S. Pedro Apóstol de Alagón. El nacimiento de la arquitectura mudéjar


 
 Javier Peña Gonzalvo. Arquitecto

 

LA IGLESIA DE SAN PEDRO APÓSTOL DE ALAGÓN Y SU RELACIÓN CON LAS DE SANTA MARÍA DE TAUSTE Y SAN PABLO DE ZARAGOZA.
EL NACIMIENTO DE LA ARQUITECTURA MUDÉJAR

LA IGLESIA DE SAN PEDRO APÓSTOL DE ALAGÓN

Antecedentes

Alagón. Ribera Alta del Ebro

Iglesia de San Pedro Apóstol.
Fases de su construcción.
  1. Marrón.
    S. XI. Andalusí zagrí. El alminar, hoy campanario, se conserva íntegro.
    La ubicación de la mezquita está en relación con la del ábside; la
    planta y tamaño, supuestos, se han tomado de la parte del s. XI  de la
    iglesia de San Andrés de Calatayud.
  2. Rojo. Hacia 1200. Ábside mudéjar.
  3. Naranja. S. XIV. Nave y torre pequeña. Mudéjar.
  4. Amarillo. Hacia 1500. Coro y capillas del tramo segundo. Mudéjar.
  5. Verde. Ampliaciones de los siglos XVII y XVIII.
Desde
que en 1998 redacté los “Estudios Previos para la restauración de la
torre e iglesia de San Pedro Apóstol de Alagón” hasta enero de 2010, en
el que se han finalizado las obras de las fachadas a la plaza y a la
calle de San Pedro, han pasado un número considerable de años en los que
he podido conocer profundamente el edificio ya que he tenido que
medirlo, dibujarlo y dirigir las obras en las que ha sido necesario
desmontar forjados ruinosos, cubiertas, etc. con lo que literalmente he
podido desnudarlo y averiguar su evolución, corroborando en algunos
casos y desmintiendo en otros las teorías acerca de su evolución
constructiva que habíamos avanzado Miguel Pinilla y yo en La Cultura
Islámica en Aragón (1986) y la Arquitectura Zagrí, también de 1986 y
recientemente publicada en una página web.

Francisco
Abbad la fecha en el s. XV y Gonzalo Borrás en el s. XIV. En ambos
casos sin documentación que justifique las fechas y sin distinción de
fases de construcción en lo referente a nave principal y torre.
En
los Estudios Previos citados y tras el correspondiente levantamiento de
planos pude adelantar 5 fases constructivas para el conjunto, cuatro de
ellas para la parte medieval: la más antigua la torre, del s. XI, que
sería el alminar zagrí de la mezquita preexistente. La segunda el ábside
que sería del s. XIII. La tercera, a principios del s. XIV, corresponde
a la nave de 2 tramos que abraza el alminar y la segunda torre, la
pequeña, al otro lado del hastial. La cuarta corresponde a la ampliación
por los pies con un nuevo coro, las dos capillas del tramo segundo de
la nave y el recrecido de las cubiertas con una falsa cuyos cerramientos
son miradores de arquetes. La quinta y última fase corresponde a las
capillas del primer tramo y la sacristía, de los ss. XVII-XVIII.
Estas
fases constructivas son apreciables a simple vista. El presbiterio
tiene un grosor superior al de la nave aledaña, la cual se le adosa de
forma que se manifiesta una limpia junta vertical. No hay duda de que
primero se construyo el presbiterio de forma autónoma y posteriormente
se continuó con la nave. Ésta, a su vez, alcanza la torre abrazándola,
de tal forma que el interior no tiene planta rectangular, como es lo
habitual, sino que queda achaflanada al introducirse la torre en el
interior de la nave. La parte de la torre que da a la falsa (construida
en el s. XVI) está decorada, siendo que sólo es visible desde el
interior. Las catas arqueológicas practicadas en 2006 constatan que el
acabado original en la parte recayente a la nave es el mismo que el
exterior de la misma, es decir, ladrillo visto zabollado; además, se
horadó el muro de la torre para empotrar los nervios de las bóvedas. El
coro, capillas y sacristía son apreciables de manera obvia que fueron
agregados al edificio medieval.

Hallazgos

Tres son los principales hallazgos que se han sucedido durante las obras de restauración, todos ellos en los últimos años.
El primero fue durante las obras que afectaron a las cubiertas del coro.  Estaba
cubierto por un tablero de teja a un agua, con dos “cuchillos” en los
cerramientos laterales sobre rafes mudéjares. El proyecto, aprobado por
la Comisión de Patrimonio Cultural, contemplaba “devolver” las cubiertas
a su estado original con tres tableros sobre los tres rafes antiguos.
Durante las obras se comprobó que los dos “cuchillos” laterales no eran
fruto de una reforma posterior, sino que probablemente eran originales.
Lo más importante es que el maderamen del tejado contenía piezas
policromadas, probablemente procedentes del coro mudéjar medieval. Las
piezas fueron depositadas en la parroquia.

