La universidad de la épocaA mediados del siglo XV solamente existían en la Corona
de Castilla los Estudios Generales de Salamanca y Valladolid;
en la Corona de Aragón, el de Lérida. En fundación,
las de Barcelona (1450), Santiago de Compostela (1495) y Valencia
(1499).
El Studium salmantino, que era el más antiguo (1),
había
recibido el refrendo real de Alfonso X en 1248, treinta
años
después de su fundación, y llegó a ser considerado
como el mejor centro universitario de la península, contando
con un fuerte apoyo de la corona. En el libro de Las
Siete Partidas se regula el funcionamiento de
la institución. En 1255
el papa Alejandro IV concede a los títulos de Salamanca
la validez universal (salvo en Bolonia y París) y el
uso de un sello propio.
Otras veintisiete universidades fueron creadas en España
durante los Reinados de los Reyes
Católicos, del emperador
Carlos V y de Felipe
II, es decir, en el siglo XVI:
Sevilla (1505), Complutense Madrid
(1499), Granada (1531), Baeza (1538), Zaragoza
(1542), Osuna (1548), Orihuela (1569), Oviedo (1574), ... Esto sin
contar las que nacieron en los territorios americanos: Santo Domingo
(1538), México (1551), Lima (1551), Charcas (1552), Bogotá
(1580) y Quito (1586)
(ver año de fundación
universidades actuales)
Era una época en que creció "en España
un entusiasmo casi divino difundido entre muchos por fundar Universidades",
como dijo el biógrafo de Cisneros, Alvar Gómez de
Castro. El modelo de todas ellas fue la de Salamanca, potente foco
de atracción cultural en el mundo hispánico, como
lo fueron en otros países europeos París, Bolonia,
Oxford, Cambridge o Montpellier
En Andalucía, las fundaciones universitarias comenzaron
en el siglo XVI, aunque el 28 de diciembre de 1254 el rey
Alfonso X había dado un Privilegio a la ciudad de
Sevilla para crear en ella "estudio y escuelas generales
de Latin i Arabigo", es decir, un centro con categoría
de Estudio General. Y ello, como dice en el Privilegio, por ser
la noble ciudad de Sevilla "de las más ondeadas e de
las meiores ciudades de Espanna", la ciudad que su padre Fernando
III conquistara a los árabes. La fórmula que se utilizó era
la más
solemne de los documentos emitidos por la cancillería real
castellana: un Privilegio Rodado. La denominación de "privilegio
rodado" deriva, por una parte, de su contenido jurídico
-Privilegio-, y por otra, de uno de sus rasgos diplomáticos
característicos -la rueda- que envuelve el signo del monarca.
Pero no se llevó a la práctica en su
totalidad; pronto se quedó reducido a un Estudio Particular,
es decir, aquel de rango menor no creado por Rey ni Papa, sino
por un particular o un ayuntamiento.
Durante el siglo
XV se conocía
la escuela
catedralicia de San Miguel, destinada a la formación
de clérigos, que enseñaba gramática y sufragaba
una cátedra de Teología que se impartía
en la capilla de San Miguel de la Iglesia Catedral de Sevilla.
Pero su nivel de enseñanza no era muy alto y no puede
considerarse precursora del Colegio-Universidad de Maese Rodrigo
ni de la futura universidad de Sevilla.
Entre
estas universidades renacentistas, no puedo dejar de mencionar
a la vecina y coetánea Universidad de Granada (2),
la universidad carolina por excelencia, ubicada en una ciudad
que cumple perfectamente las condiciones pensadas pensadas por
Alfonso X el Sabio, "de buen aire e de fermosas salidas
debe ser la villa que quisiere establecer Estudio":
"En qué lugar debe ser establecido
el estudio y cómo
deben estar seguros los maestros y los escolares que vinieren
a leer y aprender. De buen aire y de hermosas salidas debe ser la villa
en que se quisieran establecer el estudio, para que los
maestros que enseñen los saberes y los escolares
que los aprendan, vivan sanos y en él puedan descansar
y recibir agrado en la tarde, cuando se levantaren cansados
del estudio. Además, debe ser abundante de pan,
de vino y de buenas posadas en que puedan vivir y pasar
su tiempo sin gran costo."
