viernes, 11 de marzo de 2016

Centralizacion universitaria siglo XIX. 3ª etapa de la Universidad de Sevilla

Centralizacion universitaria siglo XIX. 3ª etapa de la Universidad de Sevilla










Portada de la web Alma Mater Hispalense

Historia de la Universidad de Sevilla

Patrimonio histórico-artístico de la Universidad de Sevilla

Las sedes históricas de la Universidad de Sevilla

Historia:






3ª ETAPA: 1845-... Centralización universitaria


La situación de la enseñanza en España a lo
largo del siglo XIX es desoladora, siguiendo la febril mutabilidad
de los gobiernos. El control que la Iglesia ejerce sobre la cultura
y la educación
, pese a los esfuerzos por eliminar o limitar
el mismo por parte de los liberales, se mantiene durante todo
el siglo
. Aunque se producen varios intentos de reforma educativa,
la alianza de la Iglesia con los sectores conservadores e integristas
vinieron a frenar las aspiraciones de la burguesía a una
enseñanza laica, que sirviera de cauce para llevar al Estado
su ideología progresista y democrática.


La idea de la Universidad como servicio público,
que nació en el siglo XVIII (con Pablo de Olavide, como hemos
visto
), no se consolida hasta bien entrado el siglo XIX. El
esfuerzo de los legisladores, en su propósito de mejorar
la calidad de la enseñanza, se fue concentrando cada vez
más en la unificación de planes y materias, en la
aprobación gubernamental de las oposiciones a cátedra
y en la normalización de la vida universitaria.


Sin embargo, el paso definitivo tardó bastante tiempo en
llegar. Al fin, en 1845 con el llamado "Plan
Pida
l" (RD 17-9-1845) por ser éste el Ministro de
Gobernación, culminó este proceso de centralización
y pérdida definitiva de las antiguas autonomías

de los centros universitarios, que se hubieron de someter a un mismo
ordenamiento jurídico, como simples dependencias administrativas
integradas en la única Administración Pública.
Esta centralización fue primordialmente económica,
al quedar incluidos sus presupuestos particulares en los generales
del Estado. Por consiguiente, la historia particular de cada Universidad
queda, de algún modo, supeditada a lo legislado para todas.
La singularidad se reserva a muy escasas parcelas de especialización.



"Era tan extremado el abandono que reinaba todavía
en la mayor parte de nuestras universidades al publicarse
el plan de estudios de 1845, que en muy pocas se conocían
los aparatos y máquinas para el estudio de la física
experimental, mucho menos para el de las ciencias naturales.
Basta decir, que habiéndose pedido a todas ellas los
inventarios de los gabinetes existentes, resultó que
una de dichas escuelas contaba por único objeto un
barómetro, que por cierto no era de su propiedad; en
otra existe todavía guardada una máquina eléctrica
de madera, ejecutada por el Catedrático de la asignatura
para que sus discípulos formasen alguna idea del movimiento
y funciones de otra verdadera"


José de la Revilla

"Breve reseña del estado presente de la Instrucción
pública en España" (1854)

Pedro José Pidal, Ministro de Gobernación
En este año de 1845 se reformaron los estudios de
nuestra Universidad, como en las demás, prestándosele
una gran atención a los instrumentos y materiales que debían
complementar las enseñanzas de Física, Química,
Historia Natural y Medicina, y ampliándose las cátedras
en jurisprudencia.


Por otra parte, se llevaron a cabo obras de mejora en el edificio
de la Universidad, ampliándose sus aulas y adecuándose
locales para la administración y para sus órganos
de gobierno. También se mejoraron las instalaciones de la
Biblioteca, incrementándose sus fondos con nuevas adquisiciones
y con la incorporación de numerosas obras de diversa procedencia
(los libros del Colegio Maese Rodrigo en 1846 y los de San Acacio
en 1847).


