martes, 12 de abril de 2016

Españoles en Las Indias

Españoles en Las Indias

















































martes, 12 de abril de 2016







(233)
EL QUIJOTESCO Y ENTRAÑABLE QUIRÓS consigue que FELIPE III le confíe una nueva
expedición en busca de la TERRA AUSTRALIS. Parte hacia su objetivo y CREE
HABERLO CONSEGUIDO.
(233)
– Hay dos cosas igualmente difíciles, discípulo mío: saber mandar y saber
obedecer; las historias de Flores, Sarmiento, Mendaña y Quirós son un buen
ejemplo de ello.
     - Certo, preceptore, pero Quirós fue
implacable con su despótica jefa, Isabelita. Sin embargo, él mismo tendrá
problemas con un piloto que iba bajo su mando, Luis Váez de Torres (atentos,
porque se hará justamente famoso). La obsesión de Quirós fue intentar de nuevo
dar con la previsible tierra austral. Isabel Barreto, con la ayuda de su nuevo
y flamante marido, se empeñó en pararle los pies, estimando que los derechos
eran suyos por herencia del difunto Mendaña. El medio místico Quirós tanteó
todas las audiencias terrenales, e incluso las divinas: se fue a Roma y
consiguió que el papa Clemente VIII intercediera ante Felipe III. Y logró la
exclusiva: en 1605 partió del Callao como jefe supremo de una expedición, con
el título de Gobernador y Adelantado de la Terra Australis, y encargado de
encontrarla (parece de chiste no tropezar con algo tan grande). Coge el
volante, reverendo.
     - Okay, my dear. Iban con la intención de
peinar la zona, y Quirós tenía la cabeza llena de sus propias intuiciones y de
las del gran Sarmiento, que también fue un genial cartógrafo. Así que, tras
descubrir islitas por el camino, viró al Sur como quien se tira de un tejado,
incluso dejando de lado las órdenes administrativas que había recibido. Tanta
osadía le habría llevado derechito a Nueva Zelanda, logrando con ello el gran
objetivo, pero todos los oficiales de la armada se le alborotaron, y tuvo que
seguir hacia el Oeste, dando palos de ciego durante 8 meses, hasta que
encontraron un territorio grande, que parecía ser lo que buscaban. ¿Fue la
desesperación? ¿Fueron cálculos equivocados? ¿Fue la seducción de una fantasía
incontrolable? Seguro que Quirós exclamó jubiloso: “Hela ahí, por fin, ¡la
Terra Australis! Misión cumplida: nos volvemos, y además, para acortar el viaje
y dar cuanto antes el notición, no vamos, como estaba previsto, por el cabo de
Buena Esperanza hacia España, sino derechitos a México y que el virrey se
entere ya del exitazo”. Todos estuvieron de acuerdo y firmaron un documento
justificando la conveniencia del cambio de rumbo. Partieron de inmediato, y
también de inmediato los envolvió una poderosa tempestad que superaron con muchas
dificultades, pudiendo continuar después sin mayores problemas el larguísimo
viaje hasta Acapulco. Pero con un ‘pequeño’ detalle: el barco de Luis Váez de
Torres se vio obligado a quedarse refugiado de la tormenta en esa supuesta
‘tierra austral’. Ciao.
     - Lo que traerá consecuencias importantes.
Bye, espíritu cósmico.


     ¡Oh sublime rastreador de legajos! Qué
bien lo voy a explicar con ese primoroso plano que has puesto. Quirós pasa por
Tahití, llega a Fiji, baja directo a Nueva Zelanda, y se pierde el gran
descubrimiento porque sus hombres le obligan a volver hacia el Norte; pero se
da de bruces con las islas Vanuato, que vemos ampliadas a la izquierda. Tocan
tierra en una que Quirós cree ser la buscada zona austral. Con enorme pompa y
profunda religiosidad, la   llama Espíritu
Santo (y así sigue), funda una población (no duró ni un suspiro) a la que le
pone el nombre de Nueva Jerusalén, al lado de un río al que lo bautiza (nunca
menor dicho) como el Jordán (hombre tan religioso tenía que haber sido obispo
por lo menos). Se pone tan épico que a sus hombres les da una medalla y les
nombra caballeros de la Orden del Espiritu Santo (para rechifla general).
‘Logrado’ el objetivo, se vuelve a casita. Pero, como hemos dicho,  el barco de Luis Váez de Torres se quedó
refugiado en la isla por fuerza mayor. Y la armó parda.



lunes, 11 de abril de 2016







(232)
EN FILIPINAS, LA ALTIVA, Y RECIENTE VIUDA, ISABEL BARRETO se casa otra vez,
nuevamente con un pretendiente de relumbrón, FERNANDO DE CASTRO. Parten para
México acompañados por EL BUEN PEDRO FERNÁNDEZ DE QUIRÓS.
(232)
– A la paz de Señor, noctámbulo cronista: balance del segundo viaje de Álvaro
de Mendaña.       
     - Mil gracias por tu constante compañía,
entrañable Sancho. Mendaña y los suyos, unos 380 en total, partieron del Callao
con 4 naves en abril de 1595, y ‘lo que quedó’ llegó a Manila en febrero de
1596: un barco y alrededor de 80 zombis atormentados por un sufrimiento que no
cesó en todo el viaje (pero ya sabemos que Isabel Barreto no de privó de
cuidarse muy bien). Poco antes de llegar a Filipinas, anotó Quirós: “La Salve
se rezaba a la tarde, delante de la imagen de Ntra. Sra. de la Soledad, que fue
el único consuelo en esta peregrinación”.
    - Pero estamos hechos de esperanza, tierno
poeta, y enterramos los malos recuerdos: llegar a Manila fue una explosión de
alegría, salvo para diez que estaban tan deteriorados que murieron pronto. Los
supervivientes fueron vitoreados por la ciudadanía española, y agasajados
espléndidamente. Los restos de Mendaña no tuvieron tanta suerte,  porque el mar se tragó la nave que los traía,
con todos los que iban a bordo. El único resultado positivo de la expedición
fue el descubrimiento de nuevas islas: todo el plan de poblar se fue al garete.
Así que la reacción inmediata de los supervivientes fue empezar de cero una
nueva vida; en algún caso, de drástico abandono de este perro mundo y sus
vanidades: hubo cuatro que, hartos del espejismo de la gloria, se fueron a un
convento. Las viudas lo tuvieron fácil para casarse de nuevo en una Manila con
pocas españolas. ¿Y la sin par Isabel?
     - Genio y figura, reverendo: cualquier
cosa antes que perder el estatus. Invirtió con acierto su capital (no solo
viajaba bien alimentada) en valiosas mercancías que la hicieron rica, y se casó
con un soltero distinguido; era joven, sobrino de tu lejano pariente, el
gobernador de Manila, y estaba cubierto de honores: Caballero de Santiago y
General de Galeones de Filipinas. El mancebo (así lo califica Quirós) se
llamaba Fernando de Castro, por lo que sería gallego y también posible pariente
de ella. Y da la impresión de que fue un nuevo marido a sus órdenes, porque se
desvivió defendiendo los derechos de Isabel sobre la zona de las islas
descubiertas. Pero esta vez, el devoto, silencioso observador, extraordinario
navegante y perfecto cumplidor que fue Pedro Fernández de Quirós les ganó la
partida. Fue con el matrimonio desde Manila a Acapulco sin grandes problemas.
Allí se separaron e hicieron su campaña particular en la corte española ante el
rey disputándose un nuevo permiso de exploración; pesaron más las razones de
Pedro, como veremos mañana. La vida no para. Agur, secre.
     - Qué viajes: tardaron 4 meses  en llegar desde Manila a la costa de México,
con una sola escala y, el resto, cielo y agua. Bye, my reverend.