El
segundo hallazgo se desprende del informe de las catas estratigráficas
realizadas en el interior en septiembre de 2006 por la empresa Albarium
SL.  Se refiere a la decoración original del paramento de
la torre que da al interior de la iglesia, “de ladrillo visto con junta
zabollada de mortero bastardo; en el encuentro con los nervios de la
iglesia –franja vertical de unos 12 cm- se imita el ladrillo en mortero
de yeso”. El resto de la iglesia estaba decorado con pintura, bien de
color ocre imitando ladrillo en el presbiterio, bien de color gris
imitando sillarejo en el resto.
El
tercer hallazgo y quizás el más importante, ha sido el de las dos
enormes ventanas del ábside, tabicadas probablemente en el s. XVI cuando
la iglesia experimenta una fuerte transformación al ampliarse por el
coro y con una falsa sobre la nave y presbiterio. Y es muy importante
porque se trata de un tipo de ventanas totalmente singular y arcaico,
relacionado con la arquitectura normanda. Además, junto con la planta
circular en el interior y pentagonal en el exterior  con decoración mudéjar arcaica, permite acotar las fechas de su construcción.

  

CONSECUENCIAS

A la vista de lo expuesto, se extraen las siguientes consecuencias:
  1. La
    cronología oficial del s. XIV para el conjunto de iglesia medieval con
    torre, que no está sustentada por documento alguno, es insostenible a
    juzgar por las evidentes fases constructivas que se aprecian a simple
    vista.
  2. Las
    catas estratigráficas del interior del templo revelan que la torre
    existía con anterioridad a éste, puesto que originalmente no estaba
    revestida con yeso y presentaba el mismo acabado de ladrillo visto
    agramilado con yeso que el resto de la misma. Como se verá después, el
    ábside tuvo que ser construid hacia 1200 por lo que la torre tiene que
    ser necesariamente el alminar de la mezquita preexistente.
  3. El
    presbiterio fue construido sin ninguna duda antes que los dos tramos de
    la nave principal. El interior, de planta circular, lo enlaza
    directamente con la arquitectura tardorrománica por lo que su
    construcción tuvo que llevarse a cabo entre finales del s. XII y 1245,
    cuando terminan las obras de la iglesia de Santa María de Tauste, ya que
    esta iglesia y la de san Pablo de Zaragoza tienen una estrecha relación
    con la de Alagón, tanto por la tipología del templo como por la torre,
    también octogonal y del s. XI.
  4. La decoración exterior del presbiterio, arcaica y derivada de la de la torre,  y
    sus dos ventanas de traza normanda, junto con la planta semicircular en
    el interior, conducen ante uno de los primeros templos mudéjares
    construido en Aragón, si no el primero conservado.
 
 

EVOLUCIÓN CONSTRUCTIVA

La
iglesia de San Pedro se ubica en la parte más alta de la villa, junto a
la plaza del Castillo, que hace referencia a la construcción medieval
ya desaparecida y desde donde se dominan los valles del Ebro y del
Jalón. Casi con toda seguridad, aquí estaba la ciudad ibérica de Alaun, a
la que sucedió la romana Allabone. Los musulmanes construirían de nueva
planta su mezquita mayor en este lugar, ya que la actual iglesia, su
heredera directa, está orientada hacia el SE, hacia La Meca, en lugar de
hacia al este, como se orientan las iglesias cristianas. Con estos
antecedentes y ante la ausencia de documentación escrita que revelase
datos concretos relativos a la construcción de todos o algunos de sus
elementos, hay que recurrir a la lectura del edificio como medio de
establecer el proceso constructivo del complejo edificio que ha llegado
hasta nuestros días. Cuando la Universidad decida acometer el estudio e
interpretación de la documentación bajomedieval, es probable que se
encuentren datos que corroboren o desmientan la interpretación edilicia
que aquí se hace.
Tras
la conquista de la villa en 1119, igual que ocurrió en la mayor parte
de Aragón, la mezquita sería consagrada al nuevo culto cristiano y su
alminar convertido en campanario. Una vez superado el colapso de la
floreciente civilización andalusí-zagrí, tras la “reconquista”
aragonesa, la segunda mitad del s. XII y sobre todo la primera mitad del
s. XIII son periodos de fuerte expansión económica y demográfica. En
este contexto tiene lugar la paulatina sustitución de la antigua
mezquita por la actual iglesia mudéjar.


 

San Andrés de Calatayud. y San Pedro de Alagón

El
croquis de la izquierda corresponde a la actual sección de S. Andrés y a
la de la mezquita antes de construir las bóvedas; se conservan parte de
los aleros originales ocultos en las falsas.
El croquis de la derecha, sobre el estado actual, corresponde al
estado de la iglesia de San Pedro hacia 1200, cuando aun se conservaba
la mezquita y ya  se había construido el presbiterio; para la mezquita
se han tomado las dimensiones de San Andrés.
En la fotografía, S. Andrés. Pintadao de blanco, la antigua mezquita; en rojo y gris las bóvedas mudéjares.