Del estado de las aulas universitarias españolas deja constancia
Antonio Gil de Zárate, Director General de Instrucción
Pública a mediados de siglo, en su obra "De la instrucción
pública en España", (Madrid, Impr. del Colegio
de sordo-mudos, 1855):


"Principiando por los edificios, aquellos
magníficos templos que en tantos puntos habían erigido
al saber nuestros antepasados, se hallaban derruidos y en un estado
que acusaba la incuria, así del Gobierno como de los inmediatamente
encargados de su conservación. Las aulas eran obscuras, sucias,
y sin el necesario mueblaje, o hallábase éste tan
maltratado, que daba rubor el verlo. Si la fachada de algunos de
estos edificios inspiraba admiración y respeto por su belleza
arquitectónica, el entusiasmo se trocaba en vergonzoso sentimiento
cuando, al entrar en ellos, todo ofrecía el aspecto de la
miseria y del abandono. A más de esto, veáse que los
mismos fundadores cuidaron más de la ostentación exterior,
que de las verdaderas necesidades de la enseñanza, pues aunque
solían verse espacios generales, y anchurosos teatros o paraninfos,
en ninguna parte existían los departamentos que exige el
cultivo de las ciencias, ni aun el número de aulas necesario
para una educación varia y extensa cual en el día
debe darse.
Aún menos había que buscar en
tales establecimientos esa riqueza de aparatos y colecciones que
forma el ornato de la escuela donde se tributa culto a las ciencias
de observación. Despreciadas estas ciencias, o más
bien proscriptas, ni aun como objetos de mera curiosidad eran buscados
por aquellos a quienes bastaba para enseñar el púlpito
y los bancos que con poca seguridad sustentaban a discípulos
y maestros. Si en alguna parte se encontraba un imán tosco
y mal montado, una antigua máquina pneumática inservible,
u otra eléctrica sin disco, hallábase arrinconado
tan inútil aparato como trasto viejo y despreciable. Sólo
alguna que otra universidad, en los últimos años,
y merced al celo de jóvenes rectores, había empezado
a adquirir los instrumentos más precisos; pero la mayor parte
ni rastro tenían de ellos, y en ninguna había que
pedir gabinetes regulares de física, laboratorios, ni menos
colecciones de historia natural. En cuanto a jardines botánicos
sólo existía uno en la de Valencia, además
del fundado por Carlos III en Madrid, con los de Barcelona, Cádiz
y algún otro, no pertenecientes a universidad"
El período de secularización que supuso
el Plan de 1845 duró poco; la firma del Concordato
con la Santa Sede en 1851
pone de nuevo la enseñanza
bajo control eclesiástico
. La Iglesia asume la función
de vigilante de la ortodoxia en todos los niveles de la educación,
como pone de manifiesto el artículo 2 del Concordato:



"...


la instrucción en las Universidades, Colegios, Seminarios y Escuelas
públicas o privadas de cualquiera clase, será en todo conforme
a la doctrina de la misma religión católica; y a este fin no se
pondrá impedimento alguno a los obispos y demás prelados diocesanos
encargados por su ministerio de velar sobre la pureza de la doctrina de la fe
y de las costumbres, y sobre la educación religiosa de la juventud en
el ejercicio de este cargo, aún en las escuelas públicas. "


Concordato 1851 (ver
extracto
)
La Ley de Instrucción
Pública de 1857
, siendo ministro de Fomento Claudio
Moyano , y que se mantendrá en vigor más de
cien años, supone la legitimación del intervencionismo
eclesiástico iniciado en 1851. Además es una ley fuertemente
centralizadora, en la que la dirección, a nivel nacional,
de la Instrucción Pública se asigna ahora al Ministerio
de Fomento (1). A nivel local, se encomienda
a los rectores de las Universidades, jefes de sus respectivos distritos
universitarios (arts. 243 y 260 de la Ley). Entre los diez distritos
universitarios que configura esta Ley, el de Sevilla comprende las
provincias de Sevilla, Badajoz, Cádiz, Islas Canarias, Córdoba
y Huelva (art. 259).


Las reformas continuaron, aunque de menor calado: 1858, 1859, 1863,
1866... Una de las señas características de quien
asume el poder educativo lo constituye la vestimenta. Por un reglamento
de 1859 se suprime el traje talar de los
estudiantes
y se exige
para entrar en el recinto universitario "levita de color
oscuro, pantalón, corbata negra y sombrero redondo
",
es decir, del traje eclesiástico al traje burgués.
Las togas e insignias quedaban sólo para las grandes ocasiones.


Además de la Universidad de Sevilla, funcionaban en Sevilla,
en vísperas de la revolución, un Instituto Provincial
de Segunda Enseñanza, una Escuela Superior Industrial, una
Escuela Profesional de Bellas Artes, una Escuela Normal, un Instituto
de Música y Declamación, y un Seminario conciliar,
creado en 1848 por el arzobispo Judas José Romo, en el antiguo
Colegio de Santa María de Jesús.


