sábado, 23 de abril de 2016

GUIA “PAUTAS DE ACTUACION PARA LOS PROFESIONALES DE LOS CENTROS DE MENORES ANTE SITUACIONES DE ABUSO SEXUAL”

GUIA “PAUTAS DE ACTUACION PARA LOS PROFESIONALES DE LOS CENTROS DE MENORES ANTE SITUACIONES DE ABUSO SEXUAL”

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GUIA
“PAUTAS DE ACTUACION PARA LOS
PROFESIONALES DE LOS CENTROS DE
MENORES ANTE SITUACIONES DE ABUSO
SEXUAL”



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Ponente Externa: Mercedes García Ruiz. Doctora en Psicología. Experta en Sexología y
Educación Sexual. Autora del Programa de Educación Sexual para la prevención del VIH en
centros de menores.
Responsable del grupo: Marta del Arco Fernández (Jefa de la Sección de Centros de
menores. SIFA)
Luis Enrique Alonso Samartino (Educador del centro “El Humedal” .SIFA)) Margarita
Álvarez Menéndez (Educadora del centro “Los Pilares” .SIFA)
Lucía Fernández García (Educadora del centro “El Campillín”. SIFA)
Pilar García Huerta (Educadora del centro “Villa Paz”. SIFA))
Ana Adela González Truébano (Pedagoga del centro Madre Isabel de Larrañaga).
Rocío Lombardía García (Educadora del centro “Colloto” .SIFA)
Marina Penin González (Psicóloga de la Sección de Familia .SIFA)
Yolanda Suárez Fernández ( Educadora del centro Villa Alegre”. SIFA)
Ana María Suárez Pérez (Psicóloga de la Sección de Centros de Menores. SIFA)
Consejería de Bienestar Social e Igualdad.
Oviedo 2012



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INDICE


1. PRESENTACIÓN
2.- MARCO LEGAL: marco competencial; principios de actuación; competencia de los centros,
papel de los profesionales y de los equipos...
3.- CONCEPTO DE ABUSOS (Abuso sexual y desprotección; tipología de abusos; indicadores de
abusos; epidemiología. mitos y falsas creencias, factores de riesgo y protección; consecuencias
del abuso sexual
3.1. Modelo Ecológico del Abuso Sexual. Factores de riesgo y facturas de protección
3.2 Categorías relacionadas con el abuso sexual
3.3 Epidemiología
3.4 Tipos de abuso sexual
3.5 Indicadores de Abuso Sexual
3.6 Falsas creencias sobre los abusos sexuales
3.7 Consecuencias
3.8 Características del abusador
4.- PREVENCIÓN PRIMARIA ¿Qué es? ¿Cómo podemos hacer prevención? ¿Quienes?. Pautas
de actuación
4.1. Concepto de Prevención
4.2. Niveles de Prevención
4.3 Objetivos para la prevención de abusos sexuales
4.4 Contenidos educativos



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4.5 Procedimientos
4.6 Actitudes, valores y principios
5.- DETECCIÓN DE SITUACIONES DE ABUSOS SEXUALES
5.1. ¿Qué es y cómo hacer?
5.2 Indicadores para la detección
5.3 El proceso de detección
5.4 Detección de algunos de los indicadores y procedimientos de actuación
5.5 Actuación con el equipo y el resto de menores
6.- PREVENCIÓN TERCIARIA. INTERVENCIÓN:
6.1 Intervención desde el perfil profesional del educador o educadores
6.2 Tratamiento de las victimas de abuso sexual
6.3 El tratamiento con las familias
7. TRATAMIENTOS DE JOVENES AGRESORES
8. REGISTRO DE LOS INDICADORES DE ABUSO SEXUAL
8.1 ¿Qué, quien, cómo y donde registrar los indicadores de abuso sexual observados en el
menor?



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2. MARCO LEGAL (marco competencial; principios de actuación; competencia de los centros,
papel de los profesionales y de los equipos...)


La Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor1, dedica el primer
capítulo de su Título segundo a regular las actuaciones de los poderes públicos cuando los niños
y niñas se encuentran en situación de desprotección. Situaciones de desprotección son definidas
por la propia ley como:


Situaciones de riesgo
Situaciones de desamparo
Circunstancias familiares grave


Por su parte la Ley del Principado de Asturias 1/1995 de 27 de enero,2 de Protección del
Menor, establece que es la Comunidad Autónoma quien tiene encomendada la protección de
Menores a través de la Consejería competente en materia de Bienestar Social. El principio de
actuación es el interés superior del menor.
Como TIPOLOGÍAS DE DESPROTECCIÓN INFANTIL tenemos:
1. Maltrato físico
2. Negligencia
3. Maltrato emocional
4. Abandono emocional
5. Abuso sexual
6. Corrupción
7. Explotación infantil
8. Incapacidad en el control de la conducta del niño/a
9. Maltrato prenatal
10. Síndrome de Munchausen
11. Abandono literal
12. Situación de necesidad familiar







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El abuso sexual infantil como situación de desprotección se define como “contacto o
interacción entre un menor y un adulto en la que el niño o la niña es utilizado/a para la
obtención de estimulación sexual por parte del adulto”. 3


El abuso sexual puede ser llevado a cabo por personas menores de 18 años cuando dichas
personas son significativamente mayores que la víctima o están en una situación de poder o
control sobre la misma
Revisión del Marco Legal4
El objetivo de este capitulo es la revisión del marco legislativo en relación a los delitos sexuales
relativos a menores. El Código Penal del año 1995 fue muy criticado por estamentos políticos y
sociales que abogaban por una ley que abarcara toda la magnitud del problema, y no dejara de
lado comportamientos que atentaban contra los derechos de los niños.
La visualización del problema a nivel global ha ido aumentando gradualmente en los últimos
años y este aumento de concienciación colectiva ha desembocado en varios acuerdos
internacionales encaminados a atender la verdadera gravedad de los delitos sexuales a
menores.
Esta evolución se plasma en diversos documentos internacionales como la Convención de las
Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño5, del 20 de noviembre de 1989, ratificada por
España con fecha de 30 de noviembre de 1990, que obliga a los Estados a adoptar las medidas
legislativas para proteger a los niños contra toda forma de abuso físico o mental, incluido el
abuso sexual, y a protegerlos de todas las formas de explotación y abuso sexual (art.19.1). En
su artículo 34 se adopta el compromiso de tomar “todas las medidas de carácter nacional,
bilateral o multilateral que sean necesarias para impedir:
1. La incitación o la coacción para que un niño se dedique a cualquier actividad sexual
ilegal
2. La explotación del niño en la prostitución u otras prácticas sexuales ilegales.
3. La explotación del niño en espectáculos o materiales pornográficos.
En el ámbito interno, la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero de Protección Jurídica del Menor,
invoca el citado instrumento jurídico en su Exposición de Motivos prevé, entre otras medidas,
actuaciones en 30 situaciones de riesgo y de desamparo, establece un principio de actuación
inmediata y regula los principios que han de regir la intervención de los servicios
especializados (Save The Children 2001).
Otro avance en materia de acuerdos internacionales fue el Congreso mundial sobre la
explotación sexual de los menores con fines comerciales, que tuvo lugar en Estocolmo del 27 al


3 “Maltrato Infantil. Guía de actuación de los servicios sanitarios de Asturias. Instituto de Atención Social


a la Familia: Infancia y Adolescencia” (2006). Consejería de Vivienda y Bienestar Social.


4 Quinteros A ; Conde I. (2010) Técnicas para la detección y evaluación de abusos sexuales en menores .


Asociación ASAPACIA.


5 http://www.unicef.org/lac/spbarbados/Legal/global/General/declaration_child1959.pdf



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31 de agosto de 1996 que subraya “no sólo la necesidad de reforzar la acción a escala nacional,
sino también la necesidad de fomentar la cooperación internacional en los ámbitos de la
prevención y de la represión de la explotación sexual de los menores y de garantizar que los
menores que hayan sido víctimas de dichas prácticas criminales no sean sancionados, sino, por
el contrario, protegidos. La declaración destaca la necesidad de establecer una auténtica
colaboración entre los Gobiernos, las organizaciones internacionales y todos los sectores de la
sociedad a fin de alcanzar estos objetivos”.
Posteriormente en el segundo Congreso Mundial contra la Explotación Sexual Comercial de los
Niños (17 a 20 de diciembre de 2001) el Congreso de Yokohama” se han revisado
loscompromisos adquiridos en Estocolmo por los distintos países en materia de programas,
leyes, estrategias o planes de acción nacionales e internacionales encaminados a proteger a los
niños contra la explotación y el abuso sexual.
A nivel europeo la resolución 1099 (1996), de 25 de septiembre relativa a la explotación sexual
de los niños y las niñas de la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa, remarca la
necesidad de un compromiso entre los diferentes estados a nivel jurídico y de cooperación
policial en la lucha y prevención contra la explotación sexual infantil.
Al mismo tiempo que se adoptaba la resolución europea 1099, se cumplía con el compromiso
contenido en la Acción común aprobada por el Consejo de la Unión Europea del 29 de
noviembre de 1996, de revisar la Legislación nacional vigente relativa, entre otros extremos, a
la explotación sexual o abusos sexuales cometidos con niños y niñas y a la trata de niños y
niñas con fines de explotación o abuso sexual, previendo para las mismas penas más eficaces,
proporcionadas o disuasorias.
Todos estos acuerdos internacionales desembocaron en la reforma de las normas contenidas
en nuestro Código Penal, aprobado por la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, relativas
a los delitos contra la libertad sexual. Estas reformas quedan reflejadas finalmente en la Ley
orgánica 11/99, de 30 de abril que reforma Título VIII del Código Penal y que en su exposición
de motivos argumenta que las leyes contenidas en el código de 1995 relativas a los delitos
contra la libertad sexual “no responden adecuadamente, ni en la tipificación de las conductas
ni en la conminación de las penas correspondientes, a las exigencias de la sociedad nacional e
internacional en relación con la importancia de los bienes jurídicos en juego, que no se
reducen a la expresada libertad sexual, ya que también se han de tener muy especialmente en
cuenta los derechos inherentes a la dignidad de la persona humana, el derecho al libre
desarrollo de la personalidad y la indemnidad o integridad sexual de los menores e incapaces,
cuya voluntad, carente de la necesaria formación para poder ser considerada verdaderamente
como libre, no puede ser siempre determinante de la licitud de unas conductas que, sin
embargo, podrían ser lícitas entre adultos”.
Según el II Plan de Acción contra la Explotación Sexual de la Infancia y la Adolescencia del
Observatorio Infancia Estatal (2005) los principales avances de la Ley Orgánica 11/1999 6son
los siguientes:
1. Se endurecen en general las penas para los delitos que atentan contra la libertad
sexual.





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2. Se extiende el principio de justicia universal de manera que los tribunales españoles
podrán juzgar delitos relativos a la prostitución y corrupción de menores cometidos
por españoles o extranjeros fuera del territorio nacional.
3. Penaliza el tráfico de personas con propósito de explotación sexual hacia dentro o
fuera del territorio nacional.
4. En cuanto a la edad del o la menor victima de abusos sexuales, se eleva a trece años
la edad hasta que su consentimiento se considera irrelevante a efectos de la
penalización de estas conductas.
5. Se introduce nuevamente el delito de corrupción de menores.
6. Se recupera la denominación de violación en determinadas agresiones sexuales.
7. Se castiga la utilización de menores para elaborar material pornográfico, así como la
producción, venta, distribución, exhibición de material pornográfico de estas
características e incluso la tenencia del mismo, cuando su objeto es la realización de
las conductas anteriores.
8. En determinados delitos, en los que la víctima es un o una menor de edad (homicidio,
aborto no consentido, lesiones, malos tratos, detenciones ilegales, torturas y otros
delitos contra la integridad moral, contra la libertad sexual y contra la intimidad), el
conjunto de los plazos de prescripción de aquellos comenzará a contarse desde que la
víctima alcance la mayoría de edad.
9. El 22 de junio de 2010 se aprobó la Ley Orgánica 5/2010 que introduce
modificaciones sobre los delitos contra la libertad e indemnidad sexual, especialmente
endureciendo las penas.
En el artículo 178 relativo a agresiones sexuales, amplia la pena de prisión de 1 a 5 años e
incluye en el punto 3 a las personas con Discapacidad como personas con especial
vulnerabilidad
En el capítulo II sobre abusos sexuales, el Artículo 181 añade en el apartado 2 como abusos
sexuales, los cometidos “… anulando la voluntad de la víctima mediante el uso de fármacos,
drogas o cualquier otra sustancia natural o química idónea a tal efecto”
En el Artículo 182 se habla de la pena de prisión para los delitos cometidos con menores de
entre trece y dieciséis años, “El que, interviniendo engaño, realice actos de carácter sexual con
personas mayores de trece años y menores de dieciséis, será castigado con la pena de prisión
de uno a dos años, o multa de doce a veinticuatro meses”
En lo relativo a los delitos de prostitución y corrupción de menores, se amplia la pena de
prisión de 1 a 5 años. Si las víctimas son menores de trece años el castigo de prisión será de 4 a
6 años.
Art. 13.1 del Título II de la Ley 1/96 de protección jurídica del menor:7 Toda persona o
autoridad, y especialmente aquellos que por su profesión o función, detecten una situación de



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riesgo o posible desamparo de un menor, lo comunicarán a la autoridad o sus agentes más
próximos, sin perjuicio de prestarle el auxilio inmediato que precise”


Por tanto el abuso sexual es una de las causas por las que la administración del Principado
de Asturias puede asumir una medida de protección siendo el servicio correspondiente en
materia de protección de menores


Para llevar a cabo esta protección en el que se aplican medidas, se asignan recursos en los que
se trabajan los diferentes programas:


Tutela
Guarda
Programas de acogimiento familiar: familias
Programas de alojamiento: centros de titularidad pública y privados concertados
Programa de adopción


Estas medidas suponen separación de los menores de su familia


Asumida la tutela o guarda de un menor por parte de la Administración del Principado de
Asturias podrá adoptarse la medida de alojamiento en centros (Art.60 de la Ley 1/95) que
consiste en alojarlo en un centro o unidad de primera acogida u observación adecuada a sus
características con la finalidad de recibir la atención y formación necesarias. Mediante esta
medida se ejercen las funciones inherentes a la guarda y se garantizan los derechos del
menor, con el objetivo de favorecer su desarrollo personal y su integración social. A tal fin el
personal educativo del centro elaborará a su ingreso, un proyecto socioeducativo
individualizado con objetivos a corto, medio y largo plazo” (Art.62)


El Proyecto Marco de Centros de menores plantea como objetivos de atención residencial:
1. El ejercicio de la guarda en un marco de protección y convivencia que
garantice los derechos de los niño/as y adolescentes.
2. Proporcionar un ambiente seguro en el que las y los niños puedan satisfacer
sus necesidades biológicas, cognitivas, afectivas y sociales por medio de una
atención personalizada que propicie su desarrollo integral
3. Favorecer la adaptación e integración de los y las menores en los distintos
contextos sociales: familiar, residencial, escolar, laboral y comunitario
El Proyecto de centro recoge la organización general del centro; no obstante la organización de
los centros será flexible, para permitir atender las necesidades de los y las menores e
incorporar a su estructura los cambios necesarios para mantener renovado el proyecto
socioeducativo del centro.
El Programa Educativo Individual (PEI) es el instrumento que especifica la intervención que se
realizará con cada menor. Contemplará los objetivos de trabajo propuestos para cada periodo,



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las estrategias de intervención y el sistema de evaluación. Será elaborado tras una evaluación
por el personal educador, que se encargará de renovarlo en función de la evolución del menor.
El equipo educativo estará formado por la dirección y profesionales educadores del centro. Su
trabajo se basará en los principios de participación y coordinación, lo que permitirá unificar los
criterios de actuación y proporcionará unidad y continuidad al programa de atención
residencial. En los centros que por sus características así lo requieran, auxiliares educadores u
otros profesionales (psicólogos, médico, maestro) podrán formar parte del equipo.
La directora o director es el responsable del centro y lo representa. Asume la guarda de los y
las menores y custodia su expediente. Se ocupa de la gestión económica-administrativa y de
personal. Dirige, coordina y supervisa el programa de atención residencial, impulsando la
planificación y la evaluación. La dirección del centro coordinará las actuaciones del equipo
educativo mediante reuniones.
Educador y educadora es el profesional que con la titulación correspondiente (titulado de
grado medio según convenio colectivo) se responsabiliza de la atención integral de los
menores desarrollando una intervención socioeducativa: diseña, ejecuta y evalúa los PEI,
realiza informes técnicos y participa en la planificación general del centro.


3.- CONCEPTO DE ABUSOS SEXUALES: Abuso sexual y desprotección; tipología de abusos;
indicadores de abusos; epidemiología. Mitos y falsas creencias, factores de riesgo y
protección; consecuencias del abuso sexual


Abuso Sexual infantil: Se define como “…Contactos e interacciones entre un niño y un adulto
cuando el adulto (agresor) usa al niño para estimularse sexualmente él mismo, al niño o a
otra persona. El abuso sexual puede ser también cometido por una persona menor de 18
años cuándo esta es significativamente mayor que el niño (víctima) o cuando el agresor está
en una posición de poder o control sobre otro.” Definición aportada por National Center of
Child Abuse and Neglect (1978).


El abuso sexual es una forma de violencia que atenta, no sólo contra la integridad física, sino
también psicológica del menor. En este sentido, un abuso sexual constituye un acto sexual
impuesto a un o una menor que carece del desarrollo emocional, madurativo y cognoscitivo
para consentir en dicha actividad 8.


