sábado, 23 de abril de 2016

Secuelas emocionales en víctimas de abuso sexual en la infancia

Secuelas emocionales en víctimas de abuso sexual en la infancia

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Cuadernos de Medicina Forense

versión impresa ISSN 1135-7606

Cuad. med. forense  n.43-44 Sevilla ene.-abr. 2006

 





Secuelas emocionales en víctimas de abuso sexual en la infancia

Emotional consequences in victims of sexual abuse in childhood





E. Echeburúa1 y P. de Corral2

1 Catedrático de Psicología Clínica. Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco.
2 Profesora Titular de Psicología Clínica. Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco.


Correspondencia






RESUMEN


En este estudio se hace un análisis sobre las consecuencias del abuso
sexual a corto y largo plazo, así como sobre el impacto inmediato de la
victimización y de las repercusiones a largo plazo en la salud mental.
Se revisan asimismo las situaciones de alto riesgo y los factores
protectores que pueden amortiguar el impacto del abuso sexual. Se
comentan las implicaciones de este estudio para la investigación
clínica y la práctica forense.


Palabras clave: Abuso sexual. Revelación. Impacto psicológico. Factores de alto riesgo. Factores protectores.


ABSTRACT


In this study the immediate and long-term impact of sexual abuse in
children and the psychological consequences on their mental health
during adult life are reviewed. High-risk situations, as well as
protective factors that may minimize the impact of sexual abuse, are
analyzed. Implications of these findings for clinical research and
forensic practice are commented upon.


Key words: Sexual abuse. Self-disclosure. Psychological impact. High-risk factors. Protective factors.




Introducción:


El abuso sexual de menores se refiere a cualquier conducta sexual
mantenida entre un adulto y un menor. Más que la diferencia de edad
-factor, sin duda, fundamental que distorsiona toda posibilidad de
relación libremente consentida-, lo que define el abuso es la asimetría
entre los implicados en la relación y la presencia de coacción
-explícita o implícita-. No deja, por ello, de ser significativo que el
20% del abuso sexual infantil está provocado por otros menores.(1)


Las
conductas abusivas, que no suelen limitarse a actos aislados, pueden
incluir un contacto físico (genital, anal o bucal) o suponer una
utilización del menor como objeto de estimulación sexual del agresor
(exhibicionismo o proyección de películas pornográficas) [1].



No es fácil determinar la incidencia real de este problema en la
población porque ocurre habitualmente en un entorno privado -la
familia- y los menores pueden sentirse impotentes para revelar el abuso
[2]. Según la primera encuesta nacional de Estados Unidos, llevada a
cabo en adultos, sobre la historia de abuso sexual, un 27% de las
mujeres y un 16% de los hombres reconocían retrospectivamente haber
sido víctimas de abusos sexuales en la infancia [3]. La tasa de
prevalencia de abusos sexuales graves propiamente dichos, con
implicaciones clínicas para los menores afectados, es considerablemente
menor (en torno al 4%-8% de la población).



Las víctimas suelen ser más frecuentemente mujeres (58,9%) que hombres
(40,1%) y situarse en una franja de edad entre los 6 y 12 años, si bien
con una mayor proximidad a la pubertad. Hay un mayor número de niñas
en el abuso intrafamiliar (incesto), con una edad de inicio anterior
(7-8 años), y un mayor número de niños en el abuso extrafamiliar
(pederastia), con una edad de inicio posterior (11-12 años) [4].



No hay una correspondencia directa entre el concepto psicológico y el
jurídico de abuso sexual. En primer lugar, el concepto psicológico -y
hasta coloquial- de abuso sexual se refiere al ámbito de menores. Sin
embargo, en el vigente Código Penal de 1995 esta figura delictiva se
limita a aquellos actos no consentidos que, sin violencia ni
intimidación, atenten contra la libertad sexual de una persona, sea
esta mayor o menor.




Agresores sexuales, tipos de abusos y víctimas de riesgo:

En
la mayor parte de los casos el abuso sexual infantil suele ser cometido
por familiares (padres, hermanos mayores, etc.) -es el incesto
propiamente dicho- o por personas relacionadas con la víctima
(profesores, entrenadores, monitores, etc.). En uno y otro caso, que
abarcan del 65% al 85% del total y que son las situaciones más
duraderas, no suelen darse conductas violentas asociadas [1]. Los
abusadores sexuales, que frecuentemente muestran un problema de
insatisfacción sexual, se ven tentados a buscar esporádicas
satisfacciones sexuales en los menores que tienen más a mano y que
menos se pueden resistir. En estos casos los agresores pueden mostrar
distorsiones cognitivas para justificarse ante ellos mismos por su
conducta: "mi niña está entera", "la falta de resistencia supone un deseo del contacto", "en realidad, es una forma de cariño", etc.