En
primer lugar, hacia el año 1200 se construye el presbiterio adosándolo a
la fachada SE de la mezquita, que permanece como nave del templo. Como
posteriormente sobrevino la crisis económica de la segunda mitad del s.
XIII, las obras de construcción de la nueva iglesia se verían detenidas
hasta el s. XIV, cuando una vez derribada la mezquita se construiría la
nave mudéjar de tan sólo dos tramos, porque se topaba con la torre que
servía perfectamente para campanario. A pesar de ello y para apurar el
espacio disponible para la nueva nave, ésta sobrepasó el límite que
suponía la fachada SE de la torre, abrazándola como sigue en la
actualidad y a pesar de la notable irregularidad que ello suponía para
el nuevo espacio de la iglesia. Las iglesias de San Pablo de Zaragoza y
Santa María de Tauste tienen tres tramos, alcanzando la torre
tangencialmente en el centro del hastial.
Azuara (Campo de Belchite). Ermita de San José.
Situada
en la colina que domina el pueblo amurallado de Azuara, este edificio,
construido con arcos diafragma, pudo pertenecer al castillo zagrí o más
probablemente a un ribat o mezquita monástica (DAR AS-SUGcADAa').
El alminar, hoy desmochado, tuvo el carácter de torre-vigía.
Es
un ejemplo claro del proceso de demolición-construción de edificios
cristianos a partir de otros más antiguos zagríes, pero que en este caso
no llegó a materializarse. A finales del s. XV se construyó el
presbiterio (el volumen alto al fondo de la foto), con la intención de
demoler la nave zagrí más adelante, y continuar con el volumen del
presbiterio. Pero ésto no llegó a suceder,
aunque el alminar sí se desmochó, probablemente por amenazar ruina.

La
ampliación posterior tiene lugar hacia 1500, cuando se derriba el coro
mudéjar que estaría en el tramo de la nave junto al hastial, y se
recrece la nave mediante un nuevo coro que al salvar la torre, tiene
menor anchura que aquella. Una vez liberados los laterales de este tramo
de la nave al derribar el coro, se construyen dos capillas, una a cada
lado, una de ellas –el actual atrio- se adosa al lado este de la torre.
En este momento la torre pasa de tener 8 lados exentos a tener 3,
situación que ha llegado hasta ahora.
A
finales del s. XVI se recrecen en altura la nave y el presbiterio con
el ya clásico mirador de arquetes, presente en la práctica totalidad de
la arquitectura civil de la época. Otras capillas y la sacristía
completan el ciclo constructivo durante los siglos XVII y XVIII.

Alagón. San Pedro Apóstol. Evolución del edificio desde el s. XI.

  1. Siglo. XI. El alminar es el actual campanario. El iwan (sala de oración) de la mezquita es de las dimensiones del de la mezquita de San Andrés de Calatayud. El mihrab, en este caso, pudo sobresalir en el exterior.
  2. Hacia
    el 1200. Al iwan se le ha adosado un presbiterio de ladrillo con
    ventanas normandas. El alminar se convierte en campanario.
  3. Siglo XIV. Se ha derribado el iwan de la mezquita y se ha construido la nave de dos tramos. Finalmente, el alminar no se ha derribado y persiste como campanario.
  4. Siglo XVI. Se recrece en altura la nave y el presbiterio mediante una falsa cerrada con un gran mirador de arquetes; las
    ventanas normandas, una de ellas ruinosa, se tabican y se suplen con
    sendos óculos. Se amplía por los pies con un nuevo coro y se construyen
    nuevas capillas adosadas y exentas. Se añade una espadaña en la torre.
  5. Año
    2000. Se han construido nuevas capillas adosadas y la sacristía, además
    de practicar una nueva puerta en la antigua capilla del Carmen, una vez
    suprimido el fosar (cementerio). Aún no se han descubierto las ventanas
    normandas ocultas desde el s. XVI.
 

La torre

De
planta octogonal, es de ladrillo agramilado cogido con yeso; en origen
estuvo exenta. Con una altura hasta el antepecho de 31 m, tiene un
desplome hacia el sur de 0,95 m, corregido mediante refuerzos
ataludados. Se puede fechar en la segunda mitad del s. XI



Tiene
tres cuerpos separados por cornisas de canetes. El cuerpo bajo está
desnudo con una estrecha banda de esquinillas a 1/3 de altura de la
cornisa primera; en esa zona hay un reloj de sol, de yeso. El cuerpo
intermedio también es ciego.; como esta parte es visible desde lejos,
está profusamente decorado con tres bandas: la inferior es de lazos
mixtilíneos entrecruzados, decoración directamente derivada de la
Aljafería; la intermedia es una banda de rombos, 4 en cada lado,
mientras que la banda superior es de medios rombos o almenas
triangulares, como las de la Parroquieta de la Seo de Zaragoza. El
cuerpo superior tiene dos pisos de ventanas: el inferior es de ventanas
ojivales con parteluz, una en cada cara; el piso de arriba es de pares
de ventanas de arcos túmidos cuyos antepechos que las separan de las
ventanas inferiores son tableros decorados con ladrillo en zigzag. Sobre
la cornisa más alta, a la altura de la azotea, tiene antepechos calados
con tres arquetes en cada cara; en la restauración se halló un arco
completo y la mitad del siguiente junto a la espadaña, con los que pudo
reconstruirse la totalidad; no fueron inventados como de forma ignorante
se ha llegado a afirmar. En el s. XVI se añadió una espadaña.
El
interior presenta aparentemente la solución estructural de dos torres
concéntricas –torre y contratorre- como los alminares almohades del s.
XII, pero la realidad es que se trata de un grueso muro de 1,10 m de
espesor horadado helicoidalmente por la escalera, que se cubre mediante
bóvedas enjarjadas. Esta disposición fue advertida por primera vez por
Jaime Carbonel cuando estudió pormenorizadamente la torre de Tauste. El
interior está subdividido en estancias cubiertas con bóvedas de arista.

