ESBOZO DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO JUDÍOAntes de empezar a hablar sobre la historia del judaísmo, quisiera hacerles una introducción, por supuesto muy reducida, al judaísmo. Las definiciones al respecto llenan muchos tomos de literatura. En este momento, quisiera dar una definición muy general y descriptiva. El judaísmo es:
El judaísmo no es una institución con una sola filosofía o teología. Tampoco es sólo una religión. No es una raza, y tampoco una nación. El judío practica su religión, tiene una cultura especial, y su liturgia es diferente. El individuo deja de ser judío cuando se convierte a otra religión. Una definición más moderna, aceptada por la gran mayoría de los judíos, es: El judaísmo es un pueblo con una civilización religiosamente desarrollada. Analicemos cada palabra de esta definición: Pueblo: - un grupo social permanente, con su propia historia y su tierra - la nación es un segmento del pueblo. Civilización: incluye conceptos como lenguaje, historia, literatura, costumbres, tradiciones, folklore, leyes, modo de vivir y pensar, héroes, lugares, recuerdos comunes. Al referirse a una civilización religiosa, tenemos que incluir la fe, la enseñanza ética, la liturgia. Consideramos que su contenido universal debe ser transmitido a todos aquellos que estén interesados en conocerla. Sus transmisores son el pueblo, dedicado y consagrado al servicio de los demás, y su lema principal es que todos los seres humanos son hermanos, y tienen la obligación de trabajar por la formación de una sociedad perfecta. Desarrollada: adaptada a las épocas y circunstancias En nuestra época moderna, existen diferentes corrientes: reformista, reconstruccionista, conservadora, ortodoxa. La diferencia se manifiesta en la observancia de la liturgia del judaísmo, en su grado de desarrollo, en el paso del tiempo que permite “modernizar” la tradición ancestral y, además, en la medida que una persona cree en la intervención divina sobre la voluntad humana, ya sea en la historia, o en el futuro. La ética es la misma, intocable. El objetivo es común a todas estas corrientes: asegurar la continuidad y la supervivencia, y contribuir al avance de la libertad, la justicia y la paz universal. El desarrollo al que nos referimos, no se dio como un fenómeno aislado. El pueblo judío nunca vivió, voluntariamente, apartado del resto de la población, en un desierto. Su vida, su existencia, estaban sometidas a las circunstancias reinantes, y su inserción económica y en la vida social del país durante toda la historia dependió de las posibilidades alcanzadas en los diferentes países de su permanencia e incorporación en el medio ambiente en las distintas épocas y lugares de la diáspora. A partir del año 70 e.c., los judíos perdieron su patria ancestral y vivieron en la diáspora forzada. Durante muchos siglos carecieron de derechos civiles. A veces, tan sólo eran tolerados y separados de la población del país receptor. En la Edad Media, el aspecto social de los judíos se entendía como un cierto tipo de intermediación entre el señor feudal y el pueblo. que vivía en condiciones económicas muy malas. Eran los judíos quienes debían cobrar impuestos para los señores feudales. Eran odiados y repudiados tanto por los señores feudales, como por el pueblo. No tenían otra posibilidad de trabajo, sino tan sólo el comercio ambulante y, más adelante, también cierto comercio internacional, pero sin estabilidad alguna. En la época de la revolución industrial, adquirieron más libertad. Empezaron a obtener derechos civiles y desempeñaron un papel importante en la colocación de las bases del sistema capitalista, del comercio internacional y el mundo de las finanzas. En el siglo XIX, el Iluminismo trajo consigo la obtención de los derechos civiles. Por medio de la igualdad obtenida en la vida del país. Tuvieron un papel preponderante en la transformación de la vida económica, desde el feudalismo, a través de la manufactura, a la industrialización, la fundación de fábricas, la organización de las finanzas, el desarrollo de la ciencia, y como creadores y transmisores de la cultura universal. ***** Ahora volvamos a nuestro tema original, la historia del pueblo judío. Podemos dividirla en las siguientes épocas: El período bíblico y la Antigüedad El helenismo y la pluralidad judía El Judaísmo rabínico El judaísmo medieval Judíos bajo dominio árabe La época de Oro de España Vivencia judía en tierras cristianas Estudios Filosóficos El judaísmo y el mundo modero El siglo XX "El Holocausto – El resurgimiento del estado de Israel El período bíblico y la Antigüedad. La historia del judaísmo se inicia a principios del segundo milenio antes de la era