La situación habitual incestuosa suele ser la siguiente: un comienzo
con caricias; un paso posterior a la masturbación y al contacto buco
genital; y, solo en algunos casos, una evolución al coito vaginal, que
puede ser más tardío (cuando la niña alcanza la pubertad).


En otros casos los agresores son desconocidos.
Este tipo de abuso se limita a ocasiones aisladas, pero, sin embargo,
puede estar ligado a conductas violentas o a amenazas de ellas. No
obstante, la violencia es menos frecuente que en el caso de las
relaciones no consentidas entre adultos porque los niños no ofrecen
resistencia habitualmente.



Por otra parte, los niños con mayor riesgo de victimización son
aquellos con una capacidad reducida para resistirse o revelarlo, como
son los que todavía no hablan y los que muestran retrasos del
desarrollo y discapacidades físicas y psíquicas. Asimismo son también
sujetos de alto riesgo los niños que se encuentran carentes de afecto
en la familia, que pueden inicialmente sentirse halagados por la
atención de la que son objeto, al margen de que este placer con el
tiempo acabe produciendo en ellos un profundo sentimiento de culpa [5]
[6].




Detección del abuso sexual:

Las
conductas incestuosas tienden a mantenerse en secreto. Existen
diferentes factores que pueden explicar los motivos de esta ocultación:
por parte de la víctima, el hecho de obtener ciertas ventajas
adicionales, como regalos, o el temor a no ser creída, junto con el
miedo a destrozar la familia o a las represalias del agresor; y por
parte del abusador, la posible ruptura de la pareja y de la familia y
el rechazo social acompañado de posibles sanciones legales [7].


A veces la madre
tiene conocimiento de lo sucedido. Lo que le puede llevar al silencio,
en algunos casos, es el pánico a la pareja o el miedo a desestructurar
la familia; en otros, el estigma social negativo generado por el abuso
sexual o el temor de no ser capaz de sacar adelante por sí sola la
familia.


De ahí que el
abuso sexual pueda salir a la luz de una forma accidental cuando la
víctima decide revelar lo ocurrido -a veces a otros niños o a un
profesor- o cuando se descubre una conducta sexual casualmente por un
familiar, vecino o amigo. El descubrimiento del abuso suele tener lugar
bastante tiempo después (meses o años) de los primeros incidentes.



En realidad, solo en el 50% de los casos los niños revelan el abuso;
únicamente el 15% se denuncia a las autoridades; y tan solo el 5% se
encuentran envueltos en procesos judiciales. Al contar los menores con
muchas limitaciones para denunciar los abusos sexuales y no presentar
habitualmente manifestaciones físicas inequívocas (debido al tipo de
conductas sexuales realizadas: caricias, masturbaciones, etc.), los
indicadores más habituales figuran indicados en la tabla 1.


Son
probablemente los indicadores sexuales los que más están relacionados
con la experiencia traumática. En todo caso, los indicadores deben
valorarse de forma global y conjunta, ya que no se puede establecer una
relación directa entre un solo síntoma y el abuso. De hecho, lo más
útil puede ser estar pendientes de los cambios bruscos que tienen lugar
en la vida del niño [8] [3].


Las situaciones familiares de mayor riesgo para el abuso sexual están expuestas en la tabla 2.



Secuelas emocionales en las víctimas de abuso sexual:

Los
menores muy pequeños pueden no ser conscientes del alcance del abuso
sexual en las primeras fases, lo que puede explicar la compatibilidad
de estas conductas con el cariño mostrado al adulto por el menor. Así,
por ejemplo, hay niños que verbalizan el abuso sexual de la siguiente
forma: "mi papá hace un pipí blanco", "yo no me enteraba porque estaba dormido", "me dice que no se lo diga a nadie", etc.



a) Consecuencias a corto plazo:


Al menos un 80% de las víctimas sufren consecuencias psicológicas
negativas. El alcance del impacto psicológico va a depender del grado
de culpabilización del niño por parte de los padres, así como de las
estrategias de afrontamiento de que disponga la víctima. En general,
las niñas tienden a presentar reacciones ansioso-depresivas; los niños,
fracaso escolar y dificultades inespecíficas de socialización, así
como comportamientos sexuales agresivos [9] [10].