El presbiterio

Como
ya se ha dicho antes, el presbiterio se construye bastante antes que la
nave adosándolo muy probablemente a la mezquita que había servido como
iglesia desde la conquista de la villa. Hasta ahora se venía admitiendo,
sin ningún fundamento, que las iglesias mudéjares se construyen para
sustituir una hipotética iglesia románica al no admitirse que la
mezquita se reciclase para uso cristiano. Pero claro, aparte de no
conservarse documento alguno que avale tal hipótesis resultaría
prácticamente imposible que no se hubiese conservado prácticamente
ninguna en el ámbito del antiguo reino de Saraqusta (las iglesias de
Daroca y los ábsides de la Seo son las únicas prácticamente conservadas)
mientras que en el Alto Aragón son muy comunes; mención aparte son los
ábsides románicos de tapial de yeso que en un número apreciable se
añaden a las mezquitas para cristianizarlas.
Es
pentagonal en el exterior y circular en el interior, lo que retrotrae
su construcción como mucho a mediados del s. XIII, cuando la
arquitectura gótica –y mudéjar- imponen la planta poligonal, también en
el interior. Exteriormente tiene tres fachadas ciegas decoradas con
bandas alternativas de frisos de esquinillas, cruces y zigzags, estas
últimas tomadas sin duda del alminar y quedan coronadas con un friso de
canetes, también tomado de la torre. Estructuralmente mantiene la
tradición andalusí de enmascarar los elementos estructurales, por lo que
no presenta contrafuertes en el exterior lo que conlleva a un mayor
grosor de los muros.
La historiadora alagonera, Pilar Pérez Viñuales, aporta el dato histórico extraído de la Crónica del rey Jaime I, que relata que cuando el rey contaba con 15  años (1223) oyó cantar a los clérigos en el presbiterio de la iglesia mayor de Alagón (Programa de fiestas de Alagón de 2006).
Pero
lo más singular son los dos grandes ventanales abiertos en los lados
oblicuos, dejando el lado central ciego para alojar el altar. Son
singulares por su tamaño, único en iglesias de tamaño estándar y sólo
comparables a los del ábside de la Seo, de Mahoma Ramí, o a otros no
visibles desde el exterior como en Tobed, también de Mahoma Ramí y ambos
del s. XV. Pero también son singulares por la disposición tripartita a
base de arcos entrecruzados derivados remotamente de los arcos
entrecruzados de la arquitectura saraqustí, en especial La Aljafería,
pero de forma directa de los ventanales tardorrománicos y góticos de la
arquitectura Normanda, tanto en Nápoles y Sicilia como en Inglaterra.
Existen antecedentes directos tanto en la catedral de Amalfi como en la
de Durham, aunque también se pueden ver este tipo de arcos en Cefalú y
Palermo.


San Pedro de Alagón.

  1. Hacia 1200. Se inicia la construcción de la nueva iglesia adosando un nuevo presbiterio a la antigua mezquita.
  2. Siglo XIV, Se derriba el iwan de la mezquita, aunque no su alminar, y se construyen una nueva nave de 2 tramos,

La nave
La
iglesia medieval completa su construcción en el s. XIV cuando, tras
derribar la vieja mezquita que había servido de iglesia durante más de
200 años, se construyen dos “cruceros” o tramos, el más próximo al
ábside de planta casi cuadrada, como era habitual en esa época, pero de
planta rectangular y achaflanada en la esquina inmediata al alminar,
como consecuencia de la existencia de la torre y el deseo de su
conservación (en esta época ya estaba configurada la estructura mudéjar
de las iglesias y sus campanarios solo diferían de este tipo de alminar
por su planta cuadrada, la decoración más evolucionada y el remate en
“cogulla” o pirámide derivado de las flechas de la arquitectura gótica.
Las
ventanas son muy diferentes a las del ábside ya que son de reducidas
dimensiones y la única visible no tiene roscas en sus jambas, como es
habitual. Tampoco conserva restos de la decoración que pudo tener ni
restos del recercado de yeso que tenían otras ventanas de la época e
incluso las del ábside de la misma iglesia.
Los
esfuerzos de las bóvedas se solventan mediante contrafuertes
exteriores, solución occidental que más adelante se corregiría
ocultándolos con una doble fachada. Los esfuerzos del hastial se
solventaron con el alminar en un lado y una pequeña torre de planta
cuadrada, con escalera en el interior y rematada con almenas, en el
otro; en el s. XVI al recrecer la nave con miradores de arquetes, quedó
englobada en ésta y se la dotó de rafe de ladrillo aplantillado y
tejados.

