sábado, 26 de marzo de 2016

HISTORIA DE LA PASCUA

HISTORIA DE LA PASCUA



HISTORIA
DE LA PASCUA

1.
La Pascua
Las
fiestas principales judías eran Pascua, Pentecostés y Tabernáculos, cuya
celebración se basaba en acontecimientos anualmente esperados por agricultores
y ganaderos, relacionados desde siempre con Dios y, más tarde, con algunos
hechos salvíficos históricos. De estas tres fiestas, la de la Pascua era la
más antigua e importante de Israel. Recordemos que la palabra griega pascha (en
castellano pascua) es traducción del arameo phasha y del hebreo pesah, que
significan «paso» o «tránsito». Así se emplea en el evangelio de San Juan
(13,1): «Habiendo llegado la hora de pasar de este mundo al Padre...».
Naturalmente, el «paso» pascual significado no es cambio de lugar, sino
transformación de existencia. Es existir de un modo nuevo.
Así
como para los agricultores el comienzo del año era en otoño, para los nómadas
empezaba en primavera. En todo caso, en Pascua florecían las primeras espigas,
con cuya harina se obtenían los panes ázimos, es decir, los panes sin la
levadura vieja perteneciente a la cosecha anterior. Además, coincidiendo con el
florecimiento del desierto, las ovejas tienen sus crías. La noche pascual tuvo
su origen en la luna llena de primavera, momento en que los pastores se
despedían con una comida (cordero, hierbas amargas, pan ázimo), dispuestos a
cambiar de lugar de pastos (vestido ceñido, sandalias y bastón). Precisamente
cuando los judíos preparaban sus panes ázimos para ofrecerlos a Yahvé, tuvo
lugar el paso del ángel del Señor para salvar a su pueblo de la esclavitud de
Egipto.
La
Pascua judía era celebrada desde sus orígenes con una comida. A los panes
ázimos se añadió el rito del sacrificio y banquete de un cordero. Así se
recordaría anualmente la pascua del Señor, la liberación del pueblo. El
acontecimiento del éxodo de Israel y su salida de Egipto hacia la tierra
prometida se conmemoró mediante la institución pascual o el memorial de
liberación: salida hacia la libertad, final de la antigua existencia y
donación de nueva vida. Celebrada por las tribus en su lugar de asentamiento,
la Pascua se restringió más tarde a Jerusalén y al Templo, convertidos en
lugares de peregrinación. En tiempos de Jesús, la Pascua era la fiesta más
importante de los judíos. Según Ex 12 y Dt 16, la Pascua es el «paso de
Dios» para salvar a su pueblo de la esclavitud y llevarlo a la libertad. Según
una tradición judía, la Pascua era asimismo aniversario de la creación.
El
rito fundamental de la Pascua era la cena en familia o en fraternidad, a base de
cordero (signo de la compasión de Dios), pan ázimo (miseria sufrida), hierbas
amargas (esclavitud) y salsa roja (trabajos forzados en Egipto). Se conmemoraba
la liberación de la servidumbre de Egipto, la alegría por la libertad
adquirida y la espera de la venida salvadora del Mesías. Las muchedumbres se
agolpaban en Jerusalén. Los padres de familia iban oportunamente al templo con
su correspondiente cordero para ser degollado en la parasceve (preparación) por
un sacerdote. Era noche de rebelión y de «cuchillos largos» o de espadas.
Pero, sobre todo, noche de esperanza escatológica en la liberación definitiva
que llevaría a cabo el Mesías.
b)
La Pascua de Cristo El evangelio de Juan alude a tres pascuas de Cristo: la que
coincide con la expulsión de los mercaderes (Jn 2,12-22), la que pone de
relieve el tema del pan (Jn 6) y la de la acogida triunfal de Jesús,
coincidiendo con el día en que se escogían los corderos pascuales (Jn 12ss),
para manifestar que Jesús es el verdadero «cordero de Dios que quita el pecado
del mundo». La palabra «pascua», en el NT, equivale a la fiesta de la Pascua
o de los Azimos, a la cena pascual y al cordero pascual. La pasión de Jesús se
desarrolla en un contexto pascual, ya que en ese tiempo tuvo lugar la última
cena de Jesús, su prendimiento, su interrogatorio y su condena. Según los
sinópticos, Jesús fue condenado en la noche de Pascua y crucificado al día
siguiente. La última cena de Jesús fue pascual (Mc 14,12-26 par). En cambio,
según San Juan, todos estos acontecimientos tuvieron lugar veinticuatro horas
antes (Jn 18,28; 19,14), ya que Jesús murió cuando se degollaban los corderos
de Pascua, en la tarde del 14 de Nisán. Los sinópticos ponen de relieve que la
