Historia de Palestina, Israel

La
nación de Israel representada genéricamente como Palestina es el pueblo
elegido de Dios y por tanto trata sobre esta nación la historia que
veremos a continuación.

Aspecto Religioso

El culto religioso

En
la parte posterior del Templo, existía un patio especial para las
mujeres judías. (No había contacto alguno con los varones y por supuesto
no eran tomadas en cuenta).
La
religión judía era una religión de varones. En el templo y en la
sinagoga varones y mujeres estaban rigurosamente separados, y las
mujeres siempre en lugares inferiores, secundarios. Sólo se celebraba el
culto en la sinagoga si había al menos diez hombres, no contaban las
mujeres, por muchas que estuviesen presentes.
Las
mujeres estaban exentas de peregrinar a Jerusalén en las grandes
fiestas del año, que obligaban a los varones y de otras prácticas
religiosas. Ni siquiera eran aptas, en la sociedad patriarcal, para
pronunciar la acción de gracias en la mesa, en las comidas. Pero sí
estaban obligadas a cumplir con todas las prohibiciones de la Ley
religiosa, sometidas también a todo rigor de la legislación civil y
penal, comprendida la pena de muerte (ver Jn. 8,1-5).
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La
conciencia de la superioridad religiosa masculina estaba muy extendida
en tiempos de Jesús y de las primeras comunidades cristianas, no sólo
entre los judíos, sino también entre griegos y romanos. Por ejemplo, el
hombre griego estaba agradecido a los dioses por la suerte de haber
nacido humano y no bestia, griego y no bárbaro, libre y no esclavo,
hombre y no mujer.

Entre los judíos corría un dicho: “Bien aventurado aquel cuyos hijos son varones, y ¡ay! de aquel cuyos hijos son hembras”.
En
la oración que los judíos del siglo I y II d. C. hacían en la sinagoga,
por tres veces el hombre judío agradece a Dios por el hecho de que no
lo creara pagano, esclavo o mujer, poniendo énfasis en su privilegio
religioso. Así lo dice este comentario del siglo II:
Rabbí Yehudá dice: deben decirse tres plegarias cada día:
[checklist]
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  • Bendito sea Dios que no me ha hecho pagano
  • Bendito sea Dios que no me ha hecho mujer
  • Bendito sea Dios que no me ha hecho ignorante
[/checklist]
Bendito
sea Dios que no me ha hecho pagano: porque todas las naciones son como
nada ante él. (Is.40, 17). Bendito sea Dios que no me ha hecho mujer:
porque la mujer no está obligada a cumplir los mandamientos. Bendito sea
Dios que no me ha hecho ignorante: porque el ignorante no se avergüenza
de pecar. En la lengua en que fue escrito el Antiguo Testamento, el
hebreo, las palabras piadoso (hasid), justo (saddiq) y santo (qados) no
tienen femenino.

Saduceos.

Se
puede empezar nombrando los Saduceos, que toman su nombre de Sadoc,
sumo sacerdote del tiempo de Salomón que vivió en el siglo II a. C.
Integraban este grupo las familias sacerdotales dirigentes, las
principales familias de los grandes comerciantes de la ciudad y los
hacendados más ricos del campo. Los jefes de esa aristocracia
sacerdotal y laica (los ancianos) formaban parte del Sanedrín. Era,
pues, un partido aristocrático que reunía a los ricos y los poderosos.
Formaban una “clase aparte”, eran escasos en número y estaban
fuertemente organizados. Su influencia en la política y la
administración de justicia fue muy importante entre el periodo asmoneo y
la guerra judáica. Algunos de los saduceos “seglares” eran los
arrendatarios de los impuestos, los procuradores y recaudadores romanos.
Los romanos les concedieron el monopolio del cobro de los impuestos.
En
materia de religión admitían únicamente la “Torá” o Ley de Moisés, que
está formada exclusivamente por los cinco primeros libros de
la Biblia o Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Se
atienen estrictamente a la letra de lo que dicen esos libros, son
pues fundamentalistas y por eso, rechazan todo desarrollo posterior de
esa doctrina. Según los saduceos, los sacerdotes son los únicos
intérpretes de la Ley; no quieren que los fariseos laicos la
interpreten, y sospechan de los profetas. Propugnaban la observancia
del sábado. Viendo que en la Torá no se habla de la resurrección de los
muertos ni de otra vida, no creen en ella, por considerarla un concepto
novedoso. Para ellos todo termina con la muerte y aseguran que no hay
más salvación que la terrenal. En política, favorecieron un
nacional-judaísmo y fueron acérrimos defensores del Estado del Templo, y
procuraron llevarse bien con los romanos.
Se
les acusa de vivir el divorcio entre la fe y la vida: al lado de su
actitud religiosa conservadora, mostraban una licenciosa relajación de
costumbres:
[checklist]
  • lujo y aficiones paganas siguiendo el ejemplo de los romanos (dueños del mundo)
  • el divorcio era frecuente entre ellos
  • utilizaban el matrimonio entre miembros de la misma familia para conservar riqueza y poder
  • poligamia que, en la práctica, sólo era accesible a los ricos por lo costoso que resultaba.
[/checklist]
Caifás,
el Sumo Sacerdote (18-37 después de Cristo) era saduceo
(Jn.11,49;18,13-14). Los jefes de los sacerdotes eran, en general,
saduceos. Los Hechos de los Apóstoles designan a los saduceos como los
partidarios del Sumo Sacerdote (Hch.5, 17). Mateo (Mt 16,12) contiene un
pasaje donde Jesús advierte a los que le escuchan que se guarden de el
fermento de los fariseos y saduceos.

Son hedonistas, les interesa sobre todo acumular riquezas y disfrutarlas en la vida terrena (Lc.12, 15-21).

Sacerdotes

Israel,
en tiempos de Jesús era una auténtica Teocracia, y en una teocracia son
los sacerdotes quienes, en primer término constituyen el grupo menos
poderoso.