No existe un criterio inequívoco y consensuado, aceptado por toda la comunidad científica,
sobre lo que debe o no considerarse como abuso sexual a menores.


En este contexto de disenso, destacan, sin embargo, tres importantes criterios que delimitan el
abuso sexual:
1. El primer criterio hace referencia a la asimetría de edad, de forma que entre el y la
menor y el agresor o agresora debe existir, por lo menos, una diferencia de cinco años,
que, en función de los casos, alcanzará un rango de diez años cuando el o la menor tenga
más de 12 años, y siempre considerando la edad del agresor no inferior a 15-17 años


8 Echeburúa, E. , De Corral, P. y Amor, P.J. (1997). Características psicopatológicas de los ofensores


sexuales. En M. Lameiras y A. López (Eds.), Sexualidad y Salud. La transmisión sexual del VIH y las
agresiones sexuales (pp. 165-180). Santiago: Tórculo Edicións.



11
(9,10); aspecto que, como veremos, no está exento de controversia, ya que en los últimos
años la elevada incidencia de los abusos sexuales cometidos por adolescentes sobre
otros u otras menores está haciendo replantear este aspecto y la necesidad de
considerar que las agresiones sexuales se pueden llevar a cabo incluso por otros/as
adolescentes (11).
2. El segundo criterio hace referencia al tipo de estrategias de coerción que pone en juego
el agresor o agresora para someter a la víctima, que implican la utilización de presión
o engaño, la sorpresa e incluso la seducción, y en un menor número de casos la fuerza
física (412).
3. Por último, el tercer criterio se refiere al tipo de conductas sexuales que se mantienen,
considerándose que deben incluirse todas las formas manifiestas de conducta sexual
con o sin contacto físico, incluyendo contacto anal, genital u oral, caricias sexuales,
peticiones sexuales, pornografía o exhibicionismo (13 , 14).
No obstante, de los criterios clave para delimitar el abuso sexual, la coerción o el carácter de
imposición es, en palabras de Echeburúa, De Corral y Amor (15), el que permite “recalcar la
diferencia entre una agresión sexual y el sexo-juego entre menores de la misma edad o similares
impidiendo que su desarrollo sexual se lleve a cabo en sintonía con su edad cronológica”.
Otra dificultad añadida a la conceptualización del abuso sexual infantil radica en la doble
aproximación que podemos hacer hacia la misma: jurídica versus psicológica. De forma que,
desde el ámbito legal se parte de un criterio objetivable, como es la presencia de una conducta
sexual entre persona agresora y menor, protegiendo así el principio de indemnidad sexual del
menor. Mientras que desde el ámbito psicológico se parte de la subjetivad, de la percepción y
de los significados otorgados por el o la menor al supuesto acto abusivo y que no
necesariamente tienen que ser congruentes con el criterio legal.


9 Finkelhor, D. (1979). Sexually Victimized Children. Nueva York: Free Press
10 López, F. (1995) Prevención de los abusos sexuales de menores y educación sexual. Salamanca:


Amarú


11 López, F. y González, E. (2007). Abusos sexuales a menores y sexualidad infantil: una frontera por


definir. Sexología integral, 4 (1), 21-29.


12 López, F. y González, E. (2007). Abusos sexuales a menores y sexualidad infantil: una frontera por


definir. Sexología integral, 4 (1), 21-29.


13 O´Donohue, W. y Geer, J.H. (1992). The sexual abuse of children. Clinical issues. Hillsdale: Lawrence


Erlbaum Associates


14 . VV.AA (2005). Guía de sugerencias para apoyar a menores que han sufrido abuso sexual.Madrid:


Fundación Mujeres, Instituto de la Mujer, CIDE-Ministerio de Educación y Ciencia.


15 Echeburúa, E., De Corral, P. y Amor, P.J. (1997). Características psicopatológicas de los ofensores


sexuales. En M. Lameiras y A. López (Eds.), Sexualidad y Salud. La transmisión sexual del VIH y las
agresiones sexuales (pp. 165-180). Santiago: Tórculo Edicións



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De forma muy genérica presentamos las principales manifestaciones de la sexualidad infantil


16que nos orientarán a la hora de detectar posibles situaciones y también aclarar falsas creencias


que existen en torno a la sexualidad en la infancia.


1. Del nacimiento a los dos años


Exploran las diferentes partes del cuerpo, incluso los genitales.
Comienzan a desarrollar una actitud positiva o negativa respecto al propio cuerpo.
Experimentan placer genital. Desde el nacimiento los niños pueden tener erecciones y las
niñas lubricación vaginal.
Son animados por la familia y el entorno para que desarrollen su identidad masculina o
femenina.
Aprenden algunas conductas propias de los niños y las niñas.


2. Tercer y cuarto año de vida


Son conscientes y muy curiosos respecto a las diferencias corporales de género.
Se acarician y aprenden a masturbarse.
Juegan a los médicos, imitan actividades u otros juegos sexuales con los amigos y hermanos.
Adquieren una creencia firme respecto a la identidad sexual: ser hombre o mujer.
Imitan la conducta sexual de los adultos.
Dicen tacos.
Hacen preguntas sobre el otro sexo.
Tienen curiosidad por su origen y nacimiento.


3. Quinto y sexto año de vida


Continúan con los juegos y actividades sexuales, así como con la masturbación.
Manifiestan curiosidad por el embarazo y nacimiento.
Manifiestan relaciones de amistad con otros niños del mismo sexo.
Manifiestan un gran interés por el rol de género.
Tienen una orientación sexual básica.
Adquieren una nueva forma de valorar a los adultos que tienen autoridad.
Comparan su situación con la de sus iguales.
Comienzan a crear con el grupo de iguales una determinada forma de hablar y vestirse.
Hacen bromas respecto a la sexualidad.


4. Entre los nueve y los doce años


Comienza la pubertad.
Se hacen más reservados y manifiestan deseos de tener vida privada.
Se producen cambios emocionales fuertes: alegría y tristeza.
Tienen sentimientos muy fuertes de enamoramiento o amistad con sus amigos, con otros
adolescentes, con artistas o profesores, entre otros.


16 Save the Children. Manual de formación para profesionales en abuso sexual infantil.Disponible en:


http://www.savethechildren.es/organizacion/abus.htm



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Mantienen un apego importante con los amigos del mismo sexo.
Se sienten incómodos.
Se masturban hasta llegar al orgasmo.
Están muy influidos por el grupo de iguales.
Tienen fantasías sexuales y románticas.
Toman decisiones sobre la actividad sexual o el uso de las drogas.


Etapas del desarrollo sexual en la infancia y adolescencia


Edad
Conducta
2 y
medio
Muestran interés por las diferentes posturas que los niños/as usan para orinar. Se interesan por las
diferencias físicas entre niños/as
3 años
Expresan verbalmente su interés por las diferencias físicas y por las diferentes posturas para orinar. Las niñas
a menudo intentan orinar de pie
4 años
En situaciones sociales estresantes pueden cogerse los genitales y a menudo necesitar orinar. Juegan a
enseñarse “sus cosas” y están muy interesados por la actividad del baño de los/as otros/as, aunque pueden
reclamar intimidad para sí mismos/as en estas actividades
5 años
Están familiarizados pero no demasiado interesados por las diferencias físicas entre los sexos. Se da con
menos frecuencia el juego de mostrar, se comportan de un modo más recatado y están menos interesados
por los juegos en el baño
6 años Muestran una marcada conciencia e interés por las diferencias físicas y hacen muchas preguntas. La
exploración mutua de las diferencias físicas entre ambos sexos es el modo que tienen de responder a estas
preguntas Juegan con cierto matiz sexual o exhibicionismo en situaciones propicias (lavabos del colegio,
habitación, etc.). Hacen observaciones o bromas con palabras relativas a las funciones de eliminación
7 años
Hay alguna exploración mutua, experimentación y juego sexual, pero menos que en etapas anteriores
8 años
Están interesados en mirar a hurtadillas y en juegos sexuales. Juegan a cuchichear, escribir o a juegos de
palabras relacionadas con el sexo. Si bien el interés por el sexo es más bien alto, la exploración sexual y los
juegos sexuales son menos comunes que a los 6 años
9 años
Se pueden dedicar a hablar sobre sexualidad con amigos del mismo sexo. Están interesados por detalles de
sus órganos sexuales y de su funcionamiento, e intentan buscar información en libros
10-13
años
Dan muestras de un considerable interés por juegos sexuales. Comienza la pubertad. Se hacen más reservados
y deseosos de tener vida privada. Tienen sentimientos fuertes de enamoramiento o de amistad con sus
amigos, artistas,profesores. Se masturban hasta llegar al orgasmo. Están muy influidos por el grupo de iguales.
Toman decisiones sobre actividad sexual y uso de drogas
13-18
años
1Aumento de interés por contenidos eróticos. Conversaciones y comportamientos sexuales explícitos con
iguales. Aumento del cortejo o flirteo. Aumento de relaciones románticas y sexuales con inicio de coito.
Aumento de conductas afectivas públicas con su pareja (besos, abrazos o ir de la mano)


Tabla: Asociación Americana de Educación Sexual (SIECUS) 1994.


3.1 MODELO ECOLOGICO DEL ABUSO SEXUAL. FACTORES DE RIESGO Y FACTORES DE
PROTECCIÓN17


El marco ecológico integra los contextos de desarrollo del niño (microsistema, macrosistema y
exosistema) estructurando los factores que intervienen en la etiología del maltrato:
1.
Desarrollo del individuo. El desarrollo de la persona es evolutivo, gradual y basado en
la interacción con los demás. Desde ahí, la experiencia previa que los padres traen de su propia


17 Abuso Sexual Infantil. Manual para profesionales. Save the Children



14
vida a la hora de abordar la paternidad va a condicionar el desarrollo del niño, al igual que
cualquier lesión o discapacidad que tenga.
2.
Microsistema. Es el entorno más cercano al niño, en el que desenvuelve su vida diaria y
con el que está en contacto permanente, además de quien depende. El núcleo socializador
prioritario en este nivel es la familia e influyen factores como la composición de ésta, el ajuste
marital o las características del niño.
3.
Exosistema. Está compuesto por los sistemas sociales que rodean al sistema familiar
(escuela, trabajo, vecindario, amistades, etc...) cuyos valores y creencias configuran los del niño,
puesto que limitan o enriquecen sus propias vivencias y configuran un mundo relacional.
4.
Macrosistema. Son los valores de la cultura en la que se desarrolla el individuo. En la
crianza de los niños influyen los conceptos sobre la paternidad y los roles de género, la
concepción de los derechos de la infancia, etc. Todos estos valores configuran a su vez el
enfoque de la vida individual, por ejemplo, a través de los medios de comunicación.
Estos sistemas relacionales interactúan constantemente, creando una serie de circunstancias o
factores que producen un riesgo o una protección real frente al maltrato infantil, en cualquiera
de sus formas.
Al hablar de situaciones o factores de riesgo se hace referencia a circunstancias de diverso tipo
que favorecen que el menor sea víctima de abuso sexual. No se trata, por tanto, de establecer
una relación directa de causa-efecto, sino meramente una asociación probabilística.


El hecho de que un niño se encuentre en una situación de alto riesgo significa simplemente
que tiene mayor probabilidad de sufrir abusos sexuales. Los factores de protección o de
compensación favorecen la no aparición del abuso o la superación del mismo.


Entre los factores de riesgo, existen algunos especialmente relevantes:


Discapacidad psíquica grave de uno o ambos padres.
Consumo de alcohol o drogas de uno o ambos padres.
Historia de maltrato previa en uno o ambos padres.
Falta de establecimiento del vínculo o deficientes relaciones afectivas entre los padre
y el niño.
Falta de red de apoyo psicosocial, aislamiento social de la familia.
Problemas de disarmonía y ruptura familiar.
Desempleo o pobreza.
Falta de reconocimiento de los derechos del niño como persona.
Aceptación social de pautas como el castigo físico.


Entre los factores de compensación o protectores se destacan los siguientes:


Historia de vinculación afectiva de los propios padres o reconocimiento y elaboración


de la historia, en caso de ser negativa


Existencia de una red de apoyo psicosocial.
Seguridad económica.



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Armonía y apoyo de la pareja en la crianza.
Integración social de la familia y del niño con sus iguales.


Todos estos factores interactúan permanentemente creando una estructura relacional
constante, en la que las personas nos desenvolvemos. Es importante conservar esta perspectiva
para evaluar cada caso individualmente y entender que las circunstancias vitales de cada
persona definen sus posibilidades, no sólo sus limitaciones.


En este modelo no sólo se distingue entre factores protectores y de riesgo, sino que
dentro de cada categoría se establece la diferencia entre los factores estables
(predisponentes) y los factores situacionales (precipitantes). Es decir, hay algunos que
están siempre presentes, que vienen dados antes del abuso (vulnerabilidad); y otros que
surgen en un momento puntual, pudiendo ser temporales.


Para disponer de una información más amplia y detallada expondremos a continuación
el modelo ecológico del abuso sexual infantil 18


Factores de riesgo
Factores de protección
Predisponentes
Precipitantes
Predisponentes
Precipitantes
Desarrollo
del
individuo


Introversión.
Discapacidad física/
psíquica.
Historia previa de abuso.
Baja autoestima.
Pobres habilidades de
comunicación y resolución
de problemas.
Falta de asertividad y
sumisión.
Ser mujer.
Desconocimiento sobre la
sexualidad.
Ser hjo no deseado.
Trastornos congénitos.
Nacimiento prematuro.
Bajo peso al nacer.
Falta de habilidades de
autodefensa.
Trastorno de la
conducta.
Enfermedades o
lesiones del niño.
Complicaciones en
el periodo
perinatal.
Habilidades
interpersonales de
comunicación y
resolución de
problemas.
Alta autoestima.
Asertividad
Desarrollo
normalizado.
Educación afectivo-
sexual adecuada.
Apego materno/
paterno.
Reconocimiento de la
experiencia de maltrato
en la infancia.
Adquisición de
habilidades de
autodefensa.


18 Save the Children ( 2001) . Abuso Sexual Infantil. Manual de formación para Profesionales.



16


Microsistema


Trastornos físicos/
psíquicos (ansiedad y
depresión incluidas) de
algún miembro de la
familia.
Drogodependencias de
algún miembro de la
familia.
Familia monoparental
Madre joven.
Historia familiar de
abuso.
Falta de afectividad en la
infancia de los padres.
Disarmonía familiar.
Ausencia de vínculos
afectivos.
Abandono familiar.
Elevado tamaño familiar.
Enfermedades /
lesiones de algún
miembro de la
familia.
Conflictos
conyugales.
Violencia familiar.
Falta de control de
impulsos.
Excesiva
proximidad en el
nacimiento de los
hijos.
Ambiente familiar sin
exposición a violencia
Experiencia en los
cuidados del niño.
Planificación familiar
Satisfacción personal
de los miembros de la
familia.
Educación afectivo
sexual adecuada en la
familia..
Apego materno /
paterno al hijo.
Armonía marital.
Satisfacción en el
desarrollo del niño.
Resolución de conflictos
familiares.
Constitución o
fortalecimiento de
vínculos afectivos.
Salida del hogar del
agresor intrafamiliar.
Escasos sucesos vitales
estresantes.
Intervenciones
terapéuticas familiares.


Exosistema:
a) Sociolaboral


Dificultades en el acceso
a recursos sociales. y
económicos.
Insatisfacción laboral.
Desempleo.
Conflicto laboral.
Fracaso en el
acceso a recursos
sociales.
Satisfacción laboral.
Acceso a recursos
sociales y económicos.
Salir del paro.
Resolución del conflicto
laboral.
Éxito en el acceso a
recursos sociales.


b) Vecindario


Aislamiento social.
Frecuente cambio
de domicilio.
Red de apoyo
psicosocial amplia.
Integración en grupos
de iguales.
Participación en
asociaciones y
actividades vecinales.
Apoyo social ante una
problemática.


Macrosistema:
a) Sociales


Alta criminalidad.
Baja cobertura servicios
sociales.
Alta frecuencia de
desempleo.
Marginalidad.
Inhibición social a la
hora de la denuncia.
Alta movilidad
geográfica.
Fácil acceso a las
víctimas.
Aplicación de las
penas mínimas a
los agresores.
Ausencia de control
prenatal y
perinatal.
Políticas igualitarias.
Aplicación adecuada
de las penas a los
agresores.
Procedimiento penal
protector de la víctima.
Puesta en marcha de:
Programas de
prevención.
Programas de
tratamiento de víctimas
y agresores.
Programas de mejora ,
de redes de apoyo e
integración social de
familias con mayor
riesgo.



17


Fácil acceso a la
pornografía infantil.
Políticas discriminatorias.
Falta de relación afectiva
entre los hombres y los
niños durante la crianza.
Procedimiento penal
exclusivamente protector
de los derechos del
agresor.
Conflictos bélicos.
.
Programas sanitarios.
Programas de
investigación sobre el
tema.
Registro unificado de
casos.
Constitución de redes
de trabajo
interdisciplinar.


b) Culturales


Aceptación castigo
corporal
Valoración del niño
como propiedad de los
padres.
La familia como un
ámbito de privacidad
aislado.
Concepción del niño
como proyecto de
persona, no como
persona.
Tolerancia con todas las
formas de maltrato
infantil.
Negación de la
sexualidad infantil.
Mito de la familia feliz.
Sexismo: fomento de la
idea de poder y
discriminación.
Subcultura patriarcal.
Fracaso de los
programas de
sensibilización
social.
Sensacionalismo en
los medios de
comunicación.
Actitud positiva hacia
la infancia, la mujer y
la paternidad.
Concepción del niño
como persona
independiente y con
derechos.
La familia como un
ámbito social
integrado.
Consideración del niño
como miembro de la
familia, no como
propiedad de los
padres.
Éxito de los programas
de sensibilización social.
Asunción de la
protección eficaz de la
infancia por parte de la
sociedad.
Implementación de la
Convención sobre los
Derechos del Niño de
Naciones Unidas.
Cambio de modelos de
crianza y familiares.
Actitud respetuosa y
protectora hacia los
niños de los medios de
comunicación.


