
Leyenda del Minotauro Teseo Adriana Rey Minos de Creta
En
aquella época era costumbre en la isla de Creta convocar a la juventud
para que tomara parte en los juegos deportivos, en la lucha, en las
carreras y en los torneos de toda clase. Una vez que se proclamaban los
vencedores, se otorgaban los premios con la más sincera imparcialidad.
aquella época era costumbre en la isla de Creta convocar a la juventud
para que tomara parte en los juegos deportivos, en la lucha, en las
carreras y en los torneos de toda clase. Una vez que se proclamaban los
vencedores, se otorgaban los premios con la más sincera imparcialidad.
A
uno de estos certámenes olímpicos concurrieron los campeones de Creta y
de Atenas. Andrógeo, hijo de Minos, llevóse el premio de la lucha,
disputado entre los ciudadanos de Atenas, Megara y Creta. Los atenienses
no quisieron resignarse a una derrota tan poco honrosa y se vengaron
cobardemente asesinando al joven Andrógeo.
uno de estos certámenes olímpicos concurrieron los campeones de Creta y
de Atenas. Andrógeo, hijo de Minos, llevóse el premio de la lucha,
disputado entre los ciudadanos de Atenas, Megara y Creta. Los atenienses
no quisieron resignarse a una derrota tan poco honrosa y se vengaron
cobardemente asesinando al joven Andrógeo.
El
rey de Creta, Minos, reúne a sus guerreros, los embarca, llega a
Megara, pone sitio a la ciudad, la toma por asalto y luego se dirige a
Atenas con la esperanza de obligarla a capitular sin sacrificar muchos
hombres. La ciudad de Minerva resiste bastante más tiempo, pero sus
vituallas empiezan a agotarse.
rey de Creta, Minos, reúne a sus guerreros, los embarca, llega a
Megara, pone sitio a la ciudad, la toma por asalto y luego se dirige a
Atenas con la esperanza de obligarla a capitular sin sacrificar muchos
hombres. La ciudad de Minerva resiste bastante más tiempo, pero sus
vituallas empiezan a agotarse.
El
pueblo presiente que Atenas sufrirá la misma suerte que Megara, y los
jefes atenienses, desesperados, consultan al oráculo de Delfos para
conocer el medio de conjurar el inminente peligro que les amenaza. —No
os queda otro recurso —contesta la pitonisa— que aceptar por anticipado
sin restricción de ninguna clase las condiciones de Minos.
pueblo presiente que Atenas sufrirá la misma suerte que Megara, y los
jefes atenienses, desesperados, consultan al oráculo de Delfos para
conocer el medio de conjurar el inminente peligro que les amenaza. —No
os queda otro recurso —contesta la pitonisa— que aceptar por anticipado
sin restricción de ninguna clase las condiciones de Minos.
Dolorosamente
indignado por la muerte de su hijo, el rey de Creta impone como
condiciones que, durante un período de treinta años, la ciudad de
Atenas envíe, una vez por año, siete jóvenes varones y siete hembras para servir de pasto al Minotauro.
indignado por la muerte de su hijo, el rey de Creta impone como
condiciones que, durante un período de treinta años, la ciudad de

El
Minotauro en cuestión era un toro gigantesco y de inaudita fuerza, que
se alimentaba de carne humana. Teseo no sabía una palabra del trágico
accidente que había costado la capitulación de su patria, porque había
estado ausente de ella durante la guerra. Llegó a Atenas precisamente en
el momento en que estaban ya dispuestos los catorce jóvenes que habían
de servir de banquete al Minotauro. Teseo se entera de todo y quiere
partir con aquella abnegada juventud.
Minotauro en cuestión era un toro gigantesco y de inaudita fuerza, que
se alimentaba de carne humana. Teseo no sabía una palabra del trágico
accidente que había costado la capitulación de su patria, porque había
estado ausente de ella durante la guerra. Llegó a Atenas precisamente en
el momento en que estaban ya dispuestos los catorce jóvenes que habían
de servir de banquete al Minotauro. Teseo se entera de todo y quiere
partir con aquella abnegada juventud.
Su
viejo padre, Egeo, le suplica que no lo haga e intenta disuadirlo; las
víctimas han sido ya designadas y él no forma parte del grupo. Pero
Teseo no escucha sus lamentos; su voluntad es firme y su deber trazado:
defender, ayudar a sus compatriotas y amigos. Si así no obrara, ¿ sería
realmente digno de sentarse un día en el trono de su padre?
viejo padre, Egeo, le suplica que no lo haga e intenta disuadirlo; las
víctimas han sido ya designadas y él no forma parte del grupo. Pero
Teseo no escucha sus lamentos; su voluntad es firme y su deber trazado:
defender, ayudar a sus compatriotas y amigos. Si así no obrara, ¿ sería
realmente digno de sentarse un día en el trono de su padre?