Sacerdotes, israel, antiguo testamento, jerusalen, diezmos y ofrendas, palestinaLos
sacerdotes habían organizado a los judíos después del destierro
de Babilonia (538 a. C.) y los habían dirigido en los asuntos
espirituales y materiales, en tiempos de Jesús continuaban en posesión
del poder político y social. El sacerdocio no era por vocación de Dios,
sino hereditario, según la Ley, sólo podían ser sacerdotes los
descendientes de Aarón, el hermano de Moisés (Ex.28, 1; Nm.17, 16-26;
Lc.1, 5; Heb.9, 4). Formaban pues, un círculo cerrado y estrechamente
unido.
Representación: Judíos orando
en el día de Expiación o Perdón. Existía en el Templo un sitio llamado
el “Sancta Santorum” al cual solo el Sumo Sacerdote entraba tres veces,
un solo día al año, el Día de la Expiación.
A
los 20 años de edad, el hijo del sacerdote es presentado en el templo
donde tiene que demostrar la legitimidad de su nacimiento, después de
comprobar que no tiene defecto físico, le ordenaban mediante un baño de
purificación, le visten con hábitos sagrados y se celebran unos
sacrificios, todo durante una semana, de esta forma queda habilitado
para ofrecer sacrificios (Heb.10,11), ejecutar ritos (Mt.8,4; Lc.17,14),
para el servicio al templo (Lc.1,5.8). Los sacerdotes no estaban
encargados de la enseñanza de la Ley, esto era propio de los escribas
(Mt.7,29).
Estaban organizados en 24
grupos, y cada grupo aseguraba el servicio del templo durante una
semana, los turnos se sacaban a la suerte (Lc.1, 5-9). Por la cantidad
de culto que existía en el templo y para atenderlo se necesitaban 300
sacerdotes ayudados por 400 levitas, estos últimos eran descendientes de
la tribu de Leví (Dt.33,8-11; Lc.10,32), eran una especie de “bajo
clero”, encargados de servicios auxiliares del culto y también de los
servicios de policía del templo.
Los
sacerdotes más importantes que llegaban a ser una aristocracia eran:
El Sumo Sacerdote, jefe de todos los judíos de Palestina y del
extranjero, responsable principal del templo, administrador, presidente,
por oficio, del Sanedrían o Gran Consejo. Era el único mortal que
entraba en la parte más íntima, sagrada e importante del Templo: el
“Sancta Santorum”: tres veces, un solo día al año, el “Día de la
Expiación” (el Yom Kippur. o día de penitencia instituido por Dios).
A
partir del año 37 antes de Cristo, Herodes primero y luego los
procuradores o gobernantes romanos tenían el derecho de nombrar y
deponer a los Sumos Sacerdotes, desde entonces el cargo no era
hereditario ni vitalicio. También consagran al Sumo Sacerdote mediante
la entrega de los ornamentos sacerdotales (ocho piezas consideradas como
sagradas). Herodes y los romanos guardan estos ornamentos sagrados (del
6 al 37 después de Cristo en la Torre Antonia), y los prestan a los
sacerdotes sólo para los días de fiesta.
La
intervención de Anás en el proceso de Jesús, explica como mantenían su
influencia y prestigio luego de haber cesado en el cargo como Sumo
Sacerdote.
Otros sacerdotes
principales eran el Comandante del Templo, responsable del orden, los
tres Sacerdotes Tesoreros, a cargo de las finanzas y los Sacerdotes
Vigilantes, quienes guardaban las llaves del templo y se
responsabilizaban de la vigilancia y orden bajo la autoridad del
Comandante del Templo.

Los Ancianos

Eran
también llamados “Senadores del pueblo” y los encontramos con
frecuencia en el Nuevo Testamento, siempre aliados con los Sumos
Sacerdotes (Mt.21, 23; 26,3.47), normalmente unidos bajo una única
expresión “los sumos sacerdotes y los ancianos” (Lc.22, 52).
La
palabra anciano no se refiere a persona de más edad, a viejos de
Jerusalén, en sentido estricto los “ancianos” son el grupo del Sanedrín
distinto de los sacerdotes-jefes y de los escribas fariseos. Está
compuesto por los jefes de las familias más ricas e influyentes de
Jerusalén. En algún momento Lucas los llama “los notables el pueblo”
(19,47), son la aristocracia seglar, los poderosos, esto por el dinero
ya que eran los propietarios de grandes haciendas y los comerciantes más
ricos.
Estos ancianos están
relacionados con la fuente principal productora de riqueza que es el
Templo de Jerusalén y con sus dirigentes, los sacerdotes jefes. También
están ligados al poder romano que ha sabido atraérselos entregándoles en
arriendo el cobro de impuestos, así los romanos dominan, por su medio,
el Sanedrín. La fortuna de los ancianos es la garantía de que el
impuesto de los judíos ingresará en el tesoro del Imperio romano. Para
estos “ancianos”, jefes del sistema de recaudación de impuestos, las
cantidades recolectadas bien administradas, son una buena fuente de
ingresos suplementarios, porque entregan a los romanos los impuestos por
ellos exigidos, pero se los cobran con creces al pueblo por intermedio
de los “publicanos”.
Están muy
interesados en defender el orden establecido, pues en él se basa la
conservación y mejora de su posición, dinero e intereses. Si los romanos
sospechasen que ellos de algún modo se oponen a su poder, perderían sus
privilegios, correrían peligro de ser desterrados y después sufrirían
la confiscación de todos sus bienes.
Son
observadores en cuestiones de religión y se atienen estrictamente a la
letra de la Escritura, y tienen por jefes a los “hombres de la
religión”, a los jefes de los sacerdotes, a la nobleza sacerdotal.
Además son muy fieles a la observancia religiosa externa.
No
pueden ser sacerdotes, ni siquiera comprando el sacerdocio. Como todos
los que tienen por ídolo el dinero, “ídolo de muerte”, para defender su
“orden”, un orden injusto, pero que les favorece a ellos, llegan hasta
la sangre (Mt.26,3-5.59;27,1-2; Mc.14,43).
No
todos los ancianos eran iguales en su pensar y proceder, entre estos
notables se encuentra José de Arimatea, rico hacendado (Mt.27,57;
Mc.15,43; Lc.23,50-51; Jn. 19,38-42).

Fariseos

Los
fariseos era un grupo religioso caracterizado por su estricta
observancia de la Ley. Provenían del movimiento asideo (siglo
II). Aunque tenían sacerdotes era en esencia un movimiento laico. El
movimiento asideo se separó en dos ramas: los fariseos y los esenios.
El
nombre fariseo es la forma griega de perusim que significa “los santos,
 los separados, la verdadera comunidad de Israel. Eran gente religiosa y
piadosa.
En el Nuevo Testamento los fariseos son presentados como hipócritas, pero no se corresponde con lo que se sabe de ellos.
Los
fariseos se preocupan mucho por cumplir todas las leyes y tradiciones
religiosas, también en que otros las cumplan. Para ellos lo más
importante en su relación con Dios es la Ley religiosa, ella es el
verdadero tesoro de Israel, más importante que el Templo. Ellos son el
“pueblo de la Ley”, generalmente son artesanos, pequeños comerciantes,
campesinos, pero, aunque proceden del pueblo, quieren estar separados de
él; les parece demasiado ignorante de la Ley y, sobre todo, impuro, que
no la cumple; “maldito” (Jn.7, 45-49).
Son
legalistas, pues ellos mismos habían añadido muchas leyes y tradiciones
a la Ley. Formularon 613 leyes complementarias (248 mandatos y 365
prohibiciones), difíciles de aprender y sobre todo difíciles de cumplir,
estas reglamentaban minuciosamente la vida, especialmente la
observancia del sábado y la pureza necesaria para el culto. A estas
leyes las llamaban “tradición oral” (inventada por ellos). Para ellos
esta tradición tenía tanto o más valor que la Ley escrita.
Los
fariseos esperaban una intervención divina, la venida del Mesías que
libraría al pueblo del yugo de los romanos, se preparaban para ese “Día”
con la oración, con el ayuno y, sobre todo, con la observancia fiel de
todas las leyes, particularmente la del sábado.
Eran
ritualistas, se preocupaban mucho de las acciones obligatorias para
acercarse con pureza a Dios, a la oración, al templo, a los actos de
culto. La profusión de normas tendía a convertir el ejercicio de la
piedad en una cuestión técnica o normativa. Se guiaban por un libro
entero para esto, el Levítico, sobre todo en los capítulos 11 al 16, que
explica las reglas de pureza. Para ellos impuro significaba contagioso,
y el roce con lo impuro les impedía las relaciones con Dios.
Impuros eran:
[checklist]
  • la sangre y todo lo que toca porque, según ellos, es la vida
  • todo derrame sexual (ej. menstruación)
  • los utensilios como copas, platos, ollas sucios, pues había que lavarlos varias veces escrupulosamente (Lc.11,39)
  • ciertos animales que la Ley prohibía comer (Mt.15,10)
  • todo
    cadáver de animal o persona; no sólo el que los tocaba, aunque fuese
    por necesidad, también el que pisaba una tumba, un sepulcro, aún sin
    saberlo, quedaba “impuro” ante Dios. (Lc.11,24)
  • las personas
    afectadas por alguna enfermedad repugnante, en especial de la piel, como
    la lepra, eran “intocables”, porque el mero rozarles impedía acercarse
    al Dios Santo. (Mt.8,2-4)
  • los judíos que ejercían determinados
    oficios u ocupaciones que eran considerados impuros; publicanos o
    recaudadores, prostitutas, pastores, médicos. Sentarse con ellos a la
    mesa u hospedarse en sus casas “contagiaba”. (Mt.9,9-13; Lc.19,1-7)
  • el solo entrar en las casas de paganos, quienes no eran judíos, contaminaba. (Jn.18, 28).
[/checklist]
Tenían
obsesión por los lavados rituales, sobre todo de las manos
“impurificadas” por haber tocado algo “impuro”. Hasta siete veces al día
el fariseo piadoso hacía sus abluciones personales con agua y con
oración. También el agua entraba en este juego pues, se convertía en un
problema saber qué tipo se requería para lavar cada utensilio y para los
baños de purificación, ellos distinguían hasta seis tipos de agua para
estos menesteres.
Estos fariseos
piensan que cumpliendo con la Ley y la tradición adquieren los méritos
necesarios para la salvación, y que Dios tiene que “pagar” esa
fidelidad, esa recompensa se les debe (Lc.17, 7-10).
Hacían
todo tipos de obras, más allá de lo mandado por la Ley, para así tener
más méritos ante Dios; ayunos (Mt.9, 14; Lc.18, 12), oraciones (Mt.6,5),
pago de diezmos (Mt.23,23). Cumplían minuciosamente las estrictas
reglas sobre la pureza ritual que de por sí eran obligatorias sólo para
los sacerdotes, y las leyes sobre los alimentos (Mt.15, 1-20; 23,25.27;
Mc.7, 1-23; Lc.11, 39).
El Evangelio que más trata el fariseísmo es Mateo exhibiendo opiniones como ésta.
Atan bultos pesados y los cargan en las espaldas de los demás, mientras ellos no quieren empujarlos ni con un dedo. (Mt. 23,4)

