho
tiempo el control absoluto sobre la vida religiosa. Hasta mediados del
siglo XII, se habían establecido autoridades locales a través del
mundo  judío. En realidad, las costumbres locales añadían sabor y
belleza a las prácticas, sin detractar la unidad esencial del pueblo
judío, ni su modo de vida.
El período gaónico fue también
de importancia central en el desarrollo de la filosofía y del
misticismo judíos. Por supuesto, estos aspectos de la tradición judía
eran mucho más antiguos. Los aspectos místicos se encuentran ya en la
Biblia y en los Rollos del Mar muerto y existen algunas referencias en
la literatura talmúdica. Pero fue en el período gaónico cuando se
editaron los textos básicos del primitivo  misticismo judío, preparando
el escenario para la popularidad del Zohar, el gran trabajo de la
Cábala, la tradición del misticismo judío medieval. Hasta el fin de la
Edad Media, se desarrolló al máximo la aproximación mística al judaísmo
por parte del círculo de los cabalistas místicos de Safed, en la
Tierra de Israel. El misticismo se había convertido en un sistema para
comprender al pueblo judío, a su Dios y su literatura.
Las primeras referencias a
trabajos de filosofía los encontramos en las obras del filósofo,
escritor e historiador alejandrino Filón (20 a.e.c. - 50. e.c.). Su
trabajo no tuvo mucho impacto fuera de la comunidad helenista judía y de
aquellos cristianos que leyeron sus obras en griego. Al diluirse el
judaísmo helenista, también Filón se alejó de la escena  judía. Sólo
en la Edad Media, bajo la influencia del reciente interés islámico en
la filosofía y en las nuevas traducciones de los textos clásicos  de la
filosofía griega al árabe, los trabajos de Saadia Gaon (882-942) 
Moisés Mendelssohn (1135-1204)  Juda Halevi –(antes de 1070 a 1141)
´- y Bahya ben Joseph ibn Paqueda en la segunda mitad del  siglo XI,
culminaron esta aproximación al pensamiento judío y a su literatura.
Ciertamente, en ese momento se dio el escenario para la eventual
confrontación del judaísmo con la filosofía moderna, confrontación que
perdura dentro de la comunidad contemporánea.
Los estudios judíos de la
Biblia  y su Ley,`progresaron mucho en el Medioevo. En el área de los
estudios bíblicos, la iniciación de los estudios gramaticales y
lexicográficos fue estimulada grandemente por los nuevos descubrimientos
referentes al idioma árabe. Aún más importante, el reto caraíta
estimuló a los judíos a desarrollar aún más la interpretación bíblica.
Comentaristas tales como Abraham ibn Ezra (1089-1164), Moisés
Najmánides (1194-1270), David Kimhi (1160-1235) y el preeminente RASHI
(Rabi Salomón ben Isaac (10040-1105) crearon un verdadero tesoro de
exégesis bíblico.
Simultáneamente se desarrolló
la ley judía, la Halajá. Se crearon nuevos comentarios sobre el
Talmud, siendo uno de los más famosos él de RASHI. Se editaron y
publicaron los códigos legales de Maimónides y el mismo Shuljan Aruj,
código de la ley judía de mayor autoridad y permanencia, escrito por
Joseph Caro (1488-1575). Adicionalmente, la literatura de "responsa",
es decir  cartas que discutían las soluciones a querellas legales
enviadas  a las academias o a los principales estudiosos, ayudaron a
unir a los judíos y fueron una fuerza primordial dentro de los
esfuerzos de  normalización de los maestros de Babilonia.
El judaísmo y el mundo moderno.
Es difícil trazar la línea
divisoria entre el judaísmo medieval y el moderno, puesto que la
transición tuvo lugar en épocas y lugares diferentes, Para los judíos
de Italia, el fin del Medioevo había sido marcado por el Renacimiento.
Para los del resto de Europa, lo fue  el Iluminismo, la Emancipación y
la Revolución Industrial. Para los judíos del mundo árabe, ese proceso
se dio tan sólo a principios del siglo XX con el inicio de la
modernización de los países islámicos.
En los países de Europa Occidental y Central, la emancipación tuvo su inicio ya a fines del siglo XVIII.
 Poco después de esa fecha,
los  judíos de repente se hallaron frente a un nuevo mundo en que, por
primera vez, les era dada la opción de participar en una cultura más
amplia. Esta cultura dominante estaba, en apariencia, dispuesta a
aceptarlos a cambio de ciertos compromisos y adaptaciones. Este nuevo
reto dio lugar a varios movimientos: la reforma religiosa, la reforma
cultural y más adelante, a fines del siglo XIX, al sionismo, 
movimiento que finalmente llevó a la creación del Estado de Israel.
Los judíos reaccionaron al
proceso de modernización dentro de la civilización europea de
diferentes maneras. Algunos, especialmente en Europa Occidental, se
sintieron atraídos por la idea de la emancipación. Este concepto
prometía la completa igualdad social a los judíos que podían dejar los
confines de los ghettos y participar activamente de todas las ramas de
la cultura. Este movimiento condujo a la adopción del alemán
vernacular, a una creciente asimilación y, eventualmente, también al
matrimonio mixto de una parte de la comunidad judía.
Al mismo tiempo, estos mismos
factores estimularon el estudio histórico de las raíces, el origen del
judaísmo. Esta "Ciencia del Judaísmo" aplicó los métodos de estudio
histórico y filológico, entonces prevalentes en la comunidad académica
europea, al estudio del judaísmo y de su literatura. Los líderes de
este movimiento demostraron que la tradición judía era un valioso
tópico de investigación intelectual, facilitando así la entrada de los
judíos a la vida académica en Alemania.  Este movimiento se divulgó
hacia todos los segmentos de la comunidad judía, produciendo grandes
resultados en los estudios judaicos, especialmente en Palestina y en
los Estados Unidos.
Los judíos alemanes acogieron
bien la Emancipación, junto con la idea de la reforma religiosa.
Asumieron que con el cambio de las condiciones de vida para los judíos,
su religión, es decir el judaísmo, debía ser modernizado. Se aplicó
mayor decoro a los servicios religiosos, implantando  prácticas
similares a las de sus vecinos protestantes.
Para poder vivir en el seno de
la sociedad, había que adaptar el judaísmo al mundo moderno,
modificando  las antiguas ceremonias y ciertas restricciones rituales
que separaban a los ,judíos de sus vecinos. Algunos  religiosos,
involucrados en el estudio  histórico del  judaísmo, deseaban mantener
la forma tradicional e inauguraron una aproximación que se ha dado en
llamar "Judaísmo Histórico". Fue esta ideología la que  sirvió como
base al movimiento conservador que se desarrolló en América y es, hoy
día, una de las más fuertes y divulgadas corrientes, junto con la
reformista, la reconstruccionista y la ortodoxa. 
Otro segmento del pueblo
judío, los neo-ortodoxos, con su práctica enseñaron  que era posible
mantener la tradición del pasado y, al mismo tiempo, participar de las
manifestaciones de la cultura circundante. Es la forma de la ortodoxia 
que se conoce actualmente como ortodoxia moderna y la que, como el
movimiento reformador y el judaísmo conservador, también refleja una