común, en Mesopotamia. Allí a causa de la destrucción de la ciudad Caldea de Ur y de otras circunstancias externas, ocurrió un gran desplazamiento de población. Entre las muchas familias que migraban con dirección al norte, hacia Asiria, se hallaba una cuyo destino la llevaría a la creencia que existe un solo Dios. Según los relatos bíblicos, esta familia era encabezada por Abraham y su mujer Sus descendientes migraron a la Tierra de Canaán y fue allí donde se desarrollaron sus ideas monoteístas. Nuevas circunstancias, como la sequía y la falta de alimento, empujaron a sus descendientes a Egipto. Allí la experiencia de la esclavitud, más adelante la Redención y luego la Revelación en el Monte Sinaí, marcó la suerte del pueblo judío y su futura fe. Al abandonar Egipto, aprox. hacia el año 1250 a.e.c., en medio de cataclismos -el Éxodo- los hijos de Israel experimentaron, a los pies del Sinaí, un despertar religioso y nacional, que recibieron como una Revelación Divina. Bajo la dirección de su líder y maestro, Moisés, llegaron a aceptar la Ley de Dios, la Torá, (los Cinco Libros de Moisés,) que se transformó en la guía rectora de toda la historia judía subsiguiente, y es hoy la base moral y ética de toda la humanidad. De las experiencias en el Monte Sinai, junto con la percepción judía sobre la Revelación de Dios, surgió la literatura de la Torá. La Torá, es decir los Cinco Libros de Moisés, -llamado también Pentateuco,- es, según la tradición judía, el resultado de la Revelación Divina directamente a Moisés, y a través de él, a todas las generaciones. Los estudios modernos dicen que la Torá fue redactada o editada a partir de varios documentos, cada uno producto de grupos y de autores distintos, y de épocas diferentes. De cualquier manera, hasta los tiempos modernos, tales tópicos no afectaron en modo alguno la supervivencia del judaísmo. Los rabinos del Talmud realizaron la recolección de la enseñanza oral, un compendio de leyes, prescripciones, costumbres y mucha información acerca de la vida cotidiana de los judíos y de los pueblos vecinos, cuya redacción ha demorado mil años. Sus sucesores en la Edad Media agregaron la literatura post-bíblica, legislativa y literaria. La fe en la Revelación de la Torá era, y es, un axioma. A comienzos del siglo XII a.e.c., las tribus judías ocuparon la Tierra de Canaán, la conquistaron y empezaron a forjar allí una nueva sociedad. La base ideal de esta sociedad eran los Mandamientos que los israelitas habían recibido en el Monte Sinaí. Pero, también la influencia de los canaanitas resultó importante. Pasaron muchos años hasta que los israelitas pudieron liberar de esta influencia a su pueblo. El Rey David -1000 al 961 a.e.c.- había conquistado y solidificado un imperio. Su hijo, el Rey Salomón, -961 al 922 a.e.c.- había construido el Templo de Jerusalén y centralizó el culto en el Santuario. Por peleas internas, el gran reino de Salomón se dividió a su muerte en dos pequeños Estados: Judea en el sur, e Israel en el norte. Sin embargo, con el tiempo ambos Reinos fueron absorbidos por Imperios circundantes. El norte fue destruido por Asiria en 722 a.e.c., y el sur, junto con el templo de Jerusalén, por los babilonios en 586 a.e.c. Estos sucesos fueron de importancia capital en la historia del judaísmo. Por una parte, el Templo debía ser reemplazado, aunque de modo temporal y provisional. A pesar que no existen evidencias, se habría desarrollado alguna clase de culto en el Exilio sin el Santuario, compuesto por oraciones, cantos, lectura e interpretación de la Torá. Era por primera vez en la historia del pueblo judío, que una parte de la población viviera de la Tierra de Israel, y la otra quedara en Babilonia. Había nacido la diáspora y el judaísmo se transformó en una religión practicada en diversos lugares del mundo. El helenismo y la pluralidad judía. Al retornar parte de los judíos a Judea, bajo el gobierno persa, después del año 538 a.e.c., se reconstruyó el Templo y se inició la que se dio en llamar la época del Segundo Santuario. Durante este período, los sabios judíos desarrollaron un sistema de interpretación de las leyes y costumbres llamada Midrash, por el cual se interpretaba un verso bíblico a la luz de otro. Esta forma de exégesis, tanto como las tradiciones legales desarrolladas en ese período, sirvieron como base al judaísmo post-bíblico. En los siglos posteriores, la influencia griega sobre la Tierra de Israel y sobre los judíos había ido aumentando lentamente, desde el siglo XIV a.e.c. Con la llegada de Alejandro Magno en 334 a.e.c., esta influencia se incrementó enormemente en Judea y los judíos comenzaron a sentir sus efectos en las esferas religiosas y culturales, mientras