Escribas

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Ruinas
de una sinagoga. En tiempos de Jesús, cada comunidad judía tiene su
sinagoga. La sinagoga era el sitio de reunión para la oración y el
estudio de la Ley. El templo era sobre todo para las fiestas y quedaba
lejos para la mayoría. En la sinagoga la ceremonia se dividía en dos
partes: primero el Shemá, que terminaba con una bendición, luego se
hacía la lectura de la Ley, iluminada por un texto de los profetas, y
seguida por una homilía.
Los
escribas, en hebreo sofer, son los “especialistas de la Ley”, los que
estudian, conocen, explican e interpretan la Ley. Son al mismo tiempo,
teólogos, profesores, jueces, enseñan lo que hay que hacer para cumplir
con la Ley, resuelven las dudas que sobre la observancia se presentan.
Ejercen también la justicia, según la Ley.
En
un principio los escribas eran un grupo laico pero, dada su apertura a
nuevas interpretaciones, muchos de ellos eran
también fariseos o saduceos. Con el tiempo, empero, predominaron los
escribas fariseos. Los escribas o “doctores de la Ley”, son la
aristocracia intelectual judía, el escriba o “rabí” llega al poder no
desde el dinero como los ancianos o senadores, ni por la sangre o casta
como los sacerdotes, sino por su saber, y son conscientes de eso. Los
fariseos-escribas llegaron al Sanedrín y cada vez tuvieron más poder
después de la muerte de Herodes el Grande, año 4 antes de Cristo.
Su
formación era en escuelas, la más importante y famosa es la de
Jerusalén, después de un ciclo regular de estudios en varios años, el
escriba poseía un sólido conocimiento de todo el Antiguo Testamento,
dominaba plenamente todos los recovecos de la Ley, estaba autorizado
para decidir personalmente todas las cuestiones de leyes y ritos
religiosos, era nombrado juez en los procesos criminales y decidía
también en los procesos civiles, tenía derecho a ser llamado “rabbí”. Al
cumplir 40 años de edad era escriba con plenas atribuciones como
“Doctor graduado”.
Su saber los
colocaba en los puestos más importantes de la enseñanza, de la
administración y de la justicia. Y, sobre todo los escribas que además
eran fariseos, tenían un gran poder porque creaban y trasmitían las
“tradiciones” religiosas que estaban en igualdad y aun por encima de la
propia Torá o Ley escrita; tenían el poder de atar (obligar) y desatar
(liberar de obligación) para siempre, a los judíos del mundo entero, en
conformidad con lo mandado por la Ley; en su poder estaban los puestos
claves del poder judicial, del poder administrativo, y de la enseñanza:
en general, eran escribas los jueces de todas las ciudades importantes
del país.
En las sinagogas, además de
ser los jefes, explican e interpretan con autoridad la Escritura, son
los jueces y supervisores de la marcha de la vida diaria; tienen poder
en lo judicial, en lo ejecutivo y hasta pueden imponer castigos de
azotes y llegar al destierro.
Dirigían
y controlaban la Escuela Superior de Jerusalén, el partido fariseo del
Sanedrín estaba compuesto íntegramente por escribas (en el N.T. el grupo
fariseo del Sanedrín es llamado indistintamente “Los fariseos” Mt.21,
45 o los “escribas” Lc.20, 19). En él cada vez tenían más poder, entre
otras cosas porque el Sanedrín era la única Corte de Justicia o Tribunal
Supremo para todos los judíos (Mt.26, 57-66; Hch.5, 34-40).
El
conocimiento del Antiguo Testamento (la exégesis de la Escritura) era
decisivo en las sentencias judiciales, y ese conocimiento era exclusivo
de los “escribas-fariseos” del Sanedrín:
[checklist]
  • los
    escritos del Antiguo Testamento estaban redactados en la “lengua
    sagrada”, el hebreo, y ésta lengua sólo era conocida por los escribas,
    el Arameo era la lengua del pueblo, aun en el siglo primero, los jefes
    de los escribas lucharon para que el Antiguo Testamento no se divulgase
    en Arameo.
  • Eran los únicos que conocían la “tradición oral” que sólo se trasmitía, de palabra del maestro al discípulo.
  • Eran
    los dueños de la tradición “esotérica”, es decir de los secretos más
    ocultos sobre doctrinas, leyes, fórmulas mágicas religiosas.
[/checklist]
Todo esto les daba un gran prestigio ante el pueblo.