La Revolución de 1868, con sus secuelas de apertura
ideológica y de introducción de nuevas corrientes
de pensamiento, significó para la Universidad de Sevilla
la adopción de un nuevo talante y abrió una etapa
de fecunda labor docente y de proyección hacia el resto de
la sociedad. Esta revolución, conocida como la "Gloriosa",
puso fin al reinado de Isabel II y dio paso inmediato al Plan
de Ruiz Zorrilla
, que siguió vigente hasta la Restauración
sin más virtualidad que poner en práctica el Plan
Moyano de 1857.


Se declara libre el ejercicio de la enseñanza en todos los
niveles educativos, se suprimen las asignaturas de Doctrina Cristiana,
Historia Sagrada, Religión, Moral Cristiana, etc.; desaparece
la Teología como facultad universitaria (2),
se vuelve a expulsar a los jesuitas
y a las órdenes religiosas
establecidas en España desde 1837, se suprime la subvención
a los seminarios conciliares... La reforma educativa aparece como
la premisa de la regeneración de España.


Sanz del Rio

Julián Sanz del Río
Sanz del Río trae de Alemania la filosofía
krausista
. Los grupos krausistas, hegelianos y positivistas
de los cuadros docentes imprimieron a la vida académica un
vigor y una altura que nos permiten considerar al último
tercio del siglo XIX como uno de los más brillantes de la
historia de nuestra institución. Nombres como los de Francisco
Mateos Gago (Teología), Manuel Bedmar (Derecho), Leon Carbonero
y Sol (Filosofía y Letras) y Antonio
Machado y Núñez
(Ciencias)* ocuparon por
aquellos años los Decanatos de las diferentes facultades
sevillanas y se preocuparon por sacar la actividad de las cátedras
a los diversos centros culturales de la ciudad, como el Ateneo o
la Sociedad Económica de Amigos del País, donde se
organizaron unas enseñanzas nocturnas dedicadas a instruir
a las clases populares. El Rector, por su parte, había establecido
la democrática costumbre de dar audiencia diaria en su
despacho
a todo estudiante que lo solicitase.


Tras el sexenio revolucionario, la Universidad vive años
de penuria y desorientación. En febrero de 1873 se proclama
la I República
, pero es apenas un paréntesis en
la historia de España. En 1877 Sevilla recibe con entusiasmo
al joven rey Alfonso XII y aplaude actos tan monárquicos
como la colocación de la primera piedra del monumento al
rey conquistador, Fernando III el Santo, en la Plaza Nueva, y el
multitudinario recibimiento a los restos de otro rey vinculado a
la ciudad, Pedro I el Cruel -ahora bautizado como el Justiciero-
que van a hacer compañía a los de su antepasado en
la Capilla Real.


En Sevilla son años de gran actividad política
y cultural
. Si, por un lado, nacen el anarquismo, el socialismo
y el movimiento obrero, por otro, los intelectuales se reúnen
en tertulias y sociedades, como la del Archivo Hispalense, la Filarmónica
sevillana y el Ateneo (1887). En 1881 se celebran los centenarios
de Calderón y Murillo.



Pero el período progresista va a terminar sin que se produzca
una autentica reforma educativa. El ambicioso proyecto de escolarización
se vio abortado por la falta de presupuesto. La ley sobre libertad
de enseñanza trataba de paliar la impotencia estatal facilitando
la expansión de la escuela privada, pero al estar ésta
en manos de la Iglesia y de los sectores más integristas
del país, no fue sino un obstáculo para los proyectos
de la burguesía liberal. La debilidad política de
las fuerzas en el poder y el pronto advenimiento de la Restauración
conservadora que acabó con la Primera República, devolvió
a la Iglesia y a los sectores integristas la dirección de
los aspectos educativos a través de su renovada influencia
sobre el Estado. Un Decreto del 26 de febrero de 1875 sobre Textos
y Programas obligaba a los profesores a presentar a la autoridad
competente sus programas de estudio y libros de texto, violando
el principio de libertad de enseñanza, tan celosamente defendido
por los krausistas. Más aún, una Circular
de Orovio
(ministro de Fomento) de la misma fecha, ordenaba
se expedientase a los profesores que no acatasen las órdenes.
La Circular resumía al final su objetivo:



"A tres puntos capitales se dirigen las observaciones
del Ministro que suscribe. a evitar que en los establecimientos
que sostiene el Gobierno se enseñen otras doctrinas
religiosas que no sean las del Estado; a mandar que no se
tolere explicación alguna que redunde en menoscabo
de la persona del Rey o del régimen monárquico
constitucional; y, por último, a que se restablezcan
en todo su vigor la disciplina y el orden en la enseñanza."