Factores de vulnerabilidad del niño/a con discapacidad 19
Hay algunas cuestiones asociadas a la propia discapacidad que aumentan el riesgo de sufrir
episodios de maltrato, dificultan el reconocimiento de los mismos por parte del menor o
dificultan que pueda defenderse inmediatamente o denunciarlo.
La mayor necesidad de atención en el cuidado físico o la higiene personal de muchos niños/as
con discapacidad les coloca en situaciones propicias para el abuso sexual.


19 Ana Berástegui Pedro-Viejo, Blanca Gómez-Bengoechea. “Los menores con discapacidad como


víctimas de maltrato infantil: una revisión” Intervención Psicosocial V.14, n. 3 Madrid, 2006



18


El hecho de estar al cuidado de varias personas, especialmente si cambian con frecuencia,
dificulta que estos niños/as puedan discriminar quién es un extraño al que no se le debe
permitir ciertos tipos de contacto y quién no lo es. Esta dificultad para establecer distancia y
límites afectivos con los extraños pone en riesgo a los menores y dificulta el reconocimiento de
determinadas conductas como inadecuadas o lesivas.
Hay también mayor dificultad para establecer la frontera entre el propio cuerpo y el cuerpo
del otro, y con ello, de distinguir lo que es un contacto físico normal de un contacto abusivo,
no sólo en el ámbito del abuso sexual, sino también del maltrato físico.
Esta falta de reconocimiento de la ofensa puede generar en el maltratador cierta sensación
de impunidad al pensar erróneamente que si la víctima no reconoce el abuso como tal, no sólo
no será denunciado, sino que tampoco está generando daño y por tanto haciendo nada malo
ni contrario a su dignidad (American Academy of Pediatrics, 2001).
Estos niños/as tienen en ocasiones dificultades especiales tanto para oponerse al maltrato
como para comunicarlo y denunciarlo: dificultades físicas para oponerse, dificultades
emocionales para poner en riesgo una relación de la que se depende, o para oponerse a la
autoridad cuando han sido educados en la sumisión, la dependencia y la obediencia. Cuando la
discapacidad comporta graves dificultades de comunicación, existen también mayores
problemas para quejarse adecuadamente o para denunciar a pesar de que se reconozca el
maltrato como tal.


3.2 CATEGORIAS RELACIONADAS CON EL ABUSO SEXUAL


Abuso sexual. Cualquier forma de contacto físico con o sin acceso carnal, con contacto y sin
contacto físico realizado sin violencia o intimidación y sin consentimiento. Puede incluir:
penetración vaginal, oral y anal, penetración digital, caricias o proposiciones verbales explícitas.
Agresión sexual. Cualquier forma de contacto físico con o sin acceso carnal con violencia o
intimidación y sin consentimiento.
Exhibicionismo. Es una categoría de abuso sexual sin contacto físico.
Explotación sexual infantil. Categoría de abuso sexual infantil en la que el abusador persigue un
beneficio económico y que engloba la prostitución y la pornografía infantil. Se suele equiparar
la explotación sexual con el comercio sexual infantil.


3.3 EPIDEMIOLOGIA


Pese a la elevada incidencia de abusos sexuales a menores, no hay pruebas de que en la
actualidad haya más casos que hace 40 ó 50 años. La detección sí ha sufrido un aumento
importante, pero no puede asegurarse de que la incidencia también haya crecido. Se
conocen sólo entre el 10 % y el 20 % de los casos reales.
Es lo que se llama el vértice de la pirámide del maltrato. Posiblemente en la actualidad hay
menos tolerancia social respecto a la vulneración de derechos de los niños.
La prevalencia de los Abusos Sexuales a menores, tanto dentro como fuera de nuestras
fronteras, pone de manifiesto que el Abuso Sexual percibido por el/la menor y que le genera



19


un malestar clínicamente significativo e interfiere en su normal desarrollo evolutivo se sitúa
entre el 4 y el 8% de la población infantil.20


Los datos relativos a la incidencia (casos nuevos ocurridos durante un determinado período de
tiempo) son muy escasos y se muestran muy limitados, fundamentalmente porque la mayoría
de los casos de abusos sexuales no son denunciados en el momento que ocurren, especialmente
cuando suceden en el ámbito familiar.
De esta forma, en la mayor parte de los trabajos llevados a cabo sobre abusos sexuales a
menores, las víctimas ponen de manifiesto no haber confiado lo sucedido a nadie (21, 22),
constatándose además, que los o las menores que denuncian la situación abusiva no siempre lo
hacen espontáneamente, sino que en ocasiones requieren la colaboración de otra persona (23).
La prevalencia –el número de personas adultas que manifiesta haber sufrido abusos sexuales en
la infancia- se convierte en una estrategia más fiable para establecer el verdadero alcance del
problema.
En relación a la prevalencia, el único estudio de ámbito nacional llevado a cabo hasta el
momento en nuestro país ha sido realizado por López et al. 24 con una muestra de 2000 personas
elegidas aleatoriamente de la población general. En esta investigación se comprueba que el
18,9% de la muestra había sufrido algún tipo de abuso sexual durante su infancia, de los cuales
el 22.5 % eran mujeres y el 15.2 % eran hombres, con una edad situada entre los 12 y los 13 años
en un 25,2% de los casos.
Aunque los diversos estudios realizados ofrecen diferentes resultados, podemos concluir que
los abusos sexuales infantiles son un hecho real, con una prevalencia a tener en cuenta. No
obstante, la tasa de prevalencia de abusos sexuales graves, con implicaciones clínicas para los
menores afectados, es considerablemente menor.


20


María Lameiras Fdez, María Victoria Carrera Fdez, José María Failde Garrí “Abusos sexuales a
menores: Estado de la cuestión a nivel nacional e internacional”. ICEV. Revista D´estudis de la violencia.
Núm. 6, Julio-Noviembre, 2008


21 Edgardh, K. y Ormstad, K. (2000). Prevalence and characteristics of sexual abuse in a national sample


of Swedish seventeen-year-old boys and girls. Acta Pediátrica, 88, 310-319.


22Child Abuse Review, 2001, 10, 49-59.
23 Oates, R.K., Jones, D.P., Denson, D., Sirotnak, A., Gary, N. y Krugman, R. (2000). Erroneous concerns


about child sexual abuse. Child Abuse and Neglect, 24 (1), 149-157.


24 López, F., Carpintero, E., Hernández, M., Martín, M.J. y Fuertes, A. (1995). Prevalencia y consecuencias


del abuso sexual al menor en España. Child Abuse and Neglect,19, 1039-50.



20


Las víctimas suelen ser más frecuentemente niñas y la franja de edad se sitúa entre los 6 y los
12 años25, 26,27,28si bien con una mayor proximidad a la pubertad. Hay un mayor número de
niñas en el abuso intrafamiliar (incesto), con una edad de inicio anterior (7-8 años), y un mayor
número de niños en el abuso extrafamiliar (pederastia), con una edad de inicio posterior (11-
12 años). Los niños y las niñas con discapacidad física o psíquica tienen tres veces más de
probabilidades de sufrir un abuso sexual que cualquier otro niño o niña.


En cuanto al perfil de la persona agresora, con respecto al sexo se constata que los varones están
significativamente más implicados como agresores en los abusos sexuales a menores, con unos
porcentajes que oscilan entre el 80% y el 92% (29, 30 , 31, 32), especialmente cuando las víctimas
son niñas (33)Los agresores son, generalmente, varones de mediana edad y con frecuencia
resultan ser familiares o conocidos del niño o niña. Destacar también el incremento de los
abusos cometidos por jóvenes y adolescentes.


RELACION DEL ABUSADOR CON LA VICTIMA
43% agresores desconocidos
33% personas conocidas por la familia
8% amigos de la familia
11% familiares
5% educadores


25 López, F., Carpintero, E., Hernández, M., Martín, M.J. y Fuertes, A. (1995). Prevalencia y consecuencias


del abuso sexual al menor en España. Child Abuse and Neglect,19, 1039-50.


26 Finkelhor, D.(1994). The international epidemiology of child abuse. Child Abuse Neglect, 17, 67-70.
27 . De Paul, J., Pérez, A., Paz, P., Alday, N. y Mocoroa, I. (2002). Recuerdos de maltrato infantil en


maltratadores y potencial de maltrato en víctimas de maltrato físico y abuso sexual. Psicothema, 14 (1),
53-62.


28 Fernández, R., Lameiras, M. y Failde, J.M. (2008). Estrés postraumático y nivel de bienestar vital en


víctimas no recientes de abusos sexuales infantiles. Sexología integral, 5(2), 62-69.


29 . López, F. Hernández, A. y Carpintero, E. (1994). Los abusos sexuales de menores: Lo que recuerdan


los adultos. Madrid: Ministerio de Asuntos Sexuales.


30 VV.AA (2005). Guía de sugerencias para apoyar a menores que han sufrido abuso sexual.Madrid:


Fundación Mujeres, Instituto de la Mujer, CIDE-Ministerio de Educación y Ciencia.


31 Pereda, N. (2006). Malestar psicológico en estudiantes universitarios víctimas de abuso sexual infantil


y otros estresores. Barcelona:Tesis doctoral


32 Cantón, J. y Cortés, M.R. (1997). Malos tratos y abuso sexual infantil. Madrid: Siglo XXI
33 Holmes, W.C. y Slap, G. B. (1998). Sexual abuse of boys. Definition, prevalence, correlates sequelae,


and management. Journal of the American Medical Association, 280 (21), 1855-1862.



21


3.4 TIPOS DE ABUSO SEXUAL


Existen diferentes tipos de abuso sexual según el contexto en el que se produzcan:


1. Abuso sexual intrafamiliar: contacto o interacción sexual en la que una persona menor
es utilizada por un adulto con el que existe una relación familiar o con un adulto que
está cubriendo de manera estable un rol parental (padres adoptivos,
padrastro/madrastra, compañero/a sentimental de la madre o del padre,...).
2. Abuso sexual extrafamiliar: cualquier interacción de carácter sexual en la que el
abusador no es un miembro de la familia.


Según Pereda (34) se han establecido diferencias significativas en función a la edad de víctima,
de modo que en las víctimas menores de 13 años el agresor acostumbra a ser un conocido,
siendo un familiar en el 45,7% de las mujeres agredidas y de un 23,7% en el caso de los hombres
un 6,7% y un 2,6% de los casos respectivamente corresponde al padre, madre o cuidador. El
porcentaje de agresores desconocidos en esta franja de edad es del 23,7% en el caso de los
varones y del 29, 3% en el caso de las mujeres.
A partir de los 13 años y hasta la mayoría de edad, aumenta el número de casos en los que el
agresor es desconocido, siendo del 54,5% en el caso de los hombres y de un 20% en el de las
mujeres.
Pueden producirse diferentes conductas sexuales que se dan en la situación de abuso:
Abuso sexual sin contacto físico:
1. Seducción verbal explícita a un niño o a una niña (solicitud de implicarse en una
actividad sexual).
2. Exposición de los órganos sexuales del adulto con objeto de obtener
gratificación o excitación sexual (exhibicionismo).
3. Masturbación o realización intencionada del acto sexual en presencia del niño
o de la niña con objeto de buscar gratificación sexual.
4. Enseñar y/o hablar con el niño o niña acerca de material pornográfico (ya sean
imágenes o películas), así como su utilización en la elaboración de dicho
material.
5. Observación del niño desnudo con búsqueda de excitación sexual.
6. Relato de historias sexuales o utilización de un lenguaje explícitamente sexual.
Abuso sexual con contacto físico:
1. Tocamientos intencionados de zonas erógenas infantiles (buscando excitación
o gratificación sexual).
2. Forzar, alentar o permitir que el niño o la niña toque las zonas erógenas del
adulto.
3. Penetración digital, sea vaginal o anal.
4. Penetración con un objeto, sea vaginal o anal.


34 Pereda, N. (2006). Malestar psicológico en estudiantes universitarios víctimas de abuso sexual infantil


y otros estresores. Barcelona:Tesis doctoral



22
5. Penetración vaginal o anal con el órgano sexual masculino.
6. Intentos de penetración vaginal, oral y/o anal.
7. Contacto genital oral.
8. Masturbación, tanto del adulto al niño como a la inversa.
Las estrategias utilizadas más frecuentemente por el agresor/a para someter a la víctima son la
persuasión y el engaño (35) las amenazas de daño físico y/o emocional, la sorpresa, la
aproximación y la confianza y familiaridad. Mientras que la violencia física solamente aparece
en un 10-14% de los casos (36,37).
Por otra parte, es frecuente que el abuso sexual sea realizado en el contexto de una relación de
afecto en la cual el agresor se comporta de forma seductora, "comprando" al menor con regalos
y manipulando emocionalmente para conseguir satisfacer sus deseos. De hecho, puede darse
un largo proceso de preparación del o la menor para el abuso, durante el cual el abusador se va
ganando gradualmente su confianza (38).


CONDUCTAS RELACIONADAS CON ABUSO SEXUAL
Caricias por debajo de la cintura
39,75%
Exhibicionismo
15,73%
Caricias por encima de la cintura
11,87%
Masturbación
9,79%
Proposiciones actividad sexual
6,23%
Sexo oral
6,23%
Coito anal
1,78%
Coito vaginal
4,93%


35 Echeburúa, E. y Guerricaechevarría, C. (2000) Abuso sexual en la infancia: víctimas y agresores. Un


enfoque clínico. Barcelona: Ariel


36 López, F., Carpintero, E., Hernández, M., Martín, M.J. y Fuertes, A. (1995). Prevalencia y consecuencias


del abuso sexual al menor en España. Child Abuse and Neglect,19, 1039-50


37 Fernández, R., Lameiras, M. y Failde, J.M. (2008). Estrés postraumático y nivel de bienestar vital en


víctimas no recientes de abusos sexuales infantiles. Sexología integral, 5(2), 62-69


38 VV.AA (2005). Guía de sugerencias para apoyar a menores que han sufrido abuso sexual.Madrid:


Fundación Mujeres, Instituto de la Mujer, CIDE-Ministerio de Educación y Ciencia.



23
Las conductas incestuosas (en general, los abusos sexuales a menores) tienden a mantenerse en
secreto, no dándose siempre la revelación del mismo por parte del niño o la niña. Los menores
cuentan con muchas limitaciones para denunciar los abusos y habitualmente no presentan
manifestaciones físicas inequívocas, así que habrá que presentar atención a otros indicadores
que pueden aparecer.


3.5 INDICADORES DE ABUSO SEXUAL


Son probablemente los indicadores sexuales los que más están relacionados con la experiencia
traumática. En todo caso, los indicadores deben valorarse de forma global y conjunta, ya que
no se puede establecer una relación directa entre un solo síntoma y el abuso sexual . De hecho,
lo más útil puede ser estar pendientes de los cambios significativos que tienen lugar en la vida
del niño.


Fuente: Echeburúa E. y Guerricaechevarría, C. (2000) Abuso sexual en la infancia: víctimas y agresores.


3.6 FALSAS CREENCIAS SOBRE LOS ABUSOS SEXUALES.


Todavía existen en la sociedad, mitos y falsas creencias en torno a los abusos sexuales, que
distorsionan la percepción y dificultan su detección. Es necesario promover la sensibilización
social e incrementar el conocimiento sobre los abusos sexuales, para erradicar las falsas



24
creencias sociales que están en la base de una visión distorsionada del problema que posibilita
que las personas e instituciones lo nieguen o se inhiban ante él.


Los abusos sexuales sólo los sufren las niñas.
Hoy en día se dan más casos de abuso sexual que en el pasado.
Quienes cometen abusos sexuales son enfermos psiquiátricos.
Los abusos sexuales no se dan en todo tipo de situaciones sociales.
Los niños y niñas en este caso no dicen la verdad.Los niños y niñas son responsables del


abuso sexual.


Los niños y niñas a veces pueden evitar el abuso sexual.
Si el abuso tuviese lugar sobre un menor de mi entorno cercano, yo lo detectaría .
Cuando se da un abuso sexual sobre un niño o niña, su familia lo denuncia.
Los agresores sexuales son casi siempre desconocidos.
Los efectos de un abuso sexual son casi siempre muy graves.
Los abusos sexuales siempre van acompañados de violencia física.
Los abusos sexuales son poco frecuentes.


A continuación, presentamos una clasificación acerca de las falsas creencias existentes en los
abusos sexuales infantiles, recopilación de las elaboradas por varios autores,39


MITOS
REALIDADES
FRECUENCIA


-Son hechos aislados, infrecuentes.
-Hoy ocurren más abusos que
antes.
-Lo que sí está aumentando es la detección por parte de las/os
profesionales y la comunicación que realizan algunas víctimas. Hay
mayor conciencia y sensibilización al respecto.


¿A QUIÉN LE
PASA?


-A las niñas, pero no a los niños.
Les ocurre a las niñas que se lo
buscan:(porque seducen o
provocan, o porque están en la
calle a horas en las que tendrían
que estar en casa).
-Sufren abusos tanto niñas como niños, sin que haya tanta diferencia
como se suele suponer en el porcentaje de víctimas de uno u otro
sexo.
-Se trata de una excusa del agresor que no reconoce su
responsabilidad y trata de culpabilizar a la víctima. Lo que ocurre
también, es que muchos/as niños/as que han sufrido abusos
sexuales, manifiestan conductas hipersexualizadas, poco acordes a
su edad. Lo que a priori puede malentenderse como la causa que lo
propicia, es en realidad una consecuencia.