última cena es la Pascua nueva. Juan acentúa que Jesús es el nuevo cordero.
Hoy
se interpreta que la última cena de Jesús fue banquete, con los gestos del
ritual judío de la comida, es decir, «bendición» del pan y «acción de
gracias» por el vino después de haber cenado. Los relatos de la eucaristía
omiten la descripción del ritual judío y ponen el énfasis en esos dos gestos.
Fue también cena de despedida de Jesús antes de la entrega. Todas las comidas
de Jesús eran «buena noticia» que hacían presente ya, aunque no en su
plenitud, el banquete escatológico del reino de Dios. Jesús comió con los
pobres, reconcilió en la mesa a pecadores y cenó diariamente con sus
discípulos. La última cena tuvo un relieve especial. Los cuatro relatos de la
institución son adaptaciones litúrgicas de las palabras y acciones de Jesús
en la última cena. En realidad no cuentan lo que Jesús hizo, sino cómo
celebraban los primeros cristianos y qué sentido tiene la eucaristía. Los
cuatro relatos coinciden en señalar lo que Jesús hizo y difieren en precisar
lo que dijo. Jesús se compara a sí mismo con el pan (cuerpo) y el vino
(sangre). Según la antropología semita, el hombre es «carne»; la sangre era
para los hebreos «sustancia de la vida». El término «cuerpo», en contraste
con «espíritu», se emplea para referirse a toda la persona. Está en
conexión con el pan; la sangre apunta a la muerte violenta.
Los
dos gestos judíos de Jesús en la última cena pascual manifiestan el relieve
eucarístico de la Pascua cristiana. Hay una bendición sobre el pan y la copa;
se ofrece el pan partido y la copa de vino, y se acompaña esta entrega con
palabras significativas y eficaces. Uno de estos gestos, el de la fracción del
pan, dará nombre a la eucaristía, denominada por Pablo «Cena del Señor».
c)
La Pascua cristiana Es posible que desde los primeros orígenes cristianos
hubiese una celebración específica pascual cada año. Recordemos que el
domingo, día del Señor, fue fiesta pascual semanal. Pero no es fácil precisar
cuándo se hizo el tránsito de la pascua semanal a la pascua anual. Algunos
aseguran que antes del año 50 se celebraba una vigilia pascual en las Iglesias
de Roma, Corinto, Asia Menor y Jerusalén; incluso hay quienes piensan que la
Segunda Carta de Pedro es una homilía pascual pronunciada en Roma y dirigida a
los cristianos de entonces como una especie de primera encíclica. Son meras
hipótesis. Lo cierto es que desde finales del siglo Il la Pascua anual es la
fiesta más importante de la Iglesia. De hecho, hubo en ese siglo, con respecto
a la Pascua, dos corrientes que originaron una tensa controversia. La corriente
oriental defendía que la Pascua debía celebrarse el Viernes Santo, al
atardecer, con una eucaristía. La corriente occidental pensaba que había de
festejarse en las primeras horas del domingo siguiente a ese viernes. A finales
del mencionado siglo, por decisión del papa Víctor, se impuso la tradición
romana, y empezó a celebrarse la Pascua el Domingo de Resurrección. El
concilio de Nicea del año 325 determinó que ese domingo fuera el siguiente a
la luna llena del equinocio de primavera (entre el 22 de marzo y el 25 de
abril).
Desde
entonces, la celebración de la Pascua anual en toda la Iglesia fue ruptura del
ayuno previo mediante la comida fraternal y eucarística; memorial de la
pasión, es decir, de la muerte y resurrección del Señor o del triunfo de
Cristo sobre la muerte y su retorno al Padre; vigilia nocturna con la comunidad
despierta, a la espera del retorno del Señor. La celebración culminaba, pues,
con la eucaristía de la madrugada del domingo, a la que pronto precedió el
bautismo de los catecúmenos adultos.
La
razón de la importancia cristiana de la Pascua es obvia: la fe cristiana es fe
en la muerte y resurrección del Señor, o Pascua de Cristo; por consiguiente,
el misterio pascual es el centro del cristianismo, de la Iglesia, de la acción
pastoral y de la vida espiritual cristiana. Por estas razones decimos que el
bautismo es sacramento de la fe o de la Pascua, y la eucaristía memorial
pascual.
El
Vaticano II ha revalorizado el sentido pascual del cristianismo. «Esta obra de
la redención humana y la perfecta glorificación de Dios la realizó Cristo
principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión,
resurrección y gloriosa ascensión» (SC 5).

No hay comentarios:

Publicar un comentario