Partida II, Ley II (Siete Partidas, Alfonso X) |
EL COLEGIO-UNIVERSIDAD DE SANTA MARIA DE JESUSA fines del siglo XV los dos cabildos, el municipal y el eclesiástico,
compartían la conciencia de la necesidad del establecimiento
de un Estudio General en Sevilla. En relación con este proyecto,
Santaella fue madurando la concepción del suyo, la creación
de un colegio primero y de una Universidad después, de una
forma progresiva. No es casual que el mismo Santaella, con Francisco
de Mendoza -arcediano en Sevilla-, el canónigo Pedro de Fuentes
y el también canónigo y maestreescuela Jerónimo
Pinelo, formara parte de la comisión que nombró el
cabildo catedral "para entender en el estudio general de
esta cybdad" con el municipal en junio de 1498. Fueron
estas negociaciones las que convencieron a Maese Rodrigo de la inminencia
de la fundación de una Universidad en Sevilla y así
se comprende que tomara la decisión de erigir por su cuenta
un colegio que sería financiado con las rentas de sus beneficios.
Así Santaella buscó y obtuvo el apoyo de la reina.
El 20 de marzo de 1500 Isabel la Católica escribía
sendas cartas al Papa y al cardenal Bernardino de Sandoval rogándoles
que prestasen su apoyo:
"Muy Santo Padre [...] me encomiendo en vuestra
santidad, a la qual plegue saber que yo escribo a Lorenzo Suares
de Figueroa, mi embaxador, que reside en su corte, para que
de mi parte le suplique algunas cosas tocantes a la fundación
e dotación de un colegio quel protonotario mº Rodrigo,
canónigo de la Santa Yglesia de Seuilla, que lo quiere
fundar e dotar [...] Escripta en Sevilla a XX de marzo de MD
años, de v. s. muy umilde devota fija que sus santos
pies e manos besa.
La reyna de Castilla, de Aragon e Granada"
(reproducido íntegramente
por Ollero Pina) |
Esta carta revela las intenciones de Maese Rodrigo en el primer
año del siglo XVI. Pero de sus efectos no sabemos nada. Sin
embargo, en 1502, durante su estancia en la ciudad, los Reyes Católicos
concedieron al Ayuntamiento de Sevilla una Real Cédula mediante
la cual le otorgaban licencia para fundar un Estudio General con
«cátedras en las que se leyese Teología o
Cánones o Leyes o Medicina y otras artes liberales».
Pero por causas desconocidas el concejo hispalense poco hizo para
darle cumplimiento hasta 1551, en que los colegiales solicitan les
sea transferido. Tan solo parece que en 1513 aún pretendían
crear una universidad de iniciativa municipal pues reciben un provisión
real que les permitía un pequeño impuesto por un año
para su financiación. Además, ese mismo año,
la Universidad de Salamanca, temerosa de la posible competencia,
se dirigió a Fernando el Católico para que "no
dé lugar a que haya Estudio o Universidad de Sevilla porque
sería mucho perjuicio del dicho Estudio de Salamanca".
Así pues, no puede considerarse el año de 1502 como
de constitución de la universidad. Fueron los mismos colegiales
los que pretendieron, ya en el siglo XVII, hacer creer que la Real
Cédula era el origen jurídico de Santa María
de Jesús, del mismo modo que pretendieron presentar a Maese
Rodrigo como arzobispo electo de Zaragoza, cuando en realidad sólo
fue un canónigo de la catedral de Sevilla.
Fue tres años más tarde, en 1505, cuando Maese
Rodrigo Fernández de Santaella, arcediano de la Catedral
de Sevilla, obtuvo una bula del papa
Julio II para erigir en la ciudad un Colegio y permitiéndole
las enseñanzas de «Artes, Lógica, Filosofía,
Teología, Derecho Canónico y Derecho Civil ».