39 Félix López y Amaia del Campo; José Manuel Alonso y Asun Val: “¡Eh, no te despistes!”. Guía


pedagógica para la prevención del abuso sexual y otros malos tratos infantiles; Irene V.Intebi: “Abuso
sexual en las mejores familias”



25


DETECCIÓN


-Sólo ocurren en familias
desestructuradas o de bajo nivel
sociocultural.
Si ocurrieran en nuestro entorno
nos daríamos cuenta.
-Va casi siempre asociado a
violencia física.
-Se dan en todos los niveles sociales y en todos los tipos de familia.
Es cierto que se detectan más en familias de niveles socioeconómicos
más bajos, pero esto no se debe a una mayor prevalencia, sino a que
se trata de una franja de la población más expuesta a la intervención
comunitaria.
-No son tan fáciles de detectar. Muchas veces se tienden a ocultar
por miedo o vergüenza.
-La mayoría de las veces va asociado a una manipulación de la
confianza, engaños y amenazas, que no hacen necesaria la violencia
física.


AGRESORES


-Son exclusivamente hombres.
Los hombres son incapaces de
controlar sus impulsos sexuales.
El agresor es un perturbado, un
enfermo psiquiátrico o una persona
con un elevado desajuste
psicológico.
Nunca son los padres. Los agresores
son casi siempre desconocidos.
Siempre son adultos
-La mayoría de las veces son hombres.
Saben, en general, cuándo deben controlar sus impulsos sexuales.
Los agresores no tienen un perfil psicológico común.
Los agresores son casi siempre conocidos y un gran porcentaje de los
abusos sexuales infantiles, son intrafamiliares.
Muchos de los abusos los cometen menores de edad con niños y
niñas más pequeños/as.


PAPEL DE LA
MADRE


-Conoce consciente o
inconscientemente que “aquello”
está sucediendo. Es igualmente
responsable del incesto.
Denunciará cuando se dé cuenta.
Rechaza al marido sexualmente y
éste se ve obligado a relacionarse
sexualmente con la hija.
-No siempre sabe que los abusos sexuales están ocurriendo.
En muchas ocasiones la madre conoce el abuso pero no lo
denuncia, sobre todo si el agresor es un familiar, su pareja o el
padre. Lo ocultará por miedo a las consecuencias de la denuncia.
Nadie le obliga a ello, son racionalizaciones y excusas del agresor.


LOS NIÑOS Y
LAS NIÑAS…


-A veces consienten o incluso
provocan.
Fantasean, inventan historias y
dicen mentiras en relación con
haber sido abusados/as
sexualmente. Lo hacen para captar
la atención de los mayores sin
prever las consecuencias.
-Muchas veces los niños y niñas establecen vinculaciones confusas
con su agresor, sobre todo en aquellos casos de menores con
carencias afectivas o cuando el agresor es un familiar próximo.
Además, en el caso de menores de 13 años, la ley dispone que el
delito se comete en todo caso porque aunque hubiese habido
consentimiento del menor, se presupone que no tiene capacidad
para decidir en este sentido.
-Pocas veces inventan historias que tengan relación con haber sido
abusados/as sexualmente. Si lo hacen, suele ser por influencia de los
adultos.


EFECTOS


-Los/as niños/as que han sufrido
abusos sexuales, se convertirán en
agresores/as cuando sean
adultos/as.
Los efectos son siempre muy
traumáticos.
-Los efectos no suelen tener
importancia.
-Es más probable que las personas que han sufrido abusos, se
conviertan en agresoras. Sin embargo, esto no siempre es así.
-La gravedad de los efectos dependerá de factores como la
frecuencia, el grado de parentesco y vinculación afectiva, la
intensidad, si ha habido violencia física o no, de si se ha denunciado
o no y las consecuencias de ello, de los apoyos familiares y sociales
recibidos cuando se ha denunciado…etc,



26


-Sólo es grave si hay penetración.
-Cuando la relación es
profundamente amorosa, no es
perjudicial.


DENUNCIA


El/la niño/a perderá a su familia y
será peor el remedio que la
enfermedad.
La privacidad es un asunto de cada
familia y nadie se ha de meter.
No todas las culturas sancionan los
contactos sexuales con niños/as o
entre miembros de la misma familia.
La iniciación sexual de jóvenes por
familiares adultos, es característica
de ciertas culturas.
-Los abusos sexuales son un
problema que debe resolver la
familia.
Se minimiza el derecho del/de la niño/a a ser protegido/a.
-Es una justificación para evitar la intervención profesional.
El incesto no está permitido en la mayoría de las culturas que
conocemos. En el caso de que alguna comunidad alentara la
iniciación sexual de las hijas por los padres, debería llevarse a cabo
por algún ritual en los que participaran todos los habitantes,
enmarcando el acontecimiento de las tradiciones de su cultura. Por
el contrario, los abusos sexuales o el incesto, transcurren en el mayor
de los secretos. Aún si admitiéramos que ciertas culturas autorizan o
prescriben el contacto sexual entre adultos y niños/as, tendríamos
que valorar el efecto traumático de estas prescripciones cuando
ocurren alejadas de la comunidad de origen.
Los abusos sexuales infantiles son una de las formas más severas de
maltrato infantil y, además, en muchísimos países constituyen un
delito penado por ley.


PREVENCIÓN


-Los abusos sexuales son algo
inevitable.
Los/as niñas/os pueden evitar los
abusos.
-La prevención es algo que se puede trabajar, con una educación
afectiva-sexual en términos positivos, que incluyera la formación de
los/as niños/as en el uso de estrategias correctas para prevenir o
evitar abusos.
Debería estar en gran medida dirigida a padres, profesores,
educadores y otros agentes relacionados directamente con los/as
niños/as.
Debería haber programas específicos para colectivos de riesgo:
menores que viven en la calle y discapacitados.
Hay que integrar a la víctima, al agresor y a sus respectivas familias
en el Tratamiento (y así en la prevención secundaria y terciaria).
No hay que volcar toda la carga de la prevención en los/as niños/as.,
porque muchas veces no podrían impedir algo que está fuera de su
control.


TRATAMIENTO


-Si se notifica o se pone en
conocimiento, se pierde la buena
relación terapéutica con el/la niño/a
o la familia.
-Es obligatorio notificar y necesario para darle seguridad al niño/a y
abordar la intervención.
(Art. 13.1 del Título II de la Ley 1/96 de protección jurídica del
menor: Toda persona o autoridad, y especialmente aquellos que por
su profesión o función, detecten una situación de riesgo o posible
desamparo de un menor, lo comunicarán a la autoridad o sus agentes
más próximos, sin perjuicio de prestarle el auxilio inmediato que
precise” ).


3.7 CONSECUENCIAS



27
Hablaremos en este apartado de consecuencias a corto plazo, situando su límite temporal en los
dos años siguientes al abuso, y de consecuencias a largo plazo, es decir, de las principales
secuelas psicológicas en adultos víctima de abuso sexual en la infancia. Terminaremos este
punto analizando qué factores median en los efectos del abuso sexual infantil.
Los síntomas como efectos del abuso a corto y largo plazo y como secuela del mismo. Los
indicadores para determinar si el abuso sexual ha ocurrido.
Consecuencias a corto plazo:
No siempre hay consecuencias tangibles, pero solamente un 20-30 por ciento de las víctimas
permanecen estables emocionalmente después de la agresión. Entre el 17 y el 40 por ciento
sufren cuadros clínicos establecidos y el resto experimenta síntomas de uno u otro tipo.
El alcance de las consecuencias va a depender del grado de culpabilización y de la victimización
del niño por parte de los padres o adultos de referencia, así como de las estrategias de
afrontamiento de que disponga la víctima. En general, las niñas tienden a presentar reacciones
ansioso-depresivas y los niños fracaso escolar y dificultades inespecíficas de socialización, así
como comportamientos sexuales agresivos.
Los niños muy pequeños (preescolar) pueden mostrar estrategias de negación y
disociación. En los que son un poco mayores (etapa escolar) son más frecuentes los sentimientos
de culpa y de vergüenza. En la adolescencia el abuso presenta una especial gravedad porque el
abusador puede intentar el coito, existe un riesgo real de embarazo y la adolescente toma
conciencia del alcance del hecho abusivo (y de la relación incestuosa en el caso de que el
abusador fuese el padre). No son por ello infrecuentes conductas como huir de casa, el consumo
abusivo de alcohol y drogas e incluso el intento de suicidio.



28


Fuente: Echeburúa E. y Guerricaechevarría, C. (2000) Abuso sexual en la infancia: víctimas y agresores.


Consecuencias a largo plazo:
Los efectos a largo plazo son menos frecuentes y claros. No existe un único síndrome específico
ligado a la experiencia de abusos sexuales en la infancia y adolescencia. Los fenómenos
observados con mayor regularidad son las alteraciones en la esfera sexual (problemas sexuales
y menor capacidad de disfrute especialmente), la depresión y el conjunto de síntomas
característicos del trastorno de estrés postraumático, así como un control inadecuado de la ira
(en los varones volcada al exterior en forma de violencia y en las mujeres canalizada en forma
de conductas autodestructivas).
Desde el punto de vista del trauma en sí mismo, lo que predice peor evolución a largo plazo es
la duración prolongada de la exposición a los estímulos traumáticos, la intensidad alta de los
síntomas experimentados y la presencia de disociación peritraumática, es decir, de síntomas
disociativos (amnesia psicógena, especialmente) en las horas y días posteriores al suceso. De
hecho, el impacto psicológico a largo plazo del abuso sexual puede ser pequeño (a menos que
se trate de un abuso grave con penetración) si la víctima no se enfrenta a otras situaciones
adversas como el abandono emocional, el maltrato físico, el divorcio de los padres, una
patología familiar grave, etc. (poner fuente cuadros)


Fuente: Echeburúa E. y Guerricaechevarría, C. (2000) Abuso sexual en la infancia: víctimas y agresores.


Factores mediadores:
El impacto emocional de una agresión sexual está modulado por cuatro variables:




el perfil individual de la víctima (estabilidad psicológica, edad, sexo y contexto familiar)



29




las características del acto abusivo (frecuencia, severidad, existencia de violencia o de
amenazas, cronicidad, etc.)




la relación existente con el abusador




las consecuencias asociadas al descubrimiento del abuso.
En lo que se refiere al perfil individual de la víctima hay muchas incógnitas por resolver. En
cuanto a la edad hay divergencias notables. Algunos estudios apuntan que cuanto más joven es
el niño o la niña, más vulnerable resulta. Otros concluyen todo lo contrario, pues la ingenuidad
y la falta de entendimiento protegen al niño pequeño y favorecen que el impacto sea menor.
Una mayor edad, además, aumenta la probabilidad de que se lleve a cabo la penetración y de
que se emplee la violencia física, ya que existe una mayor capacidad de resistirse. Por ello, no es
fácil resolver esta cuestión sin poner en relación la edad del niño con otras variables.
Por otra parte, respecto al sexo de la víctima, los estudios realizados no han permitido tampoco
llegar a una conclusión definitiva acerca de si los niños y las niñas se diferencian en la gravedad
o en el tipo de sintomatología experimentada. Lo que sí ha mostrado tener importancia en el
impacto psicológico de la víctima ha sido el funcionamiento de la familia: un ambiente familiar
disfuncional, caracterizado por la conflictividad y la falta de cohesión, puede aumentar la
vulnerabilidad del niño a la continuidad del abuso y a las secuelas psicológicas derivadas del
mismo.
En lo que respecta a las características del acto abusivo: cuanto más crónico e intenso es el
abuso, mayor es el desarrollo de un sentimiento de indefensión y de vulnerabilidad y más
probable resulta la aparición de síntomas.
Respecto a la relación de la víctima con el agresor, lo que importa no es tanto el grado de
parentesco entre ambos, sino el nivel de intimidad existente. A mayor grado de intimidad, mayor
impacto psicológico. En lo que se refiere a la edad del agresor, los abusos sexuales cometidos
por adolescentes resultan, en general, menos traumatizantes para las víctimas que los
efectuados por adultos.
Por último, el apoyo parental (o de los adultos de referencia), es decir, dar crédito al testimonio,
es un elemento clave para que las víctimas mantengan o recuperen su nivel de adaptación
general después de la revelación. No deja también de ser significativa la influencia de situaciones
de estrés adicionales, como consecuencia de la revelación del abuso sobre la estabilidad
emocional de la víctima. La posible ruptura de la pareja, el encarcelamiento del padre, la salida
de la víctima del hogar o la implicación en un proceso judicial son algunas de estas situaciones.


3.8 CARACTERÍSTICAS DEL ABUSADOR 40


Es importante resaltar las características del abusador, puesto que las falsas creencias
socialmente extendidas defienden un concepto erróneo de cómo son los “abusadores”
sexuales, sobre la base de una única tipología que en realidad no existe.


40Save the Children ( 2001) . Abuso Sexual Infantil. Manual de formación para


Profesionales. pg 113



30
Las personas que abusan sexualmente suelen ser personas manipuladoras, integradas
socialmente, que desarrollan a menudo habilidades interpersonales importantes, y que
suelen tener una gran capacidad de persuasión.
Tan importante como dejar claro que no hay una única categoría de abusadores sexuales ni
una única motivación que guíe su conducta, como se vio previamente, resulta entender que -
con este tipo de población- es fundamental no dejarse engañar por las apariencias.
Hay algunos aspectos que debemos recordar respecto al abusador:


Los abusadores sexuales suelen tener una vida sexual normal. Existen abusadores


sexuales heterosexuales, homosexuales y pedófilos, aunque la proporción de
éstos últimos es mínima.


Uno de los fenómenos que sí se mantienen es que cuando las víctimas elegidas


son niños pequeños no existe una opción sexual clara, pero cuando aquéllas son
mayores de nueve años, suele haber ya una preferencia sexual establecida.


Es importante recordar que ser pedófilo no significa ser un abusador. Un pedófilo


puede ser alguien que alimenta fantasías en las que se ve abusando sexualmente
de niños, pero que no comete realmente estos abusos. Muchos pedófilos
constituyen -eso sí- un peligro potencial para los niños, debido a que consumen
pornografía infantil, que supone a su vez el abuso de menores para su producción.


Una persona que abusa sexualmente de niños es un delincuente.
Los abusadores sexuales son personas con apariencia de normalidad, incluso son


seductores en apariencia.


El abusador se esforzará por crear oportunidades de acceso a los niños. Por


supuesto, no se pretende sugerir que todo aquel que tenga acceso a los niños
sea un abusador, sino que una persona que quiera abusar sexualmente de niños
se esforzará por encontrar un método para tener acceso a ellos, por ejemplo, una
profesión que implique un contacto diario con ellos o intentará convertirse en ese
vecino encantador que nunca tiene problema en hacerse cargo de los menores a
la salida del colegio, en el barrio o llevárselos de excursión.
Cuando esté con niños, muchas veces tratará de alejar a los demás adultos del entorno. Es
importante establecer unos criterios claros de selección para todas las personas que trabajen
con niños y niñas, en los que se priorice la formación y se les proporcione un apoyo y un
asesoramiento continuado en su labor.
Muchos abusadores operan con un grupo de niños, estableciendo relaciones diferenciales con
ellos. Llegan incluso a utilizar a unos niños para captar a otras víctimas. La característica que
hace de estos adultos unos seductores es que saben identificarse con los niños, saben cómo
hablarles y cómo escucharles. Su condición de adulto y autoridad son elementos de seducción
fundamentales y la elección que realiza de su víctima- entre niños que sufren abandono o
negligencia emocional o física o con algún tipo de característica que les hace vulnerables a su
seducción- hacen ésta aún más fácil.
El abusador sexual miente constantemente, tiene conciencia clara de tener que ocultar su
delito y manipulará a sus víctimas para que también mantengan el secreto. Ser un abusador
sexual no significa ser estúpido. De hecho, en muchos casos, los abusadores investigados eran
personas inteligentes, con estudios, habilidades sociales y una posición social y económica



31
sólida. Aunque ya se ha desarrollado el modelo explicativo de Finkelhor (ver apartado de
definición del abuso sexual infantil: el abuso como un abuso de poder) es importante recordar
que para llegar a abusar de un niño se requiere el cumplimiento de los siguientes aspectos:


Independientemente de tener o no una orientación sexual hacia los niños, deseo de


tener relaciones sexuales con ellos.


Existencia de pensamientos conducentes al abuso.
Existencia de fantasías masturbatorias.
Existencia de factores inhibidores internos y su superación.
Existencia de factores desencadenantes de la conducta.
Excusas para cometer el abuso. Distorsiones cognitivas.


Planificación de objetivos y método, acicalarse, prepararse de alguna forma. Con la relación de
los anteriores puntos, se pretende indicar que el abuso no es casual, sino que es un
comportamiento que va generándose y que requiere una planificación del acto


4. PREVENCIÓN: ¿qué es? ¿Cómo podemos hacer prevención? ¿Quienes? Pautas de actuación
4.1 CONCEPTO DE PREVENCIÓN


Prevenir en abusos sexuales, es una labor compleja, que atañe no sólo a profesionales
expertos en la materia, sino que ha de desarrollarse implicando a los distintos agentes sociales
de la comunidad: familia, escuela, sanitarios, voluntarios, asociaciones, y todo aquel personal
de atención directa a la infancia.