antes, sólo había afectado la cultura y la economía. A comienzos del siglo II a.e.c. algunos judíos deseaban asimilarse al mundo helenista y obtener así ventajas políticas, sociales y económicas. Sin embargo, una familia de sacerdotes, los Macabeos o Hashmonitas, se opuso a la influencia del politeísmo y, junto con sus seguidores, iniciaron una Rebelión que duró del año 168 hasta 164 a.e.c. Los Seleucidas, sucesores de Alejandro Magno, gobernantes de Siria, solidarizaron con sus aliados pro-helénicos y declararon ilegal la práctica del judaísmo. Pero los Macabeos restablecieron el culto judío en el Templo, y esta victoria se conmemora todavía hoy con la Fiesta de Janucá, la Fiesta de la Luminarias. El desenlace final de esta lucha se alcanzó en el año 158 a.e.c., cuando los Seleucidas necesitaron la ayuda militar de Jonatán el Rey Hashmonita. A cambio de dicha ayuda, estuvieron dispuestos a conceder la independencia de Judea. A partir de entonces, los reyes-sacerdotes Hashmoneos fueron reconocidos de modo oficial. El helenismo, al menos en su forma extrema, había sido rechazado por el pueblo de Israel que escogió mantener su propio carácter espiritual y su tradición nacional y religiosa. El período Hashmoneo trajo consigo un fuerte desarrollo religioso. A partir de esa época se conoce un pluralismo espiritual. Los fariseos fueron los antecesores espirituales de los rabinos del Talmud; los Saduceos conformaban el grupo del sacerdocio y la aristocracia. El tercer grupo, los Esenios, la Secta de los "Rollos del Mar Muerto", rechazaban tanto los valores religiosos como económicos de la sociedad de Jerusalén, practicando una comunidad de bienes. Y valorando una vida sencilla y austera. La existencia de tantos grupos distintos permitió la evolución de diferentes aproximaciones hacia el judaísmo. Aunque cada grupo se veía a si mismo como poseedor del camino "verdadero". En realidad, la decisión final sería dada por el devenir histórico. Hacia el final de la Revolución del año 66 al 74. e.c., los romanos, por miedo a la efervescencia mesiánica, destruyeron el Santuario y gran parte del país. Los saduceos perdieron su plataforma de poder al ser arrasado el Templo. También los esenios, es decir la Secta del Mar Muerto, fueron probablemente aniquilados. Sólo los fariseos permanecieron como grupo capaz de sobrevivir. Se formó una Academia para definir las leyes que deben ser guardadas y practicadas en todos los lugares donde vivían judíos. Para administrar los asuntos internos y religiosos, los romanos eligieron entre los sabios fariseos. Sin embargo, algunas tendencias que podían ser observadas dentro de los grupos sectarios, tales como las sectas apocalípticas extremas, no desaparecieron. La ideología sectaria iba a jugar un papel en el desarrollo de la cristiandad naciente, la que hacía gran énfasis en la cercanía del ideal mesiánico y en su pronta realización. Aun así, hay que enfatizar que esos grupos no deben ser considerados completamente como precursores del cristianismo, puesto que conservaron interpretaciones de la Ley aún más estrictas y más literales que aquellas consideradas entre los fariseos y sus descendientes rabínicos. Los primeros sabios fariseos se reunieron en un concilio de dirigentes judíos, junto con otros grupos, y se involucraron en los tópicos políticos de su tiempo. En la época de la conquista romana, y años después, bajo el liderazgo de los sabios Hilel y Shamai, el fariseísmo se presentaba a si mismo, cada vez más, como un movimiento religioso e intelectual. En esta época, algunas de las fuerzas mesiánicas y apocalípticas que se habían estado gestando dentro de las sectas, emergieron en Judea en la forma de la primera Cristiandad. En sus etapas iniciales, la cristiandad era una forma del judaísmo. Era solamente por decisión de la Iglesia naciente que se liberaron de las obligaciones de la Ley – Halajá. La misma, no observada por la cristiandad desde los comienzos del siglo II, por lo que dejaron de ser, definitivamente, una forma del judaísmo. Sin embargo, su teología y su liturgia se basa, y sigue guardando mucho de la religión judía. El Judaísmo rabínico. Luego de la destrucción del país y de su Templo en el año 70 e.c., los rabinos de la Mishná se involucraron nuevamente en asuntos políticos. El centro de gravedad del judaísmo se trasladó a Babilonia, donde formaron academias cuyo directores -los gaonim- se transformaron en jefes religiosos y culturales del judaísmo. En realidad, los romanos confiaron los asuntos internos de la comunidad judía de Palestina a dichos rabinos, lo que produjo durante un tiempo una creciente estabilidad y recuperación económicas. El oficio de patriarca -Nasi- fue ocupado por una dinastía hereditaria descendiente de Hilel. Como resultado del desplazamiento experimentado por la Nación, los tanaim -maestros- coincidieron en que era necesario consolidar las tradiciones de los períodos precedentes. La liturgia fue fijada, y compilaron numerosas leyes y explicaciones en una colección fácil de recordar. Este material se convirtió en la base de las tradiciones de los tanaim que se encuentran en la Mishná. Los textos, que se hallaban aun en forma oral en esa época, constituyeron la base de las tradiciones posteriores de los Talmud palestino y babilónico y, por lo tanto, del desarrollo del judaísmo que nos es familiar en nuestros días. Hacia el año 132 e.c. las expectativas mesiánicas de una pronta redención de los judíos, habían sido nuevamente fomentados debido a la dura opresión romana. Sin embargo, como resultado final de esta situación, la Rebelión de Bar Kojba terminó en derrota y en la devastación del país. Pero, como un número importante de rabinos no apoyó la Revolución, al terminar ésta, los romanos decidieron -como una solución práctica-, dar de nuevo el poder a los rabinos, pudiendo continuar así los esfuerzos intelectuales y religiosos. El material atesorado en la Mishná, recogido por Rabi Akiba y por su discípulo Rabi Meir, en los años 50 - 135 e.c. estaba listo para su redacción final, bajo la dirección del rabino Juda el Príncipe. Al término de la compilación de la Mishná, finalizó el período tanaítico. Entonces, en la región de Babilonia, en Mesopotamia, donde había existido una gran comunidad judía desde la destrucción del norte de Israel en 722 e.c., y en Palestina, grupos de sabios iniciaron el trabajo de explicar las tradiciones de los tanaim, algunas de las cuales estaban incorporadas en la Tosefta y en el Midrash Halájico. Con estas denominaciones nos referimos a un compendio de discusiones rabínicas sobre normas de conducta, de ética y de religión, en el siglo II a. e.c. Cabe mencionar que en esta época ya había comunidades judías en todas las provincias del Imperio Romano, donde podían vivir sin molestias y practicando libremente su religión. El judaísmo medieval. Judíos bajo dominio árabe. El establecimiento del Califato en Bagdad, lugar donde habían sido fundadas también grandes academias talmúdicas de Babilonia, hizo posible el nacimiento de la hegemonía talmúdica sobre las comunidades judías del mundo islámico. Aparentemente gran parte de la diáspora no siguió las prácticas que los Tanaim –sabios de la Mishná, entre los años 200 a.e.c. y 200 e.c.-, y de los Amoraim, sabios del Talmud, aproximadamente entre los años 300-600 e.c. Las costumbres locales persistieron, algunas de las cuales, como se cree actualmente, tuvieron nexos con las antiguas tradiciones sectarias de la época del Segundo Templo. Bajo el dominio de los musulmanes, los rabinos de Babilonia pudieron exigir a las más apartadas comunidades judías, que acataran su liderazgo espiritual. De este modo, el judaísmo talmúdico de los babilonios, en lugar del Talmud Palestino, se convirtió en norma para todos los judíos. De hecho, se presentó cierta oposición a esta normalización. La secta conocida como los Caraítas se originó, aparentemente en el siglo VIII e.c., como una coalición de varios grupos que no seguían la dirección rabínica. Estos grupos habían basado su judaísmo desde hacía mucho tiempo en su propia interpretación de la Torá, y ahora rechazaban la interpretación rabínica alineados bajo el concepto de liberalismo. Algunas creencias de los antiguos saduceos, o aún de la secta de los Rollos del Mar Muerto, pueden haber influído en el desarrollo de esta división sectaria del siglo VIII. Este grupo, aunque pequeño, existe aún en nuestros días en Israel, y ha contribuido, por lo tanto, al fenómeno multifacético que denominamos judaísmo. La conquista árabe en el siglo VII colocó no sólo al judaísmo de Mesopotamia y Palestina, sino a todas las comunidades judías del Oriente Medio bajo el dominio del Islam, provocando también un cambio profundo en la vida judía en gran parte de los países del Mediterráneo. En el transcurso de una generación, entre los años 640 - 670, ejércitos árabes invadieron la parte occidental de África del Norte hasta el Océano Atlántico. En esta parte del mundo existían antiguas comunidades judías que, desde esta época, se asimilaron a la vida de los árabes, influyendo también en el idioma y la cultura. Bajo el dominio árabe, Marruecos, con su numerosa población judía, se transformó en el gran centro de la vida judía con una cultura autóctona, libre de la influencia de Babilonia y de Mesopotamia. Al comienzo del siglo VIII, al completarse la conquista de Magreb, (una