Al mismo tiempo se le adjudicaban algunos beneficios eclesiásticos
con el propósito de contribuir a la financiación de
estos estudios. Parece que Santaella, en esta fecha, todavía
creía que el Ayuntamiento montaría su universidad
y no incide mucho en el aspecto universitario. Lo que él
pretendía inicialmente era aumentar el nivel de instrucción
del clero.
Dicha bula fue confirmada tres años después, el 16
de junio de 1508, por otra Bula del mismo pontífice,
quien establecía para estos centros los mismos privilegios
de que disfrutaban las otras universidades del reino y le facultaba
además para otorgar los grados de Medicina, lo que suponía
el cambio de signo de la fundación. Ambas bulas supondrían
la venia eclesiástica pero el reconocimiento real se tardaría
mucho más en conseguir.
Aún sin acabar las obras del Colegio de Maese Rodrigo, (ya
desaparecido Santaella, que había fallecido el 20 de enero
de 1509) el arzobispo hispalense y promotor de proyectos colombinos,
el dominico fray Diego de Deza gestionó ante la Santa
Sede la creación de un Colegio de la Orden de Predicadores
en Sevilla, destinado a recibir veinte estudiantes dominicos. Este
Colegio, llamado de Santo Tomás, que habría
de ser rival de Santa María de Jesús durante más
de dos siglos, comenzó su existencia legal en 1516,
por Bula pontificia de León X, estando ubicado en las cercanías
de Santa María de Jesús, próximo a la actual
casa Lonja; se empezó a poblar en 1518.
"Había un colegio de veinte colegiales, que andan
con vestiduras eclesiásticas y becas moradas, llamado
de Santa María de Iesu que fundó el muy reverendo
arcediano de Reina y canónigo de Sevilla maestre Rodrigo
de Santaella. Llaman por otro nombre muy debidamente la Universidad
sevillana a este excelente colegio...
Hay otro colegio nobilísimo de 25 frailes predicadores
de la Orden de Santo Domingo llamado Santo Tomás de
Aquino."
Luis de Peraza
Historia de la Ciudad de Sevilla (1535) |
Si consideramos que todas estas medidas forman parte de un proceso
que culmina en la admisión de los primeros estudiantes
en 1517, no resultaría descabellado situar en el año
1505 la creación de la Universidad de Sevilla. Entonces,
no sólo se creó desde un punto de vista legal -mediante
la bula pontificia- sino que Maese Rodrigo, su verdadero fundador,
contaba ya en ese momento con una sede física para ella en
la Puerta de Jerez, que habia erigido de su propio bolsillo. La
descripción
de los edificios que allí se construyeron las incluye
Joaquín Hazañas en su biografía del fundador.
Conviene señalar que en sus orígenes, nuestra Universidad
estaba integrada por dos centros de distinta índole.
Por una parte el Colegio, y por otra la Universidad
propiamente dicha, ambos con el nombre de Santa María de
Jesús, aunque vulgarmente conocidos como el Colegio-Universidad
Maese Rodrigo.
Sin embargo, desde un principio se registró una falta de
armonía en las relaciones de los dos centros, puesto que
la Universidad se resistía al dominio que ejercía
sobre ella el colegio y los colegiales, quienes mostraron siempre
un afán de superioridad sobre los manteístas.
LOS MANTEISTAS: La comunidad
universitaria estaba integrada por los colegiales, beneficiarios
de las becas, y los externos, no becarios, que eran conocidos
vulgarmente como manteístas, por usar el manteo, que
los diferenciaba de la beca colegial. (El manteo es una capa
larga con cuello, que llevaban los eclesiásticos sobre
la sotana y que también usaron los estudiantes. El término
deriva del francés "manteau"). |
La exigencia de limpieza de sangre para los colegiales (es
decir, que no pueden ser descendientes de moros o judíos...),
que determinaba su categoría social, mantuvo el carácter
selectivo y minoritario de este grupo, que consideraba a su centro
como una plataforma para hacer carrera en la Iglesia o en la administración
civil. Todo ello, muy en contra de la voluntad del fundador, que
expresamente había prohibido la pureza de linaje en la constitución
XV de 1506; esta cláusula fue tachada y suprimida casi en
los inicios del Colegio por los sucesores de Santaella.