—Tranquilizaos, padre mío —le dijo—.
Voy
a donde el honor me reclama, pero pronto tendréis la satisfacción de
vernos a todos sanos y salvos en nuestra querida patria. Egeo despide a
su hijo, apesarado y triste, y permanece inmóvil en la orilla; el navío,
con las velas negras en señal de luto, se aleja llevándose a su
idolatrado hijo. La nave va empequeñeciéndose a medida que se aleja y
acaba por convertirse en un punto imperceptible que desaparece en el
horizonte… Curvado por los años y agobiado por profundo dolor, el rey de
Atenas regresa penosamente a su palacio. Sólo le queda una esperanza.
a donde el honor me reclama, pero pronto tendréis la satisfacción de
vernos a todos sanos y salvos en nuestra querida patria. Egeo despide a
su hijo, apesarado y triste, y permanece inmóvil en la orilla; el navío,
con las velas negras en señal de luto, se aleja llevándose a su
idolatrado hijo. La nave va empequeñeciéndose a medida que se aleja y
acaba por convertirse en un punto imperceptible que desaparece en el
horizonte… Curvado por los años y agobiado por profundo dolor, el rey de
Atenas regresa penosamente a su palacio. Sólo le queda una esperanza.
Antes
de que la nave se hiciera a la vela hizo una suprema recomendación al
piloto: —Cuando regreses con el navío, si llevas a Teseo contigo
guarnecerás el barco con velas blancas. Si no es así, ya comprenderé
perfectamente la tragedia. Significará que no veré más a mi hijo.
de que la nave se hiciera a la vela hizo una suprema recomendación al
piloto: —Cuando regreses con el navío, si llevas a Teseo contigo
guarnecerás el barco con velas blancas. Si no es así, ya comprenderé
perfectamente la tragedia. Significará que no veré más a mi hijo.
El
Minotauro habitaba en una profunda caverna, en la extremidad de una
extraña morada llamada el Laberinto. Habíala construido el más hábil y
audaz arquitecto de aquellos tiempos, con un plan tan inverosímil como
extraordinario. Esta construcción fantástica estaba hecha a base de
corredores entrecruzados, circuitos, vestíbulos y pasadizos
complicadísimos, de tal forma que, una vez habíase entrado allí,
resultaba imposible encontrar la salida. Al final, todos los visitantes
eran víctimas del voraz habitante de aquel lugar maldito.
Minotauro habitaba en una profunda caverna, en la extremidad de una
extraña morada llamada el Laberinto. Habíala construido el más hábil y
audaz arquitecto de aquellos tiempos, con un plan tan inverosímil como
extraordinario. Esta construcción fantástica estaba hecha a base de
corredores entrecruzados, circuitos, vestíbulos y pasadizos
complicadísimos, de tal forma que, una vez habíase entrado allí,
resultaba imposible encontrar la salida. Al final, todos los visitantes
eran víctimas del voraz habitante de aquel lugar maldito.

entre los insulares de Creta anuncióse ruidosamente y con enorme
expectación la llegada de la nave ateniense, una gran multitud quiso
contemplar el desembarque de los viajeros. Una de las espectadoras que
más se impresionaron ante aquel triste desfile de jóvenes que iban hacia
la muerte fue la hija de Minos, Ariadna.
La
hija del rey descubre entre el grupo de jóvenes la gallarda figura de
un mancebo elegante, de porte real. Interesada, se enteró de que se
trataba de Teseo, el propio hijo del rey, quien habíase entregado
voluntariamente. Ariadna le conocía ya por su reputación de hombre
valeroso; sabía que era un héroe; contemplaba su fuerte complexión
masculina; admiraba su belleza. Y su corazón palpitó de angustia al solo
pensamiento de que la muerte no respetaría a Teseo.
hija del rey descubre entre el grupo de jóvenes la gallarda figura de
un mancebo elegante, de porte real. Interesada, se enteró de que se
trataba de Teseo, el propio hijo del rey, quien habíase entregado
voluntariamente. Ariadna le conocía ya por su reputación de hombre
valeroso; sabía que era un héroe; contemplaba su fuerte complexión
masculina; admiraba su belleza. Y su corazón palpitó de angustia al solo
pensamiento de que la muerte no respetaría a Teseo.