Desde los y las educadores y en el contexto de acogimiento residencial, trabajar en prevención
implicará planificar, diseñar, ejecutar y evaluar actuaciones concretas destinadas a evitar en la
medida de lo posible:
- Que los niños y las niñas sufran a lo largo de su vida algún tipo de abuso sexual.
- Se conviertan en adolescentes o adultos que realicen conductas de abuso sexual con otras
personas
- La revictimización en el caso de que hayan sido víctimas.
- La reincidencia: evitar que vuelvan a producirse conductas de abuso sexual


El trabajo en prevención desde un doble marco de referencia: el de la Educación sexual por un
lado y el de los derechos de la infancia y la promoción del buen trato por otro.


Se trabajará, haciendo estas dos conexiones constantemente y vinculando las diferentes líneas
de actuación. Trabajar aisladamente en prevención de los abusos sexuales, proporcionaría una
visión bastante negativa de la sexualidad. El marco de la educación sexual garantiza tener acceso
a una visión saludable y positiva de la sexualidad. El marco desde el que se debería trabajar la
prevención de los abusos sexuales en los centros de menores, es sin duda el del Programa de
Educación Sexual sobre las dimensiones de la sexualidad humana.
Es importante tener en cuenta que el término “abuso sexual” puede tener efectos no deseados
a la hora de abordar estas situaciones. Por una parte en los propios educadores y en la sociedad



32
en general provoca una actitud de rechazo emocional intensa que divide entre víctimas y
verdugos. No podemos perder de vista que en los recursos de protección se trabaja con ambas
partes y el trabajo educativo tanto en la prevención como en la intervención ha de realizarse
con ambas partes.
En otros casos se convierte en una etiqueta estigmatizadora en ambas partes que viven esta
situación de la que es difícil salir. Como en cualquier otra situación influirán diferentes aspectos
a la hora de orientar la intervención: la biografía de cada persona, sus formas de aprendizaje,
sus vivencias, sus experiencias, sus formas de relacionarse, su valoración personal, sus
habilidades, sus capacidades de expresión de emociones y de sentimientos, sus actitudes…. Se
trata al fin y al cabo de abordar desde un planteamiento educativo para que puedan entender
lo que están viviendo apoyarles en el proceso de reparación del daño o de
trabajo sobre una adecuada educación sexual.
Es muy importante potenciar la autoestima y el respeto por si mismo, el sentimiento del propio
valor o favorecer el desarrollo de las habilidades necesarias para la defensa de los propios
derechos.


4.2 NIVELES DE PREVENCIÓN


A continuación se describen de manera general los distintos niveles de prevención atendiendo
a la definición recogida en el Manual para Profesionales de Save The Children (2001) que nos
permitirá enmarcar las líneas de actuación:


Prevención primaria. Es toda intervención con población general (padres, madres, niños


y niñas, profesionales, etc.) que tiene como fin incrementar sus conocimientos y
proporcionarles pautas de relación positivas y de autodefensa. Se trabaja cuando el
abuso todavía no ha ocurrido, favoreciéndose su detección. Es la labor de prevención
más eficaz puesto que -de tener éxito- reduciría la incidencia de los casos de abuso
sexual infantil.


A nivel educativo, se considera esencial establecer una línea de trabajo en prevención de los
abusos sexuales, dentro del marco del Programa de Educación Sexual para los centros de
menores de Asturias41 que ya se esté desarrollando en el centro y que quede establecido en el
Proyecto Educativo del Centro.
Poniéndolo en relación con el marco teórico que lo sustenta, la prevención primaria debería
abordar los derechos del niño/a, la educación sexual y la promoción del buen trato..Se
trabajarían objetivos y contenidos según las diferentes etapas de desarrollo y a lo largo de todo
su proceso evolutivo que se recogerá en el PEI de cada menor.


Prevención secundaria. En este campo se trabaja con las llamadas “poblaciones de


riesgo”, personas que por sus características circunstancias están sujetas a un mayor
riesgo de sufrir un abuso sexual. Todo niño o niña está en riesgo de sufrir abuso sexual,
pero en el caso de menores pertenecientes a determinados colectivos aquél aumenta.


Nos referimos concretamente a:


41 García Ruiz M., Suarez Alvarez O. (2007) Programa de Educación Sexual para los centros de menores


de Asturias. Consejería de Bienestar Social del Principado deAsturias . Pág. 154.)



33


Niños institucionalizados.
Niños con discapacidad física o psíquica.
Niños hijos de mujeres jóvenes.
Niños en situación de pobreza.
Niños que viven en familias desestructuradas.
Niños que viven en familias donde ha habido experiencias previas de abuso.


Los estudios demuestran que estas poblaciones tienen más probabilidad de sufrir un abuso
sexual, pero de ninguna forma significa que el pertenecer a una de estas poblaciones lleve
necesariamente a sufrir abuso. Se trata de probabilidades fruto de investigaciones anteriores.
Se trabajaría de una manera más específica con aquellos niños, niñas o adolescentes, que por
sus propias características o circunstancias personales podrían tener más riesgo de ser víctimas
o agresores/as. Se concretaría en el Proyecto Educativo Individualizado de cada menor
teniendo en cuenta los factores de riesgo y protección.


Prevención terciaria. Se trabaja cuando ya ha tenido lugar el abuso, tanto con la víctima -


para que no vuelva a sufrirlo, proporcionándole pautas de autodefensa, además de una
posibilidad de tratamiento y rehabilitación eficaz- como con el lo la menor que realizado
estas conductas para evitar su reincidencia. La labor educativa en el centro y el
tratamiento terapéutico en sí mismo, han de coordinarse para establecer una línea de
trabajo común


En este caso, la prevención coincidiría con la intervención educativa, en los casos en los que los
menores han sido víctimas o han realizado conductas de abuso sexual e iría encaminada a
reducir el riesgo de revictimización y reincidencia.
Tendría que estar también concretada en el PEI en cada menor y coordinada con el resto de
intervenciones si las hay: terapéuticas, educativa, sanitaria, judicial, etc,.


4.3 OBJETIVOS PARA LA PREVENCIÓN DE ABUSOS SEXUALES 42


A nivel educativo será esencial trabajar con todos los y las menores sobre los siguientes
objetivos:
1. Conocimiento del cuerpo, su respeto y cuidado, reconocimiento como propio y cuyo acceso
depende de su voluntad.
2. Desarrollo del concepto de intimidad, tanto en los espacios como en la corporeidad.
3. Identificar las emociones, los sentimientos.
4. Aprender a rechazar lo que no se desea. Establecer estrategias para decir “no”.
5. Habilidades de protección, de búsqueda de ayuda.
5. Educar para la autonomía, explicar las normas de cualquier tipo. Los y las menores tienen
opinión, pueden y deben opinar. No se trata de trabajar una obediencia ciega en el adulto, sino


42 García Ruiz M., Suarez Alvarez O. (2007) Programa de Educación Sexual para los centros de


menores de Asturias. Consejería de Bienestar Social del Principado deAsturias . Pág. 154.)



34
una obediencia razonada, que les vaya dotando de recursos para poder negarse a determinadas
situaciones.
6. Trabajar la autoestima y el autoconcepto.
7. Aprender a respetar a otras personas y a que les respeten.


SEXO
SEXUALIDAD ERÓTICA
ARS
AMANDI
PAREJA
M
OD
OS
: H
OM
B
R
E
/ M
U
J
E
R
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TE
R
OS
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X
U
A
L
P
E
C
U
L
IA
R
ID
A
D
E
S
Se es…
Se siente…
Se desea…
Se
hace….
Se tiene…
De
que
hablamos
Soy chico,
soy chica.
Proceso de
construcció
n en homres
y mujeres
Vivencias/
sensaciones/
sentimientos
asociados al
hecho de ser
hombres/muje
res
Fantasía,
imaginario…for
ma
de
expresión de
nuestras
vivencias
Los
modus
operandi,
¿cómo
montársel
o?
Predisposici
ón hacia la
vida
en
pareja
Aspectos
a trabajar
Procesos
de
sexuación:
Físicos-
sociales
Las actitudes Deseos,
expectativas
La
conducta
La relación
de pareja
Evolutiva
(cambios
físicos
y
“psicológico
s”)
¿Cuál
es
su/nuestra
visión de la
sexualidad?
Educación
sentimental y
erótica
Habilidade
s
personale
s
Expectativas
,
mitos,
falsas
creencias,…
Proceso de
construcció
n
en
personas
sexuadas
Falsas
creencias
entorno
a
nuestra visión
de
la
sexualidad
Ideales románticos
Etapas de
desarrollo:
identificació
n,
constancia,
Los valores y
creencias:
norma social y
del grupo.
Hacerse entender: comunicación verbal/no
verbal
Construcció
n social del
género
Autoestima y
autoconcepto
(valoración
personal)
Habilidades de negociación
Percepción de
riesgo
Orientación del
deseo
Intención
de
conducta
La primera
vez



35


Habilidade
s en el
manejo
del
preservati
vo
Concepción
Y
anticoncepci
ón
Prácticas
seguras:
END, ITS
ASPECTOS PREVIOS (transversales)
Manejo De información y conocimientos: HSH, procesos de sexuación, anatomía y fisiología,
evolutiva, concepción y anticoncepción, ITS,…
ASPECTOS EN PROCESO DE INTERACCIÓN CON EL SUJETO SEXUADO
(transversales)
El grupo de iguales .Las relaciones interpersonales: familia, educadores,
amigos,…Accesibilidad, existencia y disponibilidad de instrumentos y recursos.


Para abordar de forma específica la prevención de situaciones de abusos sexuales en las
diferentes etapas evolutivas recogemos las propuestas planteadas por Amaia Del Campo
Sánchez y Félix López,43 Los objetivos generales y comunes a todas las edades que establecen
son los que siguen:
1. Aumentar los conocimientos en relación a los abusos sexuales.
2. Diferenciar el abuso sexual de otro tipo de contactos normales.
3. Aprender a conocer, reconocer y expresar sentimientos.
4. Tomar conciencia de los derechos de los niños y las niñas, especialmente del derecho que
cada uno tiene sobre su cuerpo.
5. Aumentar su conocimiento sobre los tipos de abusos, tipos de agresores y estrategias
utilizadas.
6. Aprender a diferenciar los regalos de los sobornos y aprender a no aceptar los sobornos.
7. Aprender a identificar situaciones en las que puede ocurrir el abuso sexual.
8. Adquirir y desarrollar habilidades para afrontar situaciones peligrosas.
9. Toma de conciencia del rol protector que desempeñan los padres, madres ( y en su caso los
educadores).
10. Toma de conciencia de la importancia que tiene la revelación del abuso.


43 Campo A. ; López F:. unidades didácticas para trabajar prevención de abusos sexuales en las tres


etapas evolutivas: (3-6), (6-12) y adolescencia (12-16)



36
11.Aprender a pedir ayuda a los padres, madres, familiares, educadores, profesores o a
cualquier adulto de confianza.
12. Comprender que la responsabilidad del abuso siempre es del agresor y saber que los
agresores son personas que también necesitan ayuda.
13. Aprender a no sentirse estigmatizado/a, desconfiado/a, culpable o impotente si se ha sido
víctima.
14. Identificar los diferentes recursos sociales que pueden proporcionar ayuda a víctimas de
abuso sexual.
A partir de los 6 años, se establece también el objetivo de “saber que la experiencia de haber
sufrido abuso sexual, no tiene por qué dejar secuelas si se reacciona adecuadamente: pidiendo
ayuda y afrontando la situación”.
Para los adolescentes, distinguen objetivos:
En cuanto a las posibles víctimas:
1. Conocer las falsas creencias sobre los abusos sexuales y los argumentos que ayudan a
superarlas.
2. Aprender a superar los temores personales que pueden plantearse ante la decisión de
denunciar una agresión y conocer la importancia que tiene la denuncia tanto para la víctima
como para el agresor.
3. Aprender habilidades de comunicación asertiva que permitan a los chicos y chicas expresar
sentimientos, opiniones y deseos, respetando a su vez las ideas de los demás. Así como
identificar y adoptar respuestas asertivas en situaciones abusivas o peligrosas.
En cuanto amigo/a de posible víctima:
1. Aprender determinadas líneas de actuación para ayudar a un amigo/a o conocido/a que ha
sido víctima de abuso sexual (animarle a que se lo cuente a un adulto de confianza y
acompañamiento en la expresión de sus sentimientos)
2 Identificar y saber acceder a los diferentes recursos sociales que pueden proporcionar ayuda
a víctimas de abuso sexual.
En cuanto a posibles agresores:
1. Aprender a respetar la intimidad de los demás, es decir, no cometer delitos contra la libertad
sexual de los otros.
2 Aprender a buscar ayuda si se sienten inclinados a abusar de alguien, o bien ya lo han hecho.
Es importante que lo menores aprendan a discriminar las conductas sexuales adecuadas de las
que no lo son.


4.4 CONTENIDOS EDUCATIVOS


Los contenidos educativos a trabajar deberían ser de tres tipos: Conceptuales, procedimentales
y actitudinales. Amaia Del Campo y Félix López distinguen y señalan como contenidos a trabajar,
adaptándolos a las diferentes edades, los siguientes:



37


1. HECHOS, CONCEPTOS Y PRINCIPIOS


- El abuso sexual de menores. Definición. (Introduce para los adolescentes el tema de las falsas
creencias).
- Situaciones peligrosas.
- Tipos de abuso sexual. (Sólo con adolescentes)
- Efectos del abuso. (Sólo con adolescentes)
- Medidas preventivas.
- La víctima.
- El agresor.
- Las caricias.
- Los sentimientos.
- Los secretos.
- Los sobornos.
- Los derechos de los y las niñas.
- La comunicación del abuso a padres, madres, educadores, profesores u otros adultos de
confianza. ( para adolescentes se introduce el término de “denuncia”).
- La ayuda.
- El apoyo social.


4.5 PROCEDIMIENTOS


- Breve exposición de los conceptos.
- Dramatizaciones de diferentes situaciones relacionadas con el abuso sexual.
- Expresión corporal de sentimientos, emociones, etc
- Interpretación de sentimientos y estados de ánimo.
-Comunicación de la información a través de cuentos, vídeos, etc. (fundamental con los más
pequeños).
- Recogida e interpretación de imágenes de revistas y periódicos.
- Entrenamiento en habilidades de discriminación de situaciones peligrosas e identificación del
abuso desde el comienzo.
- Debates moderados por el/la educador/a (a partir de los 6 años).
- Entrenamiento en habilidades de comunicación del abuso a padres, madres, educadores,
profesores u otros adultos de confianza.



38
- Entrenamiento en habilidades sociales necesarias para buscar ayuda para sí o para otra
persona en caso de haber sido víctima de abuso sexual o en caso de recibir la revelación del
abuso por parte de un amigo o amiga.
- Entrenamiento en estrategias de resolución de situaciones problemáticas a través de ensayos
conductuales, estudios de casos, dramatizaciones, etc. (para adolescentes).
Pueden servirnos de guía para trabajar, las Unidades didácticas de educación infantil (3-6 años),
primaria (6-12 años) y secundaria (12-16 años) para la prevención de abusos sexuales a menores
de Amaia Del Campo y Félix López que proponen actividades adaptadas, con sus fichas y recursos
correspondientes, para ser trabajadas fundamentalmente en grupo y que algunas podrían ser
adaptadas también a sesiones individuales.
En el contexto de trabajo residencial con menores, debe aprovecharse los momentos de la vida
diaria, que plantean ocasiones para abordar y trabajar diferentes conceptos relacionados,
habilidades de comunicación, formas de relación, de resolución de conflictos, autocontrol…etc.


4.6 ACTITUDES, VALORES Y NORMAS.


En cuanto a la vida en general:
- Desarrollo de la autoestima y confianza propia que permitan enfrentarse a situaciones
problemáticas con madurez y autonomía, desde un sentimiento de seguridad personal.
- Reconocimiento y valoración crítica de determinadas situaciones que puedan suponer peligros
o riesgos.
- Predisposición a expresar sentimientos y afectos.
En cuanto a la sexualidad
- Reconocimiento, valoración y respeto de la propia sexualidad y de la sexualidad de los otros.
- Toma de conciencia de la responsabilidad que tenemos sobre nuestra vida, nuestro cuerpo y
sobre nuestra sexualidad.
- Sentirse dueño/a del propio cuerpo y de la propia intimidad sexual.
- Actitud de respeto hacia la intimidad y el cuerpo de los demás.
En cuanto a los abusos sexuales:
- Adopción y valoración positiva de las medidas de prevención del abuso sexual que pueden
llevarse a cabo.
- Comprensión y ayuda hacia las personas que han sido víctimas de abuso sexual.
- Valoración crítica del agresor como una persona que tiene problemas en sus relaciones
interpersonales, que hace daño a los demás y a sí mismo, pero que necesita ayuda.
En cuanto a la comunicación del abuso:
- Reconocimiento de la importancia de la revelación del abuso y de los efectos negativos que
producen los malos secretos.
- Toma de conciencia de la incondicionalidad de las figuras de apego.



39
- Confiar en que siempre hay profesorado o educadores/as que les ofrecerán ayuda de forma
eficaz.
- Saber que, en su entorno, siempre hay adultos de confianza que les creerán y ayudarán.


Contenidos educativos del Programa Ep, No badis! ¡Eh, no te despistes44!