Durante más de dos siglos, los Doctores manteístas
hubieron de soportar la competencia desleal de los Colegiales, que
les impedían acceder a las mejores cátedras universitarias.
La obligada convivencia en las aulas convertía, por este
motivo, la amistad y el compañerismo en rivalidad profesional,
lo que, con el tiempo, llegó a dividir la vida universitaria
en bandos irreconciliables.
Para los colegiales, la cátedra era, como el Colegio, una
simple etapa en su carrera profesional, se orientase ésta
a la Iglesia o al Estado; nadie optaba a la cátedra como
final de carrera. El Colegio, pensado inicialmente para acoger a
estudiantes pobres, se fue transformando en una institución
cerrada para los estamentos inferiores, en contradicción
con sus orígenes. Los vínculos familiares y el estatuto
de limpieza de sangre fueron convirtiendo a los colegiales en una
"casta selecta", destinada a cubrir las mejores plazas
de la magistratura, de la política y de la jerarquía
eclesiástica (prebendados, canónigos, inquisidores,
obispos...).
El edificio del Colegio-Universidad de Santa
María de Jesús se terminó en 1517. Un
año después tomaron posesion de la casa, bienes
y derechos los primeros doce colegiales, que eligieron como
Rector al bachiller Iñigo de Rosales. |
Sociológicamente, los colegiales no fueron nunca ni pobres,
como quería el fundador, ni ricos pertenecientes a grandes
familias. Por término medio, quienes ingresaban en el Colegio,
eran miembros de una clase media no titulada, hijos de labradores
de cierta fortuna, de funcionarios civiles, de profesionales liberales,
todos ellos muy pagados de su vanidad, al saber que su futuro estaba
asegurado por el mero hecho de haber obtenido la beca.
Para saber más... en esta web |
|
Los estatutos del ColegioDesde un punto de vista jurídico, el Colegio-Universidad
de Santa María de Jesús conoció, en sus dos
primeras centurias de vida, diferentes Constituciones o Estatutos
destinados a regular su funcionamiento. Sin embargo, los primeros
Estatutos de la Universidad como tal, datan de 1565. Hasta entonces
los dos centros se habían basado en la normativa que establecían
las Constituciones redactadas para
el Colegio.
Los Estatutos
de 1565 han sido perfectamente estudiados por J.A. Ollero Pina,
quien ha puesto de manifiesto que respondían a una etapa
de crecimiento y tenían como objetivo el reconocimiento del
estado jurídico de una institución independiente que
poseía plena exención jurisdiccional, frente a la
municipal, la arzobispal o la real. Para Ollero, el periodo que
entre 1565 y el final de siglo puede considerarse como el mejor
de la Universidad de Sevilla desde su creación, ya que fue
el periodo de mayor actividad legisladora y la época en que
la Universidad alcanzó las mayores cifras de matriculados
de toda su historia.
Sin embargo, hasta que no se aprobaron unos nuevos Estatutos
en 1621, no pudo liberarse en cierto modo la Universidad del
control que hasta entonces habían ejercido sobre ella los
colegiales. Tal importancia tienen los Estatutos de 1621 que para
Aguilar Piñal «constituyen la verdadera Real
Cédula de aprobación de la Universidad hispalense».
A partir de aquel año se clarificó más la
situación de ambas instituciones, estableciéndose
una mayor separación entre ellas, aunque no puede hablarse
de una auténtica ruptura; el Rector del Colegio seguía
siendo también de la corporación docente y ésta
no tenía más fuentes de ingresos privativos que las
propinas de grados. No obstante, la Universidad adquirió
nuevas atribuciones y los estudios que en ella se impartían
alcanzaron una mayor regularidad.
Pero lo que más molestó a los colegiales fue la intervención
del poder real: los Estatutos de 1621 fueron hechos por Luis
de Paredes, oidor de la Audiencia de Sevilla, designado Visitador
regio de la fundación ("inspector") y lo que es
peor, sin contar con ellos. Los nuevos Estatutos creaban un Juez
Conservador de la Universidad -no del Colegio, que mantendría
su régimen-, con las funciones de vigilancia del cumplimiento
y ejecución de los Estatutos y la resolución, como
juez exclusivo, de las cuestiones referentes a ellos que se suscitaran
entre los doctores, los colegiales y los demás universitarios.