adhesión ó actitud positiva hacia  la modernización. No es
necesario recalcar que la igualdad de derechos civiles, tan buscada por
los judíos en Europa Occidental, duró muy poco y gran parte de esta
comunidad fue destruida en el Holocausto a mediados de nuestro siglo
XX.
En Europa Oriental, el
Iluminismo llevó a los judíos a destacar los aspectos seculares del
judaísmo. Así se inició un renacimiento de la literatura hebrea sobre
temas seculares. Al mismo tiempo, el naciente movimiento sionista enseñó
a los judíos que sólo en su propia tierra podía realizarse su destino.
Los pogroms, las brutales
persecuciones  de la década de 1880 demostraron la futilidad de los
esfuerzos de asimilación dentro de la sociedad. Un número muy
importante de judíos de Polonia y de Rusia emigró a América y a
Palestina a  fines del siglo XIX y a principios del XX.
El movimiento jasídico,
desarrollado y difundido en los  últimos años del siglo XVIII, mostró
una reacción completamente opuesta a la modernización. Sus seguidores,
los místicos, al encontrarse en esta nueva calidad social, se
refugiaron cada vez más en el misticismo. Sus adherentes enfatizaban los
aspectos espirituales del judaísmo y la realización de su destino
espiritual, dentro de un contexto compacto y de unidad de la comunidad
religiosa. El surgimiento de este movimiento en Europa Oriental y su
subsiguiente desarrollo, especialmente  en América y en Israel, son
los principales factores que contribuyeron a la supervivencia del
judaísmo ortodoxo dentro del mundo moderno.

El Siglo XX

El Holocausto – El Resurgimiento del Estado de Israel.
A fines  del siglo XIX, la
fuerza del creciente nacionalismo europeo, el antisemitismo y el
antiguo  mesianismo judío se combinaron para producir el movimiento
sionista, con el principal anhelo de establecer un hogar para el muy
sufrido pueblo judío. Al principio, este movimiento fue visto como una
amenaza  para las formas tradicionales judías. Pero, con  el tiempo,
casi todos los judíos lo adoptaron.
En el mismo umbral de su
realización, este sueño de la restauración de la antigua patria judía
independiente, fue rota por la peor demostración de odio antisemita en
la historia. Entre 1939 y 1945, seis millones de judíos, aproximadamente
un tercio de la población judía mundial, fueron asesinados brutalmente
por los nazis. Los judíos que en aquel entonces vivían en Palestina,
vieron frustradas sus ambiciones  de ofrecer un refugio seguro para
sus hermanos  de Europa. Cuando los sobrevivientes a los atroces medios
de destrucción masiva, salieron de los campos de concentración, se les
negó el acceso a Palestina que se hallaba entonces bajo el mandato
británico. Finalmente, de las cenizas, surgió el Estado de Israel  en
1948, evento que sirvió, aunque modestamente, como consuelo al pueblo
judío por la inescrutable tragedia  de la destrucción de la judería
europea.
Los eventos mencionados
produjeron un cambio intenso en la demografía judía. El Holocausto
trajo la destrucción de los principales centros de población  judía en
Europa Oriental, en Alemania y en otras partes de Europa Occidental.
Las comunidades de la judería israelí y norteamericana crecieron
continuamente con inmigrantes que buscaban una nueva vida. La creación
del Estado de Israel produjo una inmigración en gran escala de los
judíos establecidos en los países árabes que, a su vez, causó la
virtual terminación de  grandes centros de la cultura  judía sefaradí.
Actualmente, la población judía de  América del Norte y de Israel 
constituye las comunidades más grandes, pero existe todavía en la ex
Unión Soviética, un importante grupo de judíos.
Existen comunidades de
distintos tamaños en Europa Occidental,  en la mayoría de los países
ex-comunistas, y en América Latina. De todos modos, no hay virtualmente
ningún país en el mundo que no tenga una pequeña comunidad judía.
El Holocausto dejó al pueblo
judío buscando una respuesta teológica. Algunos dijeron que Dios, por
alguna razón inexplicable, había desviado Su mirada. Otros vieron el
Holocausto como el preludio de la restauración del Estado Judío. Otros,
simplemente, permanecieron  silenciosos, pues se dan cuenta de su
incapacidad para resolver los dilemas teológicos producidos por este
drama.
Las opiniones sobre el
significado de la creación del Estado de Israel son variadas. Algunos
vieron en él el comienzo de la Redención Mesiánica, mientras otros lo
consideran como un paso más en la transformación de los judíos en una
nación, como  las demás naciones.
En el corto tiempo de su
existencia, el Estado de Israel se transformó en una fuerza aglutinante
dentro del mundo judío. El pueblo judío, tanto los que viven en Israel
como los que habitan  en la Diáspora,  están convencidos que Israel,
como país independiente,  será el camino hacia la realización de sus
sueños. Albergará las ideas, los ideales, las esperanzas   y el destino
de todo un pueblo. Y será, quizás, el medio hacia la Redención
anhelada.

 











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