Aspecto Social

Publicanos

Estos
eran agentes de aduana o recaudadores de impuestos, para aquel tiempo
no eran funcionarios del Estado, sino comerciantes que adquirían del
Estado, en arriendo, el derecho a la recaudación de impuestos. Para ello
pagaban determinada suma de dinero al erario público, quedándose con
todo lo que podían sacar por encima de esa suma.
Entre ellos se distinguían dos clases:
Los
jefes del sistema de recaudación de impuestos: Eran gente rica,
generalmente jefes de las familias de la alta sociedad de Jerusalén,
algunos de ellos miembros del Sanedrín (ancianos o senadores del
pueblo).
Los judíos tenían que pagar a
los romanos unos impuestos directos y otros indirectos. Estos grandes
arrendatarios de aduanas se responsabilizaban del pago de estos
impuestos, luego se reembolsaban esas cantidades con creces, en éste
cobro están respaldados por los romanos.
Arrendaban
muchos puestos aduaneros, para cada puesto aduanero señalaban un canon
de arriendo que era preciso entregar. Los ingresos superiores a éste
canon se los quedaba el arrendatario como ganancia personal, llevando
esto a la explotación y la estafa.
Los cobradores locales a quienes se les llamaba publicanos.
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Representación:
La llamada de Mateo Leví hecha por Jesus de Nazaret. Jesús no se fija
en su ocupación (publicano, cobrador de impuestos), sólo lo llama para
hacerlo discípulo y Mateo a su vez responde a éste llamado siguiéndole y
ofreciendo un banquete. El autor del cuadro es: Michel angeló Merisi da
Caravaggio o Caravaggio.
La mayor
parte de los que hacían este trabajo eran pobres o esclavos empleados
por una agencia de recaudación de algún gran arrendatario, a su vez los
despedían al menor problema.
Palestina
sufría un sistema de impuestos verdaderamente opresivo, había que pagar
derechos de aduana y de peaje a la entrada de los pueblos, en los
puentes, los vados, los cruces de caminos. El hostigamiento de los
publicanos era molesto y también muy costoso, pues los recaudadores
tenían que exigir una cantidad superior a la tarifa oficial si querían
ganarse la vida. Leví es uno de esos recaudadores o “publicano”.
Es
de notar también que el pueblo no conocía con certeza la ley romana de
impuestos, y tampoco se atrevía a reclamar, ya que los recaudadores
estaban apoyados.
A los ojos de todo
sacerdote y fariseo, el publicano era un pecador, pues su profesión era
considerada “contaminante” o “impura” por los escribas o doctores de la
ley. Para los judíos el único impuesto legítimo es el que se pagaba al
Templo, por tanto estos publicanos que cobraban para los romanos, eran
también despreciados por la comunidad.
Por
lo general los publicanos eran gente pobre, pertenecían a una clase
social tan desfavorecida que tenían que aceptar este trabajo
“deshonroso” para sobrevivir.
Los
publicanos jamás eran invitados a comer, no los trataban, estaban
despojados de sus derechos civiles: no podían ser jueces, ni siquiera
testigos de un proceso, mucho menos pertenecer a una comunidad de
fariseos, son pues, gente tomada como pecador, marginados, mal pagados y
con frecuencia maltratados.

El comportamiento de Jesús con los publicanos

Los evangelios hablan directamente de estos “publicanos”, recaudadores y normalmente asocia “publicanos y pecadores”.
Juan
el Bautista exige de los recaudadores, como signo de penitencia, el
cobro exacto del impuesto fijado: Fueron también a bautizarse unos
recaudadores, que le preguntaron: Maestro ¿qué tenemos que hacer? Él les
contestó: No exijan más de lo que tienen establecido Lc.3, 13.
La
actuación de Jesús y de sus seguidores, fue sencillamente escandalosa,
iban contra toda regla de comportamiento social y religioso. Son muchos
ejemplos que hay de tal situación; cuando llamó al publicano Leví a ser
discípulo íntimo suyo, al frecuentar la compañía de publicanos y
pecadores y comer con ellos, Leví le ofreció en su casa un gran
banquete, y estaban recostados a la mesa con ellos un gran número de
recaudadores y otra gente Lc.5,29. Para los piadosos judíos era
escandaloso que Jesús y sus seguidores comieran con ellos en la misma
mesa.
Cuando se enfrenta con los
fariseos mostrándoles que, salir al encuentro de un pecador, expresa
mayor fidelidad al Dios Santo, que no buscar aislarse para alardear de
su propia perfección: Los fariseos y los letrados de su partido (los
fariseos que eran escribas)protestaban diciendo a los discípulos: ¿Se
puede saber por qué comen y beben con recaudadores y pecadores?. Jesús
les replicó: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he
venido a invitar a justos, sino a pecadores, a que se
arrepientan Lc.530-32.
Esta forma de
actuar de Jesús, le valió una especie de sobrenombre, más bien una
acusación malévola: ¡Vaya glotón y borracho, amigo de recaudadores y
pecadores! Mt.11, 19.
Jesús justifica
su conducta con tres parábolas que vienen a decir: así es Dios, así es
mi Padre, y esto se puede comprobar en la lectura del evangelio
de Lucas 15,1 al versículo 32.
Más
allá todavía, y de un modo desconcertante y provocador dice que los
publicanos son preferidos a los sumos sacerdotes y los senadores del
pueblo: Los recaudadores y las prostitutas se dirigen, en lugar de
ustedes, al reino de Dios Mt.21, 23-32).

Los Zelotas

Estos
eran hombres ardientes, “llenos de celo”, de deseos por cumplir la Ley,
sobre todo su primer mandato: para ellos “sólo Dios reina en Israel”, y
por eso están dispuestos a sacrificar hasta la propia vida.
Como
ideología o partido no hay documentación cierta de ellos hasta el 44
después de Cristo. Y todos los escritos del Nuevo Testamento son
posteriores a esa fecha. Su actividad se desarrolla, ciertamente, en el
tiempo de las primeras comunidades cristianas. Los zelotas con su
insurrección del año 66 provocan la represión romana y la caída de
Jerusalén. Algunos autores consideran como zelotas a los galileos que
con ocasión del censo de Quirino, hacia el año 6 después de Cristo, se
rebelaron bajo la dirección de Judas el Galileo.
Los
zelotas son fariseos militantes, se puede decir que representan el ala
más radical de los fariseos, son observantes estrictos de la Ley escrita
y de la tradición oral más rigurosa, son fanáticos en su afán por la
instauración del reino de Dios en Israel. Ellos son los judíos
nacionalistas más radicales: ortodoxos e integristas. Su fanatismo
confunde política y religión, y se expresa con actos de terrorismo
dirigido contra los romanos y contra los judíos que ellos consideran
poco religiosos o colaboracionistas. Zelota o fanático es el sobrenombre
del apóstol Simón.
También se
consideran instrumento de la venganza de Dios, en relación al culto y al
sacerdocio, quieren purificar el Templo de la corrupción y de las
injusticias, buscan purificar el país, contaminado especialmente por la
ocupación romana, recurriendo a la violencia. Ellos niegan la obediencia
a todo poder terreno, únicamente obedecen a Dios y a su Ley.
Los
romanos sostenían el principio jurídico de que, con la conquista de un
país, sus tierras pasaban a ser propiedad del Estado (romano), y a la
vez les cedía en usufructo a los nativos, exigiéndoles, a cambio, el
pago de tributos.
Precisamente la
introducción del tributo al César fue la que provocó la rebelión de
Judas el Galileo, en el año 6 después de Cristo, cuando los romanos
destierran a Arquelao, hijo de Herodes I el Grande y convierten a Judea
en provincia romana.
Para los
zelotas, pagar el impuesto a los romanos es incurrir en pecado de
idolatría. Como para ellos, la llegada el Reino depende de la acción
revolucionaria violenta, roban, sobre todo a los ricos, secuestran
personajes importantes, y si es preciso llegan al asesinato. La primera
víctima de los zelotas sicarios (llamados así por el pequeño puñal o
“sica” que utilizaban) fue el del sumo sacerdote Jonatám, hijo de
Hannas.
Para los años 30, los zelotas
no formaban un grupo organizado, sólo eran grupos clandestinos, con
intereses sociales precisos, con inspiración religiosa, impacientes de
liberar a Israel de la dominación romana. Los romanos los llaman
“ladrones” y los consideran simples bandidos, escondidos en las
montañas, que aprovechan las circunstancias, sobre todo las festividades
para sus labores.

Aspecto Económico

 Los ricos.