Este Juez Conservador sería siempre un oidor de la Audiencia
de Sevilla, designado por el Consejo de Castilla. Esto suponía
la injerencia del poder real en el gobierno de la universidad, lo
que siempre fue temido por el Colegio. Tanto los colegiales como
el claustro perdían la posibilidad de decidir cualquier cambio
estatutario que no contara con la licencia real. Desde entonces
los visitadores apostólicos del Colegio ya no podrían
ser utilizados para refrendar nuevas reglamentaciones que afectasen
a la Universidad; desaparecía esa absoluta independencia
normativa e institucional con la que hasta ahora había funcionado;
se cerraba una etapa histórica.
Los colegiales se resistieron a la humillante imposición
de los Estatutos, pero poco podían hacer frente al poder
real que, además, estaba justificado por el carácter
regio de la Cédula de los Reyes Católicos de 1502
que habían utilizado para obtener el título de "universidad".
Con la voluntad de escapar de las consecuencias de los Estatutos
de 1621, el Colegio consiguió en 1623, a modo de compensación
y para afianzar su prestigio, que el Condeduque de Olivares
fuese nombrado su protector e incluso patrono, y que
se le concediese por Cédula Real en 1633 el título
de Colegio Mayor para diferenciarse del Colegio de Santo
Tomás con el que seguía manteniendo una abierta rivalidad.
Además y lo más importante, por mediación del
valido real, consiguieron en septiembre de 1623 ser incluidos en
la llamada "Pragmática de Cortesías", por
la que se garantizaba la limpieza de sangre de las corporaciones
que mencionaba; era el reconocimiento del prestigio del que se vanagloriaban.
Pero a la larga, los beneficios de la tutela de don Gaspar de Guzmán
(el conde) se quedaron en aguas de borraja. No pagó lo que
había prometido y unos beneficios eclesiásticos que
obtuvo de Roma fueron más ruinosos que provechosos.
Fuertemente condicionada por los pleitos internos, por la falta
de definición jurídica en la relación de los
centros que la componían y por el enfrentamiento con otros
establecimientos de enseñanza superior existentes en la ciudad,
nuestra Universidad se mantuvo en un tono de discreción durante
la época de los Austrias que contrastaba con el mayor prestigio
y solidez de las otras Universidades castellanas.
Una curiosa reforma estatutaria se hizo en 1617. El 20 de enero,
firmado por el Rector, el Secretario y dos Consiliarios, se publicaba
un nuevo estatuto de la Universidad de Santa María de Jesús
por el que, como a patrona celestial, se obligaba a catedráticos
y graduados a jurar y defender la Inmaculada Concepción
de la Virgen María (3).
Y ello precedido de cuatro días de festejos para conmemorar
un misterio que aún no sería admitido como dogma
de fe por la Iglesia católica hasta mediado el XIX. El
mismo año lo harían también las universidades
de Granada y Alcalá, y al año siguiente, 1618,
la celebérrima
de Salamanca.
Actualmente sería impensable esta obligación docente,
pero en el contexto histórico tiene su explicación.
Sevilla tiene una tradición inmaculista al menos desde 1258,
que se vé reforzada en el siglo XVII, con la "explosión
concepcionista", como gusta llamarla Dominguez Ortiz. Y la
universidad hispalense, dedicada a la Virgen por su fundador, no
podía ser ajena. En el mismo año 1617 hizo la ciudad
su voto concepcionista. En síntesis, la situación
se radicalizó por la controversia teológica entre
dominicos -maculistas- y los jesuitas -inmaculistas-, ambos enemigos
de los colegiales del Santa María de Jesús por la
competencia que le hacían con sus prestigiosos centros docentes.