parte del Cercano Oriente), los ejércitos árabes irrumpieron en España y en poco tiempo sometieron - se supone que con la ayuda de la población judía- a casi la totalidad de la Península Ibérica. Un número considerable de judíos siguió sus huellas, muchos de ellos sirviendo en el ejército árabe y tomando parte activa en la conquista. La llegada de los musulmanes árabes a España en el año 638, determinó un nuevo momento del judaísmo. Empezó el proceso de cambio del período rabínico al período medieval. La judería palestina se eclipsaba, adquiriendo fuerza la vida en la diáspora. Fuera de las poblaciones judías de Babilonia y del mundo helénico, ya conocido en el período anterior, los judíos llegaron ahora al Norte de África, el Sur de Europa y, aún, a España y Francia. Se establecieron también comunidades en Turquía y en los Balcanes. Arabia fue un hogar seguro para muchos judíos, factor que ayudó a producir el nacimiento de la nueva religión monoteísta: el Islamismo. La Época de Oro en España. La España islámica alcanzó un brillante apogeo. Bajo su dominio, floreció una numerosa y activa comunidad judía que se centraba en torno a la resplandeciente capital, Córdoba. El siglo X marcó, en realidad, los comienzos de lo que se da en llamar la Edad de Oro del judaísmo español. Cuatro siglos de seguridad. Hubo judíos que llegaron a la cumbre de los honores: visires, ministros, consejeros, tesoreros, embajadores. Una relativa prosperidad en la vida social y política. Conocemos innumerables sabios y pensadores, especialistas en medicina, gramática, y en muchas otras ramas de la ciencia.. Estas son las principales características que hicieron del Siglo de Oro español un período sin par en la imagen tradicional del judaísmo medieval Los judíos fueron favorecidos tanto por las condiciones de bienestar general, como por las particulares, excepcionalmente beneficiosas. Los árabes, junto con los judíos, crearon en España una civilización brillante en todos los aspectos: económico, artístico, intelectual. La España de la Alta Edad Media fue el país más rico y refinado de Europa. España era una encrucijada de civilizaciones. La conquista estableció la coexistencia de musulmanes judíos y cristianos, pero esta situación, común a varios países sometidos al Islam, fue particularmente favorable a los judíos de España. Estos desempeñaron de una manera espectacular el papel que les tocó asumir en el mundo medieval. Fueron mediadores e intermediarios en un clima en que la paz general, la suavidad de las costumbres y el mosaico de varias civilizaciones invitaban a la tolerancia mutua. Por falta de tiempo, no podemos hablar sobre el desarrollo cultural de los judíos en esta época y su contribución al desarrollo de todas las ramas de la cultura y civilización en España y en toda Europa Occidental. Pero especial mención merecería su actuación en la filosofía, literatura, lingüística, exégesis bíblica, medicina, matemáticas, cartografía, astronomía, jurisprudencia, mística religiosa, ética, etc. La degradación económica que afectó a los judíos de Europa, no se hizo sentir demasiado entre los judíos españoles. Había comerciantes, agricultores, intelectuales, muchos profesores y médicos, y en una proporción reducida, financistas. La vida del judaísmo español era mucho menos confinada que la de sus correligionarios en Europa Septentrional. Las agrupaciones judías eran más grandes, sus relaciones con la población en general, más fáciles y abiertas, su trato por parte de los soberanos y las autoridades, más igualitarios. El Alhama -lugar designado para las casas judías- era mucho más abierto, asegurado y autónomo que los ghettos de Europa Occidental. Su situación cambió radicalmente por el fortalecimiento del cristianismo en España, que trajo consigo la exigencia de la conversión forzada y/o la expulsión. Vivencia judía en tierras cristianas. Durante la Edad Media ocurrió un gran cambio en la demografía judía. Los judíos se trasladaron a Europa en número cada vez más creciente, lo que produjo que la mayoría viviera en tierras cristianas, y que el centro de la cultura y la literatura judías se trasladara con ellos. Aquí los judíos se enfrentaron a sus vecinos cristianos, a veces en disputa y a veces en diálogo. A menudo perecieron por causa de su adhesión a su fe ancestral, que ninguna persecución antisemita pudo destruir. En Europa la persecución fue fomentada por las Cruzadas, que lanzaron a las clases sociales más bajas contra los judíos. Es a partir de ese momento que, por sus origen, se diferenciaron dos grupos de judíos: los ashkenazim y los sefaradím, cada uno con sus costumbres y tradiciones, hasta cierto punto distintas. Los ashkenazim -a partir del término que designaba Alemania- vivían mayormente en Europa Central y Oriental, mientras los Sefaradím -la palabra Sefarad significa España- vivían en España y, después de su expulsión de ese país en el año 1492, se esparcieron en tierras mediterráneas: Norte de África, Egipto, Palestina, Turquía, Italia, Portugal, y también Holanda e Inglaterra. Más adelante, se trasladaron al continente americano. A fines de la Edad Media, los judíos ya habían desarrollado una tradición intelectual altamente avanzada. Su Ley había sido codificada, sus teorías místicas y filosóficas explicadas y descritas de modo extensivo, y el estudio de la Biblia, el Talmud y el resto de la literatura judía había avanzado considerablemente. El judaísmo se convirtió en una religión mundialmente conocida y los judíos se sentían unidos en el consenso sobre sus prácticas y creencias. Pero el pueblo judío nunca perdió de vista el sueño ancestral de la renovación de su nacionalidad en la tierra de sus padres - la Tierra de Israel. Las diferentes corrientes intelectuales del judaísmo, a través de los siglos, que fue de variada índole y abarcó toda la tradición judía, también tuvo su lado oscuro. Algunas veces, cuando las condiciones históricas para los judíos eran más difíciles, se presentaban impostores, falsos Mesías, que proclamaban su mesianidad, refiriéndose a la doctrina cabalística. Este fue, por ejemplo, el caso de Shabatai Zvi (1626-1676), cuyas pretensiones mesiánicas parcialmente se basaban en el misticismo judío. Estudios filosóficos. A causa de persecuciones aunadas a difíciles condiciones económicas, hacia el siglo V se compiló el Talmud Palestino, sin haber finalizado el comentario rabínico. Al mismo tiempo, el oficio de Patriarca se abolió en Palestina. El Talmud Babilónico se completó en el siglo V, pero su edición fue continuada por los comentaristas, hasta poco después de la conquista islámica de Mesopotamia en el año 638 e.c. Los rabinos babilónicos, conocidos como “Gaonim” - "Eminencias", no pudieron mantener por mucho tiempo el control absoluto sobre la vida religiosa. Hasta mediados del siglo XII, se habían establecido autoridades locales a través del mundo judío. En realidad, las costumbres locales añadían sabor y belleza a las prácticas, sin detractar la unidad esencial del pueblo judío, ni su modo de vida. El período gaónico fue también de importancia central en el desarrollo de la filosofía y del misticismo judíos. Por supuesto, estos aspectos de la tradición judía eran mucho más antiguos. Los aspectos místicos se encuentran ya en la Biblia y en los Rollos del Mar muerto y existen algunas referencias en la literatura talmúdica. Pero fue en el período gaónico cuando se editaron los textos básicos del primitivo misticismo judío, preparando el escenario para la popularidad del Zohar, el gran trabajo de la Cábala, la tradición del misticismo judío medieval. Hasta el fin de la Edad Media, se desarrolló al máximo la aproximación mística al judaísmo por parte del círculo de los cabalistas místicos de Safed, en la Tierra de Israel. El misticismo se había convertido en un sistema para comprender al pueblo judío, a su Dios y su literatura. Las primeras referencias a trabajos de filosofía los encontramos en las obras del filósofo, escritor e historiador alejandrino Filón (20 a.e.c. - 50. e.c.). Su trabajo no tuvo mucho impacto fuera de la comunidad helenista judía y de aquellos cristianos que leyeron sus obras en griego. Al diluirse el judaísmo helenista, también Filón se alejó de la escena judía. Sólo en la Edad Media, bajo la influencia del reciente interés islámico en la filosofía y en las nuevas traducciones de los textos clásicos de la filosofía griega al árabe, los trabajos de Saadia Gaon (882-942) Moisés Mendelssohn (1135-1204) Juda Halevi –(antes de 1070 a 1141) ´- y Bahya ben Joseph ibn Paqueda en la segunda mitad del siglo XI, culminaron esta aproximación al pensamiento judío y a su literatura. Ciertamente, en ese momento se dio el escenario para la eventual confrontación del judaísmo con la filosofía moderna, confrontación que perdura dentro de la comunidad contemporánea. Los estudios judíos de la Biblia y su Ley,`progresaron mucho en el Medioevo. En el área de los estudios bíblicos, la iniciación de los estudios gramaticales y lexicográficos fue estimulada grandemente por los nuevos descubrimientos referentes al idioma árabe. Aún más importante, el reto caraíta estimuló a los judíos a desarrollar aún más la interpretación bíblica. Comentaristas tales como Abraham ibn Ezra (1089-1164), Moisés Najmánides (1194-1270), David Kimhi (1160-1235) y el preeminente RASHI (Rabi Salomón ben Isaac (10040-1105) crearon un