viernes, 25 de marzo de 2016

Archivo:Paso Ingobernable calavera.jpg - Elder Scrolls - Wikia

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Viernes Santo
Día en que crucificaron a Cristo en el Calvario. Cómo rezar el Via Crucis. La Virgen de la Soledad


Por: Teresa Vallés | Fuente: Catholic.ent



En
este día recordamos cuando Jesús muere en la cruz para salvarnos del
pecado y darnos la vida eterna. El sacerdote lee la pasión de Cristo en
la liturgia de la Adoración a la cruz. Ese día no se celebra la Santa
Misa.



En las iglesias, las imágenes se cubren con una tela morada al igual que
el crucifijo y el sagrario está abierto en señal de que Jesús no está.



El color morado en la liturgia de la Iglesia significa luto. Se viste de
negro la imagen de la Virgen en señal de luto por la muerte de su Hijo.



Podemos recordar leyendo el Evangelio de San Juan, capítulo 18, versículos 1-19, 42.



¿Cómo podemos vivir este día?



Este día manda la Iglesia guardar el ayuno y la abstinencia.

Se acostumbra rezar el Vía Crucis y meditar en las Siete Palabras de Jesús en la cruz.

Se participa en la Liturgia de Adoración a la Cruz con mucho amor, respeto y devoción.

Se trata de acompañar a Jesús en su sufrimiento.

A las tres de la tarde, recordamos la crucifixión de Jesús rezando el Credo.



¿Cómo se reza un Via Crucis?



Esta costumbre viene desde finales del siglo V, cuando los cristianos en
Jerusalén, se reunían por la mañana del Viernes Santo a venerar la cruz
de Jesús. Volvían a reunirse al empezar la tarde para escuchar la
lectura de la Pasión.



El Via Crucis es una manera de recordar la pasión de Jesús y de revivir
con Él y acompañarlo en los sufrimientos que tuvo en el camino al
Calvario.



Se divide en catorce estaciones que narran, paso a paso, la Pasión de
Cristo desde que es condenado a muerte hasta que es colocado en el
sepulcro.



El Via Crucis se reza caminando en procesión, como simbolismo del camino
que tuvo que recorrer Jesús hasta el Monte Calvario. Hasta adelante,
alguno de los participantes lleva una cruz grande y es el que preside la
procesión. Se hacen paradas a lo largo del camino para reflexionar en
cada una de las estaciones, mediante alguna lectura específica.



Si se desea, después de escuchar con atención la estación que se medita y
al final de cada una, se puede rezar un Padrenuestro, mientras se
camina hasta la siguiente estación. El que lleva la cruz, se la puede
pasar a otra persona.



Via Crucis para jovenes



1.- Jesús es condenado a muerte



Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.

Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



Mi buen Jesús, te han condenado a muerte. ¿Estás triste? ¿ Estás asustado?

En tu lugar yo me sentiría así. Yo quiero quedarme junto a ti para que no te sientas sólo.

Ayúdame, Jesús, a tener fuerzas para quedarme junto a ti.



2.- Jesús es cargado con la cruz



Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.

Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



Jesús mío, te han cargado con la cruz. La veo muy grande y seguramente te pesa mucho. Yo quiero ayudarte.



Dios mío, ayúdame a portarme muy bien y así ayudar a Jesús, tu Hijo, para que la cruz le pese un poco menos este Viernes Santo.



3.- Jesús cae por primera vez



Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.

Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



Te has lastimado, mi buen Jesús, pero te vuelves a levantar. Sabes que debes seguir adelante. Yo quiero seguir contigo.

Dios mío, dame fuerzas para levantarme cuando me caiga y así seguir adelante, como lo hizo Jesús.



4.- Jesús encuentra a María.



Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.

Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



María, ves pasar a tu Hijo y te duele mucho verlo así. Te duele más que a
todos nosotros. Pero tú confías en Dios y Él te hace fuerte y mantiene
viva tu esperanza en la resurrección.



María, déjame estar contigo acompañándote y ayúdame a parecerme cada día más a ti.