En particular, los dominicos pues el Colegio de Santo Tomás
tenía rango de universidad. Así no cabe extrañarse
que nuestros colegiales se inclinaran por las tesis jesuitas. Pero,
en el fondo de la cuestión, posiblemente estaba el espíritu
de la "pureza de sangre" de los colegiales, en este caso
del luteranismo. La virginidad de María y su concepción
inmaculada era negada por los protestantes, razón por la
cual los católicos enfatizaron este rasgo de la Virgen, lo
que es particularmente notorio en las representaciones artísticas
de este siglo. Además, la institución universitaria,
repleta de teólogos, no podía quedarse al margen de
una cuestión que sublevó al pueblo sevillano (recuérdese
el episodio con el fraile dominico Molina).
La llegada de los Borbones, a comienzos del siglo XVIII, no resolvió
los problemas que tenía planteados la Universidad de Sevilla,
a pesar del interés que la nueva dinastía puso en
los temas relativos a la enseñanza. La escisión
entre los colegiales y los manteistas se mantuvo. Es más,
en el siglo de la Ilustración, los primeros llegarían
a convertirse, y no sólo en nuestra Universidad sino prácticamente
en todas las españolas, en los representantes de las fuerzas
más conservadoras e incluso reaccionarias, frente al progresismo
y las reformas que defendían los manteistas. (Ver Los
Colegios universitarios y la decandencia universitaria)
Tampoco se despejaron inmediatamente los ambiguos lazos jurídicos
que, a pesar de todo, seguían existiendo entre el Colegio
y la Universidad. No obstante, esa situación fue la que dio
lugar a la reforma de la segunda mitad de la centuria, tan minuciosamente
estudiada por Aguilar Piñal, y la que proporcionaría
a la Universidad sevillana una total independencia y un carácter
más moderno y progresista.
La preocupación que la nueva dinastía mostró
por la mejora de la educación se vio ya en la información
que recabó el Consejo de Castilla sobre la situación
de la Universidades españolas, y entre ellas la de Sevilla,
en 1713. (Ver Estado de
las universidades españolas en el siglo XVIII)
|
Para saber más... |
|
"La Universidad de Sevilla en los siglos XVI y XVII",
José Antonio Ollero Pina, Fundación Focus-Universidad
de Sevilla, 1993 |
"Historia de la Universidad de Sevilla", Francisco
Aguilar Piñal. Sevilla, 1991 |
"Los Estatutos de la Universidad de Sevilla de 1621",
Antonio Muro Orejón, Anales de la Universidad Hispalense,
vol. XIV, 1953 |
LOS RIVALES DEL COLEGIO-UNIVERSIDADOtros problemas vinieron a sumarse a la difícil andadura
de nuestra Universidad en sus primeros tiempos. De una parte la
rivalidad de otros centros de estudio de carácter superior
que crearon en Sevilla algunas órdenes religiosas, como el
de Santo Tomás de los dominicos y el
de San Hermenegildo, regentado por los jesuitas.
El enfrentamiento con el Colegio de Santo Tomás marcó
los iniciales pasos vacilantes de la Universidad hispalense. Los
estudios de Teología de Santo Tomás tuvieron mucho
más prestigio, consecuencia de sus mayores recursos
económicos y de la mejor calidad de su profesorado. Por algo
todos los catedráticos de Prima de Teología en la
Universidad de Salamanca durante el siglo XVI fueron de la Orden
de Predicadores (dominicos):
Francisco de Vitoria, Melchor Cano... Símbolo de su enseñanza
teológica y de la mayor estimación sobre su directo
rival era el grandioso cuadro de Zurbarán, "Apoteosis
de Santo Tomás", que presidía el retablo mayor
de su iglesia, y que hoy se conserva en el Museo de Bellas Artes
de Sevilla.
En 1539 obtuvieron una bula de Paulo III que suponía que
lo que en principio era un colegio para frailes dominicos, se convertía
en la práctica en un Estudio General con capacidad para certificar
los cursos y las graduaciones de clérigos seculares y de
laicos, según la costumbre y los privilegios de la Universidad
de Salamanca.