SAN PEDRO DE ALAGÓN, SANTA MARÍA DE TAUSTE Y SAN PABLO DE ZARAGOZA.   EL NÚCLEO DE LAS IGLESIAS MUDÉJARES PRIMITIVAS

Estas
tres iglesias, ubicadas en tres poblaciones junto al Ebro en un corto
espacio de 50 km, conforman un grupo de edificios zagro-mudéjares con
sorprendentes coincidencias tanto en lo referente la conservación, para
campanarios, de sus respectivos alminares octogonales,  como
en fechas de construcción, por fases, de las iglesias mudéjares
correspondientes en sustitución a la mezquita preexistente, como en la
singularidad de sus presbiterios, los tres circulares “románicos”  en su interior y poligonales en el exterior.
Su
ubicación en el hinterland de Saraqusta/Zaragoza puede explicar
perfectamente su carácter de edificios prototipos en donde se había
gestado tanto el alminar de planta octogonal (derivado del circular
persa), como la arquitectura mudéjar aragonesa que tendría un amplio
recorrido en el tiempo.

Los alminares octogonales saraqustíes

  1. San Pablo de Zaragoza.
    Es el alminar más antiguo de los tres (de los cuatro si también se
    considera el alminar nuevo de la mezquita aljama de Zaragoza). El último
    cuerpo y el chapitel se añadieron en el s. XVI. Es el prototipo de este
    grupo de torres octogonales; todavía no tiene la estructura de torre y
    contratorre que dará origen a los alminares almorávides y almohades. En
    este caso se trata de un grueso muro horadado por una escalera de
    caracol.
  2. Santa María de Tauste. En esta torre ha disminuido la distancia de los diferentes tramos de la escalera.
  3. San Pedro de Alagón. Es la mas reciente de las tres. Aquí aún no aparecen definidas la torre y la contratorre, pero se atisban.
Los alminares
El alminar de Alagūn
–Alagón- está relacionado con otros tres alminares todos ellos ubicados
en la Ribera Alta del Ebro. Los de Santa María de Tauste y San Pablo de
Zaragoza son de similares dimensiones -46 m de altura y lados de 3,53 m
en Tauste- y a su vez de más altura que el de Alagón. El otro alminar
está embutido en el campanario barroco de la Seo de Zaragoza; es de
dimensiones similares a los dos anteriores y no debe confundirse con el
alminar viejo del mismo edificio, que de reducidas dimensiones sería
construido en estilo cordobés probablemente en época califal.
El
interior de las cuatro torres varía. Mientras que la torre de San hablo
tiene estancias circulares cubiertas por bóvedas de media naranja,
Alagón y Tauste son octogonales con bóvedas de arista y la Seo no
conserva las estancias y sus bóvedas al derribarse en la reforma barroca
para izar las campanas.
No
conociéndose el aspecto exterior del alminar de la Seo, las
comparaciones estilísticas han de hacerse entre los otros tres. San
Pablo tiene cinco cuerpos, Santa María cuatro, mientras que San Pedro,
como se ha dicho, tiene tres.
El
alminar que posee motivos decorativos más arcaicos, y por tanto
probablemente el más antiguo, parece ser el de san Pablo; tiene dos
bandas de arcos entrecruzados de medio punto, una en la parte inferior
que no puede verse una vez se ha construido la iglesia envolviendo la
torre, y la otra inmediatamente debajo del cuerpo bajo de ventanas, a
modo de antepecho; estos huecos son ojivales y geminados, igual en las
tres torres. Tiene un segundo cuerpo de ventanas con tres arquetes de
una rosca en cada lado, muy similares a los de los antepechos de la
azotea de Alagón. En el s. XVI se añadió un sexto cuerpo con arquetes de
2 roscas y chapitel. El resto de la decoración descansa en paneles de
rombos y frisos de esquinillas, como en Alagón.
La
torre de Tauste parece la más reciente de las tres. El cuerpo bajo no
tiene decoración salvo en la zona superior que tiene una banda de arcos
entrecruzados mixtlíneos, como Alagón. El siguiente cuerpo, también
ciego como en Alagón y profusamente decorado, tiene dos bandas
decorativas; la inferior es una cadena de 5 estrellas de 8 puntas que se
verá muy común en todo el periodo mudéjar; este motivo también se
introduce en Persia en el s. XI bajo los selyuqíes o selyúcidas. La
banda superior es única en todo el arte zagrí y lógicamente mudéjar, ya
que se trata de tableros decorados con caligrafía esquemática,
difícilmente inteligibles. En el siguiente cuerpo se abren las ventanas,
ojivales y geminadas como las de los otros alminares; sobre éstas se
disponen tableros decorativos de gran desarrollo, que anuncian los paños
de sebka de las torres almohades; uno de ellos se destrozó para abrir
dos huecos para alojar las campanas, una vez transformado el alminar en
campanario. Un pequeño cuarto cuerpo decorado con arcos entrecruzados,
en este caso los clásicos de medio punto, da paso a la azotea almenada
que corona la torre.
Cabe
mencionar aquí las torres octogonales de Calatayud, probablemente
también construidas en el s. XI. Las más antiguas podrían ser las de la
alcazaba dentro del extenso conjunto fortificado de la ciudad. Dado su
carácter militar están construidas con tapial de yeso, y obviamente
carecen de decoración; son de dos plantas e interiormente son circulares
(excepto la planta baja de una de ellas) con bóvedas de media naranja,
como las salas de San Pablo; a la azotea se accede desde la planta
superior por una escalera helicoidal embutida en el interior del muro.
Las otras dos torres son las de Santa María y San Andrés, ambas
estudiadas por Agustín Sanmiguel, quien sostiene que serían alminares
los cuerpos inferiores, ciegos, mientras que los cuerpos superiores con
ventanas serían recrecidos de época cristiana. Dos son las principales
diferencias con las torres zaragozanas: la primera sería que las aristas
del octógono están resaltadas con pilastras; la segunda y más singular,
sería la sala abierta al interior del templo en la parte baja de la
torre, sala cubierta por bóveda enjarjada (oculta por otra decorativa)
sobre la que apoya la contratorre.