44 Alonso Varea J.M., Font Cabrè P.,Val Liso A. (1999) Programa comunitario de prevención del abuso sexual y otros malos tratos


infantiles. Diputación de Barcelona
Contenidos
Conceptuales
Procedimentales
Actitudinales
El propio cuerpo: partes
públicas y partes privadas
Nos relacionamos
Sentir que sí, sentir que no
Contactos apropiados e
inapropiados
Abuso sexual infantil
Maltrato infantil
Situaciones de riesgo
El agresor
Los secretos
La culpabilidad
Pedir ayuda
El apoyo del grupo de iguales
Los recursos más al alcance
Los derechos del niño
Exposiciones en el aula
Debates participativos
Trabajos en grupos pequeños
Recogida de información
Entrenamiento en habilidades
de discriminación de
situaciones potencialmente
peligrosas
Entrenamiento en estrategias
Entrenamiento de resolución
de situaciones problemáticas
Entrenamiento en habilidades
de comunicación
Entrenamiento en la petición
de ayuda da para sí mismo o
para otros
Desarrollo de la autoestima y
la confianza
Predisposición a expresar
sentimientos y afectos
Respeto y estima hacia el
propio cuerpo
Sentimientos y actitudes
positivas hacia la propia
sexualidad
Respeto por la intimidad
Solidaridad hacia los otros
compañeros y compañeras
víctimas de abuso y/o
agresiones sexuales
Confianza en la ayuda que le
puede prestar el maestro
Confianza en la ayuda que
puede recibir de otros
adultos significativos



40


5.- DETECCIÓN DE SITUACIONES DE ABUSOS SEXUALES: ¿Qué es? ¿Cómo y qué hacer? Papel
de los y las profesionales
5.1 QUE Y COMO HA DE SER LA DETECCION


El enfoque utilizado para abordar la labor de prevención secundaria ha de ser integral y con un
marco ecológico. Para la detección será fundamental el tener en cuenta las distintas
dimensiones del problema y su interrelación, ya que no existe un único factor causal. Se deben
observar los factores de vulnerabilidad, de riesgo y de protección y desde una mirada
específica para cada caso, analizar estos factores y determinar el abordaje más adecuado.


Detección del abuso sexual


Según Save The Children (2001) el abordaje de un problema como el abuso sexual ha de ser
integral. Por ello, a la hora de detectar los casos, los profesionales no han de fijarse sólo en las
“familias en riesgo” o en aquellos factores que pueden llevar a hacer sospechar, sino en la
interrelación de los factores de riesgo y protección entre si, haciendo una evaluación
individualizada y a ser posible interdisciplinar.


Los y las profesionales han de tener información sobre:


Los indicadores físicos y conductuales que han de hacer sospechar sobre un posible


abuso sexual.


Las características del abusador y de los miembros de la familia.
Los factores de riesgo y de protección.
Las consecuencias a corto y largo plazo que una vivencia de abuso sexual tiene en el


desarrollo evolutivo del niño.


5.2 INDICADORES PARA LA DETECCION


De cara a la detección se recogen una serie de indicadores que ya fueron presentados en el
capítulo inicial como los indicadores que pueden reflejar situaciones de abusos sexuales
vividas por menores y que se refieren a diferentes ámbitos. Volvemos a mencionarlos en este
capítulo contextualizándolos directamente con la detección en la prevención secundaria.
El niño como fuente de información:



41
1. Indicadores históricos: El relato del niño es una fuente de información fundamental y
el análisis del relato y proceso de evaluación del mismo se desarrollaran en el apartado
de evaluación.
2. Indicadores físicos: Son las secuelas corporales del abuso.
3. Indicadores comportamentales: De entre ellos, cabe destacar la sexualización
traumática, la transmisión intergeneracional, los menores agresores sexuales, la
impotencia y sentimientos de abandono y la estigmatización social. Se ha de recordar
igualmente que hay niños que pueden permanecer asintomáticos aunque estén
viviendo un abuso sexual.
Indicadores físicos




Dificultad para andar caminar o sentarse.


Ropa interior rasgada, manchada o ensangrentada.
Lesiones genitales o anales recientes, externas o internas, en ausencia de una


explicación accidental adecuada.


Irritación o Hemorragia genital o rectal.
Infecciones en zonas genitales y urinarias.
Enfermedades de transmisión sexual.
Presencia de semen en piel, boca, genitales, ano o ropa.
Hematomas por succión en cuello y/o mamas.
Embarazo, especialmente al inicio de la adolescencia y no dice quien es el


padre.


Dificultades manifiestas en la defecación.
Eneuresis o ecopresis.


Estos indicadores se pueden encontrar en distintos cuadros psicopatológicos de la infancia y
por eso es fundamental tener en cuenta todo el resto de indicadores para realizar la detección
y realizar un diagnóstico diferencial adecuado. Por ejemplo un niño puede orinar en la cama
como respuesta a un proceso adaptativo a una nueva situación y no como respuesta a un
abuso sexual, de manera que un síntoma por si sólo no es una condición suficiente para la
detección del abuso. Teniendo en cuenta estas dificultades a la hora de diferenciar los
síntomas de otras problemáticas, se hace fundamental tener en cuenta todos los factores
asociados (riesgo, protección, características del abusador y familia) y la interrelación entre los
mismos, para realiza un abordaje ecológico que nos permita realizar una correcta detección.
Indicadores comportamentales


Cambios bruscos en el rendimiento escolar.
Relata que un padre, un familiar, un cuidador o un desconocido le ha
enseñado sus genitales, le ha mostrado material de contenido explícito sexual, le ha


tocado el cuerpo o los genitales o ha abusado sexualmente.


Problemas con figuras de autoridad.
Excesiva sumisión frente al adulto.
Muestra temor y ansiedad ante el hecho de cambiarse de ropa delante de otras


personas.



42


Área sexual: Conductas sexuales impropias de la edad: masturbación compulsiva,


caricias bucogenitales, conductas sexualmente seductoras, exhibe un comportamiento
de seducción o "erótico" con adultos ("comportamiento pseudomaduro"), agresiones
sexuales a otros niños más pequeños o iguales, conocimientos sexuales impropios de
su edad, afirmaciones sexuales claras e inapropiadas, expone evidencias sexuales en
sus dibujos o fantasías.


Psicosomáticos: Trastornos del sueño y alimentación diversos: dolores abdominales,


cefaleas, trastornos neurológicos, respiratorios, esfinterianos, etc., que originan
intenso consumo médico sin aclarar las causas.


Problemas emocionales: depresión, ansiedad, aislamiento, fantasías excesivas,


conductas regresivas (eneuresis), falta de control emocional, fobias repetidas y
variadas (a personas y sitios concretos), problemas psicosomáticos o labilidad afectiva,
culpa o vergüenza extremas.


Problemas de conducta: fugas, fracasos escolares y profesionales, Violencia.
Problemas en el desarrollo cognitivo: retrasos en el habla, problemas
de atención, fracaso escolar, retraimiento, disminución del rendimiento, retrasos del


crecimiento no orgánicos, accidentes frecuentes, psicomotricidad lenta o
hiperactividad.
Según Save The Children (2001) algunos de los síntomas más frecuentes, según la edad de la
víctima, pueden ser:


En edad preescolar: somatizaciones, regresiones y sexualización de la conducta
Entre los 6 y los 12 años: baja autoestima, problemas escolares, trastornos del sueño,


reacciones psicosomáticas, dolor abdominal.


En adolescentes: baja autoestima, fugas de casa, depresión, embarazo,


automutilaciones, agresividad y aislamiento
En adultos puede producirse la negación del abuso durante años. La emergencia del recuerdo
puede venir con el primer embarazo, acompañado de cambios fuertes de carácter, ideas suicidas
o sentimientos de rabia y venganza respecto al agresor. También puede suceder que el recuerdo
se mantenga reprimido hasta que el hijo tenga la edad que tenía la víctima cuando sufrió el
abuso o que la víctima se convierta en agresor.


5.3 EL PROCESO DE DETECCIÓN


El proceso de detección abarcaría desde el primer indicio de que ha podido producirse un
abuso a un menor, hasta que se ha concluido con la certeza de que ha ocurrido o no. A partir
de ese momento situaríamos el inicio de la siguiente fase de Intervención, dirigida en el primer
caso a paliar los efectos del abuso, y en el segundo a ayudar a entender y superar las
circunstancias.


Hablamos de certeza acerca del hecho, tanto si ha derivado en procedimiento judicial como si
no. Que no se haya denunciado un hecho no significa que no haya podido ocurrir. Igualmente,
el resultado del procedimiento judicial puede concluir con que no se ha podido demostrar el
abuso, sin que esto signifique que nada ocurrió.


Primeros signos antes del relato que pueden ser observados


En caso de que existan indicios o sospecha de que un o una menor puede estar viviendo
situaciones de abuso sexual desde el equipo educativo del centro habrá que recoger aquellos



43
signos que puedan ser indicadores, discretamente y a través de un registro, no abordar al menor
antes de tener información suficiente que permita sospechar.
En este sentido recordar que algunos indicadores pueden serlo también de otras carencias. La
información que habrá que recabar, y en su momento trasladar a la persona adecuada, puede
provenir de conductas observadas tanto en el menor como en otras personas, información
aportada por familiares, otros profesionales (maestros, sanitarios, auxiliares, personas del
entorno o vecindad ) la cual se recogerá en el registro acumulativo del menor. No es conveniente
contrastarla o comentarla con el menor, ya que se podría estar influyendo en su elaboración del
tema y suscitar en él sentimientos que pueden dificultarle la toma de decisiones (vergüenza,
temor a represalias, sentimiento de culpa...)
Una vez recogida esa información, no forzar en ningún sentido el testimonio, asegurarse de que
el menor cuenta con alguna persona accesible en el equipo, con la que tenga más confianza a
la que pueda dirigirse con cualquier tema que le preocupe. En el marco de las conversaciones
normales acerca de su vida, en las que se deben incluir preguntas habituales acerca de los signos
que demuestren preocupación o cambios significativos puede ocurrir que el menor realice un
relato espontáneo de lo vivido.


Si cuenta espontáneamente algo relacionado con el abuso, el papel del educador será:


Acompañar y observar cualquier cambio brusco y sin aparente explicación de humor,


en los estudios, en la comida, en las relaciones, etc. Es más fácil saber lo que pasa
cuando observamos al niño, toda vez que muchas de las cosas no es capaz de
verbalizar, pero sí las expresa según su forma de actuar.


Llevar al niño a un sitio tranquilo y sin alarmarlo, una vez que se tiene la sospecha de


que algo ocurre. Si el niño ve que nos alarmamos o expresamos disgusto, puede dejar
de narrarnos lo que en realidad está pasando.


Escuchar, recoger lo que tenga que contar (preferentemente en recuerdo libre, sin


preguntas) sin hacer ningún tipo de exploración, evitando juicios de valor en ningún
sentido. No alargar la conversación más allá del relato espontáneo de los hechos.


Expresarle afecto, decirle que le quieres igual que antes, reconocer sus sentimientos y


animarlo a que los exprese, evitar sobreprotegerlo y no sentir temor a plantear el tema.


Hacerle entender que él o ella no son responsables ni culpables de lo que ha pasado y


que haremos lo imposible para que no vuelva a ocurrirle.


Responder con credulidad hacia lo escuchado, avanzándole que ese será un tema en el


que quizás no pueda ayudarle solo y pueda ser necesario decírselo a otros profesionales,
no obstante, asegurarle que se mantendrá total reserva sobre lo contando salvo con
dichos profesionales, cuya intervención será imprescindible para ayudarle
debidamente, pero que estarán preparados para abordar conjuntamente algo tan
delicado. Anticiparle que será ese el momento de dar más detalles sobre lo ocurrido.


No tendrá que asumir ninguna responsabilidad sobre la valoración de su testimonio, ni


sacar ninguna conclusión acerca de su veracidad. Evitará abordar el tema, y mucho
menos lo hará motivo principal de conversación.



44


Si el o la menor quiere contarle algo más, intentará tranquilizarle recordándole que


tendrá ocasión de hacer un relato más pormenorizado en su momento ante alguien que
sí le preguntará por todo lo que recuerde, pero que de momento no es necesario que
hable de algo que quizá no le resulte fácil, aunque inicialmente se responda a su
necesidad de desahogarse.


Decirle que ha sido muy valiente al contarlo, ya que hay cosas que son muy difíciles de


decir a otras personas. No se trata de demostrarle lástima sino de reforzar su apertura.


En el caso de que se produzca la retractación dentro del proceso de elaboración del


menor, que no significa que haya mentido en el primer relato, la misma se recogerá
como un dato más de lo observado, para que sea evaluado por el profesional que valore
el abuso. Recordar que es habitual la retractación dentro del proceso de elaboración del
menor, lo cual no significa que haya mentido en el primer relato.


No es necesario incrementar las señales de accesibilidad, bastará con que sean


suficientes para que el chico sepa que alguien de su confianza estará a su lado para
apoyarle si él/ella lo desea.


Reforzar su valentía por decidirse a hablar, y transmitirle que a partir de ese momento


se le ayudará a que no se repita un hecho similar.


Hacerle un examen médico para asegurarnos de que no tiene lesiones y si las tiene que


sean adecuadamente recogidas.


Protegerlo del agresor para que no pueda acceder otra vez al niño.
Comunicarlo a los profesionales correspondientes, sea un abuso intrafamiliar o no,


vencer nuestros miedos y temores respecto a la denuncia, ponerlo en conocimiento
para evitar que lo ocurrido vuelva a pasarle a otros niños.




“Cualquier entrevista al menor que sea posterior a la revelación debe ser realizada por
un especialista”. El relato de los hechos repetido demasiadas veces, y ante profesionales
no especializados (susceptibles de sugerir contenidos inconscientemente) puede
afectar a la veracidad del testimonio, y en muchos casos, ésta será la única prueba de
que se disponga en el juicio.
Desde el primer momento, ese único interlocutor del equipo educativo, debe poner sus
sospechas y si existe, el primer relato, en conocimiento del educador o educadora de
referencia y de la dirección. La dirección está en la obligación de poner en conocimiento del
servicio de infancia los hechos a través de la unidad administrativa correspondiente.
Se hará llegar la información a través de un informe según el modelo de comunicación
correspondiente a la notificación de incidencias en el centro, que será elaborado por quien
ha recogido el relato, a la dirección del centro y desde aquí a la unidad administrativa
correspondiente. En ausencia del director se remitirá este informe directamente a la unidad
administrativa correspondiente.
El informe debe ser pormenorizado, contextualizado temporalmente y que recoja el relato
del niño de la forma más fidedigna. Este informe será realizado por el personal educativo
que ha recogido el relato (educadores, auxiliares) y conformado por la dirección.



45


¿Qué hacer ante la revelación?.Cuando el o la menor nos cuenta lo que están viviendo en
relación a posibles abusos sexuales es importante seguir estas pautas de actuación:


Agradecer que haya confiado en nosotros para contarlo.
Expresar lo positivo de haberse animado a desvelarlo y reconocer el valor.
Dejar clara la intención de ayudarlo, apoyarlo y protegerlo.
Escuchar atentamente lo que describe adoptando una actitud receptiva sin


juzgar.


Elaborar preguntas abiertas sin insistir en el relato de detalles o situaciones


precisas.


Respetar los silencios.
No dramatizar ni mostrarse alarmista.
Registrar de forma precisa la conversación.
Poner en conocimiento del director del centro el relato.


El papel de los profesionales


Si somos testigos de la situación de abuso el primer paso será separar al agresor de la víctima
inmediatamente. Uno de nuestros objetivos será reparar el daño que la víctima ha sufrido, y
sobre todo, no incrementarlo. No hemos de perder de vista el trabajo a realizar con la persona
que ha producido sobre el otro la situación de abuso. Somos educadores y trabajamos con
ambos menores. No se trata de culpabilizar. Nuestra función no es la de jueces.
En el caso de la persona que ha sufrido al situación de abuso nuestro papel en primer lugar será
el de escuchar y establecer un clima en el que exprese sus sentimientos y emociones, se trata
entonces de escuchar y acompañar física y emocionalmente. Es importante que la persona
perciba que nuestra relación con ella no ha cambiado y evitar preguntas o valoraciones que
puedan hacerla sentir culpable.
Habrá que evitar preguntas culpabilizadoras: “¿y no pudiste evitarlo?”, “¿cómo no gritaste?”,
“¿no pudiste pedir ayuda?”, “¿no lo provocarías?”, etc.. En este sentido, tanto por un lado como
por el otro, el efecto en la víctima es el mismo; lo transforman de víctima en culpable o al menos
en cooperador necesario.
En ocasiones no presenciaremos estas situaciones es importante estar atento a las conductas
que puedan tener la función de llamadas de atención. Las señales pueden ser muy variadas,
desde representaciones en sus juegos de las situaciones vividas, verbalizaciones continuas y de
forma llamativa, cambios en las pautas de sueño o comida, rechazo brusco a todo contacto
corporal, expresiones de angustia o de distancia emocional. También existirán otras situaciones
que ellos las vivirán como juego y no de forma traumática. Es importante aludir a la norma para
separar y no generar alarma.
Si nos lo cuentan debemos garantizar el hecho de que esta situación no volverá a ocurrir, y
debemos establecer las medidas necesarias para evitarlo. En segundo lugar debemos escuchar,
mostrar que escuchamos y no tanto preguntar. Debemos evitar también de expresiones
culpabilizadoras como “como no me lo has dicho antes”... la confidencialidad es un elemento
esencial a tener en cuenta, es importante evitar las situaciones de escándalo, que pueden
incrementar el problema en lugar de repararlo.
Será posterior el momento de estudiar lo que ocurrió y establecer las medidas oportunas que
variarán según el caso. Es fundamental que las decisiones sean tomadas por el equipo, no
olvidando que el objetivo es reparar el daño causado por un lado y trabajar con programas
educativos para orientar las relaciones de forma más adecuada.



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De uno u otro modo, los y las profesionales implicados en la protección a la infancia deben saber
que la realización de su tarea obliga a:


Incrementar el conocimiento de los equipos educativos sobre este tema. No es


suficiente que existan una serie de expertos en el tema del abuso sexual infantil.