5.- Jesús es ayudado por el Cireneo



Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.

Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



El Cireneo te ayuda a cargar la cruz. Yo también quiero ayudarte cada vez que te vea cansado.



Dios mío, ayúdame a ser generoso y servicial. En mi casa, en la escuela y
en todo lugar para así parecerme al Cireneo y ayudar a tu Hijo a cargar
la cruz.



6.- La Verónica enjuga el rostro de Jesús



Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.

Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



Una mujer se ha acercado a ti, mi buen Jesús y te ha limpiado la cara.
Tú la miras con mucho amor. Así quieres que tratemos a nuestros
semejantes.



Dios mío, así como la Verónica se acercó con tu Hijo, yo también quiero hacerlo con mis hermanos.



7.- Jesús cae por segunda vez



Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.

Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



Otra vez te has caído, mi buen Jesús. Es que el camino es muy largo y
difícil. Pero nuevamente tú te has levantado. Tú sabes que es necesario
levantarse y seguir adelante hasta el final.



Jesús, ayúdame a levantarme igual que tú, para poder seguir adelante en mi camino hacia ti.



8.- Jesús consuela a las santas mujeres



Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.

Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



Hay unas mujeres en el camino del calvario y tú te has detenido a
saludarlas. Es tan grande tu corazón que las consuelas, en lugar de
recibirlo. Quieres darles la esperanza de la Resurrección.



Dios mío, ayúdame a tener el corazón tan grande como el de tu Hijo Jesús, para ayudar siempre a mis hermanos.



9.- Jesús cae por tercera vez



Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.

Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



Una vez más, mi buen Jesús, una vez más has caído. Y una vez más te has
levantado. Tú sabes que es necesario llegar hasta el final para así
poder salvarnos del pecado.



Gracias, mi buen Jesús, porque te levantaste y así me salvaste. Ayúdame a mí a levantarme cada vez que me caiga.



10.- Jesús es despojado de sus vestidura



Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.

Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



Mi buen Jesús. Te quitan la única túnica que tienes y los soldados la
juegan a los dados. Vas a morir pobre, como también naciste pobre. Pero
tú nos dijiste una vez que tu Reino no es de éste mundo, y son las
puertas del cielo las que quieres abrir para nosotros.



Gracias, mi buen Jesús, gracias por querer salvarme.



11.- Jesús es clavado en la cruz



Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.

Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



Has llegado a la parte alta del monte, mi buen Jesús. Y te clavaron en
la cruz como si fueras el peor de los ladrones. Pero tú sabes perdonar a
quienes lo hicieron. Y también nos perdonas nuestras faltas.



Jesús mío, también perdóname a mí. Yo te quiero mucho y no me gusta verte así.



12.- Jesús muere la cruz



Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.

Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



Mi buen Jesús, viniste al mundo a salvarnos y ahora lo has logrado. Con
tu muerte en la cruz, con tu obediencia a tu Padre nos has abierto las
puertas del cielo.



Gracias, mi buen Jesús, gracias. Ahora ayúdame para que yo me gane el Cielo.



13.- Jesús es bajado de la cruz



Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.

Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



María, tu Madre, te detiene entre sus brazos. Está muy triste, pero sigue confiando en Dios. Ella sabe que este no es el final.



María, tú te convertiste en mi Madre desde la cruz. Jesús nos ha querido
hacer ese regalo.Ayúdame a estar muy cerca de ti y de tu hijo toda mi
vida.



14.- Jesús es colocado en el sepulcro



Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.

Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



Ahora todo ha terminado. La gente vuelve a su casa. Pero a nosotros nos queda la esperanza de la resurrección.



Sabemos que tú vivirás siempre. En el Cielo, en el Sagrario y también en nuestro corazón.

Ayúdame, mi buen Jesús, ayúdame a resucitar contigo cada día, y a vivir con la alegría de la resurrección.



Vía Crucis para niños



Primera estación: Jesús es condenado a muerte



Jesús mío, tu silencio me enseña a llevar las contradicciones con paciencia.