En el aspecto socio-económico, en tiempos de Jesús, había en Palestina estratos sociales extremos: los ricos y los pobres.
Los
ricos eran pocos en número, pero muy poderosos, conservadores en
religión y también en política, generalmente pertenecían al grupo de los
saduceos.
Entre estos ricos
poderosos tenemos a Herodes II Antipas, a la muerte, 4 años antes de
Cristo, de su padre Herodes I el Grande, había recibido una parte del
reino de éste: Galilea, provincia del Norte, con la capital en
Tiberiades y la Transjordania al Este. Este era un vasallo del emperador
romano, que ni siquiera le otorgó el título de rey. En el año 39
después de Cristo el emperador Tiberio lo destronó y desterró.
Los partidarios de Herodes Antipas, que eran pocos en número, eran llamados herodianos, siempre fueron enemigos de Jesús.
La
plaga de impuestos que Hedores impuso, provocó la venta de tierras y la
concentración latifundista en manos de unos pocos: miembros de la
familia real, colaboradores a quienes recompensaba de ese modo, gente
adinerada que invertía su dinero haciéndose con grandes haciendas. Esta
concentración de fincas en Galilea fomentó el desempleo y la emigración,
ya que algunos se fueron a mendigar a Jerusalén, y en parte también, el
movimiento zelota que rechazaba el pago de los impuestos no religiosos.
La
mayoría de estos hacendados vivían fuera de sus tierras y dejaban la
administración en manos de empleados. Los jornaleros, gente sin empleos
fijos, trabajaban para esas haciendas.
El
padre de Herodes Antipas había comenzado la construcción del Templo de
Jerusalén, y la prosiguió generosamente (año 19 a. C.).
Herodes
ingresaba anualmente unos diez millones de denarios (1 denario era el
salario razonable de un día). Poseía cantidad de mansiones; para
confiscar y apoderarse de los bienes que le apetecían no retrocedía ni
ante el asesinato. Este Herodes es el que mando decapitar a Juan el
Bautista en la cárcel.
Jesús mostró que no le temía, rechazó todo trato con él y, alertó a sus discípulos sobre la maldad que en él se ocultaba.
Los
sacerdotes jefes de familia eran integrantes de la aristocracia de
Jerusalén, eran entre 15 y 17 familias, gente muy enriquecida con los
grandes ingresos y poder que producía una religiosidad y culto montados
en relación al Templo, eran los principales administradores del tesoro, y
esta administración llevaba un dominio usufructual, pues se
aprovechaban de todas sus rentas.
Las familias de los sumos sacerdotes se contaban entre las más ricas del país.
Los
grandes comerciantes y terratenientes eran normalmente saduceos como
los jefes sacerdotes, varios de ellos eran ancianos, miembros del
Sanedrín.

Los pobres.

La
mayor parte de la población eran gente pobre: Jesús recorría todos los
pueblos y aldeas, enseñando en las sinagogas, proclamando la buena
noticia del reino y curando toda dolencia y enfermedad. Viendo el
gentío, le dio lástima de ellos porque andaban fatigados y decaídos como
ovejas sin pastor (Mt.9, 35-36). Entre ésta gente se encontraban:
Los
jornaleros, asalariados que ganaban el sustento con el trabajo, se les
pagaba por días y el abono era diario, trabajaban de sol a sol por un
denario y la comida.
Los escribas no
tenían un oficio ni ejercían el comercio, como la enseñanza de la Ley
debía ser gratuita, estos escribas eran generalmente pobres y vivían de
las ayudas que recibían de sus admiradores y seguidores, de la
hospitalidad espontánea que les ofrecían, de las invitaciones a tomar
parte en los banquetes celebrados en otras casas.
Habían
fariseos pobres, pero con cabeza de rico: “amigos del dinero” los llama
el evangelio, y escribas parásitos que se aprovechaban de la
hospitalidad de las personas económicamente modestas: que se comen los
bienes de las ciudad con pretexto de largos rezos (Mc.12,40).
Los
esclavos, la mayoría de ellos estaban en el palacio de Herodes, venían a
ser como criados domésticos no libres. Los judíos sólo podían ser
esclavos durante seis años, y si el dueño no era judío, el esclavo debía
ser rescatado por sus parientes. El servicio de esclavo no era
considerado deshonroso, inclusive, el jornalero vivía mucho más inseguro
que el esclavo.
El Templo no tenía esclavos, en el campo casi no habían y en la ciudad eran pocos.
Los
mendigos, eran los que no trabajaban y no podían trabajar: Se le acercó
un gran gentío llevándole cojos, ciegos, lisiados, sordomudos y otros
muchos enfermos (Mt.15, 29). Jerusalén era ya en tiempos de Jesús un
centro de mendicidad. Los mendigos se concentraban en torno al Templo,
en las puertas exteriores de la explanada, en el atrio de los paganos y
vivían de la limosna de gente piadosa. La limosna era una de las tres
prácticas fundamentales de la piedad judía, junto con la oración y el
ayuno.
“Am ha’ aretz= pueblo de la
tierra”. Eran campesinos, considerados por los sacerdotes como
ignorantes de la ley e incapaces de cumplirla, sobre todo la ley del
sàbado, la pureza ritual y el pago de los impuestos.
La
clase media apenas existía y sólo había en Jerusalén, pertenecían a
ella pequeños comerciantes, artesanos propietarios de sus talleres, y
los dueños de las hospederías de Jerusalén.

Jesús enfrenta a los ricos

Jesús
desenmascaró el poder alienante que se encierra en las riquezas, para
él, las cosas materiales son buenas, necesarias y debemos disfrutarlas
como regalo de Dios, por eso Jesús condena tan duramente a los ricos y
reprocha a los que acaparan y poseen más de lo que necesitan para vivir,
sin preocuparse de sus hermanos. Los evangelios traen muestras de las
llamadas de atención que hace a todos:
[checklist]
  • No pueden servir a Dios y la riqueza (Mt.6,24)
  • Déjense de amontonar riquezas en la tierra… Porque donde tengas tu riqueza tendrás el corazón (Mt.6, 19-21).
  • Guárdense de toda codicia, que aunque uno tenga de sobra, la vida no depende de los bienes (Lc.12, 15-21).
  • Pero, ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! (Lc.6,24).
  • La raíz de todos los males es el amor al dinero (1Tim.6,10).
  • El que amontona riquezas para sí no es rico para Dios, sino insensato, necio: ha malgastado su vida (Lc.12, 31-34).
  • ¡Con que dificultad van a entrar en el Reino de Dios los que tienen dinero! (Mc.10, 17-27).
  • Pero
    las preocupaciones de esta vida, la seducción de las riquezas y el
    deseo de todo lo demás los invaden, ahogan el mensaje y se queda estéril
    (Mc.4, 19).
  • En cambio, busquen que él reine y eso se les dará
    por añadidura. Tranquilícense, rebaño pequeño, que es decisión de su
    Padre reinar de hecho sobre ustedes. Vendan sus bienes y denlo en
    limosnas; háganse bolsas que no se estropeen, un tesoro inagotable en el
    cielo, donde no se acercan los ladrones ni echa a perder la polilla.
    Porque donde tengan su riqueza tendrán el corazón (Lc.10, 17-27).
  • Una
    cosa te falta: vete a vender lo que tienes y dáselo a los pobres, que
    Dios será tu riqueza; y, anda sígueme a mí. A estas palabras, el otro
    frunció el ceño y se marcho entristecido, pues tenía muchas posesiones
    (Mc.10, 21-22).
  • En vida te tocó a ti lo bueno y a Lázaro lo malo; por eso ahora él encuentra consuelo y tú padeces (Lc.16, 19-31).
  • Gánense amigos dejando el dinero injusto: así, cuando esto acabe, los recibirán en las moradas eternas (Lc.16, 9-11).
  • ¡Qué bien echan a un lado el mandamiento de Dios para plantar su tradición! (Mc.7, 8-13).
  • Pagan el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda verdura, y pasan por alto la justicia y el amor de Dios (Lc.11, 41-42).
  • Esto es “Limpiar por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están repletos de robos y maldades” (Lc.11, 39).
[/checklist]

Trato a la mujer

La
situación social de Palestina es patriarcal. La familia hebrea es una
familia grande, amplia. La poligamia sigue siendo lícita, aunque no esté
más que al alcance de los que tienen suficientes medios económicos. Y
en la casa de familia viven la esposa principal y las secundarias, los
hijos e hijas de todas, juntamente con los criados y criadas, esclavos y
esclavas.