Ariadna
le habla y le comunica sus sentimientos. Incluso se ofrece para
salvarle, con peligro de su propia vida; Teseo se siente cautivado por
la gracia y el atractivo de la joven princesa. Tanta abnegación le
enternece, y decide formalmente que, si sale indemne del Laberinto,
Ariadna será su esposa. La hija de Minos acepta el agradable augurio y
entrega a su futuro e intrépido esposo un ovillo, guardando ella la
extremidad del hilo. «La mano del héroe guardaría cuidadosamente el
ovillo mientras el hilo se desenrollara. Para volver a la luz le
bastaría a Teseo seguir la dirección del hilo, guía seguro e infalible
para no extraviarse.» El grupo de las víctimas se adelanta, acercándose
al Laberinto.
le habla y le comunica sus sentimientos. Incluso se ofrece para
salvarle, con peligro de su propia vida; Teseo se siente cautivado por
la gracia y el atractivo de la joven princesa. Tanta abnegación le
enternece, y decide formalmente que, si sale indemne del Laberinto,
Ariadna será su esposa. La hija de Minos acepta el agradable augurio y
entrega a su futuro e intrépido esposo un ovillo, guardando ella la
extremidad del hilo. «La mano del héroe guardaría cuidadosamente el
ovillo mientras el hilo se desenrollara. Para volver a la luz le
bastaría a Teseo seguir la dirección del hilo, guía seguro e infalible
para no extraviarse.» El grupo de las víctimas se adelanta, acercándose
al Laberinto.
Los
atenienses atraviesan la entrada y desaparecen. Emocionada y
temblorosa, Ariadna percibe en su mano los movimientos del hilo, que
significan los de Teseo en el Laberinto. En seguida resuenan los
terribles mugidos del Minotauro. El hilo, entonces, se agita
violentamente, traduciendo las peripecias del combate. Avanza,
retrocede, se para. Pero súbitamente se produce un gran silencio. El
hilo no se mueve. ¿Qué habrá pasado? El corazón de Ariadna muere de
angustia… ¿ Será una ilusión? Diríase que el hilo se ha movido. Parecen
percibirse gritos muy lejanos… ¿Pero cómo son? Los ecos pueden modificar
los sonidos a través de los numerosos méandros. Esta vez no se ha
equivocado: los gritos son de alegría. El ruido se acerca y cada vez se
percibe más claro y preciso. Ya no hay duda: el Minotauro ha sido
vencido. El hilo se mueve más rápido y firme. Teseo se ha salvado.
atenienses atraviesan la entrada y desaparecen. Emocionada y
temblorosa, Ariadna percibe en su mano los movimientos del hilo, que
significan los de Teseo en el Laberinto. En seguida resuenan los
terribles mugidos del Minotauro. El hilo, entonces, se agita
violentamente, traduciendo las peripecias del combate. Avanza,
retrocede, se para. Pero súbitamente se produce un gran silencio. El
hilo no se mueve. ¿Qué habrá pasado? El corazón de Ariadna muere de
angustia… ¿ Será una ilusión? Diríase que el hilo se ha movido. Parecen
percibirse gritos muy lejanos… ¿Pero cómo son? Los ecos pueden modificar
los sonidos a través de los numerosos méandros. Esta vez no se ha
equivocado: los gritos son de alegría. El ruido se acerca y cada vez se
percibe más claro y preciso. Ya no hay duda: el Minotauro ha sido
vencido. El hilo se mueve más rápido y firme. Teseo se ha salvado.
Ariadna
cae en sus brazos, palpitante de emoción y de felicidad. Ya están
juntos. Del brazo de Ariadna, Teseo dirígese con sus compatriotas
liberados hacia la orilla del mar. Se izan las velas y el navío parte…
El mar, que al principio era de un azul prístino, empieza a murmurar
violentamente, presentando un aspecto sombrío y amenazador. El viento
cambia y empieza a soplar con gran fuerza. El cielo es de tormenta; unos
negros nubarrones se acercan imperiosamente, eclipsando la luz del día.
La tempestad se desencadena con terrible furia; es preciso plegar las
velas y ponerse al abrigo.
cae en sus brazos, palpitante de emoción y de felicidad. Ya están
juntos. Del brazo de Ariadna, Teseo dirígese con sus compatriotas
liberados hacia la orilla del mar. Se izan las velas y el navío parte…
El mar, que al principio era de un azul prístino, empieza a murmurar
violentamente, presentando un aspecto sombrío y amenazador. El viento
cambia y empieza a soplar con gran fuerza. El cielo es de tormenta; unos
negros nubarrones se acercan imperiosamente, eclipsando la luz del día.
La tempestad se desencadena con terrible furia; es preciso plegar las
velas y ponerse al abrigo.