verdadero tesoro de exégesis bíblico. Simultáneamente se desarrolló la ley judía, la Halajá. Se crearon nuevos comentarios sobre el Talmud, siendo uno de los más famosos él de RASHI. Se editaron y publicaron los códigos legales de Maimónides y el mismo Shuljan Aruj, código de la ley judía de mayor autoridad y permanencia, escrito por Joseph Caro (1488-1575). Adicionalmente, la literatura de "responsa", es decir cartas que discutían las soluciones a querellas legales enviadas a las academias o a los principales estudiosos, ayudaron a unir a los judíos y fueron una fuerza primordial dentro de los esfuerzos de normalización de los maestros de Babilonia. El judaísmo y el mundo moderno. Es difícil trazar la línea divisoria entre el judaísmo medieval y el moderno, puesto que la transición tuvo lugar en épocas y lugares diferentes, Para los judíos de Italia, el fin del Medioevo había sido marcado por el Renacimiento. Para los del resto de Europa, lo fue el Iluminismo, la Emancipación y la Revolución Industrial. Para los judíos del mundo árabe, ese proceso se dio tan sólo a principios del siglo XX con el inicio de la modernización de los países islámicos. En los países de Europa Occidental y Central, la emancipación tuvo su inicio ya a fines del siglo XVIII. Poco después de esa fecha, los judíos de repente se hallaron frente a un nuevo mundo en que, por primera vez, les era dada la opción de participar en una cultura más amplia. Esta cultura dominante estaba, en apariencia, dispuesta a aceptarlos a cambio de ciertos compromisos y adaptaciones. Este nuevo reto dio lugar a varios movimientos: la reforma religiosa, la reforma cultural y más adelante, a fines del siglo XIX, al sionismo, movimiento que finalmente llevó a la creación del Estado de Israel. Los judíos reaccionaron al proceso de modernización dentro de la civilización europea de diferentes maneras. Algunos, especialmente en Europa Occidental, se sintieron atraídos por la idea de la emancipación. Este concepto prometía la completa igualdad social a los judíos que podían dejar los confines de los ghettos y participar activamente de todas las ramas de la cultura. Este movimiento condujo a la adopción del alemán vernacular, a una creciente asimilación y, eventualmente, también al matrimonio mixto de una parte de la comunidad judía. Al mismo tiempo, estos mismos factores estimularon el estudio histórico de las raíces, el origen del judaísmo. Esta "Ciencia del Judaísmo" aplicó los métodos de estudio histórico y filológico, entonces prevalentes en la comunidad académica europea, al estudio del judaísmo y de su literatura. Los líderes de este movimiento demostraron que la tradición judía era un valioso tópico de investigación intelectual, facilitando así la entrada de los judíos a la vida académica en Alemania. Este movimiento se divulgó hacia todos los segmentos de la comunidad judía, produciendo grandes resultados en los estudios judaicos, especialmente en Palestina y en los Estados Unidos. Los judíos alemanes acogieron bien la Emancipación, junto con la idea de la reforma religiosa. Asumieron que con el cambio de las condiciones de vida para los judíos, su religión, es decir el judaísmo, debía ser modernizado. Se aplicó mayor decoro a los servicios religiosos, implantando prácticas similares a las de sus vecinos protestantes. Para poder vivir en el seno de la sociedad, había que adaptar el judaísmo al mundo moderno, modificando las antiguas ceremonias y ciertas restricciones rituales que separaban a los ,judíos de sus vecinos. Algunos religiosos, involucrados en el estudio histórico del judaísmo, deseaban mantener la forma tradicional e inauguraron una aproximación que se ha dado en llamar "Judaísmo Histórico". Fue esta ideología la que sirvió como base al movimiento conservador que se desarrolló en América y es, hoy día, una de las más fuertes y divulgadas corrientes, junto con la reformista, la reconstruccionista y la ortodoxa. Otro segmento del pueblo judío, los neo-ortodoxos, con su práctica enseñaron que era posible mantener la tradición del pasado y, al mismo tiempo, participar de las manifestaciones de la cultura circundante. Es la forma de la ortodoxia que se conoce actualmente como ortodoxia moderna y la que, como el movimiento reformador y el judaísmo conservador, también refleja una adhesión ó actitud positiva hacia la modernización. No es necesario recalcar que la igualdad de derechos civiles, tan buscada por los judíos en Europa Occidental, duró muy poco y gran parte de esta comunidad fue destruida en el Holocausto a mediados de nuestro siglo XX. En Europa Oriental, el Iluminismo llevó a los judíos a destacar los aspectos seculares del judaísmo. Así se inició