La reacción de cierta parte del profesorado no se hizo esperar.
Había comenzado lo que se ha bautizado como la segunda
cuestión universitaria
. Aunque no sea este el
lugar apropiado para tratar los diversos episodios a que dio motivo
esta nueva edición de la cuestión universitaria,
sí debe señalarse que la reacción más
enérgica provino de los profesores que habían hecho
de la libertad de cátedra un ideal y una norma de conducta.
El enfrentamiento se produjo, pues, entre una concepción
ultramontana de la educación y una concepción krausista
de la libertad de la ciencia.


El resultado de esta lucha entre estos profesores y el ministro
de Fomento fue que figuras tan relevantes como Nicolás Salmerón,
Francisco Giner de los Rios -que acababa de acceder a su cátedra
de Filosofía del Derecho en Madrid- y Gumersindo Azcárate
fueron separados de sus cátedras y desterrados, por no
aceptar la exigencia de adhesión a la forma monárquica
de gobierno, a la religión católica, a las reglas
de la "sana moral" y por rehusar atenerse obligatoriamente
a los programas y libros de texto impuestos por el Gobierno.
Por solidaridad, presentarían
la dimisión
personalidades como Castelar, Montero Ríos, Figuerola,
Moret. etc.


Esta situación daría origen al
nacimiento de la Institución Libre de Enseñanza;
el año siguiente, Giner crea, con otros compañeros
la Institución Libre de Enseñanza, una entidad privada
de enseñanza que aspiraba a crear el "hombre nuevo",
capaz de afrontar la situación profundamente degradada
del país, y superarla con un modelo individual y colectivo
más racional, más ético y más humano.
Se trataba, en suma, de un proyecto de regeneración moral
de la sociedad.


El conflicto no se resolvería
hasta que en 1881 llegaran al Gobierno los liberales de Sagasta
con Albareda al frente del Ministerio de Fomento. La Real
Orden de 3 de marzo de 1881
derogaría la circular
de Orovio.


La Institución Libre de Enseñanza
fue fundada en 1876
por un grupo de catedráticos
(entre los que se encontraban Francisco Giner de los Ríos,
Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón),
separados de la Universidad por defender la libertad de cátedra
y negarse a ajustar sus enseñanzas a los dogmas oficiales
en materia religiosa, política o moral.



Ello los obligó a proseguir su tarea educadora al margen
de los centros universitarios del Estado, mediante la creación
de un establecimiento educativo privado, cuyas primeras experiencias
se orientaron hacia la enseñanza universitaria y, después,
a la educación primaria y secundaria.

Giner
Así pues la situación universitaria estaba lejos
de haber mejorado. Las periódicas limitaciones de la libertad
de cátedra, la separación de los profesores de la
universidad, el control de la enseñanza y la falta de puesta
al día en el terreno humanístico, filosófico
y científico-técnico habían acabado por sumirla
en la rutina y la impotencia. La vuelta, en 1881, de los
catedráticos expedientados no sirvió de mucho ya que
la mayor parte de ellos estaban volcados en proyectos extrauniversitarios.
Sin embargo, la aceptación del principio de libertad de
cátedra
y la reintegración a la Universidad de
los profesores destituidos, supone un cambio en la orientación
de la Institución Libre de Enseñanza que, después
de un primer período muy combativo, va a adoptar a partir
de entonces una línea posibilista, tratando de reformar el
sistema educativo desde dentro, centrándose sobre todo en
la renovación pedagógica.