Respetar el secreto profesional y el anonimato.
Evitar que recaiga en los profesionales toda la responsabilidad. A los profesionales se


les pide que detecten, prevengan, traten y solucionen una realidad que les supera a
menudo. Es fundamental que:
- Se les proporcione estrategias y formación continuada.
- Se posibilite su trabajo en equipo multidisciplinar.
- Se favorezca el apoyo social a la credibilidad y a la fiabilidad de su trabajo.
- Necesidad del conocimiento de la legislación relativa al tema.


5.4 DETECCIÓN DE ALGUNOS DE LOS INDICADORES Y PROCEDIMIENTO DE ACTUACIÓN


En el caso de que haya indicadores físicos de posible abuso sexual se comunicará de manera
inmediata a la dirección del centro y correspondería al educador de referencia acompañar al
menor al centro de salud para la valoración de los indicadores físicos , que pueda aportar
pruebas válidas en un posible procedimiento judicial. En caso de que el director o directora no
esté localizable el educador acompañará personalmente al menor al centro de salud
En el caso de que en el centro de salud sea derivado al servicio de urgencias correspondiente se
le acompañará de forma inmediata. En ambos casos se solicitará del centro de salud el informe
médico correspondiente.
Con este informe médico en el que se constate la posibilidad de abuso se remitirá junto con el
parte de incidencias debidamente cumplimentado a la unidad administrativa correspondiente
del servicio de infancia.
Hecha la notificación, se decidirán coordinadamente entre el centro y la unidad administrativa
correspondiente sobre las actuaciones a desarrollar.
De todas las reuniones se realizará acta escrita que formará parte del expediente con los
acuerdos adoptados.
También tomarán decisiones acerca de la posibilidad de entrevistar a otras personas relevantes
en los hechos, qué profesional que hará las entrevistas y objetivo de las mismas.
De estos acuerdos se puede llegar a la decisión de denunciar. Será la dirección del centro la
encargada de realizar la denuncia. Y corresponde al Servicio de Infancia dar traslado a la Fiscalía
de Menores.


Actuación del educador en el acompañamiento de un procedimiento judicial relacionadas con
abuso sexual.


Hay que recordar que si se inicia un procedimiento judicial serán muchos los profesionales que
puedan intervenir en el caso a partir de la revelación (policía, equipo psicosocial, jueces, fiscales,
personal sanitario…) y es necesario evitarle al menor que tenga que hacer el mismo relato más
veces de las estrictamente imprescindibles, por eso conviene que no se propicien dichas
situaciones.



47
A partir de este momento será el técnico del servicio habitualmente el o la psicóloga de la unidad
administrativa que valoró la situación que orientará al educador o educadora y preparará al o la
menor para el proceso al que se enfrenta a partir de la revelación de abuso, aportándole
información en términos que pueda entender, sobre las distintas fases del procedimiento
judicial, temporalidad prevista de las actuaciones, y pautas para conducirse sin sufrir más daño
y evitando aquello que le pueda perjudicar, haciendo saber al director del centro en cada
momento qué es lo más conveniente.
En esta fase está por determinar si es necesaria alguna forma de tratamiento individual, en cuyo
caso será en la fase de intervención donde se deban tomar decisiones acerca de cómo
proporcionárselo. Hay que recordar que la situación de abuso no siempre resulta dolorosa o
traumática para la víctima. En caso de que no sea necesario porque no se han producido
secuelas que deban ser abordada desde el punto de vista terapéutico, y se considere suficiente
la intervención grupal enmarcada en el los programas de prevención primaria, puede ser
conveniente para el o la menor, participar en el programa de educación sexual que se lleva en
el centro.


5.5 ACTUACIÓN CON EL EQUIPO EDUCATIVO Y EL RESTO DE MENORES


En relación a cual sería el papel del resto del equipo en este proceso de detección de posibles
situaciones de abusos sexuales se trata de evitar la estigmatización del o la menor y las
actuaciones imprudentes, por ello el mensaje a trasladar al resto del equipo educativo esta
relacionado con la idea:
este menor podría estar siendo objeto de abuso sexual, por lo que es necesario recopilar
cualquier información que pueda ser relevante en relación a esta tipo de situaciones, la cual debe
hacerse llegar discretamente al educador… (ya sea el educador de referencia o con la persona
de confianza del chico, pero debería ser una sola persona la que canalice esa información) o al
director, que ya se encuentran en contacto con la persona de consejería para decidir
coordinadamente cómo utilizarla”. Los demás educadores no intervendrían directamente en la
detección activa sino en la observación y derivación de la información a los canales establecidos.


En la recogida de información, recordar la necesidad de ser objetivos, y tener presentes los
prejuicios habituales ante el tema, los mitos y falsas creencias ya mencionados.


Si fuese el propio menor el que demanda hablar del tema con más personas, será este hecho el
que se comunicará al educador o educadora de referencia y dirección del centro. Al menor se
le ofrecerá la misma respuesta mencionada: si le genera ansiedad hablar de ello, tranquilizarle
y ponerle cuanto antes en contacto con alguien que pueda recoger tan extensamente como
desee su testimonio, si por el contrario actúa con desinhibición y desea repetir el relato a varias
personas, será conveniente para él encauzarle a hacerlo con una sola, que sabrá canalizar los
motivos que le llevan a necesitar contarlo.
Actuación con respecto a los demás menores:


No se abordará con ningún otro menor el caso concreto que nos ocupa, ni se revelará


ningún detalle del mismo a sus compañeros/as.




Se recogerá, en privado y garantizando el anonimato, cualquier detalle que un
compañero pueda aportar, que sea significativo o clarificador (algo que ha visto u
oído...). Esta información se incorporará a la ya recogida.



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La presencia de un caso de abuso sexual en el centro, puede utilizarse de pretexto para


abordar en el grupo, cuestiones relacionadas con la sexualidad y la autoprotección .La
garantía de privacidad y protección que debe estar presente hacia el menor afectado
(tanto víctima como agresor), no debería ser obstáculo para abordar desde la
generalidad la inadecuación de las conductas abusivas , más bien podría ser una
oportunidad de hablar claro de estas cuestiones, lejos de convertirlas en un nuevo tabú,
corrigiendo posibles distorsiones en la información de que los demás disponen, y
aportando aquella que se considere útil para la reflexión, la toma de conciencia y la toma
de decisiones ante conductas abusivas.


Todo ello dentro del marco general de intervención, donde la educación sexual debiera


ser un tema transversal, como otros que cobran relevancia en la infancia y adolescencia,
en el que se abordan cuestiones significativas para los y las menores como las
relaciones de poder en parejas sexuales, el consentimiento en conductas con contenido
sexual, las relaciones asimétricas, los límites del cuerpo y los tipos de contacto físico, el
secreto, etc.




No debiera quedar sin abordar información relativa a fuentes de ayuda tanto para
víctimas como para agresores.
Principios de actuación ante un posible caso de abuso sexual, tanto si el menor es víctima
como si es agresor:


- Actuar lo antes posible: la inmediatez de las actuaciones conlleva varios efectos
positivos, además del más obvio que supone prestar cuanto antes el apoyo que el menor
necesita en todas las fases de proceso, también permite evitar interferencias en el
relato, que éste tenga mayor credibilidad y por tanto pueda constituir una prueba más
contundente.
- Proteger al menor, evitar su contacto con el agresor
- Evitar que se inicie una posible estigmatización. Evitar que ese hecho se convierta en
una seña de identidad, y ayudarle a construir la suya sobre otros parámetros.
- Propiciar que el tema se aborde con todo el grupo de forma adecuada, desde la
normalización acerca del deber de proteger a las personas víctimas de abusos, como de
que se traten educativamente las conductas de agresión, sin descartar la posibilidad de
la denuncia y debida sanción al agresor.
Dificultades en la detección


A la hora de afrontar un problema como el abuso sexual infantil, nos encontramos con una serie
de barreras como son los miedos de la sociedad ante este tema, que generan actitudes
defensivas, de rechazo y ocultamiento. La vergüenza y la imposibilidad de comprender que algo
así suceda conllevan un aislamiento mayor de los niños víctimas de abuso sexual infantil, a
quienes se les deja a menudo solos ante el problema.
Podríamos decir que las actitudes sociales defensivas más frecuentes son negar u ocultar el
problema, dudar de la veracidad del relato del niño, considerarlo una fantasía de éste, minimizar
o banalizar sus consecuencias, alarmarse y afrontar de modo catastrofista las consecuencias de
la comunicación del hecho.
Por parte de los profesionales puede producirse el silencio profesional, caracterizado por la falta
de detección, y la inhibición en la comunicación y denuncia.



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Estas actitudes se basan en una serie de miedos sociales y de creencias falsas sobre el abuso
sexual infantil ya mencionadas.


6.-PREVENCION TERCIARIA. INTERVENCIÓN: Cómo se interviene con los niños/as que han
sufrido abuso sexual


El trabajo en prevención terciaria tiene como objetivos evitar la revictimización de los niños
y niñas, una vez que han sufrido abuso sexual, y la reincidencia de los que han ejercido
conductas de abuso sexual, una vez que han cometido la agresión.


Esta labor coincide, a menudo, con el trabajo en la fase de tratamiento, puesto que si se
desarrolla una intervención terapéutica individualizada, tanto con el agresor como con la
víctima, tal y como se verá en el siguiente apartado de contenidos, hemos obligatoriamente de
abordar ambos temas.
Una intervención terapéutica individualizada no siempre es posible o conveniente, por lo que
es muy adecuado disponer de otro tipo de estrategia educativas de prevención terciaria que
pueden ser el único vehículo de intervención por parte del equipo educativo. . Por ello, es
importante diferenciar entre:
1. Intervención educativa (a menudo grupal) en diferentes ámbitos: educativo,
servicios sociales, incluso en centros de reforma y en las cárceles con los agresores.
2. Intervención terapéutica e individualizada, a medio y largo plazo. Las dos
intervenciones persiguen los mismos fines pero con abordajes diferentes.


6.1 LA INTERVENCIÓN DESDE EL PERFIL PROFESIONAL DEL EDUCADOR O EDUCADORA


Consideramos la intervención, como el conjunto de medidas y estrategias educativas,


establecidas de acuerdo a un plan individualizado y organizado que se materializa en
unos objetivos concretos, encaminados a la superación por parte del menor de las
consecuencias derivadas de la vivencia del abuso y a evitar nuevas conductas de
abuso sexual.


Es una intervención que no difiere en lo esencial de la que se realiza en otras esferas o


ámbitos del desarrollo del menor y que pretende la disminución o extinción de
conductas y actitudes inadecuadas, al tiempo que se facilita el desarrollo de habilidades
que le permitan integrarse de forma ajustada en los distintos contextos sociales y
mantener relaciones socio-afectivas normalizadas con los demás.



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Es importante reseñar, que es mucho lo que podemos hacer para ayudar, prevenir y


paliar los efectos presentes y futuros. La presencia, cercanía y seguridad, serán
elementos claves de la intervención.


En todo caso, también debemos conocer que los educadores sólo somos una parte de


un sistema de protección en el que necesariamente participan otros profesionales y en
el que los roles y funciones de cada uno están diferenciados (educativo, terapéutico,
judicial, sanitario)


¿Por qué intervenir ante una situación de abuso sexual?


La intervención se hace necesaria porque en la mayoría de los casos, aunque puedan


aparecer asintomáticos, estas experiencias de abuso traen consigo una serie de
consecuencias negativas que interfieren en el desarrollo.


La atención residencial se sustenta en una serie de principios, que podrían resumirse


como promoción del desarrollo bio-psico-social, de tal forma que corresponde como
educadores, facilitar este proceso a través de la detección de necesidades y la
articulación de respuestas ajustadas a las demandas que aparecen en cada momento.


En este sentido, tendremos que ayudar a los menores a entender, integrar y resolver


aquellas experiencias que afectan a su crecimiento personal y social, a su interacción
con el entorno y a su seguridad.


¿Cuándo intervenir?


La intervención comienza incluso antes de la llegada del menor al centro a través de la


comunicación de la misma y de la obtención de algunos datos de sus características e
historia personal y se extenderá hasta la salida del mismo. Es un proceso de
acompañamiento en el que se suceden diferentes momentos que condicionan las
respuestas que se han de poner en marcha.


Con carácter general, podemos afirmar que la intervención comienza en el momento en


que aparecen indicios o indicadores de que se ha producido un abuso con
independencia de la persona o el lugar en que se produzca la detección.


¿Cómo intervenir?


Tratamos de responder a necesidades individuales y por ello cada Programa Educativo
Individual recogerá de forma secuenciada y en función del momento del proceso, de la
edad, momento evolutivo, vivencia personal, manifestaciones, avances, retrocesos…,
objetivos concretos que serán revisados para su ajuste o reformulación en función de
los resultados y de las demandas.


Claves en la intervención.


Garantizar la seguridad y hacerle sentirse seguro no sólo a través del lenguaje verbal sino


a través de acciones y actitudes que muestren apoyo incondicional, cercanía y
accesibilidad.



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Tranquilizar y contribuir a la disminución del miedo y la angustia.
Brindar la posibilidad de hablar de lo sucedido.
Facilitar la expresión de sentimientos.
Mantener una actitud empática y facilitadora de la comunicación.
Contribuir a disminuir el sentimiento de culpa.
Ayudarle a pensar, ordenar sus ideas y reducir la confusión.
Contribuir al desarrollo de habilidades de afrontamiento y solución de problemas y a


poner en práctica mecanismos de autoprotección que se encuadran dentro de una
educación afectivo-sexual saludable.


Promover cambios y ayudar a reconducir intereses reforzando conductas adecuadas a la


edad.


Preparar con antelación e informar acerca de los procedimientos legales, entrevistas,


comparecencias, exploraciones físicas,…, de forma ajustada a su capacidad de
comprensión para que sepa qué y porqué va a suceder en cada momento.


Articular un plan de acción consensuado y coordinado en el que se establezca que


corresponde a cada profesional.


Registrar la información de forma objetiva, precisa y ordenada.
Establecer el modo en que se va a efectuar el registro de la información, que personas van


a encargarse de hacerlo y aquellas que tendrán acceso a la misma en base al derecho a la
intimidad y al deber de confidencialidad.


Evitar que las vivencias del menor corran de boca en boca.
Reconocer las propias limitaciones, intervenir desde el plano educativo dejando la


intervención terapéutica en su caso para profesionales especializados.


6.2 TRATAMIENTO DE LAS VICTIMAS DE ABUSO SEXUAL 45,46


La valoración psicológica de un caso de abusos se aborda, fundamentalmente, a través de la
entrevista psicológica al menor y la observación. Básicamente, son dos los tipos de entrevistas
que se realizan: por un lado, aquellas que están encaminadas a investigar lo que ha ocurrido, y
por otro las que están orientadas a la intervención sobre el niño/a como víctima de abuso.
La consecuencia que se extrae de los primeros contactos con la víctima es si la intervención
terapéutica es necesaria o conveniente, pues no todos los menores presentan síntomas
psicopatológicos que obligan a un tratamiento. Normalmente, determinadas características
individuales del niño/a y de su contexto socio-familiar pueden ser suficientes como para
protegerle del impacto negativo del abuso. Para tomar decisiones terapéuticas se tiene en
cuenta:
-
el tipo de abuso
-
el nivel de proximidad relacional con el abusador
-
la edad de la víctima


45


Protocolo para el abordaje integral de la violencia sexual desde el Sector Salud. Convenio
Secretaría Distrital de Salud- Fondo de Población de naciones Unidas, UNFPA. Bogotá, 2008


46 Abuso sexual infantil: un reto para todos los profesional. José Manuel Alonso Varea. 1995. Consultoría


, Proyectes i Formació



52


-
la duración de los abusos
-
el apoyo recibido por el/la menor en el momento de revelar lo ocurrido
-
sus características personales (capacidad cognitiva, nivel de adaptación anterior al abuso y
recursos ante los conflictos).
Para cada menor y su familia se determina cuál es el tipo de intervención más adecuado,
teniendo en cuenta la importancia de los diferentes factores implicados y focalizando el
tratamiento en el aspecto que es más crucial para el niño/a en función de su edad. En los
preescolares es fundamental trabajar la confianza, mientras que en los adolescentes es más
importante tratar las relaciones interpersonales e íntimas. También hemos de considerar que
el menor abusado probablemente “reprocesará” su experiencia del abuso a medida que
incremente su capacidad cognitiva
En cuanto al contenido del tratamiento se ha de incluir siempre el aspecto educativo-
informativo con el objetivo de clarificar las experiencias y prevenir nuevos abusos. Las
distorsiones en la sexualidad normal del niño/a derivadas de la situación abusiva son a
menudo aspectos difíciles de manejar por parte de los padres y/o educadores. Es necesario
poner límites, reconducir los intereses del niño y reforzar las conductas adecuadas a su edad.
El o la educadora no interpretan, sugieren para facilitar la verbalización de pensamientos y
vivencias que le permitan observar las distorsiones que ha generado el abuso, tanto a nivel
cognitivo como emocional y acompaña en la reestructuración de las relaciones interpersonales
y de las creencias o actitudes inapropiadas. Generalmente se pueden observar varias fases:


En un primer momento el niño/a se adapta a la tarea que se le propone, la


verbalización de lo que piensa o siente.


En una segunda fase aparece la culpa, sentimientos de temor y rabia que pueden


provocar algunas dificultades en la relación con los que le rodean, por lo cual se tiene
que orientar a su entorno para que entiendan el significado de estas manifestaciones
en la elaboración de lo vivido. A menudo en este momento aparecen quejas respecto
a la falta de atención o cuidados por parte de sus progenitores o adultos protectores.