Respecto a la edad, los niños muy pequeños (en la etapa de preescolar),
al contar con un repertorio limitado de recursos psicológicos, pueden
mostrar estrategias de negación de lo ocurrido. En los niños un poco
mayores (en la etapa escolar) son más frecuentes los sentimientos de
culpa y de vergüenza ante el suceso. El abuso sexual presenta una
especial gravedad en la adolescencia porque el padre puede intentar el
coito, existe un riesgo real de embarazo y la adolescente toma
conciencia del alcance de la relación incestuosa. No son por ello
infrecuentes en la víctima conductas como huidas de casa, consumo
abusivo de alcohol y drogas, promiscuidad sexual e incluso intentos de
suicidio (tabla 3).



b) Consecuencias a largo plazo:


Los efectos a largo plazo son menos frecuentes y más difusos que las
secuelas iniciales, pero pueden afectar, al menos, al 30% de las
víctimas (tabla 4).



Los problemas más habituales son las alteraciones en la esfera sexual
-disfunciones sexuales y menor capacidad de disfrute, especialmente-, la
depresión y el trastorno de estrés postraumático, así como un control
inadecuado de la ira (en el caso de los varones, volcada al exterior en
forma de violencia; en el de las mujeres, canalizada en forma de
conductas autodestructivas) [11].


En
otros casos, sin embargo, el impacto psicológico a largo plazo del
abuso sexual puede ser pequeño (a menos que se trate de un abuso sexual
grave con penetración) si la víctima no cuenta con otras adversidades
adicionales, como el abandono emocional, el maltrato físico, el
divorcio de los padres, una patología familiar grave, etc.


Desde
el punto de vista del trauma en sí mismo, lo que predice una peor
evolución a largo plazo es la presencia de sucesos traumáticos diversos
en la víctima, la frecuencia y la duración de los abusos, la posible
existencia de una violación y la vinculación familiar con el agresor,
así como las consecuencias negativas derivadas de la revelación del
abuso (por ejemplo, romperse la familia, poner en duda el testimonio
del menor, etc.) [3].




Factores mediadores del abuso sexual infantil:

No
todas las personas reaccionan de la misma manera frente a la
experiencia de victimización, ni todas las experiencias comparten las
mismas características. El impacto emocional de una agresión sexual
está modulado por cuatro variables: el perfil individual de la víctima (estabilidad psicológica, edad, sexo y contexto familiar); las características del acto abusivo (frecuencia, severidad, existencia de violencia o de amenazas, cronicidad, etc.); la relación existente con el abusador; y, por último, las consecuencias asociadas al descubrimiento del abuso.


En general, la gravedad de las secuelas está en función de la frecuencia y duración de la experiencia, así como del empleo de fuerza y de amenazas o de la existencia de una violación
propiamente dicha (penetración vaginal, anal o bucal). De este modo,
cuanto más crónico e intenso es el abuso, mayor es el desarrollo de un
sentimiento de indefensión y de vulnerabilidad y más probable resulta
la aparición de síntomas.


Respecto a la relación de la víctima con el agresor,
lo que importa no es tanto el grado de parentesco entre ambos, sino el
nivel de intimidad emocional existente. De esta forma, a mayor grado
de intimidad, mayor será el impacto psicológico, que se puede agravar
si la víctima no recibe apoyo de la familia o se ve obligada a
abandonar el hogar. Por otro lado, en lo que se refiere a la edad del
agresor, los abusos sexuales cometidos por adolescentes resultan, en
general, menos traumatizantes para las víctimas que los efectuados por
adultos.


Por último, no se puede soslayar la importancia de las consecuencias derivadas de la revelación del abuso
en el tipo e intensidad de los síntomas experimentados. La reacción
del entorno desempeña un papel fundamental. El apoyo parental -dar
crédito al testimonio del menor y protegerlo-, especialmente de la
madre, es un elemento clave para que las víctimas mantengan o recuperen
su nivel de adaptación general después de la revelación. Probablemente
la sensación de ser creídos es uno de los mejores mecanismos para
predecir la evolución a la normalidad de los niños víctimas de abuso
sexual.


En ocasiones,
la respuesta de los padres ante la revelación del abuso puede ser más
intensa que la del propio niño, sobre todo en los casos en que la madre
se percata del abuso sexual a su hijo protagonizado por su propia
pareja. Los sentimientos de vergüenza y culpa, de cólera y pena, de
miedo y ansiedad, pueden afectar a los padres de tal manera que se
muestran incapaces de proteger al niño adecuadamente y, en los casos
más graves, pueden llegar incluso a culparlo de lo sucedido.