     Venga: va de historia. Observen vuesas mersedes
el mapa. Ahí está la isla de Guam y el archipiélago de las Marianas. Cuando
Isabel Barreto, su nuevo marido, Fernando de Castro, y el puritano Pedro Fernández
de Quirós (qué gran piloto) volvieron desde Filipinas al puerto de Acapulco,
siguieron la ruta del galeón de Manila, haciendo escala en Guam. Esta isla la
descubrió Magallanes en 1521. Los nativos en encontró eran aficionados a
mercadear, y no quedaron contentos con las baratijas que les dieron los
españoles a cambio de suministros. Así que robaron todo lo que pudieron en los
barcos. Magallanes se lo tomó a mal, les dio un escarmiento, puso al
archipiélago el nombre de Islas de los Ladrones y zarpó rápidamente. Fue
Legazpi el que tomó posesión oficial de ellas en 1565. Más tarde llegarían
misioneros jesuitas, acabando muchos martirizados. En 1667, ya asentada la
colonización, se les puso el nombre de Islas Marianas, para agasajar a Mariana
de Austria, esposa de Felipe IV. Con el desastre de 1898 (pérdida de Cuba y
Puerto Rico), los gringos se quedaron con Guam; el resto del archipiélago es
independiente. ¡Ah!, se me olvidaba: la fosa 
marítima más profunda está precisamente en las Marianas, y mide once mil
metros.


domingo, 10 de abril de 2016







(231)
CONTINÚA LA TERRIBLE TRAVESÍA HASTA MANILA, adonde llegan gracias al experto
QUIRÓS, muy crítico con la DESPÓTICA ISABEL BARRETO.
(231)
-  Bonne nuit, mon petit mignon; estás en
lo cierto: debí convertirme en el gran reportero de Indias. Nunca me lo
perdonaré.
     - Fue una pena, impagable Sancho. Solo de
pensar en los personajes históricos que trataste, del rey ‘pabajo’, me entran
mareos. Pero tu misma biografía fue absolutamente excepcional. ¡Ah!, y cada vez
eres más conocido. Estamos perforando la roca.
     - Gracias, pequeñuelo: te adoro. Pero continuemos
el viaje con la valiente e insoportable Isabel Barreto. La gente iba al borde
del motín, por ella y por la soberbia de sus hermanos. Además, Quirós,
sensatamente, se opuso a sus intenciones de un aumento de la ración de agua al
no creerle que aún faltaba mucho para llegar a Manila. El viejo lobo de mar
describe la penosa situación de la nave con una exhibición de vocabulario marinero:
“todo estaba deteriorado, el árbol mayor, el dragante, el bauprés, la cebadera,
el estay mayor, el calabrote, los brandales, las vergas, las trizas, las
ostagas, el combés, los masteleros, la gavia, la mesana, la bolina…”. Llegaron
a la bahía de Cobos. Visto el pésimo estado general de la gente, Quirós propuso
dejar allí a enfermos, mujeres y niños, atendidos por indios amigos, y aligerar
la nave para llegar cuanto antes a Manila. Isabel, ni caso, y Quirós anotó: “No
hice en esta expedición cosa buena, sino sufrir a una mujer gobernadora (lo era
de las tierras descubiertas) y a sus dos hermanos”. Pero la cosa fue peor
todavía: la ‘jefa’ prohibió desembarcar en la bahía, bajo pena de muerte. Un
padre ‘desnaturalizado’ se fue en una barca con la idea de conseguir leche para
su famélico bebé, y a la vuelta, la ‘muy hija de su madre’ (perdóname, secre)
ordenó ahorcarlo. Fue el colmo: nadie quiso cumplir la orden, le faltaron sin
tapujos al respeto, y tuvo que ceder, apagándose así la mecha de aquella estúpida
bomba. Allí se enteraron (por fin, una buena noticia) de que era falso el rumor
de que el pirata Cavendish se había apoderado de Manila, de manera que seguía
como  gobernador Luis Pérez de las
Mariñas. Preséntalo, escribano.
     - Molto felice, caro. Ya hablamos antaño
de su familia, pero procede decir hogaño que era pariente lejano tuyo. Primo de
Diego de las Mariñas y Ortiz de Matienzo, prestigioso Capitán General de
Galicia, cuya madre era Juana Ortiz de Matienzo, corajuda matrona que tuvo como
padre (¡ay, Dios mío!) a tu sobrino Juan Ortiz de Matienzo, del que  no sé qué cosa buena decir, salvo que
disfrutó de enorme poder (aunque para desgracia general) como juez  en las primeras audiencias de Indias, las de
Santo Domingo y México (que el Señor le perdone). Ciao.
     - Pero, como bien dices, puntilloso
escribano, era de mi misma sangre,  y no
puedo renegar de él. Bye, my dear.  


     Escucha, socio: vamos a provechar este
espacio para avanzar en la narración, y lo voy a hacer como un rayo porque veo
a algunos que están a punto de roncar. Atentos al mapa. La bahía de Cobos está
a la derecha de Manila, en la islita que pone Virac. Después de que Isabelita
tuvo que renunciar allí a ahorcar al que salió del barco en busca de leche para
su hijo, zarparon bien guiados por  Quirós.
Tomaron rumbo al sur, pasaron (pónganse sus mersedes de pie y con las gorras en
la mano) por Legazpi (apellido del gran vasco que fundó Manila), enfilaron
hacia el oeste al llegar a ese estrechuco, y subieron en dirección a Manila. En
Batangas, Isabel mandó a su hermanos a caballo a la capital (Quirós dice que
para dar ellos los primeros la versión de viaje), y el barco siguió hasta
Mariveles (el nombre no aparece en el mapa, pero es un puerto que está en la
punta de la bahía de Manila), y allí ocurrió algo tragicómico. Sube el alcalde,
ve la tremenda miseria de la gente y, al mismo tiempo, dos puercas correteando
a su aire. Les preguntó por qué no se las habían comido. Le respondieron (frase
para la Historia):”Son de la gobernadora”. Sin mediar palabra, mandó asarlas y
distribuir la carne entre la gente (patética anécdota que tiñe a Isabel de un
tono aún más desagradable). Y, de seguido, llegaron a Manila.



sábado, 9 de abril de 2016







(230)
LA EXCEPCIONAL ISABEL BARRETO, ya con título de Gobernadora y Almirante, dirige
la flota hacia FILIPINAS, pero resultando odiosa a los que van a  bordo.
(230)  - Placer verte, literato compañero de
tertulias: Quirós tuvo mejor concepto de Mendaña que Sarmiento. Pero detestaba
a Isabel.
    - En lo primero, reverendísimo abad, quizá
influyeran las edades. El más joven era Quirós, y la diferencia de edad con
Mendaña, unos 23 años (muchos para la época), le inclinaría a una actitud
respetuosa. Pero no tuvo pelos en la lengua para criticar a la ilustre dama. Su
marido le dejó en herencia todos sus cargos, convirtiéndola en una de las
escasísimas mujeres que tuvieron en Indias el título de gobernadora. Muerto
Mendaña de fulminante enfermedad contagiosa, ella tomó inmediatamente y con
energía la vara de mando en unas circunstancias harto difíciles; durante una de
las incursiones que ordenó, murió su hermano mayor, Lorenzo, por la herida de
una flecha envenenada. Isabel estaba decidida a seguir adelante con la
expedición, pero tuvo que ceder porque nadie tenía ánimos para continuar
peregrinando por el Pacífico. El único hombre que podía salvarlos era Quirós,
como experto piloto, y se decidió poner rumbo a Filipinas (nombre elegido en
honor de Felipe II). Iban escasos de comida y agua  para el largo viaje que tendrían que soportar
(unos 5.000 km), y doña Isabel…
     - Ay, doña Isabel, pequeñín. Tendrás que
buscar luego alguna mujer de Indias más simpática. Fue valerosa, enérgica…,
pero soberbia y egoísta. Quirós nos cuenta que la ración era escasa ya desde el
primer día y que el barco parecía un hospital miserable: “llagas, tristezas,
enfermedades y muertos, con lloros de sus deudos, que día hubo que se echaron 4
a la mar”. Sufrían principalmente de sed: “las mujeres, con las criaturas a los
pechos, pedían agua, y todos a una se quejaban de mil cosas”. Pero, que el
diablo la lleve, la situación habría sido menos dramática si la impresentable
jefa no fuera la quintaesencia del egoísmo estúpido. Dice Quirós que, teniendo
bajo llave la despensa, escatimaba en exceso para la gente, “y era larga en
gastar para sí y en lavar con agua dulce su ropa, respondiendo a las críticas
que de su hacienda podía hacer lo que quisiera”. Se olvidaba la cursi dama de
que, en el código militar, eso merecía pena de muerte. Quirós, representando a
los marineros, trató de que cambiara de actitud, y le contestó que “más
obligación tenía él con ella que con los marineros, y que, si ahorcase a dos,
los demás callarían”. ¡Ele mi niña…!: ya es la segunda vez que la vemos
aconsejando a otros que ahorquen a alguien. La estupidez humana no tiene sexo.
Felices sueños, caro.
     - Ni tampoco la sensatez. Vuela a Quántix,
noble espíritu. Ciao.
     -Veamos, en el mapa, hijos míos, la
trayectoria del viaje. Mendaña descubrió las Marquesas, siguió recto hacia el
Este y encontró otras islas, las Santa Cruz (son las pequeñitas que están
encima de Vanuatu). Allí abandonó este perro mundo y pasó a mejor vida. Isabel
Barreto, su esposa, ya con el título de gobernadora, y (caso único en la
historia de Indias)  de almirante de la
expedición, fue de una tacada hasta Filipinas con la ayuda del experto piloto
Pedro Hernández de Quirós. Luego darían el enorme salto hasta México. Pero
cuéntanos, querido trotamundos, qué pinta aquí la foto de Robert Graves.