 

Los presbiterios

La
arquitectura mudéjar tiene su periodo álgido durante los siglos XIV y
XV. En lo concerniente a los presbiterios, dos son los tipos que se usan
habitualmente: el más estándar y común de planta poligonal, tanto al
exterior como al interior, y el tipo de iglesia fortaleza con cabecera
plana, que permite un volumen exterior acorde con su naturaleza militar.
El
grupo de las tres iglesias responde al primero de los antes señalados
pero con la peculiaridad de la planta interior semicircular en lugar de
poligonal. Esta singularidad ha pasado inadvertida para San Pablo de
Zaragoza porque los planos publicados reflejan la planta de las bóvedas
en los que el ábside deviene poligonal; pero la inspección ocular de la
iglesia de  Zaragoza tras el retablo mayor revela su naturaleza
circular, cosa que es visible a simple vista en el caso de Alagón y
Tauste. También posee ábside semicircular interior la iglesia de Santa
María de Calatayud, pero, a diferencia de los otros, éste se ubica
adosado a la torre, que también pudo ser alminar.
Esta
característica obliga a la datación en el período románico o principios
del gótico, ya que a partir de este momento se abandona en Occidente la
planta semicircular. Por tanto debieron ser construidas en torno al año
1200, entre 1190 y 1260, cuando la arquitectura gótica sustituye a la
románica; de la iglesia de Tauste se tiene constancia que se terminaba
en 1243, y de San Pablo en 1257 (Íñiguez en Torres mudéjares
aragonesas). Este periodo, por otro lado, es adecuado al momento de
expansión económica y demográfica que experimenta el país, una vez
salvada la crisis sucesoria de Alfonso I, y asentada la “conquista
cristiana” de forma que los nuevos pobladores ya no temían la
reconquista de Zagr-Alandalús como había sucedido con Barbastro en 1064.
Un análisis comparativo entre los tres ábsides en su parte exterior nos revela:
  • La
    decoración de Alagón está directamente copiada o inspirada de la
    decoración de su respectivo alminar y se emplaza a media altura,
    viéndose interrumpida por los grandes ventanales. La de Tauste acompaña a
    las ventanas por arriba y por abajo; la banda superior deriva de su
    alminar mientras que la inferior –zigzag entre bandas de esquinillas-
    parece inspirarse en Alagón. El ábside de San Pablo no tiene decoración,
    al menos a la vista.
  • El
    de Alagón tiene 2 ventanas, en los lados oblicuos, el de Tauste tiene
    tres ventanas, en el frente y en los lados, y el de Zaragoza tiene cinco
    ventanas, en los cinco lados.
  • Las
    ventanas de Alagón son de gran tamaño y no tienen más derivación que
    las que construirá Mahoma Ramí hacia 1400, especialmente en la Seo de
    Zaragoza y en la Virgen de Tobed; son tripartitas con arcos entrelazados
    relacionados con la arquitectura normanda. En cambio, las de Tauste y
    Zaragoza son estrechas, como es habitual en la arquitectura mudéjar
    estándar; la ventana central de Zaragoza, oculta tras el retablo,
    conserva las yeserías mudéjares con las que se decoraban habitualmente
    en origen estas ventanas.
De
todo ello se puede concluir que el presbiterio de Alagón es el más
arcaico y consecuentemente sería el primero en construirse de los tres,
del cual derivaban.
 