Padrenuestro.



Segunda estación: Jesús va cargado con la Cruz



Esta Cruz, ¡Jesús mío! Debiera ser mía; mis pecados te crucificaron. Padrenuestro.



Tercera estación: Jesús cae por primera vez bajo la Cruz



¡Jesús mío! Por esta primera caída, no me dejes caer en pecado mortal. Padrenuestro.



Cuarta estación: Jesús encuentra a su Madre



Que ningún afecto humano, ¡Jesús mío!, me impida seguir el camino de la cruz. Padrenuestro.



Quinta estación: Simón, el cirineo, ayuda a Jesús a llevar la cruz



Jesús, amigo mío, que yo acepte con resignación cualquier prueba que sea tu Voluntad enviarme. Padrenuestro.



Sexta estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús



Imprime, Jesús, tu sagrado rostro sobre mi corazón y concédeme que nunca lo borre el pecado. Padrenuestro.



Séptima estación: Jesús cae por segunda vez



Jesús mío, déjame ayudarte a levantarte, y cuando yo me caiga, me ayudas tú. Padrenuestro.



Octava estación: Jesús consuela a las santas mujeres



Mi mayor consuelo, ¡Jesús mío!, sería oírte decir: muchos pecados te son perdonados, porque has amado mucho. Padrenuestro.



Novena estación: Jesús cae por tercera vez



Jesús, cuando me sienta cansado en el camino de la vida, sé Tú mi apoyo y mi perseverancia en los trabajos. Padrenuestro.



Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras



Despójame, Jesús, del afecto de las cosas terrenas y revísteme de la túnica del arrepentimiento y penitencia. Padrenuestro.



Undécima estación: Jesús es clavado en la cruz



Enséñame, amado Jesús mío, a perdonar las injurias y olvidarlas. Padrenuestro.



Duodécima estación: Jesús muere en la cruz



Ya estás en la agonía, Jesús mío, pero tu Sagrado Corazón late de amor por los pobres pecadores. Haz que te ame. Padrenuestro.



Décimo tercera estación: Jesús es bajado de la cruz



Tu cruz se ha quedado vacía y nosotros, tristes. Ayúdanos a saber esperar la alegría de la resurrección. Padrenuestro.



Décimo cuarta estación: Jesús es colocado en el sepulcro



Cuando yo, Jesús, te reciba en mi corazón en la sagrada Eucaristía, haz que halles digna morada, para Ti. Padrenuestro.



El sermón de las Siete Palabras



Esta devoción consiste en reflexionar en las últimas siete frases que pronunció Jesús en la cruz, antes de su muerte.



Primera Palabra



"Padre: Perdónalos porque no saben lo que hacen". (San Lucas 23, 24)



Jesús nos dejó una gran enseñanza con estas palabras, ya que a pesar de
ser Dios, no se ocupó de probar su inocencia, ya que la verdad siempre
prevalece. Nosotros debemos ocuparnos del juicio ante Dios y no del de
los hombres. Jesús no pidió el perdón para Él porque no tenía pecado, lo
pidió para quienes lo acusaron. Nosotros no somos nadie para juzgar.
Dios nos ha perdonado grandes pecados, por lo que nosotros debemos
perdonar a los demás. El perdonar ayuda a quitar el odio. El amor debe
ganar al odio. La verdadera prueba del cristiano no consiste en cuánto
ama a sus amigos, sino a sus enemigos. Perdonar a los enemigos es
grandeza de alma, perdonar es prueba de amor.