     - Ese extraordinario literato inglés tuvo
una vida my intensa. Fue tan mal herido en la 1ª Guerra Mundial que le dieron
por muerto. Pero le quedaba mucho por escribir. Pocos libros tan famosos como
su “Yo, Claudio”. Cuando hace ya varios años (tempus fugit), te perseguí por
Sevilla, querido Sancho, haciendo turismo de investigación, vi un libro, en el
simpático hotel que me alojaba, titulado “Las islas de la imprudencia”, escrito
por Graves en 1949, y que, curiosamente,  
es una versión novelada de este viaje del trío Mendaña-Barreto-Quirós.
Dado que sus narraciones suelen estar empapadas de poesía, fantasea un poco la
historia, pero, como es de suponer, Graves nunca defrauda. Sin duda su
residencia habitual en Mallorca le hizo amar la cultura española, y sabía
escoger como nadie temas de impacto, reconociendo, además, el gran valor de lo
que (dita sea) en nuestra tierra apenas se conoce.






viernes, 8 de abril de 2016







(229)
ACTITUD DESPIADADA DE ISABEL BARRETO Y MUERTE DE SU MARIDO, EL PRUDENTE ÁLVARO
DE MENDAÑA.
(229)
- Asistamos con respeto, querido hijo mío putativo, al destino final de Álvaro
de Mendaña en la isla Santa Cruz.
     - Tuvo mala suerte, compasivo abad, aunque
eso era lo más normal en Indias. Llegaron al pequeño archipiélago el 8/9/1595,
y fueron bien recibidos por el cacique Malope, que vio en ellos buena ayuda
para dar un escarmiento a otra tribu que saqueaba a la suya. Los españoles
venían arrastrando tantas carencias y sufrimientos que las protestas internas se
volvieron peligrosas y los planteamientos muy enfrentados, alguno tan demencial
como el de regresar a Perú para conseguir suministros. Quirós escribe
literariamente: “Los cuentos fueron sin cuento”. El que iba de maestre de campo
estaba más que harto de que Isabel Barreto lo humillara en público. Tampoco le
gustó nada que Mendaña le censurara por maltratar a Malope. Lo que cuenta
Quirós es dramático, aunque no sabemos si exageró: “Y doña Isabel decía a su
marido: ‘Señor, matadlo: ¿qué más queréis, pues os ha venido a las manos?, y si
no, yo le mataré con este machete’. Era el Adelantado (Mendaña) prudente, y no
lo hizo”. Pero el trabajo de zapa debió de ser muy intenso, porque, con ocasión
de que Malope fue asesinado por unos soldados, Mendaña dio orden fulminante de
matar a Pedro Marino Manrique, el maestre, a su ayudante y al alférez que iba
al mando de la tropa. Esta vez Álvaro dirigió la operación de castigo, en la
que tuvieron participación importante los tres hermanos de Isabel. Ejecutaron
al trío sentenciado. A pesar de que Mendaña perdonó a todos lo demás, los
Barreto quisieron hacer una escabechina entre sus contrarios. Sin causa
justificada, Luis Barreto intentó apuñalar a un soldado, pero Quirós le agarró
del brazo y le dijo: “¿Qué cosa es que, sin más ni más, se maten así a los
hombres?”.  Pero el afán de venganza se
impuso, y hubo muchos muertos por ambas partes. Así que la moral del almirante
estaría por los suelos y las defensas de su organismo muy debilitadas.
     - Al menos, triste filósofo, eso parece lo
que decidió la naturaleza de Mendaña, y enfermó de  suma gravedad. Se dio cuenta de que estaba en
las últimas: ya sabes que entonces éramos adivinos al respecto, y también
responsables testadores. Redactó sus últimas voluntades y pocas horas después
murió, un lloroso 18 de octubre de 1595. Nada mejor para recordar su memoria
que mostrar su parte positiva, tal y como la vieron los ojos de Quirós. Habría
sido el mejor epitafio: “Era persona a quien las cosas mal hechas no parecían
bien. Era muy llano; no quería que esperaran de él razones, sino obras. La gobernadora
sintió su muerte, y ansí muchos, aunque algunos se holgaran de ella”. Ciao.
     - Seguiremos el resto del viaje, caro
Sancio, bajo el mando de Isabel. Bye, bye.
     - Está claro, compañero de fatigas,
que  a Mendaña se le recuerda en las islas
que descubrió. Ya vimos la lujosa moneda que le dedicaron en las Salomón, él
por una cara, y nada menos que the Queen Elisabeth en la otra. Mira qué bonito
sello le dedicaron los franceses en su ‘Polinesia particular’, las Marquesas.
Qué menos que celebrar así los centenarios. La otra foto muestra una deliciosa
playa de la isla de Santa Cruz, en la que enterraron a Mendaña. Pero sus
compañeros, recordándole con respeto, se llevaron los restos a Manila, donde
sería mejor recordado, y purificado con miles de misas. Como yo también dispuse
para mí por escrito.
     - Y al hacerlo, querido Sancho, dijiste
algo que me emocionó. Las misas no solo eran para ti, sino también “por las
ánimas de aquellos que yo fui causa de que ofendieran a Dios”.
     - No me atormentes, hijo mío.


     - Al contrario, buen abad: ese sutil
arrepentimiento fue valiente y te honra.





