Compañía de Jesús
Con 17 676 miembros en 2012 (sacerdotes, estudiantes y hermanos),6 es la mayor orden religiosa masculina católica hoy en día, aunque en disminución (17 287 miembros en 2013).7 Su actividad se extiende a los campos educativo, social, intelectual, misionero y de medios de comunicación católicos.
Índice
Descripción de la orden
La Compañía de Jesús (SJ) es una orden religiosa de carácterapostólico y sacerdotal, aunque la conforman también “hermanos”, es
decir, religiosos no sacerdotes y que no son monjes. Está ligada al papa
por un “vínculo especial de amor y servicio”, su finalidad, según la Fórmula del Instituto,
documento fundacional de la Orden (1540) es «la salvación y perfección
de los prójimos». En términos de Derecho Canónico, la SJ es una
asociación de hombres aprobada por la autoridad de la Iglesia, en la que
sus miembros, según su propio derecho, emiten votos religiosos públicos
y tienden en sus vidas hacia la “perfección evangélica”.
La formación en la SJ empieza con un noviciado que dura dos años.
Continúa con un proceso de formación intelectual que incluye estudios de
humanidades, filosofía y teología.
Además, los jesuitas en formación realizan dos o tres años de docencia o
«prácticas apostólicas» (período de “magisterio”) en colegios o en
otros ámbitos (trabajo parroquial, social, medios de comunicación,
etcétera). El estudio a fondo de idiomas, disciplinas sagradas y
profanas, antes o después de su ordenación sacerdotal, ha hecho de los
miembros de la SJ, durante casi cinco siglos, los líderes intelectuales
del catolicismo. La formación en la SJ termina con la Tercera probación, que también se conoce como «Escuela del Corazón (o de los afectos)».
San Ignacio de Loyola,
el fundador, quiso que sus miembros estuviesen siempre preparados para
ser enviados con la mayor celeridad allí donde fueran requeridos por la
misión de la Iglesia. Por eso, los jesuitas profesan los tres votos normativos de la vida religiosa (obediencia, pobreza y castidad) y, además, un cuarto voto de obediencia al papa, «circa misiones».8 La Fórmula del Instituto (confirmada por Julio III
en 1550) dice: «Militar para Dios bajo la bandera de la cruz y servir
sólo al Señor y a la Iglesia, su Esposa, bajo el Romano Pontífice,
Vicario de Cristo en la tierra».
La Congregación General (CG) es el órgano supremo de gobierno. A
diferencia de otras órdenes, no se lo convoca periódicamente sino en
caso de muerte del prepósito general
(también llamado prepósito o simplemente general) o para tratar asuntos
de especial importancia. Aunque el cargo de prepósito es vitalicio y
ningún general renunció en la Compañía con anterioridad a la supresión
de 1773, las Normas Complementarias vigentes desde 1995 contemplan la posibilidad de renunciar. El primero en hacerlo —por motivos graves de salud— fue Pedro Arrupe, en 1983 y con autorización de la CG 33. Su sucesor, Peter Hans Kolvenbach, hizo lo mismo en 2008.
La Compañía de Jesús ha sido una organización que ha vivido entre la
alabanza y la crítica, siempre en la polémica. Su lealtad incondicional
al papa los ha colocado en más de un conflicto: con la Inglaterra isabelina, frente al absolutismo de Luis XIV de Francia (conocido como el “Rey Sol”), el regalismo español, con la Alemania de Bismarck, de donde fueron expulsados (durante el Kulturkampf) y con los gobiernos liberales de diversos países en América y Europa. Asimismo, los regímenes comunistas de Europa Oriental y de China limitaron ampliamente su actividad a partir de 1945.
Su presencia en la educación occidental y en las misiones en Asia,
África y América ha sido muy activa. Ha contado entre sus filas a una
larga serie de santos, teólogos, científicos, filósofos, artistas y
pedagogos: san Francisco de Javier, san Luis Gonzaga, Matteo Ricci, Francisco Suárez, Luis de Molina, José de Anchieta, Juan de Mariana, san Roberto Belarmino, san Pedro Canisio, José de Acosta, Antonio Ruiz de Montoya, Atanasio Kircher, San Pedro Claver, Eusebio Kino, Francisco Javier Clavijero, san Alberto Hurtado, etc.
Capítulos notables de su historia han sido el origen y desarrollo de sus colegios y universidades en Europa, la actividad misionera en la India, China y Japón, las reducciones de Bolivia, Paraguay y Argentina, la exploración y evangelización del Canadá, del Mississipi y del Marañón, los conflictos teológicos con los protestantes y los jansenistas, su confrontación con la Ilustración, su supresión (1773) y su restauración (1814).
En 1965 llegaron a su máxima expansión numérica: 36 000 jesuitas en
más de un centenar de unidades administrativas (provincias y misiones).
Hoy, los jesuitas y los laicos que comparten su espiritualidad trabajan
en los campos más diversos, tratando de colaborar con la Iglesia
respondiendo a las nuevas necesidades de la sociedad y a los retos que
éstas plantean. Así la Compañía trabaja en la acción social, la
educación, el ámbito intelectual, el servicio a parroquias y comunidades
cristianas y en medios de comunicación.
Entre 1965 y 2008 sus superiores generales fueron Pedro Arrupe (español, 1965-1983) y Peter Hans Kolvenbach
(holandés, 1983-2008, año en que presentó su renuncia por motivos de
edad). El 7 de enero de 2008 comenzó su Congregación General 35, para
elegir nuevo prepósito (superior mundial) y legislar sobre aspectos de
la misión y carisma de la Orden. El 19 de enero resultó elegido (en el
segundo escrutinio) como trigésimo general el español Adolfo Nicolás, perteneciente a la Asistencia de Asia Oriental y Oceanía que, como Arrupe, había sido provincial de Japón.
Pablo VI
describió a los jesuitas de la siguiente manera (1975): «Donde quiera
que en la Iglesia, incluso en los campos más difíciles o de primera
línea, ha habido o hay confrontaciones: en los cruces de ideologías y en
las trincheras sociales, entre las exigencias del hombre y mensaje
cristiano allí han estado y están los jesuitas».
Historia
Origen de la Compañía
había optado por dedicarse a «servir a las almas». Decidido a estudiar
para cumplir mejor su propósito, se incorpora al Colegio de Santa
Bárbara —dependiente de la Universidad de París— y comparte cuarto con el saboyano Pedro Fabro y el navarro Francisco de Javier.
Los tres se convirtieron en amigos. Ignacio realizó entre sus
condiscípulos una discreta actividad espiritual, sobre todo dando Ejercicios espirituales, un método ascético desarrollado por él mismo.
los siete se dirigieron a la cripta de la capilla del Martyrium,
ubicada en lo que es hoy la calle Yvonne Le Tac, en la colina de Montmartre, donde pronunciaron tres votos: pobreza, castidad y peregrinar a Jerusalén.
Después de los votos de Montmartre se incorporaron al núcleo inicial
tres jóvenes franceses, «reclutados» por Fabro: Claudio Jayo, Juan
Coduri y Pascasio Broët. Los diez se encontraron en Venecia y misionaron el norte de Italia a la espera de embarcarse hacia Jerusalén. Al no poder viajar a Palestina debido a la guerra entre Venecia y el Imperio Otomano, el grupo se dirigió a Roma.
Allí, tras una larga deliberación espiritual, decidieron fundar la
Compañía de Jesús, que fue aprobada el 27 de septiembre de 1540 por Paulo III, quien les reconoció como nueva orden religiosa y firmó la bula de confirmación, Regimini militantis ecclesiae (Por el gobierno de la iglesia militante).
A partir de la aprobación papal comenzó un proceso de expansión
numérica, de organización interna y de responder a las misiones
encomendadas: fundación de colegios a petición de ciudades interesadas,
reforma de monasterios, participación en el Concilio de Trento, diálogo con los protestantes, misiones diplomáticas, etc. Los primeros compañeros se dispersaron: Rodríguez fue a Portugal, Javier a Oriente, Fabro recorrió Europa predicando y dando los Ejercicios Espirituales. Entre 1540 y 1550 se unieron a la Orden notables personajes para su posterior desarrollo: Jerónimo Nadal, Francisco de Borja (Duque de Gandía y Virrey de Cataluña), Pedro Canisio, notable teólogo (doctor de la Iglesia), y Juan Alfonso de Polanco, secretario de Ignacio.
En 1556, cuando murió el fundador, eran 1000 compañeros. El segundo general fue Diego Laínez.
Papel durante la Reforma católica
les acompañó el primer jesuita germánico, Pedro Canisio, llamado el
"segundo apóstol de Alemania" por su papel decisivo durante la Contrarreforma
o Reforma Católica. En efecto, Canisio fue nombrado Provincial de
Alemania y animó la fundación de colegios y universidades que
difundieron la doctrina tridentina, reconquistando para el catolicismo
regiones protestantes como Baviera en el sur de Alemania y los actuales estados de Renania del Norte-Westfalia, Renania-Palatinado y Sarre; Polonia, Hungría, Austria, y el sur de Holanda.
Diego Laínez, como general, participó del coloquio teológico de
Poissy, convocado por la reina de Francia para debatir con los
protestantes. La Facultad de Teología de La Sorbona y el Parlamento de París se opusieron en este período al establecimiento legal de la Compañía en Francia.
El sucesor de Laínez fue san Francisco de Borja, el santo duque de Gandía,
que colaboró con san Ignacio desde que Borja enviudó e incluso se
ordenó sacerdote en secreto para poder ayudar a san Ignacio y la
Compañía sin comprometerla. Elegido III general por la CG II, gobernó
desde 1565 hasta 1572, tiempo en que los colegios jesuitas prosperaron:
pasaron de 50 en 1556 a 163 a 1574. Inició la remodelación de la Iglesia
Madre de la Compañía, el Gesù.
Borja siguió muy de cerca la evolución de la Contrarreforma en
Alemania. Muchas fundaciones jesuitas atendieron a reforzar la causa
católica.
Borja y sus sucesores Everardo Mercuriano (1573-1580), Claudio Acquaviva
(1580-1615) y Muzio Vitelleschi (1615-1645) dieron gran impulso a las
misiones. En concreto, durante el gobierno del “Santo Duque”, la
Compañía ingresó al Perú y a México.
A mediados del siglo XVII la Compañía ya había establecido un cordón de
estaciones de misión que iban principalmente desde Portugal hasta Goa,
pasando por el litoral africano, y en el Nuevo Mundo a lo largo del Imperio colonial español.
Matteo Ricci, jesuita italiano, consiguió ingresar a China
en 1583. A inicios del siglo XVII lo tenemos instalado ya en Pekín,
donde propiciará la difusión del cristianismo entre la casta intelectual
del Celeste Imperio.
Por otra parte, luego de que el Imperio otomano venciese los ejércitos húngaros en la batalla de Mohács en 1526, tras la muerte del rey Luis II de Hungría, pronto el reino se dividió en tres partes, una occidental bajo el control de Fernando I de Habsburgo, hermano de Carlos I de España, una central bajo el control del sultán turco y una oriental que se convirtió en un Estado semindependiente conocido como el principado de Transilvania gobernado por la nobleza húngara. Estos, pronto adoptaron el luteranismo y el calvinismo para no reconocer la autoridad de los Habsburgo,
quienes habían heredado el trono húngaro. De esta manera, los príncipes
transilvanos mantuvieron una confesión protestante sólida, floreciendo
así ésta en el este del reino. Inicialmente, en 1579, uno de los
primeros príncipes de Transilvania, el conde Esteban Báthory
(posteriormente también rey de Polonia), resultó ser gran defensor del
catolicismo, pues llevó a los jesuitas a la ciudad húngara de Kolozsvár, donde concedió toda clase de privilegios para ellos e hizo encerrar en prisión a Ferenc Dávid, reformador unitario.
En 1581 fundó una residencia para estudiantes jesuitas en esta ciudad,
tomando fuerza rápidamente este movimiento de la Contrarreforma en
Hungría.
Por otra parte, para contrarrestar el protestantismo,
los Habsburgo, conocidos por su profundo compromiso con Roma, pusieron
en marcha una política recatolizadora enérgica a finales del siglo XVI,
cuya figura principal fue el jesuita Pedro Pázmány, arzobispo de Esztergom
(1616 – 1637), quien había estudiado en Kolozsvár en el instituto
fundado por el príncipe Esteban Báthory. Las obras literarias de Pedro
Pázmány, así como sus discursos y prédicas caracterizadas por elaboradas
argumentaciones teológicas fungieron de herramienta para solidificar
las bases católicas en el reino húngaro.
Pázmány consigió que muchas familias aristocráticas húngaras
abandonasen el protestantismo, así como lo hicieron el conde Nicolás
Forgách, Segismundo Forgách, Cristóbal Thurzó y Nicolás Eszterházy.
Luego de su activa publicación entre 1603 y 1613, más familias húngaras
volvieron el catolicismo, entre ellas los Pálffy, Draskovich, Erdődy,
Haller, así como Jorge Zrínyi, Catalina de Brandeburgo, viuda de Gabriel Bethlen el príncipe de Transilvania protestante.
En 1629 Pázmány fundó una universidad en la ciudad húngara de
Nagyszombat, la cual contaba con una facultad de teología y una de
humanidades.
Los jesuitas en América
Los jesuitas llegaron a Brasil ya en el generalato de san Ignacio. En el gobierno de san Francisco de Borja ingresaron a Florida, Perú y México. Y en el de Claudio Acquaviva a Canadá, a Nueva Granada, a la Presidencia de Quitoy otras zonas. De acuerdo a sus nacionalidades, los misioneros jesuitas
se distribuyeron en las distintas posesiones de las potencias europeas.
Canadá: fue evangelizado por jesuitas franceses. La inmensidad del territorio, el clima y la hostilidad de los hurones e iroqueses
convirtieron a la canadiense en una de las misiones más difíciles de la
Compañía. No faltaron los mártires: los padres y hermanos Jean Brebeuf
(martirizado en 1649), Noël Chabanel (1649), Antoine Daniel (1648),
Charles Garnier (1649), René Goupil (1642), Isaac Jogues (1646), Jean de
Lalande (1646) y Gabriel Lalemant (1649). Esta misión incluyó
territorios que hoy pertenecen al estado de Nueva York y consiguió convertir a miles de hurones, no así a los iroqueses, que siempre fueron hostiles hacia los europeos.
Mississippi: fue explorado y evangelizado por jesuitas franceses. Entre ellos destacó el padre Jacques Marquette (1637-75) quien, con el explorador Louis Jolliet, fue el primer europeo que recorrió y cartografió el río Misisipi desde el territorio norteño de Nueva Francia (1673). Fundó algunos poblados en Nueva Francia (actual estado de Míchigan).
México: Los jesuitas llegaron a México por San Juan de Ulúa, Veracruz, el 9 de septiembre de 1572 y a la ciudad de México el 28 del mismo mes, donde Alonso de Villaseca les otorgó unos solares dos cuadras atrás de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Allí fundaron el Colegio Real y más Antiguo de San Ildefonso, edificio considerado una de las obras cumbres del barroco mexicano.13
El título de "Real" se dio porque el rey ofrecía 12 becas a igual
número de estudiantes, quienes eran conocidos como colegiales reales.13
El trabajo jesuita se extendió hasta el 25 de junio de 1767, cuando
fueron expulsados y sus propiedades tomadas militarmente, hasta que el
19 de mayo de 1816 Fernando VII restituyó a la Compañía.13
fueron innovadores en la explotación de sus haciendas y propiedades en
la América Hispánica. Durante los siglos XVII y XVIII supieron gestionar
verdaderos emporios agro-industriales con métodos de gerencia que se
adelantaron a los utilizados en la actualidad. Entre ellos, uno de los
más importantes fue la explotación de las minas de Paramillos de Uspallata (Argentina)
de plomo, plata y cinc. Además, agregaron la participación patrimonial
de lo recaudado en las haciendas para luego ser redistribuido entre
indígenas, esclavos y empleados, con lo que se puede concluir que fueron
los primeros en otorgar una suerte de “títulos de propiedad” a sus
subordinados.
La finalidad de estas propiedades era sostener sus colegios, que,
debido a una rigurosa concepción del voto de pobreza, eran gratuitos.
Sin embargo, la riqueza de estos complejos y haciendas atrajo la
ambición de las coronas y particulares y, a la larga, fue un factor para
la supresión de la Orden.
Expulsiones y supresión
Los gobiernos ilustrados de la Europa del siglo XVIII se propusieronacabar con la Compañía de Jesús por su defensa incondicional del papado,
su actividad intelectual, su poder financiero y su influjo político.
Ciertamente, se habían ganado poderosos enemigos: los partidarios del absolutismo, los jansenistas y los filósofos franceses (Voltaire, Montesquieu, Diderot).
No faltaron tampoco las intrigas de ciertos grupos en la misma Roma. El
contexto político europeo se caracterizó en estos años por el
advenimiento del llamado despotismo ilustrado y por un declive notorio del prestigio político del papado y la voluntad política de los Borbones y de la corona Portuguesa de robustecerse en detrimento de la Iglesia.
El mismo Napoleón, en sus memorias, escribiría:
Los jesuitas son una organización militar, no una orden religiosa. SuJohn Adams, segundo presidente de los EE.UU., diría más tarde:
jefe es el general de un ejército, no el mero abad de un monasterio. Y
el objetivo de esta organización es Poder, Poder en su más despótico
ejercicio, Poder absoluto, universal, Poder para controlar al mundo bajo
la voluntad de un sólo hombre [El Superior General de los Jesuitas]. El
Jesuitismo es el más absoluto de los despotismos y, a la vez, es el más
grandioso y enorme de los abusos.14
No me agrada la reaparición de los jesuitas. Si ha habido unaEl padre general desde 1758 era el florentino Lorenzo Ricci. El primer país en expulsar a la Compañía de Jesús fue Portugal. El ministro Sebastião José de Carvalho e Melo, marqués de Pombal, fue su principal adversario; encerró en el calabozo a 180 jesuitas en Lisboa
corporación humana que merezca la condenación en la tierra y en el
infierno es esta sociedad de Loyola. Sin embargo, nuestro sistema de
tolerancia religiosa nos obliga a ofrecerles asilo.15
y expulsó al resto en 1759. Con esta dura medida pretendía robustecer
la autoridad real y dar una clara señal al papa de que no toleraría
intromisiones pontificias en los asuntos del Estado. Más de mil jesuitas
de Portugal y sus colonias fueron deportados con destino a los Estados Pontificios. Clemente XIII protestó por la medida.
En 1763, Luis XV de Francia los acusó de malversación de fondos debido a la quiebra de Antoine Lavalette en Martinica.
El Parlamento de París, que ya desde la fundación de la Orden había
impugnado la presencia legal de la Orden en Francia, condenó las Constituciones y el rey decretó la disolución de la orden en sus dominios, y el embargo de sus bienes.
Más tarde, los jesuitas fueron expulsados de los territorios de la corona española a través de la Pragmática Sanción de 1767 dictada por Carlos III el 2 de abril de 1767 y cuyo dictamen fue obra de Pedro Rodríguez de Campomanes (futuro conde de Campomanes), regalista y por entonces fiscal del Consejo de Castilla.16
Al mismo tiempo, se decretaba la incautación del patrimonio que la
Compañía tenía en estos reinos (haciendas, edificios, bibliotecas),
aunque no se encontró el supuesto «tesoro» en efectivo que se esperaba.
Los hijos de san Ignacio tuvieron que dejar el trabajo que realizaban en
sus obras educativas (lo que supuso un duro golpe para la formación de
la juventud en la América hispana) y sus misiones entre indígenas, como
las famosas reducciones guaraníes y las menos célebres, pero no menos esforzadas misiones en el noroeste de México (Baja California, Sonora y sierra Tarahumara) y a lo largo del Amazonas (misiones del Marañón).
La supresión de los jesuitas se produjo el 21 de julio de 1773. Por
razones políticas, los reyes de Francia, España, Portugal y de las Dos Sicilias exigían la desaparición de la Compañía. El papa Clemente XIV cedió a las fuertes presiones y mediante el breve Dominus ac Redemptor suprimió la Compañía de Jesús.17
Los sacerdotes jesuitas podían convertirse al clero secular; los
escolares y hermanos coadjutores quedaron libres de sus votos. En Roma,
la ejecución del breve estuvo a cargo de prelados acompañados por
soldados y alguaciles, y Lorenzo Ricci escuchó la sentencia sin decir palabra.18 Tanto él como su consejo de asistentes fueron apresados y encerrados en el castillo Sant'Angelo (Roma) sin juicio alguno. Ricci murió en prisión el 24 de noviembre de 1775, aseverando la inocencia de la Compañía de Jesús.18
Sin embargo, en Rusia —concretamente en Bielorrusia— y Prusia el edicto de supresión no fue promulgado por los monarcas. Jesuitas de toda Europa aceptaron la oferta de refugio hecha por la zarina Catalina la Grande, quien esperaba continuar así, con el apoyo intelectual de la Compañía, la obra de modernización iniciada por Pedro el Grande.
En 1789 —el mismo año en que la Constitución de Estados Unidos entró en vigor y en el que se inició la Revolución francesa— fue fundada por el obispo John Carroll —exjesuita— la universidad católica más antigua de Estados Unidos, la de Georgetown, en Washington D.C.; en el siglo XIX, sería integrada a la Compañía restaurada.
Restauración
Cuarenta años después, en medio de los efectos causados por la Revolución francesa, las guerras napoleónicas y las guerras de independencia en la América Hispánica, Pío VII decidió restaurar a la Compañía. De hecho, los jesuitas habían sobrevivido en Rusia —unos cuantos centenares— protegidos por Catalina II.La restauración universal era vista como una respuesta al desafío que
representaban quienes eran vistos en ese entonces como los enemigos de
la Iglesia: la masonería y los liberales, principalmente.
Desde 1814 hasta el Concilio Vaticano II19
de 1962, la SJ es asociada con corrientes conservadoras y elitistas. La
Orden es identificada con un incondicional apoyo hacia la autoridad del
papa. Poco tiempo después de la restauración, el zar expulsa a los
jesuitas de Rusia. Los generales (Fortis, Roothaan y Beckx) vuelven a
instalarse en Roma después de un paréntesis de 40 años. Durante el siglo
XIX la SJ sufre las consecuencias de las revoluciones políticas de
corte liberal y tiene que afrontar numerosos ataques. Acaba siendo
nuevamente expulsada de Portugal, Italia, Francia, España, Nicaragua,
Colombia, Ecuador, Alemania, etc.
El resurgimiento italiano, es decir, la unificación de la península bajo la égida de la Casa de Saboya, acarreó complicaciones al papado y a la Compañía. Camillo Benso, conde de Cavour y primer ministro del rey Víctor Manuel II, era francamente liberal y, por ende, anticlerical. En 1870 surge la «cuestión romana»
cuando los ejércitos piamonteses ocupan Roma y el papa se declara
prisionero en el Vaticano. La situación política posterior en Italia,
obligó al padre general Luis Martín a abandonar Roma y a gobernar desde Fiésole.
A pesar de estas expulsiones y conflictos, el número de jesuitas va
ascendiendo lentamente. Cuando los jesuitas alemanes fueron expulsados
por Otto von Bismarck, cientos de ellos se trasladaron a Norteamérica y colaboraron en la evangelización del interior de los Estados Unidos.
Siglo XX
A inicios del siglo XX el padre general es el alemán Franz Xaver Wernz y los jesuitas, alrededor de 15 000. Durante la Primera Guerra Mundial asume el generalato el polaco Wlodimir Ledóchowskique, considerado un excelente líder y administrador, desarrolla
vigorosamente la Orden en sus tradicionales frentes: educación y
misiones. No faltaron los jesuitas que se destacaron como capellanes y
camilleros en las trincheras; entre ellos se cuentan el paleontólogo y
filósofo francés Pierre Teilhard de Chardin y el beato alemán Rupert Mayer, apodado el “apóstol de Múnich”. Capellán del ejército y héroe de guerra, sus sermones contra el nazismo motivaron su envío a un campo de concentración.20
Hacia el final de los años 1930, los jesuitas de Estados Unidos sobrepasan a los españoles en número y pasan a formar el grupo regional más grande con más de 8000 jesuitas.
En España, por decreto de 23 de enero de 1932, la Segunda República
disuelve la Compañía de Jesús con el pretexto de que obedece a un poder
extranjero (el papa) e incauta todos sus bienes. Durante la guerra civil.
Ese decreto es derogado el 3 de mayo de 1938 y la Compañía vuelve a
adquirir plena personalidad jurídica y puede realizar libremente todos
los fines propios de su Instituto, quedando, en cuanto a lo patrimonial,
en la situación en que se hallaba con anterioridad (B.O.E., 7 de mayo
de 1938, p.7162s).
Después de la II Guerra Mundial
El general Wlodimir Ledochowskimuere durante la contienda y el vicario general Norbert de Boynes no
puede convocar una Congregación General (XXIX) hasta septiembre de 1946,
cuando se elige al canonista belga Jean-Baptiste Janssens como vigésimo séptimo prepósito general. Durante su gobierno, se desarrolló en Francia una escuela de pensamiento liderada por teólogos jesuitas (Jean Daniélou, Henry de Lubac) y dominicos (Yves Congar), la llamada “Nueva Teología”, que a juicio de Pío XII y la Curia Romana, ponía en peligro la ortodoxia y unidad católicas. El papa publicó la encíclica Humani generis (1950), condenando severamente las posturas de estos teólogos.
Los jesuitas más destacados antes y durante el Concilio Vaticano II fueron:
- el paleontólogo francés y místico Pierre Teilhard de Chardin (autor de El fenómeno humano y El medio divino, trató de reconciliar la fe con la teoría de la evolución),
- el canadiense Bernard Lonergan (filósofo, autor de notables trabajos en epistemología),
- el teólogo John Courtney Murray, quien trabaja por el reconocimiento de la libertad religiosa,
- Hans Urs von Balthasar (años después abandonaría la Orden pasando al clero secular) y
- Karl Rahner (alemán, uno de los teólogos más prolíficos e influyentes del siglo XX).
por Roma. El evolucionismo de Teilhard es visto como peligroso; en
tanto, la posición favorable de Murray hacia el ecumenismo y la libertad religiosa hace que el Vaticano también lo censure. El prepósito general es obligado a callar a Teilhard, quien se retira en un exilio voluntario a Nueva York, donde muere en 1955.
El 17 de septiembre de 1961, 26 jesuitas fueron expulsados de Cuba; la Curia y el Colegio de Belén, el mismo en el que había estudiado Fidel Castro, se ubicaron a la espera en Miami, mientras en la isla quedaron 48 jesuitas21 La expulsión ocurrió por la fuerza, los jesuitas, junto a otros casi 130 religiosos, fueron enviados a España en el barco Covadonga.
Durante el gobierno de Janssens se desarrolla con fuerza un nuevo
apostolado jesuítico: el trabajo social. Se ha querido ver como pioneros
de esta nueva manifestación del carisma ignaciano a san José María Rubio (español) y san Alberto Hurtado (chileno). Este generalato terminó casi al mismo tiempo que el Concilio
y significó la apoteosis de la Compañía: la Orden llega a su máxima
expansión numérica (36 000 jesuitas) y se abre un nuevo capítulo en su
relación con Roma. La promulgación del decreto del concilio sobre
libertad religiosa reivindica al padre Murray. La figura del jesuita Karl Rahner
cobra especial relevancia en el mundo teológico, gracias a sus trabajos
sobre la gracia, teología pastoral, los sacramentos, espiritualidad, su
concepto de los “cristianos anónimos”, etc.
Al final del mandato de Janssens se evidencia una crisis interna,
fenómeno compartido por gran parte de la Iglesia católica de los años
60. En 1965 (Congregación General 31), asume el viceprovincial de Japón, el vasco Pedro Arrupe, en cuyo generalato se da un giro en la línea de gobierno de la Compañía. Se pone gran énfasis en los temas de promoción de la justicia social e inculturación
del Evangelio. Pero los cambios en el mundo y en la Iglesia son
acelerados y comienza la disminución en el número de ingresos a los
noviciados europeos. Miles de sacerdotes católicos abandonan el
ministerio en el periodo posconciliar; la Compañía no escapó a esta
tendencia, pues alrededor de 8000 jesuitas dejan la Orden. Arrupe es
acusado por sectores tradicionales de ser muy permisivo; otros lo ven
como un profeta de la nueva evangelización. La siguiente Congregación
General, celebrada diez años más tarde, respalda a Arrupe y proclama la
nueva forma de entender la misión de la SJ: «Fe y justicia».
A pesar del aprecio que Pablo VI
siente por la Orden, le llegan frecuentes quejas de los obispos por
desafíos de ciertos jesuitas al Magisterio. El mismo papa recibió
críticas de teólogos jesuitas por su encíclica Humanae Vitae. Durante la CG de 1975, Pablo VI prohíbe explícitamente hacer cambios en lo referente al cuarto voto, impasse
recogido por los medios de comunicación. La innovación al interior de
la Orden puso en peligro la propia naturaleza de la Compañía tal como la
fundó san Ignacio, expresada en una de sus características
fundamentales: el voto de obediencia al papa. En 1981, cuando Arrupe
quedó paralizado por una embolia, Juan Pablo II
actuó por encima del Instituto SJ y nombró un delegado pontificio y un
adjunto para el gobierno de la Orden, los padres Paolo Dezza y Giuseppe
Pittau, respectivament, figuras que no están presentes en la legislación
jesuítica. La respuesta de la Compañía a esta medida extraordinaria fue
ejemplar, salvo algunas voces críticas (carta de Karl Rahner
y otros teólogos al papa). Pero todos los observadores serios
reconocieron que la transición se hizo en un ambiente de paz. En 1983,
cuando por fin se reunió la Congregación General 33, el lingüista
neerlandés Peter Hans Kolvenbach fue elegido como 29.° general.
Durante el largo generalato de Kolvenbach (1983-2008) se normalizaron
las relaciones de la SJ con el Vaticano. El general modificó ciertas
estructuras de gobierno, renovó el apostolado educativo y apoyó la
creación de nuevos centros sociales y obras dedicados al trabajo con
refugiados y migrantes. Estas orientaciones fueron ratificadas por una
nueva Congregación General, la 34, reunida en 1995. El número de
jesuitas continuó disminuyendo lentamente durante los años 80 y 90,
hasta situarse en 20 000 a inicios del siglo XXI. El principal declive
numérico se registra en Europa, en menor medida en Estados Unidos y América Latina. En cambio, la Compañía de Jesús crece en África (1427 jesuitas en 2009) y, sobre todo, en la India (4004, según el Servicio de Información SJ de abril de 2009).
Situación actual
La Compañía de Jesús ha cambiado a lo largo de los siglos. Suspublicaciones dirigidas al exterior afirman que el cambio ha sido
externo, en ciertas formas. Algunos detractores (el exjesuita Malachi Martin, el historiador y político español Ricardo de la Cierva)
hablan de un relajamiento en su espíritu, incluso de haber adoptado
criterios modernistas. A inicios del siglo XXI la Compañía incluye en su
seno diferentes identidades eclesiales, desde las conservadoras, hasta
las más progresistas. Un ejemplo de estas últimas posiciones es la teología de la liberación desarrollada por algunos jesuitas, entre otros sacerdotes y religiosos, en América Latina durante los años 1960 y 70.
El hecho de tomar partido ha sido a veces peligroso para los
jesuitas. En 1983, el sacerdote James F. Carney (el “padre Guadalupe”),
fue asesinado en Honduras por militares debido a su ideología revolucionaria. Seis años más tarde, el jesuita Ignacio Ellacuría y otros cinco religiosos de la Compañía, murieron a manos de la Fuerza Armada de El Salvador, luego de una larga e intensa actividad en defensa de los derechos humanos en ese país. Varios han muerto en guerras civiles en África, India y el sudeste de Asia, realizando acciones de ayuda social.
La Compañía de Jesús tiene fuertes debates internos, signo visto como
fortaleza o debilidad dependiendo de los criterios. En esta línea, el 6
de mayo de 2005 se hizo público el retiro de Thomas Reese, S.J., como editor de America, la prestigiosa revista jesuita de Estados Unidos. La Congregación para la Doctrina de la Fe
pidió a la Compañía su remoción argumentando que su línea editorial
ponía en duda el magisterio de la Iglesia. Y, en marzo de 2007, el mismo
instituto condenó la obra del teólogo salvadoreño, de origen español, Jon Sobrino,
uno de los padres de la teología de la liberación, porque «sus
proposiciones no están en conformidad con la doctrina de la Iglesia».
«La medida no puede ser interpretada como una sanción o condena» del
teólogo, señaló el portavoz del Vaticano, el sacerdote Federico Lombardi,
jesuita como Sobrino. Entre otros famosos jesuitas cuestionados o
censurados en su momento por la misma Iglesia católica, se encuentran
Jacques Dupuis, Pierre Teilhard de Chardin, John Courtney Murray y (en una orientación totalmente distinta de los anteriores) el escritor argentino Leonardo Castellani, quien fue expulsado de la Orden por los jesuitas mismos.
En un contexto de cambios rápidos y profundos en la sociedad (y por
tanto en la Iglesia), y transcurridos 12 años desde la CG 34 (1995), los
jesuitas consideraron necesario reunir su máximo cuerpo legislativo
para responder con «fidelidad creativa» a los nuevos retos. Después de
casi 25 años en el gobierno, Kolvenbach anunció en 2005 su deseo de
dimitir y convocó la Congregación General 35, que comenzó el 7 de enero
de 2008.
Kolvenbach, después de obtener el consentimiento de Benedicto XVI
y escuchar a sus consejeros, decidió presentar su renuncia, aduciendo
avanzada edad (casi 80 años) y la larga duración de su gobierno (casi
25).22 A Kolvenbach le sucedió el español Adolfo Nicolás (71 años), elegido en la segunda votación.
Algunas personas consideran que los precedentes de la actual
situación de la Compañía datan desde mediados de los años 1950, cuando
comenzaron a disminuir las vocaciones en Europa.[cita requerida]
En 1965 llega al máximo de su extensión, con 36 000 jesuitas. La edad
promedio de los jesuitas es de 57 años. En el último cuarto de siglo la
disminución del número de miembros ha motivado la unificación de algunas
provincias y el cierre de obras o el traspaso de la dirección de
algunas a seglares. En 2009 entraron en la Orden 453 novicios (el 40 %
de ellos en Asia).
A continuación se presenta la evolución numérica de los jesuitas en
algunos años, según las estadísticas oficiales de la Compañía:
- 1 de enero de 1910: 16 295 jesuitas.
- 1 de enero de 1965: 36 038 jesuitas (máxima expansión).
- 1 de enero de 1973: 29 436 jesuitas.
- 1 de enero de 2002: 21 061 jesuitas (14.848 sacerdotes, 2.231 hermanos, 3.965 escolares).
- 1 de enero de 2003: 20 403 jesuitas.
- 1 de enero de 2007: 19 216 jesuitas.
- 1 de enero de 2009: 18 516 jesuitas (13 112 sacerdotes, 1699 hermanos, 3705 escolares).
- 1 de enero de 2012: 17 637 jesuitas.
- 1 de enero de 2013: 17 287 jesuitas (12 298 sacerdotes, 1400 hermanos 2878 estudiantes y 711 novicios).
- 1 de enero de 2014: 16 968 jesuitas (12 107 sacerdotes, 1331 hermanos, 2842 estudiantes y 706 novicios).
Obras encomendadas en la actualidad
(general entre 1965 y 1983), centenares de misiones, parroquias y
centros sociales. Otro frente del trabajo ignaciano son los centros de
espiritualidad y casas de ejercicios espirituales. Del apostolado
educativo de la Orden, prioritaria ya desde el gobierno de san Ignacio,
se habla más abajo.
Además, son asesores de una institución laica de derecho pontificio: las Comunidad de Vida Cristiana (CVX), con los que comparten la misma espiritualidad.
Denominación
El nombre de «jesuitas» se empezó a utilizar en Alemania, como le hizo notar San Pedro Canisio a San Pedro Fabroen una carta de 1545: «seguimos llevando adelante las obras de nuestro
instituto, no obstante la envidia y las injurias de algunos que incluso
nos llaman 'jesuitas'». La denominación se extendió al resto de Europa. Ignacio de Loyola había leído durante su convalecencia en 1521 libros piadosos, entre ellos la Vida de Cristo del cartujo Ludolfo de Sajonia (fallecido en 1378), que había sido traducido del latín al castellano por fray Ambrosio Montesino (Alcalá, 1502). Un capítulo de dicha obra dice:
¡Jesús, Jesús, cuánto dice un nombre! Este nombre de Cristo es nombreSin embargo, el término «jesuita», que en su variante peyorativa data
de gracia; mas este nombre de Jesús es nombre de gloria. Por la gracia
del bautismo se toma el nombre de cristiano y, de la misma manera, en la
gloria celestial serán llamados los santos jesuitas, que quiere decir
salvados por la virtud del Salvador.
de 1544-1552, nunca fue usado por Íñigo de Loyola. Las Constituciones
de la Compañía de Jesús (1554) hablan de «los de la Compañía», y la
Santa Sede, hasta los años 70, siempre hizo referencia a «los religiosos
de la Compañía de Jesús». En síntesis, el apelativo «jesuita» les fue
aplicado inicialmente a los miembros de la Compañía de modo despectivo,
pero con el paso del tiempo adquirió un tono neutral o positivo.
Según un artículo publicado por el diario español ABC:23
La palabra "jesuita" no fue inventada, ni mucho menos utilizada, por San Ignacio de Loyola.Este último sentido acabó por imponerse en el mundo católico. En la
Tampoco por la Compañía, que no utilizó dicho término en ninguna de sus
Constituciones o documentos oficiales desde la aprobación de la orden
en 1540 hasta 1975. Según indica el padre Araoz, durante los primeros
años de la Compañía a los "seguidores de San Ignacio" se les denominaba
de muy distintos modos: "iñiguistas", "papistas", "sacerdotes
reformados", "teatinos" o "apóstoles". De hecho, el término "jesuitas"
surgió como un modo despectivo de nombrar a los miembros de la
congregación recién aprobada por Paulo III,
sobre todo en Austria y Alemania, países donde había triunfado la
Reforma (...). La evolución semántica de este término fue derivando
hacia tres posibles significados: la atribución a los religiosos de esta
orden de fechorías de todo género; como sinónimo de "astuto" e
"hipócrita"; o simplemente como un modo coloquial de designarles.
(Diario ABC, 5 de enero de 2008)
Congregación General 32 (1975) se utilizó por primera vez el término
“jesuita” en un documento oficial.
Símbolos
El lema de los jesuitas es Ad maiorem Dei gloriam, también conocido por su abreviatura AMDG. En latín significa "A la mayor gloria de Dios".tradicional monograma de la palabra Jesús, fue adoptado en su sello por
San Ignacio, con lo que devino en símbolo de la Compañía.24
En el interior de la orden jesuítica es habitual referirse a ellas con
la expresión "Iniciales del Nombre Santo". Su significado más extendido
es el de "Jesús Salvador del género humano [o de los hombres]" (Iesus Hominum Salvator). Las siglas están surmontadas por una Cruz y acompañadas por los Tres Clavos, simbolizando ambos elementos la Pasión y Muerte de Jesús de Nazaret; y, además, están enmarcadas en un imponente Sol de treinta y dos rayos, alternando uno recto y otro ondulado. Este último símbolo hace referencia a la Resurrección del Señor y su posterior Ascensión a los Cielos.
Así mismo, la forma circular que se corresponde con el disco solar
también hace una más que evidente alusión al sagrado dogma del Santísimo Sacramento, de especial relevancia tanto dentro de la liturgia católica, en general, como de la congregación jesuítica en particular.
A modo de curiosidad, hay que indicar que el sello utilizado por la
Compañía de Jesús en su día influyó de manera notoria en la formación de
los símbolos patrios argentinos, sobre todo a través del llamado "Sol de Mayo",
que también siempre ha tenido treinta y dos rayos, alternando uno recto
y otro ondulado, aunque sustituyendo todos sus demás elementos por los
pertinentes rasgos faciales. Así siempre ha sido ya desde la acuñación
de la llamada "primera moneda patria de las Provincias del Río de la Plata", en 1813. Además, la notable presencia de la Compañía de Jesús en todo el territorio del antiguo Virreinato del Río de la Plata también aparece hoy día testimoniada en la actual bandera de la provincia argentina de Córdoba, adoptada a finales de 2010.
Carisma
Una de las ideas claves para explicar el ideario ignaciano es suespiritualidad, entendida como una forma concreta de plasmar su
seguimiento de Cristo. Esta característica fue desarrollada por San
Ignacio en el libro de los Ejercicios espirituales
y se refleja también a lo largo de las Constituciones de la Compañía,
de las cartas del Fundador y otros documentos de los primeros jesuitas (Jerónimo Nadal, Luis González de Cámara, los santos Pedro Fabro y Francisco Xavier...). Se caracteriza por el deseo que expresó San Ignacio de «buscar y encontrar a Dios en todas las cosas».
Esto significa que es una espiritualidad vinculada a la vida, que
invita a los que la siguen a levantar la mirada hacia la globalidad,
pero aterrizando en lo concreto y lo cercano.
Implica un gran dinamismo, ya que obliga a estar siempre atentos a
los nuevos retos y tratar de responder a ellos. Esto ha conducido a los
jesuitas a realizar su trabajo, en muchas ocasiones, en las llamadas
«fronteras», sean geográficas o culturales. Esta espiritualidad ha
impregnado no sólo el estilo de los jesuitas, sino también de otras
Congregaciones Religiosas y numerosos grupos de laicos.
El fomento y difusión de esta espiritualidad tiene su eje central en lo que llamamos los Ejercicios espirituales, que son un proceso de experiencia de Dios para buscar, descubrir y seguir su voluntad.
Algunos conceptos centrales de su espiritualidad son:
- La Encarnación: Dios no es un ser lejano o pasivo, sino que
está actuando en el corazón de la realidad, en el mundo, aquí y ahora;
eso es lo que representa la Encarnación de Dios en un ser humano, Jesús
de Nazaret. La espiritualidad de Ignacio es activa; es un discernimiento
continuo, un conocimiento del Espíritu de Dios actuando en el mundo, en
forma de amor y de servicio. - El «tanto cuanto»: El hombre puede utilizar todas las cosas que hay en el mundo tanto cuanto le ayuden para su fin, y de la misma manera apartarse de ellas en cuanto se lo impidan.
- La «indiferencia»: La necesidad de ser indiferentes a las
cosas del mundo, en el sentido de no condicionar a circunstancias
materiales la misión que el hombre tiene en su vida. Es una manera de
enfocar los esfuerzos en aquello que es considerado importante y
trascendental, distinguiéndolo de aquello que no lo es. - El «magis»: Solamente desear y elegir lo que más nos conduce al fin para el que hemos sido creados. Este 'más' (magis en latín) se trata de realizar la misión de la mejor manera posible, exigiendo siempre más, de manera apasionada.
La labor educativa
Véase también: Categoría:Universidades jesuitas
La educación es asumida por la Compañía de Jesús como una participación en la misión evangelizadora de la Iglesia. Por eso sus
centros ofrecen a la sociedad, según su propio criterio, una clara
inspiración cristiana y un modelo de educación liberadora y humana. Los
jesuitas tienen instituciones en todos los niveles educativos:
universidades, colegios, centros de formación profesional o redes
educativas.
- En 69 países la Compañía tiene 231 instituciones de educación superior (universidades), 462 de secundaria, 187 de primaria y 70 de profesional o técnica.
- En ellas trabajan 130.571 seglares y 3.732 jesuitas como educadores o administradores.
- Además, existen las Redes Educativas (principalmente de Fe y Alegría en Latinoamérica) con 2.947 centros.
- El número total de alumnos se calcula en unos 2.928.806.25
en 1640 contaban ya con 500 de estudios superiores repartidos por Europa y América.
La cifra fue aumentando a lo largo del siglo siguiente, hasta alcanzar
la más importante red educativa de la época: más de 800 colegios y
universidades al momento de su supresión.
Eran muy reconocidos los métodos que empleaban en materia de educación, que básicamente se fundamentaban, desde 1599, en la Ratio Studiorum
y en la IV Parte de las Constituciones de la Compañía. Desde 1986 han
actualizado sus métodos y paradigmas educativos por medio del documento Características de la Educación SJ, al que siguió en 1993 Pedagogía Ignacia: un planteamiento práctico.
Algunos antiguos alumnos de centros jesuitas que se pueden destacar son: Descartes, Voltaire, Cervantes, Quevedo, San Francisco de Sales, José Ortega y Gasset, Antoine de Saint-Exupéry, Charles de Gaulle, Vicente Huidobro, Alfred Hitchcock, Vicente Fox, Fidel Castro y James Joyce. De entre los literatos españoles cabe añadir, además de los mencionados, a Calderón de la Barca, Gabriel Miró, Miguel Hernández y otros.
Estructura interna
La Compañía de Jesús está regida por el Padre o Prepósito General,que goza de grandes atribuciones de acuerdo a su Instituto (nombra a
los provinciales y a los superiores de algunas casas y obras muy
importantes); su cargo es vitalicio. Sin embargo, puede renunciar a este
si una causa grave lo inhabilita definitivamente para sus tareas de
gobierno. En otros casos, como enfermedad o edad avanzada, el General
puede nombrar un Vicario Coadjutor. Pero, por encima de él, la
Congregación General es el órgano supremo de gobierno de la Compañía.
Al Prepósito General lo ayudan directamente en su tarea, cuatro asistentes generales (Asistentes ad Providentiam,
elegidos por la CG), que tienen por objetivo atender a la salud y
gobierno del General y vigilar su capacidad de gestión. Además, existen
los asistentes regionales, los provinciales, los superiores de regiones y
los superiores locales. Hay órganos de gobierno que se reúnen
periódicamente, como las Congregaciones Provinciales y la Congregación
de Procuradores.
El conjunto de las normas y principios que guían la vida de los jesuitas está recogido en las Constituciones,
redactadas por Ignacio de Loyola. Para facilitar el gobierno, la Orden
está dividida en sectores geográficos o lingüísticos llamados asistencias (actualmente son nueve) y, dentro de cada una de ellas, en provincias que suman un total de 64.
Relación de Superiores Generales
Santos jesuitas
Papa
jesuita, considerados grandes consejeros e influyentes miembros de la Curia Romana desde los siglos XVI y XVII hasta el pontificado de Juan Pablo II, se había convertido en papa.
Sin embargo, el 13 de marzo de 2013, durante la quinta votación del cónclave derivado de la renuncia del Benedicto XVI, fue elegido como nuevo papa el arzobispo de Buenos Aires, Argentina, Jorge Mario Bergoglio S.J., quien se impuso el nombre de Francisco. Además del cardenal Bergoglio, otro cardenal elector pertenece a la orden: el indonesio Julius Darmaatmadja, quien se excusó de asistir a ese cónclave por problemas de salud.
En el cine y la literatura
- La misión, película de 1986 dirigida por Roland Joffé, ganadora del Festival de Cannes. Ambientada en el siglo XVIII en las reducciones jesuíticas del Paraguay y noreste de Argentina,
recrea los eventos que condujeron a la destrucción de esas misiones y a
la supresión de la SJ. La famosa banda sonora del filme fue compuesta
por Ennio Morricone. - Sotana negra (Black Robe), filme cadaniense de 1991 acerca de un jesuita francés del siglo XVII que misiona entre los algonquinos del Canadá.
- El vizconde de Bragelonne, novela de Alejandro Dumas, en la que Aramis, uno de los tres mosqueteros, se ha convertido en jesuita y desempeña un papel importante en la trama.
- Retrato del artista adolescente, libro de James Joyce (exalumno de la Compañía) en la que el protagonista, Stephen Dedalus, es estudiante de dos centros jesuitas irlandeses: Clongowes Wood College y Belvedere.
- "Un caso de conciencia" (A Case of Conscience),
es una novela de ciencia ficción del escritor estadounidense James
Blish, publicada por primera vez en 1958 por Ballantine Books. Narra la
historia de un jesuita que investiga una raza alienígena que no tiene
religión mas posee un perfecto sentido de moralidad innato, lo que
contradice las enseñanzas católicas. La novela recibió en 1959 el premio
Hugo a la mejor novela de ciencia ficción o fantasía. - El gorrión (The Sparrow), obra de Mary Doria Russell, publicada en español como Rakhat: la última misión de la Compañía.
Es una premiada novela de ciencia ficción de 1996 acerca de una misión
jesuita enviada a una civilización extraterrestre. Su secuela, escrita
dos años más tarde se llama Los niños de Dios. - El exorcista, libro de William Peter Blatty, llevado al cine con el mismo nombre por William Friedkin. El filme, protagonizado por Max von Sydow y con guion del autor de la novela, fue rodado en las universidades jesuitas estadounidenses de Georgetown (donde se graduó Blatty) y Fordham. Dos sacerdotes de la Compañía intervienen en un caso de posesión diabólica en Washington.
- El hombre de la máscara de hierro, película de 1998 dirigida por Randall Wallace y basada en la novela de Dumas El vizconde de Bragelonne, en la que Jeremy Irons interpreta a Aramis, "General oculto" de los jesuitas, según la trama.
- Padre Pro, cinta de 2007 basada en la vida del mártir Miguel Agustín Pro,
dirigida Miguel Rico Tavera. Este jesuita mexicano, ejecutado durante
los conflictos anticlericales de los años 1920 conocidos como Guerra Cristera, fue beatificado por Juan Pablo II. - El último jesuita, novela histórica de Pedro Miguel Lamet, él mismo sacerdote de la Compañía, sobre la supresión de la Orden en el siglo XVIII por el papa Clemente XIV tras las presiones y conjuras políticas del rey Carlos III.
- Hyperion es una saga de ciencia ficción escrito por Dan Simmons y publicado en 1989; una de sus historias tiene como protagonistas a dos sacerdotes jesuitas.
- "La araña negra", novela de Vicente Blasco Ibáñez donde se descubre
el intrigante mundo de la Compañía de Jesús y su relación con el poder. - "La vocation suspendue" (la vocación suspendida) es una novela
semiautobiográfica de Pierre Klossowski publicada en 1950 en la que se
narran las peripecias de un seminarista en crisis y en la que aparece un
intrigante jesuita catalán que se hace pasar por un pintor vanguardista
disipado que examina y pone a prueba la vocación de los jóvenes
aspirantes al sacerdocio.
Véase también
- Portal:Iglesia católica. Contenido relacionado con Iglesia católica.
- Gobierno de las Misiones Guaraníes
- Misiones Orientales
- Santos Jesuitas
- General de la Compañía de Jesús
- Otros jesuitas destacados
- Francisco (papa)
- Ad maiorem Dei gloriam
- Ejercicios espirituales
- Misión jesuita en China
- Disputa de los Ritos
- Pragmática Sanción de 1767
- Reducciones jesuíticas
- La Cruz (Corrientes)
- Misiones jesuíticas de Bolivia
- Entreculturas
- Fe y Alegría
- SAFA
- Colegio Mayor de San Bartolomé
- Pontificia Universidad Javeriana
- Pontificia Universidad Bolivariana
- Universidad de Deusto
- Casa de Loyola
Referencias
- "El Papa es el argentino Jorge Bergoglio", El País, 13 de marzo de 2013.
Bibliografía y fuentes
- Varios Autores, Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús (4 Tomos), Universidad Pontificia Comillas - Institutum Historicum SJ, 2001, ISBN 84-8468-036-3.
- Joaquín Sangrán Medina SJ, La Compañía de Jesús desde dentro, Mensajero, 1977, ISBN 84-271-1102-9.
- John O'Malley SJ, Los primeros jesuitas, Mensajero - Sal Terrae, 1993, ISBN 84-271-1968-2.
- Ricardo de la Cierva, Jesuitas, Iglesia y marxismo, 1965-1985: la teología de la liberación desenmascarada, Plaza & Janés, 1986, ISBN 84-013-3311-1.
- William Bangert SJ, Historia de la Compañía de Jesús, Sal Terrae, 1981.
- Jean Lacouture, Jesuitas. Vol. I. Los Conquistadores. Vol. II. Los Continuadores, Paidos, 1993.
- Chris Lowney, Heroic Leadership, Norma, 2004, ISBN 958-04-8364-7.
- Seis números sobre la Compañía de Jesús de la revista Artes de México: Colegios, Misiones, Espiritualidad I y II, Ciencia y Los jesuitas ante el despotismo ilustrado. México.
- Mª del Pilar Ryan, El jesuita secreto: San Francisco de Borja, Biblioteca Valenciana. Edita la Generalitat Valenciana, 2008. ISBN 978-84-482-5033-1.
- Joachim Schmiedl, Orden als transnationale Netzwerke der katholischen Kirche, European History Online, Institute of European History, Maguncia, 2011, consultado el 21 de febrero de 2013.
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Compañía de Jesús.
- Documentos RNE - La Compañía de Jesús: de Ignacio de Loyola al papa Francisco (audio)
- Universidad Loyola Andalucía, en Andalucía, España
- Compañía de Jesús, Curia General — Roma
- Página de los Jesuitas, en España
- Archivo Histórico de la Pontificia Universidad Gregoriana - Roma
- Jesuítica- Jesuitas en la Historia
- Vocaciones Jesuitas, en España
- Jesuitas - Recursos multimedias en habla hispana
- Búsqueda de sitios de jesuitas en Internet
- Ciudadano Global - Servicio Jesuita a Migrantes y Refugiados, en Chile
- Wiki Ignaciana
- Biblioteca San Estanislao. Compañía de Jesús en Salamanca
- Escuela de Formadores del Centro de Espiritualidad de la Compañía de Jesús en Salamanca
- Historia del arresto, expatriación, viaje a Italia... (libro manuscrito digitalizado) at Biblioteca Lafragua BUAP
«San Ignacio de Loyola / Private collection / Oil on canvas, 0.81 x
0.57 m / C. 1788 / This work was done by Goya for Ignacio Ezcurra
[...]».
«[...] con la plenitud de la potestad Apostólica, suprimimos, y
extinguimos la sobredicha Compañía, abolimos y anulamos todos y cada uno
de sus oficios, ministerios y empleos, Casas, Escuelas, Colegios,
Hospicios, Granjas, y cualesquiera posesiones sitas en cualquiera
Provincia, Reino, ó Dominio, y que de cualquiera modo pertenezcan á
ella; y sus estatutos, usos, costumbres, decretos, y constituciones,
aunque estén corroboradas con juramento, confirmación Apostólica, ó de
otro cualquiera modo [...]».
«[...] el calvario del último general de la antigua Compañía, el
florentino Lorenzo Ricci, que no terminaría sino con su muerte en la
prisión de Sant ́Angelo el 24 de noviembre de 1775, protestando de la
inocencia de la Compañía de Jesús al recibir los últimos sacramentos.»
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