Segunda Palabra



"Yo te aseguro: Hoy estarás conmigo en el paraíso". (San Lucas 23,43)



Estas palabras nos enseñan la actitud que debemos tomar ante el dolor y
el sufrimiento. La manera como reaccionemos ante el dolor depende de
nuestra filosofía de vida. Dice un poeta que dos prisioneros miraron a
través de los barrotes de su celda y uno vio lodo y otro vio estrellas.
Estas son las actitudes que se encuentran manifestadas en los dos
ladrones crucificados al lado de Jesús: uno no le dio sentido a su dolor
y el otro sí lo hizo. Necesitamos espiritualizar el sufrimiento para
ser mejores personas. Jesús en la cruz es una prueba de amor. El ladrón
de la derecha, al ver a Jesús en la cruz comprende el valor del
sufrimiento. El sufrimiento puede hacer un bien a otros y a nuestra
alma. Nos acerca a Dios si le damos sentido.



Tercera Palabra



"Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre". (San Juan 19, 26-27)



La Virgen es proclamada Madre de todos los hombres.

El amor busca aligerar al que sufre y tomar sus dolores. Una madre
cuando ama quiere tomar el dolor de las heridas de sus hijos. Jesús y
María nos aman con un amor sin límites. María es Madre de cada uno de
nosotros. En Juan estamos representados cada uno de nosotros. María es
el refugio de los pecadores. Ella entiende que somos pecadores.



Cuarta Palabra



"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (San Marcos 15, 34)



Es una oración, un salmo. Es el hijo que habla con el Padre.

Estas palabras nos hacen pensar en el pecado de los hombres. El pecado
es la muerte del alma. La bondad es el constante rechazo al pecado. El
pecado es el abandono de Dios por parte del hombre. El hombre rechazó a
Dios y Jesús experimentó esto.



Quinta Palabra



"¡Tengo sed!" (San Juan 19, 28)



La sed es un signo de vida. Tiene sed de dar vida y por eso muere.

Él tenía sed por las almas de los hombres. El Pastor estaba sólo, sin
sus ovejas. Durante toda su vida Jesús había buscado almas. Los dolores
del cuerpo no eran nada en comparación del dolor del alma. Que el hombre
despreciara su amor le dolía profundamente en su corazón. Todo hombre
necesita ser feliz y no se puede ser feliz sin Dios. La sed de todo
hombre es la sed del amor.



Sexta Palabra



"Todo está consumado". (San Juan 19, 30)



Todo tiene sentido: Jesús por amor nos da su vida. Jesús cumplió con la
voluntad de su Padre. Su misión terminaría con su muerte. El plan estaba
realizado. Nuestro plan no está aún terminado, porque todavía no hemos
salvado nuestras almas. Todo lo que hagamos debe estar dirigido a este
fin. El sufrimiento, los tropiezos de la vida nos recuerdan que la
felicidad completa solo la podremos alcanzar en el cielo. Aprendemos a
morir muriendo a nosotros mismos, a nuestro orgullo, nuestra envidia,
nuestra pereza, miles de veces cada día.



Séptima Palabra



"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". (San Lucas 23, 46)



Jesús muere con serenidad, con paz, su oración es de confianza en Dios. Se abandona en las manos de su Padre.

Estas palabras nos hacen pensar que debemos de cuidar nuestra alma, no
sólo nuestro cuerpo. Jesús entregó su cuerpo, pero no su alma. Devolvió
su espíritu a su Padre no con grito de rebelión sino con un grito
triunfante. Nadie nos puede quitar nuestro espíritu. Es importante
recordar cual es nuestro destino en al vida para no equivocarnos de
camino a seguir. Jesús nunca perdió de vista su meta a seguir. Sacrificó
todo para alcanzarla. Lo más importante en la vida es la salvación de
nuestras almas.



La Virgen de la Soledad



Bajo el título de la Virgen de la Soledad, se venera a María en muchos lugares y se celebra el viernes santo.



El Viernes Santo se acompaña a María en la experiencia de recibir en
brazos a su Hijo muerto con un sentido de condolencia. Se dice que se le
va a dar el pésame a la Virgen, cuya imagen se viste de negro ese día,
como señal de luto.



