martes, 12 de abril de 2016

FORO DE LECTIO DIVINA: III DOMINGO DE PASCUA - Ciclo C

FORO DE LECTIO DIVINA: III DOMINGO DE PASCUA - Ciclo C












































viernes, 8 de abril de 2016






III DOMINGO DE PASCUA - Ciclo C


Oración inicial
Eres tú quien vienes a mi encuentro.
Eres tú quien avivas mi esperanza tenue.
Eres tú quien despiertas sueños de vida
en mi caminar confuso.
Eres tú quien llenas continuamente mi vaso
de los mejores deseos, y pones luz a mis pasos
y calor a mi andadura y das nombre a mis anhelos.
Eres tú, el Señor.
Primera
lectura
Lectura
del libro de los Hechos de los apóstoles (5,27b-32.40b-41)
En aquellos días, el sumo sacerdote
interrogó a los apóstoles y les dijo: «¿No os hablamos prohibido formalmente
enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra
enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.»
Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que
obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a
Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios
lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión
con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu
Santo, que Dios da a los que le obedecen.»
Prohibieron a los apóstoles hablar en
nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos
de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús. Palabra de Dios
Salmo
Sal
29,2.4.5.6.11.12a.13b
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado
Te
ensalzaré, Señor, porque me has librado
y
no has dejado que mis enemigos serían de mí.
Señor,
sacaste mi vida del abismo,
me
hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.
Tañed
para el Señor, fieles suyos,
dad
gracias a su nombre santo;
su
cólera dura un instante,
su
bondad, de por vida;
al
atardecer nos visita el llanto;
por
la mañana, el júbilo. R/.
Escucha,
Señor, y ten piedad de mí;
Señor,
socórreme.
Cambiaste
mi luto en danzas.
Señor,
Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.
Segunda
lectura
Lectura
del libro del Apocalipsis (5,11-14)
Yo, Juan, en la visión escuché la voz de
muchos ángeles: eran millares y millones alrededor del trono y de los vivientes
y de los ancianos, y decían con voz potente: «Digno es el Cordero degollado de
recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la
alabanza.» Y oí a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo
la tierra, en el mar -todo lo que hay en ellos, que decían: «Al que se sienta
en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los
siglos de los siglos.» Y los cuatro vivientes respondían: «Amén.» Y los
ancianos se postraron rindiendo homenaje. Palabra de Dios
Evangelio
Lectura
del santo evangelio según san Juan (21,1-19):
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez
a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de
Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.»
Ellos contestan: «Vamos también nosotros
contigo.»
Salieron y se embarcaron; y aquella noche
no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla;
pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis
pescado?»
Ellos contestaron: «No.»
Él les dice: «Echad la red a la derecha de
la barca y encontraréis.»
La echaron, y no tenían fuerzas para
sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le
dice a Pedro: «Es el Señor.»
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que
estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se
acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros,
remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un
pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice: «Traed de los peces que
acabáis de coger.»
Simón Pedro subió a la barca y arrastró
hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y
aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: «Vamos, almorzad.»
Ninguno de los discípulos se atrevía a
preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca,
toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que
Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te
quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo
de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te
quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo
de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara
por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes
que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo
aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero,
cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no
quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho
esto, añadió: «Sígueme.» Palabra del Señor
MEDITATIO- MEDITACIÓN
Jesús nos sigue saliendo al encuentro para
recordarnos que vive y que nos quiere prolongadores de su vida, que sigue
queriendo que el hombre viva y viva en plenitud y no podemos apagar ese
mensaje. Que descubra su grandeza, que no se queda en la mera materialidad, que
no cierre en ella las posibilidades de su felicidad y su humanidad, que no se
empequeñezca, que descubra su potencialidad física y espiritual. Que en esa
batalla Dios está de nuestra parte, no se ha manifestado para cortar nuestra
dignidad sino para potenciarla. Y lo podemos decir y gritar con seguridad y con
fuerza, “es el Señor”, quien nos lo descubre, quien nos lo hace posible, quien
sigue trabajando de  nuestra parte, quien nos estimula, quien nos abre el
camino y el horizonte, quien repara nuestras fuerzas con su palabra y su
eucaristía. Ahí encuentran los discípulos la certeza y el apoyo para continuar
el anuncio del evangelio.
ORATIO- ORACIÓN
Manifiéstate, Señor, hoy a nosotros.
También nosotros, como tus discípulos queremos estar contigo, junto a ti, para
emprender con sentido, con todo tu Espíritu, la tarea evangelizadora. Sin Ti
nada podemos realizar. Con frecuencia estamos en la noche oscura, no contamos
contigo, no te sentimos con nosotros. Por eso, nuestro esfuerzo es estéril.
Pero, en tu Palabra, echaremos las redes. Porque confiamos en Ti, seguiremos en
nuestro empeño. Sabemos que Tú obras en nosotros, venciendo nuestras desganas y
desalientos.
ACTIO- ACCIÓN
Qué me dice la Palabra:
   
Qué me pide esta Palabra reflexionada en este texto
evangélico.
   
Cómo entiendo mi ser en la Iglesia y en la comunidad.
   
Qué me pide el Señor en cuanto a entrega, disponibilidad,
servicio, comunidad, amor.
   
Qué parte de mi vida estoy dispuesto a entregar al Señor
y a la Iglesia.


Repite con
frecuencia y vive hoy la Palabra: «Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te
amo»
(Jn 21,17).





No hay comentarios:



Publicar un comentario en la entrada









No hay comentarios:

Publicar un comentario