martes, 3 de mayo de 2016
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EL ÁRBOL DE LA VIDA II
Las Esferas del Árbol de la Vida
Esfera/Sefirá
Nombre
1 Kéter/Corona
2 Jojmá/Sabiduría
3 Bina/Entendimiento
4 Jésed/Misericordia
5 Guevurá/Fuerza
6 Tiféret/Belleza
7 Nétsaj/Victoria
8 Hod/Gloria
9 Yesod/Fundamento
10 Maljút/Reino
En La Página de la Vida abordaremos el estudio de las Esferas, primero individualmente y, después, veremos algo de su dinámica conjunta. En estadios más avanzados es importante estudiar los Senderos del Árbol a través de las letras del alfabeto hebreo.
Las Esferas se denominan en hebreo Sefirá (singular de Sefirot), que significa numeración o cuenta, y también esfera. La filosofía cabalística enseña que la Manifestación se despliega, a partir de un estado primordial, en diez, que son las Sefirot o esferas.
El estado primordial es totalmente inconcebible para nosotros y, a falta de un nombre mejor, se le denomina Absoluto. Es el dominio propio de la Deidad, la Fuente de donde todo brota.
Ninguna cualidad por nosotros conocida es atribuible al Absoluto, razón por la cual a veces nos referimos a él como la Nada, porque no hay nada con lo que se pueda comparar, nada a lo que parecerse.
Ahora bien, no se trata de una "nada" en sentido peyorativo negativo, como algo vacío, muerto, que implique algún tipo de carencia. Al contrario, se trata de un estado de plenitud superlativa, en el que cualquier cualidad es poseída en un grado inconcebiblemente superior. Por esta razón se llama Infinito, indicando con ello no sólo que es el máximo de todo, sino que se encuentra siempre más allá, en un estado infinitamente superior de ausencia total de límites.
Precisamente, este estado de superabundancia, completamente lleno (sólo es vacío para nosotros) y completamente imposible de contener en límite alguno, conlleva como un salir de Sí para dar, como un desbordarse para comunicar su plenitud, y eso es lo que constituye la Luz Infinita. Ésta es el agente manifestante, creativo, la sustancia y la raíz última de todo, la irradiación esencial del Absoluto. La emanación completa de esta Luz, un estado indistinguible del Infinito mismo, llamado también Voluntad Divina, es lo que da lugar a la primera esfera, Kéter, la Corona de la Manifestación.
No hay que hacerse una imagen demasiado física de la Luz, como una energía puramente mecánica. La Luz es ciertamente la Energía, pero se trata de una energía que también es Vida Incondicionada, Conciencia Pura, Inteligencia Activa, Amor Omniabarcante, Poder Absoluto, Puro Gozo de Ser, Afirmación de Sí, Esplendor Radiante, Potencia Generativa, Presencia Viva y Actual.
Estas son las Esferas o Sefirot, los arquetipos fundamentales de lo Divino; las vasijas que contienen y transmiten la influencia divina a los mundos inferiores; los núcleos estructurantes de todas las formas manifestadas de conciencia, energía y materia. A partir de cada arquetipo se configura un "universo" particular de significados, de energías, de entes, por lo cual recibe con propiedad el nombre de Esfera, una figura completa, perfecta y relativamente autónoma. Todas las Esferas son infinitas y el Creador se encuentra representado en todas y en cada una. Desde su perspectiva todo es Uno. Las diferencias son desde el punto de vista de lo creado. Como dice el Séfer Yetsirá:
"Diez Sefirot de la Nada. Su fin está contenido en su principio y su principio en su fin, como la llama unida a la brasa. Porque el Señor es Único y no tiene segundo, y delante del Uno ¿qué vas a contar?"
Vamos, pues, a estudiar cada una de las Esferas del Árbol de la Vida, pero procurando no perder nunca la visión del conjunto, para no causar ninguna grieta o fisura en el dominio de la Unidad. Porque, como dice la Tradición, el que separa una Esfera, considerándola como algo en sí o independiente, es un idólatra. En otras palabras, pierde la conexión de la Unidad, que es el Árbol de la Vida.
Sin embargo, de momento no podemos desprendernos de nuestros modos limitados de conocimiento, por lo que nuestro estudio tendrá que proceder por aproximaciones sucesivas, partiendo de nuestra propia experiencia, moviéndonos de lo conocido a lo desconocido, procurando cada vez alcanzar síntesis más amplias, estratos más profundos. Este es, en esencia, el método de estudio cabalístico, tal como el propio Séfer Yetsirá nos insta a hacer:
"Diez Sefirot de la Nada, diez y no nueve, diez y no once. Entiende con sabiduría, se sabio con entendimiento, comprueba por medio de ellas, busca su origen, establece la esencia de las cosas y restituye al Creador a su lugar".
En esta primera aproximación a las Sefirot, vamos a proceder de abajo arriba, empezando por Maljút, Reino, la décima Esfera o Sefirá, y terminando por Kéter, Corona, la primera. Esto nos permitirá esbozar una teoría general del desarrollo personal y trazar la primera circunferencia de esa espiral ascendente que queremos recorrer. No pretendemos ahora un estudio exhaustivo que podría hacernos extraviar en la selva de las correspondencias y el simbolismo, sino más bien construir unos buenos cimientos que nos permitan edificar sobre bases sólidas. De todas formas algunas referencias, sobre todo al simbolismo bíblico, serán inevitables y convenientes para que el navegante se vaya familiarizando poco a poco con el lenguaje, los textos y el tipo de razonamiento cabalísticos. Debido a la complejidad y densidad del tema, se recomiendan varias lecturas, tanto de éste como de los espacios que siguen, hasta que el navegante interesado sienta que los conceptos fundamentales están bien asentados en su mente. También incluimos en espacios posteriores un resumen de los conceptos clave y las características fundamentales de las Esferas que puede usarse como referencia en la lectura de éste y de otros espacios.
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