No deja de ser significativa la influencia de situaciones de estrés
adicionales, como consecuencia de la revelación del abuso, sobre la
estabilidad emocional de la víctima. En concreto, la posible ruptura
(legal o de hecho) de la pareja, el encarcelamiento del padre o
padrastro, la salida de la víctima del hogar (única vía a veces para
garantizar su seguridad, pero que supone un coste emocional y de
adaptación importante) o la implicación en un proceso judicial (con las
posibles consecuencias penales para el abusador) son algunas de estas
situaciones. Respecto al último punto señalado, los juicios largos, las
testificaciones reiteradas y los testimonios puestos en entredicho
suponen una victimización secundaria y ofrecen un peor pronóstico.




Conclusiones:


El abuso sexual en la infancia es un fenómeno invisible porque se
supone que la infancia es feliz, que la familia es protectora y que el
sexo no existe en esa fase de la vida. Sin embargo, el abuso sexual
infantil puede llegar a afectar a un 15%-20% de la población (a un
4%-8% en un sentido estricto), lo que supone un problema social
importante y que afecta a uno y otro sexo (especialmente a niñas). Los
menores no son, sin embargo, solo víctimas de las agresiones sexuales,
sino que también pueden ser agresores. De hecho, el 20% de este tipo de
delitos está causado por otros menores [12].



Las consecuencias de la victimización a corto plazo son, en general,
devastadoras para el funcionamiento psicológico de la víctima, sobre
todo cuando el agresor es un miembro de la misma familia y cuando se ha
producido una violación. Las consecuencias a largo plazo son más
inciertas, si bien hay una cierta correlación entre el abuso sexual
sufrido en la infancia y la aparición de alteraciones emocionales o de
comportamientos sexuales inadaptados en la vida adulta. No deja de ser
significativo que un 25% de los niños abusados sexualmente se
conviertan ellos mismos en abusadores cuando llegan a ser adultos. El
papel de los factores amortiguadores -familia, relaciones sociales,
autoestima, etc.- en la reducción del impacto psicológico parece
sumamente importante, pero está aún por esclarecer [13].



Desde la perspectiva de la evaluación, el diagnóstico precoz, por un
lado, tiene una enorme importancia para impedir la continuación del
abuso sexual, con las consecuencias que ello implica para el desarrollo
del niño [14]. Por otro, el análisis de la validez del testimonio
desempeña un papel fundamental. Las implicaciones legales y familiares
de este problema, así como la corta edad de muchas de las víctimas
implicadas, requieren una evaluación cuidadosa, en donde se analicen
con detalle -y mediante procedimientos múltiples- la capacidad de
fabulación y la posible distorsión de la realidad, así como la veracidad
de las retractaciones. En concreto, hay una tendencia al aumento del abuso de las denuncias de abuso,
sobre todo en el caso de mujeres que denuncian a sus ex parejas con
acusaciones hechas en litigios por la custodia de los hijos, por un
deseo de venganza o por una situación de despecho. Se echa en falta una
mayor finura en los procedimientos de diagnóstico actualmente
disponibles [14] [15] [16] [17].



Por último, un reto de futuro es ahondar en el papel mediador de los
factores de vulnerabilidad y de protección. Solo de este modo se puede
abordar una toma de decisiones adecuada entre las distintas
alternativas posibles y no necesariamente excluyentes: el tratamiento
de la víctima, la salida del agresor del hogar, la separación del menor
de los padres, el apoyo social a la familia, la terapia del agresor,
etc. [18].
q



Bibliografía:

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Correspondencia:
Enrique Echeburúa.
Facultad de Psicología.
Universidad del País Vasco.
Avda. de Tolosa, 70
20018 San Sebastián.
Correo electrónico: enrique.echeburua@ehu.es.


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1 comentario:

  1. Todavía no puedo creer que no sé por dónde empezar, me llamo Juan, tengo 36 años, me diagnosticaron herpes genital, perdí toda esperanza en la vida, pero como cualquier otro seguí buscando un curar incluso en Internet y ahí es donde conocí al Dr. Ogala. No podía creerlo al principio, pero también mi conmoción después de la administración de sus medicamentos a base de hierbas. Estoy tan feliz de decir que ahora estoy curado. Necesito compartir este milagro. experiencia, así que les digo a todos los demás con enfermedades de herpes genital, por favor, para una vida mejor y un mejor medio ambiente, comuníquese con el Dr. Ogala por correo electrónico: ogalasolutiontemple@gmail.com, también puede llamar o WhatsApp +2348052394128

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