jueves, 7 de abril de 2016







(228)
ISABEL BARRETO, la mujer del sensato MENDAÑA, se muestra como una mujer
dominante, manipuladora y cruel. El mar se traga una de las naves.
(228)
- Caro trovatore: la vida es sorprendente. Resulta que nuestro querido Sarmiento
(adiós, glorioso héroe)) conocía bien a la familia de Isabel, los Barreto,
porque eran de Pontevedra.
     - Certo, dottore. Pero, a lo que íbamos:
durante el largo viaje por el Pacífico, Isabel se destapó como una obsesiva
intrigante, al alimón con sus hermanos. Para evitar problemas, montó una
pequeña red de información que adivinara a tiempo la deriva de los conflictos a
bordo, y hasta se metió a casamentera: apañó 15 bodas. Tras 35 días de
navegación, descubrieron un archipiélago, que Mendaña bautizó con el nombre de
Marquesas de Mendoza en honor al virrey Cañete (García Hurtado de Mendoza).
Llegaron unos ‘buenos salvajes’, subieron a bordo y todo fueron risas hasta que
a alguno de ellos le dio por ‘mangar’ lo que le gustaba; empezaron las malas
caras, un soldado hirió a un nativo, se volvieron todos a las canoas, empezaron
a lanzar piedras y flechas, algún soldado quedó magullado, y la reacción fue
fulminante: un cañonazo mató a varios polinesios. Mendaña lo lamentó, pero no
pudo impedir otros problemas.
     - Era un hombre religioso, como Quirós,
ilustre secre; sin duda con sentimientos humanos, y quizá también poco amigo de
imponerse a la brava: mal asunto cuando la tropa es levantisca y no valora a un
jefe así. Entre los mandos subordinados había conflictos sobre las respectivas
competencias (‘yo no hago eso porque soy cabo’). Pero lo más lamentable era la
falta de tacto y el carácter implacable de doña Isabel. Hubo otro
enfrentamiento con los nativos, también resuelto desmedidamente a cañonazos, y
la ‘doña’, sin importarle que estuviera el maestre de campo presente, empezó a
darle el tostón a Mendaña hasta que le ‘convenció’ para que, en plan de
escarmiento, ahorcara a tres indígenas heridos. Dicho y hecho: quedaron
colgados en la playa delante de toda la expedición y a la vista de su propio
pueblo. Todo esto lo va contando, y bien contado, el piloto Quirós en su
crónica, mostrándose contrario a las maniobras de Isabel Barreto, y apoyando
sin reservas el criterio sensato de su marido, Mendaña.
     - Además, caro Sancio, era un hombre de fe
con ribetes de poeta. Continuaron navegando, de noche les envolvió una
tormenta, y, como el galeón Santa Isabel tenía especiales dificultades, pasaron
a las mujeres que llevaba a la nao capitana. Con bella frase, dice Quirós:
“Pasó la noche, enviando Dios el día”. Pero fue para constatar una desgracia:
la Santa Isabel se había perdido, con parientes y amigos, entre ellos el
almirante Lope de Vega, marido de Mariana Barreto y cuñado de Isabel. A la
siguiente isla que encontraron, la llamaron Santa Cruz, donde permanecieron
algo más de dos meses, que fueron  decisivos
para  el resto del viaje porque en ella
Mendaña dejará de aguantar miserias, pasando a mejor vida de la manera que
contaremos mañana. Ciao.
     - Así es, caro figliolo: “tó pa ná”. Mas
el río de la vida no para. Be ever happy.
    



















     Así me gusta, obsesivo investigador: has
desembrollado el lío. Nos lo explica en francés ese plano de los viajes de
Mendaña. Fijémonos en la línea obscura, la de la segunda expedición. Al navegar
inicialmente un poco más al norte que la primera vez, descubrieron el 21/6/1595
unas islas a las que llamaron Marquesas de Mendoza. En la de Tahuata una placa
conmemora el hecho. En 1791 los norteamericanos descubrieron, dentro del mismo
archipiélago, el resto de las islas. Mendaña siguió avanzando y vio un poco al
sur  de las Salomón una isla a la que
puso el nombre de Santa Cruz, donde falleció. Ya bajo el mando de Isabel
Barreto, su viuda, pero dirigiendo la ruta el imprescindible Pedro Fernández de
Quirós, fueron hasta Manila, y desde allí, de vuelta a México. La tierra donde Mendaña
acabó su vida se llama ahora Nendó (con capital en Lata), pero, paradójicamente,
el nombre oficial del conjunto insular es Islas de Santa Cruz. Se ve con
detalle en la segunda foto.





miércoles, 6 de abril de 2016







(227)
SEGUNDO VIAJE DE MENDAÑA A LAS ISLAS SALOMÓN. Le acompaña su dominante mujer,
ISABEL BARRETO, y otro personaje excepcional, PEDRO FERNÁNDEZ DE QUIRÓS.
(227)
- Hola, alegre joven: tuvieron gran boda Álvaro e Isabel. Fue el año 1586 en la
catedral de Lima, apadrinados por el virrey y su señora.
     - Salud, querido preceptor. Aclaremos
previamente que circula por ahí el error de que nuestro protagonista estuvo
casado con una hermana de Cervantes llamada Andrea; la trampa es insidiosa
porque ella sí maridó con un Álvaro de Mendaña, pero no era este. La guinda  de la limeña boda habría sido hacer el viaje
de novios en la nueva expedición a las islas Salomón, pero el soñado plan de
Mendaña se demoró varios años por las dificultades de los preparativos. Además,
cuando, ya todo estuvo organizado y llegó el momento de partir, Álvaro de  Mendaña no quiso que le acompañara Isabel.
Imaginemos las excusas: -“Es muy peligroso, las penalidades serán tremendas...
¿No te parece, mi vida? -Lo que tú digas, cariño”.
     - Pero resultó, tierno cronista, que el
día 9/4/1595 zarpó la escuadra desde El Callao con un Mendaña cariacontecido porque
Isabel iba a bordo junto a él, y, para mayor incordio, en la misma nave su
parentela ocupaba puestos de mando: el capitán Lorenzo Barreto, los alféreces
Luis y Diego, todos hermanos suyos, más su hermana Mariana, cuyo marido, Lope
de Vega, era el almirante de otra de las cuatro naos. Sumaban en total 280
hombres y, entre mujeres y niños, 98 pasajeros más. Tampoco faltó un personaje
notable, de carácter puntilloso, que, sin embargo, apreció a Mendaña, pero fue muy
crítico con Isabel Barreto y su familia: Pedro Fernández de Quirós, el piloto
mayor. Las autoridades de tierra se sintieron aliviadas porque habían encajado
en la expedición a gente muy problemática. Mendaña llegó a desembarcar a unos
cuantos rebeldes que le consideraban un blando. Una frase de Quirós muestra a
las claras la mala condición de los hombres enrolados: “Bien creo que podría
echarlos a todos e irse solo”. Comenta algo de su curriculum, querido socio.
     - Vale. Quirós nació en Évora en 1565, por
lo que se le califica de portugués al servicio de España, pero no debe
olvidarse que Felipe II era ya rey de Portugal desde el año 1580. Estuvo
siempre navegando como escribano de mercaderes, e incluso en la ruta fija hacia
Manila, convirtiéndose después en un experimentado piloto. En un corto tiempo
de residencia en Madrid, se casó con Ana Chacón, de la que tuvo un niño y una
niña. Vuelve a Indias y ‘le ficha’ Mendaña. El ser hombre culto le permitió
hacer una crónica del viaje, mostrando su carácter religioso y puritano, con
cierta mezcla de seriedad y exageración. A su debido tiempo, diremos algo de su
peripecia vital posterior. Sayonara, dear.
     - Vean vuesas mersedes sendas fotos de
estos lobos de mar. Ciao.


     Dos de los protagonistas del viaje: el del
coquetón piquito en la gorra es Álvaro de Mendaña; el otro, Pedro Fernández de
Quirós. Por no tener una reproducción fiable, falta la imagen de la que más
mandó: Isabel Barreto. Su marido, Mendaña, representa los 53 años que tenía, y,
el portugués, edad parecida, pero, en ese viaje, era de solo 30 años, igual que
Isabel. El aspecto de Quirós parece más geniudo. Es muy probable que descendiera
de los estirados asturianos de la familia Quirós. Sí, jovencito, esos mismos
que en comandita con los Velascos, y emulando la soberbia de Luzbel, decían:
“Antes de que Dios fuera Dios, y los peñascos peñascos, los Quirós eran Quirós
y los Velascos Velascos”. Habrá que contar algo más de él cuando se termine el
presente viaje, porque este devoto navegante siguió haciendo por su cuenta
notables descubrimientos (aunque no tan extraordinarios como él creyó) por el
entorno de las islas Salomón.





martes, 5 de abril de 2016







(226)
MENDAÑA SE CASA Y PREPARA UNA NUEVA EXPEDICIÓN CON DESTINO A FILIPINAS. Nosotros
nos despedimos para siempre del GRAN SARMIENTO.
(226)
- No nos van a creer, discípulo amado, pero ahorita mismo  mostraremos los últimos flecos del simpar
Pedro Sarmiento.
     - Es un corto y definitivo remate, divino
maestro. En el puerto de Colima, a pesar de la dudosa alegría que exhibió
Mendaña por ver salvado el barco en el que llegaba Sarmiento, maniobró
rápidamente para requisarle los informes que traía, lo ridiculizó y, lo que ya
es el colmo, consiguió que lo apresaran. Tuvieron que soltarlo rápidamente, y
la obsesión de Pedro fue dar cuenta de todo, e incluso estuvo a punto de venir
a la Corte para hablar directamente con el rey. No lo hizo porque entonces vio
el cielo abierto con la llegada del nuevo virrey, Francisco de Toledo, que sustituía
al tío de Mendaña, Lope García de Castro; y acertó: el oropesano aristócrata le
apreció mucho.
     - Y eso es todo, secre: bye, bye
Sarmiento. De las peripecias que pasó después en su intento de fortificar el
Estrecho de Magallanes, y del oscuro final de su vida, ya hemos hablado largo y
tendido, mostrando con entusiasmo su gloriosa, aunque fracasada, trayectoria.
En cuanto a Mendaña, digamos que le quedó mal sabor de boca por los escasos
frutos de su expedición y fue arrastrando una querencia nostálgica por todo lo
que vio en el entorno de las islas Salomón. Vivió en Lima obsesionado con la
idea de poner en marcha otra flota. La idea no era mala, y hasta el rey la
miraba con ojitos golosos: no solo había posibilidad de más descubrimientos,
sino también de asegurar un tráfico marítimo directo desde Lima a Manila, sin
necesidad de ir hasta Acapulco. Pero el monarca, como de costumbre explotando a
aquellos maravillosos aventureros, lo quería con financiación particular, y
Mendaña estaba arruinado. Quiso el Señor que, tras 15 años perdidos, en 1585 llegara
un virrey que ya conocen vuesas mersedes, García Hurtado de Mendoza, marqués de
Cañete, y, formando parte de su principesco séquito, don Nuño Rodríguez
Barreto, su esposa, Mariana de Castro (probable pariente de Mendaña) y sus 9
hijos (que ya hay que echarle valor, o insensatez, para tenerlos, y para
meterlos en semejante odisea). Y aliados Cupido y Mercurio, surgió el amor.
     - De todo habría, sabio doctor. Una de las
hijas del gallego matrimonio, Isabel Barreto (20 años) se ennovió con el
talludito Mendaña (43), y no solo se entusiasmó con el proyecto de su prometido,
sino que los obstáculos financieros que él no pudo salvar desde tiempo
inmemorial, ella los orilló casi al instante: se metió en el bolsillo
hábilmente al virrey, utilizando el aprecio que le tenía a ella su esposa, Teresa
de Castro (otra posible pariente), y todo quedó arreglado. ¡Qué mujer! ¿Cómo lo
ves?
     - Supongo que Mendaña quedaría agradecido
pero preocupado por su futura autoestima. No obstante, su sueño le espoleaba. Hasta
mañana, pizpireto vejestorio. Pórtate bien.


     ¡Casi nada el Virreinato de Perú! El
primero fue el de México (1535); luego el peruano (1543); pasan dos siglos y
surgen otros dos, Reino de Granada (Colombia) en 1717, y Río de la Plata en
1776. Históricamente y con diferencia, el más importante y el más extenso fue
el de Perú. La capital recibe su nombre por el río Rímac (Límac en quechua).
Sus personajes más ilustres fueron los hermanos Pizarro: Francisco, asesinado;
Hernando, salvado de milagro al ser retenido preso en España; Juan, liquidado
por los indios dentro de la ciudad de Cuzco. Y nos queda Gonzalo, el más pequeño.
Le pusieron de jefe los españoles que se rebelaron contra el despótico primer virrey,
Blasco Núñez de Vela, al que apresaron y le quitaron la vida (demencial osadía).
Gonzalo fue recibido en Lima apoteósicamente, como el gran salvador, en esa
Plaza de Armas de la foto. Pero pasó lo inevitable, como en todos los
alzamientos contra la corona: llegó otro virrey y lo derrotó; se entregó
diciendo “soy el sin ventura Gonzalo Pizarro”, y le cortaron la cabeza. A 15
km. de Lima está el importantísimo puerto de El Callao (significa “pedregoso”),
y de ahí va a partir en breve el también sin ventura Mendaña.





lunes, 4 de abril de 2016







(225)
POR FIN LLEGA MENDAÑA A MÉXICO, ¡tras dos años de viaje! Poco después, lo
consigue también EL GRAN SARMIENTO, al que ya daban por muerto.
(225)
– Qué hermoso puede ser el mar, querido nostálgico. El protagonista de Moby Dick
huía de la tierra para sumergirse en la belleza de lo que él llamaba  un “sentimiento oceánico”.
     - Certo, caro Sancio. Y luego Freud
utilizó la expresión para referirse al misticismo (con su habitual negatividad).
Pero como dice la vieja canción, “ese mar que ves tan bello, es un traidor”.
Mendaña y sus desorientados pilotos se vieron metidos en una trampa: tres meses
navegando y no sabían dónde estaban. Habían dejado atrás al verdadero experto
(y al más animoso), Sarmiento, que también estuvo a punto de hundirse engullido
por el huracán; pero él no iba perdido y seguía recto conociendo exactamente la
distancia que faltaba. Era tal la desesperación en el barco de Mendaña, que
“tomó toda la gente muy de veras el arribar (dando la vuelta), pareciéndoles
que era el mejor remedio para salvar la vida y salir de tanto trabajo y
miseria, tratando de obligarme. Y siendo yo avisado por un soldado, que solo
cinco tuve de mi parte, salí a ellos y les dije cuán fuera de razón estaban, y
que lo mejor era ir adelante. Pero insistían en arribar a Filipinas (!), y que
me aconsejase de los pilotos, por lo cual sospeché que salía de ellos el
arribar”. Dice claramente que fue mérito suyo calmar algo los ánimos. Luego, “afortunadamente,
como Dios es el verdadero socorredor, quiso ayudarme, porque, estando ya el
tiempo en calma, vi venir por el agua un madero grande, y mostréselo a la gente
diciendo: ‘Mirad lo que pensáis hacer, porque estamos ya en tierra”. A los 8
días llegaron a la costa de California, y alcanzaron el mexicano puerto de Santiago
de Colima el 23/1/1569. Proseguid, mosén, que os gustará contarlo.
     - Gracias, educado mancebo. Lo que cuenta
le haría reventar de ira a Sarmiento: “Y aunque muy contentos de haber llegado
a tierra de cristianos, quedamos  con no
poca pena de entender que nuestros compañeros que venían en la otra nao eran
ahogados, porque hacía ya tres meses que no los habíamos visto. Mas Dios no
solo quiso sacarme a mí de mis trabajos y peligros, sino que también les sacó a
ellos, que llegaron a puerto un día después. Fue tanto el regocijo que
llorábamos de placer. Estuvimos en este puerto 40 días, adonde se repuso la
gente y algunos murieron”. Siguieron hasta 
Nicaragua. Tras 2 meses de reparaciones, “salí para el Pirú (el nombre
deriva del río Birú), y llegué al puerto del Callao el 11 de setiembre de 1569
(¡tras 2 años!)”. E la comedia é finita. Adío, caro.
     - Nos espera otro viaje rocambolesco, pero
en esa película habrá “chico y chica”, como debe ser. Vuela,  vuela, viajero cósmico.


     Qué bonitos viajes del Inserso estamos
haciendo, ¿eh, viejo escribano? Aclaremos las cosas. El puerto mexicano de
Santiago de Colima es actualmente la comercial y turística Manzanillo (un poco
al Sur queda Acapulco). A esa playa de la foto, que actualmente es lugar de
regodeo y felicidad para ricos en vacaciones, llegaron Mendaña y los suyos,
unos a reponerse y otros a entregar su alma al Creador. En el plano se ve dónde
está, y siempre estuvo, Colima. Era tierra de indios bravos, y Cortés no paró
de mandar soldados hasta que dominó toda la zona. Se fundó la ciudad en 1523 (después
hubo que desplazarla algo por insalubre). Pronto se convirtió en un vital
centro administrativo español en la costa del Pacífico. Ambas localidades
pertenecen al estado de Michoacán, donde tuvieron la suerte de que volcara toda
su humanidad uno de nuestros paisanos más ejemplares, Vasco de Quiroga, al que
se le recuerda tiernamente (cosa inaudita tratándose de un español de la conquista)  como ‘Tata’ Vasco (y a ti se te cae la boba
porque era de tu Madrigal de las Altas Torres).





domingo, 3 de abril de 2016







(224)
MENDAÑA SE EQUIVOCA, y luego miente. Un rumbo mal escogido convirtió el viaje en
una espantosa pesadilla.
(224)
– Buenas noches, melancólico poeta. No es fácil mantenerse digno y generoso en
las situaciones extremas. En la aventura de Indias, se daban con frecuencia.
Mendaña, como Flores, falló.
     - Benvenuto, dottore. Nada más empezar el
camino de vuelta hacia México, dejó atrás desamparada la nave de Sarmiento, y
no lo mencionó en su escrito al rey, pero Pedro sí, y, además, pensando lo
peor, porque  creía que Flores estaba
deseándole la muerte para que no diera su propia versión de los errores del
viaje, porque (escribió) “si fuéramos juntos, es razón creer que nos
favoreciéramos los unos a los otros, como teníamos obligación”. Tu turno, my
dear.
     - Grazie, poverello. En el pecado llevó la
penitencia: se vieron sorprendidos por un huracán, y Mendaña habla de errores
de cálculo incomprensibles; algunos de sus pilotos creían que les faltaban 70
leguas (400 km) para llegar, en lugar de los 3.500 km reales (Sarmiento jamás habría
sido tan torpe). La situación que le cuenta Mendaña al rey (de los que venían
detrás ni se acuerda) fue dramática; se daban por muertos: “Nadie pensó salir
de aquel peligro, y quebraba el corazón oír las lástimas y el llanto de la
gente. Hízolo muy bien un fraile, que después de cantar él un credo, animaba
mucho a todos a que muriesen como cristianos, y a que tuviesen verdadera
contrición y arrepentimiento de sus pecados. Los que estábamos fuera de
cubierta rogando a Dios y con el mazo dando (vean vuesas mersedes lo antiguo
del dicho), procurábamos echar a la mar el batel (para eliminar lastre), y
viendo que echarlo no aprovechó de nada, mandé cortar el mástil, contra la
voluntad de los pilotos, y diciéndoles que, para 400 km. que quedaban (ya, ya),
con el trinquete los andaríamos, así se hizo”. El barco ganó estabilidad, y comenzó
una odisea marítima como la del Holandés Errante, racionando los alimentos (pan
y agua) “sin darme a mí más que a cualquiera particular. Y así pasamos tres
meses, porque cuando los pilotos calcularon 70 leguas estábamos a más de 600”.
-
Se vieron perdidos, querido Sancho: “Eran muchas las enfermedades y la hambre
que pasaba la gente; hinchábaseles las encías y crecíales la carne sobre los
dientes, y echábamos a la mar cada día un hombre. Y el principal regalo que
hallaban era llamarme para que los viese morir. No solo entonces, sino ahora,
todas las veces que me acuerdo de cómo los veía morir, me llega al alma y me
enternezco”. Qué manera de sufrir. ¿Cómo lo ves, Sancho?
     - Está claro que las indias fueron una
trituradora de soñadores. Bye, my dear son.


     (Si algún malandrín se quexase por la
repetisión de la foto, le serán devueltos sus tristes maravedíes, e con
intereses de usura). Línea roja: primer viaje de Mendaña al Pacífico (el que
estamos examinando ahora). Volvió desde las islas Salomón por la ruta del
tornaviaje hallada por el gran Urdaneta, que es la que utilizaba el galeón de
Manila. Sarmiento, que iba descolgado detrás, se habría muerto de risa con los
errores de cálculo de los pilotos de Mendaña. Fíjense en algo asombroso: ningún
europeo descubrió las islas de Hawaii, tan próximas a esa ruta, hasta que
apareció por ahí James Cook en 1778. Y es más asombroso aún que estuvieran
pobladas por gentes de la lejanísima Polinesia. Línea azul: segundo viaje de
Mendaña (¡26 años después!); a falta de Sarmiento, le acompañaba otro personaje
muy crítico: el portugués Pedro Fernández de Quirós. Y, en las islas Santa
Cruz, vecinas de las Salomón, murió el “sin ventura” Mendaña. Y aquí mi “secre”,
dentro de unos días, explicará lo que ocurrió en ese segundo viaje, y cumplirá
lo que prometió: hablar de las mujeres de Indias. La primera será Isabel
Barreto, casada con Mendaña. Iba en la expedición y, al quedar viuda, asumió todo
el mando. Veremos si dejó alto el pabellón de las mujeres. ¿Qué creen vuesas
mersedes?



sábado, 2 de abril de 2016







(223) EL DESTINO DE SARMIENTO FUE
SIEMPRE TENER JEFES TORPES O COBARDES. No era mala persona MENDAÑA, pero, esta
vez, quizá por su juventud, actuó mezquinamente.
(223) - Salut, mon cher et
magnifique biographe.
Mendaña, poco heroico y clarividente, decidió
 dar la vuelta y volver a casita.
     - Bonne nuit, mon ectoplasmique copin. Además,
le engaña al rey. Dice que llegaron a la conclusión de que no había más tierras
por descubrir. Y añade: “Junté toda la gente, capitanes y soldados, como
pilotos y marineros, y todos fueron de parecer que volviésemos a dar cuenta de
lo que se había hecho, porque para poblar había poca gente, y la mayoría
enferma, y faltos de munición”.
     - ¡Miente el bellaco! Está ninguneando miserablemente
a Sarmiento, sin mencionarlo siquiera porque era de opinión completamente
contraria. Copio yo, querido secre, una anécdota con la que se muestra ante el
rey como ejemplar cristiano. Necesitaban más ‘lenguas’. Se hicieron “con un
indio casado, con su mujer, sus dos niños y una muchacha hermana de su mujer.
Se volvieron cristianos, y aprendían con mucho gusto las oraciones. Murió el
casado y uno de los dos hijos, y la muchacha, en la Ciudad de los Reyes (Lima),
muy cristianos e invocando el nombre de Jesús. Gracias se deben dar a Nuestro
Señor de que haya usado de su misericordia con aquella tierra, y que haya
empezado a llevar para Sí de la gente della, que tantos años ha que están sin
lumbre de fe”. Créeme, patológico desconfiado, que, en toda aquella aventura de
Indias, uno de los principales motores era el afán evangelizador.
     - Nunca lo he dudado, reverendo, porque
fue evidente. Comenta después Mendaña que la isla Santa Isabel, aunque de buen
tamaño, “es la menos poblada porque reside allí el jauriqui Bene, que es caribe
(caníbal)”. Luego dice que, para volver, quería dirigirse hacia Chile, pero
todos los pilotos se empeñaron en tomar el rumbo de México, y que hasta le
hicieron un requerimiento por escrito. “Y viendo yo que toda la gente tenía por
yerro no seguir el parecer de los pilotos, les dije que fuese muy a  buena hora, mas que se acordasen que el
tiempo me sería testigo de los trabajos que habían de pasar”.
     - ¡Mentiroso y taimado embustero! Se calla
torticeramente que Sarmiento veía claro que la vuelta por Chile era la más
cómoda, estando también de acuerdo todos los pilotos. El retorno, como veremos,
resultó espantoso; este aprendiz de Pilatos fue quien impuso la otra ruta, la
de México, y no solo se está lavando las manos delante del rey, sino que se da
el mérito de que su deseo era ir a Chile. Bye, bye, baby.
     - Pero el ‘bocazas’ Sarmiento tendrá
ocasión de taparle la boca. Ciao.
     En la expedición de Mendaña iba como
piloto mayor Hernán Gallego de Andrade (esos apellidos revelan su origen
galaico). Así como Álvaro marginó por completo a Sarmiento, se apoyó contantemente
en Hernán, quizá porque este le hiciera la vida fácil. Es vergonzoso cómo el
‘jefe’ trampea en el informe que le envió al rey sobre el viaje. Gallego, sin
embargo, hablaba del extraordinario Pedro con mucho respeto. Los dos eran
veteranos navegantes y cosmógrafos. La hoja de servicios de Hernán Gallego era
brillante: ya había estado como piloto, el año 1553, cuando Valdivia mandó al
capitán Juan Ladrilleros que atravesara el Estrecho de Magallanes desde el
Pacífico. Casi lo consiguieron: entraron en el canal, pero tuvieron que dar la
vuelta. Lo que son las cosas: el mayor botín que obtuvo el pirata Drake en sus
correrías fue saquear el oro que llevaba una nave de Hernán Gallego; eso precisamente
fue lo que dio origen al proyecto de Sarmiento para defender el Estrecho, y, 26
años después del fracaso de Ladrilleros, se convirtió en el primer hombre que
lo recorrió de Oeste a Este.


     Foto: invasión de la isla Guadalcanal; no
son precisamente Mendaña y los suyos (que le pusieron el nombre), sino los americanos
desembarcando en la isla para pelear sangrientamente con los japoneses, una
batalla clave de la segunda guerra mundial.



viernes, 1 de abril de 2016







   
(222) MENDAÑA Y SUS HOMBRES SIGUEN EXPLORANDO LAS ISLAS SALOMÓN, CON ALGUNAS PELEAS MUY PELIGROSAS. Quizá fueran estos los
nativos que poblaron la lejanísima isla de Pascua, e incluso es posible que
llegaran hasta tierras peruanas.
     

(222) – Nos estamos “jartando” de navegar, respetable anciano; ya  sé que ha sido tu vocación malograda. Sigamos
con Mendaña.
    - Me limitaré a lo más sustancioso, etéreo
reverendo. Se les estaba acabando la comida, y quiso obtenerla de los nativos a
cambio de cascabeles y chaquiras (collares de abalorios), pero rechazaron el
trato. No pudiendo por las buenas, se vieron obligados a utilizar la fuerza.
“De lo cual quedaron los indios muy desabridos”. Mandó a por agua (perdón por
la ‘a’,  puntilloso Samper, pero en
España la tenemos inoculada) a algunos soldados;  se saltaron la orden de no pisar tierra,
seducidos por la vista de unos tentadores cocos, “y los indios dieron sobre
ellos y mataron a nueve españoles, que solo se escapó un negro a nado. Hízose
el castigo desto luego otro día, quemándoseles muchos pueblos y matando algunos
indios”. Descubrieron otra isla grande; respetaron su nombre indígena, Malaita,
y así sigue. “Están todas estas islas cuajadas de gente, que es admiración”.
Llegaron a otra importante “a la que llamaron San Cristóbal (que conserva el
nombre; véase el plano de ayer). Bajaron a tierra y, “en presencia de los
indios, tomó posesión, sin que se alteraran”. Eso de momento, porque al día
siguiente, “un indio hizo a manera de conjuro metido dentro de un cerco, dando
muy grandes voces, empezó a temblar y alteró con esto a todos los indios, y
entendimos que había invocado al demonio. Tomaron sus armas, y mandé disparar
algunos arcabuces, arremetimos con ellos y ganamos el pueblo”. Llegaron a otra
isla que llamaron Santa Ana, “y se vieron en mucho aprieto; dieron los indios a
un soldado una lanzada en la cabeza, que le quedó la lanza blandeando en ella.
Mas luego se levantó habiéndole sacado otro soldado la lanza. Y al capitán le
atravesaron  con una lanza la rodela
(escudo) por la embrazadura, y el brazo más de un jeme (separación entre las
puntas del dedo índice y el pulgar extendidos: unos 15 cm.). Cosa que no parece
hecha con fuerza de un hombre, siendo la lanza sin hierro; y las más de las
rodelas estaban igualmente atravesadas. Peleamos animosamente, haciendo huir a
los indios. Trujimos 4 dellos para lenguas, porque 10 que traíamos de las islas
de atrás, se nos huyeron. Y destos, se nos huyeron dos”. Sayonara, daddy.
     - ¿Por qué 
Mendaña “pasa” de su compañero Sarmiento? Ya se verá.  Con Dios.
     Todo fue encadenado. En medio del inmenso
Pacífico está la isla (más aislada que ninguna) de Pascua, con su enigmática
cultura de gigantes estatuas, y tan desarrollada que tenía escritura
jeroglífica. Los nativos eran de raza polinésica. Solitarios en un círculo
cerrado de más de 3.000 km. Si fueron capaces de establecerse allí, también es
posible que llegaran hasta el territorio continental de los incas. Esto, y
otras pistas, le hizo pensar, con razón, a Sarmiento que, más al sur de las
Molucas y de Filipinas, quizá hubiera otra extensa “Terra Incognita”. Por eso
le había dado el tostón al gobernador de Perú Lope García de Castro para poner
en marcha una expedición, y acabó de convencerlo con la sugerencia de que fuera
al mando su novato sobrino Álvaro de Mendaña (en mala hora). Hay una frase de
Sarmiento que hace suponer que él no creía sinceramente en el mito de las minas
de Salomón. Al volver del viaje, le dice al rey: “Puede V. Majestad sin
escrúpulo mandar conquistar las islas del archipiélago de Nombre de Jesús,
vulgarmente llamadas de Salomón, aunque no lo son”. Pero ya sabemos ahora que
este nombre fantasioso ha sido el que ha perdurado.


    

                        





jueves, 31 de marzo de 2016







(221)
– Alors, mon petit, ¿tout va bien? Feliz diaversario.
     - C,est vrai, mon tendre Sanchó: cada día
es un regalo. Sigamos navegando. Mendaña está, como dijiste ayer, picoteando,
sin saberlo,  por las islas Salomón. Terminado
el bergantín, envía a Pedro de Ortega a recorrer la costa durante un mes. Así
lo cuenta: “Para conseguir una ‘lengua’ (intérprete al que tendrían que enseñar
castellano) apresaron a un hijo de un fauriqui, y otro hijo quedó en mi navío,
al cual mostré toda la especiería que nosotros llevábamos (clavo, nuez moscada,
jengibre, pimienta, canela…), y dijo que no lo había. A las perlas, dijo que en
el mar había muchas. De la salida que hizo Ortega, descubrió mucha tierra
después de haber costeado la isla de Santa Isabel (se sigue llamando igual),
que así puse nombre a esta primera en que surgimos, y al puerto, el puerto de
la Estrella, por memoria de la que vimos en el cielo al entrar (está claro que
fue para ellos una profunda experiencia religiosa)”. Cita los descubrimientos
de islas, los nombres que les pusieron y su ‘boj’ (perímetro): Ramos (por la
fecha), Buena Vista, San Dimas y Flores. “Descubrió demás destas una a la que
puso por nombre Guadalcanal (que lo conserva, y es el de un pueblito sevillano
que anda por los 3.000 habitantes, donde nació Ortega), que tendrá 300 leguas
de boj, y hallaron jengibre, y las islas de San Jorge, San Marcos y San
Jerónimo. Tuvo muchas guazabaras con los naturales, y fue Dios servido de que
no mataron ningún cristiano”. Le visitó a Mendaña su amigo cacique,  y lo “instruyó” en el contenido del Requerimiento,
“a todo lo cual estuvo muy atento, y preguntó dónde estaba ese rey de Castilla,
y tomé una carta de marear, y señaléle por su tierra (la del cacique) una isla
muy pequeña (cartografiaban al instante),  y toda la demás tierra le dije que era de V. M.,
y que todos aquellos fauriquis eran vasallos de V. M., y lo aceptó muy
contento”. Tan protocolario como todos los conquistadores, Mendaña formalizó el
acto mediante testigos. Luego quiso ver lo descubierto, y navegó por la zona.
Tomó oficialmente posesión de Guadalcanal (para futura desgracia de gringos y
japoneses en la 2ª Guerra Mundial),  y
subió “con unos 27 hombres a un montecillo del cual se veía mucha parte de la
isla; conté más de 30 pueblos y vimos muchos, llanos y muy poblados”. Turismo
muy problemático, pero seguro que disfrutaron de algo tan exótico, de los
bellos paisajes y de la emoción de descubrir. Va bene, caro.
     - Certamente, piccolino: é bello penetrare
il mistero. Arrivederci.


     La aventura de Indias fue un vivero de
mitos fantásticos (aunque algunas realidades superaron lo imaginado): El
Dorado, Las 7 Ciudades de Cibora, la Fuente de la Eterna Juventud…, incluso el
mismísimo Paraíso Terrenal. Pero hay otra historia rocambolesca. La tradición
inca decía que en tiempos de Tupac Inca Yupanqui, abuelo del trágico Atahualpa,
llegaron por el Pacífico naves desde unas remotas tierras ricas en oro. Poco
después, el temerario Tupac fue a buscarlas, las encontró y, tras largo tiempo,
volvió ‘forrado’. Esta fábula circuló entre los españoles de Perú, ¿gracias a
quién?; no podía ser otro: Pedro Sarmiento. La idea cuajó, y partió en busca de
esa bicoca la expedición de Álvaro de Mendaña. Esperaban incluso que se tratara
de las misteriosas minas de las que se surtía el  rey Salomón. Hallaron un extenso archipiélago,
pero ni rastro de oro, y,  aunque
volvieron con el sueño roto, dejaron las islas bautizadas con el nombre del
sabio monarca hebreo.



miércoles, 30 de marzo de 2016







(220)
– Buona notte, caro figliolo. Acompañemos al jovencito Mendaña. Siempre me
emociona el rito de toma de posesión.
     - Ya sé, nostálgico clérigo, que lo que te
llega al alma es el himno gregoriano. Cuenta Álvaro que, tras el ‘milagro’ (‘¡y
fue milagro, testarudo descreído!’) que les salvó de las rocas y les condujo a
buen puerto en la isla grande, “después de haber surgido (arribado) ambas naos,
saltamos a tierra y pusimos una cruz alta; y los religiosos cantaron aquel
himno, ‘Vexilla regis prodeunt’ (los estandartes del Rey avancen), y luego tomé
posesión de toda aquella tierra en nombre de V. M.”. Llegó  el cacique principal de la isla y el
encuentro fue cortés, intercambiándose los nombres en señal de amistad; el jefe
se llamaba Bilebanhama. Observó Mendaña que la fonética era muy parecida al
castellano, y le explica al rey, quizá un poco ingenuamente, algunas palabras
que aprendió. Se quedaron 3 meses para hacer un bergantín (estas hábiles
improvisaciones fueron habituales en Indias). Pero había también nativos más
problemáticos, “indios bien abastecidos de arcos, flechas, lanzas y macanas,
los cuales no osaron llegar a bordo”. Para mayor seguridad, envió dos grupos de
exploración, uno bajo el mando del capitán Pedro Sarmiento (sí, el nuestro), y
el otro dirigido por Pedro de Ortega. El primero se encontró con muchos indios
“y pareciéndole a Sarmiento que querían darle alguna guazabara (lucha), quiso
prender a su fauriqui (cacique), y sobre esto vinieron a las manos, y el
fauriqui se escapó, y le hirieron un soldado de un flechazo en la cabeza, y los
españoles desbarataron a los indios y prendieron a un hermano de Bilebanhama, y
trajéronle a los navíos. Al cual yo solté para conservar la amistad”. Pedro de
Ortega tuvo un incidente casi idéntico, y los indios “diéronle una guazabara y
le hirieron dos soldados, y uno dellos murió de ahí a 8 días, que se pasmó
(enconó) la herida”. Otro fauriqui le hizo un ‘exquisito’ regalo a Mendaña.
“Envióme un cuarto de carne humana, que parecía ser de muchacho. Hice apartar
toda la gente para que el fauriqui viese lo que hacíamos; mandé hacer un hoyo
junto a la lengua del agua, hice enterrar el cuarto, y le dije en su lengua
‘teo nateha arra’, que quiere decir ‘yo no lo como’. Viendo que habíamos tenido
en poco su presente, como corridos y agraviados, se fueron”. A domani.
     - No lo dudes, melancólico (y descreído)
filósofo: la raza humana ha mejorado un montón. Ciao.


     Viendo este mapa, no cabe duda de que, una
vez más, la Historia tiene que darle la razón a Sarmiento y a sus monumentales
cabreos. Mendaña  se limita a picotear por
las islas Salomón, unas miserables migajas comparado con los inmensos
territorios que tenía al alcance de la mano. Él va a justificar su repentina
vuelta, pero cuesta creer que, tras un viaje tan largo, hiciera como el río Paraná,
‘que besa la playa y se va’. Veremos cómo en su carta al rey se llena de
razones, pero  también que sus silencios
son clamorosos. Quizá, por su juventud, le faltara algún hervor.



martes, 29 de marzo de 2016







(219)
– Llegó la hora, honrado cronista: juraste sobre mi cruz pectoral hablar de las
mujeres de Indias. No seas sacrílego.
     - Y tú no seas guasón: ya sabes que me
encanta hablar de las mujeres casi tanto como a ti. Pero, dos advertencias: 1.-
Para hablar de la primera, necesitamos antes resumir la relación de un viaje
escrita por su marido; 2.- Se va a tratar de una dama excepcional, ambiciosa y
con dotes de mando, pero que (lo siento) no me cae nada bien: una mujer puede
tener tantas virtudes y defectos como un hombre. El feliz esposo fue Álvaro de
Mendaña, de quien ya hablamos no hace mucho porque iba al frente de la armada
que, Pacífico adelante, descubrió las islas Salomón. Mira quién se nos cuela
ahora.
     - ¡Leches!: otra vez Sarmiento; ¡qué afán
de protagonismo! Pero, hola y adiós; solo diremos que, para no variar, también
tuvo  broncas en esa expedición: Mendaña
empezó por cambiar la ruta que Pedro, como buen cartógrafo, había trazado, y
luego, cuando ordenó dar ya la vuelta, nuestro entrañable cascarrabias inentó
inútilmente convencerle de que siguieran descubriendo tierras y mares. En parte,
se comprende la discrepancia porque Mendaña solo tenía 26 años (enchufado como
jefe de la expedición por el presidente de la Audiencia de Lima, su tío García
de Castro), y, Sarmiento, diez más y una biografía vivida a tope.
     - No obstante, reverendo, también hay que
reconocer que el ‘jovencito’ demostró mucha valía. Salieron desde El Callao (Lima).
A 800 leguas (unos 4.500 km.) viraron hacia el sur, y, tras 24 jornadas de
navegación, encontraron una isla pequeña a la que llamaron Nombre de Jesús,
fiesta de aquel día (15-1-1568).
     - ¡Oh, Sarmiento!: nos vas a trastornar; casi
20 años después le puso ese mismo nombre a su primera fundación del Estrecho.
Proseguid, mancebo.
     - Gustosamente. El 7-2-1568 encontraron
una isla tan grande que la creyeron tierra firme, pero toparon con un arrecife
sin poder esquivarlo. Mendaña cuenta. “Y, como es costumbre de navegantes
cuando se ven en peligro, acudimos a Ntra. Señora, y cuando estábamos pensando
dar en las peñas adonde perdiéramos todos la vida, dio la nao la vuelta y
salimos afuera. Y para que más claramente entendiéramos que era Dios el que nos
sacaba destos peligros, quiso mostrarnos una señal. Vimos una estrella
resplandeciente, y siguiéndola, entramos en un puerto; y, al entrar, vimos que
desde una montaña cayó un gran pedazo della con mucha arboleda de agua,
haciendo gran terremoto, y aunque en España se han visto estrellas al mediodía,
el verlo nosotros en tanta necesidad es causa que lo tengamos por obra de
Dios”. Bye, bye.
     - No te lo tomes a broma, hombre de poca
fe, que te conozco. Ciao.
     Así es el azar, sensible poeta: el aleteo
de una mariposa, mejor dicho de un faldero que iba de flor en flor, cambió la
vida de Álvaro de Mendaña. El virrey  Don
Diego López de Zúñiga saltaba de cama en cama desenfrenadamente. Parece ser que
un marido nada consentidor lo asesinó. En 1564, Lope García de Castro, ministro
del Consejo de Indias, fue enviado para sustituirle (solo como gobernador
provisional) e investigar lo ocurrido. Llegó, vio, y miró para otra parte: el
asunto era demasiado espinoso. Le acompañaba su sobrino Álvaro de Mendaña (22
añitos), y pronto lo promocionó a lo grande, confiándole una fuerte expedición
Pacífico adelante. Pasaron más de cincuenta días de agua y cielo hasta que
encontraron un atolón al que llamaron Nombre de Jesús, hoy conocido como Nui,
perteneciente al archipiélago Tuvalu. Mendaña, de acuerdo con el piloto mayor,
Hernán Gallego, había modificado el rumbo trazado por Pedro Sarmiento y tropezó
con ese peñasco. Pero fíjense vuesas mersedes en la foto; de haberlo respetado
como quería Pedro, navegando más al sur, habrían descubierto un territorio
ciertamente inmenso: Australia.











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