Estamos en vísperas de un nuevo período de la historia
de España: en 1879 se ha constituido el Partido Socialista
Democrático Obrero de España, después P.S.O.E.;
en 1881, disuelta la Federación Regional Española
de la Internacional, que había subsistido en la clandestinidad,
surge a la legalidad la nueva Federación de Trabajadores
de la Región Española de corte bakuninista; en
1883 se recuperan los derechos de reunión y expresión
;
en 1887, la Ley de Asociaciones permite el ejercicio del derecho
a libre sindicación: la España del siglo XX empieza
a apuntar a lo largo del dilatado período de la Restauración
y del sistema de alternancia en el poder entre Cánovas y
Sagasta: la burguesía y el proletariado se constituyen y
enfrentan paulatinamente.


Exposición Colectiva" redactada por Gumersindo
Azcárate contra la Circular de Orovio


Estatutos
de la Institución Libre de Enseñanza
| Programa
de la Institución Libre de Enseñanza
| Junta
directiva



Los catedráticos sevillanos
a fines del XIX

Para conocer como era la Universidad de Sevilla a fines del siglo
XIX es interesante el estudio del profesor Jean Louis Guereña
sobre los catedráticos de la universidad finisecular, basándose
en los escalafones de antigüedad. En él se abordan temas
como la procedencia geográfica, la edad media del colectivo,
la edad media de acceso al Cuerpo y la movilidad universitaria.
Veamos lo que nos dice sobre los catedráticos de la Universidad
hispalense.


El dato del lugar de nacimiento de los catedráticos
sólo empieza a figurar en los escalafones a partir de 1902,
por lo que, para años anteriores, hay que recurrir a los
expedientes personales. Por lo general, el cuerpo de catedráticos
se reproducía in situ. En efecto, los catedráticos
solían ser originarios en su gran mayoría de la provincia
(por no decir de la capital de provincia) sede de la universidad
donde ejercían su actividad docente en los años indicados:
era el caso de 40,3% de ellos en la Universidad de Sevilla, de 48,38%
en la de Oviedo, de 53,9% en la de Barcelona y del 57,9% en la de
Valencia.


En cuanto a la edad media, se puede constatar un general
envejecimiento del cuerpo de catedráticos en el período
considerado, rondando por lo general los 50 años a principios
del siglo XX (49,23 en 1907). En la Universidad de Sevilla, la edad
media pasó de 43,9 en 1895 a 46,4 en 1905, conociendo pues
un envejecimiento de sólo 2,5 años en un periodo de
10 años.


Referente a la edad media de acceso al cuerpo de catedráticos,
la Ley Moyano estipulaba que para ingresar en el cuerpo docente
se debía tener por lo menos 25 años, lo que no impedía
algunas excepciones. Indice del relativo envejecimiento del cuerpo
de catedráticos, éstos ingresaban en el escalafón
cada vez más tarde, pero por lo general antes de los 35 años.
La edad media de acceso al cuerpo de catedráticos de universidad
era de 35,7 años en la Universidad de Sevilla entre 1895
y 1905, de 35,6 en la de Barcelona en 1888 y de 34,1 años
en 1902.


El examen de los escalafones permite disponer de algunas indicaciones
en cuanto a la movilidad universitaria y a la carrera profesional
de los catedráticos, así como establecer la "categoría"
de las universidades (universidad de "destino" o "de
paso"). En la Universidad de Sevilla, universidad "de
paso", sólo una tercera parte de los catedráticos
se queda más de 10 años en su puesto, lo que contrasta
con la gran fidelidad a su universidad mostrada por los catedráticos
de la Universidad de Oviedo (quedándose más de 10
años el 60,7%), que puede aparecer como una universidad específica
a finales del siglo XIX y principios del XX con la existencia del
famoso "Grupo de Oviedo".


Para hacernos una idea de la movilidad en las demás universidades,
citemos a la Universidad de Valencia que, como la de Barcelona,
aparece como una universidad de destino, pues sólo
una quinta parte solicita y obtiene su traslado a otra universidad,
cuando un 40% procedía de otra universidad. En Barcelona,
el 37,3% de los catedráticos había enseñado
ya en otra universidad y logrado su traslado a la ciudad condal,
cuando el 21,3% lo hacía a otro distrito.