un renacimiento de la literatura hebrea sobre temas seculares. Al mismo tiempo, el naciente movimiento sionista enseñó a los judíos que sólo en su propia tierra podía realizarse su destino. Los pogroms, las brutales persecuciones de la década de 1880 demostraron la futilidad de los esfuerzos de asimilación dentro de la sociedad. Un número muy importante de judíos de Polonia y de Rusia emigró a América y a Palestina a fines del siglo XIX y a principios del XX. El movimiento jasídico, desarrollado y difundido en los últimos años del siglo XVIII, mostró una reacción completamente opuesta a la modernización. Sus seguidores, los místicos, al encontrarse en esta nueva calidad social, se refugiaron cada vez más en el misticismo. Sus adherentes enfatizaban los aspectos espirituales del judaísmo y la realización de su destino espiritual, dentro de un contexto compacto y de unidad de la comunidad religiosa. El surgimiento de este movimiento en Europa Oriental y su subsiguiente desarrollo, especialmente en América y en Israel, son los principales factores que contribuyeron a la supervivencia del judaísmo ortodoxo dentro del mundo moderno. El Siglo XXEl Holocausto – El Resurgimiento del Estado de Israel. A fines del siglo XIX, la fuerza del creciente nacionalismo europeo, el antisemitismo y el antiguo mesianismo judío se combinaron para producir el movimiento sionista, con el principal anhelo de establecer un hogar para el muy sufrido pueblo judío. Al principio, este movimiento fue visto como una amenaza para las formas tradicionales judías. Pero, con el tiempo, casi todos los judíos lo adoptaron. En el mismo umbral de su realización, este sueño de la restauración de la antigua patria judía independiente, fue rota por la peor demostración de odio antisemita en la historia. Entre 1939 y 1945, seis millones de judíos, aproximadamente un tercio de la población judía mundial, fueron asesinados brutalmente por los nazis. Los judíos que en aquel entonces vivían en Palestina, vieron frustradas sus ambiciones de ofrecer un refugio seguro para sus hermanos de Europa. Cuando los sobrevivientes a los atroces medios de destrucción masiva, salieron de los campos de concentración, se les negó el acceso a Palestina que se hallaba entonces bajo el mandato británico. Finalmente, de las cenizas, surgió el Estado de Israel en 1948, evento que sirvió, aunque modestamente, como consuelo al pueblo judío por la inescrutable tragedia de la destrucción de la judería europea. Los eventos mencionados produjeron un cambio intenso en la demografía judía. El Holocausto trajo la destrucción de los principales centros de población judía en Europa Oriental, en Alemania y en otras partes de Europa Occidental. Las comunidades de la judería israelí y norteamericana crecieron continuamente con inmigrantes que buscaban una nueva vida. La creación del Estado de Israel produjo una inmigración en gran escala de los judíos establecidos en los países árabes que, a su vez, causó la virtual terminación de grandes centros de la cultura judía sefaradí. Actualmente, la población judía de América del Norte y de Israel constituye las comunidades más grandes, pero existe todavía en la ex Unión Soviética, un importante grupo de judíos. Existen comunidades de distintos tamaños en Europa Occidental, en la mayoría de los países ex-comunistas, y en América Latina. De todos modos, no hay virtualmente ningún país en el mundo que no tenga una pequeña comunidad judía. El Holocausto dejó al pueblo judío buscando una respuesta teológica. Algunos dijeron que Dios, por alguna razón inexplicable, había desviado Su mirada. Otros vieron el Holocausto como el preludio de la restauración del Estado Judío. Otros, simplemente, permanecieron silenciosos, pues se dan cuenta de su incapacidad para resolver los dilemas teológicos producidos por este drama. Las opiniones sobre el significado de la creación del Estado de Israel son variadas. Algunos vieron en él el comienzo de la Redención Mesiánica, mientras otros lo consideran como un paso más en la transformación de los judíos en una nación, como las demás naciones. En el corto tiempo de su existencia, el Estado de Israel se transformó en una fuerza aglutinante dentro del mundo judío. El pueblo judío, tanto los que viven en Israel como los que habitan en la Diáspora, están convencidos que Israel, como país independiente, será el camino hacia la realización de sus sueños. Albergará las ideas, los ideales, las esperanzas y el destino de todo un pueblo. Y será, quizás, el medio hacia la Redención anhelada. |
domingo, 27 de marzo de 2016
Una Ventana al Judaismo Tomo I
Una Ventana al Judaismo Tomo I
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