Sociedad Patriarcal

A
la familia se le llama “casa del padre”. Él padre gobierna en ella como
señor absoluto. Él es el dueño responsable de los bienes de la familia.
Los hijos varones son sus herederos. Las hijas aumentan el patrimonio
con el precio que los pretendientes pagan al padre al comprarlas.
Él
es el único que tiene derecho de disponer, dar órdenes, castigar,
pronunciar oraciones, sobre todo la bendición de la mesa, ofrecer los
sacrificios. También él, es el maestro de sus hijos.
Como
madre, la mujer era respetada y reverenciada, porque los hijos son
regalo y bendición de Dios. Por sus hijos, en especial y sobre todo por
los varones, es bendecida la mujer.

Mujer diferente al varón

La mujer judía de Palestina, en tiempos de Jesús era considerada inferior al varón por tener menos ventajas que él.
Existía una expresión, como formula, que se repetía con frecuencia; “Mujeres, esclavos (paganos) y niños”.
Como
el esclavo no judío y el niño menor de edad (13 años), la mujer se
debía por completo a su dueño: al padre si era soltera, al marido, si
era casada; al cuñado si era viuda sin hijo (Dt. 25,5-10). Si la mujer
era soltera estaba bajo la tutela de su padre cuando ésta tenía doce
años y era considerada menor: solo él tenía autoridad para casarla. Pero
como el padre tenía la autoridad para casar a la hija antes de su
llegada a la mayoría de edad, éste podía hacerlo sólo en la edad en que
la hija podía dar su consentimiento explícito y decidir a quién quiere
como esposo.
Tiene prohibido el hombre casar a su hija cuando es menor hasta que crezca y diga ‘a fulano yo quiero’
(Talmud Babilónico, Tratado de Kidushin 81b).
En
ese tiempo, el marido es el dueño de la mujer, y ésta no puede disponer
ni de los ingresos de su trabajo, ni de lo que se encuentra.
La
pobreza de las mujeres aparece en el relato de la viuda pobre que “ha
echado todo lo que tenía para vivir” al tesoro del Templo. Y “todo lo
que tenía para vivir ” eran “unos centavos” (Mc. 12,41-44).

Aspecto Histórico

Los patriarcas:

La
historia judía empezó hace aproximadamente 4000 años, con el patriarca
Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob. Documentos descubiertos en
Mesopotamia, que se remontan a la primera mitad del segundo milenio,
antes del Mesías Jesús. Corroboran aspectos de su estilo de vida nómada,
que se describen en el libro de Génesis. Como decíamos entonces, la
época de los Patriarcas empezó hace aproximadamente 4000 años, con el
Patriarca Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob. La Biblia relata cómo
Abraham fue llamado para ser el fundador de un nuevo pueblo en una
nueva tierra y el portador de la creencia en un Dios revelado. Gn: 17:9:
Dijo de nuevo Dios á Abraham: Tú empero guardarás mi pacto, tú y tu
simiente después de ti por sus generaciones. (RVA)
Cuando
el hambre azotó la tierra, Jacob, el nieto de Abraham, sus doce hijos y
sus familias se establecieron en Gocen, al este del Nilo en Egipto.
Posteriormente sus descendientes fueron sometidos a la esclavitud y obligados a realizar trabajos forzados.

Siglos XIX antes de Cristo

Después
de cuatrocientos años de esclavitud, los israelitas fueron conducidos a
la libertad por Moisés, quién, de acuerdo a la narración bíblica, fue
elegido por Dios para sacar a su pueblo de Egipto y retornarlo a la
tierra prometida de sus antepasados.
Durante los cuarenta años de
deambular por el desierto del Sinaí, los hebreos recibieron la Ley del
Señor, llamada Ley de Moisés, incluyendo los Diez Mandamientos, legados a
toda la Humanidad y se forjaron como Nación entre las Naciones del
Mundo con un Pueblo escogida para ser cuna del nacimiento carnal del
Mesías, Dios Encarnado Emanuel.
El
Éxodo de Egipto dejó una marca imborrable en la memoria nacional del
Pueblo Judío y pasó a ser el símbolo de la libertad y la redención.
Año
tras año los judíos celebran 3 fiestas principales, motivos de Aliah la
Regel a Jerusalén Pesaj (Pascua), Shavuot (La fiesta de la entrega de
la Ley) y Sucot (La fiesta de los tabernáculos) para conmemorar los
eventos ocurridos en ese tiempo.
Durante
los siguientes dos siglos Israel conquisto gran parte de la Tierra
Prometida y abandono sus costumbres nómadas, transformándose en
campesinos y artesanos, logrando así un cierto nivel de consolidación
social y económica.
Períodos de
relativa paz fueron interrumpidos por tiempos de guerra en los que el
pueblo se agrupó tras líderes conocidos como Jueces, que eran elevados a
esa posición, debido a sus capacidades políticas y militares, así como
por su habilidad de inspirar confianza; los jueces ejercían el tiempo
necesario como para derrotar al enemigo.
Consecuentemente,
la debilidad inherente a su organización tribal frente a la amenaza
planteada por los filisteos (un pueblo de Asia Menor que había luchaba
por el dominio sobre la zona costera) generó el deseo en parte de los
israelitas de cambiar su liderazgo tradicional por un gobernante que
pudiera unir a las tribus y convirtiera su posición en una institución
permanente, cuya autoridad se sucediera por herencia. Recurrieron a
Samuel.

La monarquía

Cubrió
el período entre la pérdida de la organización tribal y el
establecimiento de una monarquía plena por parte de su sucesor; David.
Saúl (en Hebreo era de la tribu de Benjamín, el hijo menor de Jacobo y
no de la tribu de Judá como lo fue David)

El rey David.

(1004 – 965 Antes del Mesías.)
David fue escogido de Dios para reinar sobre Israel:

1Sm:16:7: Y Adonay Dios Padre respondió á Samuel: No mires á su
parecer, ni á lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque
Adonay Dios Padre mira no lo que el hombre mira; pues que el hombre mira
lo que está delante de sus ojos, mas Jehová mira el corazón.
1Sm:16:8:
Entonces llamó Isaí á Abinadab, é hízole pasar delante de Samuel, el
cual dijo: Ni á éste ha elegido Adonay. 1Sm:16:9: Hizo luego pasar Isaí á
Sama. Y él dijo: Tampoco á éste ha elegido Adonay. 1Sm:16:10: E hizo
pasar Isaí sus siete hijos delante de Samuel; mas Samuel dijo á Isaí:
Adonay no ha elegido á éstos. 1Sm:16:11: Entonces dijo Samuel á Isaí:
¿Han acabado los mozos? Y él respondió: Aun queda el menor, que
apacienta las ovejas. Y dijo Samuel á Isaí: Envía por él, porque no nos
asentaremos á la mesa hasta que él venga aquí.
1Sm:16:12:
Envió pues por él, é introdújolo; el cual era rubio, de hermoso parecer
y de bello aspecto. Entonces Adonay dijo: Levántate y úngelo, que éste
es.
1Sm:16:13: Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió de
entre sus hermanos: y desde aquel día en adelante el espíritu de Dios
tomó á David. Levantóse luego Samuel, y se volvió á Rama.
David
en su reinado convirtió a Israel en una importante potencia en la
región, por medio de exitosas expediciones militares provocando la
derrota final a los filisteos, y elaboró una red de amistosas alianzas
con los reinos vecinos. Como resultado de esto su autoridad fue
reconocida desde las fronteras de Egipto y el Mar Rojo hasta las riveras
del Éufrates. En lo interior estableció una nueva administración,
convirtió a Jerusalén en su capital, unió a las doce tribus de Israel en
un sólo reino y colocó a Jerusalén y la monarquía en el centro de la
vida nacional del país.
Y la voluntad
expresa de Adonay Dios declarada en 2Reyes:8:19: Con todo eso, Jehová
no quiso cortar á Judá, por amor de David su siervo, como le había
prometido darle lámpara de sus hijos perpetuamente. Promesa dada al
patriarca desde hace tiempo en Gn:49:10: No será quitado el cetro de
Judá, Y el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Shiloh; Y á él
se congregarán los pueblos. (RVA).
La
tradición Bíblica dota a David de muchas cualidades, incluyendo talento
para la poesía y la música, como se manifiesta en el Libro de los
Salmos, que se le atribuye.

El rey salomón.

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Heredó
el imperio fundado por su padre David, dedicó la mayor parte de sus
actividades a reforzar el reino. Dice la Biblia en 1Reyes:2:11: Los días
que reinó David sobre Israel fueron cuarenta años: siete años reinó en
Hebrón, y treinta y tres años reinó en Jerusalén.
1Reyes:2:12:
Y se sentó Salomón en el trono de David su padre, y fue su reino firme
en gran manera. Por medio de tratados con los reyes vecinos y
matrimonios con fines políticos, aseguró la tranquilidad dentro de las
fronteras del reino y lo igualó a las grandes potencias de la época.
Expandió el comercio exterior y promovió el progreso económico del país,
desarrollando importantes empresas como las minas de cobre y la
fundición de metales.
Fortificó ciudades de importancia estratégica y económica y estableció otras nuevas.

La coronación de las actividades constructoras de Salomón en Jerusalén
fueron el palacio real y el Templo, que pasó a ser el centro de la vida
nacional del país.

La monarquía davídica.

El
gobierno de Salomón se deterioró hacia el final por el descontento de
parte de la población, que debía pagar fuertes tributos por los
proyectos del Templo.
Al mismo
tiempo, se originó una rivalidad entre las 10 Tribus del Norte y las dos
del Sur y Judá y Benjamín, quizás por el trato preferencial que
recibían por la cercanía de ellas al Jerusalén, el Templo y las familias
de los Reyes de Israel produjo el descontento de las demás y el
antagonismo entre la monarquía y los separatistas tribales creció
considerablemente.
Con la muerte de
Salomón, una insurrección abierta condujo a la separación de las tribus
del norte y la división del país en un reino norte: Israel, y un reino
sur: Judea.
El reino de Israel, que
abarcaba el territorio de diez tribus, del Norte con su capital Samaria,
duró más de 200 años bajo diecinueve reyes, mientras que el reino de
Judea, que comprendía el territorio de las tribus de Judea y Benjamín en
el sur, fue gobernado desde Jerusalén durante cuatrocientos años por un
número igual de reyes, de la casa de David.
El
Imperio Asirio y babilonio, conquistó primero a Israel y después a
Judea. El reino de Israel fue vencido por los Asirios (722 a. C.) y su
pueblo fue llevado al exilio y al olvido. Más de cien años después
Babilonia subyugó al reino de Judea, destruyó el Templo (586 a. C.) y
exilió a la mayoría de sus habitantes. Sin embargo, la relación del
pueblo con su tierra no fue cortada.
Sentados
en los ríos de Babilonia prometieron:”Si me olvidare de ti, oh
Jerusalén, mi diestra sea olvidada. Mi lengua se pegue a mi paladar, si
no ensalzare a Jerusalén, como preferente asunto de mi alegría” (Salmos
137:5-6)
En Babilonia comenzó a
desarrollarse el judaísmo Babilónico de la Dispersión como un sistema
único de ideas y una forma de vida fuera de la tierra de Israel.
Finalmente,
de esta manera por providencia Divina aseguró la supervivencia Nacional
y la Identidad espiritual del pueblo y le infundió suficiente vitalidad
para asegurar el futuro del pueblo como nación donde Nacería un día en
Mesías como dice la profecía Bíblica en Miqueas 5:2: Mas tú, Belén
Efrata, pequeña para ser en los millares de Judá, de ti me saldrá el que
será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los
días del siglo. (RVA)

Exilio y Retorno

El
exilio a Babilonia después de la destrucción del Primer Templo (586
Antes del Mesías). Si bien marcó el comienzo de la diáspora judía. Como
dijimos fue en Babilonia donde comienza a desarrollarse el judaísmo,
como un sistema único de ideas y una forma de vida fuera de la Tierra de
Israel. Finalmente esto por la Gracia de la Divina Providencia aseguró
la supervivencia nacional y la identidad espiritual del pueblo y le
infundió suficiente vitalidad para asegurar el futuro del pueblo como
nación en el Retorno donde se realizaba el contacto entre Israel y la
Diáspora por medio de las caravanas que por el comercio o que venían los
Judíos de la Diáspora a visitar el Templo periódicamente en las tres
Fiestas Principales. Como habían venido a visitar el Templo en Sucot los
Judíos de la Diáspora Citado en Hechos: 2:7: Y estaban atónitos y
maravillados, diciendo: He aquí ¿no son “Galileos todos estos que
hablan?
Acts: 2:8: ¿Cómo, pues, les
oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en que somos nacidos?
Hechos: 2:9: Partos y Medos, y Elamitas, y los que habitamos en
Mesopotamia, en Judea y en Capadocia, en el Ponto y en Asia, Hechos:
2:10: En frigia y Panfilia, en Egipto y en las partes de África que está
de la otra parte de Cirene, y Romanos extranjeros, tanto Judíos como
convertidos.

Periodo Persa y Helénico

El
rey persa Ciro, que había conquistado Babilonia, decretó que los judíos
eran libres de retornar a su tierra. Aproximadamente cincuenta mil
judíos regresaron, dirigidos por Zorobabel, descendientes de la Casa de
David, emprendiendo el Primer Retorno Shibat Tzión (538 Antes del
Mesías). El Segundo Retorno fue dirigido por Esdras el Escriba, casi un
siglo después.
Durante los siguientes
cuatro siglos, los judíos conocieron diversos grados de autonomía persa
(538-333 Antes del Mesías) y posteriormente el Helenístico Ptolomeo y
Seléucida*2 (333-63 Antes del Mesías). La repatriación de los judíos, el
inspirado liderazgo de Esdras, la construcción del Segundo Templo, la
reedificación de los muros de Jerusalén y el establecimiento de la
Knéset Hagadol Sanedrín (Gran Asamblea) como ente religioso y judicial
supremo del pueblo judío, marcaron el comienzo del Segundo Estado Judío
(Periodo del Segundo Templo).
Dentro
de los confines del Imperio Persa (538~333 AEC), Judea era una Nación
que tenía por Capital en Jerusalén, cuya dirección estaba confiada al
Sumo Sacerdote y el Consejo de Ancianos.
En
el período helenístico, los gobernantes Seléucida con sede en Siria
prohibieron la práctica del judaísmo y profanaron el Templo, en un
esfuerzo por imponer la cultura y las costumbres helenísticas a toda la
población. Como reacción a esto, surgió un gran movimiento de rebelión
(166 Antes del Mesías) que se transformó en una poderosa fuerza
combatiente. La revuelta fue dirigida por Matatías (Matitiahú), miembro
de la dinastía de sacerdotes hasmoneos y, después de su muerte, por su
hijo, Judá (Yehuda), conocido como el Macabeo, que logró una serie de
victorias sobre el ejército seléucida y purificó el Templo (164 Antes
del Mesías). Mas los Macabeos usurparon al fin y al cabo el reinado
encomendado a los Descendientes de David. Estos eventos se celebran
desde entonces anualmente durante la Fiesta de Jánuca o de la Dedicación
o luminarias como lo indica el Nuevo Testamento Jn: 7:37.
Más
en el postrer día grande de la fiesta, Jesús se ponía en pie y clamaba,
diciendo: Si alguno tiene sed, venga á mí y beba. (RVA). Aquí se lo
empezó a recocer a Jesús como perteneciente al Reinado por ser hijo de
David.