Acompañamos a María en su dolor profundo, el dolor de una madre que
pierde a su Hijo amado. Ha presenciado la muerte más atroz e injusta que
se haya realizado jamás, pero al mismo tiempo le alienta una gran
esperanza sostenida por la fe. María vio a su hijo abandonado por los
apóstoles temerosos, flagelado por los soldados romanos, coronado con
espinas, escupido, abofeteado, caminando descalzo debajo de un madero
astilloso y muy pesado hacia el monte Calvario, donde finalmente
presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos.

María saca su fortaleza de la oración y de la confianza en que la
Voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, aunque nosotros no lo
comprendamos.



Es Ella quien con su compañía, su fortaleza y su fe nos da fuerza en los
momentos del dolor, en los sufrimientos diarios y pidámosle la gracia
de sufrir unidos a Jesucristo, en nuestro corazón, para así unir los
sacrificios de nuestra vida a los de ella y comprendamos que en el
dolor, somos más parecidos a Cristo y capaces de amarlo con mayor
intensidad.



La imagen de la Virgen dolorosa nos enseña a tener fortaleza ante los
sufrimientos de la vida. Encontremos en Ella una compañía y una fuerza
para dar sentido a los propios sufrimientos.



Se le puede cantar a la Virgen la siguiente canción:



En el sufrimiento

supiste callar,

y junto a tu hijo

enseñas a amar.

Un Viernes Santo, con gran dolor,

sufre en silencio junto al redentor;

desde esa hora, hora de cruz,

es nuestra Madre, nos la dio Jesús.



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Evangelio según San Juan, capítulo 18, versículos del 1 al 19, 42



Viernes Santo



JESUS ES TOMADO PRESO





1. Después de hablar así, se fue Jesús acompañado de sus discípulos
al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el cual
entró con ellos.

2. Y Judas, el que lo entregaba, conocía bien este lugar, porque Jesús y sus discípulos se habían reunido allí frecuentemente.

3. Judas, pues, tomando a la guardia y a los satélites de los sumos
sacerdotes y de los fariseos, llegó allí con linternas y antorchas, y
con armas.

4. Entonces Jesús, sabiendo todo lo que le había de acontecer se adelantó y les dijo: "¿A quién buscáis?"

5. Respondiéronle: "A Jesús el Nazareno". Les dijo: "Soy Yo". Judas, que lo entregaba, estaba allí con ellos.

6. No bien les hubo dicho: "Yo soy", retrocedieron y cayeron en tierra.

7. De nuevo les preguntó: "¿A quién buscáis?" Dijeron: "A Jesús de Nazaret".

8. Respondió Jesús: "Os he dicho que soy Yo. Por tanto si me buscáis a Mí, dejad ir a éstos";

9. para que se cumpliese la palabra, que Él había dicho: "De los que me diste, no perdí ninguno".

10. Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó e hirió a
un siervo del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El nombre del
siervo era Malco.

11. Mas Jesús dijo a Pedro: "Vuelve la espada a la vaina; ¿no he de beber el cáliz que me ha dado el Padre?".



JESUS ANTE ANAS Y CAIFAS. NEGACION DE PEDRO



12. Entonces la guardia, el tribuno y los satélites de los judíos prendieron a Jesús y lo ataron.

13. Y lo condujeron primero a Anás, porque éste era el suegro de Caifás, el cual era Sumo Sacerdote en aquel año. (

24.) Pero Anás lo envió atado a Caifás, el Sumo Pontífice.

14. Caifás era aquel que había dado a los judíos el consejo: "Conviene que un solo hombre muera por el pueblo".

15. Entretanto Simón Pedro seguía a Jesús como también otro discípulo.
Este discípulo, por ser conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en
el palacio del Pontífice;

16. mas Pedro permanecía fuera, junto a la puerta. Salió, pues, aquel
otro discípulo, conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera, y trajo
adentro a Pedro.

17. Entonces, la criada portera dijo a Pedro: "¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?" Él respondió: "No soy".

18. Estaban allí de pie, calentándose, los criados y los satélites, que
habían encendido un fuego, porque hacía frío. Pedro estaba también en
pie con ellos y se calentaba.

19. El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y sobre su enseñanza.



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