La
nave anda en la isla de Naxos. Ariadna, muerta de cansancio, aprovecha
aquella forzada escala para descansar; el sueño la vence y se duerme.
Pero la tempestad no tarda en disiparse; la calma renace; el sol
reaparece en el cielo puro y sereno. Los marineros, impacientes,
reanudan rápidamente la maniobra, y al cabo de unos instantes el navío
se encuentra nuevamente navegando en alta mar. Por un olvido
inexplicable, Teseo abandona a Ariadna dormida en la isla de Naxos.
Cuando despierta, la hija de Minos, la prometida del héroe, abre los
ojos con sorpresa. No ve a nadie en la isla ni ninguna nave en el mar.
Ariadna cree que sueña. Corriendo enloquecida a lo largo de la costa,
llora, se lamenta, dirige al cielo emocionantes súplicas y mira,
deshecha en lágrimas, la inmensidad de las aguas.
nave anda en la isla de Naxos. Ariadna, muerta de cansancio, aprovecha
aquella forzada escala para descansar; el sueño la vence y se duerme.
Pero la tempestad no tarda en disiparse; la calma renace; el sol
reaparece en el cielo puro y sereno. Los marineros, impacientes,
reanudan rápidamente la maniobra, y al cabo de unos instantes el navío
se encuentra nuevamente navegando en alta mar. Por un olvido
inexplicable, Teseo abandona a Ariadna dormida en la isla de Naxos.
Cuando despierta, la hija de Minos, la prometida del héroe, abre los
ojos con sorpresa. No ve a nadie en la isla ni ninguna nave en el mar.
Ariadna cree que sueña. Corriendo enloquecida a lo largo de la costa,
llora, se lamenta, dirige al cielo emocionantes súplicas y mira,
deshecha en lágrimas, la inmensidad de las aguas.
Por
un inesperado azar, Baco, que regresa de su expedición a las Indias,
oye los gritos de la infortunada doncella. Corriendo a su lado, intenta
consolarla hablándole dulcemente y tratando con amorosa solicitud de
calmar su dolor. Ariadna lo escucha sin disgusto. Ambos maldicen al
ingrato fugitivo y, finalmente, la hija de Minos, que ha perdido un
prometido, encuentra en Baco su esposo.
un inesperado azar, Baco, que regresa de su expedición a las Indias,
oye los gritos de la infortunada doncella. Corriendo a su lado, intenta
consolarla hablándole dulcemente y tratando con amorosa solicitud de
calmar su dolor. Ariadna lo escucha sin disgusto. Ambos maldicen al
ingrato fugitivo y, finalmente, la hija de Minos, que ha perdido un
prometido, encuentra en Baco su esposo.
Durante
este tiempo, la nave de Teseo, navegando con viento favorable, se
acerca por momentos al fin de su viaje; ya empiezan a percibirse las
costas del Ática. Para ser el primero en saludar a su padre, Teseo se
yergue intrépido en la proa de su navío. Egeo aparece en la costa. Teseo
reconoce en seguida al autor de sus días, pero en cuanto lo ha
reconocido ve como Egeo se precipita en el mar y desaparece para
siempre.
este tiempo, la nave de Teseo, navegando con viento favorable, se
acerca por momentos al fin de su viaje; ya empiezan a percibirse las
costas del Ática. Para ser el primero en saludar a su padre, Teseo se
yergue intrépido en la proa de su navío. Egeo aparece en la costa. Teseo
reconoce en seguida al autor de sus días, pero en cuanto lo ha
reconocido ve como Egeo se precipita en el mar y desaparece para
siempre.
El
piloto, con la alegría de volver a la patria, había olvidado la orden
que le había dado el rey de cambiar las velas negras. Ni la muerte del
Minotauro ni el triunfo del regreso alegran el corazón de Teseo. Un
profundo dolor le amarga el corazón. ¿No sería tal vez todo aquello el
efecto de la Justicia inmanente? ¿Al herir al hijo en sus sentimientos
filiales, habrán querido castigar los dioses la ingratitud y le
infidelidad del guerrero triunfante?
piloto, con la alegría de volver a la patria, había olvidado la orden
que le había dado el rey de cambiar las velas negras. Ni la muerte del
Minotauro ni el triunfo del regreso alegran el corazón de Teseo. Un
profundo dolor le amarga el corazón. ¿No sería tal vez todo aquello el
efecto de la Justicia inmanente? ¿Al herir al hijo en sus sentimientos
filiales, habrán querido castigar los dioses la ingratitud y le
infidelidad del guerrero triunfante?
Fuentes: Figuras y Leyendas Mitológicas
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