Dinastía Hasmonea

A
raíz de los triunfos hasmoneos – Macabeos, los seléucida en (142 Antes
del Mesías) restauraron la autonomía política y religiosa en Judea como
se llamaba entonces la tierra de Israel y, con la caída del reino
Seléucida (129 Antes del Mesías), se logró una completa independencia.
El gobierno de los hasmoneos, que se convirtió en una monarquía
hereditaria actitud que causó muchos problemas en el seno del pueblo,
que pensaba que sólo podía ser rey un descendiente de la Casa de David,
Como Jesús por ejemplo.
Se llegó a
establecer fronteras no lejanas de las del reino de Salomón que habían
sido las más extensas en la historia de Israel.
Durante
la dinastía hasmonea, que duró alrededor de 80 años, se obtuvo una
consolidación política bajo dominio judío, preparando la venida del
Mesías y la vida judía floreció.

Bajo el Dominio Romano.

Cuando
los romanos reemplazaron a los seleúcidas como la principal potencia de
la región, otorgaron al rey hasmoneo Hircano II, una ilimitada
autoridad dependiente del gobernador romano en Damasco. Los judíos no
aceptaron gustosamente el nuevo régimen, y los años siguientes fueron
testigos de frecuentes insurrecciones.
El
último intento de restaurar la antigua gloria de la dinastía hasmonea
fue realizado por Matatías Antígono (40 Antes del Mesías). Su derrota y
muerte tres años más tarde, en manos de los romanos- puso término al
régimen hasmoneo, y la tierra pasó a ser un estado vasallo dentro del
imperio romano. En el año 37 Antes del Mesías, Herodes, hijo de un
asesor del rey Hircano II y casado con su hija, fue designado por los
romanos rey de Judea.
Aunque no tenía
ninguna autoridad en política exterior, Herodes recibió de los romanos
una autonomía casi ilimitada en los asuntos internos del país y se
convirtió en uno de los más poderosos monarcas de la parte Oriental del
imperio romano.
Gran admirador de la cultura greco-romana, Herodes
inició un programa de construcción masiva que incluyó las ciudades de
Cesárea y Sebastia y las fortalezas de Herodión y Masada. Asimismo
refaccionó el Templo, convirtiéndolo en uno de los más maravillosos
edificios de su tiempo. Pero a pesar de sus múltiples logros, Herodes no
fue capaz de ganar la confianza y el apoyo de sus súbditos judíos.
Después
de la muerte de Herodes (4 Antes del Mesías), la autoridad de sus
herederos fue disminuyendo progresivamente, principalmente debido a la
oposición popular a la dinastía herodiana, hasta que Judea quedó bajo la
directa administración romana (6 D.C.). Cuando el dominio romano,
crecientemente cruel e insensible, se convirtió en intolerable, los
judíos se lanzaron a una revuelta (66 D.C.) en los últimos días del
imperio de Nerón que concluyó con la destrucción de Jerusalén (70 D.C.) y
la caída de la última fortaleza de los judíos en Masada (73 D.C.).
La
destrucción de Jerusalén y del Templo por parte de Tito, comandante de
las fuerzas romanas afectó gravemente al pueblo judío. De acuerdo al
historiador judío de la época, Flavio Josefo, aproximadamente un millón
de judíos perecieron solamente en el asedio a Jerusalén, muchos fueron
muertos en diferentes partes del país y decenas de miles fueron vendidos
como esclavos.
Un último breve
período de soberanía judía siguió a la revuelta de Shimón Bar Kojbá (132
Era Común.), durante la cual se recobraron Judea y Jerusalén. Sin
embargo, dado el enorme poderío de los romanos, el resultado fue
inevitable. Fue declarado también Mesías pero al término de tres años,
conforme a la costumbre romana, Jerusalén “fue arada con una yunta de
bueyes”; para borrar todo lazo judío con la tierra, Judea fue llamada
Siria Palestina, y Jerusalén, Aelia Capitolina. Cumpliéndose así la
profecía de Jesús en el Nuevo Testamento: Marcos: 13:1: Y SALIENDO del
templo, le dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué
edificios. Marcos: 13:2: Y Jesús respondiendo, le dijo: ¿Ves estos
grandes edificios? no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.
Marcos: 13:3: Y sentándose en el monte de las Olivas delante del templo,
le preguntaron aparte Pedro y Jacobo y Juan y Andrés: Marcos:13:4:
Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿y qué señal habrá cuando todas estas
cosas han de cumplirse? Marcos: 13:5: Y Jesús respondiéndoles, comenzó á
decir: Mirad, que nadie os engañe; Marcos: 13:6: Porque vendrán muchos
en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañaran á muchos. Marcos:
13:7: Mas cuando oyereis de guerras y de rumores de guerras no os
turbéis, porque conviene hacerse así; mas aun no será el fin.

Bajo el Dominio Árabe.

La
conquista árabe de la Tierra de Israel ocurrió cuatro años después de
la muerte de Mahoma (632 Era Común) y duró más de cuatro siglos, con
Califas que gobernaba en un comienzo desde Damasco y más tarde desde
Bagdad y Egipto. La ciudad de Jerusalén le fue entregada al califa Omar,
a cambio cartas de privilegios que permitían a los cristianos mantener
sus lugares santo y conservar sus costumbres.
Al
comienzo del régimen musulmán fue reanudado el asentamiento judío en
Jerusalén y se otorgó autorización a la comunidad judía para vivir “bajo
protección”, (este status se les otorgaba a los denominados “Pueblos
del Libro”, o sea, a judíos y cristianos. Su categoría en la sociedad se
denomina “Dhimma” y estos eran “Dhimmis” y debían pagar un impuesto que
se llamaba Gizia.), el status acostumbrado para no musulmanes bajo el
régimen islámico que salvaguardaba sus vidas, propiedad y libertad de
culto a cambio del pago de una capitación especial e impuestos sobre las
tierras.
Sin embargo, la posterior
introducción de restricciones contra los no-musulmanes (717 Era Común)
afectó la conducta pública, la observancia religiosas y el status legal
de los judíos, mientras que la imposición de severos impuestos a las
tierras agrícolas obligó a la mayoría de ellos a abandonar sus
comunidades rurales a ciudades, donde su situación mejoró levemente.
Jerusalén
fue fijada durante este gobierno como la tercera ciudad en importancia
para el Islam, después de la Meca y Medina, para considerar a Jerusalén,
específicamente a la Roca, como el punto desde el cual Mahoma ascendió
al cielo. Más tarde, Abd El Malik, gobernante de la dinastía Omeya,
construye este lugar el domo de la Roca y en la parte sur, la Mezquita
de EI Aksa, así como palacios para sus nobles.
El
aumento de la discriminación social y económica obligó a muchos judíos a
abandonar el país, de modo que a fines del siglo XI, la comunidad judía
en la Tierra de Israel había disminuido considerablemente y había
perdido algo de su cohesión organizativa y religiosa.Si este estudio te
ha parecido importante te invitamos a que lo compartas con tus amigos,
para que lo estudien y aprendan más sobre esta gran nación bendecida de
Dios.

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