Las naves

Aunque
las naves de las tres iglesias han sido enmascaradas por ampliaciones y
reformas a los largo de su historia, en todas se puede apreciar el
núcleo original de las mismas. La de Alagón difiere notablemente de las
otras dos, tanto por su tamaño como por la incidencia del alminar.
Alagón
es la más pequeña y tiene dos tramos, y además, el del hastial, es más
corto; Tauste tiene tres tramos, mientras que Zaragoza tiene cuatro, en
ambos casos todos con la misma longitud; además, San Pablo, ubicada en
el barrio más próspero y poblado de la Baja Edad Media en Zaragoza, hubo
de ampliarse con sendas naves laterales, que de forma irregular
envuelven a la nave primitiva aunque da la apariencia de iglesia de tres
naves construida ex novo. En las tres sobresale en el exterior el
presbiterio con respecto a la nave. Las ventanas son de tamaño estándar
en Tauste y Zaragoza, asimilables a las de sus respectivos presbiterios.
En cambio en San Pedro son pequeñas, sin abocinar y si tuvieron algo de
decoración, no la conservan.
También
difieren en la ubicación del alminar. Como ya se ha explicado, en
Alagón la nave lo abraza parcialmente, y queda a un lado, mientras que
en Tauste y Zaragoza queda en el eje del hastial, si bien en el primer
caso un poco ladeado. Da la impresión, que en Alagón, que como se ha
dicho parece que fue la pionera, cuando se decidió sustituir el viejo
edificio de la mezquita por la nueva iglesia se pensó en su total
demolición, incluida la torre, por lo que el presbiterio quedó cerca del
alminar, y además ladeado. En cambio, cuando décadas después se
acometió la construcción de las nuevas iglesias de Tauste y Zaragoza,
siguiendo el modelo alagonero, ya se habría decidido que sus alminares
correspondientes, además de mayor tamaño que el otro, iban a permanecer
como campanarios definitivos, por lo que los ábsides se trazaron a la
distancia conveniente de las torres (tres tramos iguales en Tauste y
cuatro, en la ciudad de Zaragoza), y en la ubicación adecuada en el eje
de las nuevas iglesias. Luego sucedió que en Alagón se amoldó la nueva
iglesia a la torre que debía permanecer en lugar de ser demolida, aunque
ello supusiese que resultara con una longitud inferior, un segundo
tramo notoriamente pequeño y una incisión de la torre en el interior de
la nave.

CONCLUSIONES

El
análisis constructivo y decorativo de la iglesia de San Pedro Apóstol
de Alagón y el estudio comparativo con otras dos iglesias que guardan
estrecha relación entre sí, tanto porque conservan el alminar octogonal
convertido en campanario, como por la tipología de iglesia de una nave,
aunque de diferentes longitudes, con un presbiterio de planta
semicircular, que retrotrae su construcción al final del período
románico en el tránsito del s. XII al s. XIII, lo que por otro lado
explica más racionalmente el nacimiento de la arquitectura mudéjar que
lo admitido hasta hoy que se da más tardío.

 

Las torres: alminares zagríes octogonales

De
la ubicación de las torres con respecto a las iglesias correspondientes
junto con la evidencia de su existencia antes de las iglesias, y siendo
éstas tan tempranas como finales del s. XII o principios del s. XIII,
se concluye, sin ningún género de dudas, que se trata de alminares
transformados en campanarios tras la conquista aragonesa. Además se
conserva el alminar nuevo de la mezquita mayor de Zaragoza embutido en
la torre barroca que el italiano Giambattista Contini proyectó en 1683;
éste, además, es el de mayores dimensiones de los cuatro.

Zaragoza. San Pablo

Decoración de la parte inferior del alminar, adosado a los pies de la iglesia medieval.


Las características comunes son:
  • Muros de ladrillo cogido con yeso tradicional de Aragón y agramilado en las obras vistas.
  • Muros
    gruesos en los cuerpos ciegos con escalera embutida en su interior.
    Esta disposición de muros difiere de la torre de “tipo almohade” (que se
    ha afirmado dio origen a la arquitectura mudéjar) ya que ésta se
    resuelve mediante dos torres concéntricas entre las que discurre la
    escalera o rampa.
  • Decoración
    exterior concentrada en los cuerpos altos, aunque en San Pablo también
    hay una banda de arcos entrecruzados en la parte baja; los cuerpos están
    separados por cornisas de canetes y las bandas decorativas a veces
    también están dispuestas entre fajas de ladrillo en esquinillas. No se
    observa la existencia de azulejos en la decoración, a diferencia de
    otras torres y edificios, también zagríes, que sí las poseen, como la
    Magdalena, San Gil y la Parroquieta de Zaragoza y las torres de la
    Comunidad de Calatayud.
  • Cuerpo
    de ventanas ojivales y geminadas, en este caso con arcos túmidos. San
    Pablo tiene una banda de arquetes de una rosca en la parte más alta, que
    en el caso de Alagón esta banda se transforma en el antepecho de la
    azotea. La torre de Tauste conserva la linterna de acceso a la azotea.
  • Cinco
    estancias intermedias, semicirculares y bóvedas hemiesféricas en San
    Pablo y octogonales con bóvedas de arista en las otras dos. San Pablo y
    Santa María tienen una gran estancia abovedada en el cuerpo de ventanas,
    que san Pedro no tiene. La torre de La Seo unió las estancias
    interiores en la reforma barroca para el izado de campanas.

 

 
 





El
más antiguo de todos ellos y por tanto prototipo de los demás sería el
de san Pablo de Zaragoza. Es el más alto de los tres –la azotea estaría a
unos 48,30 m del suelo- aunque el de La Seo es aún más alto, unos 56
metros, por lo que era el alminar más alto de Saraqusta (la parte
antigua de la Torre Nueva, demolida en 1892, medía 51 m). La torre de
Tauste, probablemente la última construida de todas ellas, mide 44 m
mientras que la de Alagón mide sólo 29,70 m.