Desde 1541, año en que el colegio dominico
recibió el título de Universidad
por real provisión del Consejo de Castilla, hasta 1551,
en que el Ayuntamiento hispalense cedió sus derechos al Maese
Rodrigo, Santo Tomás fue la única Universidad sevillana
con reconocimiento real. Y ésto no fue aceptado pacíficamente
ni mucho menos por los colegiales de Santa María. Durante
el siglo XVI el conflicto se reprodujo en 1540-41, 1574-79 y 1596,
siendo idénticas sus motivaciones en lo esencial: el título
de Universidad. Y no se andaron con chiquitas, en particular los
de Maese que incluso consiguieron que tres graduados del colegio
dominico fueran encarcelados. Aunque finalmente los de Santa María
ganaran el pleito, durante los siglos XVII y XVIII, los estudiantes
teólogos tuvieron preferencia, por las aulas de Santo Tomás,
dejando vacías las de Maese Rodrigo.
Pero la disputa mantenida con la Orden de Predicadores por las
cátedras de Teología no fue única. Otra rivalidad,
no menos enojosa, aunque sin tantos pleitos jurídicos, ya
que no se ventilaba el nombre mismo de Universidad, fue la mantenida
durante los mismos años con la Compañía de
Jesús.
La recién fundada Compañía de Jesús
llegó a Sevilla en mayo de 1554. Cuatro años más
tarde tenían ya los jesuitas Casa Profesa. En 1590
se bendijo un nuevo Colegio, el de San Hermenegildo, gracias
al apoyo municipal y a los sevillanos de mayor poder económico,
que se apresuraron a mandar a sus hijos al nuevo Colegio, a estudiar
Gramática y Artes, por las buenas costumbres y virtud que
les enseñaban. Si los estudios de Teología de los
dominicos supusieron su práctica desaparición en Santa
María de Jesús, la Facultad de Artes se vio
también abandonada por los estudiantes, que preferían
a los jesuitas. Así, hasta la expulsión
de la Compañía de Jesús en 1767.
Para saber más... en esta web |
|
La universidad de OsunaAunque no fue una seria competencia, no puedo olvidarme de reseñar
la existencia de la universidad de Osuna, también
de tipo colegial. A tan solo 80 kilómetros de Sevilla, a
los colegiales del Santa María de Jesús no les gustó
su creación por la cercanía a la capital.
El 10 de Octubre de 1548 el Papa Paulo III promulga la Bula
"In Supreminenti Sedis Apostolicae", por la que
se autoriza la erección en la villa de Osuna de un Estudio
General, bajo la advocación de la Pura y Limpia Concepción
de la Virgen María.
La petición de esta autorización partió de
don Juan Tellez de Girón, IV conde de Ureña y padre
del primer duque de Osuna, que pretendía fundar en la capital
de sus estados un Colegio Mayor y una Universidad siguiendo el modelo
de Alcalá de Henares, en el que los estudiantes pudiesen
obtener grados que tuviesen la misma validez que los de "Bolonia,
Salamanca, Alcalá de Henares, con los mismos honores y prerrogativas
de ellos". Tuvieron sede en ella quince cátedras
mayores en la Universidad y ocho menores en el Colegio, agrupadas
en torno a las facultades de Teología, Derecho (Cánones
y Leyes), Medicina y Artes.
Francisco Maldonado fué su primer rector. El mismo
edificio, debidamente reformado y adaptado a las necesidades de
una enseñanza superior moderna, alberga desde 1995 los servicios
comunes y los aularios del área jurídico-económica
de la Escuela Universitaria de Osuna.
Parece que tenía poco prestigio si hacemos caso a Miguel
de Cervantes que escribió en referencia a su nivel de enseñanza:
"En Osuna y Orihuela todo cuela". Pero la tendenciosa
frase cervantina puede tener razones personales muy subjetivas (ver
detalles). Hay que señalar que
en ella estudiaron destacados personajes como Rodrigo Caro, Vélez
de Guevara o Blanco White.
Resistió hasta la reforma de 1807 del ministro Caballero,
en que se suprime junto con otras diez universidades menores como
la de Baeza. Sus rentas y grados se agregaron a la Universidad de
Sevilla. A pesar de la formal supresión siguió funcionando
mal que bien hasta la irrupción de las tropas francesas en
1810, en que el edificio fue ocupado y convertido en cuartel galo.
Continuó tras la guerra muy precariamente hasta 1824 en que
es definitivamente clausurada.