En el proceso de intervención se señalan las correspondientes técnicas:


Una fase educativa en la que se pretende que el niño/a comprenda tanto su propia


sexualidad como la del agresor de una forma objetiva y adaptada a su nivel. Se trata
de informarle y hacer que comprenda qué son los abusos sexuales y cómo
prevenirlos. El objetivo es no sólo garantizar su seguridad en el futuro sino, sobre
todo, aumentar la autoestima en el menor confiriéndole mecanismos de control
sobre los aspectos relativos a la sexualidad.




La fase “terapéutica” aborda la situación en que ha quedado el niño/a tras el abuso y
pone en práctica determinadas técnicas para que pueda superar el trauma y evite
recaídas en la edad adulta. Entre las técnicas que se pueden utilizar están:


El desahogo emocional, con el objeto de romper el secreto y el correspondiente


sentimiento de aislamiento, que en ocasiones puede llevar a que el niño/a cree sus
propios y errados mecanismos de defensa. Se facilita la comprensión sobre lo
ocurrido mediante la escucha activa de aquellos aspectos de la agresión que
espontáneamente quieran ser relatados, se hace una reelaboración de



53


comprensiones alternativas que ayuden al niño/a a percibirse más allá de ellos y a
desculpabilizarse.


La reevaluación cognitiva, con el objeto de evitar la disociación o la negación de la


experiencia, de forma que el niño/a reconozca que sus sentimientos son legítimos y
normales tras una experiencia como la que ha vivido. Se busca la solución de
problemas específicos identificados tanto desde la perspectiva del niño/a como del
adulto.


Técnicas que permitan cambiar las alteraciones cognitivas, afectivas, sexuales y


conductuales (habilidades sociales y asertividad; entrenamiento en relajación y
control de la ira; autoexploración…).




“Juegos dramáticos” (para crear con la imaginación situaciones y personajes que
permitan al niño/a regresar al hecho perturbador pero desde una posición analítica,
externa y controladora); los cuentos infantiles (para explicar y analizar los hechos
metafóricamente); el dibujo, las conversaciones (permiten una exposición gradual
ante los recuerdos del abuso) o escribir sobre la experiencia (para descondicionar las
asociaciones emocionales negativas automáticas y reducir la evasión desadaptativa).




Restauración de la sensación de autoeficacia en el niño/a promoviendo una visión
positiva de sí mismo/a, favoreciendo la recuperación de su funcionamiento
independiente y dirigiendo su atención hacia un futuro en que ya haya superado los
efectos del suceso traumático. Ante los síntomas y problemas específicos
identificados, hay que animarle a poner en práctica sus propias estrategias para
afrontarlos, reforzando aquellas que le ayuden a restaurar el equilibrio en su vida.


6.3 EL TRABAJO CON LAS FAMILIAS.


Todos los miembros de la familia necesitan apoyo y tratamiento. Un tratamiento intensivo
puede ayudar a muchas familias con problemas de abuso y abandono infantil. Hijos y padres
necesitan atención tanto separados como juntos.
Las posibilidades terapéuticas de una familia abusiva comienzan y deben mantenerse a través
del desarrollo de una situación de crisis que impida a la familia reestructurarse alrededor de la
descalificación de la víctima o la minimización o negación de los hechos abusivos. A partir de
esta situación de desorden se deben crear las condiciones para un reordenamiento que
respete los derechos de cada uno.
Cualquier comportamiento transgresivo por parte de los profesionales, ya sea por un exceso
de intervención o por falta de ella, no hace más que potenciar las fuerzas destructivas y el
riesgo de impunidad para los adultos abusadores y maltratantes.
La valoración social del grupo familiar es indispensable en los procesos de atención integral a
víctimas de violencia sexual para conocer la dinámica socio-familiar, las potencialidades y
debilidades del grupo familiar y su capacidad de respuesta y atención a las necesidades del
niño/a. Es importante tener en cuenta los siguientes aspectos para realizar un abordaje
adecuado de la víctima y su grupo familiar:


En primer lugar, establecer una relación empática con los familiares.
Observar la actitud de la familia hacia la víctima, frente a los hechos, a los factores


protectores y a la satisfacción adecuada de sus necesidades.



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Identificar el nivel de afectación de sus integrantes al hecho vivido y reacciones del


entorno ante la revelación.


Generar un espacio donde el familiar se sienta escuchado y exteriorice sus


sentimientos.


Informar de los procedimientos, deberes y derechos, atención y orientación socio-


jurídica.


Frente a los hechos, conocer el vínculo o relación entre víctima y agresor y reconocer


las consecuencias o reacciones del entorno ante la revelación del abuso, para tomar
medidas de protección.


Reconocer la colaboración y posibilitar la continuidad en el proceso de atención.


7. TRATAMIENTO DE JÓVENES AGRESORES SEXUALES.


Todos los menores tienen derecho a ser tratados igualmente y a que sus necesidades sean
atendidas.
La conducta sexual es una “construcción” y el objetivo del tratamiento es crear una nueva
construcción de la sexualidad. Son inmaduros sexualmente y no se les debe confundir con
agresores adultos ya que pueden aprender a aceptar responsabilidades y a desarrollar empatía.
En el tratamiento no se debe trabajar individualmente sino también con la familia. Citando a
los psicólogos Richardson y Graham “es crucial para los agresores y para sus padres/cuidadores
establecer una motivación que dirija su comportamiento”. A las familias se las tiene que ayudar
a que entiendan las consecuencias de las ofensas de sus hijos y como pueden contribuir a su
adaptación y resiliencia (Hunter, 2004).
Una de las primeras cuestiones a tratar es si se ha cometido el abuso. La Dra. Van Heteren habla
de la distinción entre experimentación sexual y la transgresión de las barreras sexuales.


Características de la experimentación.


Comportamiento adecuado para la edad, normal, no verbal, con consentimiento.
Reconocimiento del comportamiento (empatía).
Motivación sexual.
Vergüenza cuando se habla de ello.
Relación psicológica equitativa.
Inexistencia de consecuencias dañinas.
En estos casos la terapia no sólo no es necesaria, sino que podría resultar dañina.


Agresiones que transgreden las barreras sexuales.


Comportamiento objetivamente inaceptable, no hay consentimiento.
No reconocimiento del comportamiento (no hay empatía).
Motivaciones no sexuales y oportunistas.
Negación psicológica cuando se habla de ello.
Una o varias víctimas.
Secuelas en las víctimas: impotencia y/o ansiedad.
En estos casos lo adecuado para confrontar este comportamiento es la terapia.



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Distingue tres tipos de agresiones:


Agresiones situacionales. Comportamiento inaceptable con una o más víctimas, junto con


vergüenza o ansiedad por ser descubierto y habilidades sociales inadecuadas. Son jóvenes
“perdedores”. La terapia les enseña habilidades sociales y diferentes formas de control. Las
recaídas son poco frecuentes.


Agresiones oportunistas. Comportamiento inaceptable con muchas víctimas en función de


las ocasiones que se les presenten. Los agresores muestran falta de empatía, habilidades
pseudosociales exageradas y manejan poder ser descubiertos desde la negación (negación
o minimización del episodio de abuso). La terapia se centra en el control de la ira.


Agresiones sexuales desviadas y premeditadas. Las agresiones normalmente se planean


cuidadosamente, se dirigen hacía víctimas de la misma edad o menores. Son casos más
difíciles y peligrosos.


La terapia con jóvenes agresores no es una terapia clásica, sino que es más bien educacional.
Cada caso tiene motivos, patrones y causas diferentes y el tratamiento psicoterapéutico-
educacional debe llevar a producir cambios. Para ello el menor o joven debe entender la
necesidad del cambio. Los jóvenes agresores comparten ciertas características sobre las que
se puede establecer el trabajo educativo del equipo.


Habilidades sociales deficientes, especialmente cuando hablan con chicas:


Ineficacia en la solución de problemas personales: no piensan en las consecuencias.
Creen en los mitos sexuales y tienen ideas equivocadas acerca de los niños y niñas.
No pueden distinguir sus emociones.
Baja empatía con las víctimas.
Algunos han sufrido maltrato físico, pero es más frecuente la falta de afecto.


En la evaluación inicial las áreas clave incluyen recoger información sobre:


El tiempo durante el cual la persona ha estado cometiendo abuso.
El nivel de congruencia entre fantasía y realidad.
Si las creencias del agresor sugieren que éste está interpretando el comportamiento de


la víctima como legitimador de la agresión.
Tanto en terapia como en nuestra relación educativa con el niño y niña se considera básico
intervenir en las siguientes áreas del funcionamiento psicosocial que se reflejarán en el PEI:
1.- Reconocimiento y responsabilidad. La negación de los abusos puede ser muy poderosa
porque está sustentada por las distorsiones cognitivas. Utilizar técnicas de confrontación
para llevar al joven a sentir incomodidad. La aceptación de que se cometió un abuso es lo
que abrirá la intención de cambio.
2.- Romper el ciclo de reincidencia. Tiene que entender qué le lleva a abusar sexualmente,
sus necesidades psicológicas y etiología. En este ciclo inciden la pobre autoestima, las ideas
absolutistas, la pobre interacción social, la ira, la construcción de fantasías y la necesidad de
demostrar poder y control mediante las conductas de abuso .



56
3.- Empatía. Que tome consciencia del daño que causó, que no reproduzca ideas
distorsionadas (ej. la víctima tuvo la culpa).
4.- Clarificación de valores. Busca que el menor se respete a sí mismo y a los demás, que
descarte la violencia o la imposición como modo de relación.
5.- Autoestima. Retomar su pasado, manejar la culpa y el engaño trabajar la idea
distorsionada de control y poder, auscultar de donde proviene su pobre autoconcepto,
evaluar sus relaciones.
6.- Destrezas sociales. Promover su autoconfianza en sus relaciones interpersonales, cómo
salir con chicas o chicos…
7. Control de impulsos. Reconocer emociones, evitar conflictos, trabajar las situaciones que
le pueden hacer perder el control y desarrollar alternativas. Técnicas de mediación. El
perdón.
8. Programa de educación sexual. Distorsiones como “a la gente le gusta que le obliguen a
mantener relaciones sexuales”. Interacciones sexuales sanas. Manejar adecuadamente la
desigualdad y el poder. Hablar sobre el consentimiento y sobre que relaciones son
aceptadas socialmente.
9. Prevención de recaídas. Prevenir que no se repitan los problemas de autoestima ni el
aislamiento, enseñarle que la vida sigue, que se debe dar oportunidades y hacerle entender
el proceso de seguridad que se da al desarrollar las interacciones con otras personas.


“Nuestro objetivo debe ser construir una vida libre de abuso. La noción de evitar cosas
no ayuda en absoluto. La gente necesita pensar en todas las cosas que puede hacer. Una
nueva vida significa no solo no abusar, sino no sufrir abusos. “


8. REGISTRO DE LOS INDICADORES DE ABUSO SEXUAL


Antes de contestar a esta pregunta, cabe hacer una reflexión sobre el hecho de que son los
niños y niñas quienes con sus palabras y su propio cuerpo nos informan con detalle de lo que les
ha ocurrido en el pasado o de lo que les puede estar ocurriendo en este momento. Solo hay que
saber mirar y escuchar.
Algunas de las víctimas de abusos sexuales, pueden tener marcas en el cuerpo que ponen de
manifiesto con total evidencia lo que les ha pasado o aun sufren.
En otros casos, son ellos mismos quienes con su relato dejan patente la situación que han vivido o
aun están viviendo; a veces lo hacen con gran realismo; otras, ocultando determinadas
informaciones o incluyendo algún componente de fantasía con el que intentan disfrazar la realidad
(cuentan que la ha pasado a una amiga, etc.).
Sin embargo, la mayoría de los menores que han sido objeto de abuso sexual, no tienen indicadores
físicos ni relatan con mayor o menor realismo lo que les ha sucedido o está sucediendo, sino que la
situación se hace patente a través de su comportamiento.



57
Es muy importante en estos casos que el adulto, mediante su observación e intervención, sea capaz,
de captar estas conductas, las registre y, tras analizarlas y seguir los procesos pertinentes, pueda
llegar a conocer lo que realmente con ellas intentan decirnos.
El fin último que se persigue sería, por tanto, captar toda la información que directa o
indirectamente nos proporciona el menor, para con ello poder buscar los apoyos necesarios que
nos sirvan para intervenir con él y ayudarle a alcanzar un adecuado desarrollo integral.
En este proceso de recogida de información nos surgen tres dudas: ¿Quién, cómo y dónde registrar
los indicadores de abuso sexual observados en un menor?


8.1 ¿QUÉ, QUIÉN, CÓMO Y DÓNDE REGISTRAR LOS INDICADORES DE ABUSO SEXUAL
OBSERVADOS EN EL MENOR?


¿Qué se debe registrar?


Se registrarán aquellas conductas que puedan ser indicadoras de un posible abuso sexual , asi
como las conductas de menores que a su ves puedan ser indicadores de un posible situación de
abuso sexual.


¿Quién debe registrar estos indicadores?


Los indicadores serán registrados por el profesional educativo que interviene con el menor
(educadora tutora, educadora de la unidad, educadora de fin de semana, etc.), quien observa la
conducta que puede ser indicadora de abuso sexual o a quien el propio menor le cuenta su relato


¿Cómo registrar estos indicadores?


La declaración del menor o los signos o síntomas observados por el profesional que en ese momento
interviene con el menor serán anotados por esta misma persona en el Registro Acumulativo
Individual del mismo (siguiendo la línea metodológica de trabajo del Sistema de Evaluación y
Registro en Acogimiento Residencial, SERAR47 Este instrumento está pensado para recoger
información permanentemente del menor referente a cada uno de los contextos sociales en los que
se desenvuelve: familiar, escolar, residencial, laboral y comunitario. También se ha añadido una
parte destinada a recoger las incidencias relacionadas con la salud del menor.
El registro acumulativo permite reunir la información de cada niño en un único documento de
manera que esté más accesible, más sistematizada y facilite su consulta. En este sentido, en lo
referente a los indicadores de abuso sexual, se evitará el uso de otras herramientas de recogida de
información (diarios, agendas, etc. que no están informatizadas) para con ello intentar preservar la
intimidad del menor.


47 Del Valle, J.F. y Bravo, Amaia (2007) SERAR: Sistema de Registro y Evaluación en Acogimiento


Residencial. Oviedo: NIERU.



58
En conclusión, será la propia persona que observe la conducta (profesionales que intervienen en la
unidad donde reside el menor), quien en el momento de observarla, la anote en el registro
acumulativo. Posteriormente, informará a la educadora o educador que tiene al menor en tutoría
de la misma con más detalle. De este modo se garantiza que no se pierda información ni que ésta
pueda involuntariamente, caer en manos de personas que no sean profesionales o de los propios
niños y niñas de la unidad.
El indicador observado queda ya constatado en su propio registro, para si cabe, solo ampliarlo,
contrastarlo con el tutor o tutora y seguir su evolución para establecer los procesos a seguir, siendo
el primero de estos procesos, informar a la dirección del centro.


¿Dónde registrar los indicadores?


Los indicadores se anotarán en el Registro Acumulativo de cada menor en los distintos contextos de
intervención social: familiar, escolar, residencial, labora, comunitario y de salud. En base a ello, el
registro de los indicadores se haría de la siguiente manera:
CONTEXTOS DEL REGISTRO ACUMULATIVO
INDICADORES
Salud:
- Otras anotaciones del contexto de salud
Todos los indicadores físicos recogidos
Crisis de ansiedad.
Autolesiones, intentos de suicidio.
Residencial:
Indicadores comportamentales:
- Visitas o salidas del niño con otras personas - Dice que ha sido agredido por personas
ajenas a este contexto
- Dice que ha sido agredido por voluntario.
- Muestra rechazo o temor ante un
voluntario.
- Registro de cambios e información relevante Tiene miedo o rechazo repentino hacia un
Educador/a: no quiere estar solo con él o ella
- Tiene escasa relaciones con sus compañeros
/as de unidad.
- Temor a estar solo con un compañero/a.
- Cambios bruscos de conducta.
- Comete acciones delictivas, se fuga…
- Parece reservado, rechaza (/se aísla), tiene
fantasías o conductas infantiles; regresión
(chuparse el dedo, etc.)…
- Fobias, manías, tics…
- Perdida de apetito.
- Resistencia a desnudarse o a bañarse.



59
- Otras anotaciones del contexto residencial
- Toda declaración abierta hecha por el menor a un
profesional que interviene con él en la unidad sobre
si ha sido atacado por un cuidador, un compañero…
- Llantos permanentes sobre todo en referencia a situaciones
afectivas o eróticas.
- Manifiesta conductas o conocimientos sexuales extraños,
sofisticados e inusuales para su edad.
- Todos los indicadores de la esfera sexual: rechazo a las
caricias, etc.
Familiar
- Otras anotaciones del contexto familiar
- Dice que ha sido atacado por un padre, madre, tío..
- Miedo a un determinado miembro de la familia.
-Cambios relevantes en este contexto
- Rechazo repentino a un miembro de la
familia: padre, madre…
Escolares
- Otras anotaciones del contexto escolar
- Problemas escolares o rechazo a la escuela.
- Dice que ha sido atacado por un profesor o un compañero.
- Cambios relevantes en este contexto
- Temor y rechazo repentino a un profesor,
compañero o a la escuela en general.
- Aparición de problemas escolares.
Comunitario
- Otras anotaciones del contexto comunitario - Declaración abierta de que ha sido atacado por un
entrenador o monitor de una actividad
extraescolar.
- Cambios relevantes en este contexto
- Rechazo o temor repentino hacia un monitor o
entrenador de una actividad.
- Rechazo repentino hacia una actividad.



60
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