 
 

Los ábsides: el nacimiento de la arquitectura mudéjar

La
constancia de que las parroquias de Zaragoza y de otras muchas
poblaciones del reino de Saraqusta ya existían al año o años siguientes
de la conquista, junto con la contundente inexistencia de arquitectura
románica en ese ámbito territorial, determina que las mezquitas que se
encontraron los aragoneses fueron consagradas al nuevo culto cristiano.
Además, la conquista de Zagr-Alandalús conllevó la despoblación de
ciudades y amplias áreas del medio rural. Esta sangría poblacional debió
durar décadas –en Zaragoza siglos-, pero a finales del s. XII la
repoblación avanzaba y era un momento de expansión económica, por lo que
en Alagón debieron plantearse la sustitución de la antigua mezquita por
una nueva iglesia, para lo que añadirían un nuevo presbiterio al
edificio existente para posteriormente irlo demoliendo (incluido el
alminar) para sustituirlo por uno nuevo de más altura.
¿Por
qué a finales del s. XII o principios del s. XIII?. Porque la planta es
semicircular en el interior y las ventanas de estilo normando, es decir
estamos en el final del románico. En esta misma época se construían las
iglesias románicas de piedra en Daroca y los ábsides románicos, también
de piedra, en La Seo. La abundancia de mano de obra mudéjar en el
entorno de Alagón y la presencia de la potente arquitectura zagrí (no
hay que olvidar la superioridad cultural de Alandalús en aquella época)
desencadenó la aparición de esta nueva tipología arquitectónica. También
pudo influir las relaciones políticas, y por tanto culturales, de
Aragón con el Midi francés, en donde se construían imponentes edificios
románicos de ladrillo, especialmente en Tolosa y Albi.




Ventanas normandas

A la izquierda fachada y claustro de la catedral de Amalfi, al sur de Nápoles.
A
la derecha, claustro de la catedral de Durham, Inglaterra. Reconstruido
en 1828, los herrajes de las puertas son del s. XII, por lo que las
ventanas pueden fecharse en este siglo.

Así
pues, cuando aún estaba vivo el sistema constructivo zagrí, los nuevos
señores cristianos encargan a los alarifes musulmanes la construcción de
la nueva iglesia. El interior es muy similar a las iglesias tolosanas
pero el exterior mantiene los sistemas decorativos tradicionales, en
este caso representados por el alminar que aún podemos ver. El único
elemento novedoso son las ventanas. Podrían haber tomado como modelo las
de los monasterios cistercienses o las iglesias románicas de Aragón,
pero dada su tradición islámica se inspiraron en las arquerías
entrecruzadas que decoraban los edificios zagríes, incluida La
Aljafería, y en las ventanas de la arquitectura normanda que a su vez
las habían tomado de la arquitectura islámica de Sicilia. Aunque ya en
el s. XIII, ventanas similares se encuentran en la catedral de Amalfi,
ciudad situada al sur de Nápoles y una de las más importantes del
Mediterráneo en esa época. Los normandos también llevaron estos arcos
entrecruzados a sus dominios del este de Inglaterra, por ejemplo en la
catedral de Durham (1090).

Esta
solución debió gustar porque pocas décadas después es la solución que
se adopta para Santa María de Tauste y San Pablo de Zaragoza. En estos
casos, además, su construcción responde a la nueva estrategia de
mantener los antiguos alminares como campanarios, dadas sus magníficas
proporciones y porque con un aspecto similar, pero en piedra, se estaban
construyendo en los nuevos territorios levantinos de la Corona de
Aragón. Estas iglesias, con 3 naves Tauste y 4 Zaragoza, se proyectaron
de forma que la torre estuviese en el centro del hastial, acompañadas
por os torres en las esquinas, a diferencia de la de Alagón que debieron
cambiar de planes a la vista de las nuevas circustancias y el alminar
se salvaría en extremis, pero a costa de un segundo tramo de nave
totalmente irregular.
Uno
de los argumentos que se han manejado para explicar el nacimiento de la
arquitectura mudéjar es el económico. Según éste, en un contexto de
cisis económica se abandona la piedra para pasar al ladrillo, al ser
éste más barato. Así se explica en Daroca cuando en alguna de sus
iglesias se inicia un edificio románico de piedra se paraliza un tiempo y
se retoman las obras años después con ladrillo. Este argumento es
insostenible cuando ciudades europeas tan importantes como Amsterdam,
Tolosa o Ferrara resultarían ser pobres por estar levantadas con
ladrillo. En el caso de Aragón, Zaragoza sería una ciudad pobre, porque
construye con ladrillo, y Jaca o Alcañiz serían las ciudades ricas
porque pueden permitirse construir con piedra. 
En
el centro y sur de Aragón triunfa la arquitectura mudéjar por la misma
razón que anteriormente se había implantado la arquitectura zagrí,
porque el medio natural, con abundancia de arcilla y piedra, propicia
este tipo de arquitectura tan eficiente y vistosa.







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