Para saber más... |
"El
Colegio-Universidad de Osuna (1548-1824)", Mª Soledad
Rubio, Sevilla 1976 |
El
Colegio-Universidad de Osuna: análisis histórico
y descripción del edificio |
La Casa de la ContrataciónAunque no tuviera carácter universitario, no podemos olvidar
el papel fundamental que ocupó en la educación superior
la Casa de la Contratación de Sevilla, creada por los Reyes
Católicos en 1503.
Este organismo, además de las funciones de control y organización
de las expediciones al Nuevo Mundo, tenía una importante
función docente en materias que las universidades de la época
despreciaban: tuvo cátedras de Matemáticas
-materia desdeñada en las Universidades-; Cosmografía,
Astronomía, Cartografía,
Hidrografía e incluso de Artillería,
servidas por los más eminentes profesores españoles
y, a veces, por extranjeros, como el inglés Sebastián
Cabbott. Las clases eran teorico-prácticas y había
de darse una lección cada día, siendo obligatoria
la asistencia de los que solicitaban examen.
Casi todas las obras compuestas por el personal de la Casa se traducían
en el mismo año de su publicación al latín,
francés, inglés, alemán y flamenco. Como dijo
el académico Mario
Méndez Bejarano "gracias a la Casa de la Contratación
no andábamos rezagados del movimiento científico de
los centros europeos; y es que en muchas disciplinas les igualamos
y en no pocas les precedimos".
Para saber más... en esta web |
|
(1) Realmente la universidad más antigua de
España era la de Palencia. Fue erigida por Alfonso
VIII de Castilla entre 1208 y 1214, a partir de la escuela catedralicia,
y con la colaboración del obispo Tello Téllez. Pero
desapareció rápidamente. [Volver
al punto de lectura](2) Fundación de la Universidad de Granada.
La visita del emperador Carlos V a Granada, en
junio de 1526 tras su boda en Sevilla, es fundamental en su creación.
Hay que crear instituciones docentes como medio de modelar una
ciudad aún no cristianizada. La Universidad sería
el vehículo
cultural para forjar hombres doctos que defendieran la fe y ostentaran
los más altos cargos y prebendas del Reino, costumbre
ya iniciada en otras universidades y modelo elegido para la
granadina. La real cédula de 7 de diciembre de 1526,
dirigida al arzobispo don Pedro Ramiro de Alba, esboza la fundación
de un Estudio General de Lógica, Filosofía, Teología,
Canones, Gramática. Pero una cosa era la idea fundacional
y otra distinta una dotación que permitiera su puesta
en funcionamiento y continuidad. El millón de maravedís
que, en principio, parecía que iba a suministrar el
monarca quedó prácticamente
en nada. Como tantos otros proyectos imperiales éste se
vio limitado por los excesivos gastos del Imperio y la Corona,
la Universidad quedó a expensas de la generosidad de los
prelados, por eso cuatro cátedras iban a ser acumuladas
a prebendas, la ciudad costearía la de Lógica y
la Catedral la de Gramática.
La universidad se diseñó por Carlos V y se culminó por
el papa Clemente VII mediante bula de 14 de julio de
1531 y por carta ejecutoria de la misma fecha– le
concede las mismas prerrogativas y privilegios que a las de Bolonia,
París, Salamanca y Alcalá y nombra al arzobispo
de Granada protector y administrador de la institución.
[Volver al punto de lectura]
(3)
Actualmente, un reflejo de este patronazgo sólo queda en
la ofrenda de flores de las tunas universitarias sevillanas el
día
8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, aunque ésta es
una tradición moderna. Por otra parte, la universidad conserva
en su patrimonio artístico un libro ceremonial de la investidura
de doctor, de 1763, en cuya portada luce la Inmaculada ( ver).
Asimismo, un par de esculturas de la misma advocación
( ver)
Curiosamente, y por casualidad, el actual edificio central
de la universidad, la vieja Real Fábrica de Tabacos,
luce en lo alto de su portada principal cuatro jarrones de
azucenas, símbolo
mariano por excelencia de la inmaculada. [Volver
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