Notas:
(1) El Ministerio de Fomento se ocupaba, además
de la Educación, las Obras Públicas y Comercio. Hasta
entonces, conforme al Plan Pidal de 1845, correspondía al
Ministerio de la Gobernación (artº 131 R.D. 17-9-1845).
Habrá que esperar a los inicios del siglo XX para que se
cree un ministerio ad hoc para la educación: el Ministerio
de Instrucción Pública, creado en 1900 y cuyo primer
ministro fue García Alix. [Volver
al punto de lectura]
(2) El artº 19 del Decreto de 21 de octubre de
1868, por el que se fijaba la apertura del curso académico
1868-69, decía así: "Se suprime la Facultad de
Teología en las Universidades: los Diocesanos organizarán
los estudios teológicos en los Seminarios, del modo y en
la forma que tengan por más convenientes". En su exposición
de motivos se argumenta lo siguiente: "La Facultad de Teología,
que ocupaba el puesto más distinguido en las Universidades
cuando eran Pontificias, no puede continuar en ellas. El Estado,
a quien compete únicamente cumplir fines temporales de la
vida, debe permanecer estraño a la enseñanza del dogma
y dejar que los Diocesanos la dirijan en sus Seminarios con la independencia
debida. La ciencia universitaria y la Teología tienen cada
cual su criterio propio, y conviene que ambas se mantengan independientes
dentro de su esfera de actividad... La política, pues, de
acuerdo con el derecho, aconsejan la supresión de una Facultad
en que sólo hay un corto número de alumnos, cuya enseñanza
impone al Tesoro público sacrificios penosos, que ni son
útiles al país ni se fundan en razones de justicia".
[Volver al punto de lectura]
(*) Antonio
Machado y Núñez
, abuelo de los hermanos Machado,
progresista, republicano y anticlerical, fue el introductor en
España de las teorías de Darwin
sobre la evolución, por lo que la Iglesia lo pondría
en su punto de mira. Además fue el fundador de la Sociedad
Antropológica (1871) y del Museo Arqueológico y Antropológico
de Sevilla. Fue rector de la Universidad de Sevilla en dos ocasiones
(1868 y 1872) y alcalde y gobernador de esta ciudad. Ejerció gran
influencia en sus nietos, según Ian Gibson. Por su amistad
con Giner de los Ríos, los nietos estudiaron en la Institución
Libre de Enseñanza. Fue el padre de Antonio Machado Alvarez "Demófilo",
padre de los poetas. [Volver
al punto de lectura]
  Para saber más...

"Historia de la Universidad de Sevilla", Francisco
Aguilar Piñal. Sevilla, 1991

"Aproximación sociológica al cuerpo de los
catedráticos de Universidad a finales del siglo XIX";
Jean-Louis Guereña, Universidad François Rabelais
(Tours) en "Las universidades hispánicas: de la
Monarquía de los Austrias al Centralismo Liberal",
págs. 169-181

"Historia de la Educación en España",
tomo III: de la Restauración a la II República,
Ministerio de Educación y Ciencia, 1982 [Legislación
y documentos]
 
"Espacios y tiempos en la universidad de la España
del XIX (1845-1898)"; José María Hernández
Diaz, Universidad de Salamanca [en "Las universidades hispánicas...",
pp.217-233]
  Enlaces web externos
  Historia de las universidades españolas: etapa
contemporánea
   Plan
de Ruiz-Zorrilla
| texto
íntegro del Plan de Estudios Pidal
y Reglamento
en Proyecto Filosofía en español: Colección
de documentos sobre Filosofía & Administración
  Los
10 distritos universitarios de España en 1845 y su población
  La
administración educativa en España (1812-1939)
,
por Joaquín Diaz, Jefe del Archivo Central del Ministerio
de Educación. Centro de Investigación y Documentación
Educativa (CIDE)
  Panorama del pensamiento español siglo XIX: El
krausismo
  Los
290 catedráticos de la universidad española en
1849
El plan Pidal: extracto | Ley
Moyano de Instrucción Pública
| La
Universidad española a fines del XIX
| La
Circular de Orovio
| La filosofía
krausista
| Unamuno: su
visión de la universidad
página anteriorpágina principalEl siglo XX

Visión histórica general
de la Universidad de Sevilla
| El
término "universitas": significado
|
etapa: el Colegio
| 2ª etapa:
la Universidad literaria
|
etapa: la Universidad Hispalense




boton historia
boton patrimonio
boton sedes
Historia Sevilla
Presentacion
  "Historia
vitae magistra" (Cicerón)
Página
personal © Alfonso Pozo Ruiz
Enviarme un correo electrónico Miembro
del Comisariado del V Centenario Universidad Sevilla y autor de la sección
histórica
de la web institucional www.quintocentenario.us.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario